jueves, 29 de septiembre de 2011

MISCELANEA DE HISTORIA DE CANARIAS (XII)

NOTAS AL DIARIO DE LAS HERMANAS CASALON (IV)

Eduardo Pedro García Rodríguez

(Continuación  del cap., anterior)

Según las tradiciones, la danza de las cintas tenía ciertas variantes. A decir de algunos historiadores, en ocasiones los bailadores hacían sonar las chácaras a la par que danzaban; otras, cada danzante vestía el color de su cinta, con lo que el entrelazado presentaba atractivas combinaciones de agradables perspectivas; hasta finales del siglo XIX, existía una modalidad que consistía en cada danzante era acompañado por una niña que cogida de una banda, muy adornadas y bailando con donaire.

DANZA DE LOS ARCOS

La danza de los arcos es básicamente igual que la de las cintas, excepto que las cintas son sustituidas por unos arcos de convexidad superior, adornados de ramas flores y lazos de variados matices, articulados a un espigón embutido en el extremo libre del arco; Danzaban con igual compás, dando los mismos pasos, aunque siempre entrando  en una obligada dirección y haciendo sonar las chácaras con la mano derecha.

 DANZA DE LAS VARAS

            Para la danza de las varas no se emplea palo central. Los bailadores provistos cada uno de su respectiva vara en forma de arco, como de un metro de largo y vistosamente adornadas, se disponen en círculo cogiendo en alto con cada mano los extremos de la vara, para danzar como en la Isa diferentes pasos y figuras al compás del tambor, de las chácaras y flauta, los bailadores ejecutan movimientos cadenciosos, dando dos pasos cortados sobre la derecha y otros dos medios sobre la izquierda, mientras el conjunto gira alrededor, dilatándose o replegándose, pasando por debajo de la bóvedas formadas por los arcos y haciendo artísticas cadenas y deshaciendo nudos y cruzados, así como otras figuras bajo la dirección de las guías. Esta danza era habitual en los pueblos de nuestra isla, hasta las primeras décadas del siglo XX y, al presente esta y otras han sido rescatadas   por algunos grupos folklóricos.
DANZA PÍRRICA
Respecto de la Danza pírrica de los guanches, los danzarines, al compás de la música, toman actitudes ofensivas y defensivas, chocan las armas, con gran agilidad en los golpes y quites con elegantes posturas. Esta danza captó la atención del poeta Viana quien en su única obra conocida, “Antigüedades de las Islas Afortunadas” ( 1605) en la página 368 nos dice:

salió una danza de nivarios mozos,
que  Dácil ordenó por darle gusto
al cautivo, señor del alma suya;
fue la danza admirable, gustosísima,
de doce bailadores extremados
que con unas espadas españolas
despojos ordinarios de sus guerras,
desnudas en las manos por las puntas
y por la guarnición, en buen concierto,
tramaban una danza muy curiosa,
dando mil saltos y ligeras vueltas.

Es posible que los guanches tuviesen más de una danza pírrica o la que usaban primitivamente fue transformándose paulatinamente, pues a dicho genero corresponde la danza conocida entre los pueblos chasneros  como baile de los palos, que es muy semejante a otro antiquísimo de los vascos del norte de España, de donde sin embargo no fue importado, por lo menos en época colonial.

Al respecto debemos hacer notar que, entre los bailes nacionales ingleses existe el llamado sword dances o danza de las espadas, baile que en el transcurso del tiempo concluyo por bailarse con varas o bastones, un proceso similar debió acontecer entre los vascos. Pero veamos en que consiste la danza, varios danzantes de ambos sexos, provistos cada uno de un par de palos de leña blanca, se colocan formando dos filas paralelas, una de hombres y otra de mujeres, quedando de frente las respectivas parejas. Al compás de la música comienza el baile rompiendo el hombre con el píe derecho y la mujer con el izquierdo, dando dos alzas de pie alternando sin cambiar de sitio, seguido de un balaceo del hombre sobre la derecha y de la mujer sobre su izquierda con tres medios pasos, coincidiendo al quinto de este total de pasos un choque los palos de la diestra de la pareja, parando en cuarta alta de la esgrima del sable.

Terminado este movimiento completo le sucede otro igual, pero en sentido contrario, chocando los palos de las manos izquierdas en cuarta alta al quinto paso; luego se repite el primer movimiento para chocar los palos en primera baja, seguido de otro para chocar en segunda. Viene seguidamente otro movimiento que termina con el choque del palo de la mujer sobre el del hombre, que le da la espalda con el palo tendido atrás y bajo, sucediendo otra figura igual, quedando de espaldas la mujer, para luego dar comienzo a un séptimo movimiento en que las parejas una vuelta completa sobre sí mismas, chocando cada cual sus dos palos al compás de música, mientras se dirigen a ocupar la fila opuesta a la que tenía al romper el baile para cambiar de pareja; finalizando con el séptimo movimiento el ciclo, chocando las nuevas parejas los cuatro palos. De tal manera que las parejas van cambiando a la terminación de cada ciclo, terminando el baile cuando vuelven a encontrase las primitivas parejas, que se despiden, saludándose con los palos como los oficiales del ejército con las espadas.

EL TAJARASTE

      Sin duda alguna el baile más popular que sé ha mantenido en su pureza hasta nuestros días es el tajaraste. Este baile que como todas las danzas guanches se ejecutan al compás de la música de la pandereta o tajaraste y el tambor, a los que a veces acompaña la flauta y las chácaras (y hoy en día los instrumentos de cuerda). De ordinario lo bailan dos parejas colocándose invertidos hombres y mujeres, es decir, quedando los de igual sexo en el diagonal del cuadrado que forman, pueden sin embargo bailar a la vez varias parejas guardando el orden indicado


 Consiste el baile en tres medios pasos vivos, alternando dos de un píe y uno del otro, haciendo cada movimiento de estos tres medios pasos una ligera suspensión el píe contrario al que da comienzo, una vez sobre el derecho y otra sobre el izquierdo; girando a la par de cada suspensión una vez con vuelta sencilla para bailar con la pareja más “inmediata” y otra con doble vuelta para hacerlo con la más “alejada” en el orden que se mueven; pues todos siguen una curva cerrada, siempre la mujer por dentro sobre la derecha y el hombre por fuera sobre la izquierda: de modo que cada pareja que rompe el baile (comienza el baile) se vuelve a encontrar al dar la vuelta entera círculo.

Todo hombre tiene derecho a relevar después de dos cantares y todos los presentes a cantar cuanto quieren.

En el año 1998 tuve la oportunidad de asistir a un tajaraste en Teno Alto, la experiencia para mi será inolvidable, la noche era extremadamente fría pero este inconveniente quedó rápidamente compensado por la innata amabilidad de los habitantes del lugar. A eso de la diez de la noche comenzó el baile bajo la dirección del maestro de ceremonia sin cuyo beneplácito no se iniciaba ninguna danza, la orquesta estaba compuesta por cuatro tocadores, guitarras, bandurria y timple, a la cual se permitió unirse algún visitante con su timple, el baile transcurrió con las habituales Isas, Folias, Malagueñas etc. A las doce en punto, todos los asistentes estaban preparados para iniciar la danza del tajaraste, la cual comenzó a una indicación del maestro de ceremonias, prolongándose hasta el amanecer. Varios detalles me llamaron la atención durante la velada, uno de ellos el hecho de que no se interpretara el tajaraste antes de la media noche, y que a partir de esta  hora se bailase solamente el tajaraste, gentes que durante los bailes digamos de precalentamiento, estaban “fijados” a la barra de la cantina o andaban como despistados, e incluso el encargado del bar que se mostraba en extremo diligente en su cometido, en cuanto comenzó el tajaraste se unieron a la danza, sin dejar de bailar hasta que se dio por concluida la misma, el mencionado encargado del bar a pesar de que era cojo de uno de sus píes, ( creo recordar que del derecho) no por eso, dejo de mostrar menos bríos durante el baile que el resto de los Danzantes.

 EL TANGO TINERFEÑO

 Entre los bailes populares de origen guanche cabe destacar el llamado después de la invasión y conquista de la isla “tango tinerfeño”; como denominaron también a unos bailes indígenas del Hierro y la Gomera, tango herreño y tango gomero. El tango tinerfeño casi ha desaparecido, pues ya solo suele encontrarse en algunos caseríos de Icod y sus alrededores. Lo bailan dos parejas colocadas en situación de seguidillas, pero sus cambios no son tan rápidos. A cada compás adelantan un píe dando dos medios pasos alternando con otros dos medios del otro píe, imprimiendo a la par a la cintura un cimbreo lateral de elegantísimo efecto.

LA GUARACHA

 Con todo la danza guanche más conocida es la guaracha como hemos apuntado más arriba. Tuvo el privilegio de recorrer el mundo entero perdiendo en esa larga emigración su primitivo titulo hasta en su país nativo pues apenas si lo conserva en alguna isla, y algunas regiones de América; y no solo perdió su apelativo, sino que fue más conocido por baile canario o el canario, saltero, y en Italia como saltarello etc., sino que dejando por el camino su aire, tono y cadencia para dar lugar a numerosos hijos bastardos que en nada recuerdan a quien le dio ser (caso de la segunda partitura de la cuarta sonata de Bach). 

 Entre nosotros sigue viviendo con su antigua fisonomía, especialmente por Arona, Adeje y pueblos del sur, y formando parte del repertorio de grupos folklóricos bajo la denominación de tanganillo y saltonas.

 Por lo expuesto queda claro que, el componente básico del folklóre canarios es de origen guanche, si bien al ir recibiendo sucesivas aportaciones de influencia andaluza, extremeña, portuguesa y muy especialmente en los últimos tiempos americana, más la incorporación de instrumentos de cuerda, han hecho del folklóre canario uno de los más ricos y variados del mundo.

 (8.) LA HIGIENE EN SANTA CRUZ EN EL SIGLO XIX

Las condiciones higiénicas en que se desenvolvía la sociedad tinerfeña durante el  siglo XIX, no caben duda que dejaban mucho que desear. El contacto frecuente con  individuos de otras sociedades con hábitos higiénicos mucho más avanzados como la inglesa o la francesa, parece que no influían para nada en los hábitos sanitarios de la oligarquía criolla agraria y comercial de la isla.

            Este abandono era mucho más acusado en los puertos, especialmente en los de Santa Cruz de Tenerife y en el del Puerto de la Cruz. Esta situación de total abandono de las más mínimas normas de higiene era mucho más acusada entre las clases populares, con especial incidencia en la salud de la población infantil causando elevados índices de mortalidad, aumentada casi siempre por una mala y en ocasiones nula nutrición.

            La insalubridad y falta de higiene era comunes en la mayor parte de las viviendas en todos los núcleos sociales de la población, contribuyendo a ello la escasa o nula ventilación de las habitaciones, la convivencia próxima con animales domésticos, siendo este aspecto mucho más acusado en las viviendas modestas al disponer estas de espacios muy reducidos, teniendo que albergar en ocasiones cuadras para Mulos, Burros o Camellos, que se empleaban en el transporte de mercancías y personas, siendo esta la principal actividad a que se dedicaban la mayor parte de los trabajadores en los principales lugares de las isla, además de alguna que otra cabra y cochinos (cerdos) si las familias disponían de algunas modestas posibilidades, todo ello acompañado de una legión de conejos, gallinas, palomas, perros y gatos, muchos de estos animales pululaban libremente Por las poblaciones, a esta situación había que añadir la inverterada costumbre que tenían los vecinos de arrojar a las calles todo tipo de desperdicios, aguas fecales e incluso animales muertos. Todo esto hacía las delicias de los miles de ratas y ratones, así como legiones de cucarachas que señoreaban las poblaciones, todo lo cual contribuía como es natural a que el estado sanitario de las ciudades Canarias no mereciese ningún puesto en el ranking sanitario entre los pueblos civilizados.

