Año 1991 CORTES GENERALES (España) IV
Legislatura Comisiones. Núm. 104
DIARIO DE SESIONES DEL S E N A
D O
COMlSlÓN DE PRESIDENCIA DEL GOBIERNO E
INTERIOR
PRESIDENCIA DE DON JUAN ANTONIO
AREVALO SANTIAGO
Sesión Informativa celebrada el
lunes 28 de octubre de 1991
Orden del día:
- Comparecencia del señor Ministro
del Interior, don José Luis Corcuera Cuesta, a petición del Grupo Parlamentario
Mixto, para informar sobre los hechos ocurridos el 28 de mayo de 1991 en la Montaña
de Muda, Isla de Fuerteventura (Las Palmas). (Núm. Exp. 71 1/000027.)
Se abre la sesión a las
diecisiete horas y diez minutos.
El señor PRESIDENTE: Se abre la sesión.
El señor Letrado dará lectura a los
nombres de los componentes de la Comisión para conocer la asistencia y sustituciones,
en su caso.
Por
el señor Letrado se procede a la comprobación de los señores Senadores presentes y representados.
El señor PRESIDENTE: Les ruego se
abstengan de fumar para cumplir con las normas de la Mesa.
Vamos a iniciar la comparecencia del
señor Ministro del Interior, a petición del Grupo Mixto, para informar sobre
los hechos ocurridos el 28 de mayo de 1991 en la Montaña de Muda, isla
de Fuerteventura (Las Palmas).
Tiene la palabra para intervenir y
exponer la petición de comparecencia don Gerardo Mesa Noda.
El señor MESA NODA: Gracias,
señor Presidente.
Buenas tardes, señor Ministro. Después
de tanto tiempo de haber solicitado la comparecencia, parece que ha perdido un
poco de actualidad el asunto.
Creo que la
comparecencia que solicitaron mis compañeros era para que se explicaran los
hechos que ocurrieron en la Montaña la Muda. Quizá antes de hablar de los hechos de la
Montaña la Muda haya que hablar un poco de los antecedentes de estos hechos y
de por qué ocurren estas cosas en la isla de Fuerteventura.
En principio tengo que decir que se
trata de una isla, un territorio discontinuo y escaso, con una población
también escasa, de unos 35.000
a 40.000 habitantes, cuyos recursos son la pesca, pesca
de bajura, porque en las costas africanas ya casi no se puede pescar, una
escasa agricultura debida a su escasez de agua y un 90 por ciento de turismo,
población que en el referéndum de la OTAN votó mayoritariamente en contra. En
1975 se estableció allí el Tercio Don Juan de Austria, tercero de la Legión,
con 3.500 legionarios para una población de la capital de 7.000 a 9.000 habitantes.
Como comprenderán, 3.500 personas
uniformadas en un contexto de tan poca población distorsiona totalmente la
población aunque fueran monjas, y no eran precisamente eso.
Empezaron a ocurrir los lamentables
hechos de que se queja la mayoría de la población de Fuerteventura, como son el
asesinato de un alcalde pedáneo en el pueblo de Guisguey; el asesinato de tres
turistas; la muerte del Presidente del Cabildo en un coche casi robado por un
legionario; el secuestro de un avión de Iberia en el año 1979; el intento de
secuestro de otro avión en el año 1986, si mal no recuerdo, cuando este Tercio
era el encargado de vigilar el aeropuerto, y a pesar de las quejas del jefe del
aeropuerto, que decía que si habían secuestrado anteriormente un avión cómo era
que los ponían a vigilar y a cuidar el aeropuerto un centinela fue el que
intentó un segundo secuestro; un tercer secuestro de hace unos meses; robo de
embarcaciones; robo en la población.
También había que decir que en la isla
de Fuerteventura, una isla donde si hay algo escaso es el territorio, hay un campo de
tiro de 47 millones de metros cuadrados, campo de tiro donde se hacen ejercicios
y donde han caído con frecuencia bombas en las poblaciones de alrededores, en las carreteras, junto a pastores,
junto a colegios; campo de tiro donde van a hacer ejercicios aviones que, después de hacer los ejercicios de
tiro, pasan en vuelo rasante por las playas donde los turistas están bañándose y
tomando el sol, turistas que son la principal fuente de riqueza de la isla en
Fuerteventura.
Además del campo de tiro se han
constatado ejercicios de tiro en la Isla de Lobos, en el Matorral; unos
ornitólogos ingleses presentaron una queja ante el Ministro por haber sido
sorprendidos por ejercicios de tiro en una zona donde no había ninguna
indicación de que aquello fuera un campo de tiro. No solamente en el campo de
tiro hay maniobras, sino en toda la isla, estropeando, quemando, asaltando
casas de labor y sembrados, haciendo ejercicios y acampada incluso en
cementerios alegando que eran puntos estratégicos, haciendo ejercicios de
luchas callejeras en la zona del Castillo y en la zona de Ampuyenta con balas
de fogueo e incluso con helicópteros persiguiendo a los soldados entre las
casas; desembarcos de la Armada en las playas de Tarajalejo y en Costa de Calma,
donde están los turistas, lanzando cargas de profundidad en zonas de pescas
estacionales como es el
atún.
Todos éstos son los hechos que la
población esta 'constatando en la isla de Fuerteventura, y esto de la estación en
la Montaña la Muda no es un hecho aislado, sino que hay que verlo dentro del
contexto de la continua militarización a que está sometida la isla de
Fuerteventura.
