EFEMERIDES CANARIAS
UNA HISTORIA RESUMIDA DE CANARIAS
PERÍODO COLONIAL,
DÉCADA 1711-1720
CAPÍTULO XXXII
–V
Eduardo Pedro García Rodríguez
1711.
Fallece el guanche don Aparicio González “natural” vecino
del pago del Valle del Ahijadero (Valle de San Lorenzo
Nació en Vilaflor. Siguió la
carrera militar y en 1657 ya disfrutaba del empleo de alférez de Milicias. En
1665 ya había ascendido a Capitán, empleo en el que permaneció hasta su muerte.
Como hemos dicho en el texto,
contrajo matrimonio con doña Margarita de Llarena, hija del capitán don Juan
Delgado y de doña Margarita de Llarena, vecinos de Tijoco, quien fue dotada por
sus padres en 1635 ante el escribano de Chasna don Andrés Hernández Pinto. Una
vez viudo, celebró segundas nupcias en Vilaflor en 1644 con doña María García,
hija del alférez don Lucas Rodríguez y de doña Lucía Dornínguez, vecinos de la
amplia jurisdicción chasnera. Fueron vecinos del "pago del Valle del
Ahijadero". Fue uno de los testigos que intervinieron en 1700 en el
proceso de beatificación del Hermano Pedro. En 1692 otorgó testamento ante don
Pedro Alonso Betancourt y en 1706 hizo codicilo simple ante testigos. Murió de
repente en Vilaflor en 1711 y fue enterrado en el convento agustino de dicha
localidad. Dejó asimismo varias misas perpetuas: de las tierras del
"cercado de arriba donde dicen Chimaca " se debían pagar en cada año,
"para siempre jamás ", tres reales de limosna de "una misa
rezada año de gracias" en el convento de San Agustín, con responso sobre
su sepultura, y debía ser en el año de su fallecimiento. Asimismo, en el sitio,
casas y tierra impusieron don Aparicio y su esposa las misas rezadas de luz,
dejando por cada una 3 reales; una a Ntra. Sra. Del Carmen, que debía pagar su
hija doña María García, esposa de don Juan Bello Domínguez, aplicada por doña
María García, esposa del testador; y otra a Ntra. Sra. del Rosario, que debía
pagar doña Ana de Morales, mujer de don Antonio García, a la que dejó dicho
sitio y terreno, aplicada por don Aparicio. Fueron sus hijos: El alférez don
Alonso González de Morales (?-1729), que murió soltero en el Valle de San
Lorenzo; el también alférez don Salvador González de Morales, que casó en 1705
con doña Luisa García; doña María García, casada con don Juan Bello Domínguez;
doña Ana de Morales, esposa de don Antonio García; y doña Águeda de Morales,
que casó con el capitán don Gil Gómez de
Morales, de Arico, alcalde de dicho pueblo y familiar del Santo Oficio.
1711. Se crea la ayuda de parroquia de La Oliva para que sus habitantes
puedan cumplir con sus obligaciones religiosas impuestas por la secta católica.
En la descripción de las islas que hace el ingeniero Torriani a finales del
siglo XVI, en el mapa de Fuerteventura que inserta, sitúa al Norte La Oliva, así como el puerto del
Tostón, y la cala de Corralejo.
1711. Eguerew n
Chinech ( La
Laguna-Tenerife). Se intenta exportar granos en año de
extrema necesidad.
1712. El volcán El Charco Cubrió la costa suroccidental de la
isla de Benahuare (La Palma) y llegó hasta el mar, sobre una de las mayores
propiedades agrícolas de la isla (de la que tomó el nombre). La mayor parte de
sus coladas forman hoy parte del Paisaje Protegido de Tamanca, aunque buena
parte del terreno sepultado fue vuelto a recuperar para su uso como zona de cultivos.
Se calcula que llegó a tener unas 14 bocas.
