domingo, 14 de diciembre de 2014

EL MENCEYATO DE TEGUESTE


APUNTES PARA SU HISTORIA


CAPITULO I-III


Eduardo Pedro García Rodríguez
Tagoros 
El orden social de nuestros antepasados guanches era un sistema de clases y de tipo piramidal, con el Mencey a la cabeza seguido de los Achimenceyes (gobernadores con voz en las decisiones políticas) y los Guadameñes y casta sacerdotal, Kankus, Maguadas, Samarines y Iboibos; por debajo de éstos se encontraban los encargados de la administración, la clase militar, los chaureros,  los agricultores y ganaderos y, curiosa e injustamente, al final de la lista están los Iboibos, embalsamadores o mirladores, casta de intocables, considerados impuros en base al tabú de la sangre, de hecho no se les permitía tocar los alimentos u objetos de uso cotidiano de la comunidad, debiendo señalar con una vara lo que deseaban. La severa aplicación de la ley dentro de los menceyatos contemplaba faltas como el robo o el molestar a las mujeres y penas como el destierro para los asesinos.
Como es sabido el Tagoro es el lugar de reunión de la asamblea, reunión de mencey y el consejo de notables denominado Tagoror, asistidos del pueblo donde se impartían las normas de gobierno del menceyato, el reparto anual de las tierras de cultivo entre las familias acorde con las necesidades de cada una de ellas, así como la justicia, algunos de estos Tagoros en el mencveyato de Tegueste de los que nos ha quedado memoria tal como nos informa el investigador Raúl E. Melo Dais, son:
“Aunque Viana en su canto décimo refiriéndose a este Menceyato nos dice:
"Y aunque algunos afirman que era reino
Se engañan, y es error, que solamente
Fue señorío, y nunca jamás tuvo
Cetro de hueso antiguo, ni Tagoror
Béthencourt Alfonso menciona tres Tagoros, de los cuales en la relación general se olvida:
El Tagoro de Heñeto o huerta del Tagoro, limítrofe con San Miguel de Geneto.- podría ser el mismo que se detalla a continuación:
Leoncio Rodríguez, en su obra: "Los Árboles históricos y tradicionales de Canarias" y en el capítulo dedicado al drago de Geneto nos comenta:
Desde los tiempos de la conquista, tenía fama este lugar de Geneto o Heneto que tal era, según parece verdadero nombre guanche, por sus higueras y auchones que en él había. Datos existentes en el antiguo archivo de la isla, dicen que se hallaba situado "abaxo de un tagoro de guanches" y que sus tierras se dividían en dos zonas separadas por el barranco del Mocan...
Así mismo encontramos en las datas:
576-43 Diego de Baute natural de esta isla y vº en vecindad en Eneto q se llama la ta Acafyo arriba 60 f de sembradura; entiéndase q cae la dha ta des un tagoro de cafyz de Eneto de ahí para arriba...9-III-1505. 1.530-37 Diego de Ybaute natural de la isla y vº en Heneto q se llama la ta Acafio arriba 60 f entiéndase q caye la dha ta desde un tagoro de Safid de Heneto todo arriba 6-III-1505.
Goncalo Guaneqa vº 3 c de ta de s en Heneto y se llama la ta Axafie debajo de un tagoro de los guanches q vos den 15 f... 26-III-1505 La Cruz del Tagoro o El Tagoro, en Valle Guerra.- Probablemente el mismo que hemos nombrado para Tacoronte.
El Tagoro del Cuervo en la montaña de este nombre camino de San Miguel en La Laguna.- Existe la montaña del cuervo entre los caminos de San Miguel y San Bartolomé de Geneto, aunque hoy casi totalmente urbanizada y que la podemos localizar entre montaña Brujitos y montaña Pacho.