Pues bien, en este contexto, mientras
que en la isla de Hierro se intenta establecer una estación para el tráfico aéreo
civil y otra militar, y la población de Hierro se opone a la instalación
militar, que no a la civil, en la isla de Fuerteventura se está construyendo
una estación cívicomilitar no sé si para que no se pueda decir que no a una sin
decir que no a la otra. El
pueblo de La Matilla, que es donde está la Montaña la Muda, ya venía protestando
y haciendo manifestaciones con anterioridad a este 28 de mayo de que
hablamos, y me pidió que los apoyara en estas manifestaciones.
Efectivamente, la gente del pueblo de
La Matilla y yo también nos pusimos ante las máquinas para evitar que aquella
montaña fuera destrozada, ya que también hay unos yacimientos arqueológicos en
la zona, pero no es solamente por los yacimientos arqueológicos, sino porque el
pueblo y nosotros no sabemos hasta dónde va a llegar la militarización de la
isla de Fuerteventura.
Estando en esta manifestación o en este
bloqueo, si se quiere llamar así, de la construcción de esta base para antenas
militares y civiles que dicen que se van a establecer allí, el capitán de la
Policía de la Guardia
Civil, que llegó allí con un piquete antidisturbios con
cascos, con escudos, con «jeeps», como si se tratara de algún asalto,
me dijo: «Senador, retírese de aquí
porque van a trabajar las máquinas. Si no se retira, lo vamos a retirar
nosotros.» Yo le dije: «Muy bien, hagan lo que quieran.»
Entonces me cogieron en volandas, y
mientras me Ilevaban, uno de los guardias civiles me dijo: «Camina, cabrón», y
me dio con una porra en el pie derecho, dejándome cojo durante tres días. Fui
al hospital y tengo un parte médico donde se explica la agresión sufrida. Pero
no sólo fue un insulto y una agresión que a cualquier ciudadano me imagino que
afectaría y que no habría ninguna forma de defender, sino que me transportaron
a una zona pública, una pista, y cuando me dejaron allí el capitán me dijo:
«Fuera de aquí.» Yo le dije: «Estoy en
un lugar público y no hay nadie que me
pueda decir que me vaya de un lugar de libre circulación.» El me dijo: «Si
quiere presentar una
demanda, preséntela), y entre cuatro
guardias civiles me cogieron como un saco y me lanzaron dentro de un «jeep», me
sacaron de la zona y me dejaron libre.
Estos son los hechos. Me extraña que haya pasado tanto tiempo
después de esto, no digo por mi condición de Senador, sino el
simple hecho de cualquier ciudadano, y que no haya habido ninguna respuesta por
parte del Ministerio del Interior.
Estos son sencillamente los hechos.
El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, Senador Mesa,
Tiene la palabra el señor Ministro del Interior.
El señor MINISTRO DEL INTERIOR (Corchera
Cuesta): Gracias, señor Presidente.
Señorías, la verdad es que
probablemente el tiempo transcurrido y la tardanza, ajena totalmente a mi
voluntad, porque es mi deseo comparecer cuando sus señorías lo entiendan
conveniente, nos ha permitido hacer un repaso de las cosas que aparentemente
han ocurrido en la isla desde el año 1979. Su Señoría dice que en 1979 hubo un
intento de secuestro, nos ha hablado de la Legión, nos ha hablado del campo de
tiro. No soy yo el interlocutor para hablar de esos temas. En cualquier caso,
todo ese recorrido tiene poco que ver con lo que de la información practicada
en relación con los hechos ocurridos yo tengo noticia, que paso a dar a sus
señorías no sin antes llamar
la atención de todos ustedes respecto
de lo normal que es que las Fuerzas de Seguridad, Policía, Guardia Civil, cuando
tienen que solucionar un conflicto de orden público, se pongan cascos, lleven
escudos, lleven material antidisturbios y, aunque a su señoría le parezca
anormal que vayan en «jeep» en vez de ir andando, pues es lo más natural del
mundo. Cuando se tiene que desplazar, la Guardia Civil
supongo que también tiene el derecho de ir en un medio de locomoción.
Dicho esto, señor Presidente, señoras y
señores Senadores, quisiera manifestar ante todo -y espero que no quede de ello
duda alguna- mi máximo respeto por quienes ostentan la representación del
pueblo y por las actuaciones que llevan a cabo en el ejercicio de esa función representativa,
el mío y estoy seguro que el de todos los miembros de las Fuerzas y Cuerpos de
Seguridad del Estado.
Comenzaré mi intervención haciendo una
somera exposición de cómo se desarrollaron los incidentes ocurridos el día 28
de mayo -por cierto, poco antes de las elecciones municipales- en la isla de
Fuerteventura, según la información que obra en mi poder, exponiendo, a continuación,
mis conclusiones derivadas del análisis de esos hechos.
La oposición activa a las obras que el
Ministerio de
Defensa pensaba realizar en la isla de
Fuerteventura comenzó ya en el mes de julio de 1990. El Ministerio de Defensa
decidió construir en la montaña denominada Hija de la Muda, en el pueblo de La
Matilla, término municipal del Puerto del Rosario, Fuerteventura, una antena
repetidora de comunicaciones. no muy diferente, por cierto, a otras antenas de
comunicación privadas instaladas en la isla, con la peculiaridad, en este caso,
de que ésta irá semienterrada por razones de seguridad y tendrá la misión de
facilitar las comunicaciones de carácter aeronáutico en el archipiélago
canario, tanto militares, para la correcta vigilancia del espacio aéreo, como para
prestar servicio a la aviación civil, comunicando el radar civil secundario de
la isla de Lanzarote con el centro de control de Gran Canaria.
Una demora en la realización de las
citadas obras suponía, como puede deducirse claramente, un perjuicio, no sólo
para la defensa aérea de Canarias, sino también para
el control y orientación del abundante
tráfico aéreo civil del archipiélago.
