1981 marzo 10.
Fallece
en La Orotava Doña Concepción García
Hernández, modista
Ésta es la rosa de los vientos, se detiene, apunta hacía un hemisferio
cuya fortuna ignoramos. ¿Sabemos acaso discernir donde se halla la fortuna? El
soplo del destino, apenas una débil ráfaga de viento, puede conducirnos o
apártanos de ella. Mucho han meditados los filósofos sobre estas otoñales
cuestiones mientras silba el viento en la chimenea y el pero dormita a los pies
de su amo.
Nada. El destino, ese personaje desconocido para todos los villeros de
hoy quizás del ayer no lejano, llama a la puerta en los alegres días de la
primavera, que es el tiempo para la sonrisa y la danza. Y el otoño, este otoño
del filosofo, sólo sirve para la melancolía y el recordar, precisamente fue el
empresario orotavense óptico Antonio Santos Cruz, convecino de mi infancia de
la calle El Calvario, me dijo, Bruno, no olvide que el taller de la
inolvidable modista Doña Concha fue una gran institución en la Villa.
Efectivamente Antonio, ese taller lo viví desde mi infancia, mi prima
María del Carmen Ordóñez casó con su hijo José Manuel, incluso trabajó en su
taller. Evidentemente he tenido que utilizar la mediación oral de mi prima para
poder hacer este gran homenaje a esta señora que fue una verdadera Institución
en la Villa de la Orotava.
Doña Concepción García Hernández, conocida por doña Concha La Modista , nació en la
ciudad del Puerto de la Cruz ,
en el año 1897 en la calle la
Hoya , su padre Antonio García “Maestro Escuela”,
su madre Eusebia Hernández ama de casa, del matrimonio nacieron
cuatro hijos; Antonio, Concepción, Carmela y Eusebia García Hernández.
Doña Concha aprendió las primeras letras con su propio padre. Cuando era
joven, apareció por el Puerto de la Cruz una revista de fama nacional que
hablaba de la moda, su padre le obligó a que estudiase ese oficio de CORTE Y CONFECCION, tanto fue así que ella no quería, pero su
progenitor le exigía que lo hiciese, tanto fue así que doña Concha decía, que
se podía imaginar que a lo largo de su vida con esta profesión se aseguraba su
porvenir. Con este relato empezó a coser, fue tanta la fama que llegó a
ser una gran modista de CORTE Y CONFECCION de
mujer.
El orotavense Domingo Méndez Dorta, hermano de don Tomás Méndez Dorta
propietario y gerente del recordado hotel Victoria, bajó al Puerto y se
enamoró de ella, casándose en la iglesia de la Peña Francia en el
año 1926. Se vinieron a vivir a La
Orotava a la calle de Juan Padrón en la mansión que
estaba colindante al tristemente desaparecido y polémico Teatro Cine Atlante,
en ellas nacieron sus cuatros hijos; José Manuel, Emma Victoria, María Lourdes
y Eulogio Domingo Méndez García.
En ese hogar de Juan Padrón montó un excelente taller de CORTE Y CONFECCION, un taller característico de escuela
femenina para aprender el oficio, por él pasaron muchísimas orotavenses entre
otras; las hermanas Juana y Pino Hernández, conocida por las Canarias o las
Bello; Lourdes García; Elvira Hernández Méndez; Anita Guardia; hermanas Rosalba
y Luisa Díaz Linares; hermanas Mariana y Ana Hernández “Carrasco”; Lola
Escobar; Margarita esposa de don Vicente Hernández funcionario de la FAST.
Al principio de la década de los años cincuenta traslada su taller
definitivamente a la plaza La
Paz conocida por la plaza del Calvario, actualmente por la
plaza de la Fuente ,
sus operarias se renuevan por completo en este talle aparecen entre otras
orotavenses; Higinia, Carmilla, Lola I, Julita, Corina, Lola II, Luisa,
Carmita, Loló, Melisa, Mari Carmen, Remedio y otras…….
Su clientela es de la familia de clase alta de la Villa , la denominada
aristocrática, siendo las más asiduas; doña Candelaria Benítez de Lugo, doña
Ángela Cúllen, doña Eladia Ascanio, Doña Dolores Salazar, doña
Cartuja Ascanio. También aparecen clientes de la clase media; doña Mercedes
Álvarez, doña María Cruz; hermanas María y Carmen González; hermanas María
Luisa y Leonor de la Peña entre
otras. Otra inmensa clientela procedía de la Cruz Santa , Los
Realejos, Puerto de la Cruz y La Laguna.
