Los canarios Eva y Jonathan portan en su ADN el código identificativo de los primeros pobladores del Archipiélago
Eva Betancor y Jonathan
Santana. luis del rosario
MIGUEL F. AYALA | LAS PALMAS DE GRAN CANARIA
Ella es licenciada en Biología. Él, arqueólogo. Pero a los grancanarios Eva Betancor y Jonathan Santana no les une solamente su pasión por las ciencia y la investigación: tres caracteres (U6b1), que en genética determinan algo así como el código de barras de los primeros pobladores canarios –haplotipo se le denomina–, les convierte en herederos de la carga genética que poseían los primigenios isleños. Actualmente, sólo un 30 por ciento de la población canaria lo posee y esta pareja, entre risas, no ocultaba esta semana, en Las Palmas de Gran Canaria, su satisfacción y orgullo por formar parte de esos "aborígenes" del siglo XXI.
Ella es licenciada en Biología. Él, arqueólogo. Pero a los grancanarios Eva Betancor y Jonathan Santana no les une solamente su pasión por las ciencia y la investigación: tres caracteres (U6b1), que en genética determinan algo así como el código de barras de los primeros pobladores canarios –haplotipo se le denomina–, les convierte en herederos de la carga genética que poseían los primigenios isleños. Actualmente, sólo un 30 por ciento de la población canaria lo posee y esta pareja, entre risas, no ocultaba esta semana, en Las Palmas de Gran Canaria, su satisfacción y orgullo por formar parte de esos "aborígenes" del siglo XXI.
"A veces, con mis amigos y compañeros de
profesión nos reímos mucho porque me llaman entre ellos el primitivo",
explica Santana Cabrera, de 27 años, que junto a Eva Betancor Hernández forma
parte del banco de datos elaborado por los autores de la investigación genética
multidisciplinar que confirma a los bereberes como los primeros pobladores del
Archipiélago canario.
Eva es natural de Arucas, en Gran Canaria, y
hereda el haplotipo U6b1 de la rama femenina de su familia, que es la que se ha
estudiado gracias al análisis mitocondrial de su ADN. "Me enteré de la
noticia este verano", cuenta, "pero me falta saber ahora si también
tengo esa herencia genética por parte de padre", dice esta científica de la Universidad de Las
Palmas de Gran Canaria (Ulpgc).
Jonathan Santana sí tiene claro ya que, por la
rama paterna, su herencia genética es nórdica. Sin embargo, revela que el
haplotipo heredado de su madre es, si cabe, más especial que el de la mayoría.
"Se trata del U6b1, que es la variante más
pura de los haplotipos aborígenes existentes en la actual población de
Canarias". Su progenitora, su abuela y su bisabuela proceden de Lanzarote,
"pero sería muy aventurado decir que mi haplotipo es endémico de aquella
Isla porque los traslados masivos fueron frecuentes durante los siglos de ocupación
castellana", añade.
Sorpresa. El joven arqueólogo se encontraba en
Siria, trabajando en un yacimiento, cuando recibió un correo electrónico del
investigador de la
Universidad de La
Laguna (ULL) Vicente Martínez Cabrera para darle la noticia.
"Recuerdo que estaba en un cíber y di un grito de alegría. Desde
pequeño", afirma Jonathan quien añade que "me ha interesado mucho el
mundo aborigen y me emocionó un montón formar parte de esa historia".
Pese a la alegría, tanto Eva Betancor como
Jonathan Santana relativizan la noticia. "Le damos la importancia que
tiene; ni más ni menos", comentaron ante un café en la redacción del
periódico antes de relatar que "en casa ha hecho gracia, pero poquito
más".
Otro detalle que señala también hacia el
antiquísimo linaje canario de ambos son sus apellidos. Sobre todo los de Eva.
"Los Betancor, que fue como se castellanizó a los Bethencourt, están en
las Islas desde 1403, y el apellido Hernández es de los más antiguos de
Canarias", explica Jonathan Santana a una encantada y amable Eva que, por
su condición de mujer, podrá transmitir su haplotipo U6b1. En cambio, Jonathan
Santana, como hombre que es, sólo podrá transmitir su ilusión y pasión.
Los otros ´300´: de los Montes Atlas a Canarias
M.A. Autero
Los expertos que han venido investigando la
procedencia de los pobladores prehispánicos de Canarias, con el concurso de
diferentes estudios sobre la industria lítica, la cerámica, la actividad
cinegética, los ritos y mitos, la epigrafía, las fuentes antiguas, las crónicas
de la conquista y otros vestigios sostienen que la procedencia de esos primeros
moradores del Archipiélago se encuadraría en el norte de África, entre el
sistema montañoso del Atlas y el actual Túnez. Pero lo que ahora ha estudiado y
publicado un equipo de investigadores de la ULL, del Instituto de Patologia e Imunologia
Molecular da Universidade do Porto (Portugal) y del IML de la Universidad de
Santiago de Compostela es el rastro del cromosoma Y de los aborígenes canarios
en la población actual de las Islas. Rosa Fregel, la principal autora de este
estudio, señaló ayer a La
Opinión de Tenerife que "se tomaron, en principio 300
muestras dentales de aborígenes canarios y se analizaron. Y, curiosamente,
otras 300 personas se prestaron para cotejar su ADN con el de las muestras. El
único requisito era que sus antecesores conocidos hubieran nacido en la misma
Isla. Los resultados tras el análisis del marcador genético U6b1, exclusivo en
la población canaria, demuestra que los linajes maternos aborígenes han sobrevivido,
con un ligero descenso, mientras que los paternos han disminuido de forma
progresiva para ser reemplazados por linajes ibéricos. El estudio demuestra que
la mayoría de los varones aborígenes no desaparecieron con la conquista, sino
que fueron discriminados y desplazados por los conquistadores, algo que parece
que no ocurrió con las mujeres, que sí fueron aceptadas por los europeos
asentados.
Fuente; La Opinión de Tenerife.
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