EFEMERIDES CANARIAS
UNA HISTORIA RESUMIDA DE CANARIAS
PERÍODO COLONIAL,
DÉCADA 1711-1720
CAPÍTULO XXXII
–VII
Eduardo Pedro García Rodríguez
1718 Febrero 22.
Era aquel un año fecundo en
motines alzamientos populares contra las tropelías cometidas en la colonia por
los empleados de la metrópoli y los criollos de servicio. La
pacífica isla de Esero (El
Hierro) se había también conmovido con la publicación de una real orden,
expedida para establecer un nuevo derecho de entrada sobre sus importaciones.
El 22 de febrero (1718) subleváronse los bimbaches (herreños,) presentando a su
alcalde mayor, don José Magdaleno, un memorial pidiendo: "Que se aceptase
el nuevo impuesto de entrada, pero con la condición de que la isla quedase
libre de los derechos de quintos que pagaba a sus señores". Pagábanse, en
efecto, estos quintos, como en otras ocasiones, desde los tiempos de los
Herreras y Perazas.
El alcalde, de acuerdo con los
solicitantes, decretó la abolición del derecho de quintos, mandando "que
no se llevasen más derechos que el seis por ciento de las aduanas reales y que
el quintador del señorío no se entrometiese en el aforo". Este acuerdo,
dictado por persona incompetente, dio lugar a que el sacerdote de la secta
católica don Bartolomé García del Castillo, beneficiado de aquella parroquia y
persona muy ilustrada y adicta al conde, desaprobara esta conducta y se
opusiera a la ejecución de aquel decreto, lo que fue bastante para que se le
atropellara y redujese a prisión. El conde, que en aquel tiempo era Juan
Bautista de Herrera, IX Conde de La
Gomera y IV Marques de Adeje, entonces, como señor de la
isla, auxiliado por el capitán general y virrey de la colonia, Landaeta, mandó
que se volviera a cobrar el derecho de quintos, cuya resolución produjo nuevos alborotos
entre sus súbditos, hasta el punto de que el conde se vio obligado a suspender
toda cuestión que con los quintos se relacionara y mandó que sólo se aforara el
seis por ciento perteneciente a la
Corona
1718 Febrero 25.
Otro nuevo conflicto surgió en
este mismo año en La
Orotava. El 25 de febrero apareció, al amanecer, un cartel
anónimo pidiendo hubiese cárcel en la villa, que no se permitiese extraer
expedientes ni procesos de aquella jurisdicción, que se construyese una fuente
y que se repartiese el vino en las tabernas con más equidad. Estas peticiones,
cualquiera que fuese su
importancia, parecía que no debían producir perturbación alguna; pero los que
deseaban provocar conflictos no permitieron que tuviese una solución tan
pacífica, sino que se apresuraron a convocar una asamblea general, en la que
arengó al pueblo el vicario foráneo don Juan Delgado Temudo, acordándose en
ella adicionar la anterior solicitud con los artículos siguientes: Primero, que
se reintegrase la alhóndiga, porque debiendo tener en su almacén dos mil
fanegas de trigo, sólo tenía catorce. Segundo, que el cabildo de La Laguna hiciese entrega a La Orotava de los propios
pertenecientes a aquel distrito. Tercero, que se repartiese el vino en las
tabernas sin intervención de la justicia. Cuarto, que se recogiese el agua
sobrante en un depósito. Quinto, que lo que de ella y de los propios se
recaudase se destinara a la construcción de un puerto y fábrica de una cárcel,
un hospital y una parroquia. Mientras se deliberaba sobre estos particulares y
se nombraban comisiones para obtener su realización, el pueblo, amotinado ya,
se vuelve a reunir tumultuosamente en la noche del 1° de abril y, acaudillado
por un ayudante de milicias, toca a rebato y, en número de más de 1.500
personas, corre a las casas del alcalde mayor don Antonio Pérez de León y
Bolaños sin encontrarle, amenaza al alférez mayor de la isla don Francisco de
Valcárcel y se derrama al amanecer por las caletas del puerto, tala las víñas,
derriba casas, corta árboles, arranca mojones y declara, por su propia
autoridad, que aquellos terrenos le pertenecían como baldíos del municipio
Este alzamiento terminó con la
entrada del general en la villa, a la cabeza de los regimientos de Güímar y del
Realejo, el restablecimiento del orden y el arresto de algunos de los
principales alzados, reintegrando en el mando al alcalde Bolaños.
