EFEMÉRIDES DE LA NACIÓN CANARIA
UNA HISTORIA RESUMIDA
DE CANARIAS
ÉPOCA COLONIAL: SIGLO XVI
DECADA 1581-1590
CAPITULO XIII-III
Guayre
Adarguma Anez’ Ram n Yghasen
1582.
Las flotas de Indias fueron dispersadas al
regreso, no sabemos si por de la tormenta o los corsarios. Cargada la plata de
Nueva España La Gallega, vino a parar a
la Madeira, que Gomera o Hierro para los castellanos. Estando el marqués de
Santa Cruz en San Miguel, a 8 días de camino, Alonso de Guzmán aconsejó que
fuese a recogerla, advirtiendo que el regreso se prolongaría un mes, por ser
obligado "tomar altura”, para buscar la "vía" de
España. En primavera los barcos de Holanda salieron a la mar. Al correr que
Francia e Inglaterra preparaban armada, Felipe II se inquietó: "siendo
la isla de Madera de la importancia que es" , por estar en la ruta de
Indias, el Conde de Lanzarote pasaría el verano en Funchal o en otra fortaleza,
con 250 o 300 canarios, quedando en su isla 25 soldados de leva, procedentes de
Andalucía.
No pudo impedir
Felipe II que los del Algarbe portugués, viajasen a las "Islas" y
Cabo Verde, llevando "frutos de la tierra" en embarcaciones
menores. (Luisa Álvarez de Toledo)
1582.
Una gran epidemia en la zona de
Añazu (Santa Cruz) inclina la balanza en beneficio de Garachico, que se convierte en el puerto
principal de Tenerife. Una hegemonía
que, según Acosta, habría arrancado probablemente ya desde 1580, “según
testimonios de toda índole y procedencia, así como algunas cifras de aduanas”.
En aquella época era tal el movimiento de personas y mercancías que aquel
puerto de una población de apenas 300 vecinos llegó a compararse con una lonja
de Sevilla. Acosta subraya que a Garachico llegaban barcos de Yucatán (México), Angola, Inglaterra, Flandes o Portugal que
descargaban especias, esclavos, paños de Inglaterra, telas de Francia,
productos manufacturados y obras de arte
flamencas, mientras que se llevaban azúcar, vino y cereales.
1582. Fundación de la
ermita de San Juan Bautista, por la secta católica, en Eguerew n Chinech (La Laguna-Tenerife).
1582. Una terrible epidemia de peste de Levante o peste de landres,
se cebó sobre Eguerew n Chinech (La Laguna-Tnerife). La mortalidad fue enorme y hubo
que enterrar a los muertos, más de dos mil, en zanjas profundas, algunas en el
solar que hoy ocupa la Ermita
de San Juan. Y cuando el mal comenzó a remitir en Eguerew (La Laguna), aún se padecía con
fuerza en Añazu (Santa Cruz).
1582 Enero 20.
El mismo monarca español, por
cédula expedida en Lisboa, prevenía a las autoridades coloniales isleñas para
que estuviesen en "vigilancia contra
los enemigos de la Corona.
Dicha cédula fué pregonada en la
ciudad de La Laguna
el l0 de .marzo de 1582, siendo todavía gobernador de la isla don Juan Alvarez
de Fonseca, quien dispuso inmediatamente las acostumbradas medidas de
seguridad: visita de las fortalezas, alarde general, acantonamiento de milicias
en Santa Cruz de Tenerife, provisión de bastimentos y establecimiento de vigías
fijos en la Mesa
de Tejina.
Meses después, en mayo de 1582,
el comerciante inglés avecindado en Tenerife Richard Grafton tuvo aviso de sus
corresponsales en Amberes y Londres de que don Antonio, el pretendiente al
trono portugués, se disponía a salir para fecha próxima con una poderosa
escuadra hacia las costas de Portugal e islas del Océano, e inmediatamente,
dando una prueba de solidaridad con su patria de adopción (donde había
contraído matrimonio), lo puso en
conocimiento de las autoridades coloniales locales. Discutido el asunto en la
sesión del Cabildo de 4 de mayo de dicho año, tanto el gobernador, que lo era
ahora Lázaro Moreno de León, como el Regimiento acordaron como lo más
conveniente escribir al Rey dándole cuenta del peligro, y el 16 de mayo de 1582
la carta era entregada a un navío de aviso que zarpaba sin pérdida de tiempo
para Lisboa.