1712 Abril 8.
Entre cuantas religiones
monásticas aprobadas han intentado establecerse en la cokinia de Canarias, ninguna manifestaba a la verdad
mejores títulos ni prometía mayores ventajas que la de los religiosos
betlemitas, que con tan justa celebridad florece en nuestra América española.
Todos saben que el venerable hermano Pedro de San José Betancourt, fundador de
esta orden, nació en el lugar de Chasna o Vilaflor de Tenerife, en el año de
1619; que fueron sus padres Amador de Betancourt y Ana García; y que, habiendo
pasado a Indias en 1650, echó los primeros fundamentos a su instituto de
hospitalidad y enseñanza de las primeras letras, en Guatemala, año de 1655,
donde murió doce años después, a 25 de abril de 1667, a los 48 años de su
edad, con tanta opinión de santidad, que, habiendo declarado la silla
apostólica en grado heroico sus virtudes, se trata ahora de su beatificación.
Había aprobado su instituto Clemente X, en 1674, y lo confirmó Inocencio XI, a
26 de marzo de 1687, prescribiéndole la regla de San Agustín.
Así pues, una orden tan célebre,
fundada por un patriarca canario, y que tiene por ejercicio peculiar la
enseñanza de los niños y el cuidado de los enfermos, dos cosas de que en
nuestras islas se ha carecido tanto, merecía que, por principios de honor y
utilidad, se le diese entrada en el país y se la protegiese con alguna
predilección. En efecto, desde el año de 1712, ansiosa la isla de Tenerife de
tener a quien encomendar la asistencia caritativa de los pobres y de honrar la
memoria del venerable Betancourt, de acuerdo con el obispo don Juan Ruiz Simón,
decretó, a 8 de abril, en cabildo general, que se pidiese al prefecto general
de los betlemitas el favor de que enviase a lo menos dos religiosos de su
instituto! a los cuales se cedería desde luego el hospital de San Sebastián de La Laguna, para que se
estableciesen en él y lo administrasen. [...]
Respondió también fray Bartolomé
de la Cruz,
prefecto general, en Lima, con fecha de 4 de febrero de 1721, diciendo que en
la propuesta que se le hacía no hallaba otro reparo sino que no se le
especificaban las rentas de aquel hospital para el sustento de los pobres y
religiosos, como ni tampoco si el patronato de la ciudad era honorífico o específico.
Pero que, de cualquier modo que
fuese, enviaría algunos individuos de su orden para la fundación.
Enviólos con efecto, y en 23 de
mayo de 1722 aportaron a Santa Cruz de Tenerife fray Ambrosio de San Patricio
con otros dos compañeros betlemitas, a quienes con noticia de su llegada
cumplimentó la ciudad por medio de sus diputados, advirtiéndoles podrían subir
cuando gustasen a La Laguna,
para conferenciar sobre el objeto que los traía a las Canarias. Los betlemitas
subieron y se alojaron en el hospital de San Sebastián, donde se aplicaron
desde luego al ejercicio de su instituto, con tanto aprovechamiento de la
juventud en el primor de la letra y aseo de escribir, que el mismo ayuntamiento
lo confesaba algunas veces en sus acuerdos. Pero no era igual el
aprovechamiento de aquellos buenos frailes, pues ya había un año que residían
en La Laguna y
todavía no veían facilitados los medios de consolidar la fundación. [...]
Entretanto los religiosos
betlemitas, a pesar de la lentitud de los canarios y acaso de la indiferencia
con que ya les miraban, deseosos de tener una casa de su instituto en la patria
del venerable fundador, o a lo menos algún santuario en el lugar que le dio
cuna, enviaron de su célebre convento de La Habana, en 1767, cuatro frailes a sus propias
expensas, para que acabasen de conquistar las voluntades y allanar las
dificultades que les habían cerrado la entrada a aquella tierra de promisión.
