EFEMÉRIDES DE LA NACIÓN CANARIA
UNA HISTORIA RESUMIDA
DE CANARIAS
ÉPOCA COLONIAL: SIGLO XVI
DECADA 1581-1590
CAPITULO XIII-V
Guayre
Adarguma Anez’ Ram n Yghasen
1584.
El trato carnal de Niculoso de
Ponte con Catalina Jordana aparece probado en el proceso contra Bartolomé de
Ponte y Jordana por querer pasar a las Indias en 1584, no obstante su calidad
de descendiente de conversos. En ese año declaró Bartolomé que era hijo de
Niculoso de Ponte y Catalina. Jordana y nieto de Pedro de Ponte y Catalina de
las Cuevas,
Declaró, asimismo, que Ana de
Vergara "fué mujer del padre de este
declarante",
A primera vista tal afirmación
podría interpretarse como que ya era viudo Nicu1oso de Ana de Vergara al
contreer matrimonio con Catalina Jordana; pero si nos atenemos a que Niculoso
falleció en 1570 con anterioridad a su legitima esposa, Ana de Vergara, ya que
Bartolomé de Ponte tenia veintiséis años de edad en 1584, hemos de llegar a la
conclusión de que nació en 1558 y que, por tanto, su padre tenia que ser soltero
en 1561, al contraer matrimonio con Su prima, sobre este bastardo de Ponte nada
dicen los genealogistas canarios, (A, H, N,: Inquisici6n, leg, 152-5,)
1584. Nace en Eguerew (La Laguna) el capitán, Diego de Arevalo y Arce,
criollo hijo del Licenciado Juan de
Arévalo y Arce. Diego casó en 1619, contra la voluntad de su padre, porque
estaba y se casó «en presipitasión y hallándose a punto de muerte». Diego casó,
sin embargo, con María de Vargas, hija del médico sevillano Pedro López de
Vargas. Diego falleció meses más tarde, en 1619. Dejaba preñada a su esposa,
que dio luz a un hijo, «Canuiii» puse en el bautizo el nombre y el apellido del
padre. El suegro y abuelo se negó a reconocer los derechos de la viuda y del
recién nacido, alegando «la dicha enfermedad, a la qual se le mandaba que no se
juntase con su mujer, y a ella lo mismo, por todos los medicos desta ciudad»,
de modo que el póstumo no podía ser nieto suyo. Siguió a esta oposición un
largo pleito en la Real
Audiencia de Winiwuada (Las Palmas), que terminó en favor del
nieto. María de Vargas otorgó testamento en abril de 1621 y se trasladó con su
hijo a Sevilla, donde vivía en 1644, casada por segunda vez.
1584. Nace en Mazo
Benahuare (La Palma)
el criollo Pedro Henríquez Almeida. Militar, marino y constructor naval. Ocupó
diversos cargos en la administración colonial española en América,
concretamente en Puerto Rico, donde destacó como responsable de la estrategia
defensiva de sus costas, desempeñando en la ciudad y puerto de San Juan los
oficios de almirante y de cabo general de flota además del de contador-juez
oficial real del lugar. En La
Española aparece como capitán de forasteros de la ciudad de
Santo Domingo. En 1640 el rey español Felipe IV le encarga la construcción de
seis galeones, de 550 toneladas cada uno, con destino al servicio real, lo que
viene a probar su pericia en el arte de fabricar naos.
1584.
Las obras del muelle de Santa
Cruz de la Palma
fueron iniciadas por el Ingeniero cremonés al servicio de la metrópoli Leonardo
Turriano, y era el único que merecía este nombre en el archipiélago, existiendo
con anterioridad un desembarcadero, pues se cita éste en una sesión del Cabildo
de 14 de Noviembre de 1561.
1584.
En septiembre, los propietarios
del heredamiento del Ingenio azucarero de San Juan de Güímar en la isla Chinet
(Tenerife), con la excepción de Luís Horosco, venden cada uno su parte al
capitán Juan de Vega Albarnas (portugués, vecino de Santiago en Cabo Verde).