             Las viviendas de los ciudadanos más ilustrados y poderosos, no diferían gran cosa de las del pueblo llano, exceptuando su mayor amplitud, pues en cuanto a la iluminación directa, ventilación y disposición de las habitaciones eran muy similares a las más modestas, si bien estaban dotadas de aljibes, pozo negro y algún cuartucho casi siempre oscuro y sin ventilación, donde había ubicado un agujero que comunicaba directamente con el pozo negro, y que hacía la veces de retrete, lugar éste donde generalmente no se podía esta más de un par de minutos, debido a los gases que emanaban de tal lugar. En sus patios y huertas disponían de corrales para caballos y demás animales domésticos. Algunos cronistas de la época se preguntaban como era posible que una sociedad tan ansiosa de copiar puntualmente las modas de París o Londres, y en general todo lo que viniese de fuera, no prestó el menor interés en aceptar los usos higiénicos y sanitarios de esas mismas ciudades, dándose el caso de que a un comerciante inglés se le tildó de loco por el hecho de haber instalado en su casa ¡una bañera y un bidet!.

             Por lo expuesto, no debe extrañarnos el que los ciudadanos estuviesen habituados a convivir con una pléyade de insectos chupópteros domésticos, entre los que destacaban las chinches y  piojos, pero por encima de éstos las reinas indiscutibles eran las pulgas, motivo frecuente de animada conversación entre las clases mas elevadas de la sociedad.

             Un viajero británico (A.B. Ellis)  no dejo de sorprenderse de cómo en la élite Santacrucera  se hablaba sin el menor rubor sobre las pulgas, en las animadas tertulias que tenían lugar en las casas más encopetadas de la ciudad, trasmitiéndonos sus impresiones sobre el particular con las siguientes palabras: “En Inglaterra no esta considerado de buena educación hablar en público acerca de esta activa y pequeña criatura, pero en estas islas es un tema de conversación tan común como entre los habitantes como el tiempo lo es entre nosotros y de mucho interés para todo el mundo. En realidad los isleños son grandes y expertos entomólogos y tienen una incomparable oportunidad para estudiar su ciencia. No solo la pulga ocupa posición honorable en la vida social de esta gente, sino que incluso se la menciona con sincero orgullo en baladas amorosas y poemas; y ningún amante está jamás seguro de que su petición será favorablemente hasta que haya sido invitado a unirse en la caza de las humildes, pero constantes, compañeras de la señora”.

             Ante este panorama no es de extrañar que las enfermedades fuesen una constante entre las poblaciones isleñas, cebándose con más con más virulencia en las clases más pobres, causando verdaderos estragos entre la población como los sufridos en 1811, cuando una epidemia de fiebres amarilla se produjo en la isla a consecuencia de unas semillas de tabaco importadas de Cuba, con los que se pretendía introducir el cultivo de esta planta en la isla, diezmó la población del Puerto de la Orotava, muriendo la quinta parte de sus habitantes. Estas calamidades públicas no servían para las autoridades tomaran conciencia del calamitoso estado en que se encontraba la salud pública, manteniendo posturas conservadoras, confiando más en las oraciones que en las medidas preventivas. A los finales del siglo XIX las cosas continuaban igual si no peor, como que da recogido en la prensa local de la época.

El Amusnau Chasnero Don Juan Bethencourt Alfonso, en un trabajo realizado sobre la higiene en Santa Cruz de Tenerife y publicado en la <<Revista de Canarias>>, de fecha 8 de marzo de 1879, después de desarrollar  un concienzudo y documentado estudio, sobre las deficiencias de las viviendas en la ciudad, cuando habla de la parte de la población más desfavorecida nos dice refiriéndose a las infrahumanas viviendas denominadas “Ciudadelas”

: <<...Si no tenéis valor para visitarlas, ¿queréis saber lo que es una ciudadela? Podéis preguntarlo á esos raquíticos y escrofulónes niños, que encontráis por las calles temblando en verano, con la cara demacrada y de mirada brillante por la fiebre que le consume; a esas mujeres anémicas, cloróticas flacas y arrugadas á los 25 años; a esos trabajadores envejecidos en el primer tercio de su vida; á esas familias, de seis y más personas, acumuladas en un cuartito, y ¡qué cuartito, que sólo contiene 40 metros cúbicos de un cuerpo gaseoso que no es aire! Id á preguntarlo al Hospital, al asilo de Beneficencia, á la casa de Expósitos, á los hediondos lugares de la prostitución. Id á contar sus victimas, si podéis, á la fosa común de nuestro cementerio>>...
 
(9) LAS FIESTAS DEL CORPUS

Las fiestas del corpus en sus orígenes en 1264 en que fue instituida para conmemorar un milagro eucarístico, distaban mucho de tener el boato y solemnidad con que se le ha ido dotando con el transcurrir del tiempo, concretamente en Canarias, fueron fiestas netamente populares hasta el siglo XVII en que las clases dominantes deciden eliminar el componente popular de la festividad, despojando así una ves más al pueblo en general y a los gremios de artesanos y agricultores, en particular, de las prerrogativas que disfrutaban éstos últimos en la preparación y puesta en escena de las fiestas del corpus.

Con las medidas tomadas por la oligarquía tendente a “dignificar” este evento, lo que realmente se pretendía era eliminar la enorme carga de  reminiscencia de festividad “pagana” de que estaban revestido estos festejos, al tiempo que el clero, como siempre, soberbio e intransigente hacía enormes esfuerzos por dotar a estas fiestas de un boato barroco destinado al lucimiento de unos pocos poderosos quienes usando esta festividad como excusa, permitía a las diferentes familias de la oligarquía poder mostrar públicamente, su insultante poderío económico, alcanzado durante los siglos XVII y XVIII. Con ello, una ves más, tanto la poderosa oligarquía como la no menos poderosa y soberbia iglesia, despojaban  al pueblo de sus tradiciones más arraigadas, tradiciones que estaban cimentadas en la elevada espiritualidad de que es portador el pueblo canario, que frecuentemente mantenía soterrados enfrentamientos con la doble moral católica que sustentaba- y sustenta - a las clases dominantes.

Como hemos dicho en otra parte, la espiritualidad del pueblo guanche, era mucho más firme y profunda que la que decían portar los conquistadores europeos. La cosmogonía guanche por su concepción de una vida después de la muerte, facilita en gran manera la penetración de las concepciones de las creencias cristianas, tanto es así que, la aparentemente fácil asimilación del cristianismo por buena parte del pueblo guanche cuando se dieron por concluidas las hostilidades, fue debida no solo a los naturales deseos de conservar la libertad y la vida, sino a la labor de zapa que desde dos siglos antes había venido realizando la iglesia católica, con la llegada de los Babilones primero, y con la introducción de misioneros después. Este aspecto está magistralmente recogido por el historiador don Antonio Rumeu de Armas en su obra “La conquista de Tenerife”, de la que entresacamos algunos párrafos.

El Papa Clemente VI, erige en reino a las islas Canarias, y concede los derechos de conquista de las mismas al almirante francés Luís de la Cerda, con el título de “Príncipe de la Fortuna”, en 1344. En la isla de Mallorca se crea una cofradía con el fin de recabar fondos con que enviar a un grupo de misioneros para evangelizar a los isleños, entre ellos se encuentran los mercaderes (posiblemente traficantes de esclavos) Juan Doria y Jaime Segarra (1351), con el beneplácito de Clemente VI. Los misioneros contaban con la valiosa colaboración de doce nativos, neófitos canarios que habían sido victimas de las razzias piráticas y esclavistas de los mallorquines.

El instaurador del “reino de la Fortuna”, Clemente VI, erigió las islas del Atlántico en diócesis misional por medio de la bula Coelestis rex regum (1351). Preocupándose por su auge los pontífices Inocencio VI, y Urbano V. La diócesis se erigió en Telde Gran Canaria, perviviendo por espacio de medio siglo. Se conocen hasta cuatro Obispos, Bernardo, 1351, Bartolomé, 1361, Tarín, 1369 y Jaime Olzina, 1392.
A partir de 1404, Benedicto XIII, por la bula Apostolatus officium, elevó las operaciones militares de la conquista de las islas Canarias al rango de cruzada, pero esto no evitó que las islas continuasen siendo asaltadas por los depredadores esclavistas, entre ellos, Maldonado, Lugo, Salazar, etc.,. En 1404 se estableció la diócesis del Rubicón, y el primer convento minorista en 1414.

La mayor parte de los habitantes de Lanzarote, Fuerteventura y el Hierro, ya estaban aparentemente cristianizados en 1423, y estaban sometidos a la jurisdicción del provincial de Castilla, quien debía confirmar a los vicarios después de ser electos misioneros. El Pontífice Benedicto XIII da testimonio de ello por medio de la bula Illius celestis agricole, el 20 de noviembre de 1424. Pero el más grave obstáculo con que continuaba enfrentándose la evangelización de los canarios era la pervivencia de la esclavitud de los no cristianos, defendida por un grupo compacto de doctrinarios (Egidio Romano y Enrique de Souza a la cabeza) y combatida por una minoría penetrantes teólogos (Inocencio IV, Santo Tomás y Agustín de Ancona). La curia pontificia adopta en 1424 una postura intermedia que, para la época supuso un cierto progreso.
El cambio anterior se operó gracias a los informes enviados a la corte pontificia sobre las verdaderas circunstancias de los aborígenes canarios con el apoyo del Obispo del Rubicón, Fernando Calvetos, y por el testimonio directo del misionero fray Juan de Baeza, minorista, y un lego indígena, Juan Alfonso Idubaren. Eugenio IV, proclamó la libertad de los aborígenes, pero que, los “mercaderes piratas jamás respetaron”. La violencia de mercaderes piratas, y corsarios esclavistas ejercida contra los guanches, alcanzó tal virulencia que fue execrada por la bula Regimini gregis de fecha 29 de septiembre de 1434.

En cuanto al núcleo misional radicado en Tenerife, más concretamente en Candelaria, Menceyato de Güímar, contó desde un principio con poderosos veladores que contribuyeron a  dar al mismo inusitado auge. El ministro general de la orden franciscana fray Jaime de Zarzuela (elegido el 20 de  mayo de 1458) acogió bajo su tutela el eremitario de Tenerife, sometiéndolo a su directa jurisdicción. El principal apóstol de esta misión fue fray Alfonso de Bolaños, quien había conseguido catequizar a buen número de güímareros. Sabemos por expresa declaración pontificia que el núcleo tinerfeño lo componía tres misioneros, y hasta es dable identificar a otro de ellos, fray Masedo. Acaso fuese el tercero fray Diego de Balmanua. De los tres hay constancia de que vivieron entre los guanches y que predicaban en la lengua de éstos (bula docet apostolicam sedem 1462, en Bullarium, tomo II, núm. 978, página 512). Posteriormente, en 1465 por medio de la bula Docet romanorum pontificen nos informamos indirectamente de que fray Alfonso de Bolaños, ejercía autoridad como vicario sobre Guinea, las islas del mar Océano y algunas de las Canarias.

Es posible que la actividad pastoral de fray Alfonso de Bolaños, ocasionase malestar al señor de las islas menores, pues en 1465 Diego de Herrera señor de las mismas dirige una queja al Papa Paulo II, en la que le manifiesta que Bolaños abusaba de sus privilegios, proponiendo sustituirle a fray Diego de Balmanua, misionero que conocía la lengua de los isleños. 