Por otra parte el gobernador,
atento a la seguridad de la isla bajo su mando, acordó tomar prestada la
artillería de los navíos refugiados en el puerto, seis piezas en total, que
instaló en la fortaleza, y en atención al prestigio y fama adquiridos por don
Francisco Valcárcel en las guerras de Europa lo nombró segundo jefe militar de
la isla para que le auxiliase en la defensa de la misma y ocupase su lugar
durante las ausencias,
El 19 de agosto de 1582 don
Felipe II escribía desde Lisboa al Cabildo de la isla de Tenerife, y al par que
le daba las gracias por sus avisos y aprobaba las medidas de guerra tomadas le
prometía el envío "de la artillería que estaba acordada para la fortaleza
de Santa Cruz".
Por su parte, el conde de
Lanzarote recibió en la Madera
desde Lisboa un auxilio de varias compañías de tropas veteranas para la defensa
de la isla cuyo gobierno le estaba encomendado, y aunque bloqueado por los
franceses y perturbado por la acción de los espías que aquéllos introducían por
las costas, pudo mantener la isla en orden en espera de mejores tiempos.
Los avisos que se recibieron
indistintamente desde la corte o por medio de los corresponsales extranjeros
por todo el invierno y primavera de 1582, prueban la buena información de que
disponían las islas para hacer frente a eventuales peligros.
Pero en este caso los temores
eran en absoluto reales. El pretendiente don Antonio, después de obtener de
Isabel de Inglaterra facilidades para armar algunos navíos a su costa, se
trasladó con ellos a Francia, y al hallar mejor disposición en Catalina de
Médicis que en la Reina
protestante pudo, entrando en tratos con ella, preparar la flota combinada
fran-co-lusitana, que al mando del teniente general Philippe Strozzi, deudo y
pariente de la misma Reina, se proponía sentarlo de nuevo en el trono de los
Avis. ¿ Qué tratos eran éstos y cómo Catalina de Médicis se mostraba tan
desinteresada frente a la egoísta reina de Inglaterra ? Los historiadores
franceses han descorrido el velo sin 'esfuerzo a través de la documentación de
la época, y por indicios patentes en el propósito: Francia aspiraba a salir
gananciosa con su ayuda, incorporando a su mengua-
do imperio los vastos territorios
del Brasil, y hacia tal lugar se dirigiría la flota de Strozzi, una vez que
hubiese sublevado a Portugal en favor del prior de Crato, devolviéndole su
fantástico reino. Estos acuerdos se firmaron en la villa de Eu, el 6 de octubre
de 1581, por el duque de Anjou y don Antonio, sin otros testigos presenciales
por ambas partes que Philippe Strozzi y el conde de Vimioso.
Desde esa fecha, los franceses se
volcaron en la preparación de la flota. Los navíos se fueron concentrando en
Belle Isle, mientras los tercios de infantería acampaban en Brouage en espera
de ser embarcados. El 21 de mayo de 1581 don Antonio de Portugal era conducido
desde Nantes, abordo de la galera Real a
revistar la escuadra y quedó admirado y lleno de esperanzas cuando pudo
contemplar el espectáculo impresionante de los 64 navíos engalanados. El 16 de
junio siguiente la flota alzó velas, y a la señal de partida dada por el
"rey" Antonio los navíos avanzaron majestuosamente bajo la dirección
de Strozzi. Acompañaban al capitán general como segundos de la expedición el
teniente general Brissac, el mariscal de campo Borda y los maestres de campo
Sainte-Souline y Bus, y formaban en las filas los más famosos capitanes de su
tiempo.