Las deudas y el poco rendimiento del negocio propician la retirada de los
Alarcón de la hacienda de Güímar. En la escritura de venta se detalla la
propiedad especificando las tierras dadas a censo perpetuo y los arrendamientos
a tiempo parcial Arguenta declara que tiene 13 tributarios en censo enfitéutico
y otros tributos temporales que Juan de Vega asume. Las casas donde moran
Arguenta y Hernando tienen que alquilárselas a Juan de Vega durante el tiempo
que siguen viviendo en San Juan de Güímar.
Los linderos del heredamiento
estaban fijados así: de una parte la casa-convento de Ntra. Sra. de Candelaria
y el pueblo de Candelaria, por otra parte el Lomo de Agache, por arriba tierras
de Arafo y la cumbre de Güímar, por abajo la costa de la mar.
Detallan asimismo un inventario
del ingenio, diciéndonos que tenía un molino de cañas, una casa grande de
purgar, una casa de prensa con tres prensas y una casa de calderas con cuatro
peroles de cobre grandes.
Otros elementos de la propiedad
eran las tierras de cañas y frutales, bodegas, un molino de pan, un término de
ganado en Agache, dos tanques grandes de argamasa y cantería donde recogen el
agua del Río, una casa de palomar, casas de moradas y cuevas de esclavos.
Argenta poseía ella sola y también vende en ese momento, unas tierras en
Chimaje, unas casas sobradadas en Candelaria y el mesón que estaba junto al
convento de Candelaria. Por otro lado Francisco y Martín poseían cada uno, un
octavo del. heredamiento. Esta parte, un cuarto, estaba indivisa porque Martín
se encontraba fuera de la isla viviendo entre Ayamonte, Lanzarote y frecuentes
viajes a Indias, siendo administrada su parte por Francisco de Alarcón.
Algunas de esas tierras, cuevas y
casas habían sido previamente entregadas a diferentes arrendatarios. Estos
contratos y tributos también fueron respetados y asumidos por Juan de Vega.
En la venta permaneció fuera la
parte de Luís Horosco y Leonor de la
Peña, un octavo, que serán los únicos sucesores de Pedro de
Alarcón que seguirán en el ingenio de Güímar durante ese período. En ambos
casos, Juan de Vega se hizo cargo de las deudas pendientes con diversos
acreedores: Pedro de Soria, Diego Suárez, Bernardino J ustiniano y don Fadrique
de Vargas. Juan de Vega nombró a Francisco González mayordomo de la hacienda y
continuó su negocio de tráfico de esclavos de África a América, lo que era su
principal actividad. De hecho, se concertó con Hernando de Alarcón para que la
parte que le había de pagar por la venta del ingenio la invirtiera en el
negocio esclavista. También Juan de Vega apoderó a su yerno Juan de Espíndola
Escorcio, para que controlara las rentas de la propiedad.
El heredamiento, en esos momentos
va renovando los cultivos, potenciando la plantación de viñas, que ya habían
iniciado los Alarcón.
Unas veces los tributarios penen
problemas, pero progresivamente se va conformando el agrupamiento vecinal en
torno al “Tanque de abaxo”», lugar
del emplazamiento pocos años después de la ermita de San Pedro del Tanque.
A partir de 1590, Juan de Vega o
sus apoderados, van devolviendo la propiedad de forma escalonada, suponemos que
no cumplió con los censos y una parte vuelve a los Vargas en compensación de
los tributos debidos y otra parte, que corresponde al propio
patrimonio que compró Pedro de
Alarcón, vuelve a Arguenta y a los herederos de Hernando de Alarcón, que progresivamente
irán vendiendo, apareciendo nuevos arrendadores y administradores.
Luís Horosco se va encargar de
administrar la parte suya, la de Arguenta y la de los Vargas hasta su muerte, a
principios de 1597.
Al mismo tiempo, Fadrique de
Vargas Manrique, vendió su tributo y los censos debidos a Juan de Fresneda,
Tesorero de la Santa
Cruzada. De la transacción se encargó el mercader Luís Galván
y el acuerdo se hizo ante el escribano de Madrid, Gabrie1 de Rozas en diciembre
de 1596, por 112.000 mrs. de moneda de Castillal. En el acuerdo había una
cláusula por la cual Juan de Fresneda estaba obligado a presentar fianzas de
6000 ducados. Para ello presenta a Francisco Fiesco, Pedro Afonso Mazuelos y a
Lázaro Hernández, los cuales son aceptados por Juan de Alzola que era el
comisionado por don Fadrique en el asunto.