Tan repetidas alarmas, aunque
atenuadas por la distancia, llamaron al fin la atención del gobierno de la
metrópoli que, deseando conocer sus verdaderas causas envió al mariscal de
campo don José Antonio de Chaves, gobernador que era de Alicante, acompañado de
un intendente, nuevo empleo que venía a desempeñar don Juan Antonio de
Ceballos. Llegaron ambos a Las Palmas el Chaves a Tenerife y puso al intendente
en posesión de su destino, confiándole la administración de la hacienda pública
y sin que tampoco se advirtiese alteración alguna en la colonia, no dudando
informar al rey que los alzamientos del Hierro y La Orotava no tenían relación
alguna con la fidelidad que habían jurado a su Corona, fidelidad que permanecía
inalterable. En efecto, las asonadas que habían tenido lugar en la colonia, y
las que iban a seguir, no llevaban envuelta ninguna amenaza a la dinastía de
Borbónica ni a la integridad de la colonia canaria.
Cuestiones eran simplemente
locales, producto de particulares circunstancias y de la excesiva
susceptibilidad de los colonizados isleños. (A. Millares, 1977
1718 Octubre 26. Nace en Eguerew n Chinech (La Laguna-Tenerife) el criollo Antonio Eduardo y Villarreal
personaje destacado por su cultura y como hombre de acción arquitecto
constructor y piloto en la carrera de indias, Sargento Mayor de las Milicias
Canarias. Hijo de Don Santiago Eduardo comerciante irlandés que se estableció
en dicha localidad castellanizando su verdadero apellido Edwards y Doña Ana
María de Roo y Villarreal.
Estudió en la Universidad de San Agustín de los frailes de la orden de Los Ermitaños y que fue foco de la preilustración canaria. Navegó en diversas ocasiones hacia América como piloto en su buque “Santiago”. Este personaje no intervino directamente en la construcción del templo de Santa Ana en Winiwuada pero se convirtió en una gran influencia para su hermano D. Diego y le recomendó a D. Patricio que sería el brazo derecho de ambos.
Nos encontramos con otra conexión
entre la colonia de Canarias, América e Irlanda con este personaje que viaja en
varias ocasiones al nuevo mundo donde pudo tomar contacto con la masonería y
más aún en uno interesado en el mundo de los constructores. Hijo de un oriundo
de la isla celta y residente en Canarias quizás ya su padre había tenido sus
contactos con el mundo de las logias. Además aunque no del todo convencidos
seguimos empeñados en la conexión francesa ya que no podemos negar que su
sombra está en todo este asunto. Nos referimos al hecho de las ideas ilustradas
afrancesadas de las que hace gala tanto D. Antonio y sobre todo su hermano D.
Diego que, a su vez, tiene relación como veremos con personajes cercanos a la
masonería o presuntos masones y el hecho de que tras la muerte de D. Patricio
el maestro de obras, que había sido la mano derecha de ambos hermanos, se
encargó de acabar la obra en La
Orotava nos pone de nuevo ante los mismos ejes de conexión y
vuelve a convertir este triangulo geográfico en un cuadrado
1719. Por los meses de verano fondearon en Igueste de San Andrés dos buques corsarios de su graciosa majestad Británica, que es probable estuviesen operando sin ordenes pues ya la guerra entre ingleses y españoles se había concluido.
Habían apresado una embarcación que hacía la travesía de Añazu (Santa Cruz) a Winiwuada (Las Palmas) y querían quedarse con ella, para lo cual decidieron aligerar la carga y echaron a tierra a los tripulantes y viajeros prisioneros, los cuales al no ser gentes importantes por las que se pudiese pedir suculentos rescates les servían de estorbo. Estos mismos piratas habían apresado meses atrás a unos barcos cargados con trigo para la isla, dejándola prácticamente desabastecida.
1719.
La expulsión del factor Navarro,
acción que el gobierno de la metrópoli atribuía a la complicidad del general
Landaeta, fue, la causa principal de su relevo, motivando el viaje de Chaves y
la instalación de Ceballos en el nuevo empleo de intendente de la colonia.