La ocasión parecía oportuna, porque, habiendo llegado a Tenerife casi en la
época de la expulsión de los jesuitas, se podían lisonjear de que no sería
difícil reemplazarlos en la enseñanza de los niños, con la añadidura de la
asistencia de los pobres. Pero luego echaron de ver que el gobierno se mostraba
por entonces contrario a toda nueva fundación monástica y que era forzoso
acomodarse a las circunstancias del tiempo.
Sin embargo, desde el convento de
San Diego del Monte, donde estuvieron hospedados con mucha abstracción y
retiro, no dejaron de promover su pretensión, ya reducida a que se les permitiese
fundar en el lugar de Vilaflor de Chasna, en la misma casa donde había nacido
el siervo de Dios Pedro de Betancourt, sobre cuyo solar se había edificado una
capilla. Aunque no hallaron en los regidores de La Laguna todo el apoyo que
esperaban, acordó no obstante el ayuntamiento, en 26 de noviembre del mismo año
de 1767, se les diese el informe favorable que apetecían para la fundación en
Chasna, y con
efecto se les dio. Todo lo
suspendió una orden superior que recibieron en 1771 para restituirse a su provincia,
como lo ejecutaron, difiriendo para ocasiones más propicias la idea de sentar
el pie en Tenerife. Ésta no ha tenido principalmente en su contra sino la
pobreza del país y hallarse ya sobrecargado de comunidades religiosas,
pensiones eclesiásticas y piadosas
contribuciones. [...] (Viera y Clavijo, 1991)
1712
Julio. Real Cédula de la Metropolis para que
Eguerew (La Laguna)
dependa del soberano español para honras, rogativas y demás funciones,
restándole dicha función a la
Audiencia de Canarias.
1713.
A principios del mes de marzo
tomó posesión de la
Audiencia de esta colonia Vetura de Landaeta, que venía a
reemplazar a Chacón. Este general tuvo la buena suerte de que, en aquel mismo
año, se firmara en la metrópoli la paz de Utrech, que dio fin alas guerra de
Sucesión no sin dolorosos sacrificios para la integridad de la monarquía
española.
Creyeron entonces los criollos
isleños que con la paz volvería a florecer el interrumpido tráfico de vinos,
pero desgraciadamente no sucedió así. Este ramo de comercio siguió atravesando
una existencia lánguida y penosa, sin que el río de oro del siglo anterior
volviera a fecundar la colonia.
1713
Enero 24. Se produce un
aluvión en Eguerew (La Laguna). Inundación en el convento grande de la secta
católica de San Francisco.
1713 Enero 25.
Un furioso temporal descargó sobre Las Islas Canarias, empezando
por Tenerife en la noche Se anegó el
convento de la secta católica de San Francísco en Eguerew (La Laguna,) escapando a duras
penas los religiosos y salvando, en su precipitada fuga, la imagen del Cristo
de las Victorias. En los dos días siguientes rodó el tiempo sobre Tamaránt
(Gran Canaria,) llevándose el Guiniguada el puente que unía los dos barrios de
Winiwuada (Las Palmas) y quedando los campos, villas y lugares destruidos por
las aguas que, en espeso turbión, arrastraron al mar árboles, casas y
sembrados.
1713 Marzo 7.
Los Guanches Juan Benítez Bencomo
y el alférez Diego Alonso, hermanos, vezinos del lugar de Güímar como más aiga
lugar en derecho salimos a los autos que se están siguiendo por Sebastián Bello
sobre los bienes que dejó por fin y muerte Don Diego, Rey que fué de las partes
de Adeje,. por el valle que dicen de Masca, y cien fanegadas de tierra de
sequero que está en Tajoña, y asimismo por treinta fanegadas con el agua para
su riego.
