sábado, 31 de enero de 2015

MUJERES AFRICANAS SINGULARES-CXVI






SOR BERNARDA HERNÁNDEZ RODRÍGUEZ (1911-1985), BACHILLER, PIANISTA, MAESTRA NACIONAL, CONCEJAL DE BUENAVISTA E HIJA DE LA CARIDAD DE SAN VICENTE  DE PAÚL DEDICADA A LA ENSEÑANZA

En este artículo queremos recordar a una entrañable y polifacética mujer, querida y admirada por todos los que la conocieron, Sor Bernarda Hernández Rodríguez, que obtuvo los títulos de Bachiller y de Maestra, destacó como pianista, ejerció como maestra nacional y fue designada concejal del Ayuntamiento de Buenavista, cargo al que renunció pronto. Luego abandonó el Magisterio público para ingresar en las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl,  en  cuya  Orden  continuó  desarrollando  una  impresionante  labor  docente  y  social, centrada durante 44 años y hasta su muerte en el Colegio Insular “San Antonio” de Las Palmas de Gran Canaria.

SU ILUSTRE  FAMILIA

Nuestra biografiada nació en la calle San Joaquín de Fasnia el 2 de abril de 1911, a las
siete de la noche, siendo hija de don Luis Hernández Farré, natural de Güímar, y de doña Isabel  Rodríguez  Reverón,  que  lo  era  del  citado  pueblo  de  Fasnia,  en  cuyo  “Centro parroquial”  estaban avecindados, aunque se  habían casado  en  la  parroquia del  Sagrario Catedral de La Laguna. El 15 de ese mismo mes fue bautizada, “sub conditione después de la bendición de la pila bautismal”, en la iglesia parroquial de San Joaquín por el cura ecónomo don José de Ossuna y Batista; se le puso por nombre “Ramona Cirila” y actuó como madrina la abuela paterna, doña Ramona Farré y Pujol, siendo testigos la madre, el padre, don Diego López González y don Guillermo Díaz González, los dos últimos ministros de la parroquia.

Creció en el seno de una familia acomodada, culta y profundamente creyente, que vivió primero en Fasnia y a partir de 1915 en La Laguna, aunque pasaba largas temporadas en Güímar, donde se estableció definitivamente hacia 1936. Por lo tanto, entre estas tres localidades compartió doña Bernarda su infancia y su juventud.

En la rama paterna destacaron numerosos ascendientes: su abuelo, don Pedro Hernández González (1837-1901), clérigo tonsurado y primer maestro propietario de Güímar (durante 40 años); el hermano de su abuela, don Fidel Farré Pujol (1839-1891), Licenciado en Sagrada Teología, beneficiado-arcipreste de Güímar y examinador sinodal del Obispado; su bisabuelo, don Pedro Hernández Bueno (1798-1885), administrador de espolios y vacantes de la Diócesis, regidor del Ayuntamiento de La Laguna, secretario de la Comisión de Escuelas de Güímar y comerciante; su tatarabuelo, don Pedro Hernández García (1742-1799), subteniente de Artillería; el hermano de su tatarabuela, don Sebastián Bueno y Quintero (1761-?), cura de Choroní y vicario de Barquisimeto, en Venezuela; y los tíos de ambos: don José  Antonio Quintero  y Acosta (1746-1763), clérigo minorista, don Domingo María  Quintero  y Acosta (1748-1828), conocido por “El Virrey”, oficial de Infantería, notario público, juez sustituto y receptor de la Audiencia de Méjico, ministro interventor e intendente honorario en La Habana, y don Isidro Quintero y Acosta (1764-1849), secretario de cámara y gobierno de dos Obispados en América, canónigo de la Catedral de La Laguna, juez examinador sinodal, juez colector e introductor de la cochinilla en Canarias.

Por su parte, en la rama materna también sobresalieron algunos miembros: su abuelo, don Francisco Rodríguez y González Perlaza  (1851-1936), capitán del Ejército Territorial de Canarias y comandante militar de Fasnia y de otras localidades; y sus bisabuelos: don Francisco Rodríguez  Perlaza   (1808-1888),  subteniente  de  Milicias,  alcalde  de  Granadilla  y  de Buenavista, y don Juan Antonio Reverón Martín (1803-1876), sargento 2º de Milicias.

En cuanto a sus hermanos, tuvo cinco: una niña, que falleció de corta edad en Fasnia, en 1911; don Francisco  Pedro  (1913-2007), casado con doña Ana Martín Fernández, con sucesión1; doña Cirila (1915), que ejerció como maestra en El Escobonal (Güímar), San Juan (Güímar), El Grandal (Puntallana), El Médano (Granadilla) y Lomo de Mena (Güímar), y contrajo matrimonio con don Arturo Hernández Cruz, natural de Güímar e interventor del Ayuntamiento, con descendencia2; doña  Mélida (1918-1996), conocida por “Meña”, que colaboró con sus hermanas en las tareas docentes y contrajo matrimonio con don Constantino Torres Bardó, con sucesión3; y don Luis Hernández Rodríguez, que se ausentó de la isla.

BACHILLER, PIANISTA Y MAESTRA

Tras  superar  los  Estudios  Primarios,  doña  Bernarda  cursó  el  Bachillerato  en  el Instituto de Canarias La Laguna. Siendo aún estudiante de este centro, en julio de 1925 contribuyó con 2 pesetas a la suscripción abierta para el homenaje que se la iba a tributar al director  del  instituto,  don  Adolfo  Cabrera-Pinto  y  Pérez,  con  motivo  de  su  próxima jubilación4.

Luego, después de obtener el título de Bachiller, se matriculó en la Escuela Normal de Maestras de la misma ciudad de La Laguna, donde cursó con brillantez la carrera de Magisterio, como destacó el periódico Gaceta de Tenerife el 15 de junio de 1929, bajo el titular “Alumnos aprovechados”:  “En la  Escuela  Normal de Maestras  de La Laguna  ha terminado, con brillantes notas, el segundo curso de la carrera  del Magisterio, la estudiosa señorita  Bernarda  Hernández Rodríguez. / Reciba ésta la más sincera  felicitación, la que hacemos extensiva a su abuelo, nuestro distinguido amigo don Francisco Perlaza”.

En ese mismo año, doña Bernarda participó con brillantez en la fiesta literaria incluida en el programa de actos de la festividad en honor de la Milagrosa, Patrona de la Escuela Normal, la cual se celebró el domingo 24 de noviembre de 1929, a las tres de la tarde, y fue organizada por las alumnas de tercero de Magisterio, con la cooperación de sus compañeras de los demás cursos. Dicho acto tuvo lugar en el salón de actos del centro docente, como anunció Gaceta de Tenerife el 22 de dicho mes; en la primera parte se interpretaría: “«L'Eventail», piano a  cuatro  manos, por  las alumnas Bernarda  Hernández Rodríguez y Pilar Alonso Gómez”; y en la segunda parte: “«Un temporal en el cabo de Hornos», piano, por  la  señorita   Bernarda   Hernández  Rodríguez,  explicando  los  diferentes  momentos musicales la señorita Isabel Hernández”. Al día siguiente, dicha información fue reproducida en La Prensa. Y el 30 de ese mismo mes, una vez celebrado el festival, Gaceta de Tenerife destacaba la brillante actuación de nuestra biografiada: “Todos los números del programa, estuvieron a cargo de las normalistas. Merecidos aplausos recibieron la señorita Bernarda Hernández Rodríguez, por la delicadeza con que ejecutó al piano Un temporal en el Cabo de Hornos; y la señorita Isabel Hernández, que explicó los diversos motivos musicales de tan sentimental composición. / La misma señorita Hernández y la señorita Pilar  Alonso oyeron nuevos aplausos por la admirable interpretación, a dos manos, de L’Eventail”.