En cambio L. Diego Cuscoy comenta que existió uno en la zona del "Barranco de Madre del Agua", que según nos informa Facundo Hernández Gutierrez, y que le comentó Cuscoy ya que trabajaron juntos en las excavaciones arqueológicas, estaba en el margen derecho de dicho barranco en la ladera de las Mesas de Tejina aproximadamente a medio camino de la cima.”(Melo Dait).
Una de las falacias históricas sostenida por  el sistema colonial en Canarias que aún en pleno siglo XXI se sigue sosteniendo en los estamentos educacionales desde los colegios de primaria hasta la universidad, es la supuesta desaparición de la etnia guanche, a pesar de que en las últimas décadas un buen numero de investigadores canarios  han venido desarrollando trabajos científicos en el campo de la genética en la Universidad de La Laguna que demuestran fehacientemente la pervivencia en un alto porcentaje de la etnia guanche en la población canaria actual, el sistema no ceja en sus pro pósitos saliendo incluso a la palestra publica tratando de defender lo indefendible y arremetiendo contra quienes honestamente han hecho publico el resultado de sus investigaciones, curiosamente quienes arremeten contra estos profesionales canarios son colegas de origen español destinados en la Universidad lagunense.
Estos estudios vienen a constatar digamos de manera científica lo que tanto los cronistas de la invasión y conquista de nuestras islas como casi todos los canarios hemos asumido siempre, el origen imazighen  de nuestros ancestros guanches y por extensión del termino a todos los habitantes del archipiélago. Los mencionados investigadores del Departamento de Genética de la Universidad de La Laguna, además de los del Instituto de Medicina Legal de la Universidad de Santiago de Compostela y del Instituto de Patología e Inmunología Molecular de la Universidad portuguesa de Oporto, han analizado el linaje paterno del cromosoma Y -que es transmitido sólo por los varones- de la población guanche de las Islas Canarias, para determinar su pervivencia en los canarios autóctonos actuales y su relación con otras poblaciones norteafricanas.
Uno de los múltiples medios con que cuentan los modernos investigadores para  determinar la ascendencia de un pueblo, es la Genética, ésta es una nueva rama de la medicina que ha venido en apoyo de otras ciencias involucradas en el tema, tales como la historia, la antropología, la lingüística y la arqueología. Por su compleja y especializada técnica, es una disciplina que sólo puede ser desarrollada  por personal altamente cualificado dentro del campo de la medicina, aunque en estrecha colaboración con otras disciplinas científicas cuando pretende fijar el origen de una determinada comunidad humana.
Si bien los linajes masculinos de origen norafricano (guanche) han disminuido progresivamente, los femeninos -que se transmiten por vía materna y son analizados en el ADN mitocondrial- permanecen más o menos estables en la población canaria actual, en una proporción que ronda el 50%. La base fundamental de este pueblo canario, según los datos antropológicos e inferencias históricas, sigue siendo principalmente guanche.
A pesar de la exportación de esclavos por parte de los invasores españoles, a pesar de los muertos en la conquista y después de la conquista, Fischer en 1930, Fusté en 1959, V. Rösing en 1967 y otros han defendido que la población precolonial sobrevive en la población actual de las islas. Wolfel (1930) calculaba que dos tercios, aproximadamente, de la población canaria a finales del siglo XVI era descendiente de guanches.
Las conclusiones definitivas han sido las de llse Schwidetzky (1975), que en su investigación estadística con escolares, comparándolos con medidas de restos prehispánicos, confirma la pervivencia clara de la antigua población en la actual, aunque con ciertas modificaciones según las islas y las zonas dentro de cada isla.
Como dato curioso digamos que en la sociedad guanche la pertenencia al grupo social la trasmite la madre no el padre como en las sociedades europeas.
