martes, 7 de mayo de 2013

CAPITULO IX




EFEMÉRIDES DE LA NACIÓN CANARIA

UNA HISTORIA RESUMIDA DE CANARIAS

 

ÉPOCA COLONIAL: SIGLO XVI


DECADA 1561-1570


CAPITULO IX



Guayre Adarguma Anez’ Ram n Yghasen



1568 Abril 17. No contenta la metrópoli con los esquilmos que la secta católica extraía de la colonia de Canarias, y deseando someter aún más a los canarios, criollos y colonos establecidos  en la misma, decide potenciar el criminal Tribuna de la Inquisición, para ello eligieron como representante y máxima autoridad en la colonia al Licenciado Funez, un ser supuestamente humano, en el cual se reflejaba las más tradicionales y acrisoladas virtudes de los españoles, era este individuo, fanático, altivo, cruel, codicioso, desprovisto de escrúpulos, servil con los poderosos y tirano con los débiles. Según recoge Agustín Millares en bien documentada Historia de la Inquisición en Canarias: “A pesar de los brillantes resultados que Tribaldos, Jiménez y Padilla habían obtenido sucesivamente, en el desempeño de su difícil y laboriosa tarea, no estaba contento el Consejo Supremo de la Santa y general Inquisición.

El Tribunal, que como subalterno funcionaba en la colonia de  Canaria, no reunía á su juicio las condiciones de vitalidad necesarias, ni se hallaba organizado en la forma conveniente, para llenar la alta y civilizadora misión, cuyos humanitarios fines, se habían  dedicado exclusivamente el Santo Oficio.

Una punible condescendencia, respecto de ciertas clases sociales poca vigilancia en las visitas, negligente actividad en la sustanciación de los procesos escaso respeto á los representantes de una institución tan augusta, desgraciada elección en los reos con- condenados a perder sus bienes, tales eran las faltas más graves, que pesaban sobre los eclesiásticos que habían tenido la honra de ocupar aquel empleo, en los sesenta años que contaba de existencia.

A cortar de raíz tamaños males, se dirigió desde luego todo el poder y ciencia del Inquisidor general, D. Diego de Espinosa, auxiliado en tan meritoria empresa por sus graves compañeros, tan celosos como él de conservar intacta la pureza de nuestra Santa fé católica, y de aumentar su propagación y engrandecimiento.

Con este objeto decidieron, en primer lugar, erigir en Canaria un Tribunal independiente, que solo tuviese que dar cuenta de sus actos al Consejo Supremo, dotándole de todo el personal necesario, para obrar con actividad y energía, y prescribiéndole se hiciera obedecer y respetar de las Autoridades constituidas en la Isla, que, como celosas de sus fueros, y de su jurisdicción, y con deseos de emanciparse de la superior vigilancia y tutela, que sobre ellas debía ejercer siempre la Inquisición, provocaban continuos y censurables conflictos.

Después de meditarlo bien, recayó la elección en el Licenciado D. Diego Ortiz de Funez, respetable eclesiástico, que había sido Fiscal del Tribunal de Toledo, y que había dado repetidas pruebas de su celo por la Religión, de un vigor saludable, y de una energía extraordinaria. Poseía, además, ciertas dotes de organización y mando, necesarias en un país, donde era preciso reformarlo todo, y crear hábitos y costumbres, cuya eficacia había acreditado la experiencia en otros Tribunales.

A pesar de la confianza que este nombramiento, inspiraba al Inquisidor general, se formuló una instrucción para recordarle el pormenor de sus obligaciones, en la que se le prescribía: que dos veces en cada ano hiciera leer las ordenanzas á sus oficiales y dependientes, para que no alegasen ignorancia; que los edictos y sentencias se dieran en su nombre, como Inquisidor de las Islas de Canaria; que llegado á Las Palmas, comunicase al Gobernador y á la Audiencia las Reales cédulas que llevaba, para que se le respetase y considerara, como por su oficio merecía; y que lo mismo hiciera con los Cabildos de la Iglesia y Ciudad, y Justicias ordinarias: que diese lectura con toda solemnidad al edicto de la fe, haciendo que prestasen el juramento de obediencia todas las Autoridades en la Catedral, con arreglo á la instrucción; que recorriese luego todas las parroquias, y publicase en ellas el mismo edicto, pero no el de gracia, que aquí se negaba: que se llevasen libros de autos, de sentencias, de nombramientos de emplea-dos, y de cartas, para que de todo haya razón; y finalmente, que hiciera constar de una manera auténtica, quienes eran los Comisionados, en las demás Islas, para que, habiendo culpa en alguno de ellos, puedan ser castigados.