Planteada así la necesidad de llevar a
cabo esas obras y ante los primeros intentos de impedirlas, a finales de agosto
de 1990 el abogado del Estado presentó denuncia ante el Juzgado de Primera
Instancia e Instrucción número dos del Puerto del Rosario, por coacciones de un
vecino de Matilla, dado que éste había bloqueado con un cable de acero y un
muro de mampostería el acceso que conduce desde el pueblo a la cima de la
montaña, impidiendo el inicio de los trabajos.
Dicho Juzgado, con fecha 14 de
noviembre de 1990, dictó un auto mediante el cual requería al denunciado a que
facilitase el paso a la
montaña. En el auto se declara que la obra es totalmente
legal, autorizando a la Administración del Estado para acceder libremente al
terreno de su propiedad, situada en la montaña Hija de la Muda, a través del camino
abierto por el cabildo insular que lleva a la cima, recabando el auxilio de la
fuerza pública para remover los obstáculos que impidieran su realización.
Este auto, recurrido en reposición por el denunciado, fue desestimado
con fecha 14 de enero de 1991.
A finales del mes de abril del presente
año, al disponer la Administración de todos los requisitos legales, tales como
licencia municipal, así como informe favorable de la Consejería de Política
Territorial, y también de la
de Cultura del Gobierno Autónomo de Canarias, en el sentido de
que las obras no afectaban a ninguna zona arqueológica,
se decidió el inicio de las mismas.
El 3 de mayo de 1991, un grupo de
personas pertenecientes a un colectivo denominado Plataforma por la Paz en
Fuerteventura, a los que acompañaba su señoría, visitaron al Delegado insular
del Gobierno en la isla para que intercediera ante los organismos oficiales con
el fin de impedir la realización de las obras. Ante la respuesta de que tales
obras, además de necesarias, contaban con todos los requisitos legales y que,
por tanto, él no era quién para intervenir y mucho menos interferir su
desarrollo, le advirtieron que ellos tratarían de impedirlas por todos los
medios.
Los días 6, 7 y 8 de mayo tuvieron
lugar los primeros incidentes al iniciarse las obras, oponiéndose a ello un grupo
de personas -en la información de que dispongo encabezadas por el señor Senador
Mesa Noda. La Guardia Civil
presentó en el Juzgado de Instrucción número 2 del Puerto de Rosario el
correspondiente atestado. No estamos en el 28, estamos en el 6, 7 y 8.
Los trabajos volvieron a iniciarse el
día 27 de mayo, y de nuevo un grupo de unas 30 personas, entre las que se encontraba
el señor Senador, impidieron que las máquinas excavadoras pudieran realizar su
trabajo. Ese día fueron detenidas 12 personas, puestas a disposición judicial y
dejadas en libertad tras prestar declaración.
El señor Mesa permaneció todo el tiempo
-según me informan los miembros de la Guardia Civil- haciendo fotografías de las
Fuerzas de Seguridad y pareciendo –o al menos ésa es la impresión que a ellos
les causó- querer escuchar el contenido de las comunicaciones por radio que
mantenían, siendo inútiles las amables invitaciones de la Guardia Civil para
que se alejara.
Finalmente, el
día 28 de mayo otro grupo de personas nuevamente encabezadas por el señor
Senador, subieron a la montaña desde primeras horas de la mañana, se colocaron
sentados en el suelo delante de las máquinas e impidieron el inicio de los
trabajos. Ante tal actitud, el capitán que mandaba la fuerza intentó dialogar
con los concentrados para que voluntariamente se retirasen del lugar y dejasen
trabajar a los obreros, a lo que el señor Mesa Noda se negó verbalmente. La Guardia Civil se vio
entonces obligada a retirar, sin ningún tipo de violencia, llevando por los
brazos, ante su negativa a caminar, a alguno de los concentrados, incluido el
señor Senador, que fueron introducidos en un vehículo y depositados a cierta
distancia de las obras. El resto de las personas abandonaron el lugar
voluntariamente. Señorías, se dio cuenta de estos hechos al Juzgado de
Instrucción del Puerto del Rosario.
La valoración que les puedo hacer de
los hechos me obliga a estimar que el señor Senador por Fuerteventura en ningún
momento fue objeto de agresión física por parte de la Guardia Civil, ni
ese día 28 de mayo, ni en los día anteriores, que fueron bastantes, como ya he
dejado claro, dicho de otra forma, la Guardia Civil dio
muestras, más de una vez y más de dos, de una gran prudencia.
Sin embargo, sé que su señoría alega
haber sido herido con una porra en una pierna por uno de los guardias civiles.
Estos extremos no han sido reconocidos por los agentes que le transportaban, ni
tampoco fueron apreciados por el capitán que caminaba al lado del Senador. Sin
embargo, puede haber ocurrido y, sin duda, tuvo que haber ocurrido, dadas las
irregularidades del terreno e incluso el forcejeo que se pudo haber producido,
que, o
bien por esas irregularidades del
terreno o bien cualquier roce con los propios miembros de las Fuerzas de
Seguridad del Estado, originara lo que el señor Senador ha relatado hace un
momento.
También quiero manifestar, señorías,
que considero que la actuación de la Guardia Civil no fue en ningún caso atentatoria
contra el ejercicio de la libertad
de expresión, ni en el caso de don Gerardo Mesa Noda al ejercicio de su función
como representante de los ciudadanos de la isla y que tampoco vulneraron las
prerrogativas inherentes a su condición de parlamentario. No creo en absoluto
que pueda argumentarse que el señor Senador estuviera en aquel momento
desarrollando una actividad en el cumplimiento de una función parlamentaria.