Los rasgos peculiares de la etnia guanche son claramente visibles en las poblaciones canarias actuales:
Caras anchas y cortas, pómulos muy salientes, barbillas angulosas, no redondeadas y con el mentón poco saliente, narices pequeñas, más anchas que altas con tendencia a lo cóncavo (algo respingonas, difícilmente se encuentran narices largas, afiladas, convexas o puntiagudas). Ojos profundos e inclinados (los extremos exteriores más altos que los interiores), cejas más curvadas, menos horizontales, ojos más claros y cabello más oscuro, bocas grandes, labios gruesos, dientes grandes y muy blancos. Cabello rubio en muchos niños.
Entre los europeos que mostraron un mayor interés y dedicación al estudio de los antiguos mazigios canarios, durante el siglo XIX, podemos destacar a Sabin Berthelot, René Vernau, y  más modernamente, el catalán Fusté, Luís Diego Cuscoy, Weninger, el citado Rösing, Camps y la antropóloga austriaca Ilse Schwidetzky, y el también austriaco Domink Wölfel, quien hizo un gran aporte en el campo de la lingüística, y los canarios Juan Bethencourt Alfonso y el profesor Álvarez Delgado, entre otros, quienes nos aportaron interesantes trabajos sobre la lengua libico-bereber o tamazigh, tan íntimamente relacionada con Canarias y sus petroglifos, pero quizás el trabajo más interesante de los últimos tiempos desde nuestro punto de vista, es el desarrollado por el Catedrático de la Universidad de La Laguna don Rafael Muñoz Jiménez, Quien llevó a Cabo la traducción de los signos grabados en la Piedra Zanata, labor que no estuvo exenta de polémica, como hemos explicado en otro lugar. Piedra que algunos designaron como el eslabón perdido de la identidad canaria.
Más modernamente merece mención a parte por su calado científico los estudios llevados a cabo por el investigador canario don Ignacio Reyes García, Doctor en Filología y Licenciado en Historia, quien ha  traspasado las fronteras obsoletas mantenidas por el estamento académico inmovilista, abriendo un amplio horizonte al estudio de nuestra lengua vernácula, la cual si bien en principio nos fue cruelmente cercenada por la cultura invasora, ha sobrevivido en el lenguaje popular, en multitud de frases coloquiales y miles de topónimos conservados y en uso en la actualidad. De la prolifera obra de este insigne científico me permito recomendar al lector interesado La Madre del Cielo (2007) y Diccionario Insuloamaziq (2011), obras indispensables para la compresión del habla de nuestros ancestros, la cual no perdemos la esperanza de que en  un día no muy lejano podamos recuperar y usar.
El  que  la mayoría de la población canaria actual tenga nombres y apellidos castellanos. Se debe a que al bautizarles por el rito católico solían ponerles el nombre y apellidos de los padrinos que eran conquistadores o colonos como fue el Añaterve, Pelinor, Adxoña, Acaymo, Benaharo, Tegueste II. Apellidos con denominación guanche sólo conservan los descendientes de menceyes y guanartemes, o nobles como son Doramas, Bencomo, etc.
Viviendas
Como en el los demás menceyatos de la isla eran fundamentalmente cuevas naturales.
El terreno volcánico facilitaba ese tipo de vivienda. Sus lugares preferidos son los acantilados y los márgenes de los barrancos, con preferencia cerca de la desembocadura, allí donde no abundaban las cuevas naturales se excavan en las rocas de toba  llegando a formar verdaderos poblados llamados auchones.
La vida de la familia o del grupo se hacía a la entrada, en lugar iluminado y aireado. Ahí se encuentra el “fogal”, con tres tenikes (piedras), a fin de que el humo no penetre en el interior. Solían construir un muro a la entrada para mejor protección, dejando un hueco para el paso. Las tareas cotidianas se desarrollaban habitualmente al aire libre en plena comunión con la naturaleza
En las montañas los pastores construyen para la época estival cabañas y abrigos aprovechando las paredes del terreno. También las viviendas en cabañas era también construida en la costa, aunque la cueva reúne una serie de ventajas para ser preferida sobre la choza: mayor consistencia, más fresco en el verano y más calor en el invierno.