Un hijo de Juan de Fresneda,
Pedro, casó al poco tiempo con la hija de Luís Horosco, Juana Luisa Cervellón,
asentándose en el valle y tomando parte activa en la vida municipal en las
décadas siguientes. Otro personaje que en ese año se integra en la zona es
Alonso de Fonseca, cuñado de Hernando de Alarcón. Es el administrador de los
bienes de sus sobrinos en un principio y luego, comprándoles, terminará
instalándose en el valle y en 1602, figura como alcalde del 1ugar.
El resto, que eran los bienes que
pertenecieron a Francisco de Alarcón, fue adquirido por García Fernández de
Valcárcel. Este propietario va a tener una gran importancia al favorecer y
estimular el poblamiento de la zona del Tanque donando los terrenos necesarios
para la construcción de la ermita. Reconoce los anteriores tributarios y
medianeros de Juan de Vega y establece nuevos censos de parcelas con viña, una
casa pajiza y un almud de tierra para nuevos colonos, entre los que hay varios
hijos de antiguos propietarios, una nueva generación que va tomando el relevo.
1584 Enero 23.
Se presentaron en el puerto de El
Hierro una nao francesa con un pataje y una zabra de la misma nacionalidad con
propósito de apoderarse de las embarcaciones allí surtas. Eran éstas un navío
de la isla de Tenerife, que estaba cargando pastel, propiedad de Diego López, y
dos barcas herreñas del vecino de Valverde Baltasar Hernández Lemos. Los
navíos, que procedían de Ruan y con tripulación luterana, trataron el 23 de
enero de acometer a las embarcaciones canarias; para ello las acometieron por
la fuerza, y aunque desde tierra se hizo una defensa encarnizada, llegando a
morir en la refriega uno de los vecinos, no pudieron impedir que los piratas
cargasen con las barcas y el navío, con los que se situaron en las afueras del
puerto.
Envalentonados los franceses se
acercaron de nuevo al surgidero con propósito de desembarcar para robar la
tierra; mas las milicias y el paisanaje armado, que ya habían tenido tiempo de
concentrarse en la playa, se lo impidieron repetidas veces hasta que los
piratas desistieron de su empeño.
Entonces, viendo los vecinos que
los franceses hacían señas para rescatar, y temerosos de su ruina si llegaban a
saquear las casas y bodegas, acordaron que fuese como mensajero a entrevistarse
con ellos Miguel de Molinos. Este acudió confiado a la llamada, se ofreció como
rehén, y solicitó de los piratas que enviasen uno de sus jefes a tierra como
garantía de sus buenos propósitos; pero los bandidos, desleales, acordaron
retenerlo para más asegurar el rescate, colocándolo en la proa de uno de los
navíos con arcabuces enfilados para que lo viesen desde tierra los vecinos.
Los piratas, seguros, ya del
rescate, se avinieron a tratar de él con Diego López, y concertándolo en seis
pipas de vino, que al final elevaron a ocho, devolvieron las embarcaciones y el
mensajero cautivo internándose seguidamente en el Océano. (En: A. Rumeu de
Armas, 1991)
1584 Marzo 18.
El rey español Felipe II,
accediendo a las demandas del Cabildo de La Palma por boca de su mensajero Benito Cortés
Estopiñán, decidió enviar a dicha isla un nuevo ingeniero militar, y escogió
para tal comisión al italiano Leonardo Torriani, a quien dio instrucciones para
el caso por Real cédula de 18 de marzo de 1584. Leonardo Torriani se trasladó con dicho cometido a las Canarias
en el indicado año, y arribó a La
Palma a fines del mes de agosto, donde residió por espacio de
cerca, de dos años dirigiendo la construcción del muelle de Santa Cruz de La Palma y planeando la
edificación de una nueva fortaleza en La Caldereta. (En: A. Rumeu de Armas, 1991)
1584
Marzo 23. Una nao francesa se
presenta en el puerto de La
Estaca, en Esero (El Hierro), con ánimo de apresar a cuantos
navíos se encontraran allí fondeados. Los franceses apresaron un bajel
tinerfeño y dos pequeños navíos bimbaches (herreños). Todos fueron liberados a
cambio de ocho pipas de vino.
