lunes, 30 de septiembre de 2013

CAPÍTULO XXXIV –I



EFEMERIDES CANARIAS
UNA HISTORIA RESUMIDA DE CANARIAS
PERÍODO COLONIAL, DÉCADA 1731-1740 

CAPÍTULO XXXIV –I 



Eduardo Pedro García Rodríguez

1731. Se procede, con 64 personas canarias a la fundación de San Antonio de Texas.  Éstos se constituyen como su oligarquía, canalizando en su provecho el regadío, lo que les originó conflictos con las misiones de la secta católica allí establecidas. Apoyaron tanto la independencia de Méjico como a la República de Texas, muriendo algunos de ellos en la defensa del Álamo frente a las tropas mejicanas.

1731 Noviembre 30.
Fue declarado Caballero hijodalgo por el Cabildo colonial, el criollo Pablo José de Mesa Ponte y Llerena.

“El referido D. Pablo José de Mesa Ponte Azoca y Llerena nacido en La Laguna, bautizado en Los Remedios el 7 de Junio de 1693, fue elegido como Caballero hijodalgo notorio en Cabildo general celebrado el 30 de Noviembre de 1731, para Castellano del Castillo de San Juan, de que le dio nombramiento el General Marqués de Valhermoso.

Fue hermano menor de los célebres canarios e ilustres hijos del país D. Álvaro de Mesa Azoca Llarena, también Castellano del mismo Castillo y siendo Teniente Coronel del Regimiento de Infantería de Portugal, murió heroicamente defendiendo la plaza de Ceuta contra los moros apoderándose de la línea de la Rocha,

«...haviendo salido mandando cuatro Piquetes al campo de los moros, en la acción general destinada a desbaratar sus ataques al mando del Marques de Lede, la noche del 19 de Febrero de 1723, salió de esta función tan lleno de balazos, que a las trece horas murió...», como consta en el Memorial impreso del primer Marqués de Casa Hermosa D. Francisco de Mesa y Ponte de la Orden de Santiago; otros de sus hermanos fueron D. Alonso, Canónigo de la Sta. Iglesia Catedral de Santa Marta y de la de Cartagena de Indias; D. José Francisco, igualmente castellano del Castillo de San Juan, Capitán de Infantería que se distinguió sirviendo en la Real Armada y falleció a consecuencia de heridas recibidas al ser hecho prisionero del pirata inglés Clipperton al apoderarse de la escuadra del Marqués de Villarrocha; General y Almirante D. Juan Evangelista de Mesa y Llarena, Jefe de la gran Casa de Mesa y poseedor de sus mayorazgos y patronatos por fallecimiento de su padre, que prestó los más grandes servicios por mar y tierra a S.M. y fue Capitán de Infantería y de Granaderos, Gobernador del Castillo de Santiago de Manila, General de la Armada, General y Almirante de la Armada Real de bajeles de las Islas Filipinas, y últimamente Capitán General del Callao de Lima, méritos que recompensó el Monarca con la merced del hábito de Caballero de la Orden de Santiago, en Cédula de 24 de Abril de 1720.

Estos hermanos fueron segundos nietos del célebre Capitán D. Lope de Mesa Ocampo, que prestó grandes servicios entre otros con motivo del ataque a Las Palmas de Van-der-Does. (José María Pinto de la Rosa, 1996)