Retirado aquél a su gobierno de Alicante en abril de 1719, le reemplazó Juan de Mur y Aguirre, que había llegado a
Winiwuada (Las Palmas) en marzo del mismo año y el cual no tardó mucho tiempo
en tener serios encuentros con Ceballos que obligaron a este funcionario a
dirigir al rey de la metrópoli fechado en Añazu n Chinet (Santa Cruz de
Tenerife) con fecha de 16 de enero de 1720, un memorial, en cuyo documento
exponía "que por estas experimentadas y continuas desazones que, cuando no
embaracen enteramente hacer el servicio, dilatan la más breve ejecución y
exponen a competencias impertinentes, me veo precisado a representar a V .M. y
repetir el medio que se me ha ofrecido más proporcionado para obviar estas
instancias, el apartar de esta isla al capitán general, por ser el que con sus comercios ocasiona estas displicencias,
nacidas de lo que llevo expresado, por sus abusos y lo que dio motivo a vivir
en ella a los capitanes generales fue el tener la superintendencia de todas las
rentas, dejando con
este pretexto de vivir en la isla
de Canaria. Donde está la
Rel Audiencia de que son presidentes, y siendo más
proporcionada por este respecto a la habitación en aquella isla, donde reside
también el tribunal de la
Inquisición y está la iglesia catedral, no será extraño se le
mande pase a ella el actual capitán general, para que él y sus sucesores
autoricen aquel tribunal y tengan con la custodia y resguardo que se necesita
la isla y ciudad, por estar más expuesta a invasiones de enemigos que, en otras
ocasiones, se ha experimentado por lo acomodado de sus playas en los
desembarcos" .
Los abusos que en la percepción
de los derechos de aduanas y en la renta de tabacos se observaban, así en Chinech
(Tenerife) como en Tamaránt (Canaria) y Benahuare (La Palma,) se hallaban tan
profundamente arraigados y los patrocinaba de tal modo el clero católico, la
nobleza y el mismo general, que no era empresa fácil corregirlos, ni menos
intentar su completa desaparición, sin exponerse a luchas continuas y
peligrosas con los que ocultamente sostenían tales fraudes y concusiones,
prometiendo a sus autores una criminal impunidad.
En esta situación se encontraba
el intendente, cuando sobrevino una ridícula cuestión sobre el tratamiento de
excelencia que exígia Mur y Ceballos le
negaba, envenenando de este modo unas relaciones que ya eran por sí mismas muy
duras y violentas. No faltó luego ocasión para que este odio, acumulado en el
corazón de ambas autoridades coloniales, hallara medio de manifestarse. Veamos
cómo esto sucedió.
En la mañana del 19 de junio de
1720 se divulgó en Añazu (Santa Cruz) la noticia de que había sido arrestada y
conducida a la cárcel una joven esclava de Ceballos que mantenía un idilio con
un guanche de Guímar, posiblemente con unos parámetros morales muy diferentes a
la falsa moral judeo-cristiana practicada por los fanáticos españoles, esta
joven guanche era sin embargo, muy festejada por el pueblo.
El intendente inducido por su
mujer, sin tener derecho para ello, fue el autor de aquella injusta prisión y
que, no contento con tan arbitraria medida, había dispuesto sacarla a la
vergüenza pública, atándola a la reja de la misma prisión. No fueron necesarias
más explicaciones para que se amotinase el pueblo posiblemente inducidos por
algunos clérigos católicos, agolpándose a la puerta de la casa de Ceballos,
principiara a apedrear sus ventanas, hiriéndole gravemente en la cabeza con un
tenike que casualmente le alcanzó.