Otro protector del eremitario tinerfeño fue el sobradamente conocido Obispo del Rubicón, (Lanzarote) don Diego López de Illesca. Éste patrocinio se extendió a fray Alfonso de Bolaños, como cabeza visible del núcleo nivaríense. Dicho prelado se erigió en defensor del misionero contra las tropelías del vicario de Canarias fray Rodrigo de Utrera acudiendo con sus quejas, en 1461, ante la propia corte pontificia. Conocemos estos incidentes por la bula Decent apostolicalun sedem  ya mencionada del Papa Pío II. Éste mismo pontífice al objeto de dotar de fondos económicos suficientes a las misiones atlánticas, promulga la bula Pastor bonus el 7 de octubre de 1462, mediante la cual concedía una amplia indulgencia en beneficio de los cooperadores en las obras misionales al tiempo que fulmina de nuevo a los piratas esclavistas que salteasen y vendiesen a los naturales si no les restituían la libertad, pero como en ocasiones anteriores, tenía más poder para los esclavistas cristianos las ganancias obtenidas por la venta de los esclavos guanches que la promesa de una eternidad horneándose en el infierno.

Al igual que pontífice Pío II, Sixto IV expidió la bula Pastoris aeterni, el 29 de junio de 1472 en defensa de los asuntos misionales en Canarias. El Pontífice minorista se declara entusiasta y ardoroso campeón de la conversión de los nativos guanches y africanos, depositando toda su confianza en fray Alfonso de Bolaños para el desempeño de tan importante misión. Con este objeto eregía la nunciatura de Guinea, designando nuncio y comisario a fray Alfonso de Bolaños. Quedaban bajo su inmediata dependencia espiritual la isla de Tenerife, los territorios de África y Guinea y las islas del mar Océano. Sixto IV, haciendo caso omiso de la soberanía portuguesa sobre Guinea de la soberanía espiritual otorgada a la orden de cristo por su predecesor Calixto III, quien había otorgado jurisdicción espiritual sobre el continente africano a dicha Orden por la bula Inter. Caetera, de fecha 13 de mayo de 1456.

            A esta etapa de intensa penetración de la iglesia católica en las islas aluden con reiteración los testigos de la Información de Cabitos. (1477) El propio señor de las Canarias Diego de García de Herrera confiesa por la pluma de su procurador, lo que sigue <<el obispo de las dichas islas a estado en las dichas islas e sus clérigos; e en la dicha isla de Tenerife han entrado asaz  veces  frayles e tienen su iglesia e hay en ella asaz gente bautizada>>. Por este documento se confirma una ves más la existencia de una iglesia en la isla en tiempos anteriores a la conquista.

Es posible que la “aparición” cristianizada de la Chaxiraxi tuviera lugar en los tiempos de las primeras penetraciones cristianas en la isla, o bien que los primeros frayles que se establecieron en Chivisaya fomentaran el culto a la imagen bajo la advocación de una virgen católica, creando alrededor de la imagen toda la leyenda referente a su supuesta “aparición”. Es más que probable que la primitiva talla estuviese en poder del pueblo guanche muchos años antes de la llegada de los primeros religiosos. Este supuesto se basa precisamente en el origen Etrusco- no cristiano - de la figura la cual según algunos entendidos representa a la diosa Etrusca Menera. Además de la profunda veneración que el pueblo guanche dedicaba y dedica a la imagen, el sentimiento de posesión de la escultura es tal que, en los varios intentos por parte de los conquistadores en un principio y, de los poderes impuestos después, por trasladar la imagen de su primitivo asentamiento a llegado provocar no sólo la más rotunda oposición por parte del pueblo sino el enfrentamiento abierto con el poder. Es posible que el pueblo guanche cristalizara en la Chaxiraxi la ancestral devoción que profesaba a la diosa Tanit o Astarté, de la cual existe en todos los menceyatos de la isla infinidad de grabados rupestres con las diversas formas en que era representada esta diosa feno-púnica, tema que trataremos ampliamente en otro lugar.
            Muchos de los antecedentes que hasta aquí hemos expuesto, sirvieron con posterioridad a la conquista como base defensiva de los frayles en el enfrentamiento que mantuvieron con el clero secular, por el dominio del rico y altamente rentable convento de la Chaxiraxi (La Virgen de Candelaria), por cuyo dominio miembros de ambas instituciones llegaron incluso a hacer uso de las armas.
Con este breve esbozo sobre la penetración cristiana en las islas, creemos que queda patente el esfuerzo realizado por la iglesia católica en actuar como punta de lanza para la posterior conquista cruenta llevada a cabo por las hordas mercenarias españolas. Pero volvamos al tema inicial, la festividad del Corpus en nuestra isla.

Como hemos apuntado al principio, la fiesta era llevada a cabo por los gremios especialmente por el de agricultores, aunque siempre patrocinada por los poderes establecidos. Así vemos como desde el domingo de Pentecostés el Cabildo de la isla ordena fijar el bando anunciador de las fiestas. Su celebración queda otorgada a las parroquias, pero en el caso de La Laguna al existir dos parroquias (La Concepción y Los Remedios),  la rivalidad entre las mismas por celebrar los actos se agudiza además por la tradicional pugna que mantenían ambos templos como consecuencia del antiguo pleito entre la villa de arriba y la de abajo. La situación alcanzó tal virulencia que motivó la intervención de la corona española, por una concordia aprobada por Carlos V y después confirmada por Felipe V, se dictaminó que a cada parroquia correspondía la organización en años alternos. Don José Rodríguez Moure, recoge con minuciosidad los trabajos llevados a efecto para la celebración de 1817.

En la madrugada del lunes inmediato, los miembros de los gremios iban al monte a cortar las ramas y en carretas y caballerías eran transportadas hasta la ciudad, donde llegaban sobre las cinco de la tarde. Estas labores generalmente iban acompañadas de abundantes libaciones de vino y se acostumbraba sacrificar un carnero. Al amanecer del martes se limpiaban las gajadas que habían de adornar la carrera procesional, y por la tarde las jóvenes comenzaban el deshojo de la rama corta. El miércoles por la noche era la función de vísperas. Mientras tanto en la calle el bullicio crecía y los gremios de panaderos y molineros llevaban artefactos para la iluminación de la verbena de la noche. Se colocaba cada 4 esquinas un barril de los de harina lleno de maravillas (virutas) rociadas de alquitrán y por el centro de las calles gánigos provistos de estopa, cuyos depósitos se incendiaban al comienzo del repique que en todas las iglesias anunciaban el final de los maitines. En opinión de Rodríguez Moure, éstos focos, simulaban un enorme rosario en el cual los barriles hacían las veces de glorias o pater noster y los gánigos de avemarías. En esa noche se bailaban danzas y se hacían hogueras, actos estos que llenaban de disgusto a los miembros de la sociedad dominante y supuestamente ilustrada que propugnaban su supresión o bien la sustitución de los bailarines “por personas decentes”.

Desde la madrugada del jueves, muchachas campesinas o de otros gremios, según el turno de correspondencia anual, en sus carretas esparcían la hojarasca y las flores por los suelos de las calles, éstas estaban precedidas generalmente por la hija del alcalde del oficio, que tenía el honor de espaciar en primer lugar el follaje. La procesión era precedida por gigantescos muñecos alegóricos. Eran los gigantones, la tarasca, los papahuevos y  los diabletes. Todos danzando,  haciendo morisquetas y diabluras durante el recorrido de la procesión por unas calles alfombradas de hojarascas y flores y adornadas con arcos de frutas, y grandes ramas.

La bicha o tarasca, era una serpiente monstruosa con la cual se pretendía representa a la herejía vencida por la fe, los diabletes tenían implícito el carácter burlesco y despreocupado de la juventud, el gigante iba acompañado de otros dos más pequeños llamados golosillos, porque daban implacables manotadas a los que nada les ofrecían, los matachines formaban parte de la procesión y sus vestidos debían ser fuertes y de buenos colores, según recoge D.J. Navarro “en consideración a lo basto de los sujetos que usan esos vestidos”. La actuación de los matachines consistía en bailar alrededor de un palo o lanza donde pendían las cintas, al compás del toque del tamborilero y con los sones de la flauta, aunque también en ocasiones intervenían las viguelas.   

En 1775 las vísperas son solemnizadas con una danza de muchachos que llamaban los matachines, estos danzantes iban ataviados con ropajes de damasco azul y rojo, lo vivo de los colores supuso otro motivo de quejas para las clases privilegiadas pues consideraban indecentes éstos vestidos. La presión de algunos ediles consiguió que durante algunos años se suprimieran las danzas, Lope de la Guerra expone al respecto que “ya hacía algunos años que no había danza porque las personas que se vestían eran gentes indignas y ha costado trabajo hallar muchachos decentes para una danza que se dedicaba a tan objeto como el obsequio de S.M. sacramentado”.La estrecha vinculación que mantiene la danza primaveral o veraniega con el Corpus es tan evidente que incluso Caro Baroja señala que no hay forma de concebir al Corpus sin danza, a pesar del manifiesto repudio de los ilustrados hacía los matachines. Éstos se componían de grupos de cuatro, seis u ocho individuos y continuaban participando en las fiestas e incluso en la procesión donde  iban dando golpes con espadas de madera y vejigas de vacas hinchadas de aire, reflejando una ves más el carácter isleño y su actitud ante la máscara.

            Tras los monstruos y matachines, se colocaban los distintos gremios. Primero el de laneros o sombrereros con su alcalde y su estandarte de San Severo, a continuación los zapateros con sus patronos San Crispín y San Cipriano luciendo en su estandarte la pata de cabra, la cuchilla y el brucete; Luego los pedreros con San Roque, los sastres con San Andrés, “que sólo por lo cojo podía ser patrono de gentes que se ganaba la vida sentada”, a continuación el pulcro y aristocrático gremio de carpinteros, con San José y por último, en riguroso orden jerárquico y de prestigio social, el hidalgo y ejecutoriado gremio de labradores con su patrono San Benito Abad. (Continua en el próximo cap.)

Septiembre de 2011.

viernes, 23 de septiembre de 2011

LA CREACIÓN DE UN MITO O LA UTILIDAD DE “EL BUEN SALVAJE” (I)



Eduardo Pedro García Rodríguez *
 
Es una constante histórica desde la baja edad media europea el hecho de que determinados pueblos cuyas bases existenciales estaban – y están - sustentadas en la depredación de otros pueblos menos preparados técnicamente, pero más capacitados para producir los medios que facilitan la existencia tanto material como espiritual, éstos últimos despierta las apetencias de saqueo y dominio de los pueblos parasitarios, los cuales para conseguir sus objetivos ponen en marcha sus máquinas de guerra masacradoras enmascarándolas con silogismos como: “Civilizar” es decir, imponer a otros sus bárbaras costumbres por la fuerza de las armas, o “Difundir el evangelio”, o lo que es lo mismo, tratar de implantar a otros pueblos sus creencias y prácticas religiosas generalmente “predicadas” a sangre y fuego, cercenando las creencias y prácticas religiosas de los pueblos invadidos y que generalmente para mayor escarnio, los invasores suelen pregonar que lo hacen en nombre de su Dios, al tiempo que cortan las cabezas de los prójimos que no asumen el total sometimiento como aceptación de ese supuesto mandato divino.

Para conseguir sus fines los pueblos parasitadores suelen usar todos los medios a su alcance, siendo uno de los más empleados por su efectividad en el seno de la sociedad a parasitar, el fomentar las incidencias internas y captar a determinados individuos más o menos influyentes en la misma, fáciles de corromper por sus apetencias de poder, ambiciones económicas o de notoriedad. Generalmente estos individuos corruptos suelen ser distinguidos por parte de los invasores con calificativos como “El Bueno”, ya que conviene a sus fines fomentar entre la sociedad invadida el concepto de “El buen salvaje”, es decir, el natural que es proclive a las apetencias del invasor. Ejemplos de “El buen salvaje” tenemos varios en nuestra nación, en esta ocasión vamos a ocuparnos de uno que fue conocido como don Fernando Guanarteme, uno de los conversos que más contribuyó a la invasión, saqueo y conquista de las islas de Tamarant (Gran Canaria) y  la de Chinech (Tenerife), por parte de las hordas de mercenarios europeos.