1584 Abril 25.
Se tuvo aviso en la isla de
Tenerife, procedente de la
Gran Canaria, de que en Francia se estaba disponiendo una
poderosa escuadra para atacar a las Islas Afortunadas; mas tal pronóstico dejó
de cumplirse y en ese año no ocurrió ningún otro suceso particular en el
Archipiélago. (En: A. Rumeu de Armas, 1991)
1584 Mayo 1. Las
mercedes de Conde y Marqués de Lanzarote son
otorgadas, según Reales Decretos de 9 de septiembre de 1567 y de 1 de mayo de
1584, respectivamente, a Agustín de Herrera y Rojas, Señor de Lanzarote y
Fuerteventura, por Felipe II. Según Viera y Clavijo, Agustín de Herrera
"estaba adornado de méritos personales que le hacían digno de mandar todas
las Canarias y no era incapaz de conquistarlas de nuevo".
Era hijo de Pedro Fernández de Saavedra y Constanza de Sarmiento. Casó en primeras
nupcias con Inés Benítez de las Cuevas,
hija de Pedro Ponte, de quien no tuvo
descendencia. Con la lanzaroteña Bernardina de Cabrera tuvo dos hijas
ilegítimas, llamadas Juana y Constanza de Herrera, casada esta última con Gonzalo Argote de Molina. En 1588 contrajo
matrimonio en Madrid con Mariana
Henríquez Manrique de la Vega,
de quien tuvo un hijo que detentó su mismo nombre y le sucedería en el señorío.
De su actividad político-militar podemos destacar: sus constantes entradas en
Berbería a la caza de esclavos y cuanto de algún valor pudiera robar y su mando
en Madeira como Capitán General de esa Isla.
Agustín de Herrera y Rojas se presenta como una de las figuras
coloniales más sobresalientes en la historia de las islas denominadas
señoriales. Su muerte tiene lugar en Teguise, Titoreygatra (Lanzarote) en 1598.
El título Marqués de Lanzarote se expidió, mediante carta de sucesión, el 24 de
febrero de 1967 en favor de D. Luís Benítez de Lugo y Massieu, hijo de D. Luís
Benítez de Lugo y Ascanio (Marqués de la Florida) y Dña. Rosario Massieu y Fernández del
Campo (Marquesa de Arucas), recientemente fallecida.
1584 Mayo 28.
El criollo Luís de Aguirre nació
en Eguerew (La Laguna).
Tomó el hábito de San Agustín en 1548 y fue martirizado y quemado en el pueblo
de Guecija por los moriscos, en la noche de Navidad de 1568. En el siglo pasado
se trató de beatificarlo. Fueron sus padres Juan Pérez de Aguirre, regidor de
Tenerife y doña Elvira de los Ríos. Luís de Aguirre trabajaba, cuando le
sorprendió la muerte, en una obra titulada Excelencias Teológicas, cuyo
paradero se ignora.
1584 Junio 8.
144.- Proceso de execución del
Lcdo. Borrera contra los bienes de Juan Alonso.
Año: 1584. Escribano: Rodrigo
Sánchez del Campo
En la noble ciudad de San
Cristóbal, que es en la isla de T., en 8- VI -1584 con el Capitán Lázaro Moreno
de León, Gobernador e Justicia mayor de la isla de Tenerife e de la de la Palma, por el Rey nuestro
señor, por presencia de mí Rodrigo Sanches del Campo, escr. públ., uno de los
del número de ella por el Rey, nuestro señor, pareció presente el Lcdo.
Borrera, abogado e vo de esta isla, e presentó una escritura de tributo y otros
recaudos e por ella pidió mandamiento de execución por contía de catorce doblas
e tres reales e juró serle debidos. (Datas de Tenerife, libro V de datas originales)
1584 Agosto. Llega a la Isla Chinech (Tenerife) un navío en que viajaba
el nuevo gobernador impuesto por la metrópoli a la isla Juan Núñez de la Fuente. En compañía de
este venía el Ingeniero cremonés al servicio de la metrópoli Leonardo Torriani,
en escala hacía la Isla Benahuare (La Palma) donde debía hacer un
estudio de las defensas de aquella isla. Posiblemente desde esta estancia en
Chinet, Torriani comenzó a recopilar datos en torno a los principales núcleos
de asentamiento de europeos en nuestra islas, especialmente de sus defensas tal
como dejo recogido en su obra, los
cuales reproducimos a continuación:
De la ciudad de San,
Cristóbal de la isla de Tenerife
Esta ciudad, edificada después de
la conquista, es la mayor y la más habitada de todas las demás de estas islas.