Asustado con esta repentina agresión y temiendo que se repitiera, escribió al
general, que se hallaba en Eguerew (La Laguna,) diciéndole estas palabras: "Estoy
herido y ya V .E. estará contento". Mientras subía el mensajero con este
billete, los alzados, sin encontrar dique a su rabia ataqua y creciendo su
audacia con la ausencia de las autoridades coloniales, derribó las puertas,
invadió la casa y apoderándose del
funcionario, le derribaron en tierra, le golpearon y, por último, le
dieron de puñaladas, arrastrando su
cadáver por las calles en medio de
gritos y mutilaciones. Cuando tan
desagradable escena había concluido, bajó el general Juan de Mur y Aguirre, de
Eguerew (La Laguna)
y, al ver aquel espectáculo, fingió estar sobrecogido de terror y queriendo
alejar de su persona toda sospecha de complicidad, habiendo sido precisamente
el uno de los solapados impulsores del alzamiento, mandó inmediatamente
instruir procesos, llenar las cárceles de presos, abreviar términos legales y,
sin dar descanso a los jueces, declarar culpables a doce de los alzados cuyas
sen-tencias aprobó, siendo condenados a morir todos en la horca y negándoles
hasta el recurso de apelación. Efectivamente, a los ocho días de haberse
consumado el ajusticiamiento de Ceballos, esto es, en la mañana del 26 de
junio, fueron colgados de las troneras del castillo de San Cristóbal, durando
cuatro horas la ejecución y quedando los doce cadáveres expuestos a la vista de
la consternada villa.
No contento con esto, el general
envió a presidio y a galeras un número considerable de procesados, confundiendo
los culpables con los inocentes, mientras las personas sensatas acusaban
secretamente a Mur de haber sido el principal instigador de aquel funesto
atentado. (A. Millares T. 1977)
1719. Moya,
Tamaránt (G. Canaria). El vecindario desea expulsar, al teniente de cura y al
mayordomo, por estar descontentos con los mismos.
1719. Tirajana, Tamaránt (G. Canaria). El pueblo se alza contra el alcalde de aguas Fernando Quevedo, por los abusos cometidos en los vecinos.
1719. Tirajana, Tamaránt (G. Canaria). El pueblo se alza contra el alcalde de aguas Fernando Quevedo, por los abusos cometidos en los vecinos.
1719.
En paz ingleses y españoles desde hacia años, dos navíos de esa nacionalidad
apresaron a un barco que iba de Chinech (Tenerife) a Tamaránt (Gran Canaria)
.Se quedaron con el navío y su carga y al pasaje lo abandonaron en la costa
norte de Chinech (Tenerife). El 7 de Septiembre
intentaron apoderarse de un Bergantín anclado en el Puerto Mequínez
(Puerto de la Cruz).
Abandonaron tal propósito ante los disparos de la fortaleza del puerto, el
Castillo de San Felipe.
1719 Diciembre
7. Los alzamientos y movimientos sociales en lucha contra los abusos y
aberraciones cometidas por los colonos y criollos dominantes, ha sido una
constante en la colonia desde los primeros momentos del establecimiento en
Canarias de los invasores europeos. En estos movimientos no se incluyen otras
formas o actitudes de protesta que adoptan el pasquín como medio de expresión
del malestar u oposición, casi siempre de tipo personal, contra un alcalde,
emleado de la metrópoli o propietario.
En la oposición del vecindario de Telde
hacia el alcalde real don Juan de la
Abadía se tradujo en un pasquín que apareció en la mañana del
7 de diciembre en la puerta de la casa donde se hospedaba el oidor Román
Meléndez, comisionado para apaciguar el motín de los vecinos de Agüimes, y que
decía:
“Juramos y perjuramos por nuestro Dios del altar
que a don Juan del Abadía lo han de llevar
a enterrar en la cola de un caballo si lo traen a
este Lugar, si no lo quieren creer hagan la prue-
ba y verán si los diablos tienen boda este mes
de Navidad”.
1720.
Teguise, Titoreygatra (Lanzarote). Al intentar imponer la Aduana el almojarife
Manzaneda, el pueblo se rebela contra el gobernador de la isla.
1720. Betancuria, Erbania (Fuerteventura). Como consecuencia de la terrible hambruna que padecen los vecinos, estos deciden secuestrar el arca de quintos (los fondos de los impuestos).
1720. Añazu n Chinech (Santa Cruz de Tenerife). El pueblo Añazero se alza contra las arbitrariedades del intedente Cevallos y su mujer, alentado el motín de manera indirecta, por el capitán general, quien después mandó a colgar de las almenas del castillo de S. Cristóbal a varios de los amotinados y condenó a otros a galeras.