No parece que impedir la realización de
unas obras totalmente legales y legítimas y que, además, redundan en el
beneficio de la defensa y del tráfico aéreo del archipiélago canario sea
precisamente una actividad desarrollada en cumplimiento de su función como
parlamentario.
El
señor Senador en ningún momento resultó detenido,
sino simplemente apartado del lugar donde se encontraba, impidiendo el inicio
de las obras, por lo que no considcro que se haya violado la inmunidad
parlamentaria reconocida en el artículo 7
1 de la Constitución y en el
22 del Reglamento de esta Cámara. Creo que la dignidad que conlleva el
ejercicio de la actividad parlamentaria debe ser objeto del máximo respeto por
todos los ciudadanos y de modo especial por los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad
del Estado, pero también considero que quien ostenta esa representación debe
cuidar extremadamente que sus actuaciones se mantengan en el marco del respeto
a los agentes, en este caso de la Guardia Civil, a las elementales normas de
convivencia y, por qué no, a la Ley.
Los miembros de la Guardia Civil,
señorías, querrían haberle dicho al señor Senador lo siguiente: «A sus
órdenes.- que es lo que debiera haber ocurrido-, señor Senador; esta
concentración no es legal, le rogamos, si le parece bien, que aconseje a los
manifestantes, si son amigos suyos, que se retiren pacíficamente, sin necesidad
de nuestra intervención.» Ese hubiera sido el deseo de los miembros de la Guardia Civil.
La actitud no hizo posible esa voluntad.
No me cabe ninguna duda de que fue una situación desagradable para
su señoría, pero también lo fue, y así me consta, para los miembros de la Guardia Civil, que
no tuvieron más remedio que llevar a cabo su función.
Considero, por último, señorías, que la Guardia Civil actuó
correctamente en el ejercicio de sus funciones y que en ningún momento atentó
contra la dignidad parlamentaria de un miembro de esta Cámara, porque ni es
posible hacerlo así, ni es voluntad de los miembros de los Cuerpos y Fuerzas de
Seguridad del Estado.
Muchas gracias.
El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor Ministro.
Para réplica, tiene la palabra el Senador Mesa Noda.
El señor MESA NODA:
Gracias, señor Presidente.
Señor Ministro, cuando hablo de todos los antecedentes desde el
año 1975 -no 1979- es simplemente para que usted y los miembros de esta
Comisión comprendan por qué el pueblo de La Matilla se opone a la realización
de estas obras.
Ya sé que son obras legales, pero es
que en Fuerteventura legalmente se estableció la Legión, que ha asesinado a las
personas de que hablaba antes -sí, asesinado-, que ha secuestrado al alcalde
pedáneo, aunque usted diga que no, de un barrio de allí; que ha asesinado a dos
turistas, a otro más que tiró dentro de un pozo, a un presidente de un cabildo,
a un oficial, al que ametrallaron, y así podría seguir con un largo rosario de
problemas que ha causado la Legión en Fuerteventura.
Con toda legalidad se estableció un
campo de tiro de 47 millones de metros cuadrados allí; con toda legalidad, al
parecer, se están haciendo ejercicios de tiro fuera del campo de tiro, sin que
haya ninguna valla ni nada que indique que están realizando tiros; con toda
legalidad, al parecer, están pasando las tanquetas y los convoyes por encima de
los sembrados y aunque el Ministro de Defensa diga que en las reuniones
de la UEO se habla de molestar lo menos posible a la población haciendo los
menos ejercicios posibles en el campo, ya que hay modelos en ordenador para
estudiar el movimiento de las tropas, allí, a pesar de haber ese campo de tiro
y maniobras, se están haciendo también por toda la isla, y con toda legalidad
estamos sufriendo continuas agresiones y continuas militarizaciones de la isla
de Fuerteventura.
Entonces, el pueblo de La Matilla y mucha gente de Fuerteventura,
cansado de todas estas legalidades, se oponen a la siguiente legalidad, que es
la instalación de estos radares militares en la montaña de La Muda.
Y quiero
decirles que en julio del año anterior no estuve en ninguna de esas manifestaciones
y las oposiciones que allí se produjeron a la realización de las obras los días
6, 7
y 8 empezaron antes de que yo llegara; a mí me llamaron después para que me
uniera a ellas. Y cuando detuvieron
a esos doce, tampoco estaba yo presente; si no, a lo mejor me hubiran detenido
a mí.
Respecto a lo de los «jeeps», estoy
diciendo lo que ocurrió allí: nadie esperaba que no fueran con «jeeps», pero es
la primera vez que en Fuerteventura aparecen guardias civiles con cascos y con
toda esta parafernalia para disolver manifestaciones. Allí nunca ha hecho
falta, ni tampoco en ese momento hizo
falta. Se veía que era para amedrentar a la población.
Y
en ningún momento me he quejado de que nos
hubiesen cogido en volandas a mí y a otros y que nos hubieran quitado de aquel
sitio. Era la manera que tenía el pueblo -y yo, acompañándole- de protestar por
tanta militarización de la
isla. De lo que me quejo a usted es simplemente de las
agresiones a mi persona; no a los demás, que no fueron agredidos, sino,
efectivamente, cogidos en volandas y sacados de la zona. A mí, señor Ministro,
lo crea usted o no -le puedo presentar varios testigos de que el hecho fue
así-, me agredieron en una pierna por la espalda. Y si no, pregúntele al capitán,
a ver por qué cuando me agredieron dijo: «Carmelo –seguramente habría un
guardia que se llamaba Carmelo-, eso no.»