Digo que nos conviene justificar
como somos hijos legítimos de legítimo matrimonio de Juan Alonso y Nicolasa
Díaz, y que el dicho Juan Alonso nuestro padre, fué hijo legítimo de legítimo
matrimonio de Juan Alonso el Mayor; abuelo, y que éste fue hijo legítimo de
María Díaz, quien lo fue asimismo de Juana Díaz, y esta heredera universal del
dicho Don Diego, y que la dicha Nicolasa Díaz, nuestra madre, fué hija legítima
de Francisco Díaz, y esta de Juan Gaspar Marrero, quien lo fué asimismo de
Juana Díaz y por tales han sido tenidos y comunmente reputados sin cosa en
contrario, y que den razón los testigos con asistente, y en cuanto a la
herencia de la dicha Juana Díaz, remítanse a la información que está hecha en dichos
autos por Pedro Díaz, desde el folio 38 hasta el 46 inclusive, por tanto =
Pedimos y suplicamos a Vmd. mande se nos reciba dicha información, y que sea
continuación de dichos autos y que hecha se nos dé para pedir lo necesario,
juramos, etc. y comisión en dicho lugar a la persona que Vmd. fuere
servido por falta de escribano. =
Tabares. = Por la parte, Jerónimo Laso de la Vega.
Por presentada, y estas partes
den la información que ofrecen por ante el alcalde del lugar de Güímar;
acompañado con Juan Benítez Bencomo a quien se da comisión, y fecha se les dé a
estas partes con los autos pasados al efecto que expresan. El señor Teniente
Gobernador desta Isla, lo mandó en La
Laguna en dos de marzo de mil setecientos y trece años. El
licenciado Montalbán.- Tomás Jerónimo de la Vega Zapata, escribano
público.
En el lugar de Güimar de esta
isla de Thenerife, en siete de marzo de mil setecientos y trece años, yo el
alférez Miguel Fernández de Paez y Galdona, alcalde de estos lugares de Guimar
y Candelaria, y demas su jurisdicción, habiendo visto el auto y comisión de su
md. el señor Teniente general desta Isla, dije que lo aceptaba y acepté, y daré
en todo su cumplimiento, y lo firmé.
Miguel Fernándéz de Paez y
Galdona = En el lugar de Guimar; en dicho día, mes y año, habiendo visto el
auto de su md. el Sr: Teniente General desta Isla, digo que lo acepto como
acompañado, y lo firmé, Juan Benítez Bencomo.
Entre el 7 y el 9 de marzo del
citado año se tomó información en el Pago de Arafo a nueve testigos que presentaron
las partes, que fueron: don Juan Vizcaíno de Medina, de 85 años; don Salvador
Fariña, de 70; don Bernardo Marrero, de 50; don Lucas Martín Fariña, de 66; don
Juan Bello de Ledesma, de 63; don Mateo Hernández Lima, de 50; don Juan
Bautista Albertos, de 65; don Juan Hernández, de 50; y don Alejandro Díaz
Montano, de 43. Todos confirmaron las preguntas de la información, en la que se
pretendía demostrar que los hermanos Alonso Bencomo eran tataranietos por ambas
líneas de doña Juana Díaz, bisnieta y heredera universal del Rey Don Diego de
Adeje.
1714. Isla de
Titoreygatra (Lanzarote). Alzamiento de los vecinos al ser encarcelado el
síndico personero de la isla por órdenes del visitador de la Audiencia don Saturnino
Daoix.
1714.
Nació
en Güímar el presbítero agustino Fray Sebastián Álvarez. Al igual que su
hermano Pedro siguió la carrera religiosa, pero en este caso en el seno de la Orden de San Agustín, en la
que profesó. Estudió Filosofía y Teología en el convento de Ntra. Sra. de
Gracia de La Orotava
y, al mismo tiempo, se ordenó de Tonsura, Menores, Subdiaconado, Diaconado y
Presbiterado. Aunque permaneció la mayor parte de su vida fuera de Güímar
acudió con frecuencia a este pueblo, pues celebró numerosos bautizos y
matrimonios en la iglesia de San Pedro, con licencia del Beneficiado. Asimismo,
como hemos visto anteriormente, al testar su hermano don Pedro (en 1761), dejó
70 misas a Fray Sebastián Álvarez de Ledesma. La escapada más larga y alejada
que le conocemos a este religioso de San Agustín correspondió a su estancia en la Villa de Santiago, donde
hizo las veces de teniente de cura, pues celebró misas y sacramentos, con
licencia del cura párroco don José Antonio de León Ferrera, entre 1761 y 1763.