1720. La Vega, Tamaránt (G. Canaria). El alcalde real y regidor perpetuo don Blas Carvajal, extorsionaba y injuriaba continuamente a los vecinos, a quienes además acosaba con multas injustas, situación que motivó el amotinamiento.
1720. Betancuria, Erbania (Fuerteventura). Como consecuencia de la terrible hambruna que padecen los vecinos, estos deciden secuestrar el arca de quintos (los fondos de los impuestos).
1720. Añazu n Chinech (Santa Cruz de Tenerife). El pueblo Añazero se alza contra las arbitrariedades del intedente Cevallos y su mujer, alentado el motín de manera indirecta, por el capitán general, quien después mandó a colgar de las almenas del castillo de S. Cristóbal a varios de los amotinados y condenó a otros a galeras.
1720. La Vega, Tamaránt (G. Canaria). El alcalde real y regidor perpetuo don Blas Carvajal, extorsionaba y injuriaba continuamente a los vecinos, a quienes además acosaba con multas injustas, situación que motivó el amotinamiento.
1720. La represión llevada a cabo por la fuerzas de ocupación
españolas en la colonia canaria durante la “pacificación” de los alzamientos, y
el castigo desmesurado o condena impuestos a los participantes considerados
reos tras la elaboración de la correspondiente sumaria llevadas a cabo siempre
por empleados españoles. El inconveniente en cuantificarlas radica en el hecho
de que para algunos casos sólo se dispone de simples referencias documentales,
mientras que para otros no se conserva el expediente completo o se han perdido
los libros de sentencias o autos expedidos por la Audiencia o por los
corregidores y alcaldes mayores u ordinarios. Parece que hasta las primeras
décadas del siglo XVIII lo característico era la ausencia de castigo a los
participantes en los conflictos. La Audiencia en 1720 justifica este hecho por el
temor a que los demás pueblos hagan causa común con el sublevado, añadiendo que
a veces se decreta el envío a galeras de los culpables pero se les llevaba a
Chinech (Tenerife) y lo más que se podía hacer con ellos era enviarlos en
familias a las colonias españolas en América. Salvo las penas de muerte en los
casos de sangre (Añazu-Santa Cruz en 1720), lo corriente era el envío de los
condenados a galeras, presidios del continente, destierros fuera de la isla,
prisión y condena económica consistente en el pago de multas y en las costas
causadas.
Conforme avanza el siglo XVIII se
observa cómo junto a la indeterminación de la pena (podía variar de la primera
a la segunda instancia), el sistema penitenciario también aparece caracterizado
por el criterio utilitario en función del cual los reos eran destinados a uno u
otro establecimiento penal o trabajo. ¿Qué posibilidades se daban?
En primer lugar, el internamiento
en los presidios del continente o Filipinas (en el XIX en el de Santa Cruz), en
los arsenales del Ferrol o Cádiz y en las minas de azogue de Almadén. En
segundo lugar, eran consideraciones militares (guerras) las que urgían el envío
de reclusos a galeras o a los regimientos. Las guerras de la metrópoli con
Francia, Inglaterra, etc. determinan el envío de muchos reos a los campos de
batalla. En tercero y último lugar, también se dio en Canarias otro modo
estrictamente económico de entender la utilidad derivable del trabajo del
penado: son los condenados a trabajos u obras públicas. (Vicente J. Suárez
Grimón; 1991)
1720. llegaban veinte
familias canarias a Puerto Rico obedeciendo a la nueva reglamentación impuesta
por la metrópoli; la afluencia continúa a lo largo de diez años hasta completar
un total de 176 familias.
Dentro de la política de reformas
dieciochescas, no sólo la modernización de los ejércitos españoles y de la
armada, el cambio del cuadro político administrativo, en la metrópoli, erección de apostadores y
presidios, etc., sino también la implantación de nuevas fundaciones para poner
en cultivo tierras descolonizadas como las de Sierra Morena en España, y en
América las que jalonarán los límites con Francia y Gran Bretaña. La sangre
canaria servirá de mucho en esta siembra, realizada desde Montevideo a San
Antonio de Béjar. Se proyecta y realiza algo similar a lo hecho con la
emigración oficial azoriana dirigida hacia Rio Grande do Sul, a Maranahao y Río
de Janeiro.