Deseando Funez llegar con toda autoridad a las  Islas, obtuvo del Rey la gracia especial de que expidiese varias reales cédulas, anunciando su nombramiento, dirigidas al Obispo, Deán y Cabildo, Gobernador de Canaria., y Municipios de cada una de las siete Islas, de cuyas cédulas trasladaremos literalmente el contenido de la primera, para que se juzgue  la importancia del cargo, que venia a desempeñar aquel nuevo Inquisidor en el Archipiélago.

«Al Obispo de Canaria.-El Rey.-Reverendo in Cristo, padre, Obispo de Canaria, del nuestro Consejo, sabed; que el Licenciado D. Diego de Espinosa. Presidente del nuestro Consejo real que por autoridad apostólica ejerce el Oficio de Inquisidor general, contra la herética pravedad y apostasía en nuestros Reinos y Señoríos, entendiendo ser así conveniente al servicio de Dios y Nuestro, y ensalzamiento de nuestra Fé católica, ha proveído por inquisidor apostólico en esas Islas de Canaria, al venerable Licenciado Ortiz de Fúnez, el cual va a visitarlas, y a ejercer en ellas el Santo Oficio de In quisición, con los oficiales y ministros necesarios, y porque importa mucho que el Santo Oficio de la Inquisición y sus ministros sean favorecidos  os ruego y encargo deis al dicho Inquisidor, todo el favor é ayuda que os pidiere, para ejercer en esa vuestra Diócesis libremente el dicho Santo Oficio, y proveer que de todos sea honrado y acatado él y sus oficiales y ministros y se les haga todo buen tratamiento, porque ansí conviene al servicio de Dios y Nuestro: Fecha en Madrid a diez dias del mes de Octubre de 1567 años.-Yo el Rey. Por mandado de S. M.-Pedro del Hoyo. »

Pertrechado con estas armas, con la elasticidad de su jurisdicción, y con la protección preferente del monarca, Funez se resolvió á dejar la corte en la primavera de 1568, y honrar con su presencia las humildes rocas, antes afortunadas, llevando  con su persona la unidad de fé, la tranquilidad de conciencia, y la seguridad de perpetuar con más eficacia que el Océano, el cordón sanitario que, a favor de sus pesquisas y registros, iba a rodear las inteligencias para salvarlas de todo error.

Era entonces Fiscal del Santo Oficio en la colonia el canónigo D. Juan de Cervantes, hombre de ciencia y virtud, que después pasó a Méjico con el Maestrescuela D. Pedro de Moya y Contreras a fundar allí el Santo Tribunal, siendo ésta su mejor recomendación para que la posteridad no olvide jamás su nombre; y desempeñaba el cargo de notario de secretos, empleo importantísimo y de suma confianza, otro canónigo que lo era Juan de Vega, varón docto y de muchas letras; porque es de advertir, que los Inquisidores, con un tacto que prueba su habilidad en todo lo. que se refería el aumento de su respetabilidad é influencia, proclamaban que sus dependientes y oficiales fueran elegidos entre aquellas corporaciones, que pudieran disputarle ó controlar el ejercicio de su poder absoluto,

Ignoramos si por la buena opinión de los electos, ó por alguna otra razón oculta, se reservó el nuevo Inquisidor confirmar á su tiempo, revocar, o proveer de nuevo tales. cargos, de acuerdo con las instrucciones secretas que llevaba, solo sabemos, que no le acompañaban á Canaria sino sus criados y servidores, que componían, lo que entonces se llamaba la familia, apéndice indispensable a  todo eclesiástico de alto rango, que viajaba a desempeñar elevados cargos, y que constituía una guardia de honor, dispuesta, en casos arduos, a defender con las armas en la mano, las prerrogativas, órdenes ó caprichos de sus amos.

Raros eran los buques españoles, que cruzaban el archipiélago en el último tercio del siglo XVI. Pero los piratas argelinos, los corsarios flamencos, y los atrevidos armadores ingleses y franceses, recorrían en todas direcciones el Atlántico, acechando las ricas presas que venían de América, y saqueando, entretanto, cuando no tenían mejor ocupación, las pequeñas naves que traficaban de una á otra Isla, ó que se aventuraban hasta las costas del Mediterráneo ó del mar cantábrico.

Frecuente era ver familias enteras y autoridades respetables, prisioneros de esos audaces bandidos, arrastrar una vida miserable en las inhospitalarias costas de Berbería, ó ser canjeados por crecidos rescates, que arruinaban a sus deudos; sin que fuera caso extraño perder la cabeza, ahorcada de una entena, ó cortada por un hacha, especialmente si vestían aquellos el traje eclesiástico, odiado de moros y protestantes, a causa de los rigores de la Inquisición.