En las últimas décadas se ha venido produciendo en Canarias un cierto movimiento empeñado en rehabilitar la figura de Tenesor Semidán, Guanarteme de Galdar en la época de la invasión y conquista de la isla por los mercenarios españoles, quien contribuyó al sometimiento y esclavitud de sus hermanos de raza y a la entrega de la isla a los invasores. Hay autores que incluso afirman que este acto de alevosa traición fue un hecho que mostró unas elevadas dotes de estadista en Fernando Guanarteme, de ser así, es indudable que dicho episodio rindió buenos frutos tanto a los invasores como a los canarios conversos, pues después de varios siglos de sometimiento, los herederos ideológicos de unos y otros continúan en franca camaradería, pues no han sido ni son pocos los canarios de servicio que contribuyeron -y contribuyen- al mantenimiento de la situación de dependencia colonial de Nuestra Matria Canaria.

Uno de los argumentos esgrimidos por quienes defienden las supuestas dotes de estadista de Fernando Guanarteme, es la de un no menos supuesto pacto denominado de Calatayud, hipotéticamente firmado entre el rey de Aragón y Tenesor Semidán (supuesto éste poco comprensible teniendo en cuenta que la invasión y conquista de las Islas fue promovida por y para la corona de Castilla) y según el cual tal como afirman sus propagadores se pactó la integración pacifica de toda la Nación Canaria en la corona de Castilla en igualdad de derechos con el resto de los castellanos de la época (1). Al leer estas afirmaciones uno no puede dejar de comprender como muchas personas adultas y supuestamente portadoras de cierta preparación intelectual continúan creyendo en cuentos infantiles europeos como Peter Pam, La Cenicienta , Blanca Nieves y los siete enanitos, entre otros.

Los fines que movieron a la corona de Castilla para la “evangelización” de las Islas Canarias quedan meridianamente expuestos por la propia reina Isabel I, en un documento mediante el cual asume para Castilla el monopolio de los despojos resultantes de la acción “evangelizadora”, en los siguientes términos: "Otrosí, por cuanto las islas, y tierra firme del mar Océano e islas de Canarias fueron descubiertas y conquistadas a costa de estos mis Reinos, y con los naturales de ellos, y por esto es razón que el trato y provecho de ellas se haya, y trate y negocie de estos mis reinos de Castilla y León y en ellos y a ellos venga todo lo que de allá se trajere; por ende ordeno, y mando que así se cumpla, así en las que hasta aquí están descubiertas, como en las que descubrieren de aquí adelante en otra parte alguna. (En: Fernando Díaz- Plaja, 1973:151)

De hecho catalanes y genoveses súbditos del imperio de Aragón tenían prohibido no sólo comerciar y extraer esclavos materias primas en Canarias, sino que se les aplicaba la condición de extranjeros y por consiguiente no podían tener en las islas ingenios azucareros o propiedades que superasen los doscientos mil maravedis.

“...Los españoles también pasan por alto que el 30 de Mayo de 1481, en la Ciudad de Calatayud, capital del Reino de Aragón, y cocapital del Estado de los Reinos de las Españas, Tenesor Semidán como Rey de Canarias, y Fernando de Aragón, como Rey del nuevo Estado, firman un pacto por el cual, Tenesor Semidán se cristianiza con el nombre de Fernando Guanarteme (Fernando, hijo de Artemi), y el Reino de Canarias se vincula al Estado de los Reinos de las Españas, respetándose el carácter de Reino de Canarias así las estructuras políticas y sociales, y la libertad de los canarios. El pacto fue aprobado por la mayoría del Tagoror de Gran Canaria cuyos componentes fueron a exponerlo a las Islas de La Palma y Tenerife, donde también fue aprobado y su aplicación llevó a que buena parte de las tierras quedaran en manos canarias.

Traicionado el pacto y asesinado Tenesor Semidán por los españoles, el silencio durante cinco siglos de los canarios ha permitido que ellos presente una versión interesada en la que el 29 de Abril es el día de la incorporación de Gran Canaria (primera mentira) a Castilla (segunda mentira) tras el desriscamiento de Bentejuí ante la derrota militar (tercera mentira)” (2).


No deja de ser significativo el interés del autor por elevar a Thenesor Semidán de Guanarteme de Galdar a rey de Canarias, es decir, de todo el archipiélago, ignorando que en aquellos momentos cuatro de las siete islas estaban ya sometidas y en régimen de señorío.

En cuanto al término Estado de las Españas, este es otro aspecto de la cuestión que algunos autores parece no tener muy claro, veamos: la unión entre Isabel I, de Castilla y Fernando II, de Aragón fue una unión personal y religiosa pero no territorial, pues ambos reinos fueron gobernados independientemente uno del otro, y mientras que Fernando era co-rey de Castilla Isabel era simple reina consorte de Aragón. En cuanto al concepto de Estado en el sentido político que algunos quieren aplicar a aquel periodo histórico de la Península Ibérica , no deja de ser una falacia histórica ya que España no existió como un reino único o unificado políticamente hasta finales del siglo XIX.
 
De hecho el primer rey Austria que fue Carlos de Habsburgo, hijo de Felipe el Hermoso y Juana de Castilla (la loca), recibió en primer lugar la corona de Castilla, ya que en Aragón continuó reinando su abuelo Fernando hasta su muerte.

Aunque Castilla (con menos de la quinta parte del territorio ibérico) por acciones militares o mediante alianzas ejercía su hegemonía religiosa sobre otros reinos de la península ibérica, éstos eran solamente feudatarios que conservaban sus leyes y sistemas de gobiernos propios que no dudaron en defender incluso con las armas antes los intentos centralizadores de monarcas posteriores. Espero que el lector sepa disculpar esta digresión, necesaria para situarnos en el contexto histórico en que se desarrollaron los hechos de que estamos tratando.

Esta demostrado documentalmente que Fernando Guanarteme pactó con los invasores a parte de su propia vida y libertad, la de cuarenta miembros de su familia, tal como queda reflejado en unos documentos del Registro General del Sello, fechado en Córdoba (España) a 27 de septiembre de 1491, los cuales fueron resumidos y publicados por el investigador Eduardo Azanar Vallejo, en uno de ellos se recoge: “Orden a Francisco Maldonado, pesquisidor de la isla de la Gran Canaria , para que vea los canarios que viven con Fernando de Guanarteme y el asiento que con éste se hizo al conquistar la isla, y si hay más de cuarenta, que fueron los concedidos para que en ella viviesen con dicho Guanarteme, los haga salir para que vayan a cualquier parte del Reino o fuera de él, donde quisieren. Dicha medida se debe a la petición presentada por Fernando de Porras, en nombre del concejo, justicias y vecinos de Gran Canaria, que temen que se levanten tales canarios, que han pasado de cuarenta a ciento cinquenta en ocho años, dado el escaso número de cristianos.”
 
¿Corresponde esta situación con el supuesto pacto mediante el que: “el Reino de Canarias se vincula al Estado de los Reinos de las Españas, respetándose el carácter de Reino de Canarias así las estructuras políticas y sociales, y la libertad de los canarios”?.

Otros autores tienen una visión diferente de la figura de Fernando Guanarteme, veamos como ejemplo la de una de ellos: “El juicio de la historia no deja lugar a dudas de que este personaje para salvar a su familia y sus intereses inconfesables pactó con los invasores españoles, y cuando regresó de España se puso a las órdenes del genocida y asesino Pedro de Vera, luchando contra su propio pueblo en Tamarant (Gran Canaria). Prestó una gran ayuda, aportando hombres y conocimiento a este y al otro genocida y asesino: Alonso Fernández de Lugo y con la connivencia de otro traidor canario, el Mencey Añaterve, de Güimar lucharon contra los guanches en Chinet (Tenerife). Todo esto le supuso poder participar en los botines y saqueos de las batallas y, en definitiva, de la conquista: datas y más tierras se les dio a este nefasto personaje, a su familia y amigos por su inestimable colaboración con la potencia colonial.” (3) (Juan Francisco Díaz-Palarea).

Marín de Cubas nos relata como Fernando Guanarteme se dirigió a los canarios para que pararan la batalla de Axodar o Ajodar, arengó a los suyos dando voces: "Amigos, parientes, no me matéis, dejad las piedras", y dejando de arrojarlas, bajaron diciendo: "Salta fuera Guayedra,(4) que viene el día en que hemos de quedar dueños de nuestra tierra, que estos perros traidores, que mataron a su dios, nos la quieren quitar, y tú por un vestido que te dio el de España te has dejado engañar, y ahora podemos darte otra vez la tierra; Salete fuera del peligro, no te mate alguna piedra de estas." (Marín de Cubas, 1992:157)

Como prueba de la característica gratitud y respeto que los invasores acostumbraban mostrar hacia los primitivos canarios que tan fielmente les servían, a quiénes en esta ocasión le debía el salvar su vida y la de sus mercenarios gracias a la intervención de Fernando Guanarteme, Pedro de Vera ordenó a éste que, “asistiese a enterrar los muertos”, infligiendo así la máxima afrenta que se podía hacer a un canario noble, que era el tocar sangre o manipular cadáveres, tabú tan arraigado en la sociedad guanche que de no haber sido tan pusilamine Tenesor Semidan, a no dudar hubiese optado por la muerte antes de cumplir con lo ordenado por el nefasto Pedro de Vera.

En el episodio de Ansite, el converso Fernando Guanarteme influyó de manera decisiva en la pérdida de la isla. Pero los espíritus de los antepasados aún pudieron hablar por boca de Bentejui: -“Déjanos morir con honra… Canarias existe: mírala en píe sobre estos roques”- contesta el Guanarteme Bentejui a su tío y anterior rey-consorte Fernando Guanarteme, enviado por los conquistadores españoles para pactar la rendición de los canarios hechos fuertes en Ansite. La mayoría de los asediados aceptaron los consejos de su antiguo rey-consorte, pero Bentejuí y el Faykan de Telde optaron por el  suicidó ritual antes que ver la Matria esclavizada, arrojándose ambos al precipicio al grito de: ¡Atis Tirma!

Como un ejemplo más de la manipulación y tervergización de la historia colonial de nuestras Islas a que nos tienen acostumbrados las instituciones autodenominadas canarias veamos lo que en torno a la figura de Fernando Guanarteme nos dice la página web oficial u oficialista de la Ciudad de Galdar, la que por cierto, debería cambiar su nombre actual de Real Ciudad de Galdar de Santiago de los caballeros por el de: Ciudad del Guanartemato de Galdar.

“Tenesor Semidan, más conocido como Fernando Guanarteme, uno de los personajes claves en la historia moderna de España. Es el artífice de la incorporación pacífica de Gran Canaria, La Palma y Tenerife al Reino de Castilla. Viaja varias veces a la Corte de los Reyes Católicos, quienes apadrinaron su bautizo, ceremonia celebrada con todo esplendor en las Cortes Generales de la ciudad de Calatayud, el 30 de mayo de 1.481, día de San Fernando y Día de Canarias. Deja descendencia en sus hijas las infantas Margarita Fernández - que casa con Miguel de Trejo- y Catalina Hernández de la que hay numerosa descendencia en Gran Canaria.” (5). La verdad es que Thenesor Semidan es llevado -como prisionero- en una sola ocasión a la Península Ibérica , por otra parte, no comprendemos que entiende el autor de la mencionada página por “personaje clave en la historia moderna de España” y mucho menos entendemos lo de “incorporación pacífica” puesto que la historia recoge las numerosas batallas que durante largos años tuvieron lugar antes de la entrega de la isla, nos resistimos a creer que el enfrentamiento de Axodar o Ajodar fue pacífico, además no tenemos noticias de que el tal Guanarteme participara en la invasión de Banahuare (La Palma), y mucho menos que fuese el artífice. En cuanto a su participación en la invasión de Chinech (Tenerife) en la pacífica batalla de Acentejo, los españoles dejaron  más de dos mil de sus mercenarios muertos en el campo de batalla.* En cuanto a la participación de Fernando o los Fernandos Guanartemes en la invasión de Chinech (Tenerife), es una cuestión que trataremos más adelante.