El "Muy Reverendo Padre Fray Sebastián de Oliva", como también se le
conoció, falleció en su Güímar natal en 1774, a los 60 años de edad,
recibiendo sepultura en la iglesia de San Pedro. Según sus contemporáneos,
poseía una extraordinaria cultura y era un elocuentísimo orador sagrado.
1714.
En las isla
Lanzarote y Fuerteventura las orchillas eran propiedad exclusiva de los señores
(T. 2. p. 323). Cada quintal valía a tres ducados en La Gomera por los años
de 1552 (T. 3. p. 16). Y una de tantas quejas que daban los vecindarios
era que su señor tomaba tan barato dicho liquen a los pobres
que lo recogían y él después le vendía muy caro. Esto era una verdad. Asimismo
nos habla la historia del tumulto que hubo en La Gomera por causa de los
quintos y tributos.
Establecimiento
de la Rl. Aduana.
Con fecha 3 de octubre del año 1714, el ministro de
Hacienda marqués de Campo Florido, pasó orden el
Administrador general de Canarias, para que en las islas de señorío
hubiese Aduanas y Almojarifes. Fuélo para Lanzarote Dn. Juan
Manzaneda con orden de exigir un 6 por 100, sobre las mercancías
de entrada. Disgustóse el vecindario, reunióse el Cabildo general
para resistir la nueva imposición; y habiéndose amotinado los vecinos para
expulsar o asesinar al nuevo funcionario, éste escapó vestido
de frayle franciscano (T. 2. p. 398). (J. Álvarez Rixo, 1982:159.162)
1714.
Envió el gobierno de la metrópoli
de visitador de esta Audiencia colonial de Canarias al oidor de la de Sevilla
don Saturnino Daóiz, el cual, atento a inquirir las causas de la lenta y
defectuosa administración de justicia y de los repetidos .conflictos de
jurisdicción con otras autoridades, determinó convocar en Las Palmas una
asamblea general, a la que debían concurrir representantes de toda la
provincia, a fin de deliberar si convenía volver al antiguo régimen de los
gobernadores, dejando la presidencia de Real Acuerdo a un regente, o si por el
contrario se juzgaba más acertada la organización que entonces existía como
medio de dar más fuerza y unidad a la acción gubernativa.
Señalado para esta importante
reunión el 24 de junio de 1714, y hallándose presente numerosa concurrencia de
diputados de todas las clases sociales, principió el debate, manifestando los
que iban tomando parte las ventajas que ofrecía la institución de los capitanes
generales; hasta que, levantándose el alférez mayor de la isla, el ilustre don
Pedro Agustín del Castillo, trató de probar la inutilidad de estas autoridades
superiores, así en paz como en guerra, por hallarse subdividido el país en
pequeñas porciones, sin que pudiera un solo jefe mandar en una, en perjuicio de
las demás que habían de ser por necesidad olvidadas. Al mismo tiempo hizo ver
que sólo un letrado podía estar al frente de la Audiencia, siendo
ridículo y peligroso que un militar estuviese investido de semejante poder,
ajeno a sus estudios y carácter. Tan elocuentes fueron sus argumentos que el
visitador aceptó sus conclusiones, desechando el voto de los demás y
proponiendo al rey la elección de un regente con las mismas atribuciones que
éstos ejercían en otros territorios. En efecto, así se verificó, sin que desde
entonces se haya interrumpido la serie de estos funcionarios. .