MAESTRA    INTERINA    DE    MASCA    Y   VALLE    DE    SAN   LORENZO,    Y   CONCEJAL   DEL AYUNTAMIENTO  DE BUENAVISTA

Una vez obtenido el título de Maestra de Primera Enseñanza, en junio de 1931 doña Bernarda presentó una instancia a la Junta Provincial de Instrucción Pública, “solicitando regentar escuelas interinamente”, tal como informó Gaceta de Tenerife el 27 de dicho mes.

Su primer destino fue el de maestra interina de la lejana escuela de Masca (Buenavista del Norte), para la que fue nombrada el 28 de octubre de 1931 y de la que tomó posesión tres días después, cuando contaba 20 años de edad. Permaneció a su frente durante un año y medio, hasta el 19 de abril de 19335. En ese período fue designada para que ocupase el puesto de concejal en el Ayuntamiento de Buenavista, dado el gran prestigio y el afecto que se había ganado en el vecindario; debido a sus constantes traslados a la cabecera municipal tuvo que nombrar como sustituta a su hermana Meña, quien en ese tiempo colaboró con ella. Poco tiempo  después,  abrumada  por  los  problemas  que  en  aquellos  difíciles  tiempos  de  la República tenía el Ayuntamiento, doña Bernarda renunció al cargo de concejal y a su plaza de maestra.

El 22 de enero de 1934 fue nombrada maestra interina de la escuela de niñas de Valle de San Lorenzo (Arona), de la que tomó posesión el 28 de dicho mes y en la que permaneció durante ocho meses, hasta el 29 de septiembre del mismo año6.

Después de este destino parece que doña Bernarda abandonó el Magisterio público, aunque en el censo de 1940 estaba empadronada con sus padres y dos hermanos (doña Nélida, de 22 años, y don Luis, de 14) en la calle Santo Domingo de Güímar; figuraba con 28 años de edad y como “profesora”7; no obstante, sabemos que por entonces estaba ausente en la Península.

LABOR DOCENTE  COMO HIJA DE LA CARIDAD DE SAN VICENTE  DE PAÚL

Lo cierto fue que nuestra biografiada sintió como crecía en ella una irrefrenable
vocación religiosa, por lo que ingresó en las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl. Tras seguir los estudios de noviciado en Sambuesa (Navarra) y en Cádiz, profesó solemnemente en dicha Orden.

La nueva monja trabajó intensamente en varios centros religiosos peninsulares, hasta que en 1941 se incorporó al Colegio Insular “San Antonio” de Las Palmas de Gran Canaria, internado que su Orden regenta en la calle Sor Brígida Castelló nº 1 de dicha ciudad. En este centro prestó 44 años de servicios ininterrumpidos a la Enseñanza, hasta que le sorprendió la muerte.

Por sus aulas pasaron numerosas generaciones de canarios de todas las clases sociales, que luego llegarían a ser desde errantes vagabundos hasta ingenieros industriales, pasando por todas las profesiones conocidas. En ellos volcaba su espíritu humanitario, hasta el punto de romper pizarras para darle trozos a los niños más pobres, de modo que tuviesen donde escribir.  Además  de  los  conocimientos elementales  de  lectura  y escritura,  Sor  Bernarda enseñaba en el colegio otras disciplinas, sobre todo piano, mecanografía y manualidades.

ENFERMEDAD  Y FALLECIMIENTO

Encontrándose gravemente enferma, Sor Bernarda Hernández Rodríguez ingresó en la
Clínica Ntra. Sra. del Perpetuo Socorro de Las Palmas de Gran Canaria, recibiendo allí
durante su larga permanencia probados desvelos y atenciones, tanto por parte del cuadro médico como por el resto del personal. En este centro médico dejó de existir el miércoles 20 de noviembre de 1985, a los 74 años de edad, confortada con los Santos Sacramentos y la Bendición Apostólica. Ese mismo día fue trasladada a su querido Internado “San Antonio”, que sirvió como capilla mortuoria para su velatorio. A las once de la mañana del día siguiente fue trasladada a la parroquia de Santo Domingo de Vegueta, donde se ofició la misa de corpore insepulto y luego recibió sepultura en el cementerio católico de San Lázaro de dicha ciudad.

El mismo día de su muerte se publicaron en el Diario de Las Palmas dos esquelas, en las que se rogaba una oración por el eterno descanso de su alma y se invitaba a asistir a su entierro, una enviada por sus hermanos y otra por “El Padre  Director,  Sor Visitadora y Consejo, sus hermanas  de Comunidad, Hijas  de la  Caridad  de San Vicente de Paúl  del Colegio Insular San Antonio y familia”. Esas mismas esquelas se repitieron al día siguiente en La Provincia. Asimismo, este periódico se hizo eco de la muerte de esta entrañable religiosa el 23 de dicho mes, en el apartado “In memoriam” de su sección “Vida social”:

En  esta  ciudad dejó  de existir sor  Bernarda  Hernández Rodríguez,  hija de  la Caridad. Tras oficiarse una misa corpore insepulto en la parroquia de Santo Domingo (Vegueta),   recibió   cristiana   sepultura   en   el   cementerio   católico   de   San   Lázaro. Expresamos nuestro pésame a sus hermanos: Pedro, Cirila, Meña y Luis Hernández Rodríguez; hermanos políticos: Ana Martín Fernández y Constantino Torres Bardó; sobrinos, primos y demás familia, así como al padre director, sor visitadora y consejo, y hermanas de comunidad Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl del Colegio Insular San Antonio.

Sus familiares renunciaron al traslado de su cadáver hasta Güímar, dado el cariño que se le profesaba en la capital grancanaria, pues quiso que sus restos reposaran para siempre en la ciudad en la que había transcurrido la mayor parte de su vida.

En Tenerife se celebraron varias misas por el descanso de su alma: en la parroquia de Santiago Apóstol de El Puertito de Güímar el domingo 24 de noviembre, a las diez de la mañana; en la parroquia de Santo Domingo de Guzmán de la misma ciudad el miércoles 27, a las seis de la tarde; en la parroquia de San Francisco de Santa Cruz de Tenerife el jueves 28, a las siete y media de la tarde; en la parroquia de la Cruz del Señor el viernes 29, también a las siete y media de la tarde; y en la parroquia de Valle de San Lorenzo el sábado 30 de noviembre, a las seis y media de la tarde.

SEMBLANZA PÓSTUMA POR DON JUAN GREGORIO HERNÁNDEZ

El 26 de ese mismo mes de noviembre, don Juan Gregorio Hernández publicó en
Diario  de  Las  Palmas  una  emotiva  reseña  necrológica  de  nuestra  biografiada,  titulada “Falleció   Sor  Bernarda.   Una  vida  entregada   a  la  obra  social”,  que  por  su  interés reproducimos a continuación:

Tinerfeña de nacimiento, canaria por adopción e Hija de la Caridad por una vocación que la llevó a marcar las más altas metas a la entrega, en un servicio directo a los niños a través de 42 años en el Colegio Insular San Antonio.

Fue la mujer fuerte que nos habla el Evangelio, su lámpara se mantuvo encendida
siempre para los demás, por eso su pérdida ha producido profundo dolor en las Comunidades de Hijas de la Caridad y en las generaciones de niños y familiares que compartieron con ella penas y alegrías, sinsabores y éxitos, carencias y, sobre todo, amor; un profundo amor que la llevaba a heroicidades silenciosas, que sólo están escritas en el libro de la vida, porque fueron siempre hechas en la humildad que fue su característica.

Pedagoga,  humana,  vicenciana,  disponible  y  responsable,  su  vida  se  ha  ido
consumiento día a día en una entrega incondicional a la noble causa de los niños.