La misión de su taller, tenía una organización que empezaba con el
probar y el corte de las telas exclusivamente por su parte, dirigiendo a todas
sus operarias el trabajo a cometer, en un salón de trabajo que contenía dos
maquinas de coser y un enorme armario que lo utilizaba como almacén de las
telas. Pero tenía la particularidad que el remate y los acabados de los
trabajos lo hacía ella, ayudándole en el planchar de los mismos su hermana
Eusebia, que se había venido a vivir con ella a la Orotava cuando
nacieron sus hijos, casándose con el recordado villero entonces viudo don
Emiliano Illada Quintero funcionario muchos años de la notaria, yéndose a vivir
al domicilio de su esposo en la calle El Márquez o calle de la Canal de la Villa Arriba. A
Eusebia la recuerdo de mi infancia, una mujer elegante, pintaba sus labios de
rojo vivo, iba a casa de mi madre en la calle Calvario con su sobrino Eulogio,
para que le probase los trajes. Puedo decir aquí que si doña Concha fue una
gran institución de la moda femenina mi mamá María lo fue de la moda masculina,
lo tengo claro, y me lo confirmas muchísimos orotavenses de la época.
La perfección de doña Concha era el abrigo, el traje de novia y la
chaqueta con sus mangas exóticas.
Doña Concha era una persona amable, bondadosa, vivías para sus hijos,
persona con cultura, amante de la lectura, se puede decir que ninguno de sus
clientes tuvo quejas algunas. Como dato anecdótico, podemos destacar que el
doctor don Buenaventura Machado Melián era el único caballero que ella permitía
presenciar el probatorio de su esposa, debido a su amistad, a su confianza y
supongo a su característica de doctor. Entre otras anécdotas, podemos citar las
que se producía por comportamiento algo extraño de algunos de sus clientes, no
por sus trabajos y su arte de modista, sino por negarse a hacerle el trabajo,
simplemente por estar sobrecargada del mismo, lo cierto que prefería decirle
no, antes que engañar. Su taller era un ilustración, tal como hemos dicho, una
escuela sus alumnos eran su propias operarias, una ilustración de arte, de
cultura, pues todos los domingo por las tardes solía formar tertulias con sus
amigas en el salón de su propio hogar. Entre los figurines originario de la
moda estaba; el Voge y el Constace. En antaño era costumbres en los pueblos de
estrenar los trajes en el preludio las fiestas populares, en la Orotava doña Concha
aprovechaba para hacer lo que hoy se denomina el escaparate o el marketing de
la moda o la novedad de la misma, el jueves de octava de Las Alfombra sus hijas
Emma Victoria y María Lourdes estrenaban unos vestuarios totalmente distintos a
los confeccionado por su madre a lo largo de la temporada, con unas técnicas
que doña Concha remataba por las noches en exclusiva, nunca quiso que
nadie ni las mismas operarias viesen estas faenas, esto se convertía en una
novedad, en una fantasía, al salir sus hijas por es históricas calle El
Calvario hacía arriba, hacia la plaza de la Constitución o la Alameda del Kiosco
de la Música ,
todo el vecindario de la calle presenciaban ese paseo por la novedad de sus
trajes y de su belleza.
Tras la muerte de su marido acaecida el 12 de octubre de 1963
a los 64 años de edad, cerró su gran taller de cara al publico en general,
ya por esa década la moda hacia su presencia en los escaparates de las tiendas,
la edad y los años hacen huellas en la vitalidad y en la profesión. Doña Concha
que tanto hacía y quería a sus hijos y a sus nietos pasó el final de su vida en
un piso de reciente construcción en la avenida Sor Soledad Cobián, murió el 10
de marzo de 1981 a la edad de 84 años.
Don Concha acumuló un gran y bien hecho trabajo en el mundo de la moda,
conoció muchos secretos en su profesión. En el ocaso de su vida, perdidas las
gracias y los encantos de antaño, se retiró a un piso de la era moderna, del
inicio de la construcción, lugar que según decía le recordaba a muchos, sus
familia, sus clientes, sus operarias. Casi siempre, misteriosas ocasiones han
velado las noticias que tenemos sobre la vida de doña Concha. Su nombre como
una rosa desvanecida o como un perfume evaporado, se ha perdido tristemente por
esta noble villa luminosos de la dulce Orotava.
(Bruno Juan Álvarez Abreu)
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