Son notables los conjuntos de cabañas cuyas ruinas  han  llegado hasta nosotros, especialmente en las proximidades de las Cañadas del Teide y en Punta La Rasca, las cuales con características pre urbanas dotadas de calles. Otras construcciones notables eran los Taros, una especie de torres de vigilancia existentes en todos los menceyatos.
Además tenían lugares especialmente consagrados para la dispersión de ritos dedicados a las divinidades.
El Menceyato de Tegueste en la arqueología
Carta arqueológica de Tegueste
De la importancia del Menceyato de Tegueste y de la población guanche que lo ocupaba nos una idea la gran cantidad de yacimientos arqueológicos localizados hasta la fecha y de los previsibles que se han de localizar en un futuro mediato, a pesar de que el territorio ha sido sometido a una intensa actividad antropica.
Hace tres décadas la Carta arqueológica de 1980 recoge para el municipio de Tegueste los siguientes yacimientos:
Barranco de Núñez, situado cerca de Pedro Álvarez. Sobre los 400 m.s.n.m. Numerosas cuevas son testimonio del hábitat de un numeroso grupo humano. En dicho yacimiento se recuperó un cayado.
Barranco de Agua de Dio (castellanizado como agua de Dios) y Barranco de Milán, grupo de cuevas de habitación. Hallazgos: punzones de hueso, abundantes restos de cerámica, lascas de ovidiana, y piedras de molino.
Barranco Agua de Dio. Tramo de El Naciente, cuevas de habitación.
Situación: Para localizar los citados yacimientos, se partía del camino de herradura que atraviesa el tramo y divide en dos sectores: Sector nº.1. Parte del camino, en dirección a Pedro Méndez: tres cuevas de habitación que han proporcionado fragmentos cerámicos, algunos con decoración en los bordes.
Sector  nº. 2. Parte del camino citado en dirección al mar, los yacimientos localizados se encuentran antes de llegar al primer salto del barranco. Hallazgos: fragmentos de cerámica.
Yacimientos arqueológicos en el Meneceyato de Tegueste estudiados por Luís Diego Cuscoy en  el año 1958
“Son muy numerosos los yacimientos, todos sepulcrales, localizado dentro del área del antiguo menceyato de Tegueste. Hasta que de u modo sistemático no se han ordenado las excavaciones arqueológica en Tenerife, los únicos yacimientos de que se tenía noticia eran solamente las cuevas sepulcrales.
Los restos humanos esparcidos sobre la superficie del yacimiento denunciaban su naturaleza. Dichas cuevas eran buscadas para satisfacer la curiosidad o, en determinadas épocas, par facilitar material antropológico a los primeros investigadores de esta especialidad. Nos ha tocado a nosotros y a la moderna investigación arqueológica identificar las cuevas de habitación y clasificarlas como tales. En las cuevas de habitación, salvo en los casos en que el ajuar doméstico, sobre todo vasijas cerámicas bien conservadas aparecía in situ, el material arqueológico, por su pequeñez o fragmentación simplemente por su naturaleza, no despertaba el interés de nadie.
Esta es la razón por la cual dichos yacimientos han conservado un estrato arqueológico sumamente interesante. Gracias a él ha sido po­sible distribuir la situación de las piezas conforme a su colocación ori­ginaria, conocer con todo detalle los restos de cocina, y, en definitiva, reconstituir la vida de la familia en el interior de una cueva vivienda.