Después me evacuaron del camino que
usted dice que abrió el cabildo, que es un camino público, y allí fue cuando el
capitán me ordenó que me retirara. Yo le
contesté que estaba en una zona de libre circulación, en una zona pública.
Entonces me metieron entre dos o cuatro guardias civiles en un «jeep», y las
personas que entraron en él lo hicieron voluntariamente para acompañarme en la
evacuación, porque tenían miedo de que me agredieran dentro.
De todo esto hay testigos, señor Ministro.
Yo
no me quejo de que me hayan sacado de aquella zona; entiendo que
es legal. La legalidad a veces también causa problemas a la población, como
estoy explicando.
Insisto, no me quejo de que me hayan
evacuado, sino de que me hayan agredido y me hayan sacado de una zona de libre
circulación. Por eso se le pidió que compareciera a los pocos días del suceso,
y podría usted haber llamado y preguntado. No es que pida prerrogativas por ser
Senador, ni mucho menos, pero lo que me hicieron no se debe hacer a ninguna
persona. Y tampoco se lo hicieron a ninguna otra, sino que fueron a por mí;
está claro.
El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, Senador Mesa.
Tiene la palabra el señor Ministro del Interior.
El señor MINISTRO DEL INTERIOR (Corcuera Cuesta): Muchas gracias,
señor Presidente.
La verdad, señoría, es que creo haber
dejado claro cómo se tenían que haber producido los hechos, es decir, cómo las
fuerzas actuantes se tenían que haber puesto a sus órdenes para que usted les
ayudara a solucionar ese problema. Esto no pudo ser así por la sencilla razón
de que usted no estaba por la labor, sino que estaba justamente por la labor de
impedir a las Fuerzas de Seguridad que cumplieran con su obligación.
He de decirle, si me lo permite, que en su intervención vuelve a
hablar en términos históricos, pero generalizando.
Usted habla de la Legión, y de sus
palabras se puede desprender que es la Legión la que ha hecho algo, la que ha
cometido una agresión. ¿No le parece a su señoría que para ser justos debería
utilizar expresiones más prudentes, y hablar, por ejemplo, de algún miembro de
la Legión que, por cierto, se puso a disposición de los jueces y estará
cumpliendo la condena que le corresponda? Por otro lado, su señoría habla de la
parafernalia; probablemente, tiene un concepto militarista de la vida. Usted se refiere
a la parafernalia, porque la
Guardia Civil va con casco y con material antidisturbios a
resolver un conflicto de orden público, como ocurre en cualquier lugar del mundo,
incluso en los países en los que su historia no está
ligada precisamente al armamentismo ni
al militarismo, sino a no comprometerse con los bloques -como países de nuestro
entorno-, en los que la policía va con cascos, porras y escudos. A usted eso le
llama la atención y lo denomina parafernalia. Además, para su señoría está dentro
de la más completa normalidad que durante los días 6,7 y 8 no todo el pueblo de La Matilla -porque con ese
afán de generalizar parece que fueron todos, y no es así-, sino un número
respetable -naturalmente- de ciudadanos, junto a los que su señoría se
encontraba, impidiera la realización de unas obras, y no creo que su señoría
se encontrara en el ejercicio de su
función parlamentaria.
De todas formas, en este punto estoy dispuesto a rectificar si la
Cámara lo considera necesario y conveniente.
Lo mismo ocurrió los días 27 y 28, y ya en el año anterior. ¿Cómo
se puede desprender, pues, que esa actuación policial haya sido incorrecta,
cuando se ha aguantado en más de cinco ocasiones la interrupción de unas obras
que tienen toda la cobertura legal?
Y vuelve su señoría a confundir los términos; tiene que ser,
necesariamente, porque su intención es ésa, ya que mezcla la militarización con
una torre de comunicación que en gran parte está enterrada, por lo que desde
todos los puntos de vista molestará menos al medio ambiente que otras antenas
de comunicación privadas que se han autorizado y que su señoría conoce
perfectamente -porque, si mal no recuerdo, o si no estoy mal informado, es posible
que las haya autorizado, por lo menos alguna, cuando estaba ocupando puestos de
responsabilidad-, y que no tiene por función aspectos militares.
Por cierto, señoría, en algún lugar
habrá que instalar un medio de comunicación para la defensa del espacio aéreo.
Pero, además, en estas circunstancias se da la paradoja de que
esa torre tiene una función mixta:
civil y militar.
No hubo agresión, señoría, o por lo menos no es ésa la información
de que yo dispongo.
Es cierto que se pusieron impedimentos
a las Fuerzas de Seguridad del Estado para que cumplieran con su función, y
creo que usted estaba en la obligación de colaborar con ellas como
representante legítimo del pueblo y de esta Cámara. No es normal que se
interrumpan unas obras, sentándose en el suelo con otros, para obligar a las
Fuerzas de Seguridad a actuar, cosa que no hicieron antes, y que no querrían
haber hecho. Por eso le he dicho que me hubiera gustado que el Capitán se
hubiera puesto a sus órdenes para que su señoría le hubiera ayudado a resolver
algo que no tenía que haber ocurrido: coger a su señoría y a otros, y
levantarles en volandas -lo cual quiere decir que estaba usted sentado, y no de
pie- para llevarles a un «jeep» y alejarles del lugar. Y no pongo en duda que
tuviera un hematoma en su pierna, pero por la irregularidad del terreno, o
incluso puede que involuntariamente, se pudo producir el hecho que le originó
esa molestias, que soy el primero en lamentar, señoría, pero siempre que nos
pongamos de
acuerdo.