Un mes antes había partido con
dirección a la isla Tercera el vicealmirante Charles Ronault de Landreau llevando
refuerzos de arcabuceros, cañones y pólvora, y un mes después de la fecha
indicada, el 16 de julio, la flota francesa estaba a la vista de la isla
sometida de San Miguel, intentando apoderarse de los navíos de la escuadra
española allí surtos, al mando de Pedro Peijoto, así como de la fortaleza de
Punta Delgada. Si su primer proyecto les fue favorable, no lograron en cambio
llevar a cabo el segundo, pues aunque desembarcaron en tierra no consiguieron
intimidar a su jefe, Juan del Castillo, que se dispuso a resistir hasta gastar
el último barril de pólvora.
Mientras tanto, tuvieron aviso
los franceses de la proximidad de la flota española de Bazán, y Strozzi dispuso
el inmediato reembarque de todas sus tropas para estar prevenidos contra las
disposiciones de aquel hábil estratega naval. (En: A. Rumeu de Armas, 1991)
1582 Agosto 19.
En Lisboa, fol. 188. Real carta
haciendo merced á Tenerife de 4.000 ducados con destino á la adquisición de
municiones y armamento para tender á su defensa, en Madrid 17 de Agosto de 1641
fol. 417. En el folio anterior hay otra R.C. autorizando al Cabildo de Tenerife
para hacer una compra de armamento en Inglaterra, en Madrid á 6 de Marzo de
1641.
1582 Octubre 7. Ante el temor del ataque de otros piratas, el
obispo de la secta católica Hernando de Rueda ordenó, trasladar la ermita de
San Nicolás al interior del valle, cerca del primigenio caserío El Barrio. Los colonizadores que decidieron unir su
destino a aquel lejano territorio formaron el pequeño y disperso caserío de «la
aldea de Niculas», ubicado al fondo del valle, lejos de una costa bajo la
constante amenaza pirática, que en sus aguadas utilizaban la abandonada ermita
mallorquina de San Nicolás como alojamiento, por lo que el obispo mandó
tapiarla.
De todas formas la colonización fue muy lenta. El pueblo se vino a configurar como tal entre finales del siglo XVII y principios del XVIII, cuando la familia del regidor de Tenerife, Tomás Grimón, ya se había conformado por diversas compras un gran espacio de tierra fértil con lomas y hoyas anexas, comprendida entre el barranco principal y la cordillera Sur. Estos derechos pasaron por herencia a un nieto de aquel regidor, Tomás de Nava y Grimón, primer marqués de Villanueva del Prado, quien tras vencer en el primer pleito por la posesión de estas tierras planteado por el Cabildo y primeros colonos (1645), vincula esta propiedad al mayorazgo de su familia (1667). Este noble criollo había venido promocionando roturaciones de nuevas parcelas, cedidas luego al partido de medias perpetuas, generando una atracción de medianeros, entre 1650 y 1670.
Las tierras apetecidas para roturarse eran los espacios
realengos de Furel y de los valles de Guguy, Tasarte y Tasartico, además de la
zona interior de Linagua, que recibieron nuevos colonos desde principios del
siglo XVIII. Estos ocuparon primeramente las terrazas antaño cultivadas por la
comunidad guanche y luego se extendieron por planos y laderas con la
construcción de cadenas o terrazas abancaladas. Se trataba de un proceso
roturador de carácter clandestino, de modo que en 1772 y 1777
1582 Era rey de Portugal el español Felipe
II, cuando tormenta o armada del Prior de Ocrato y sus aliados, dispersó la
flota de Nueva España. La
Gallega, que llevaba la plata, fue a dar en Madeira. Trasladado
el tesoro a la Gomera,
Alonso de Guzmán aconsejó que lo recogiese el Marqués de Santa Cruz, que estaba
en la isla de Benahuare (La
Palma), por ser travesía "muy fácil" y de 8 días,
aunque al regreso se complicase, pues "tornar a ponerse en altura, la
buelta de Madera", para tomar la vía de España, exigía un mes[1][24]. En primavera, corrió que Francia e
Inglaterra, preparaban armada. Estando en la mar barcos de Holanda y Ocrato,
Felipe II se inquietó, por provincia recién adquirida: "siendo la ysla de
Madeira... de la importancia que es", el Conde de Lanzarote pasaría el
verano en Funchal, o en otra fortaleza, con 250 o 300 canarios, guardando su
isla 25 soldados de leva[2][25]. Por entonces preocuparon al Austria los
naturales del Algarbe, que "so color de ir a las Islas y Cabo Verde, con
frutos de la tierra", entraban en Indias, para quedarse. No habiendo
encontrado solución, ma!Final de fórmula inesperadondó buscarla al duquede Medina.