1731 Diciembre 28. Nació en el Realejo de Arriba, el día de los Santos Inocentes, el criollo José Viera y Clavijo, sacertode de la secta católica historiador y naturalista. Su padre, Gabriel del Álamo Viera, descendía de pobladores colonos portugueses llegados a Chinet (Tenerife) en la primera mitad del siglo XVI, y su madre, Antonia María Clavijo Álvarez, estaba emparentada con los Clavijo y los Perdomo de Titoreygatra (Lanzarote). Según consta en su partida de nacimiento fue bautizado por caso de necesidad en la casa de sus padres, donde había nacido, lo que sugiere que hubo problemas durante el parto. De hecho, sus biógrafos coinciden en que siempre fue una persona de naturaleza débil y enfermiza.
 A pesar de su delicada salud, desde niño fue muy activo, con mucho nervio y ganas de asimilar todo tipo de conocimientos. Esa vitalidad se interrumpía a veces durante periodos depresivos que le impedían realizar esfuerzos físicos e intelectuales. Él mismo aseguraba que padecía la modorra de los guanches, la extraña enfermedad que, según los autores antiguos, provocó una grave epidemia entre la población guanche posiblemente por que los invasores envenenaron las fuentes de agua. En cualquier caso, llevó una vida normal durante toda su existencia y vivió más de 80 años, una edad que pocas personas alcanzaban entonces.
 Estudió en el convento de la secta católica de los dominicos en La Orotava donde cursó la carrera eclesiática. A los 18 años recibió las órdenes menores y tres años más tarde fue nombrado capellán de coro de la iglesia de la Peña de Francia, en el Puerto Mequínez (Puerto de la Cruz). Poco después accedió a las órdenes mayores y ejerció como sacerdote en Winiwuada n Tamaránt (Las Palmas de Gran Canaria). Entre sermón y sermón, leía todo lo que caía en sus manos. Se entusiasmó particularmente con las ideas racionalistas de Feijóo, del que decía que en medio de la lóbrega noche de sus estudios escolásticos llegó a alumbrarle con una ráfaga de feliz claridad. Benito Jerónimo Feijóo (1676-1764) fue un monje de la orden de los benedictinos, autor de una larga serie de artículos críticos -que hoy llamaríamos de opinión- sobre religión, literatura, física, biología, etc., que fueron recopilados en dos obras enciclopédicas: Teatro Crítico Universal y Cartas Eruditas.
 Viera desarrolló desde joven una intensa actividad intelectual: dominaba las lenguas clásicas, traducía literatura francesa, escribía artículos, ensayos, novelas, poesías, etc. Además era ingenioso, hablaba muy bien y exponía cualquier asunto de forma clara y amena. Esas cualidades le permitieron participar como un miembro más en la conocida tertulia de Nava, que se celebraba regularmente en la casa del criollo marqués de Nava y Grimón (entre 1763 y 1767), en Eguerew (La Laguna). Allí se reunían las personas más cultas e ilustradas de Chinet (Tenerife) para hablar y discutir sobre temas de diferente índole. Arropado por ese círculo intelectual, Viera tuvo la oportunidad de acceder a las pocas bibliotecas que entonces existían en la isla -casi todas pertenecientes a la aristocracia local- y a los archivos eclesiásticos y del cabildo. A lo largo de varios años de intensa investigación bibliográfica, logró rescatar y recopilar una gran cantidad de información sobre la historia colonial de Canarias conservada en legajos y documentos antiguos, muchos de ellos olvidados o desconocidos hasta entonces. Ese trabajo de erudición constituyó la base principal de su obra más importante: Noticias de la Historia General de de las Islas Canarias.
En 1770, cuando aún no había cumplido 40 años, recibió una tentadora oferta del marqués de Santa Cruz de Mudela para que se encargara, como ayo, de la educación de su hijo, el marqués de Viso. El viejo marqués era una persona afable, culta e instruida, que pertenecía a una rancia familia de la nobleza colonial española, muy próxima a la corte. Viera no dudó en aceptar esa proposición y se trasladó a Madrid (España) a finales de ese año. Si bien el ambiente intelectual de la capital de la metrópoli le decepcionó profundamente, tuvo la oportunidad de viajar con los marqueses por las principales ciudades europeas, París Viena, Roma, Nápoles, Venecia, Amsterdam, etc., y conocer directamente las ideas más modernas que se estaban generando en ese momento. En Roma, investigó en los archivos del Vaticano, donde encontró documentos importantes para la historia colonial de Canarias, aparte de obtener licencia para leer libros prohibidos. Entabló una estrecha amistad con José Antonio Cabanilles, el botánico español más importante de la época, con el que convivió en París durante casi un año. Allí fue alumno de ilustres científicos, como Valmont de Bomare, profesor de historia natural, y Sigaud Lafond, un reconocido químico. Incluso asistió al homenaje que le hizo la Academia a Voltaire cuando éste, ya anciano, regresó a París.
Según él mismo cuenta, en sus viajes por Europa conoció 138 ríos, 165 ciudades, 13 academias de nobles artes, 8 laboratorios químicos, 8 casas de fieras, 6 talleres anatómicos, 70 catedrales, 5 sinagogas ... En 1782 fue nombrado arcediano de Erbania (Fuerteventura), cargo que aceptó con gusto ya que estaba bastante harto de Madrid, una ciudad que, después de sus viajes por las principales capitales europeas, le parecía aún más provinciana que cuando había llegado doce años antes. Permaneció en Madrid durante dos años más, tiempo que consideró necesario para dar los últimos retoques a su Historia General de las Islas Canarias, que por fin se publicó en 1783, y ordenar y clasificar los documentos y materiales más interesantes que había acumulado a lo largo de esos doce años.
Al regresar a la colonia canaria comenzó una nueva etapa en su vida, sin duda más tranquila y reposada, pero intelectualmente tan activa y fecunda como lo había sido siempre. No sólo siguió desarrollando su vocación literaria con mayor o menor éxito, sino que se dedicó a difundir los conocimientos científicos adquiridos en Europa y a aplicarlos en el estudio de la naturaleza canaria. En la Real Sociedad de Amigos del País de Canaria en Winiwuada (Las Palmas) presentó numerosas comunicaciones: sobre las aguas minerales de Teror y el carbón de piedra (1785); sobre las aguas minerales de Telde, la rubia silvestre, la barrilla y el ricino (1786); sobre los gusanos de seda, la orchilla y el carbón de leña (1787); sobre las aguas de la ciudad de Winiwuada (Las Palmas), la renovación de los sombreros viejos y el modo de desengrasar la lana (1788), etc.