No es de extrañar, pues, que D. Diego Ortiz de Funez al atravesar los mares, estuviese poseído de un terror supersticioso, tanto más serio, cuanto más importante era el cargo de que venia investido. ¡Qué magnífica presa para los enemigos de la religión! ¡Con qué placer hubieran ensayado en su cuerpo, los tormentos con que pensaba descoyuntar y quemar á los herejes!

Pero, sin duda, destinado como estaba a más altas empresas, escapó ileso de aquellos peligros, y llegó á Canaria el 17 de Abril de 1568, sábado santo, desembarcando en el Puerto de las Isletas, desde cuya playa, (desierta entonces) se fue á la fortaleza ó torreón que allí se levanta, donde estuvo hospedado y obsequiado por el Alcaide D. Alonso de Aguilar, los tres días de Pascua de Resurrección, sin acceder á los ruegos de las muchas personas, que desde Las Palmas fueron á ofrecerle sus casas y servicios.

En su deseo de mostrar independencia en el ejercicio de su poderoso ministerio, manifestó empeño desde luego, en vivir en casa separada, y con las comodidades necesarias para establecer las oficinas y prisiones del Santo oficio; pero, no era empresa fácil hallar una casa con tales condiciones,. en una población de tan escaso vecindario, como lo era en aquel tiempo la capital del archipiélago; así fue que, conocida esta imposibilidad" tuvo al fin que aceptar el ofrecimiento que le hizo el Cabildo eclesiástico, la Audiencia y el Gobernador, de que ocupara el Palacio episcopal, vacío entonces por ausencia del Sr. Obispo, y que reunía todas las circunstancias de capacidad y aislamiento apetecibles para la instalación del Tribunal y sus cárceles.

Por último, el miércoles 21 de Abril al mediodía; salió de la fortaleza el nuevo In-quisidor acompañado de una vistosa cabalgata,  compuesta de Dignidades, Canónigos y Racioneros, Oidores, Gobernador de la Isla, Regidores y personas principales, y un in-menso gentío que á pié le seguía, y cruzando los arenales que separan el Puerto de la
Ciudad, entró en Las Palmas, como triunfador romano, y vino a hospedarse al dicho
Palacio, que con anticipación se le había preparado.

No se crea que aquel día, como destinado á tan espléndida recepción, fuera perdido para Fúnez; hombre de actividad incansable, y ambicioso de cumplir con su religiosa misión, sin dormirse sobre sus laureles, llamó aquella misma tarde al Licenciado Cervantes, y al notario Juan de Vega, y les hizo exhibir sus títulos, que ratificó en el acto, examinando luego á su presencia los libros que le presentó el notario firmados por su antecesor Padilla, respecto de los cuales se reservó proveer lo conveniente, á fin de uniformar la práctica seguida por dicho Tribunal.

El viérnes 23, los mismos Cervantes Vega, como fiscal y secretario del Santo Oficio, notificaron en sesión pública y solemne al Ayuntamiento y Gobernador de la Isla el contenido de la Real Provisión, que confería á Fúnez el cargo de Inquisidor apostólico, notificación que se repitió el 26, respecto de la Audiencia, y el 30 al Cabildo eclesiástico, contestando todos, que la obedecían y cumplirían, según que por su S. M. le les mandaba

El primero de Mayo se anunció por las calles y plazas la lectura del edicto de auto de fé,
que habia de tener lugar al siguiente día en la Catedral.

Véase como describe ambas ceremonias el secretario Juan de Vega, en la relación manuscrita que se conserva de estos actos: “Y en primero de Mayo del dicho año día de San Felipe y Santiago por la tarde fué pregonado por toda la Cibdad, con voz de pregonero y a tambores, y mucha gente de á caballo, oficiales y familiares del Santo Oficio y gente de á pié, que los iban acompañando, que mandaba el Sr. Inquisidor, sopena de excomunión y otras penas pecuniarias, que todos los fieles cristianos otro día Domingo luego siguiente, que era dos del dicho mes de Mayo, fuesen á misa mayor a la Iglesia Catedral, para oír el sermón de la Fé y los edictos del Santo Oficio, que se ha-bian de publicar, y juramento que se había de tomar á todos los fieles cristianos, de obedecer y favorecer al Santo Oficio y otros autos.»