No se olvidan los antiguos
escenarios. Ahora hay más gente implicada en el fenómeno. Las causas y
consecuencias de la emigración siguen siendo más o menos las mismas, con
matices y algunas novedades. Si las opiniones de diversas procedencias son válidas,
he aquí por qué en el siglo XVIII los canarios se ven obligados a abndonar sus
pueblos:
1) Posibilidad de embarcar
fácilmente.
2) Miseria de la tierra.
3) Existencia de mayorazgos, vinculaciones, capellanías y
manos muertas.
4) Ausencia de capitales que invertir en la mejora de las
tierras.
5) Facilidad para conceder licencias de embarque por parte
de las autoridades coloniales.
6) En el caso concreto del clero, que también emigra, se
aduce que marcha en busca de más altos niveles de vida, en busca de destinos o
para realizar estudios superiores.
7) Exceso de población. Y aquí la
paradoja de siempre: el exceso de gente origina un aumento de la miseria; por
la presión demográfica la gente se va; al irse falta mano laboral. Y vuelta ala
paradoja: esta sangría, este sacrificio, era esgrimido para obtener beneficios
o atenciones de la metrópoli. Salir, irse, era una solución para la gente. La
emigración constituía un mérito, un mal y un bien o solución. (Francisco
Morales Padrón)
1720. El primer poblamiento canario de fines del siglo XVII en
América es Río Piedras en Puerto Rico con 20 familias canarias trasladadas por
Juan Fernández Franco de Medina a cambio del Gobierno de la isla. Entre 1720 y
1730 fueron trasladadas por la
Corona financiado en parte su traslado con el pago de los
pasajes por los navieros 176 familias con un total de 882 personas. Originó un
cambio radical en la demografía insular. En 1729 alcanzó 4.570 habitantes y en
1750 14.027.
Se distribuyen en los primeros arribos por el actual Humacao, pero el establecimiento inicial de 1722 fracasa. Mayor proyección alcanzan los asentados por Loíza, Bayamón y el Toa. Esa creciente concentración posibilita la fundación en 1745 de Toa Baja, seguida en 1751 por el de la Alta. En ambos es decisiva la participación colonizadora de los canarios hasta el punto de se le da el culto a la Candelaria y se realiza, como ha pervivido hasta la actualidad ,la representación de la aparición de la Virgen a los primitivos habitantes de las islas. Otra región en que fue notorio su influjo fue la de la costa oeste desde Aguada a Cabo Rojo.
Hermano y Muy Sr. Mio
Ya
podras considerar la pena con qe. estare de la desgrasiada notisia
de la muerte de mi madre (qe. Ds. aya) pues te aseguro qe.
los exsesivos travaxos qe. e pasado desde qe. me aparte
de la amable compañia de la difunta mi madre, y hermanos, no igualan un rrasgo
a la pesadumbre con qe. me hallo de esta triste notisia, pues solo
io puedo desir, lo qe. es, la falta de una madre, pues te aseguro
con toda ingenuidad qe. quando me bi prisionero, herido, y sin tener
qe comer se me dava casi nada, pr. qe. desia
como Ds. me de vida hire onde mi madre, pero aora qe.
sera de mi no tengo animo de acavar esto, ni de ponderar como estan mis oxos
solo dire qe. Ds. la tenga en su Sta. Gloria y
nos de vida para qe. hagamos bien pr. su Alma =
Rvi.
tu carta en qe. beo la enfermedad de mi padre balcarsel ya io la
sabia y la de la muerte de mi madre (qe. Ds. aia) la supe
como beras pr. la de mi padre balcarsel el dia de Sn.
Sebastian de 1713 as. y luego hise luto; a todos los combentos mande
desir misas y en Sto, Domingo hise onrras, toda esta siudad me
favoresio mucho en benirme a dar el pesame en lo qe. toca al Sr.