Esos son los motivos por los cuales todas las referencias, tanto an­tiguas como modernas —pero éstas en fechas anteriores a la aplicación de nuevas técnicas de investigación— se refieren a cuevas sepulcrales. Así, conocíamos la Cueva de la Gotera, entre Bajamar y La Caleta de Milán; yacimientos de la misma naturaleza en La Caleta de Milán y en la desembocadura del barranco del mismo nombre. Cuevas sepulcrales han sido localizadas en el tramo inferior de este barranco, entre Tejina y la costa; nosotros hemos excavado una cueva sepulcral en La Pal­mita, en el centro del patio del que hoy es trapiche de caña de azúcar; otra necrópolis situada en la margen izquierda del citado barranco, hacia la mitad de su curso, también la hemos excavado nosotros; hay por lo menos cuatro cuevas sepulcrales conocidas en el curso superior del mismo barranco, que en ese tramo se denomina Barranco de las Tapias, y al pasar por Tegueste, es decir, hacia su curso medio, se de­nomina Barranco del Agua de Dios.
Por antiguos hallazgos ya conocíamos la existencia de lugares arqueológicos en aquel barranco. En el Museo Arqueológico de Tenerife la y un cayado o lanza (número 319 del Catálogo), pero sin que se sepa si era cueva sepulcral o de habitación el yacimiento de donde procede. Con escasos resultados excavamos hace tiempo dos cuevas sepulcrales también en el mismo barranco.
La detenida exploración del curso superior, en la curva que describe cerca de Pedro Álvarez —barrio de Tegueste situado al E. de la capital del municipio—, precisamente en el tramo denominado Barran­co Núñez, demuestra que el grupo humano ocupante de la zona no rebasó la cota de los 400 m.
La apetencia por estos lugares se explica por la abundancia de cue­vas naturales, que servían como sepultura y habitación, el agua abunlante y pastos frescos en casi todas las estaciones del año.
Material arqueológico conocido
Aparte del cayado o lanza procedente de una cueva del Barranco del agua de Dios (Barranco de Diyos), que ya citamos, el área arqueológica de Tegueste, concretamente el barranco en sus tres sectores principales, es decir, desde la desembocadura en La Caleta de Milán hasta la altura de Pedro Álvarez, ha ofrecido un material muy específico. Como la excavación de os yacimientos modernamente estudiados ha sido realizada sabiendo la naturaleza de cada uno de ellos, la clasificación de los conjuntos ergológicos no ha presentado dificultad alguna.
Las cuevas de habitación han dado el material siguiente:
Barranco del Agua de Dios (Diyos)  y Barranco de Milán: un fragmento de muela de molino en fase de construcción (Museo Arqueológico de Tene­rife, número 63); fragmentos de muelas con uso; abundante cerámica; una rica industria de lascas de obsidiana; percutores de basalto; macha­cadores; cantos rodados de tipo asturiense; punzones de hueso, etc.
Cuevas sepulcrales situadas en los mismos barrancos: punzones de hueso, cordón de fibra vegetal; cuentas de collar de muy variada tipo­logía, incluso muy diminutas, únicos ejemplares hasta ahora conocidos; lascas de obsidiana; cerámica lisa y decorada, etc. (puede verse este conjunto en el Museo Arqueológico de Tenerife, número 85).
El material antropológico procedente de una necrópolis del Barranco de Milán y de la ya citada de La Palmita, ha sido de tal importancia que ha permitido la formación y estudio de una serie de cráneos, lo que es de gran valor desde el punto de vista social-antropológico para la mejor definición de un área geográfica tan bien delimitada como la que nos ocupa.
Al mismo tiempo se ha podido determinar la práctica de ritos se­pulcrales, tales como la presencia del perro junto al cadáver del amo, los hachones para la iluminación de la gruta durante el acto sepulcral, la calidad de la cerámica funeraria, las ofrendas alimenticias, etc.
En resumen, si por un lado las cuevas de habitación nos devuelven, al ser estudiadas, aspectos de la vida, las cuevas sepulcrales nos ilustran sobre determinadas prácticas funerarias. Si a todo ello añadimos lo que la excavación última ha facilitado, se verá que el grupo humano que pobló Tegueste puede ser definido con bastante precisión.
Descripción de la Cueva Sepulcral número 4 del Barranco del Agua de Dios (Barranco de Diyos).