1715. Se
bendice la Ermita
de Santa Ana de la secta católica en Tamaimo. Territorio Taxo en el
actual municipio de Valle Santiago en la isla Chinech (Tenerife).
1715.
La iglesia
católica de Santa Ana en Garachico, Chinech (Tenerife) fue reconstruida en 1715, donando para ella
toda la cal necesaria el carnicero del pueblo,
que según posteriormente se supo, era un general allí desterrado. La ermita
aneja al convento de la
Concepción en 1506, fue destruida en 1706 por un
torrente de lava del terrible volcán que explotó de la montaña venge ó negra, volcán que destruyó así mismo gran número
de casas y el puerto, que fue lo más sensible, pues desde entonces
perdió toda su importancia la población,
alcanzándola en cambio Santa Cruz.
1715.
Ykuden n Chinech (Icod-Tenerife). El Alcalde real, con manifiesto
abuso de poder registra varias casas de los vecinos.
1715. Nace en San Juan de la Rambla, Chinech (Tenerife,) el criollo Juan
Antonio Quevedo, quien andando el tiempo llegaría a ser capitán de Fragata en
la marina de la metrópoli. Esposo de Isabel Jerónima Machado y Ruiz. Había
nacido en la zona alta, muy cerca de donde hoy está la iglesia de San José; en
1778 ya había fallecido. Como capitán de las fragatas "Nuestra Sra. del Rosario" y "La Paz"
realizó frecuentes viajes entre Canarias y América. Se le atribuye notable
participación en la construcción de la ermita de San José, siguiendo los pasos de
su tío, el prebístero José Esteban Rodríguez.
También donó el altar del
Nazareno en la iglesia parroquial de San Juan.
1715. Un temporal lanza de través contra la costa de Paso Alto, en Añazu, Chinech (Santa Cruz de Tenerife), al navío francés Le Subtile, perdiéndose el barco y la carga de almendras que transportaba de Berbería.
1715. Cerca del mar,
en su playa, inmediato al lugar de Agulo, en el mes de junio de de ese año
arribó y encalló una horrorosa bestia marina de grandeza de 90 pies geométricos y de
alto 40 y más, la boca la tenía al medio del cuerpo y tan larga que la quijada
hera de más de tres varas, tenía 60 dientes en cada quijada, y cada quijada
pesaba libra y nedia y encajaban en los huecos que tenía la quijada de arriba.
Por la boca pudieran entrar un par de bueyes unidos, los dientes que estaban en
dos filas estaban separados unos de otros una mano, los ojos que tenía en los
hombros eran de la circunferencia del grueso de una pipa, la trompa y cabeza
eran de la hechura de la popa de un navío, los aletones de delante serían como
el ancho y largo de media vara,y el de la cola braza y media, el cuero muy
belludo, su color obscuro, del grueso de dos dedos, de que hicieron suelas de
zapatos que duraban más de dos años; para subir á su altura, hacían con hachas
escalones en sus costados, y habiéndolo rolado en dos partes, cortaban con
hachas sin embarazarse 80 hombres, soltaba por la boca grandes pedazos de baña
de cuya manteca llenaron dos pipas, y de su aceite 12 pipas; y por haber encallado
muy dentro del mar y no haber dado lugar su creciente, no se aprovechó para
haber sacado más de 40 pipas de grasa, llevándose la creciente del mar la mayor
parte, no tenía más hueso que el del espinazo, el miembro de la generación de
tres varas de largo y del grueso de un barril. De la especie de este pez ó
casi, era uno que cuenta el padre Fr. Luís de Granada salió de la playa de
Peniche año de 1575. Siendo muy frecuente al salir á estas playas de nuestras
islas diferentes especies de ballenas, se halla que en el año de 1540 salió en
una caleta de esta de Canaria una, en cuyo vientre se halló un pan de fino
ámbar de más de cuatro arrobas, sobre que se siguió pleito en esta real
audiencia, entre los que la hallaron. (Pedro Agustín del Castillo y Ruíz de Vergara.