1582. Ya rey de Portugal y de su
conquista, el Austria celebró consejo en Lisboa, en 1582. En el orden del día,
figuraba la organización de las comunicaciones con Indias. Bajo control del
Austria Guinea, la cantera de negros más próxima a los mercados europeo y
americano, se reguló la navegación de los barcos de la trata: los de Santo Tomé
y Cabo Verde, se unirían a la flota de Tierra Firme, apartándose en las
Canarias, donde sacarían licencia para cargar en los depósitos. Los de Angola y
Congo irían con los navíos de Brasil, siendo el permiso innecesario, al no
estar comprendida la costa de destino, en las concesiones pontificias. Los
negros serían llevados a Lisboa o Sevilla, quedando prohibido desembarcarlos en
puerto de Indias, aunque el barco entrase con pretexto de tormenta, corsarios o
avería. Alimentado el depósito de Cartagena, de los que se capturaban en los
límites de la conquista de Castilla, las reservas eran pobres, pues a más de
haber sido esquilmado el territorio, el que pudo huyó a los controlados por el
Xarife. Coronado Felipe II rey de Portugal, los castellanos pudieron aprovechar
la Guinea.
Revitalizado el tráfico a partir de 1580, libre la trata y
caros los negros, intervino la corona, haciendo del negocio regalía real, a
través de los "asientos" de negros. Firmado el primero en 1595. (L. Alv.
1582. En la
isla de Chinet (Tenerife), posiblemente en el puerto de Garachico, se fue a
pique una goleta de aviso, la cual iba comisionada para América.
1582. El mestizo Cairasco de Figueroa, del clero católico de San
Pedro compones entre otras obras literarias "Comedia del
Recibimiento", parte del texto está redactado en lengua guanche,
posiblemente aprendido de su abuela materna .
1582 7 de octubre.
Ante el temor del ataque de otros piratas, el obispo de la secta católica
Hernando de Rueda ordenó, trasladar la ermita de San Nicolás al interior del
valle, cerca del primigenio caserío El Barrio.
Los colonizadores que decidieron unir su destino a aquel lejano
territorio formaron el pequeño y disperso caserío de «la aldea de Niculas»,
ubicado al fondo del valle, lejos de una costa bajo la constante amenaza
pirática, que en sus aguadas utilizaban la abandonada ermita mallorquina de San
Nicolás como alojamiento, por lo que el obispo mandó tapiarla.
De todas formas la colonización fue muy lenta. El pueblo se vino a configurar como tal entre finales del siglo XVII y principios del XVIII, cuando la familia del regidor de Tenerife, Tomás Grimón, ya se había conformado por diversas compras un gran espacio de tierra fértil con lomas y hoyas anexas, comprendida entre el barranco principal y la cordillera Sur. Estos derechos pasaron por herencia a un nieto de aquel regidor, Tomás de Nava y Grimón, primer marqués de Villanueva del Prado, quien tras vencer en el primer pleito por la posesión de estas tierras planteado por el Cabildo y primeros colonos (1645), vincula esta propiedad al mayorazgo de su familia (1667). Este noble criollo había venido promocionando roturaciones de nuevas parcelas, cedidas luego al partido de medias perpetuas, generando una atracción de medianeros, entre 1650 y 1670.
Las tierras apetecidas para
roturarse eran los espacios realengos de Furel y de los valles de Guguy,
Tasarte y Tasartico, además de la zona interior de Linagua, que recibieron
nuevos colonos desde principios del siglo XVIII. Estos ocuparon primeramente
las terrazas antaño cultivadas por la comunidad guanche y luego se extendieron
por planos y laderas con la construcción de cadenas o terrazas abancaladas. Se
trataba de un proceso roturador de carácter clandestino, de modo que en 1772 y
1777.
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