Su sentido y proyecto de vida iba siempre directamente a Dios, y su final probado por el sufrimiento personal, lo ofreció conscientemente por los niños, razón de ser de su vida y de su afán.

Nota necrológica publicada en Diario de Las Palmas el 26 de noviembre.


SEMBLANZA POR DON DOMINGO CHICO, CORRESPONSAL OFICIAL DE GÜÍMAR

También don Domingo Chico González, Corresponsal Oficial e Hijo Adoptivo de
Güímar,  dedicó  a  nuestra  biografiada  un  sentido  artículo  en  El  Día  el  sábado  30  de noviembre, que tituló “Desde Güímar.  En la  muerte de Bernarda  Hernández, hija  de la Caridad”:

Desmemoriada la humanidad en el abigarrado fluir de la existencia, ignora la muerte, postergándose el pensamiento respecto a la vigencia que la propia naturaleza comporta en igualdad para todos. Los valores éticos y humanos de validez permanente se soslayan, privando el interés por las cosas perecederas. Es un vivir perturbado el nuestro por el excesivo caudal de apetencias que arrastra, distantes el dolor, la ternura y toda amorosa causa.

Y sin embargo la muerte va con el mundo, medrando en un calvario de resurrecciones para bien o para mal según comportamientos. Puede ser un poema-código, o el arañazo doliente que perdura en desgarramientos del alma. Y es por eso que cuando un ser se ha despegado de las mentiras mundanas y se da a Dios en la fe de sus obras nos paramos a pensar lo que somos, viniendo entonces el crujir de dientes, a orillas de lo finito, como despertados de un mal sueño. ¡Súbeme a Ti, Señor!, acabamos por exclamar. Dame la mano desde la alta cumbre de tu gloria, y hazme oveja hallada más lejos de mis propias lágrimas.

Y puede ser tiempo aún si volvemos de ese fárrago que nos lleva, sinceros a posteriori al menos, sobre la tierra dóciles.

Sor Bernarda Hernández, coetánea del que ahora escribe, venida de una familia por  demás  apreciada,  creyente  y  de  noble  vivir,  nació  para  seguir  a  Jesús  sin  otra alternativa que el Cielo a través de la ayuda a sus hermanos los pobres. Ella contribuyó a redimir al mundo en aquello que más atrae, para con el lirismo amante de las buenas obras sentir la confesión de la tristeza terrenal, vislumbrando al Señor en el compromiso de sus promesas.

Sor Bernarda ha muerto. Ahora habrá comenzado a vivir la existencia pretendida, escapada ya de un mundo en el que calor y frío no sirvieron ante las penas. Y en ello estuvo toda la vida. Su trance amargo por cruel y larga enfermedad le serviría de alado
triunfo  para  hacer  presentación,  ante  el  que  la envió  a  contribuir  en  la obra  por  El comenzada.
Rezaremos por ella, vista en la rogativa que alzamos, sincera mirándonos, alma ya sin amarguras. Y que sea ahora su bien moción de reclamo a nuestro andar por la tierra desolada.

Fue Hija de la Caridad de San Vicente de Paúl del Colegio Insular San Antonio, en Las Palmas de Gran Canaria. Cuarenta y cuatro años de servicios ininterrumpidos (antes lo había hecho en centros peninsulares) le sirvieron para una labor dichosa que le crearía merecimientos sin fin en esa localidad donde la lloran con lágrimas verdaderas. Es tanto el amor por ella despertado que los suyos tinerfeños considerando el cuadro después de
vivirlo intensamente renunciaron al deseo de trasladar su cadáver a Güímar para darle sagrada sepultura junto a los suyos donde sus padres yacen: un rasgo tremendamente significativo que mucho dice en favor de la gente de la isla de enfrente que la quiso y que agradece sus obras de misericordia, en las que se ven inmersos muchos seres que la llamaron madre.

Era una santa. Su ejecutoria lo confirma, como el dominio de tanto dolor sufrido en franca resignación.

Desde Tenerife su familia quiere expresar sinceramente un amable agradecimiento al director de la Clínica Nuestra Señora del Perpetuo Socorro que la atendió, don Juan Pedro Marallé Mariñán y al cuadro médico a sus órdenes, así como al resto del personal
que allí trabaja, por sus probados desvelos y atenciones a favor de Sor Bernarda durante su larga permanencia en el Centro, favor que recordarán siempre en el más considerado aprecio, igual que al público de Las Palmas por su reconocimiento y su pena. Pero de una manera particularísima a los que un día fueron acogidos y ahora, sin ser de su sangre lo supieron ser en espíritu.

Y que ella nos diga: Yo quiero hablar de vuestra boca.

No volverá del tiempo, lo sabemos, pero en su obra tendremos una señal. Que Dios la tenga en su seno.

(Octavio Rodríguez Delgado. Cronista Oficial de Güímar) [blog.octaviordelgado.es]


Notas:

1  Tuvieron cinco hijos: doña Ana María,  don Pedro  Francisco,  don Rubens, don Francisco  y doña Milagrosa Hernández Martín.
2 Procrearon dos hijos: don Carlos Alberto (1939), Doctor en Derecho, secretario titular de Ochagavía e Izalzu (Navarra) y profesor de universidad, y don Jaime Rufino Hernández y Hernández (1943).
3 Dejaron tres hijos: don Antonio, doña Isabel, secretaria del ministro de Cultura don Javier Solana, y don Pedro Torres Hernández, restaurador de obras de arte.
4 “Homenaje a Cabrera Pinto”. La Prensa, jueves 23 de julio de 1925, pág. 3; “Una próxima jubilación. Homenaje a Cabrera-Pinto”. Gaceta de Tenerife, 26 de julio de 1925, pág. 3.
5   Archivo de la  Consejería de Educación del Gobierno de Canarias. Libros de  nombramientos y escuelas.
6 Ibidem.
7 Archivo Municipal de Güímar. Padrón vecinal de 1940.


EL MENCEYATO DE TEGUESTE



APUNTES PARA SU HISTORIA


Capitulo XI-III



El primer cementerio municipal de Tegueste
“Dejar de enterrar en los recintos sagrados constituyó un cambio brusco en una costumbre secular, cambio al que generalmente se oponían el clero rural y los vecinos, fuertemente apegados a la tradición, a lo que, en el caso de los curas, se unía el temor de perder una fuente de ingresos importante para las parroquias, de la que habían sido los únicos administradores.

Sin embargo, desde el inicio de la cuestión de los cementerios a principios del siglo XIX, en Tegueste el apoyo a su construcción fue siempre declarado, al menos por parte del ayuntamiento y de los párrocos.

Curas antecesores del Prebendado defendieron también la conveniencia de contar con un campo santo, pero no cabe duda que el tenaz empeño puesto para su realización por parte del Ayuntamiento viene a coincidir con las cartas y exposiciones enviadas por el párroco desde que tomó el cargo en 1842. De hecho una de las primeras diligencias del nuevo cura frente al ayuntamiento fue abogar por su construcción. Es más, el vecindario, al contrario de lo que ocurrió en otras zonas rurales, no se oponía a los enterramientos fuera de la iglesia, pues según palabras del Prebendado apetece y desea con ansia dicha obra.

El problema de la ubicación

Los cementerios, desde las primeras disposiciones legislativas en esta materia, debían construirse en las afueras de las poblaciones, aunque podrían levantarse cerca de las parroquias siempre y cuando se situaran en sitios ventilados y distantes de las casas. Sin embrago, son muchos los pueblos donde no se cumplieron estas normas. En el caso del antiguo cementerio teguestero, la búsqueda de un lugar adecuado para ubicarlo se traduce en un capítulo más del choque entre las necesidades de los vecinos del pueblo
(sanitarias, de abasto público) y los intereses de los grandes propietarios.