Si su señoría no acepta que no estaba allí con funciones de
parlamentario, y que en ocasiones la función de la policía es restituir la
legalidad, y que cuando tiene que hacerlo, primero lo hace por métodos no
violentos, pero también la sociedad ha creado instrumentos para ejercer la
represión, si no acepta eso, insisto, es difícil que podamos
avanzar.
Créame, señoría, yo no me sentiría muy
orgulloso de esa actuación si en vez de ser usted, hubiera sido yo. No me
sentiría nada orgullo interrumpiendo durante cinco días la ejecución de unas
obras que tienen todas las atribuciones legales: desde las del municipio, por
cierto, hasta las del Gobierno autónomo, e incluso informes respecto de si allí
había restos arqueológicos; es decir, todas las bendiciones. Y habiéndose puesto otras
antenas de carácter privado con anterioridad, uno tiene que llegar a la
conclusión de que a veces las cosas no son como parecen, señoría. Y pregunto, ¿no tendría
eso algo que ver con una campaña electoral tan próxima en el tiempo? ¿No
tendría que ver una cosa con la otra? Algunos medios de comunicación, así se lo
recordaron pero, en ese aspecto no voy a hacer juicios de valor, aunque insisto
en que es posible que algo tuviera que ver.
Muchas gracias, señor Presidente.
El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor Ministro.
¿Desea intervenir algún portavoz sobre este asunto?
Por el Grupo Mixto, tiene la palabra su portavoz, señor Cuevas.
(Pausa.)
El señor CUEVAS GONZÁLEZ: Gracias, señor Presidente.
Señor Ministro, voy a reiterar las palabras de mi compañero de
Grupo, en el sentido de que lamentamos la tardanza de su comparecencia.
Aunque nos haya dicho que se debe a
cuestiones ajenas a su deseo, no nos ha explicado el motivo por el que ha
tardado cinco meses en comparecer, Entiendo que su señoría y su gabinete
técnico estén muy ocupados en la redacción de varias leyes, una de las cuales
parece que va a tener como punto de partida actuaciones como la que hoy estamos
debatiendo y sobre la que pedimos explicaciones.
Creo que el señor Ministro quiere
desviar el tema, ya que no se trata de una agresión a un Senador, sino a un ciudadano.
Con todos los respetos, señor Ministro, tengo que decirle que cuando escuchaba
el informe que usted acaba de leer me parecía estar oyendo otro parecido olvidado
ya hace bastante tiempo-, en el que se incluían la manifestación de UGT y un
informe de la policía o de la
Guardia Civil sobre unos ciudadanos, encabezados por el «rojo
tal».
Y
usted sí que hace juicios de intenciones,
porque habla de la campaña electoral como si el Senador Mesa estuviera incluido
como candidato en alguna lista electoral.
Creo que no puede hacer juicios de
intenciones; los hechos son como son: el Senador Mesa fue agredido por la Guardia Civil cuando
se oponía, en su calidad de Senador, o de ciudadano, a una cuestión que aquel
pueblo reclamaba. Y me
extraña que usted, en esta sala, haga una defensa a ultranza de la legalidad,
como le corresponde, cuando hace pocos días ponía en cuestión a personas que
determinan dicha legalidad. Por tanto, no se
puede hacer dos discursos, sino uno.
Entiendo que hay que respetar la legalidad, pero también la
voluntad popular, y la de aquel pueblo es que no se militarice más aquella
zona. Eso es así.
Usted no puede hacer juicio de
intenciones cuando dice: el Senador Mesa no fue agredido, y se limita usted a un informe
que le ha dado la Guardia
Civil, propio de su
Ley de Seguridad Ciudadana. Ante un
informe de la Guardia
Civil y la palabra del Senador o cualquier ciudadano, para
usted prevalece el informe de la Guardia Civil.
Yo
le pediría a usted que se dirigiera al hospital
de Fuerteventura, al doctor Del Toro, para que le remitiera el parte médico que él emitió
el 28 de mayo de 1991 sobre las condiciones en que entró y lo que le había
pasado al Senador. No me diga usted que pudieron ser causadas por
irregularidades del terreno; no, fueron causadas por porras, porras como las
que se han utilizado en Málaga para reprimir a los trabajadores de Interhorce o
el otro día en Manilva para frenar el proceso de protesta en una cantera.
Y
no quiero hacer una parodia de los guardias civiles
o la Policía Nacional,
a los cuales tenemos un gran respeto, tanto o más que usted, sobre todo a la Guardia Civil,
porque desde Izquierda Unida-Iniciativa por Cataluña no hemos mandado todavía a
ningún guardia civil al siquiátrico, y estoy esperando que ustedes manden la contestación
a una pregunta escrita que les he hecho sobre el número de guardias civiles
internados en siquiátricos para reconocimiento militar. Pero ése es otro tema, que
espero, por su benevolencia y por el cumplimiento de sus obligaciones como
Ministro, que me lo responda en otra ocasión.
Lo que le quiero decir, señor Ministro,
es que usted no puede hacer valoraciones en función de lo que diga la Guardia Civil u otro
estamento; debe usted tener otra información y sobre eso juzgar. Pero no venga
usted a decir a esta Cámara que el señor Mesa estaba allí en un momento
oportunista porque había unas elecciones municipales
y eso le daría votos. Creo que esta
Cámara es más seria que todo eso para que usted culpe a un Senador de intentar
hacer propaganda electoral a costa de sufrir agresiones y a costa de poner en
mal sitio a la Guardia
Civil.
Nada más y muchas gracias.
El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor Cuevas.
Tiene la palabra el Senador Bajo Fanlo, portavoz del Grupo de
Senadores Nacionalistas Vascos.
El señor BAJO FANLO: Muchas gracias, señor Presidente.