“Y otro día siguiente, dos de Mayo, domingo por la mañana, vinieron casa del Sr. Inquisidor todo el Cabildo de la dicha Iglesia Catedral, Dignidades, Canónigos y Ra-cioneros, y otras personas de la dicha Iglesia, y el Gobernador y ministros de la Justicia, y Regidores desta Isla, y otros caballeros y personas principales desta Cibdad de Canaria, y mucha gente del pueblo, á llevar á el dicho Sr. Inquisidor á la dicha Catedral, y lo llevaron, yendo el Cabildo y personas del eclesiástico á la mano derecha, todos puestos por órden y antigüedades, y a la mano izquierda el Gobernador y Regidores y personas é vecinos de la Cibdad, todos puestos por su orden y antigüedades yendo todos muy concertados; y así fueron con el dicho Inquisidor hasta la Capilla mayor de la dicha Santa Iglesia, donde se dice la misa mayor, y allí estaba el Regente y Jueces de apelación; y el Regente y Oidores se levantaron, cuando llegaron, y hizo venia á dicho Sr. Inquisidor, el que se setó en el banco inmediato a las gradas del altar mayor, al lado del Evangelio, é inmediato a  el Regente y Jueces de apelación, é inmediato a ellos se sentó el notario Fiscal y alguacil mayor del Santo Oficio, y al lado de la Epístola se sentaron por su orden, el Gobernador, Regidores y Caballeros principales; y así dijo el. sermón el Arcediano de Canaria; y al tiempo del ofertorio se leyó el edicto por un Sr. Racionero, y acabado el sermón, se leyó un mandamiento del dicho Sr. Inquisidor en alta voz, en que se mandaba á todas las justicias y personas de la Cibdad, de cualquier calidad que fuesen, hiciesen un juramento, que allí se hizo "por el dicho notario, poniéndoles penas y censuras á las personas que no hiciesen dicho juramento; y acabado de leer el dicho mandamiento, se sacó sobre las gradas del altar mayor el estandarte del Santo Oficio, y en otra mano una Cruz, el que tenia el Licenciado Cervantes, Fiscal, y un sacerdote un libro misal abierto, y entonces, yo el Notario Juan de Vega, tomé un libro donde está escrito en forma dicho juramento, y me puse delante del altar mayor, y estando todos en pié, el Regente y Jueces de apelación; y el Gobernador y Regidores y Caballeros, y personas que allí estaban en dicha capilla mayor, fueles tomado juramento en alta voz, con las palabras del dicho juramento, que estaban escrito en dicho libro del Santo Oficio; donde consta la forma de hacerlo, las Justicias y Regidores y demás personas de la Cibdad, y acabado de leer, el dicho Regente y las demás personas juraron, y el dicho Fiscal Licenciado Cervantes, me pidió que lo hiciese constar por testimonio, y así lo hice, leyéndolo en alta voz en el púlpito, donde se volvió á leer el edicto, jurando entonces todo el pueblo, que se hallaba dentro de dicha Iglesia Catedral.»

Instalado ya el Tribunal con todos los requisitos exigidos en las instrucciones del Consejo Supremo, se dedicó Funez con incansable ardor á activar las causas pendientes, y á inquirir nuevos reos, haciendo sentir el peso de su autoridad de una á otra extremidad del Archipiélago.

Entre las órdenes que traía, era una la de elegir veinte familiares, y no más en la Ciudad de Las Palmas, y los que fueren necesarios en las demás Islas, ciudades, villas, lugares y puertos de mar del distrito, todos los cuales, dice la Real Provisión expedida en Madrid á 10 de octubre de 1567, “sean  personas quietas y pacificas, y en quien concurran las calidades que se requieren.”

A la organización de esta milicia, reclutada entre la vieja nobleza criolla del país, y que había de ser el más firme apoyo de su autoridad, dedicó también sus primeras vigilias, obteniendo al poco tiempo un vistoso y respetable escuadrón, baluarte de la fé, y fortaleza inexpugnable de su jurisdicción privilegiarla.

Conseguido este primer triunfo, se dedicó en seguida ú preparar un auto de fé, que eclipsara el recuerdo de los anteriores, y que contribuyera poderosamente á poner de manifiesto su celo, capacidad y energía, para mayor gloria de Dios, y enaltecimiento de nuestra santa religión.” (Agustín Millares Torres; 1981)

1568 Mayo 23.
No quedó como recuerdo de la estancia de John Hawkins en el puerto de Santa Cruz de Tenerife sino la actuación del Santo Oficio de la Inquisición española en Canarias contra los clérigos Pedro Soler y Mateo de Torres.

El proceso del primero es la fuente más caudalosa de información para conocer la
estancia del pirata en Santa Cruz de Tenerife.

En dicho proceso fue el denunciante Juan de Venero quien señaló como testigos al capitán Francisco de Valcárcel, a Marcos Perdomo Pimentel y a Francisco Coronado.