En todo caso, el converso Fernando Guanarteme posiblemente poseedor de un carácter pusilamine siempre mantuvo estrechas relaciones de servilismo con el inhumano y sanguinario verdugo de los pueblos canario y gomero, Pedro de Vera, a quien jamás tuvo el valor de enfrentarse en defensa de las múltiples ofensas y escarnios que éste infligía al pueblo canario y al propio Tenesor, solamente cuando el masacrador fue defenestrado políticamente, Guanarteme Semidán gestionó tímidamente algunas reclamaciones en beneficio propio, así el 12 de diciembre 1491 el Consejo de Castilla cita a Pedro de Santana vecino de Sevilla, procurador de “Fernando de Galdar Guanarteme, vecino de Gran Canaria, a petición de Fernando de Dávila, procurador de Pedro de Vera, gobernador de dicha isla en el pleito que ambas partes trataron ante Francisco Maldonado. Juez pesquisidor de Gran Canaria, sobre ciertas cabras y maravedís, y de cuya sentencia ha apelado Pedro de Vera ante el Consejo.”

La investigadora española Luisa Fernanda Álvarez de Toledo nos trasmite un dato interesante: “el ex Guanarteme de Galdar se integró de tal manera con los invasores hasta el punto de que en las postrimerías de la conquista de la isla Fernando Guanarteme ya poseía plantaciones de caña de azúcar: “Fernando de Galdar de Guanarteme, aborigen castellanizado, dedicado al cultivo de la caña, al que la historia oficial convierte en príncipe, aguardó la caída de Vera para reclamar devolución de préstamo en azúcar, incobrable mientras tuvo poder.”
 
Retomando el tema del supuesto Tratado de Calatayud, que como hemos dicho no pasa de ser un deseo de algunos autores que pretenden trasmitir la idea de una no menos hipotética situación de igualdad entre sometedores y sometidos, debemos aclarar que el supuesto compromiso contraído por la potencia invasora no es más que unas simples benévolas concesiones por parte de los invasores tendentes a ganar la voluntad de servicio y fidelidad de Thenesor Semidan, sus parientes y parciales para la causa de los ocupantes, como tendremos oportunidad de ver más adelante.
 
En cuanto a la pretendida equiparación en derechos entre castellanos y canarios, que tanto gustan de propagar determinados sectores criollos al servicio del colonialismo, de documentos de la época se desprende que tal pretendida equiparación no deja de ser una simple entelequia manejada arteramente por dicho criollos para tratar de influir en los colonizados  para fomentar un sentimiento de gratitud hacía sus opresores, manejando sibilinamente los nobles sentimientos y profundas convicciones religiosas  que ancestralmente han adornado al pueblo canario, prácticas que el sistema en un principio desarrollaba desde los púlpitos de los templos católicos, y que actualmente continua empleando además los denominados medios de comunicación social, que en el caso de Canarias conforman un poderoso medio de adoctrinamiento masivo al servicio de la metrópoli.
 
Interesado por el dichoso “Tratado de Calatayud” he tratado de localizar el texto del supuesto tratado en cuestión sin que hasta la fecha haya conseguido sino vagas referencias en torno al mismo, incluso me he puesto en contacto con algunos de los autores que han hecho referencia a dicho tratado y de los cuales sólo he recibido vagas indicaciones en el mejor de los casos, en los demás, la callada por repuesta, si bien el Sr. Corujo en su artículo nos remite al historiador don Antonio Rumeu de Armas, no nos indica en que parte de la ingente obra de este historiador trata de dicho “Tratado” en todo caso, pienso que dicho documento no iría más allá del firmado en el Bufadero en Añazu (Santa Cruz) y otros similares con que los invasores trataban de legalizar la situación de ocupación de las Islas según su peculiar forma de aplicar “sus” normas derecho y que poco o nada tenía que ver con las leyes autóctonas, en todo caso, estos supuestos tratados siempre fueron papel mojado en manos de los invasores españoles.
 
El único documento que podido consultar sobre esta cuestión y que hace referencia a unas concesiones gratuitas y benevolentes por parte de los nefastos reyes católicos a los primitivos canarios para que pudiesen comprar mantenimiento en la metrópoli sin que oficialmente pudiesen ser esclavizados, insertado en una carta de Juana de Castilla “La loca”, es el publicado por el Dr. Wólfel en su: Estudios Canarios, en él podemos comprobar que las coronas castellano-aragonesa jamás mantuvo una actitud de igualdad entre dichas coronas y los canarios sometidos. Veamos dicho documento en su totalidad:
 
   
“AS, RS, 1515, Enero, dia (en blanco), Valladolid.  A pedimiento de Juan Beltrán e Juan Cabello por sí e por otros canarios.
 
Doña Juana etc. a todos 1os corregidores, asistentes, alcaldes e otras justicias qualesquier de qualesquier cibdades e villas e lugares de los mis reynos e señorios e a cada v no e qualquier de vos en vuestros lugares e jurisdiciones a quien esta mi carta fuera mostrada salud e gracia. sepades quel Rey mi señor e padre e la Reyna mi señora madre que santa gloria aya, mandaron dar e dieron vna su carta sellada con su sello e firmada de sus nombres e librada de los del su Consejo su thenor de la qual es este que se sygue. Don Fernando e doña Ysauel por la gracia de Dios Rey e Reyna de Castilla de Leon a los prelados, duques e condes marqueses, ricos omes, maestres de las hórdenes priores comendadores e subcomendadores, alcaides de los castillos e casas fuertes e llanas e aportelladas, e a los del nuestro consejo oydores de la nuestra avudencias, alcaldes alguaciles e otras justicias e oficiales qualesquier de la nuestra casa e corte e chancilleria e a los concejos corregidores asystentes alcaldes alguaziles veinte e quatro (sic), caballeros, regidores, escuderos, jurados oficiales y omes buenos de todas e qualesquier cibdades e villas e lugares de los dichos nuestros reynos e señorios asy rrealengos como abadengos e de órdenes e vetrias, e a los maestres contramaestres e pilotos e comitres e maryneros ea todas e qualesquier personas que nabegan por las mares e a las guardas de los puertos de los dichos nuestros reynos e señorios e a todas e qualesquier personas nuestros vasallos e súbditos e naturales de qualquier estado e condición preheminencia o dignidad que sean e lo que de yuso en esta nuestra carta contenido atañe e atañer puede en qualquíer manera e a cada vno e qualquier de vos a quien esta nuestra carta fuere mostrada o su treslado sygnado descriuano publico salud e gracia. sepades que al tienpo que los guanartemes e caballeros e otras presonas del comun de la Gran Canaria despues de ser por la grazia de Dios rreduzidos e convertidos a nuestra santa fee catolica nos ynbiaron a dar e prestar la obediencia e felicilidad (sic) e nos rreconoscieron por su rrey e Reyna e señores naturles, e al príncipe don Juan nuestro amado e caro hijo despues de nuestros días, e a los otros  rreyes nuestros decendientes que despues del decendiesen. fueron por su parte ante nos presentados ciertos capitulos por escripto entre los quales se contiene vn capitulo con vna respuesta el thenor de la qual con la dicha nuestra respuesta es este que se sigue: y ten por quanto los dichos canarios no podrian viuir syn venir a estos nuestros reynos de Castilla e de León a mercar e llebar algunos vastimentos e otras cosas para la dicha ysla de Gran Canaria suplican a V. Al. que agora y en todo tienpo e de aqui adelante puedan los de la dicha ysla andar como cristianos pues lo son libremente por todas las partes e lugares de los dichos reynos do quisieren e que por ellos ser canarios no sea persona nin personas algunas osados de los cactivar. A esto respondemos que lo que piden por este capitulo es justo e que ansy lo mandaremos fazer dando nuestras cartas e prouisiones para ello como lo piden e agora los dichos guanartemes e cavallos (sic) e otras personas del comun de la dicha ysla de la Gran Canaria nuestros vasallos nos fue suplicado e pedido por merced que les mandasemos prover cerca de lo contenido en el dicho capitulo por manera que le fuese conplido e guardado segund e como en el se contiene e nos tobímoslo por bien e mandamos dar esta nuestra carta en la dicha rrazon por la qual mandamos a vosotros e a cada vno de vos que cada e quando que los dichos canarios de la dicha ysla e comun e de la dicha Gran Canaria o qualquier o qualesquier dellos benieren a qualquier o qualesquier destas dichas cibdades e villas e lugares a conprar los dichos mantenimientos e a otras cosas qualesquier de qualquier calidad que sean, ge las dexedes e consyntades libremente conprar e sacar e cargar ansy por tierra como por mar syn les poner en ello ni en parte dello enbaraszo nin otro ynpidimiento alguno, pagando los derechos acostunbrados que las otras persónas destos dichos nuestros reynos por las semejantes acostunbran dar e pagar. ansy mismo les dexedes libremente venir e pasar y estar e volver a la dicha ysla de la Gran Canaría ansy por tierra como por mar libre e seguramente con las dichas mercaderias e otras cosas susodichas e syn ellas e que los non catibejes, nin prendades, nin enbarguedes, ninfirades nin lisedes, nin matedes, nin consynades nin fagays fazer otros males nin dapños ni desaguisados algunos en sus personas e bienes contra derecho, por quanto nos recibimos por esta nuestra carta e por el dicho su treslado como dicho es a los dichos canarios e a cada v no dellos e a sus personas e bienes e mercaderías e cosas dellos e de cada vno dellos so nuestra guarda  anparo e defendimiento real, e queremos y es nuestra merced e voluntad que por ser como son nuestros vasallos sean tratados e defendidos e anparados como lo son los otros nuestros vasallos e súbditos e naturales destos nuestros rreynos e sy alguna o algunas personas fueren o pasaren o quisieren yr e pasar contra lo en esta nuestra carta contenido o contra cosa alguna o parte dello, mandamos a vos las dichas nuestras justicias e a cada vno e a qualquier de vos en vuestros lugares e juridiciones que pasedes o procedades contra las tales presonas e contra cada vna dellas por todo rrigor de derecho como contra aquellos quebrantan (sic) e pasan ,seguro puesto por su Rey e Reyna e señores naturales, esecutando en ellos y en cada vno del los las penas que las leys destos dichos nuestros reynos en tal caso quieren e disponen e los vnos nin los otros no fagades nin fagan endeal so pena de la mi merced y de diez mill maravedís para la mi camara a cada vno por quien fincare de lo ansy fazer e conplir e demás mandamos al omen (sic) que les esta carta mostrare que los enplaze que parescan ante nos en la nuestra corte doquier que nos seamos del dia que los enplazare fasta quinze dias primeros syguientes so la dicha pena so la qual mandamos a qualquier escribano publico que para ello fuere llamado que dé ende al que vos la mostrare testimonio synado con su signo, porque nos sepamos en como se cunple nuestro mandado dada en la cibdad de Calatayud a treynta dias del mes de mayo año del nascimiento de nuestro Señor Thesu Cristo de mili e quatrocientos e ochenta e vn años. Yo el Rey yo la Reyna yo Alonso de Ávila secretario del Rey e de la Reyna nuestros señores la fiz escriuir por su mandado Andres dotor registrada Doctor Diego Vazques chanciller.- E agora Juan Beltrán e Juan Cabello naturales de la ysla de la Gran Canaria por sy e en nonbre de los otros naturales della me fizieron relacion por su peticion que ante mi en el mi consejo fue presentada, diziendo que despues que la dicha isla fue ganada e los nuturales della convertidos a nuestra Santa fee Catolica,  les fue fecho merced por la dicha carta suso encorporda que pudiesen andar libremente por todas partes e lugares destos mis reynos que quisiesen e que por ser ellos canarios no fuesen presos ni detenidos ni persona alcuna fuese osada de los catibar nin maltraltar, e los dexasen e que libremente pudiesen andar por las dichas cibdades e villas e lugares destos reynos e señorios que quesiesen e conprar e vender e sacar e cargar qualesquier matenimientos que obiesen menester por mar e por tierra, pagando los derechos acostumbrados e que en nigunas partes e lugares destos mis reynos no le quieren guardar lo contenido en la dicha  carta aviéndogela guardado del tienpo en ella contenido aca e syendo ellos católicos cristianos por ende que me suplicaban mandase que la dicha carta les fuese guardada e no fuesen contra ella nin contra cosa alguna nín parte de lo en ella contenido, e para ello les mandase dar mi sobrecarta de la dicha carta o que sobrello probeyese como la mi merced fuese, lo qual visto en el mi consejo fue acordado que devia mandar dar esta mi carta para vos en la dicha razon, e yo tóbelo por bien porque vos mando a todos e a cada vno e qualquier de vos, como dicho es, que beades la dicha mi carta que de suso ba encorporada e la guardedes e cunplades e fagades guardar e conplir y executar en todo e por todo como e segund en ella se contiene, e contra el thenor e forma della non bayades nin pasedes nín consintades yr nin pasllr agora nin de aqui adelante en tienpo alguno nin por alguna manera e los vnos nin los otros no fagades nin fagan endeal por alguna manera so pena de la mi merced y de diez mili maravedis para la mi Camara e demas mando al omen qve vos esta mi carta mostrare que vos enplaze que parezcades ante mi en la mi corte doquier que yo sea del dia que vos enplazare fasta quinze dias primeros syguientes so la dicha pena so la cual mando a qualquier escribano público que para ello fuere llamado que dé ende al que vos mostrare testimonio sygnado con su sygno porque yo sepa como se cumple mi mandado. dada en la villa de Valladolid a (en blanco)  dias del  mes  henero año del nascimiento de nuestro Señor Jhesu Cristo de  mil DXV años.
 