Mro. de campo si mucho me escrives que hase, mucho mas se; asi pr
escrito como de personas qe. lo an bisto y mucho mas creo io; ia
tendra sus deseos cumplidos; pero discurro no abra sasiado bien su apetito, con
gobernar la casa del pobre de mi padre balcarsel, sino tambien quiere la pobre
marsaga; te aseguro pr. esta ┼ que si me hallara con 20 millones se
los abia de dar pr. ber si se hartava de una bes con todos los
diablos. lo qe. te puedo asegurar aserca de la cortedad qe.
para en mi poder de la herensia (como abras) bisto pr. la quenta (si
no es qe. el Sr. Mro. de campo se a quedado con ella como
se habre las cartas) si no fuera pr. el pobre enfermo, y la pobre de
mi prima Sn. Joseph pr. lo qe. el biera me lo
clavaran en la frente; pero soy hombre de bien y tengo mas consiensia qe.
el Alma; te suplico le aconsejen le pongas otro codisillo al dho enfermo como
puso a mi aguela; para qe. mande qe. si io no entregare
la dha erensia se cobre alla de mi lexitima. Y te pido pr. el Alma
de mi madre qe. le digan de mi parte qe. pr.
lo qe. el biere de uno ni de otro me ahogen con ello, Y qe.
uno de los prinsipales motivos qe. tengo para ir a islas es
este aunqe. baya mas pobre de lo qe. estoy; no quiero
adelantar mas este punto pr. qe. es empesar y no acavar =
Rvi.
la carta original de las ordenes de mi padre balcarsel qe. estime
pero ia yo tenia otros duplicados de ellas autenticas; (Y no discurras estoy
resguardado pr. ai para con el dho. Sr. Mro. de campo) Y
en lo qe. mira a mis hermanitos te doy las grasias de averlos
rrecoxido en casa y mira pr. ellos, bastales el travaxo de no tener
padre ni madre me alegro el qe. perico este con maruca mi hermana y
qe. Diego se aia colado en sus capellanias el me escrive estas un
poco rabunento, ya discurre sera sobre el estudio, Y sobre las monxas dile qe.
se ande ese camino de no estudiar y qe. saldra un gran borrico como
io; ponme a los pies de mi Sra. la marquesa mi tia y dile qe.
Cayetano es un gran perro qe. esta 300 leguas de aqui y qe.
de unas libras de seda qe. avia escapado de mi madre messa, al cavo
de 8 o 10 as. me entrego 30 ps. qe. en lo qe.
toca a lo de su mersed le escrivire =
las
notisias de Canaria ya se savian pr. aca y el bolcan de la palma
//
remitote la carta adxunta de casa buena pr. qe. me a
hecho nobedad no me avises de las alagitas qe. mande e discurrido se
avra quedado con ellas el Sr. Mro. de Campo pr. causa de
recoxer mis cartas; otro duplicado del dho me queda; no obstante guardame esta
=
E
tenido en mi casa a pie de lana al moso josefillo y a perico qe.
luego qe. bi tu carta lo recoxi; los dos me an contado mil nobedades
y entre ellas el pleito qe. tubiste con el ldo. fransia;
mi tio Dn. franco de mesa me disen corre ia bien con mis
hermanos y otras muchas cosas qe. no as sido para escrivirme; pie de
lana tan bufon como siempre josefillo se lo llevo Ds. en esta siudad
dilo pr. alla para qe. resen pa. su Alma en la
havana hiso una muerte aunqe. es savido no tubo culpa; Ysidro
domingues ia escrito murio a los dos meses llegado io aqui pie de lana se va en
este aviso=
Tambien
deseo saver si se a hecho ia la repartissn de la hasienda i en que
estado estan esas cosas, si tengo algo, o, no y si mi madre testo, o, no, y si
pr. bentura tubiere algo te suplico me rremitan algunos frutos a la
havana pr. mano de Dn. Bartholome de Casabuena a su
correspondiente para qe. lo tenga a mi Orden suquiera para poder
llevar algo a islas pr. qe. Yo estoy Como Ds.