Además de las mil casas que contiene, cada una de ellas tiene a su lado gran
espacio de huerta, llena con naranjeros y otros árboles hermosísimos. Está
situada en una amplia y espaciosa meseta encima de las montañas, las cuales, al
prolongarse en dirección de la punta de Naga por espacio de dos millas y media,
le forma alrededor un hermosísimo y agradable anfiteatro. Por hallarse en lo
alto, en dirección norte, tiene mucha niebla, con lluvias y grandísimas
intemperies, por los vientos septentrionales que la azotan y la enfrían
continuamente; y por esta razón las fachadas de las casas que miran hacia norte
son muy húmedas, y la mitad de las calles que están descubiertas en aquella
dirección, llenas de yerbas, por la humedad que las hace .brotar durante todo
el año.
Las casas son bajas y tétricas;
pero desde lejos, mirando desde la altura de alguna montaña vecina, toda la
ciudad tiene buen aspecto, por ser las calles rectas, las casas llenas de
árboles, y agradable la laguna. Aquí residen la justicia y el concejo, los
hidalgos ricos y mercaderes de España, de Francia, de Flandes, de Inglaterra y
de Portugal; entre éstos y los isleños, hay gente muy rica.
La ciudad tiene de largo mil quinientos pasos, y de ancho mil
setecientos, y un circuito de cinco millas y seiscientos. La laguna se forma
por la reunión de1as aguas de los montes circunvecinos, se llena por medio de
un riachuelo que viene desde el norte, y se desagua por otro que corre en
dirección del levante. Tiene poco fondo, y durante el verano a menudo se seca
completamente. Es muy útil para el ganado que pasta en su alrededor, en número
infinito. Para los que tiran el arcabuz es un verdadero deleite, por la
diversidad de los pájaros y animales que viven en ella; tanto más, que está muy
cerca de las casas., de modo que resulta útil y agradable, sin cansar y exigir
mucho camino.
La ciudad está abierta por todas
partes y no tiene ninguna clase de murallas para poderla proteger contra los
enemigos, ni se ha pensado alguna vez en fortificarla.
Efectivamente, todas las fuerzas
y defensas de estas islas deben estar sobre el mar; porque por otra parte el
enemigo, o no puede desembarcar sino en los puertos fortificados que tienen
guardia, o, si desembarca en otros puntos, no puede emprender marcha ni hacia
esta ciudad, ni a los demás lugares y poblaciones. Además, por ser la ciudad
tan grande y desordenada, costaría demasiado su fortificación, por más que sea
débil y de poco bulto; de modo que no tratamos más de este particular.
Del
puerto de Santa Cruz de la isla de Tenerife
Este Puerto, que antiguamente se llamaba Añazo, es famoso no sólo por la conquista que hicieron
1os cristianos, que desembarcaron en la Caleta de los Negros, sino también por el
comercio y las mercancías de tantos
navíos que vienen aquí desde regiones muy lejanas para cargar las frutas que se
producen en la parte que va desde La
Orotava en dirección del levante. También es importante para
la seguridad de la ciudad y de los demás lugares circunvecinos, por depender de
él toda su defensa.
La villa consta de doscientas casas, habitadas por pescadores y
marineros. Su fortaleza es la mayor y la mejor acomodada de todas las demás de
estas islas; pero no sirve de defensa contra los navíos de los enemigos que
entran en el puerto para robar, por estar situada en un punto desde donde no
puede cubrir bien la entrada. Tampoco alcanza con su artillería los dos
desembarcaderos principales donde los enemigos podrían saltar en tierra, tanto
para saquear esta villa como para coger la fortaleza, caso de no hallarse en
ella buena guardia, o también para emprender marcha contra la ciudad, caso de
hallarse en número bastante para poderlo hacer.