Archiepiscopus granatis. Doctor Carbajal. Licenciatus Aguirre.licenciatus de Sosa. Doctor Cabredo. E yo Tomás del Mármol etc.” (En: Dominik Josef Wólfel 1980: XLV)
Por otra parte, existen serias dudas de que la presentación de Thenesor Semidán a los reyes castellano-leónes tuviese lugar en Calatayud, nada extraño teniendo en cuenta las frecuentes falsificaciones históricas a que nos tienen habituados determinados autores de servicio. Según el investigador Sergio Sapataría, en un excelente trabajo titulado “Fernando de Guanarteme: Calatayud y la historia”: Vicente de la Fuente en su "Historia de Calatayud", publicada en 1880, se quejaba de las escasas visitas que el monarca aragonés hacía a su Reino, y que no siempre que acudía a Zaragoza lo hacía a Calatayud. Añade que, "estando la reina Isabel en Calatayud el año de 1480 llegaron algunos de los pobladores de la Gran Canaria a prestarle obediencia, apurados por los agravios del capitán Pedro de Vera, encargado de su reducción".
“Esta información la entresacó de Zurita, en cuyas Crónicas no encontraba, el académico bilbilitano, referencias del presunto encuentro de 1483. El Archivo del Ayuntamiento de Calatayud tampoco aportó ninguna. Todos los testimonios y documentos se limitaban a revelar una visita a Calatayud de un guanarteme, que no era el de Gáldar, sino el de Telde-Gran Canaria estaba dividida en estos dos reinos-, y el viaje no tuvo por finalidad la firma del Tratado de Unificación, sino transmitir las quejas contra los métodos inhumanos de Pedro de Vera. Se sigue hablando de 1480 y no de 1483.”
Antonio Rumeu de Armas en su libro "Gran Canaria" sigue una línea expositiva similar a la que estamos desarrollando.
Hay una variante en las referencias de Rumeu. Según él, al llegar el guanarteme de Gáldar a la metrópoli se le trasladó en la primavera de 1483 a Madrid, en donde estaban los Reyes Católicos. El régulo de Gáldar fue bautizó por el rito católico con el nombre de Fernando.
Sapataria apoyándose en el historiador inglés William H. Prescott  expone la tesis de que el encuentro de Thenesor Semidán pudo haber tenido lugar en Sevilla al apuntar que, “El genérico de Castilla que emplea Ladero Quesada muy bien podría encajar con el concreto Sevilla de la ovetense, pues dicha ciudad ya había sido conquistada a los árabes para Castilla.”
La verosimilitud de que Sevilla fuese el lugar del encuentro y bautizo se refuerza repasando las "Crónicas de la vida de los Reyes Católicos". Y continua “Según el historiador inglés, en 1482/1483 tuvieron lugar las batallas de Loja y La Ajarquía, de la guerra de Granada, así como los conflictos con Francia que deseaba anexionarse Navarra. El 21 de abril de 1483, el rey moro puso sitio a Lucena, en donde fue derrotado. Entonces, Fernando el Católico, que estaba en Vitoria, en su corte del Norte -quizá por su guerra con Francia- acudió al sur y se entrevistó en Córdoba con el rey moro Abu Abdallah. Si esta entrevista tuvo lugar durante la primavera de 1483 y Fernando de Guanarteme fue bautizado aquel verano, es más creíble que el encuentro fuese en Sevilla o sus alrededores, que en Calatayud.
Recopilado lo expuesto, comprobamos que la llegada del guanarteme de Gáldar a la actual España, y su bautizo como Fernando, así como su compromiso de ayudar a los conquistadores fue en 1483, en un lugar que oscila, según la fuente de consulta, entre Castilla, Madrid y Sevilla, pues ya se ha justificado que en aquellas fechas el rey Fernando estaba en Córdoba entrevistándose con Abu Abdallah. Tampoco hemos de olvidar que la guerra de Granada comenzó en 1482 y la costumbre del rey aragonés era estar siempre junto a sus tropas.”
Por su parte el investigador Felipe Ross sitúa la fecha del hipotético pacto en 1481, fecha que también figura en un documento del registro sello publicado por D.J. Wölfel, por lo que es posibles que se produjese más de una presentación de los régulos canarios a los monarcas castellano-aragonés.
En todo caso, de haber existido tal tratado, el mismo sería nulo y sin valor alguno conforme a las leyes propias de los canarios, las cuales determinaban que la función de los Guanartemes era ejercida en tanto que fuesen consortes de las auténticas detentadoras del poder político y territorial de la isla, poderes que se trasmitían hereditariamente de madres a hijas, sobre la base del ancestral sistema matriarcal imperante en las islas. De hecho, la ocupación de la isla de Tamarant no se dio por efectiva hasta que la Princesa Guayarmina fue entregada de manera previamente pactada con los invasores en un pre-acuerdo, tal como recoge el historiador don Tomás Marín de Cubas: “[...]Bajaron del peñón de Ansite todos los nobles canarios de cabello largo y rubio, sin armas, acompañados de Guadartheme, rendidos ante Pedro de Vera, dando la obediencia al Rey de Castilla en su nombre y de la Señora , única heredera de toda la tierra, hija única de  matrimonio, del legítimo y verdadero señor Guanache Semidán, tío del Guadartheme y otros Gaires y Faisajes, que ellos daban su palabra de llevarla á entregar al Real de Las Palmas en cogiendo sus panes, que sería después de San Juan. Mucho insistió Pedro de Vera que viniese luego, más llevóse en rehenes consigo ciento sesenta canarios de los más esforzados y que asistiese con Guadartheme y se fuesen a vivir a Gáldar.” (Marín de Cubas, [1694] 1993:165)
 
Más adelante prosigue el autor describiéndonos la entrega de la Princesa y con ella, la isla  Tamarant, la cita es extensa pero estimamos que es necesaria para una mejor comprensión del acto de entrega de la isla a los invasores, además de la narración del mismo se desprende que para nada influyo el tan cacareado Pacto de Calatayud, y el protagonismo de Fernando Guanarteme que en este caso como en el de otros muchos fue el de un simple recadero de Pedro de Vera, veamos el texto: “Después del mes de junio envió Pedro de Vera á D. Fernando Guadartheme, que hiciese venir á su sobrina, con los demás nobles sus parientes, al Real, á entregarse como estaba pactado; y luego dieron orden de traerla desde Tirajana por Telde, sin que viniese con ella ningún cristiano español; traínla en hombros de cuatro capitanes nobles de cabellos largos y rubio, en unas andas de palo á modo de parihuelas, sentada, vestida de gamuza á modo de badanas ó pieles adobadas, de color acanelado; venían delante de las andas cuatro capitanes con capotillos de badana llamados tamarcos, braguillas de junco, majos en los pies y guapilete en la cabeza, y lo demás desnudo; al lado de las andas algo hacía atrás, dos tíos suyos Faisajes, y después se seguía un grande acompañamiento de hombres todos que servían de traer las andas a remuda. Salió Pedro de Vera con mucha gente al recibimiento, y ellos hicieron su entrega por medio de la lengua ó interprete, diciendo que allí venía la Señora de toda la tierra, heredera única y legítima hija de su señor Guanartemy Guanachy Semidán, dueño y señor de la verdadera línea  y sucesión de dominio y señorío de la tierra; y que ella hacía entrega voluntaria, y todos sus tíos y parientes que allí venían, gobernadores de la tierra, en nombre y debajo de la palabra de su señor muy poderoso y católico Rey D. Fernando entregaba su persona y personas al Capitán Mayor de los cristianos que allí presente se halla que es Pedro de Vera, del Rey de Castilla y León. Pedro de Vera y demás caballeros la recibieron a pie, y fue abrazando a todos con mucho cariño; traían todos los canarios el cabello suelto por las espaldas, y la Señora Arminda , que los españoles llamaron Almendrabella, traía un ropón de gamuza con medias mangas hasta la sangradera y largo hasta los pies, y zapatos de los mismo pespuntados, y vestía una tunicela debajo de la ropa con cuerpo de jubón á modo de justillo, de más delgada badana era el cabello largo y rubio aderezado con arte, y en él puestas algunas cosas de tocado que le a uso de España, y el faldellín pintado á colores; tendría veinte años, era gruesa y más de mediano cuerpo, robusta, el color algo moreno, ojos grandes y vivos y el rostro algo alegre y celebrada hermosura, la boca algo larga, la nariz pequeña, algo anchas las ventanas, el cuello redondo y crecida de pechos. Marín de Cubas [1694] 1993:168).
 

 






Capitulo II

La mayoría de las crónicas -escritas naturalmente desde el punto de vista de los vencedores- recogen un supuesto trato humanitario dado por los conquistadores a los canarios sometidos, e incluso algunos  se esfuerzan en resaltar una hipotética política proteccionista por parte de las coronas de Castilla y Aragón hacía los primitivos canarios, la realidad fue bien distinta, las primeras medidas tomadas por los invasores fue la esclavización y venta en los mercados de esclavos de Sevilla, Valencia, Barcelona o Mallorca, de gran parte del pueblo canario sometido, y la deportación masiva de los naturales incluso de los que por el hecho de haber asumido el cristianismo estaban teóricamente fuera del alcance de los esclavistas tanto seglares como del clero católico, aunque algún autor inducido de su buena fe o quizás pecando de ingenuo asume que: “Si hay un hecho, algo que condicione y determine por sus consecuencias históricas, en lo más profundo de su ser al actual pueblo canario; algo que sea realmente su "Ethos" político actual, es el llamado "Pacto de Calatayud" (30 de mayo de 1481). Firmado por Tenesor Semidán (Fernando Guanarteme) y Fernando de Aragón, por medio del cual Canarias terminaría integrándose como Reino, con una serie de condiciones y derechos que permitían la pervivencia del pueblo y la Nación Canaria con sus características propias, al conjunto de Reinos que formarían el Estado español. (Felipe Ross, Amaga)”.