Y si te parese hablar Con mi tio Dn. Jo. de
(Javier
Medina López y Dolores Corbella Díaz )
1720. La colonia de Canarias se vio inundada de lo que se llamó
"realillos falsos" que eran monedas sin peso legal extraídos de un
barril de arenques por arte de birlibirloque. La consecuencia de estos
"realillos falsos" fue una voz de alarma "la moneda no
vale" que causó cierres de tiendas y evaporándose las mercancías de
primerísima necesidad. Al año siguiente
1721, y por si no había demasiados
males, se desencadena un formidable huracán, que asola gran parte de la
geografía insular, llegando a morir sus habitantes de pura necesidad. Por si
fuera poco el siguiente año 1722 fuertes vientos destrozaron lo poco que
quedaba en pie. En 1723 varias familias procedentes de Chinet (Tenerife) y
Titoreygatra (Lanzarote) se fueron a Veracruz.
1720. Tamaránt (Gran Canaria)
[…] Pero no es sólo la
insignificancia de la superficie repartida, sino que existen otros factores, en
virtud de los cuales la clase propietaria no perdía la posibilidad de acceder a
disfrutar de grandes lotes de tierras realengas y de propios.
En efecto, desde las crisis
hacendísticas de tiempos de Felipe II, estas tierras realengas y de propios
hablan constituido el recurso último a que se acudía para salir del atasco. En
el siglo XVII aparece una modalidad nueva: la venta de vasal1os y pueblos para
constituir senoríos; por ejemplo, la venta de Adeje y Val1e Santiago en
Tenerife. Los Borbones fueron más reticentes al sistema, pero a veces Felipe V
se vio obligado a continuar con la tradición. Así se produce el motín de 1720
cuando Francisco Amoreto intentó adquirir mediante compra las tierras de
Sardina, que los vecinos de Agüjmes utilizaban como pasto o para roturaciones
clandestinas en determinados años de penu- ria. Fernando VI, presionado por la Mesta celosa de perder sus
pastos, frena el proceso.
Este se reinicia con Carlos III,
pero con una óptica diferente: acceso a la propiedad del labrador desposeído.
Bajo Carlos IV, al producirse el derrumbe del Antiguo Régimen, como ha
estudiado Richard Herr, se va a producir un proceso desamortizador de gran
envergadura. Notemos que en los años finales de su reinado, los intereses de la
deuda pública del Estado eran diez veces superior a los ingresos normales para
cubrir el presupuesto. El monarca decretó la puesta en venta del patrimonio de
las obras pías, de los hospitales, así como una auténtica almoneda de las tierras
de la Corona y
lo municipios. En 1898, con la
Guerra de Independencia, la falta de numerario aceleró el
proceso. (Antonio Bethencourt Massiu et al, en: Millares Torres. 1977)
1720 Junio 19. Estalló un alzamiento popular en
Añazu n Chinech (Santa Cruz de Tenerife)
siendo gobernador de esta colonia el
capitán general con atribuciones de virrey el despiadado español D. Juan de
Mur.
Al aborrecido Factor de tabacos Diego Navarro, le
sustituyó otro empleado de la metrópoli también como juez del tabaco, un trepa
altanero llamado D. Juan Antonio de Ceballos, que en breve había llegado á ser
tan odiado como su antecesor. No lo quería el pueblo ni el General español, el
pueblo, porque le trataba con aspereza y desprecio, y el General, porque le
negaba en sus comunicaciones el tratamiento de Excelencia.
Habían aprehendido aquel día en su casa una mujer de mala
vida, que parece tenía. relaciones con un esclavo guanche de Güimar; y el Sr.
Intendente quiso sacarlos á la vergüenza. Lo supo el pueblo, y alzose, sin que
hubiera en Santa Cruz quien lo contuviese, porque el General estaba en la Laguna, y se decía, que se
hallaba más bien contento que enojado, con saber el embarazo de su rival.
Entretanto la gente del pueblo invade la casa, rompe las
puertas se apodera del empleado, herido
ya de una pedrada, le arrastra por los pies, le magulla la cabeza con piedras y
palos, y pasea su cadáver por las calles de Santa Cruz.
Cuando el General llegó, su furor no conoció límites.
Nombró comisiones, instruyó causas, abrevió términos, y entre culpados é
inocentes, mandó el día 26 ahorcar doce de las almenas del Castillo de San
Cristóbal, y envió treinta á los presidios del continente.
De este modo quería cohonestar su dudosa conducta, durante
el sangriento alzamiento, y alejar toda sospecha en el ánimo del Rey en la
metrópoli.
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