Muy brevemente, señor Ministro. Yo no quiero entrar a
enjuiciar los hechos, porque creo que los hechos están ahí y los enjuiciará
quien le corresponda. Únicamente quiero hacer constar algunas de las
manifestaciones que ha hecho el señor Ministro.
Dice el señor Ministro que en ningún momento el señor Mesa fue
objeto de agresión
por parte de las Fuerzas del Orden,
porque ellos no lo reconocen. Me da la impresión, por lo menos a mí me lo
parece, de que al señor Ministro le merecen más crédito las manifestaciones de
los miembros de la
Guardia Civil que las rnanifestaciones del señor Senador.
Ha hecho una manifestación que me
parece que no era adecuada. Ha dicho que la intención del señor Senador era la
de confundir. Mire, no era mi intención el haber intervenido, pero,
francamente, desde mi condición de Senador le ruego al señor Ministro que
considere si efectivamente se ha obrado adecuadamente o si se debía haber hecho
una investigación de forma que los hechos hubieran podido ser más claros.
Para mí, señor Ministro, el señor Senador sigue teniendo más
crédito que los miembros de la
Guardia Civil, y usted perdone.
Muchas gracias.
El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, Senador Bajo Fanlo.
Tiene la palabra el señor Ministro del Interior.
El señor MINISTRO DEL INTEKIOR (Corchera Cuesta): Gracias, señor
Presidente.
Señor Senador, yo no mando a ningún
guardia civil ni a nadie a ningún siquiátrico, a nadie. Ni hablo de «rojos». Yo formo y establezco mis
conclusiones como creo conveniente, exactamente igual que usted. Yo no le digo a usted cómo
tiene que llegar a establecer su conclusión.
Le ruego que el mismo respeto que yo le
tengo a usted me lo tenga a mí. Llego a las conclusiones que llego por los métodos
que creo más razonables. Yo no
he dicho que me merezca más respeto ni una cosa ni la otra. He dicho que de la
información de que dispongo, señoría, no se deduce agresión alguna. Pero si
tuviera que elegir, que no creo que sea lo que quiera su señoría, no sé por qué
tiene que prevalecer una opinión sobre otra, sobre todo si el criterio
prevalente en su opinión es el
de quien durante unos cuantos días está impidiendo que las Fuerzas de Seguridad
cumplan con su obligación.
No parece que esos antecedentes sean el
mejor argumento para dar crédito por encima de las demás personas; no pongo más
crédito en uno que en otro. Me he limitado a relatar unos hechos, señoría. Y pudiera
ocurrir, cosa normal en cualquier lugar, que para desalojar, después de muchos
requerimientos para que se abandone una actitud ilegal, la policía hasta pegara
algún porrazo, señoría, como a cualquier ciudadano. ¿O es que esas cosas sólo
ocurren, si es que ocurren, en España?
Por tanto, como lo que se está pidiendo
es responsabilidad política, señoría, si hay una agresión sin fundamento están
los tribunales. Lo que se está pidiendo aquí es responsabilidad política por lo
que se dice que es una actuación incorrecta de las Fuerzas de Seguridad. Y yo digo que fue una
actuación correcta basándome en la información de que dispongo, y ya no diría
tanto de quien tiene que ser tratado con todo respeto, como todos los
ciudadanos, en este caso más porque ostenta la representación del pueblo, ya no
diría tanto que tuvo un comportamiento acorde con su función parlamentaria. A
mí me parece que eso es bastante claro, porque probablemente si estuviéramos
en presencia de cualquier otro ciudadano al que le ocurriera eso que aquí se
llama agresión y que ha recibido un empujón de las Fuerzas de Seguridad en una manifestación
o en el desalojo de un lugar, probablemente no estaríamos aquí, probablemente
yo no estaría dando cuenta a sus señorías de esa actuación de las
Fuerzas
de Seguridad. Estoy aquí porque, al
parecer pretendidamente, se trató indebidamente a un Senador en relación con su
dignidad de parlamentario, entiendo que en el ejercicio de su función, y, que
yo sepa, el ejercicio de la función del Senador no es sentarse delante de las
máquinas para impedir el trabajo. Eso es lo que he querido decir, señoría, y
créame que pienso que eso es así. Pero no una vez, más veces. La Guardia Civil actúa
después de cinco ocasiones en las que se interrumpen las obras, unas obras
hechas con todos los requisitos legales. No quisiera yo entender que lo normal
y la lógica del comportamiento ciudadano es impedir que unas obras que se
tienen que hacer, primero, porque es necesario; segundo, porque tiene todos los
requisitos de legalidad, incluida la municipal, no se deje hacer. No parece que
ése sea el comportamiento normal.
Por tanto, no hago juicios de valor, señoría. Me he limitado a
decir que las elecciones estaban cerca y que yo en política creo pocas veces en
casualidades. Nada más.
Pero, juicio de valor por juicio de
valor, su señoría ha hecho unos cuantos. Su señoría, que me dice a mí que tengo
dificultades para hacer dos discursos, tiene unas enormes dificultades para
hacer tres, que es más o menos los que ha hecho, y eso que no he tomado notas
hasta el final, porque probablemente salieran cuatro.
No confundo, señoría. Fue algo tan
normal como coger, con todo el respeto, a los ciudadanos que están sentados
delante de unas máquinas que deben hacer unas obras, llevarles en volandas,
introducirles en un <<jeep» y alejarles del lugar, no sólo al señor
Senador, sino a más personas, y retirarlos de allí, y en el transcurso sí
parece, porque conozco lo que su señoría ha dicho, que aparece un hematoma en
la pierna del señor Senador.
Ustedes, señorías, saben que en supuestos de delitos flagrantes se
puede detener a un miembro de la Cámara.