En 1799 terminó de redactar el Diccionario de Historia Natural de las Islas Canarias, su obra científica más importante, que se publicó por primera vez en 1866, cincuenta y cuatro años después de su muerte. El diccionario recoge más de mil nombres populares canarios de plantas, animales, minerales, etc., con una descripción más o menos detallada de cada término. En la mayoría de las plantas incluyó el nombre científico actualizado, siguiendo el método propuesto por Linneo unos pocos años antes.

En 1804 compuso Las Bodas de las Plantas, un poema didáctico considerado como un tratado de botánica, sobre la fecundación y propagación de las especies vegetales.
Cuatro años más tarde presentó en la Real Sociedad de Amigos de Canaria el que probablemente fuera su último trabajo científico, Catálogo de los Géneros y Especies de Plantas singulares de las Islas Canarias, donde incluyó unas 60 plantas autóctonas con una descripción más detallada que en su diccionario.
 A pesar de su cada vez más deteriorada salud, Viera continuó escribiendo cartas, ensayos y poesías hasta sus últimos días. Falleció en Winiwuada n Tamaránt (Las Palmas de Gran Canaria) el 21 de febrero de 1813. El botánico inglés Philip Baker Webb le dedicó en 1839 un género de plantas endémico de Chinet (Tenerife), cuya única especie, Vieraea laevigata, conocida popularmente como amargosa, vive exclusivamente en el macizo de Teno. También en su honor, el Museo de Ciencias Naturales de Chinet (Tenerife) edita anualmente una revista científica que lleva el mismo nombre: Vieraea. (Lázaro Sánchez Pinto)
 “¡Qué placer se puede igualar al de extender la vista por la campiña que uno ha vestido de árboles, y decir: Dios crió las especies; yo las he multiplicado! La posteridad bendecirá mis cuidados, cuando eche de ver que yo he tenido la generosidad de trabajar para ella: ¡la Patria me tributará elogios, porque he aumentado sus verdaderos bienes...! Gratas reflexiones que deberían animar a todos los canarios, amenazados de la temible situación de carecer de árboles de montaña.”