A lo largo de la primera mitad del siglo XIX se propusieron dos ubicaciones, ambas en el Casco del pueblo: en primer lugar en terrenos situados en la Placeta y, en segundo lugar, donde por último se construyó, enfrente de la iglesia parroquial.

La primera propuesta, en la zona de la Placeta, data de 1814 y fue desechada por no reunir condiciones óptimas para tal fin: lugar poco ventilado y proximidad de casas y varios caminos7 y, por la oposición del Marqués de Casa Hermosa debido a la cercanía a la cabezada de su casa.

Este emplazamiento que ocupaba parte de la hacienda del marqués, se vuelve a proponer siete años después, en 1819.

Cuando ya la Casa Consistorial estaba construida y la Plaza de San Marcos alineada10, en 1845, el síndico personero propone construir el cementerio en terrenos situados en la propiedad de Lorenzo de Montemayor y Roo, enfrente de la iglesia parroquial. Montemayor se opone por tener intención de construir una casa cerca del terreno señalado, y ser el cementerio un vecino muy poco agradable y nada conveniente. El Ayuntamiento sin embargo continúa con su propósito de construir el cementerio en dicho terreno, alegando que don Lorenzo tiene otra casa en el pueblo.

Por fin se nombra al doctor Pedro Vergara, médico titular de Santa Cruz, para la elección del lugar más adecuado, y de nuevo elige el terreno señalado por el Ayuntamiento: frente a la iglesia, dentro de la propiedad de Lorenzo de Montemayor, por las siguientes razones: porque, sobre estar a sotavento de la población, está también inmediata a ella, evitando por consiguiente así los estorbos y obstáculos que son inherentes a una larga distancia, ya en las temporadas del calor, ya también en los rigores del invierno.

Debido a las continuas dificultades puestas por el propietario del terreno, el Ayuntamiento termina por solicitar la expropiación forzosa. Por fin, en octubre de 1847 Lorenzo de Montemayor se aviene a hacer la demarcación de la parte de terreno necesario para el cementerio, según lo decretado por la Diputación.

En lo que debió constituir una larga jornada, el 29 de octubre de 1847 Corporación municipal y propietario se reúnen para hacer señalamiento del almud de terreno necesario para la construcción del cementerio. De nuevo afloran las discrepancias. El terreno propuesto por Lorenzo de Montemayor se situaba en el sitio conocido como La Palmita, lugar que no le parece adecuado al Ayuntamiento por varias razones: primero, por lindar con dos barrancos; segundo, por estar distante de la parroquia y, tercero, por no cumplir con la disposición superior que había designado el terreno justo enfrente a la misma iglesia. Montemayor entonces señala la parte del terreno frente la Iglesia por el costado que linda con el camino real que se denomina de Ramírez, sitio que tampoco conviene al Ayuntamiento por estar inmediato a la corriente de un barranco o barranquera que puede perjudicar a la pared del cementerio, a pesar de haber ofrecido Montemayor quitar el agua dándole corriente por otro paraje distante. La cercanía de las casas de Pedro Vergara y de María Martel hacen desistir definitivamente de este sitio.

El Ayuntamiento propone entonces que se haga en un sitio intermedio entre el punto señalado y el caño que divide del frente de la plaza y junto al mismo camino ya referido.

Al final, don Lorenzo abandona la sesión por ser muy tarde del día y tener que restituirse a su casa.

El médico vocal de la Junta Provincial de Sanidad, Bartolomé Saurin, pasa a reconocer de nuevo el terreno señalado por Lorenzo Montemayor y no lo haya a propósito, por hallarse situado en paraje bajo e inclinado, mal ventilado e incluido en un barranco que lo expone a inundaciones; además de no distar sino como unos treinta pasos de las casas de la pertenencia de Doña Dolores Martel viuda de Don Juan Colombo, y don Pedro Vergara, vecinos de la Ciudad de La Laguna, (pero si halla a propósito) y sí ve adecuado el terreno que linda con la plaza:

conceptuando el mencionado doctor que el terreno de la plaza que linda por su frente con ella, con el sur con el expresado Vergara, por en naciente con tierras de don Pedro Enriques, vecino de La Laguna, y por el poniente otras del citado Montemayor, reúne todas las condiciones sanitarias que se requieren para las inhumaciones sin que se comprometa la salud pública, en atención a que este último terreno colocado en paraje más elevado que el que designó el precitado don Lorenzo Montemayor se halla también a mucha menor distancia de la Iglesia parroquial, y expuesto a los vientos del norte y nord-este que dominan este Lugar; y que presenta las circunstancias favorables para poder practicarse las excavaciones a la profundidad de cuatro a cinco pies que se
necesitan para los entierros.

La superficie debía ser el triple de la indispensable para los entierros de un año, no inferior a un almud (450m2) y debía separarse todo lo posible de un barranquillo que linda por el sur.

Por fin Francisco de Armas abaliza el terreno. Se evalúa el millo que había plantado en él para el pago de la indemnización y Juan Hernández de Armas aprecia el almud:
pase a la plaza de la parroquia de la cual aproximado a la pared de que forma linde que divide el terreno propio de Don Lorenzo Montemayor y Roo al frente de la puerta de dicha parroquia, mirando con bastante cuidado el consabido terreno y con el conocimiento que siempre he tenido de él, lo aprecié un almud en el extremo que forma
esquina con dicha plaza y camino que de ella sale hacia la Cairosa, sujetándome en este aprecio hasta el Barranquillo que baja por el propio terreno y frente de la casa mortuoria, repuntándole su valor el de 250 pesos por fanegada (...)

En agradecimiento, se acuerda que la obra llevara inscrito el nombre de Juan Saiz de Arroyal, Jefe Superior Político de la Provincia.

El problema de la financiación

Ya no hay ningún escollo para la construcción del cementerio municipal, excepto el financiero, que termina por paralizar la obra. De hecho, la financiación de las obras de los cementerios constituyó un apartado más dentro de las controvertidas relaciones entre la iglesia católica y el poder civil representado por los ayuntamientos. Éstos, como garantes de la salud pública, debían velar por la conservación y salubridad de los cementerios, pero los gastos según la ley debían correr a cargo de las fábricas parroquiales; en caso de ser insuficientes sus caudales, los gastos se prorratearían entre los diezmos, fondos píos y fondos públicos. Como siempre cuando son varias las opciones para pagar, todos se excusan. En el caso de Tegueste, la escasez de recursos era generalizada. Ni la fábrica de la iglesia ni el ayuntamiento tenían fondos. Sin embargo, desde inicios del siglo XIX el ayuntamiento asume como propio el problema de la erección del cementerio a su costa. Amparándose en la R.O. de 14 de noviembre de 1832 por la que, en el caso de no existir fondos parroquiales ni municipales, los ayuntamientos podían establecer arbitrios especiales, el Jefe Superior Político autoriza una contribución vecinal para su construcción. Antes se barajó la posibilidad de enajenar terreno en la Placeta para sufragar las obras, lo que suscitó el rechazo de los vecinos temerosos de perder ese lugar de esparcimiento.

De hecho, con el tiempo debido al desarrollo de las competencias municipales, serán éstos los que se hagan cargo de los gastos de construcción y mantenimiento, aunque, hasta finales del siglo XIX, los gastos en su mayoría debían correr a cargo de los fondos parroquiales. R.C. 3 de abril de 1787, R.O. de 2 de junio de 1833 y de 13 de febrero de 1834.
A los ayuntamientos se le conferían nuevas competencias (construcción de cementerio, escuela de instrucción primaria, arreglo de caminos), pero no se les dotaba de fondos para llevarlas a cabo. Ante la insistencia de las autoridades superiores para que se construyese el cementerio, el consistorio alega la falta de dinero para acometerlas.