Tres cuevas sepulcrales eran ya conocidas en el Barranco del Agua de Dios; dos en la margen derecha, aproximadamente a la altura del Pueblo de Tegueste, y otra en la margen izquierda. En esa misma margen, a unos dos kilómetros del pueblo, curso abajo del barranco  existe una pequeña cueva sepulcral, muy poco visible desde el exterior. Tiene dos cámaras y una longitud total de 8 m., repartidas casi por igual entre las dos cámaras juntas. Desde la boca al fondo, la primera cámara mide 3,50 m., y la segunda 2 m. (fi­gura 1). 
La antigua boca de la cueva, que sería muy baja, y que estaría ce­rrada, como es corriente, por una pared de piedra seca, ha quedado cegada por derrumbamientos modernos de los prismas basálticos que forman la estructura de aquel paraje.  El acceso a la peque­ña gruta sepulcral se encuentra en el extremo izquierdo de la serie de bloques caídos. El nivel de la cueva queda 1,50 m. más bajo que el de la entrada, y ésta está a 15 m. de altura con relación al lecho del barranco.
Interiormente, entre las dos cámaras, existe un pasadizo muy an­gosto, de sólo 0,75 m. de anchura por 0,90 m. de altura. El nivel de la primera cámara está a 0,50 m. por encima de la segunda. A una y otra las llamaremos, respectivamente, A y B.
En esta cueva, a la que designamos con el número 4 para desta­carla de las tres anteriormente conocidas, se practicaron numerosos eenterramientos para ambas cámaras…” (Luís Diego Cuscoy, 1958:4-8).
Recientemente se viene despertando cierto interés por parte de los Ayuntamientos en recuperar lo poco que queda de los vestigios arqueológicos de la cultura material de nuestros antepasados, es el caso del consistorio de Tegueste, lo que ha dado como resultado el reeallazgo  de varios enclaves de interés arqueológico, concretamente han catalogado los restos de 96 poblados guanches en el menceyato, especialmente en el Barranco de Agua de Dio, la mayoría de los cuales ya habían sido estudiados por Luís Dioego Cuscoy y su guía en la zona Facundo.
El periódico local La Opinión en un artículo referente a las prospecciones arqueológicas  en el municipio publicó lo siguiente:
Un equipo de ocho arqueólogos ha identificado 96 yacimientos en el municipio tinerfeño de Tegueste, de los que casi la mitad eran desconocidos. Entre los restos han localizado una gran variedad de enclaves guanches que van desde cuevas donde vivían, asentamientos y espacios de enterramiento. Asimismo, han hallado tallados en las rocas canales y cazoletas que los antiguos pobladores teguesteros usaban en los ritos de fecundidad.
El grupo de arqueólogos, dirigidos por Javier Soler y Francisco Pérez, finaliza con este resultado la segunda parte del proyecto de revalorización del patrimonio arqueológico del Barranco de Agua de Dios, declarado Bien de Interés Cultural, y de la comarca de Tegueste, según informó ayer el Ayuntamiento de el municipio.
La mayoría de los yacimientos guanches hallados en Tegueste se ubican en las cercanías del Barranco del Agua de Dios, y otros se han descubierto en otros puntos del municipio isleño.
La investigación arqueológica tiene como objetivo conocer la importancia que tuvo este barranco para la población aborigen que ocupó esta parte de la isla de Tenerife.
Los arqueólogos han trabajado en la zona para definir el sistema de organización territorial que articuló la comarca y las motivaciones por las cuáles los guanches ocuparon esta zona y la eligieron para asentarse.
El trabajo de campo desarrollado en esta segunda fase, que ha contado con el permiso de la Dirección General de Cooperación y Patrimonio Cultural del Gobierno de Canarias, así como del Servicio Administrativo de Cultura y Patrimonio Histórico del Cabildo de Tenerife, se desarrolló de julio a septiembre de 2011.