En 1779. Fallece el joven y delicado marqués sin descendencia y en 1780 acompaña al marqués de Santa Cruz en un viaje en que visitaron París, Turín, Roma, Nápoles, Venecia y Viena, donde el anciano marqués se casó otra vez, y visitan después Alemania y los Países Bajos; Viera escribirá un diario de este último viaje. En Roma obtuvo documentos importantes para su Historia y, además, una dispensa eclesiástica para leer libros prohibidos. Aprovechó la estancia en París de casi un año para seguir conferencias y cursillos científicos, especialmente de química y física; asistió a la recepción de Voltaire en la Academia y conoció a Condorcet y a d´Alembert. Tras esta estancia parisina se renovó su interés por las ciencias a las que ofreció una intensa dedicación. En 1782 es nombrado arcediano de Erbania (Fuerteventura) en la Catedral de guiniwada (Las Palmas) y en 1784 abandona Madrid y se embarca en Cádiz con destino a Canarias, de donde ya no se moverá hasta su muerte. En 1790 Antonio Porlier, miembro del Consejo de Indias, le ofreció varios empleos en Madrid que no aceptó. Vive bastante activo dedicado a las ocupaciones de su cargo, de la Real Sociedad Económica, del colegio de San Marcial y de sus trabajos literarios y traducciones.
1732 Junio 10.
Vino a ocupar la silla episcopal en la colonia de Canarias el  magistral de Valla-Dolid (España), don Pedro Dávila y Cárdenes, que tomó posesión de su iglesia el l0 de junio de 1732. Tan pronto este  prelado terminó su instalación, cuando organizó una visita general de la diócesis, que realizó al año siguiente, llevando a todas partes la solicitud de su celo evangélico y la elocuencia de su persuasiva palabra. Mientras cumplía su piadosa misión, meditaba ilustrar su pontificado con la celebración de un sínodo que fuese como la continuación del celebrado por don Cristóbal de la Cámara, y si necesario era, darle la ampliación que el transcurso de los años aconsejaba. Decidido a realizar su proyecto, dirigió circulares y edictos al cabildo, vicarios, beneficiados y párrocos de la diócesis, al comandante general, Audiencia, corregidores y ayuntamientos, a los gobernadores y jueces de las islas de señorío y a los provinciales, priores y guardianes de las órdenes religiosas. Dio principio tan solemne asamblea en la tarde del 28 de agosto de 1735, con una breve exhortación que dirigió el mismo prelado a todos los congregados en el aula capitular y, al día siguiente, después de la misa mayor, salió una procesión por las calles de Las Palmas, que estaban vistosamente engalanadas, con asistencia del cabildo, comandante general, vocales, clero, comunidades, diputados, cofradías, tropa y música.

Las conferencias duraron ocho días. Decretóse en la constitución primera que los maestros de escuela enseñaran todos los sábados la doctrina cristiana a los niños. En la segunda se ordenaba que las personas penitenciadas no ejercieran ningún oficio sin licencia expresa de la Inquisición. En la séptima se prohibía a los clérigos llevar hábitos
de seda, a menos que la tela no fuese fabricada en el país, ni sobrepellices costosos ni colas en las sotanas. En la octava se lamentaba el prelado del pernicioso abuso de salirse las doncellas de la casa de sus padres para casarse inconsiderada y precipitadamente, y quería que se predicase con frecuencia contra esta culpa. En la décima se levantaba la excomunión que se había impuesto a los que tomaban tabaco en las iglesias. También se establecía, en otro lugar, que no se pudiera bautizar a los hijos de infieles contra la voluntad de sus padres. Respecto a comedias, ordenaba lo siguiente: "Habiendo de haber comedias en la fiesta del Corpus mandamos, so pena de excomunión mayor y de diez ducados, no se representen sin que sean vistas y examinadas por Nos o nuestro pro visor y vicario, sometiendo su examen a personas doctas y de buen parecer, las cuales firmen, no solamente que no tienen error ni cosa contra la fe, pero que son de buen ejemplo para las costumbres de los fieles y no tengan deshonestidad, o sea, ocasión de algún pecado, y después de examinadas y aprobadas las dichas comedias, por ningún caso queremos se representen en las iglesias, ni por la mañana ni a la tarde, porque, aunque en sí sean buenas, suelen traer muchos inconvenientes representadas en las iglesias y causar mucha irreverencia con ruidos, bebidas, posturas de cuerpos, pláticas y palabras deshonestas de mucha gente moza. ..Sin embargo, siendo las comedias tales y con las licencias sobredichas, se podrán representar fuera de las iglesias, pero no por la mañana". En otra constitución se expresa el prelado en estos términos: "Hemos entendido con bastante pena que algunos dueños de esclavas tienen con ellas un modo de hacer ganancias, permitiéndolas o disimulándolas se hagan fecundas por el vil interés y valor de la nueva prole que han de tener, mirando a estas infelices sin más distinción que si fueran irracionales...mandamos se castigue el delito con todo el rigor del derecho".

Concluyó el sínodo con la bendición del obispo, el cual se manifestó muy regocijado del éxito de la religiosa asamblea. Publicáronse las constituciones en Winiwuada (Las Palmas) el 13 de julio de 1738 y, aunque el ayuntamiento de Eguerew (La Laguna) quiso contradecirlas por encontrar en ellas algo que se oponía a sus inmunidades y privilegios, fue desechada su pretensión y siguieron rigiendo en la diócesis con aplauso de todos los fieles católicos. Este  prelado dejó las islas en 1739, habiendo sido trasladado a la silla de Plasencia (España).