(...) y careciendo esta Municipalidad absolutamente de toda clase de fondos, y no pudiendo discurrir arbitrio alguno (...) no han podido establecerse en este Pueblo, un cementerio y continúan en el templo los enterramientos (...). Siendo sensible que viniendo a respirar la pureza de estos aires (gentes de otros pueblos) no sólo hallen sus paseos incómodos y su templo exhalando los vapores de los sepulcros (...)

Por fin, en 1850 dada la urgencia para la terminación del cementerio, se autoriza disponer de 500 reales de vellón en poder del depositario del Ayuntamiento, destinados a mejora y reproducción de los montes, y desviarlos para la obra del cementerio. A la postre, al igual que la casa consistorial, el cementerio se hace gracias a los vecinos.

En 1850, el Prebendado protesta porque sólo hay sitio para cinco sepulcros en la parroquia, y teme no tener sitio donde enterrar en caso de producirse una enfermedad contagiosa en la pueblo21. Impelidos por esta urgencia, a finales de 1850, ya se habían realizado los primeros enterramientos y, por tanto, el recinto estaba bendecido aunque no habían finalizado las obras, puesto que aún en la primavera de 1851 se urge al ayuntamiento acabarlo22. En 1856, aunque no estaba acabado, presentaba un buen estado para su uso.

El cementerio municipal como nuevo elemento arquitectónico

El cambio de mentalidad y de costumbres que supuso la inhumación en espacios diseñados expresamente para tal fin, dio lugar a un nuevo elemento arquitectónico, el cementerio municipal. Éste, junto a otras construcciones públicas (ayuntamientos, alamedas,…), renuevan el urbanismo urbano y se convierten pronto en imágenes distintivas de los pueblos.

Una muestra más del interés puesto por el Prebendado para que Tegueste contara con un cementerio, son los dos planos que realizó del mismo. A partir de uno de ellos el maestro de mampostería Pedro Pinto de la Coba, realizó el presupuesto de la obra en 1848. Uno de los planos presenta una planta triangular; el segundo, de planta rectangular, se asemeja más al que finalmente se llevó a cabo. Ambos reflejan el racionalismo en su diseño.

El cementerio de Tegueste se conformaba, pues, como un pequeño y sencillo camposanto rural, de planta rectangular, rodeado por un cerramiento de mampostería, que en la parte delantera se adorna con pilares rematados en punta y una entrada con frontis triangular rematado por una cruz. Según el plano del Prebendado contaba con un “anexo” para casa y sitio destinada a un vecino que cuide de enterramiento y aseo del cementerio.

Esta parte nunca se construyó, así que del cementerio dibujado por el Prebendado sólo se construyó la mitad.

La construcción de la capilla, de planta cuadrada, incluida en el presupuesto de construcción, en 1859 seguía sin construirse. Según la normativa, en caso de no haber fondos suficientes, se podía prescindir de capillas y osarios.

El viejo cementerio se mantuvo hasta su demolición en la década de los sesenta del pasado siglo, aunque el nuevo cementerio de la Bardona comenzó a usarse en 1953.

El ciprés es árbol siempre asociado a la imagen del cementerio, asociación que refleja la célebre copla Cementerio de Tegueste / cuatro muros y un ciprés / tan pequeño y sin embargo/ cuanta gente cabe en él. Sin embargo, al parecer, según algunos vecinos, tal ciprés era un bellotero.

Planos realizados por el Prebendado. El que se llevó a cabo fue el segundo, aunque con modificaciones. No se construyó toda la zona marcada con el núm. 9, correspondiente a una casa y sitio para el enterrador y cuidador del cementerio.” (María Jesús Luís Yanes/Juan Elesmí de León Santana, 2011).

El Cementerio nuevo de Tegueste

El actual Cementero de Tegueste, Cementerio municipal de Bellavista. “Cementerio de Nuestra Señora de los Remedios, inaugurado en 1953, siendo alcalde de Tegueste de los elegidos dedo según las practicas franquistas   Rafael Suárez del Castillo.

Posteriormente debió ser sometido a reformas, como recoge la crónica de una reinauguración a la que asistió el entonces gobernador colonial Juan Pablos Abril, extremeño y médico de profesión, que había sido designado gobernador civil de la provincia de Santa Cruz de Tenerife en marzo de 1964, permaneciendo en el cargo hasta abril de 1966.

En el año 2012, el Ayuntamiento de Tegueste acomete obras de ampliación y acondicionamiento del Cementerio municipal ejecutando la construcción de tres nuevos módulos en el Cementerio, lo que se traduce en que estas instalaciones disponen de un total de 72 nichos más, lo que supone una clara mejora de los servicios e infraestructuras que ya tenía el Cementerio de Tegueste.

Los trabajos   llevados a cabo por la Corporación teguestera estuvieron  encaminados a la mejora de todos los jardines de las instalaciones funerarias y el arreglo del pasillo central, además de la colocación de algunos árboles, limpieza de cepas y raíces. Además, las obras van encaminadas a mejorar la accesibilidad al recinto.

Ignacia Rodríguez Díaz fue la primera persona inhumada en el cementerio nuevo en agosto de 1953. Archivo del Registro Civil de Tegueste. Tomo 20, f. 12,

La Secular lucha colonial por la posesión del agua

Las aguas de Tegueste

158.-Cabildo. f. 273 r.
21 de junio de 1511, dentro de S. Miguel. El Sr. Ado, su Alc. m.o. Muñoz, algo; Vergara, L. fernandes, Gallinato, Castellano, Valdés, Llerena, S. Páez, Regso; Zorroza, Pers., ante Vallejo. Luego entró B. Benites.

Se determinó lo pedido por Alonso de Samarinas en razón del agua de 1os Berros.

Dieron su poder a Vergara y al Br. P. Fernandes para que reciban cualquier petición o escrituras del dicho Samarinas para verificar los gastos que hizo para aprovechar el agua. f. 273 v.

Se platicó sobre el agua del Concejo, que va por Tegueste, con la cual se regaban las heredades de Tegina a donde el dicho Sr. Ad., con algunos de los Srs., fué a visitar porque diz que Axenxo Gomes impedía aquel agua, que decía tenía título de ella y para que no recibiesen tanto daño // otros que allí tienen heredades, mandaron que el dicho pueda regar hasta el quince de mayo, dejando agua en el arroyo bajo en que beban los ganados, y dende en adelante no toque ni tome de la dicha agua y que esto se manda sin perjuicio del derecho del Concejo, porque era suya el agua; y que sea notificado al dicho Axenxo. y que deje camino llano en las heredades, desde la entrada del Río hasta en fin de ellas, de ancho de veinte y cinco pies.

En faz de los Regs. Valdés y L. Fernandes, notifiqué lo susodicho a Axenxo Gomes, el cual dis que era el agua suya y apela de ello. Ts.: Alonso Lorenzo y Martin Gonzalo.

El comendador fray Francisco de Quintanilla dice que en razón del agua del Pino que le fué quitada le mandó su señoría dar información, la cual dió ante Sebastián Paez; pide sea restituido en su posesión. Mandaron que traiga la probanza que tiene hecha ante Paez.