Declararon en el mismo, entre otros, Juan de Valverde, regidor y capitán; Lope de Azoca, regidor y capitán; Salvador Rodríguez, Gregorio Lorenzo, José Prieto y Mateo de Torres.


El 23 de mayo de 1568 ordenaba la Inquisición a Pedro Soler comparecer en Gran
Canaria para responder de las acusaciones.

El 28 de mayo de 1568 los calificadores declararon haber motivo de herejía; y por tal causa fue encarcelado Pedro Soler el 30 de junio de dicho año. Este prestaba declaración ante el licenciado Ortiz de Funes el 23 de noviembre de 1568, señalando por sus enemigos al gobernador Juan Vélez, al alguacil mayor Juan de Venero y a los regidores Lope de Azoca, Juan de Valverde y Marcos Perdomo, y presentando como testigos de descargo al inglés Richard Grafton, al capitán Francisco de Valcárcel, al regidor Pedro de Vergara, al juez de Registros doctor Mexia, a Gaspar Fonte de Ferrera, etc., etc. (En: A. Rumeu de Armas, 1991, notas a pié de página)
1568 Junio 4.   En la noble ciudad de san xpoval que es en la ysla de tenerife en quatro dias del mes de junio año del señor de mill quis y sesenta y ocho años estando los señores justicia e rregimiento desta dha ysla juntos en su cabildo e ayuntamiento segun que lo an de uso e de costunbre es a su vez el muy magco señor lliçençiado eugenjo de salazar governador e justiçia mayor desta dha ysla e de la palma y por su magd e los señores capitan balcarçel alferes general perpetuo con vos y boto de rregidor e pedro de trugillo e andres fonte e llicençiado bartolome de fonseca y alvaro vasquez de nava e felipe jacome de las cuevas e bartolome de ponte e andres xuares gallinato de lugo e juan nu corregidores de la dha ysla y en presençia de mi juan lopez de açoca escrivano mayor del conçejo de la dha ysla
  e luego a los señores justiçia e rregimiento trataron de la grande falta que ay de dineros en esta ysla la qual parese ser causa de que los mercaderes e tratantes e otras personas forasteras que a ella vienen con mercadurias las benden a dinero a los naturales desta dha ysla en muchos o los mas dellos se salen della e se van sin hazer en esta ysla enpleo ni sacar otro rretorno sino el dinero que de la venta de las dhas sus mercadorias les a prosedido lo qual despues de metido en los nabios con mucha dificultad e molestia se les podria ha[...] e asi los [...] mercaderes tratantes e personas sacan y se llevan la moneda de oro e plata que en esta ysla ay en gran daño e perjuizio del bien comun desta por tanto para rremedio de lo susodho acordaron e ordenaron que qualquier mercader o tratante o otra persona forastera que entrare en esta dha ysla con mercadurias o cosas para bender sea obligado a se manifestar dentro de tersero dia despues de enbarcado ante el governador desta ysla o ante su lugarteniente por ante uno de los escrivanos del ayuntamiento della e si desenbarcaren en el puerto de garachico o del arotava se haga la dha manifistaçion ante el alcalde daquel lugar por ante un escrivano del e al tienpo que el tal mercader tratante o persona se quiera salir desta dha ysla sea obligado a pareser ante la dha justiçia desta ysla por ante el dho escrivano del conçejo a pedir liçençia para se enbarcar a qual le de la dha justiçia mostrando primeramente el tal mercader tratante o persona por ante la dha justiçia e uno de los rregidores deputados del mes en que a enpleado el dinero prosedido de las mercadorias e cosa que metio en la dha ysla e si lo lleva enpleado o no para que conforme a esto la dha justiçia le de liçençia para se yr o provea del rremedio que en el caso convenga para que la dha moneda no se saque e que la averiguaçion De lo susodho no se haga escupulosamente sino por juramento de las partes e otras averiguaçiones que sean satisatorias a la justiçia e deputados e no molestias costosas ni travajosas por los dhos tratantes e personas e que ningun mercader ni tratante ni otra persona que tenga las dhas mercadorias o cosas para vender dexe deso manifestar dentro de tersero dia como dhas so pena de mill mrs que se rrepan por tersias partes para el denunçiador e conçejo e juez que lo sentensiare ni al tienpo que se quiera enbarcar su persona ni el que rretorno ni una tal [...] ni otra cosa alguna que aya de llevar e sacar desta ysla sin pedir e llevar primero la dha liçençia del governador della so pena que pierda el valor de todo ello e que por el libro del almoxarifasgo desta ysla pareçiere aver sido aforadas las dhas mercadorias e cosas que asi uviere metido [...]to lo que provare aver gastado y enpleado en esta dha ysla de lo prosedido dellas rrepartidos por terçios como dhos e que los alcaldes de garachico o arotava enbien la rrazon al dho señor governador de la diligençias y aberiguaçion que obieren [...] lo susodho y se apregone asi pucamente [...]. Rúbricas. (Javier Medina López y Dolores Corbella Díaz) 