1732 Junio 18.

Se crea en  la Matanza de Acentejo, un hospicio Franciscano, este hospicio tubo una existencia holgada hasta una Real Cedula subscrita por el rey Carlos III que atisbo el riesgo de ver convertido en señorío tierras de realengo que permanecían en manos de religiosos o de aristócratas.
Este Hospicio fue fundado por el sacerdote herreño que era cura del lugar, Lorenzo Fernández de Armas que incluso falleció como fraile de este hospicio. Dicho hospicio era de una comunidad Franciscana, cuyo objetivo era servir como albergue y escuela elemental para la comarca y ayudar a todos los transeúntes y mendigos que pasaban por el lugar dándole asistencia.
D. Lorenzo Fernández de Armas nació después de 1670 en El Hierro. Profesó como franciscano en 1735. Murió antes de 1780 en La Matanza de Acentejo (Tenerife). Sacerdote y Abogado. Primeras órdenes en 1693 (Obispo Vicuña). Párroco de La Matanza de Acentejo, Tenerife, de 1708 a 1733. Representante de La Matanza de Acentejo en varios cabildos generales de Tenerife celebrados en La Laguna, como el de 29 de marzo de 1724. Hijo de Lucas Fernández de Armas (que figura como testigo -junto con su padre Juan Fernández- en el acta levantada el 21 de julio de 1723 por García del Castillo, con motivo de haber pretendido ver la isla de San Borondón desde la Cumbre de Ezézena, El Hierro. Capitán de Milicias. Testamento 27 mayo de 1704 ante Brito y Espinosa, El Hierro) y de Ana Rodríguez Perera, natural de Santa Úrsula (Tenerife). Hermano de Bernarda Rodríguez de Armas, casada con Teodoro Fernández de Payva, natural de Los Silos (Tenerife) el 29 de Septiembre de 1700.
1733.
Por la relación de la visita pastoral del Ilmo. Sor. Obispo D. Pedro Dávila y Cárdenas; se sabe que el Puerto de Arrecife sólo contenía la citada ermita (San Ginés), veinte y ocho vecinos, y un castillo el mejor.

1733.
En las Constituciones, y nuevas adiciones  Sinodales del Obispado de las Canarias, constituciones que tuvieron lugar en el año de 1733, el Obispo D. Pedro Manuel Dávila y Cárdenas, imprimió – entre otras – sus impresiones del puerto de Santa Cruz en los siguientes términos:  “Tiene este Lugar un Beneficio, provision de su Magestad, Iglesia muy buena, y decente, quatro Hermitas, que son la de nuestra Señora de Regla, San Andrés en el Valle de Salazar, San Telmo, y la San Sastian. Compónese  de 1367 casas, en que viven al presente 6568. Personas. Este puerto es donde concurre oy el Comercio de las Islas. Tiene dos Conventos, con bastante comunidad, uno de Santo Domingo, y otro de San Francisco. Esta este Puerto muy fortificado, y prevenido con tres Castillos, coronados de piezas, como las fortificaciones de la playa. Creo sera necessario poner en este Lugar Ayuda de Parroquia, por lo mucho que se ha aumentado, y se vá aumentando, y de dichas casas están en el camino de Regla 15, camino de la Laguna 5; en donde llaman los Campos 4; en el Bufadero 12; en el Valle de San Andrés 75; en el de Iguete 25; y los demás arruados”. (Eduardo Pedro García Rodríguez)

Que había en estas islas. (Sinodales del Obispado de Canaria, p. 504, y 505). Y no debe quedarnos duda, que esta fortaleza es la ti­tulada Sn. Gabriel; la cual parece obra de los marqueses de Lanzarote, puesto que consta del inventario de este Estado hecho en 1598.

También el mencionado Ilmo. Dávila, nos dice, que se hallaba a la sazón amenazado aquel puerto de ser arruinado por el volcán. Y ciertamente era entonces que estaba acercándose el brazo de lava que bajó por la inmediación de Tahiche hasta cosa de una milla N.N.O. distante de Naos. (J. Álvarez Rixo, 1982:50).

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