Sobre una agua que es en Tegueste, bajo el agua con que ha regado Axenxo Gomes que parece que impide Gonçalo d' Oporto, proveen que la deje libre para que beban los ganados y se cerque, de manera que no reciba daño y que cuando regase sea de noche, por que no enturbie el agua de día en el barranco debajo de las dichas aguas, que deje un camino por donde entren de día los ganados y que haga acequia por do despina el agua de día y vaya al abrevadero. Que se le ha de notificar a él y sus consortes y que no pueden beber puercos.// Otrosí que debajo de estas aguas hay otras, que aquellas los puercos puedan beber. (Acuerdos del Cabildo colonial de Chinech=Tenerife, t.II)

Las aguas del Borgoñon

“En la Historia de Canarias, el agua, la lucha por conseguirla, ha sido siempre una constante: Trabajos para captarla, conducirla o almacenarla, y pleitos para adquirirla en propiedad, demandas judiciales nacidas por la indefiniciones, complejidades y lagunas de los repartimientos de tierras y aguas durante la colonización, que se continúan en el tiempo y que sirven a los grandes propietarios para hallar resquicios para hacerse con el control de aguas que históricamente habían sido de uso comunal.

En pueblos como Tegueste el conflicto se acentúa debido al asfixiante régimen de propiedad de la tierra, caracterizado por grandes haciendas en manos de propietarios absentistas, cultivadas por vecinos del lugar como arrendatarios. Los contendientes se repiten en numerosos procesos: por un lado, el vecindario y sus necesidades de abastecimiento. Por otro lado, los grandes propietarios y la necesidad de riego de sus haciendas. En medio de ambos, como humildes peones en una situación que no debía resultar muy cómoda, los medianeros de los hacendados, generalmente brazos ejecutores de la “distracción” de las aguas para el riego de las tierras de sus señores.

No podemos olvidar tampoco, un nuevo elemento en las disputas, nacido con la nueva organización territorial de la isla y la creación de municipios independientes: el Ayuntamiento, garante del abastecimiento de agua al vecindario, defensor del interés público a pesar de las dificultades monetarias y humanas para hacer frente a los procesos judiciales. La parte contraria era poderosa; grandes propietarios absentistas
quienes, aparte del ingente poder que les confería ser dueños de la mayoría  de las tierras del municipio, gozaban de gran influencia en los poderes públicos administrativos y judiciales.

El Ayuntamiento acostumbrado a las continuas alegaciones contra sus decisiones en el tema del abasto y conducción del agua para el mantenimiento de los vecinos, tema por otra parte de competencia puramente municipal, algunas veces se cura en salud remitiendo a las autoridades superiores las actas plenarias sobre el tema, con el fin de que las ratifique. En este sentido, sorprenden las manifestaciones de la Corporación, si no subversivas si al menos llenas de descontento resignado, cuando se queja del gran temor que tienen los pequeños pueblos en llevar acabo las funciones que les competen, por la falta de estudios de los miembros de los ayuntamientos y la falta de fondos para seguir pleitos contra cualquier despojo de los señores hacendados que se crean ofendidos en sus derechos y que prefieren que padezca un pueblo que el recibir un débil
perjuicio, y así es que en tal estado estamos, que si la superioridad con el lleno de sus
facultades no toma cartas en que se corrija este mal, cierto es que vamos a perecer1.

En 1836, se acordó que los arrendatarios de los hacendados no regaran los ñames y otros frutos con el agua del Nieto y el Caidero, ni que cortasen el natural discurrir de las aguas con paredes, con lo que sobre todo en época estival se mermaba en demasía el caudal destinado al abasto público. Asimismo, se señalan los puntos por donde se debía alistar el agua, primero para las necesidades de los vecinos, segundo, para abrevar el ganado y, por último, para el lavado de ropa. Este acuerdo se remite a la superioridad en previsión de las quejas de los grandes propietarios, no obstante, como se ha dicho, de que el arreglo y disfrute de las aguas y demás aprovechamientos comunes era competencia municipal.

A la falta de preparación de los ediles municipales, se unía las dificultades monetarias para hacer frente a los procesos judiciales. Así, en 1827, en el pleito que la Corporación mantuvo con José González de Mesa por la posesión de aguas, la falta de fondos para hacer frente a los gastos del litigio obliga a pedir donativos en especie o dinero a los vecinos.

El agua del barranco del Borgoñón

La fuente del Borgoñón surtía de agua potable a Tegueste el Nuevo y al pago del Borgoñón, a través del barranco del mismo nombre. En éste también confluían las aguas de las fuentes de Tornero, los Álamos, del Camino y del Mulato, aunque, al tener sus nacientes en las cumbres que rodean el Valle por la parte Este, a unos 2 km. del barranco, sus aguas apenas llegaban a él debido a las cantidades que se consumían o perdían antes de llegar. De modo que las aguas de la fuente del Borgoñón eran las que mayor caudal daban al barranco, una pipa por hora en verano. Los sobrantes, junto con las aguas de lluvia, discurrían por el barranco donde formaban charcos que servían como lavaderos y dornajos4. Son numerosas las citas en que aparece el Barranco del Borgoñón como lugar donde abreva no sólo el ganado de Pueblo sino también de fuera. Otras fuentes de la zona servían de dornajos, como a la Fuente del Medio, del Castaño y
de los Crespos.

El pago del Borgoñón aparece como entidad separada de Tegueste el Nuevo en algunos padrones. En 1779 contaba con 84 habitantes y en 1830 con 63. Este drástico descenso del número de habitantes podría deberse a que en el primer padrón se englobaba todo El Infierno. En el segundo se diferencia el Borgoñón de la Caldera y El Infierno. A mitad del siglo XIX seguía contando con 58 personas.

En ocasiones, acuciados por la escasez, los vecinos y en su nombre el Ayuntamiento, solicitan a los grandes propietarios que les “presten” agua de su propiedad. En una carta dirigida al alcalde por el gran propietario José González de Mesa relativa al agua que tiene en su hacienda del Borgoñón, afirma que no se niega debido a la escasez a darla para el abasto de ganado, pero que también hay otros puntos cercanos para abrevar y debería pedírsele también a sus dueños que presten ese servicio al Pueblo.

El tomadero del barranco

Un capítulo más de la larga lista de conflictos por el agua en Tegueste lo constituye el pleito entablado entre el Ayuntamiento y uno de los 5 En 1849, los vecinos de El Portezuelo se quejan por el mal estado de la Fuente del Medio y la suciedad de las fuentes del castaño y de los Crespos. La inspección de las fuentes revela que había suficiente agua para el abasto público pero no para lavar y beber los ganados; el mal estado se debe a la destrucción del arbolado y la llegada de ganado de todas clases. Se acuerda plantar nuevos árboles, cercar la fuente y prohibir el ganado. Se oficio al alcalde de Valle Guerra para que los vecinos de dicho Pueblo retiren sus estercoleras.

Grandes propietarios de la zona, Tomás Martel Colombo, dueño de la finca denominada Carriazo, por el agua del barranco del Borgoñón. La hacienda no lindaba con el barranco pero era la primera propiedad que atravesaba un tomadero situado mucho más abajo de la fuente, en el lado Oeste del barranco, que desde tiempo inmemorial, recogía el agua de lluvia que a través de canales utilizaban varios vecinos para el riego de las viñas en invierno. El agua de la fuente que sobraba del abasto publico corría por el centro del barranco hasta llenar las charcas que se situaban tanto por debajo como por arriba del tomadero, siendo las más cómodas las primeras por estar más cerca del Socorro.

Debido a nacer en un barranco público, no se podía cortar el agua de la fuente del Borgoñón, que sólo debía utilizarse para beber, lavar, abrevar y bañar ganados, y siempre que no se interrumpa su curso.

Intentos de desvío del curso de las aguas

En 1859 Tomás Martel Colombo construyó una atarjea desde la fuente hasta su propiedad por la parte superior del tomadero, sustrayendo las aguas que debían pasar a los charcos, y llevándolas después a su estanque con tubos de lata. Este fue el inicio del conflicto entre los vecinos y el Ayuntamiento con el propietario de la hacienda de Carriazo, sucediéndose durante una década las multas, comisiones de inspección y destrucción de obras hechas por Martel quien, según el ayuntamiento, pretendía regar en todas las estaciones, de modo que cuando no entraba agua por el tomadero debido a la falta de lluvia, se aprovisionaba directamente del curso del barranco a través de atajadizos de piedra.