No se produjo detención alguna. Y,
además, creo que lo hicieron bien las Fuerzas de Seguridad. Pero si lo que sus
señorías me piden, como responsable político, es que políticamente acepte que la Guardia Civil...
y no dudo que su señoría respeta muchísimo a la Guardia Civil. Les
respeta muchísimo, pero cuando dicen cómo fueron los hechos, no les cree. No
les cree. Señoría, claro que hay un parte médico, pero como los hay cuando hay
que reprimir algo que no está de acuerdo con la legalidad. ¿Dónde no ocurre
eso, señoría? Si mañana, en la
Gran Vía, 30 ciudadanos
quieren parar la circulación y lo hacen, ¿cuántas horas deben estar parando la
circulación sin que intervengan las Fuerzas de Seguridad? ¿Una hora? ¿Dos
horas? ¿Un día? ¿Dos días? ¿Cinco días? Si
interviene la
Guardia Civil o la policía, ¿no cree usted que existe el
riesgo de que alguien pueda tener un hematoma? ¿Usted no cree que eso entra dentro de la lógica, aunque se
procure, incluso, hacerlo de la mejor forma posible? ¿Cuántos días debe
permitir la policía que se corte la
Gran Vía en Madrid? ¿Cinco días? ¿Le parece a usted que ése
es un período suficiente? ¿Un mes? ¿Cuántos días le parece normal?
Porque vuelvo a decirlo, si la Cámara
mandara políticamente que cuando esas cosas ocurran no tienen que intervenir
las Fuerzas de Seguridad, se lo contamos a los ciudadanos y que no intervengan.
Señoría, he dicho «encabezados», porque
así me consta que ocurría, Sin ningún elemento peyorativo, que es lo que usted
dice. ¿Qué dice usted de «rojos»? Yo
he corrido un poquito delante de la policía y le puedo asegurar que
me quejaba menos, ¿Qué me quiere usted decir con eso de que hago el informe
como en aquellos tiempos en que se decía. «rojos»? Yo no he dicho «rojos»,
señoría. Además, yo tengo un concepto bastante claro de lo que es progresista o
conservador. Y hay muchos colores aparentemente rojos que la verdad es que se
pueden confundir con otros más tenues.
Eso es lo que ocurrió, según la información de que dispongo,
señoría. No hago juicios de valor. Puede ocurrir.
Si hubiera algo que no fuera político o de exigencia de
responsabilidad política, habría que haber ido al juez.
Es posible que hubiera que haber ido al
juez, pero es probable que nos hubiéramos encontrado en presencia de una
agresión de una autoridad del Estado a un servidor del Estado. Hay formas de
agredir. Que desde una autoridad del Estado, como es un representante del
pueblo se impida a un servidor del Estado cumplir con su deber. (Rumores.) Esa
es otra forma de agredir. Es otra.
Es probable que bastante de eso ocurriera, señoría. Usted estuvo
el día 6,
el día 7, el día 8, el día 27 y el día 28. Cinco días. Antes usted fue al Delegado insular con unos
ciudadanos que le hicieron saber que iban a tratar de impedir aquellas obras a
toda costa. Eso tenía antecedentes.
Unas obras que ya se paralizaron el año anterior.
Y hay una decisión
del juez diciendo que las obras son legales. Hay intervención del juez, hay
intervención de la Administración municipal, del Gobierno autónomo. Son unas
obras, por tanto, totalmente legales. Y un mandato del juez en el auto diciendo
y mandatando a las Fuerzas de Seguridad que aseguren la celebración de esas
obras.
Eso es lo que ha ocurrido.
Nunca tendré seguridad plena, señoría,
de todas las cosas, porque no hay verdad única, blancos o negros: hay grises.
Los antecedentes que aquí se han producido, créame su señoría, me
llevan, aun a costa de que pueda cometer algún error que pueda equivocarme, a
pensar que ha habido una actitud sostenida de impedir el desarrollo de una
función legal y del ejercicio de un servidor del Estado, de un miembro o
miembros de la Guardia
Civil a los que el Estado, los ciudadanos, han puesto ahí
para que hagan eso, para eso les han puesto. Usted no tenía que haberse sentado
allí. Usted no tenía que haber ido allí.
Usted no tenía que haber impedido la celebración de esas obras,
usted. A no ser que usted tenga más derechos que los demás. Y yo creo que no. Usted no
puede ir cinco días
a impedir el ejercicio de una obra que el juez ha mandatado que se
haga. El juez, y que ha dicho a las Fuerzas de Seguridad que hagan lo necesario
para cumplir ese mandato.
Usted no puede ir allí y usted no puede estar en esa actitud.
Antes le he dicho que yo en su lugar no me sentiría muy satisfecho.
Políticamente, puedo decirlo, añadiendo, a continuación, que lo siento y que los primeros en sentirlo son
los miembros de la
Guardia Civil que se vieron precisados a tomar aquellas decisiones.
No ocurrió nada durante todos los días anteriores. Nada. Se puso a disposición judicial
el Último día, el día anterior, a doce les puso el juez en libertad y no pasó nada. La Guardia civil
ha dado muestras de un trato, si me apuran, exquisito, durante muchos días. Y
respecto de ellos, no ha habido un
comportamiento similar, no lo ha habido, porque hay quien no les dejó cumplir
con su obligación.
Nada más, señor Presidente.
El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor Ministro.
Concluido el informe y debate sobre los hechos ocurridos en el mes
de mayo de 1991 en la Montaña de Muda, isla de Fuerteventura (Las Palmas) y
concluido el orden del día, señores Senadores, se levanta la sesión.
Eran las dieciocho horas y diez minutos
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