Según recoge el fraile católico Bartolomé de las Casas: “en 1483.; Pedro de Vera, capitán y gobernador por los Reyes Católicos, sustituye a Juan Rejón el 18 de agosto de 1480 y termina la conquista de Gran Canaria en 1483  en cuya operación efectuó depredaciones y tomó como esclavos a más de doscientos indígenas bautizados y  mandó venderlos como tales en Castilla. Y a los vencidos al final de la guerra (29 de abril de 1483) los desterró a Sevilla, donde recibieron malos tratamientos y agravios” (Bartolomé de las Casas O.P. 1989:170)
 
Si el Supuesto Tratado de Calatayud tuvo lugar en 1481 ¿Dónde se refleja la integración de Canaria como reyno y en igualdad con el reyno de Castilla? Y lo que es más notable, ¿Cómo se explica que Fernando Guanarteme firmante del supuesto Tratado  de “Rey a Rey” continuase sirviendo sumisa y fielmente al masacrador de su pueblo Pedro de Vera?
La realidad es que tales relaciones han sido -y son- las propias entre una potencia imperialista y su colonia, de hecho, cuando las circunstancias o los intereses de cada momento aconsejan al Estado colonizador arbitrar algunas concesiones tendentes a mantener “la tranquilad” es decir, la explotación pacifica de la colonia, estas han sido siempre dictadas desde un concepto paternalista y en beneficio de los criollos dominantes, nunca atendiendo a la justicia de las reivindicaciones, esto ha sido así desde los primeros momentos de la invasión y colonización hasta nuestros días, pues si bien algunos aspectos de la ocupación han cambiado en la forma, no así en el fondo.
Algunos de estos historiadores afectados por la tradicional amnesia que afecta a un sector de la sociedad canaria, especialmente al criollismo dependiente, prefieren ignorar o “olvidar” que el comercio de seres humanos fue la principal fuente de financiación de la guerra de invasión y, de la construcción de los primeros templos católicos en nuestras islas, además del origen de las fortunas de determinadas familias de criollos cuyos sucesores aún hoy, en pleno siglo XXI, tienen a gala el hacer patente su pedigrí  basado en unas supuestas ascendencias nobiliarias.
A continuación reproducimos unos documentos conservados en el Archivo de Simancas, pertenecientes al Registro General del Sello, de los cuales se deduce fácilmente que de haber existido algún tipo de tratado que contemplara la igualdad de condiciones entre invasores e invadidos como se empeñan en hacernos creer algunos autores, este tipo de actuaciones por parte del país colonizador no  hubiera sido tolerados ni siquiera por el poder arbitral de la época que era – y continua siendo-el papado, por el contrario, una buena parte del clero participó de los beneficios económico que producían la venta de los canarios en general como esclavos, a pesar de algunas bulas supuestamente proteccionistas emitidas por dos Papas.
Con fecha 27 de septiembre de 1491, el Consejo de Castilla remite al Gobernador de la colonia de Tamarant (Gran Canaria), Francisco Maldonado,  una incitativa para que vea los canarios que viven con Fernando de Guanarteme y el asiento que con éste se hizo al conquistar la isla, y si hay más de cuarenta, que fueron los concedidos para que en ella viviesen. Dicha incitativa se produce como consecuencia de una petición del colono esclavista Frenando de Porras, en nombre del Consejo, justicias y vecinos “quienes temen que se levanten tales canarios”.
A.S.  R.S. 1491, Septiembre, 27, Córdoba.
Don Fernando y Dña Ysabel. A vos Francisco Maldonado nuestro pesquisidor de la isla de Gran Canaria salud e gracias. Sepades que Fernando de Porras en nombre del consejo, justicia, regidores, oficiales e omes buenos de la dicha isla de Gran Canaria nos hiso relación etc. disiendo que al tiempo que la dicha isla se ganó de los infieles que la avían, diz, que nos por haser bien e merced a Don Fernando Guadarteme, canario, le dimos facultad para que biuese en la dicha isla con cuarenta parientes suyos, que avyan seydo en conquistar la dicha ysla, e que después acá que ha ocho años que le dimos la dicha facultad e merced, dis, que se ha acrecentado e poblado la dicha ysla de otros muchos canarios, en que dis que agora hay...(ilegible) de ciento e cinquenta poco mas o menos; e que porque se teme aviendose asy multyplicado, según la poca población de cristianos que hay en la dicha ysla, que vn dia se levantase con la dicha ysla contra ellos, de que se podria recrecer a nos deseruicio e alos vesinos e moradores della mucho daño. E por su parte nos fue suplicado e pedido por merced, sobre ello proueyesemos, mandando al dicho Guadarteme que señale los dichos cuarenta parientes, e a los otros los mandásemos echar de la dicha ysla, o como la nuestra merced fuese. E nos tuuimos por bien, por que vos mandamos que luego que con esta nuestra carta fuéredes rrequrido, veades lo suso dicho e lo que por nos fue prometido al dicho Guadarteme, e sy algunos canarios, demas e allende de los dichos quarenta que mandamos que biuiesen en la dicha ysla, se han ydo quales quier partes destos nuestros rreynos, o de fuera dellos que quisieren. E no fagades ende al etc. Dado en Cordoua, veynte e syete dias de (Agosto sobrayado) setienbre de noventa e un años.
Don Aluaro. El Dean de Sevilla, el doctor de Alcocer (¿), el doctor de Valladolid, el licenciado de Malpartida. Yo Alonso del Mármol etc.
Como fácilmente se deduce, los canarios no sólo no tenían derecho a reproducirse, sino que además el término “Echar de la isla” equivalía a ser vendidos como esclavos, fin último posiblemente perseguido por el colono y tratante en esclavos Fernando de Porras. Insistimos en que el supuesto pacto entre Fernando Guanarteme y la corona de Castilla consistió en unas pobres prebendas concedidas al ex régulo en beneficio propio y de algunos de sus parientes, a cambio de sus servicios a los conquistadores.
AS, RS, 1491, Diciembre 23, Real de la Vega de Granada.
Que los Canarios non vayan a la Grand Canaria.
Don Fernando e Doña Isabel etc. A los concejos, corregidores, alcaldes, alguacyles, caballeros, veynt e cuatro, corregidores, jurados, escuderos, oficiales, e omes buenos, así de la cibdad de Xeres, e Caliz, e della de Santa María del Puerto, e Rota, e San Lucar de Barrameda, e Huelua, e Palos de Moguer, e de todas las otras cibdades, e villas, e logares, e fortalezas de los puertos de la mar, e de las islas de Canarias, e a cuales quier maestre e patrones, e comitres e otras gentes nuestros vasallos, e súbditos, e naturales de cual quier ley, estado, condición, eminencia o dignidad, que sean, o ser puedan etc. Salud e gracias. Sepades que nos ouimos mandado e defendido que ningunos canarios dela isla dela Grand Canaria non estuviesen en la isla de la Grand Canaria e fuesen echados della e sy algunos de los dichos canarios fuesen a la dicha isla syn nuestra licencia que muriesen por ello. E agora nos sido fecho rrelación que los dichos canarios de la dicha isla con sus mugeres e fijos quieren yr a la dicha isla, de lo cual a nos se seguyria desseruicio e a los vesinos della daño, e por que en lo tal a nos pertenece proueher e remediar como Rey e Reyna e señores por ende nos vos mandamos a todos e a cada uno de vos en vuestros logares e juridiciones, que non consyntades nin desde logar que ninguno de los dichos canarios no embarquen, ni entren, nin se se lleuen en ninguna naos, nin carabelas, nin varcos, nin fustas, nin desde logar que ninguna nin algunas personas los lleuen e pasen a la dicha isla dela Grand Canaria, so pena que las tales personas que los lleuaren e pasaren a la dicha isla, ayan perdido e pierdan las naos e fustas, e carabelas, e varcos en los que pasaren. E mandamos e  defendemos a los dichos Canarios, e a sus mugeres e fijos que no sean osados ellos, nin algunos dellos de yr ala dicha isla syn nuestra licencia, e mandado, e carta especial para ello, so pena de muerte, e que sy en la dicha isla fueren tomados mandamos nuestro gobernador e jues de residencia e a otros cuales quier justicias dela dicha isla que exsecute las dichas penas en los dichos canarios, e en las personas e bienes e fasyendas de los que pasaren. E por que todo lo sepan e sepades mandamos que esta nuestra carta sea pregonada primeramente por las plazas e mercados, logares que son enbiados de las dichas cibdades de Xerés, e Caliz, e Santa Maria del Puerto, e San Lucar e Barrameda. E los vnos nin los otros etc.
Dada en el Real dela Vega de Granada a veynte e tres dias del mes de disyenbre, año etc. de mill e quatrocientos e noventa e vn años.
Yo el Rey, yo la Reyna, yo Juan de Córdoua secretario del Rey e de la Reyna nuestros señores la fis ecriuir por su mandado.
La total entrega y sumisión a las hordas castellanas del converso Fernando Guanarteme no se limitó a colaborar estrechamente con estos en la invasión, sometimiento y masacre de su pueblo, sino que además posteriormente participo activamente en la de Chinech (Tenerife), en la cual algunos historiadores se han empeñado en darle un protagonismo que posiblemente no tuvo.
Es notorio para algunos autores que la supuesta prisión de Thenesor Semidán-Fernando Guanarteme- por parte del esclavista Alonso Fernández de Lugo, a la sazón alcaide de la Casa-Fuerte de Agaete, había sido previamente pactada entre este y Fernando, de hecho, el Guanarteme mantuvo excelentes relaciones de servilismo con el futuro Adelantado. Veamos como nos presentan algunos historiadores la presunta presión del Guanarteme:
[...] trajéronle nuevas al Alcaide Lugo que junto al pueblo de Gáldar, en una cueva que mira al nacer el sol habían entrado ya cerca de noche quince hombres que allí han de dormir; y fueron tres cuadrillas con la espía, rodearon la cueva y entraron donde estaban dormitando que sin poderse menear ni aun rodear fueron presos y atados, y algunos dormían con mujeres, y la espía dijo que el uno de ellos, que tenía una mozuela, era el Guadartheme de Gáldar que por sus amores vino allí... (Marín de Cubas 1997:155)
 
[...] Con la prisa que se pudo, en un buen navío bien pertrechado, envió a España Pedro de Vera remitido a sus Altezas al Rey Guayedra con cuatro de sus camaradas, encargado al cuidado del factor Miguel de Mujica con otros hidalgos aventureros.(6 )(Marín de Cubas 1997: 156)
 
[...] caminando hacia el pueblo de Gáldar, al amanecer entraron en el pueblo donde prendieron al Guanarteme de Gáldar, Guanachesemeden, que aquella noche se había venido a su casa con quince canarios; los cuales se entregaron a los cristianos con algunas mujeres y niños que estaban en su compañía; que, como estaban atemorizados andaban repartidos en cuadrillas por las cumbres y lugares ásperos: con esto no hubo resistencia en la prisión del Guanarteme de Gáldar...(7) (Abreu Galindo 1977: 223)
 