En mayo de 1860, bajo la excusa de arreglo de la pared del tomadero, Martel construye una pared de argamasa desde el centro del barranco al borde de éste, cortando no sólo las aguas sino el curso del camino que atravesaba el barranco. El Ayuntamiento acuerda comisionar al teniente de alcalde Francisco Molina para que impida toda clase de trabajos en dicho barranco y deje las cosas tal como estaban11. En 1861 se realiza un escrupuloso examen al notar la escasez de agua para el abasto público en el caserío del Borgoñón. Al año siguiente, en junio, teniendo en cuenta de nuevo la escasez de agua para el abasto en el caserío, se comisiona de nuevo al teniente de alcalde para que con la ayuda de varios vecinos se proceda a la limpieza y formación de los charcos necesarios para dornajos y lavaderos.

Un hecho que se reproduce en buena parte de los litigios por agua en Canarias, la destrucción por parte del vecindario de atarjeas y otras obras de aprovisionamiento, se repite también en este caso. El desbaratamiento de las obras se hacía en principio bajo los auspicios del Ayuntamiento quien, ante la escasez de agua, decide la destrucción de las atarjeas; los vecinos las destruían y los peones de Tomás Martel las vuelven a construir incluso de noche. Un tira y afloja que al parecer no llegó a tomar el carácter de asonada como si ocurrió en otros casos de pleitos por el agua en Tegueste.

Como se ha apuntado, para los trabajadores y medianeros de los dueños de haciendas que intentan aprovechar las aguas públicas para el riego de sus predios, la situación debía ser cuanto menos incómoda como miembros de la comunidad vecinal que defiende su derecho a abastecerse de dichas aguas. En este caso, los ejecutantes del fuerte para el alistamiento de las aguas son Juan y Saturnino Hernández Martín, colonos de Martel, y es sobre ellos sobre quienes recae la multa por la construcción de tales obras.

Debido a las protestas de la Corporación municipal y de los vecinos, el propietario de la hacienda propone hacer obras de conducción a cambio de la obtención de derechos sobre las aguas. Tengamos en cuenta que éstas obras eran difíciles por la orografía del terreno y caras para las depauperadas arcas municipales. Tomás Martel solicita que se le permita conducir aguas desde los nacientes de Tornero, Álamos y Borgoñón, que se reúnen en el barranco del Borgoñón, por medio de atarjea, sustituyendo a su costa con abrevaderos y lavaderos de argamasa o abiertos en la tosca los charcos llenos de inmundicias y mal sanos evitando a la vez la molestia de andar siempre cogiéndose la delantera unos a otros por temor de encontrar las aguas revueltas por los primeros a causa de estar los charcos al nivel del piso y tener los animales que meterse dentro para beber, todo con el fin de conciliar el interés particular con el general: el vecindario se proveería de agua en los puntos acostumbrados y los sobrantes van al riego. Además, aduce interés propio por el abastecimiento doméstico pues el reside largas temporadas de verano con su familia en las inmediaciones del caserío. Obviamente, no se acepta tal proposición.” (María Jesús Luís Yanes/Juan Elesmí de León Santana, 2011)


EFEMÉRIDES DE LA NACIÓN CANARIA





UNA HISTORIA RESUMIDA DE CANARIAS

PERIODO COLONIAL 1491-1500

CAPITULO I-XLIV



Eduardo Pedro García Rodríguez



1498 Mayo 15.

Martes, xv de mayo de xcvlll años.

42.-Cabildo.-Este dicho día entraron en Cabildo el señor Governador e el teniente e Francisco de Albornoz, alcalde, e Guillén e Juan de Badajós e Cristóval d'Espyno e Mexía, e ordenaron lo syguiente en presencia de mí, Alonso de la Fuente, escrivano público.

43.-Esclavo que tuviese a otro (buena, salvo echalle de la ysla).

Ordenaron e mandaron que qualquier esclavo que tuviere a otro escondido e se le provare que le diere de comer, que le den cientaçotes y le echen fuera de la ysla.

44.-Ganado (nichil que ay otra).

Ordenaron e mandaron que ninguna persona sea osado de entrar con en ningund restrojo syn licencia de su dueño, so pena que pagarán por cabra e oveja 111 mrs., e sy fuere prado que paguen v, e vacas d otra bestia qualquier x mrs., para las personas cuyos heran [Ios resltrojos.

45.-[Peron]a que se entraren (buena).

Otrosy ordenaron e mandaron que ninguna persona sea osado de entrar. ..,agena a azer ninguna cosa, asy en lo cercado como en lo , de su dueño, so pena de IX mrs. cada vez que se entrare, más e sy fuere esclavo que le den cientaçotes o que pague el dueño ….por el daño o la pena. Es escripto entre renglones, diz cer e diz cercar.

46.-Vyña (buena). fol.7 v.

Otrosy que qualquier que se le provare que comió algund pánpano, que pague medio real por cada uno para el dueño cuyo fuere.

47.-Dapño de guanches.

Otrosy ordenaron e mandaron que por quanto la ysla ha estado rebuelta con los esclavos alçados e haz en muchos dapños en todos los vecinos, de los quales han sydo tomados muchos e son y dos fuera de la tierra, de lo qual no se podría averyguar el mal que haz en e que han fecho ni se podría pagar por ende, ordenaron e mandaron que de lo de hasta aquí non se le pyda ni demande nada por lo susodicho, pero que dende aquí adelante, sy hezieren algund dapño, que lo paguen e por via de justicia serán echados de las tierras; entiéndese que por los muchos dapños que ha rescybido el señor Governador e non son a personas con otros señores de esclavos que ay pedimiento, se acordó que ninguna persona non demandase nada de todo lo dicho, dixo  porque nunca se podría averiguar, salvo que de aquí adelante lo hezieren que 1o paguen: perdiese  e será echado
fuera de la ysla.

48.-Atahonas.

 Otrosy ordenaron e mandaron que todos los que tovieren atahonas muelan la hanega a XI mrs. e que resciban los dichos XI en dineros o en cevada o en otra cosa que lo vala, so pena de seyscientos mrs.

49 de merca[dores].

Otrosy ordenaron e mandaron que todos los mercadadores que a esta ysla venyeren a vender sus mercaderías sean obligados a thomar en pago de lo que fiaren o dieren, de las mercaderías que ovieren en la tierra como valiere en la tierra.

50 que no Ordenaron e mandaron que todos los que tienen ganados non pasen de la rehoya e límites donde está mandado hasta que les sea dado licencia, so la misma pena establecida.

51.-Ordenaron e mandaron que qualquiera que tuvyere puerco suelto en la vylla que ge lo puedan matar syn pena los vecinos.

52 ….para tasar. fol.8 r.

Ordenaron e mandaron que, para apreciar las mercaderías que dieren  a los mercadores e para ver el precio e medidas, tovieren por bien de diputar al alcalde Francisco de Albornoz. y a Cristóval despino, regidor, para que vayan a ellos para que las aprecien las dichas mercaderías segund que valen en la ysla, para que asy apreciadas las tomen en los mrs. que les devyeren de las mercaderías que asy ovieren vendido. Esto se mande apregonar porque venga a noticia de todos e ninguno no pretenda ynorancia.

53.-Pregón.

Lo que se apregonó, en presencia de todos los que quisyeron oyr, domingo en saliendo de Misa a la puerta de la yglesia, en presencia de mí, Alonso de la Fuente, escrivano público, por Juan el Negro, pregonero. Alonso de la Fuente, escrivano público.