1568 Junio 9.
La inquisición española en Canarias cita a declarar al sacerdote de la secta católica Mateo Torres.

La acusación contra Torres-al igual que la de Pedro Soler-no se limitaba a los sucesos de 1568, sino que le exigía cuentas por sus andanzas anteriores, en particular su participación en la "conspiración de los beneficiados" y sus repetidos tratos con ingleses y luteranos y más concretamente con Hawkins. Mateo de Torres prestaba, declaración ante don Pedro Ortiz de Funes el 21 y 25 de junio de 1568, siendo calificado como reo de herejía y, en consecuencia, encarcelado y procesado. Achacábansele, además, buen número de obscenidades que salpican su vida., nada. edificantes por cierto.

El 29 de octubre de 1569 el Tribunal de la Inquisición dictó sentencia contra Torres, declarando que aunque le podían "gravemente punir y castigar", le condenaban, "usando de benignidad y misericordia", a pagar 40 ducados de multa. Por ello, cabe suponer que la Inquisición no fuese más severa al castigar los tratos de Soler con John Hawkins. (En: A. Rumeu de Armas, 1991, notas a pié de página)

1568 Junio 23.
Declaración de Mateo de Torres, prestada en Las Palmas en estas fechas, con motivo de la fuga de unos ingleses.

"El licenciado Soler vino al pueblo de Santa Cruz y dixo a este declarante que venía a fletar una barca para unos ingleses amigos suyos que querían ir a Canaria, a buscar navío para irse a su tierra, y que este declarante fuese con el dicho Soler a fletar la barca y le dixo que no fuese cosa de que le viniese... salío... y Soler le respondió que no avia daño porque ellos querían venir a Canaria a cosas que les cumplían, y llevaban cartas de favor del gobernador de Tenerife para Granada para ciertos pleitos y que les avia dado licencia... para que se fuesen..."

Más tarde, al mostrar el gobernador colonial, Plaza su asombro por el embarque de los ingleses, Mateo de Torres supo responderle atinadamente, mientras hacia las primeras diligencias en Santa Cruz: "El gobernador... vino al... puerto de Santa Cruz después que supo que eran yngleses los que avian llevado la dicha nao, y dixo que como se avian embarcado... y lo presto. ..y este declarante le dixo como el dicho licenciado Soler les habla fletado la barca y que llevaban licencia del gobernador segun dezia y cartas suyas de fabor para Granada..."

El gobernador tendría por fuerza que callar ante la veracidad de los hechos. (Proceso citado de Pedro Soler.)

1568 Julio 1.
Presencia en Tenerife de una escuadrilla de John Hawkins la cual venía al mando de Joan Lobel, segú rumeu de Armas se tiene noticias de dicha escuadrilla  por “una denuncia hecha en 1568 al Santo Oficio por el alcalde de Garachico, Juan Arcaya, ante el licenciado Funes de que "un ingles que se llama Joan Lobel, criado de Joan Aquines, dixo en una de las ocasiones en que había visitado Tenerife que botava a Dios que había de venir a estas islas y que aquella Nuestra  Señora que esta en Candelaria avía de quemar ya su lumbre avía de asar un cabrito".

El viaje de dichos navíos de Hawkins se había iniciado en  Plymouth el 9 de noviembre de 1566. Los libros de Registro del citado puerto inglés nos revelan los nombres de los tres navíos que componían la flota. Eran éstos: el Powel de 200 toneladas, mandado por James Hampton; el Salomón de 100 toneladas, cuyo capitán era James Raunse, y el Pasco de 40, conducido por Robert Bolton John Lowen tenía el mando y la responsabilidad de la expedición, acompañándole, como persona de la confianza de Hawkins, Thomas Hampton.

Entre los tripulantes figuraba un joven inglés, desconocido por entonces, que hacia a los veinticuatro años su primer viaje a las Indias: Francis Drake, cuyo nombre convendrá no olvidar a partir de ahora.