1737)
1715 Julio 1.
El doctoral de Plasencia
(España) Lucas Conejero de Molina, uno
de los juristas más insignes de su tiempo, el vino a llenar la vacante de la
sde epicopal de la secta católica en Canarias, aportando a Winiwuada (Las Palmas)
el 1° de julio de 1715. Seducido por la residencia de los comandantes generales
en Añazu n Chinech (Santa Cruz de Tenerife, la población de la colonia donde se
desenvolvía el mayor tráfico comercial y consiguiente movimiento económico,
circunstancias que incitaron a
trasladarse a esta población donde los diezmos de la iglesia catolica eran
ciertamente muy elevados, y en ella vivió hospedado por los frailes de San
Francisco. Largos y curiosos fueron los conflictos que provocó o se le
presentaron en su diócesis, motivados en su mayor parte
por su carácter irascible y
dictador. Citaremos algunos.
Se hallaba entonces en Chinech
(Tenerife) un hombre, todavía joven, perteneciente a una de las más nobles
familias de criollos del país, el cual se había educado en el extranjero, donde
había residido muchos años. Llamábasele primero el vizconde del Buen Paso y,
después de la muerte de su padre, el marqués de la villa de San Andrés.
Era este criollo el célebre don
Cristóbal del Hoyo y Solórzano, cuyas anécdotas, chistes y picarescas poesías
corrían de boca en boca por toda la colonia, escandalizando a unos y deleitando
a otros. A su regreso a Chinech (Tenerife,) en cuya isla radicaba la mayor
parte de su fortuna, conoció a su sobrina, la señorita doña Leonor del Hoyo y, con
la ligereza propia de la más que dudosa moral de la oligarquía colonial,
principió a obsequiarla como si fuera uno de sus más rendidos adoradores. Una
de las cartas que desde Añazu (Santa Cruz) le escribió, burlándose de la
persona del señor obispo y que éste leyó, produjo tal indignación en el prelado
que, desde entonces, se declaró su más tenaz e irreconciliable enemigo.
Con esta ruptura consiguió la
enamorada doncella, a quien su tío no quería ya cumplir la palabra de
casamiento que parece le había empeñado, solicito la protección e influencia
del señor Conejero para entablar, como entabló, una querella contra el raptor
de su honra. Para evitar el escándalo, el marqués, que negaba y negó siempre
las afirmaciones de su sobrina, se allanó a entregar su mano, dando comisión a
un amigo para que solicitara en Roma las dispensas necesarias; pero como el
consentimiento no era voluntario, todavía halló medios de dilatar la
negociación, dejando de enviar las cuantiosas sumas que la curia pontificia
reclamaba. Indignado el obispo con estas premeditadas excusas, denunció el
hecho al Consejo de Castilla cuando por su elevación arzobispado de Burgos hubo
de pasar a España; y el rey, enterado, dispuso entonces por decreto de 5 de febrero de 1725
que el general Valhermoso de terrorifica memoria en la colonia se apoderase del
marqués, lo encerrara en un castillo y, después de embargarle sus bienes, le
notificara que en el preciso plazo de ocho meses había de obtener la necesaria
dispensa.
Pasó el término sin que el terco
criollo llenara este requisito, y no sólo transcurrieron aquellos meses sino
también siete largos años, permaneciendo siempre encerrado en el castillo de
Paso Alto escribiendo versos contra su carcelero Valhermoso y maldiciendo a su
sobrina. Allí, sin duda, hubiera muerto con gran regocijo de la engañada novia,
si en la noche del 4 de diciembre de 1732 no hubiera conseguido escaparse,
refugiándose en Portugal, desde cuyo reino, obtenido más adelante su perdón y
casado con una noble señora gallega, no pasara a Madrid y desde allí a su a esta
colonia, donde alcanzó una edad muy avanzada. (A. Millares T. 19779).
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