54.-Pregón sobre los onbres de soldada.



1498 Mayo 25.
15.-Gonçalo Páez. Una cueva en el barranco de Guayon[ge]. 25-V-98. Entiéndese si no es dado q. sea suyo. Alo de Lugo.
En ...a xxiij de ...este dicho día la presentó antel alcalde Francisco Corvalán ...e dixo q. ésta le dio el señor Governador por boluntas e por suya para q. hiziese della como suya. E luego el dicho alcalde dixo q. la cueva quel dicho señor ...mandó darla a García (sic) Páez, se la dio por la provanza q. él hizo q. la avía aprovechado q. era suya. (Datas de Tenerife, libros I AL IV)

1498 Mayo 27

Domingo xxvii de mayo. Este día, por mandado del señor Governador, se dió este pregón: que ninguno non sea osado de dezir al vezino ningund onbre que arase para que le sirviese asy a soldada como en otra manera, so pena de DC por la primera vez e por la segunda MCC….. la tercera  MCCCC, y esto para el reparo de las obras públicas desta y[ sla. ]

1498 Junio 19. Llegaron a la isla de La Gomera los seis navíos al mando de Cristóbal Colón en su tercer viaje; esta vez sin contratiempo que los obligara a dirigirse a Gran Canaria. Allí, en Gomera, Colón, al mando de sus hombres, puso en fuga a un corsario francés que rondaba la isla, capturando a seis españoles y seis franceses que los expedicionarios indianos pudieron liberar, y capturar algunas naves. En Gomera decide el Almirante dividir su flota, tres navíos se dirigen a la Española y otros tres los llevará Colón hacia Cabo Verde para ensayar la ruta del Sur. Los navíos partirán juntos el 21 de junio; a la altura de Hierro se separarán tomando diferentes rutas según lo convenido.

En Gomera habían recogido agua, leña, queso y otras provisiones.

El declive del Almirante se aproxima, sus nuevos viajes no le van a dar el prestigio de que está tan necesitado, ni sus nuevos descubrimientos van a servirle para alcanzar el apoyo y la confianza reales ya perdidas. (Analola Borges en: Millares Torres, 1977,t. II:248)

1498 Junio 25

En miércoles xxv de junio de xcvlll años.

56.-Cabildo.
Este dicho día entraron en Cabildo el señor teniente Hernando de Trosillo. alcalde Francisco de Albornoz e Cristóval de Valdespynó e Pero Mexía, regidor, e Guillén Castellano, regidor, e ordenaron las cosas siguientes:

57.-[Ordena]ron e mandaron que todos los vecinos e moradores ganados se junten e fagan mesta desta 58.-[Dondel han de yr 1os ganados  mesta. fol. 8 v.

Están de la Punta haza en todos los términos de Taoro y hirán a hazer mesta al avchón del Rey al Ryo quando se apregonare que será el lunes primero que vyene, so pena de DC mrs. para el reparo de los caminos desta ysla; e los que están de la Matança a este cabo, hasta el arroyo de Guavonje, que se entiende donde mataron a Sordillán, quando los llamaren vayan todos a fazer su mesta a la cruz que es camino de Taoro; e los que están desde el arroyo hasta todo el término de Tegueste vayan con sus ganados a hazer mesta al arroyo del agua de Tegueste, al Paso Baxo; e los otros que están en todo el término de Anaga. se junten para quando los Ilamaren en el arroyo que está a la cabezada de todo el arroyo de Tegueste; e los que están en Heneto se junten en Taco, en la montaña, para hazer mesta; e todos los otros ganados que sean en todo el término de Guymar con la montaña se junten todos a las Syete Huentes del señor Governador, e que ninguna persona non sea osado de dexar de mesta ninguna res, so pena que el que se le provare ge lo demandarán por de hurto e sy fuere guanche que le serán dados cientaçotes. (Acuerdos Cabildo colonial de Chinech (Tenerife)  v. I: 8)


59.-0rdenaron e mandaron que todos los que tienen puercos non sean osados de entrar en ningund restrojo ni en era porque harán grand dapño e desharán las heras que tienen fechas, so pena que pagarán por cada un puerco la pena que está pregonada por los Regidores e que la hera que deshezieren la tornará el tal dueño a hazer a su costa e contentamiento de cuyo fuere.
1498 Julio. Se desplaza a Chinech (Tenerife) el gobernador castellano en Tamaránt (Gran Canaria,) López Sánchez de Valenzuela, con comisión de secuestrar (poner bajo amparo) a todos los guanches indebidamente esclavizados – según la terminología de la época – siendo recibido por el teniente Trujillo ya que, -casualmente-, Lugo se había trasladado a La Gomera, pregonándose por toda la isla la cédula real de que era portador y sacando de las casas de los aprehensores a los guanches esclavizados. Esta actuación del Gobernador alarmó a los secuaces de Alonso de Lugo, quienes protestaron la justa medida aduciendo además que con la puesta en libertad de los esclavos, la isla habría de ser conquistada de nuevo, tratando de ocultar con este planteamiento el verdadero motivo que impulsaba a los mercenarios a privar de libertad a los guanches, que no era otro que el desmedido afán de enriquecerse comerciando con seres humanos.
1498 Julio 18. Valladolid. Orden al asistente de Sevilla para que informe al duque de Alba y a los miembros del Consejo que residen con el en Castilla, sobre la demanda presentada por Francisco de Riberol, genovés estante en Sevilla que reclama 43.000 maravedís, importe de cinco esclavos que su hermano Guillermo de Riberol compró hace quince años a Fernando de Vera, hijo de Pedro de Vera, gobernador que fue de Gran Canaria, y que fueron puestos en libertad por mandato real al tener seguro de dicho gobernador. Duque marqués. Ruiz de Castañeda. Respaldada: Joannes. Franciscus licenciatus. Petrus. Johannes licenclatus.

1498 Julio 29. Ante la actuación en Chinech (Tenerife) del gobernador colonial en Tamaránt (Gran Canaria) López Sánchez de Valenzuela, siguiendo órdenes del Consejo de Castilla, el esclavista Alonso Fernández de Lugo se vuelve más cauto en sus razzias sobre los naturales, tal como expone en una carta dirigida al Cabildo el 29 de Julio de 1498, y que sirvió de base para una nueva ordenanza persecutoria contra los guanches, «De acá fueron ciertos esclavos. Estos y los que se apregonaren serán de quien los tomase; y llamad todos los vecinos y facer vuestras cuadrillas de todos los ombres sueltos, y fáganse cinco o seys que bayan a buscar todos. Y yo los do byen tomados, salvo los de Adexe y Abona y Anaga y Guymar; que todos se dé por cada uno mill maravedís. Y esto tomad por máxima y por byen, para que por esto haced vuestros pregones; y por ésta lo prometo y asy lo prometer, y con toda diligencia. Que mucho vos ama = Alonso de Lugo.
Una de las cuadrillas de guancheros, cuya formación fue forzada por la genocida y ninfómana Beatriz de Bobadilla, (por esas fechas ya casada con Alonso Fernández de Lugo, no cabe duda que eran tal para cual) y por el teniente de gobernador Jerónimo Valdés, fue la constituida por varios guanches de la familia real de Tacoronte, menceyato que habiendo sido de los bandos de guerra, en estas fechas colaboraban con los invasores, posiblemente debido a algún pacto secreto llevado a cabo antes de la batalla de La Jardina, (Aguere).
1498 Julio 30

En domingo xxx de julio de xcviil años.

60.-Este dicho día se pregonó lo susodicho por Juan, pregonero, en saliendo de Misa ante todos los que ay estavan; lo qual hize yo, el dicho Alonso de la fuente, escrivano, pregonar.