Por esta razón, algunos ingenieros, teniendo en
consideración la gran importancia que tiene la defensa de el parecer de rodear
la villa con cinco baluartes, o de atrincherar
toda la playa. La primera fortificación hubiese sido demasiado costosa y
de poca ayuda, porque no habría gente para defenderla; la segunda era de poco
gasto y de poco efecto, por no haber lugar apropiado donde colocar algunas
piezas de artillería seguras, para defender el Puerto de Caballos, la Caleta de los Negros y el
Paso Alto, que son los lugares más importantes para un desembarco Por tanto, me
parece que en el Puerto de Caballos se levante un pequeño bastión que, con dos
culebrinas y dos falconetes, defienda hasta más allá de la Caleta de los Negros, hacia
la villa; y otro igual en Paso Alto, que guarde con igual artillería el
embarcadero que está debajo y el poso entre éste
y la montaña, por donde puede pasar el enemigo
(caso de poder desembarcar más allá, hacia Naga), así como la mitad de la
playa, en dirección de la villa, como se ve en los dos dibujos que siguen.
El castillo de la villa está mal situado, tanto
para la gente que debe defenderlo como para las municiones y artillerías, y
demasiado al interior, de modo que no cubre la playa. Por esta razón es preciso
que se le dé una forma mejor y que se le aumente en dirección del mar, cogiendo
dentro aquel lugar de la lengua de piedra que resulta tan cómoda, que, por
quedarse fuera, flanquea la playa que tiene a su lado, y debajo de sí asegurará
mejor los navíos que están en el puerto. También se necesita hacer un foso por
la parte de la tierra, puesto que se puede hacer, sin que se necesite mucho
gasto. Las casas de las municiones y de los soldados y del castellano, en el
nuevo reparto, quedan más desembarazadas y mejor ordenadas que las primeras; y
la cisterna está dispuesta en un patio hacia el norte, mientras que al presente
está en una habitación cubierta, en la parte del sur, donde; por no estar el
agua purificada por los rayos del sol, es de un color muy desagradable y en
pocos días se corrompe.
Con esta fortificación se asegura la villa y la
ciudad, porque en otro lugar no se puede desembarcar y emprender marcha, sino
en uno de los tres puntos de esta playa; y
si ella puede oponer resistencia, no es cosa
juiciosa dejarla detrás para dirigirse hacia la ciudad, siendo así que el
enemigo, sin ella, no puede apoderarse del puerto; y también
porque, a mitad del camino, tendría que pasar por
un paso estrecho, alto y naturalmente fuerte, que se llama el paso de La Cuesta, donde con algunas
trincheras y cuatro falconetes de campo .(de que se dispone en la ciudad para
este efecto) se podrá resistir eficazmente.
De la
Villa de Garachico
Esta villa es de 400 casas, situada sobre una
pendiente suave de la montaña, hacia el norte, habitada por gente noble y rica,
porque su región, que llega a Los Realejos, es de tanta fertilidad y belleza
cuanto es posible en sitio cualquiera, llano o montuoso. En su parte superior
tiene bosques hermosísimos y aguas corrientes, y en los extremos, campos
feracísimos de viñas, azúcares y trigo. Debajo está el mar, cerca de una milla
y media, cuyo provecho es digno de consideración, tanto por las pesquerías como
por la carga de los navíos. Hay en esta villa una playa a manera de media luna,
que forma puerto. Y, siendo así que, con su comodidad, los enemigos podrían
aprovecharse para desembarcar secretamente y saquear y quemar la villa, estaría
bien, para la seguridad de los navíos y del embarcadero, que se hiciese en un
alto que está al lado, un pequeño cas-
tillo en que puedan caber cuatro culebrinas.
Aunque esta villa y puerto de mar no tenga más de
400 casas, es la más rica y de mayor comercio de todos los lugares y ciudades
de estas islas, porque todos los productos que se sacan desde Realejos hacia
poniente se cargan aquí, en este puerto. Tiene pocas alturas y está debajo de
altísimas montañas; pero en dirección del mar es muy fuete, porque está rodeada
por piedras quemadas de los antiguos volcanes (que aquí llaman malpaís), que
impiden el desembarco hasta la primera playa hacia Levante, en donde, aunque el
enemigo pueda saltar en tierra con bonanza, la entrada es tan estrecha, que
sólo cuatro hombres bastan para defenderla.