La expedición es poco conocida en sus pormenores, pero puede seguírsela en líneas generales. Ignoramos cualquier detalle de su paso por Canarias, aunque lo admitimos como muy probable, y aun negamos a suponer que las frases sacrílegas que pronunció Lowell en Tenerife debieron coincidir con el momento que narramos. De las Islas Canarias la flotilla británica se dirigió a las costas de Guinea para cargar los navíos de esclavos. Su paso por las islas de Cabo Verde aparece registrado en un libro de quejas portugués que habla de la presencia en aquellas aguas, en los días finales del año 1566, de un pirata británico al que llaman John Cobel,

Los ingleses se entretuvieron por aquellos contornos en capturar diversos navíos lusitanos, a los que despojaron de mercancías y esclavos. Más adelante, completada en la Costa de Oro su mercancía humana, John Cobel.” (En: A. Rumeu de Armas, 1991)

1568 Julio 1.
Indagaciones abierta por la justicia colonial a algunos criollos y colonos de la isla de Tenerife, con motivo de sus tratos con comerciante en esclavos John Hawkins, durante su estancia en la rada de Santa Cruz.

Declaraciones de Juan de Venero, Juan de Valverde, Lope de Azoca, José Prieto, Mateo de Torres, etc. Juan de Venero: "... y que estando este Juan Acle  yngles en el puerto de Santa Cruz ques en la ysla de Tenerife enbio a llamar a la cibdad de La Laguna al licenciado Pedro Soler vicario y le enbio una sortija que saco de1 dedo diciendo que por señas de aquella sortija le fuese a ber que tenia que hablar con el, y que el dicho Pedro Soler fue publico que fue a la nao y entro y estubo en ella con el dicho Juan Acles yngles y trato con mucho con el y de su y da ubo mucha murmuracion.."

José Prieto: "... y que este testigo vido ir a la ciudad oe La Laguna a Diego Payba, vecino de Santa Cruz y que llevaba una sortija que era de Juan Acles que la enviaba a Pedro Soler, vicario de Tenerife que era mucho su amigo..."

Proceso de Pedro Soler. Declaración del beneficialdo de Santa Cruz de Tenerife Mateo de Torres :

"Que el otro dia por la mañana antes de misa vino Soler a Santa Cruz y estando este declarante y otras personas en la Aduana llego alli el licenciado Soler y le mostro el anillo que traia en el dedo de Juan Acles..."

"Y Pedro Soler envio a decir a Juan Acles que estaba alli, y el dicho Juan Acles se estuvo gran rato que no salio, y visto que tardaba el dicho licenciado Soler dio el anillo a un mozo del navio y le dixo que llevase aquel anillo al dicho Juan Acles...

Salio Juan Acles y le  saludo y le dijo como estaba y que le pesaba mucho que se le hubiese quemado la casa y que el estaba alli y que le favoreceria en lo que pudiese y que diese gracias a Dios que el también había perdido 44 navíos en la mar y que daba gracias a Dios por ello y el dicho licenciado Soler le dijo que le besaba las manos y que el no podía recebir cosa ninguna y que conocia que le venia de la mano de Dios aquello."

"Y que el dicho Pedro Soler le dixo que de la quemada de su casa solo le había quedado una mula y que había venido apenado por el camino porque traia una silla muy mala; y Juan Acles le dixo que traia una silla muy buena y que se la daria. Y que el dicho licenciado Soler le dixo que le besaba las manos y que no le había de tomar, y que no paso mas, que luego salieron de la nao y se vinieron a tierra..."

Declaración de Juan de Venero:

"... y que el dicho Pedro Soler fue publico que fué a la nao y entro y estubo en ella con el dicho Juan Acles yngles y trato mucho con el y de su yda ubo mueha murmuracion en la dicha ysla de Tenerife, y que Pedro de Alarcon le dezia [a Soler] que quantos ducados queria por el presente que le abia de dar Juan Acles, su amigo, y que este testigo oyo decir al Licenciado Ruiz de la Casa tratando sobre ello con el licenciado Juan Velez que fué gobernador de Tenerife y Marcos Perdomo Pimentel que el dicho Pedro Soler estaba excomulgado por aber tratado con herejes publieor. ..,

M. C.: Proceso de Soler. Interrogatorio de preguntas para los testigos de descargo.

"Item si saben que el otro dia luego siguiente que el dicho Juan Achin llego al dicho puerto de Santa Cruz después de aver entrado mucha gente en la dicha nao entro en la dicha nao el dicho licenciado Pedro Soler entendiendo que hazia buena obra en inducir al dicho Juan Achin saliese en tierra y como vicario que a la sazon era viese si en algo a Dios Nuestro Señor en la nao se ofendía y de su ida a la dicha nao no se escandalizaron los bien intencionados sino fueron algunos que a Pedro Soler tenian dolo y rencor y el dicho Pedro Soler no recibio libro ni otra cosa del dicho Joan Achin mas antes con un anillo que le habia enviado se lo volvio y si el dicho Licenciado Soler escribió al dicho J oan Achin, fué para rogarle perdonase acierto soldado que con el dicho Joan Achin avia tenido una pendencia con palabras cristianas y esto y no otras cosas contenía la 'dicha carta. .." A. H. N.: Inquisición española en Canarias, leg. 1.824. Declaración prestada. en Gran Canaria el 1 de julio de 1568. (En: A. Rumeu de Armas, 1991, notas al pie de página)