Excavaciones

La primera fase de este proyecto, que supuso la recopilación de todos los datos, catálogos e inventarios que existen sobre el Barranco del Agua de Dios, culminó con la publicación del libro Excavaciones en la memoria, donde se compiló toda la información para ofrecer una explicación arqueológica de la comarca de Tegueste.
La tercera fase del proyecto, que se desarrollará a lo largo de este año, estará destinada a la redacción de una monografía con el fin de ofrecer una explicación histórica rigurosa del Barranco del Agua de Dios y de toda su comarca.
Una monografía que aborde "el periodo guanche n de la zona y que sea capaz de insertarla en el proceso histórico que afectó a Tenerife antes de la conquista la invasión europea", detallan los investigadores.
Igualmente, se desarrollará un plan de formación para los técnicos del Ayuntamiento de Tegueste con el fin de capacitarlos en la difusión y conservación de los bienes arqueológicos del municipio tinerfeño. También se desarrollarán diversas charlas y exposiciones, para que los habitantes de la Villa conozcan cómo era su municipio.
Tras estas actuaciones de formación, la previsión municipal es poner en marcha un Centro de Interpretación con el fin de aglutinar, en un mismo espacio expositivo, todas las actividades socioculturales del pasado de Tegueste. Este centro expositivo explicará de forma sencilla todas las actividades relacionadas con el pasado aborigen e histórico de Tegueste.
Por otra parete,  cada día van surgiendo nuevas técnicas en apoyo de los estudios arqueológicos, es el caso de la antracologia,  que se encarga de la recogida, identificación botánica y conservación de los carbones y maderas recuperados en contextos arqueológicos o yacimientos naturales. Dichos restos son patrimonio cultural y biológico, por tanto, tienen un doble interés, tanto para la Historia humana en su relación con el entorno, como para la Historia natural al reconstruir la trayectoria de las especies y de la biodiversidad vegetal.
Técnica aplicada por la arqueóloga Maria del Carmen del Arco en La Cueva de Los Cabezazos para el estudio de los vegetales utilizados por los moradores guanches del auchón.
Los estudios antracológicos llevados a cabo en la cueva por la doctora María del C. del Arco Aguilar apuntan a que: “La analítica antracológica realizada en el registro de carbones obtenidosen la campaña del 94 de Los Cabezasos no ha sido tan amplia como la de Las Paloma pues sólo se han determinado, por el momento 93 unidades de carbón en los cuatro niveles estudiados. También aquí los taxones  representados corresponden a Erica arborea, E.arborea-E. scoparia, con un 48,39 %, seguido de Arbutus canariensis, con un 13,98%
Las identificaciones de Pteridophyta se realizan en los niveles II y IV, en dos unidades carbonizadas en cada uno de ellos, que significan el 4,35% de las determinaciones efectuadas en cada nivel (23 y 22 unidades, respectivamente), y el 3,23% de la muestra analizada en los cuatro niveles estudiados, incluyendo en ese porcentaje la unidad de Pteridophyta identificada en el nivel III. En éste, además de la identificación de esa unidad de Pteridophyta hay cuatro unidades de carbón pertenecientes a plantas con tallo o raíz fibrosa que constituyeron, respectivamente el 4, 17% y el 16,67% de la muestra analizadas (24 unidades determinadas) de carbón para ese nivel, y el 4,30% para la segunda de las identificaciones, de la muestra analizada en los cuatro niveles estudiados antracologicamente.
Como ha observado Hather (1993), la carbonización de los rizomas de Pteridium aquilinum conlleva la desaparición de los tejidos periféricos (epidermis e hipodermis) que se  transforman en carbón traslucido que presenta un buen estado de conservación.
La buena conservación de estos tejidos nos ha permitido identificar esta especie en Las Palomas. Además, la observación de tensiones entre el esclerinquima y el meristelo, y de acuerdo con las experiencias realizadas por Hather, nos indica que este vegetal se quemó verde.” (María del C. del Arco Aguilar, et al. 2001)


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