[...] Y trató y dio orden como mandarlo a Castilla, a los Católicos Reyes, entregándoselo a Miguel de Moxica, con otros cuatro canarios gayres de los más principales que habían preso, para que los llevase con los demás a Sus Altezas, a Castilla. Díole a Juan Mayor por acompañado, por saber la lengua canaria para interprete. (Abreu Galindo, 1977:223)
En relación con la invasión de Chinech (Tenerife) algunos autores nos han venido presentando a Fernando Guanarteme como jefe de las tropas auxiliares canarias que participaron en la misma, pero Antonio de Viana, uno de los autores más próximos en el tiempo -al cual sigue Rumeu de Armas- en su lista de invasores en la segunda entrada recoge como capitán de dichas tropas al canario converso Pedro Maninidra, por tanto, la relevancia de Fernando Guanarteme no fue tan importante como se nos viene propugnando -aunque sus descendientes supieron esta ocasión sacar el partido que no habían obtenido en Tamarant como veremos seguidamente-, el único historiador que le atribuye algún protagonismo en la batalla de Eguerew (La Laguna) es el dominico Alonso de Espinosa, a quien siguen los demás, siendo este el único episodio bélico en la invasión de la isla donde se le menciona.
Los descendientes inmediatos de Fernando Guanarteme no dudaron en obtener el máximo provecho de su condición de colaboradores con los invasores, conforme queda recogido en la información de nobleza de Dña. Margarita Fernández Guanarteme, practicada en 1526 ante el Teniente de Gobernador de la isla de Canaria por Francisco Pérez Espino, por delegación de Martín Fernández Cerón, Justicia mayor de la isla:
 
« ...Que vido al dicho Dn. Fernando Guanarteme, que decían el Rey de Canaria, que fue allá a la conquista de Tenerife para ayudarla a ganar para los Reyes Cató1icos, nuestros señores, e que llevó e tenía consigo e debajo de su mando e ovediencia en la dicha conquista de Tenerife 30 hombres, poco más o menos, canarios naturales de la Gran Canaria, sus parientes, y con sus armas, e que este testigo no sabe si los dichos hombres los llevó a su costa, más de cuanto vido que el adelantado Capitán Dn. Alonso de Lugo les daba de comer. E que vido este testigo que el dicho Dn. Fernando Guanarteme por mandado de dicho adelantada e capitán fue donde estaba el Rey de Anaga, Rey guanche, el cual estaba de pases, a le decir e requerir que se viniese ayuntar con el dicho adelantado e los cristianos, porque se temía de él, e que el dicho Guanarteme fue dos veces al dicho Rey de Anaga e entre los guanches, hasta que hizo venir a el dicho Rey de Anaga al Real de los Cristianos, e que después, cuando fue el día del desbarato de los guanches, cuando mataron a el Rey Grande que se llamaba Bencomo (el documento dice Benitomo) de Taoro, el adelantado e Capitán por traer a los guanches al conocimiento de la fe de Cristo e porque se diesen sin más riesgo a muerte de gente, mandó ir al dicho Guanarteme a el Rey Benytomo (dice Bentor), hijo del Rey Bencomo (dice Benitomo), a le requerir que se diése e tornáse cristiano e que le faríá toda la cortesía que quisiése, e que el dicho Guanarteme fue el dicho Rey Benytomo (dice Bentor) entre los guanches, y le fabló porque sabía la lengua de guanches e volvió con respuesta al Real diciendo que el dicho Rey Benytomo (dice Bentor) no se quería dar, como pareció después que no se dio hasta que la tierra no se dio por fuerza de armas, lo cual sabe porque lo vido e pasó en presencia de este testigo en la Conquista».
 
Que sabe que trabajó allí bien el dicho Guanarteme en servicios de sus altezas e que se mostró allí muy leal a los cristianos, e que este testigo vido el día que los guanches fueron desbaratados (que el desbarato fue saliendo de Santa Cruz a La Laguna, donde es la Ciudad de San Cristóbal) estando el adelantado aquel día arriba en La Laguna peleando con los guanches, la gente del Real de Santa Cruz salió en socorro del dicho adelantado, en el camino estava un caballero que se decía Hernando del Hoyo e otro que decían Juan Benítez, defendiendo que gente ninguna subiese de allí arriba, temiendo o creyendo que el adelantado era muerto, con la gente que consigo tenía e mandándoles e forzándoles que volviesen a favorecer o  amparar la torre o Real, porque si el adelantado fuese desbaratado e los guanches viniesen al Real 1o fallasen a recaudo, y estando en estas razones juntáronse allí bien doscientos cincuenta hombres de pelea, e llegó el dicho Dn. Fernando Guanarteme con veinticinco o treinta hombres de las naturales e los dichos caballeros le requirieron e defendieron que no subiese arriba a la laguna donde el adelantado estaba, sino que volviese a amparar la Torre, e que este testigo oyó decir al dicho Guanarteme que no había de parar hasta que viese la cara del adelantado e capitán general muerto o vivo como quiera que estuviese, e luego se puso en armas, por manera que hizo lugar por donde salió él y su gente, e más doscientos peones e caballeros castellanos que allí estaban, y aunque pesó a los caballeros fueron al socorro del adelantado e entraron todos en la batalla e desbarataron los guanches e ovieron vencimiento e vino vivo el adelantado. Que es esto lo que sabe de esta pregunta».
 
Esta declaración confirma la muerte del Rey Grande o Bencomo; por más que Tinguaro, repetimos, murió a los pocos días de las heridas. (Bethencourt Alfonso 1991:130-131)
 
Es bien conocida la predisposición del esclavista Alonso Fernández de Lugo para beneficiar desmesuradamente a sus parientes amigos y parciales, así, en el reparto del botín de guerra, en la isla Chinech distinguió generosamente a su antiguo y fiel colaborador Fernando Guanarteme con generosas extensiones de tierras en Acentejo, Tahoro y Abona… de  las tierras usurpadas.
 
En la Datas de Tenerife, primeros documentos públicos generados a raíz de la invasión y conquista aparece  la figura de un Fernando Guanarteme bajo diferentes grafías, según recoge don Elías Serra Rafols en Las Data de Tenerife, libros I al IV de Datas originales, en la Data número 17 de fecha 6 de junio de 1499 mediante la cual recibe unas tierras en las lomadas de Acentejo, el 23 de enero de 1500 Fernando Guanarteme presenta el alvalá para su registro en el libro de repartimientos, figurando como testigo un Francisco Guadarteme, sobrino del Guad.
 
740-20. Figura como: Hernan Guanarted, En las Datas: 184-26.  938-52. 940-40. 1290-14. 1.811-20, figura grafíado como Guadarteme, en las 17. 55. 222-5.313-40. 403-59. 434-12. 634-34. figura como Guanarteme. Además de otras grafías como: 740-20, Fernando Guanarted. 800, Fernan Gonarteme. 1.211-40, Hernando Guarteme. 1.49-14, Guadalteme. 1.879-42, Guarateme.
 
  Para concluir queremos hacer notar que desde hace varias décadas el estamento colonial compuesto por empleados de la metrópoli y un amplio sector del criollismo dependiente vienen desplegando ingentes esfuerzos en rescatar y promocionar el concepto de “El buen salvaje” en la figura del converso Thenesor Senmidán más conocido como Fernando Guanarteme, en un intento de crear en la sociedad canaria un sentimiento de sumisión y colaboración aparentemente voluntariamente aceptado, mediante el cual continuar manteniendo el actual estatus colonial por tiempo indeterminado, pues desmontada histórica y científicamente la falacia del exterminio, pretenden potenciar la del mestizaje.
 
“Guanarteme, teme, teme./ Teme teme, temetá / cuatro huesos enterrados que no sabe nadie donde coño están...”. Más o menos así empieza una popular Isa interpretada por el grupo musical Los Sabamdeños, allá por aquella década en que este grupo alardeaba de su canariedad y cantaban a la tierra que les vió nacer,  canariedad que con el tiempo, los intereses económicos, políticos y de estrellato han relegado al olvido en aras de  “sevillanas canarias”, proponer como Himno Nacional Canario un pasodoble español y otras muestras de “canariedad”, que les permiten mantenerse en el “candelero”.
Se suele decir que Roma no paga a traidores… No es el caso de España, pues esta siempre ha pagado y además espléndidamente a los traidores tanto en el pasado como en el presente.
 
Notas:
(1) Artículo de Florián Corujo. Edil de Cultura de Arrecife, Lanzarote. Publicado en el periódico Canarias7 el 28 de mayo de 2.004
(2) Felipe Ros, Amaga
(3) Juan Francisco Díaz Palarea.
(4) Guayedra es el nombre que los canarios daban a Thenesor Semidan  posiblemente por proceder de este agreste lugar, el cual pidió  como Data probablemente por tener dicho lugar connotaciones sagradas.
(5) Página de la Real Ciudad de Gáldar. E-mail: ciudadgaldar@hotmail.com
(6) Según la historiadora Luisa Álvarez de Toledo afirma que este Miguel de Mujica o Música era un canario cristianizado que además sabía leer y escribir, y que algunos historiadores han hecho pasar por español. G.A.
Según la historia oficial, fue "rey" o caudillo de Gran Canaria. Llamado Tenesor Semidan, tomó el nombre de Fernando Guarnarteme al bautizarse, combatiendo a sus vasallos, junto a los castellanos. El Guanarteme que nos ocupa, participó en la conquista de Gran Canaria y pudo hacerlo en la de Tenerife ("Canarias y América". V Centenario, 1992).
(7) Se supone generalmente que la presentación del Guanarteme debió de hacerse en Calatayud, donde los Reyes Católicos estaban a fines de mayo 1481. Sin embargo, no es cierto que se trate del Guanarteme, quien según Castillo, p.376, sólo fue hecho prisionero el 12 de febrero de 1483; fecha también sumamente dudosa. Si es cierto (221.10) que Fernan Peraza desembarcó en Lagaete a 1 de febrero de 1482, la prisión del Guanarteme bien podría ser de 12 de febrero de aquel año. (Alejandro Ciuranescu)
 
*Los cronistas e investigadores no están de acuerdo en cuanto al número de mercenarios castellanos muertos en la Batalla de Acentejo, las cifras oscilan entre los mil y mil quinientos según cada autor. Estudios reciente sitúan la cifra en más de dos mil quinientos, cifra que ya había sido corroborada por Marín de Cubas quien al referirse a la epidemia de modorra en Chinech (Tenerife) nos dice: “…a causa de los más de dos mil muertos que quedaron en la batalla del año anterior…”


 
                  Fuentes consultadas:

                  Antonio Rumeu de Armas
                  La Conquista de Tenerife. 1494-1496
                  Aula de Cultura de Tenerife
                  Santa Cruz de Tenerife, 1975.
 
Luisa Fernanda Alvarez de Toledo
Duquesa de Medina Sidonia
África Versus América: Las Fortunadas y otras islas.
 SRGS. V.1494.56. [3] SRGS. XII.1491.194.

Fernando Díaz-Plaja
Historia documental de España
Guadiana de Publicaciones
Madrid-Barcelona 1973.
 
Tomás Marín de Cubas
Historia de las Siete Islas de Canaria.
Ediciones Globo. La Laguna.
 
D.J.Wölfel
Estudios Canarios.
H.Nowak.BURGFRIED-VERLAG. Hallein
AUSTRIA.1980.
 
Fernando de Guanarteme: Calatayud y la historia
Sergio Sapataría Gualdaquivir
La Comarca (23-7-99)
Calatayud.org
 
Eduardo Aznar Vallejo
Documentos Canarios en el Registro del Sello
(1476-1517)
Instituto de Estudios Canarios
La Laguna-Tenerife, 1981.
 
Fray Bartolomé de las Casas, O.P.
Brevísima Relación de la Destrucción de África
Preludio a la Destrucción de Las Indias.
Viceconsejería de Cultural y Deportes del Gobierno de Canarias.
Salamanca 1989.
 
Fr. J. de  Abreu Galindo
Historia de las Siete Islas de Canaria.
Edición de Alejandro Ciuranescu.
Ediciones Goya, Santa Cruz de Tenerife, 1977.
 
Juan Bethencourt Alfonso
Historia del Pueblo Guanche, tomo 3º
La Batalla de Agüere, págs. 130-131.
Elías Serra Rafols
Las Datas de Tenerife (Libros I al IV de Datas originales)
Instituto de Estudios Canarios
La Laguna 1978.
 
 
  Febrero 2008.