1568 Agosto 23.
Como auxiliares para la defensa de la Ciudad existían las Atalayas, situadas en el Risco de la Concepción (398 metros sobre el nivel del mar) y en la Montaña de Tenagua (577 metros). En sesión del 23 de Agosto de 1568 acordó el Cabildo poner tres centinelas, una en Barlovento en el Rosario, otra en la Montaña de Siete Cejas en Puntallana y otra en la Montaña de Tenagua, velando día y noche y siempre mirando al mar, para en caso de ver navíos pasando de tres velas, uno de los guardas de los dos que habían de estar, pasase a la ciudad a dar parte.

1568 Octubre 8.
En el Archivo de Indias (Patronato Real, leg. 265 (11 y 12) se conservan originales la "Declaración de unos ingleses mandadas tomar por el general de armada don Francisco de Luján en San Juan de Ulúa sobre el combate que dicho general tuvo con el general inglés Juan de Aquines (1568)" y la "Información testifical en Veracruz. Declaraciones prestadas por varios ingleses prisioneros ante el alcalde mayor Luís Zegri entre los dias 4 y 8 de octubre de 1568 ; documentos ambos de extraordinaria importancia para la expedición en general, pero que no aportan sustanciales noticias sobre la estancia del corsario en Canarias.

De todas maneras, son dignas de inserción algunas declaraciones de los prisioneros:
Tomás Benito: "[La escuadra] tomó derrota en demanda. de las yslas Canarias e aporto a la ysla de Tenerlfe y al que surgieron y estubieron tres días aguardando una de sus naves que se les había derrotado; y que luego dicho capitan no consintio que saliese nadie en tierra sino dos o tres mancebos para que comprasen refrescos e que después que vio que su navio que se habia derrotado no venia y se tardaba envio otros dos sus navíos a La Gomera e que alli fizieron agua y carne por sus dineros, les flzieron buena compañia en la dicha ysla e que no hizieron ningun daño ni perjuicio..."

Juan Nolsajen: "La primera tierra que vieron fue Tenerife, en España, e que en el camino no lee acaecio cosaninguna salvo que vieron dos navios, pero que no les fizieron nenguna cosa e que en la dicha. ysla de Tenerife tomaron seys pipas de vino en botijas y el dicho Juan Herqulmes (sic) lo pago en dineros, e allí tomaron agua e que de allí se fueron a La Gomera e alli acabaron de hacer su aguada.¡ sin fazer daño alguno e que estuvieron quatro dias e luego se partieron del dicho puerto de La Gomera..."

Enrique Mores: "Y asi navegaron hasta que descubrieron tierra en Tenerife... e que alli en Tenerife hizieron su aguada y no sabe si se compro algun mantenimiento. ..e de alli fueron los tres navios pequeños a La Gomera. e tomaron mas agua e que no fizieron daño ninguno y que no sabe quanto alli estuvieron..."

Valentln Bez: "Vinieron a Tenerife y de alli a La Gomera a tomar agua y de a11i
se vinieron a Cabo Blanco..."

Micael Sool: "Que tubieron tormenta y tres naos fueron a Tenerife y otras tres a La Gomera, e que este testigo fue en las naos que fueron a La Gomera e que alli no tomaron cosa alguna e que las tres naos que aportaron a Tenerife se vinieron a La Gomera y que se juntaron todas, e de alli fueron a Cabo Blanco..."

Richarte Red: "Dixo que fue Tenerife, puerto de las yslas de Canaria e antes que tocaran el dicho puerto tuvieron tiempo forzoso de manera que los tres navíos aportaron en Tenerife y los tres en La Gomera...ya en La Gomera se juntaron todos y de alli se hicieron a la bela..."

Estas declaraciones de los marineros Ingleses, cautivos después de la desgraciada jornada de San Juan de Ulúa, fueron prestadas ante las autoridades españolas de dicho
puerto, Veracruz y Jalapa en los meses de septiembre y octubre de 1568. (En: A. Rumeu de Armas, 1991, notas a pié de página)










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