La entrada del puerto es estrecha; y dicho puerto
está de tal modo azotado por el viento del norte, que los navíos que se
hallaran entonces en el puerto, cuando reina dicho viento, se pierden todos
inevitablemente. Esto se podría remediar, con poner a la entrada dos muelles,
como se ve en el dibujo; y, como no son grandes, en poco tiempo se podrían
terminar. Tampoco requerirían mucho gasto y, en cambio, serían de mucho
provecho para la protección del puerto, porque en aquel punto, por el lado de
la villa, se le podría añadir un pequeño castillo.
Sin embargo, como estas gentes no gustan ni de
comodidad, ni de seguridad, ni de hacer cosas útiles para los demás, me fundo
en los muelles ni en poner la fortaleza donde me-
jor convendría. Solamente creo que a la actual,
que está hecha a manera de casa cuadrada, sin torres ni baluartes y estrecha,
se le deben aumentar las cortinas rojas, la una en dirección del puerto, por
donde el enemigo tiene que pasar si viene para desembarcar, y la otra en
dirección del peñasco, para alejar las naves grandes, que no estén allí al
ancla.
Y, aunque ésta no sea verdaderamente una
fortificación, sino un lugar cómodo y apropiado para la artillería, que sería
suficiente (porque desde el interior de la tierra ninguna fortaleza puede
cubrirse contra los lugares que la dominan), también se pueden añadir a la
dicha fortaleza vieja las dos cortinas de fuera y los cuatro baluartes pequeños
que se han visto en el dibujo (opinión del gobernador), que serán solamente
adorno de la villa y guarda de las artillerías; pero, como éstas quedarán más
altas que la plaza de la fortaleza, no serán de tanto efecto como siendo bajas,
sobre las cortinas rojas, que debajo forman parapeto, porque dentro son tan
bajas como la plaza.
El principal sitio que domina la villa es San
Pedro de Daute; desde donde se descubre y se alcanza el interior de las casas y
de la fortaleza. Su acceso es fácil para el enemigo, si desembarca en una de
las tres caletas hacia poniente; y, de paso, puede saquear la villa de
Buenavista, que tiene 200 casas, Los Silos, con otras tantas, y Daute, que es
una grande finca de un hidalgo catalán, en que se halla un ingenio, es decir el
edificio en el cual se hace el azúcar. Por .consiguiente, este lugar merece
mayor consideración que los
demás, según en el siguiente capítulo se dirá.
De San Pedro de Daute, en Garachico.
Sobre esta altura se halla la iglesia de. San Pedro
de frailes dominicos, y algunas casas de pescadores. Está todo lleno de
precipicios que caen sobre el puerto y sobre el mar, de modo que es de mucha
incomodidad para quienes viven allí, e imposible rodearlo con algunas defensas
para seguridad de Garachico, que se halla debajo. Y, a pesar de estar encima y
dominando la villa, su mismo lugar está, a su vez, dominado por la montaña,
donde se indica con la letra F; por cuya razón soy de parecer que sobre este
sitio F se edifique una pequeña fuerza, que con algunas artillerías de campo
guarde el sitio de San Pedro, de manera que el enemigo no pueda alojarse en él
ni colocar artillería. Con ello se conseguirían dos resultados, es decir, que
se defendería este lugar sin ninguna fortificación, y se quitaría su importancia
como posición dominante de la villa.
No hay que tener en cuenta la posibilidad de que
el enemigo, con terraplenar la iglesia o alguna casa, se pueda proteger contra
el fuego de la fuerza de la montaña, o de que suba más arriba que éste último,
para demolerlo, porque ésta es tan alta, que descubre todo cuanto haya abajo y
el camino por el cual se sube a ella es muy estrecho y difícil, que sólo cuatro
hombres bastan para defenderlo de modo que no pensamos como cosa posible el que
el enemigo tome la montaña, porque, si esto ocurriese, se puede bajar a la
villa y saquearla por otras partes, sin tomar la fuerza alta.
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