LOS
HERMANOS SILVA
UNOS
COLONOS PIRATAS AFINCADOS EN CHINECH (TENERIFE)
Eduardo Pedro García Rodríguez*
Entre los usos y costumbres aportados por los
colonizadores europeos en canarias, no podía faltar el ejercicio de una actividad
tan lucrativa como la de la piratería, el corso, y el tráfico de esclavos.
Generalmente, estas actividades quienes las
practicaban acostumbraban enmascararlas bajo el eufemismo de mercaderes,
descubridores e incluso, de conquistadores. Estas actividades depredadoras
están documentadas en las islas desde tiempos anteriores a la conquista,
manteniéndose prácticamente sin interrupción hasta finales del siglo XIX.
Fueron varios los piratas y corsarios canarios cuyo
conocimiento ha llegado hasta nosotros, suponemos que son muchos más los que
ejercieron estas actividades, y que las generaciones posteriores se encargaron
de silenciar, especialmente cuando era ejercida por portadores de apellidos que
con el transcurso del tiempo, y disfrutando de desahogadas posiciones
económicas, en muchos casos, procedentes de las rapiñas de sus antecesores,
aspiraban a presumir de ascendencia noble o hidalga
Concretamente en canarias, en algunos casos
concurrieron en determinados individuos ambas circunstancias. Nobles segundones
que desde primeros tiempos de la conquista se dedicaron a la piratería y al
tráfico y venta de seres humanos. Un caso notorio fue el protagonizado por los
hermanos Silva, hijos de un colono poblador de Tenerife, el portugués Gonzalo
Yánez (Gonzalianez), rico hacendado en
Daute. Éstos no necesitaron ser nobles ni hijosdalgos para aceptar la oferta
que se les hizo por parte de Ordaz para ir a “rescatar” indios americanos, oro
y lo que se terciase en la aventura.
El de octubre de
1530 salía de San Lucar de Barrameda rumbo a las Indias una flotilla, el 30 del
mismo mes echaban anclas en la rada de Santa Cruz, la escuadrilla estaba
compuesta de una nao y tres carabelas. Al mando de esta armadilla venía el
aventurero con título de Adelantado Diego de Ordás (u Ordaz), quien había sido
precedido en la arribada por su apoderado Alonso de Herrera, maese de campo;
quien tenía la comisión de reclutar soldados en la isla, pues quinientos
hombres que formaban las tropas de la expedición eran insuficientes para las
conquistas que tenía concertadas el Adelantado según las capitulaciones que
portaba, para la conquista y poblamiento desde el Marañón (Amazonas) hasta
Maracapana.
Diego de Ordás natural de Castroverde de Campos
(Zamora, España) nació sobre 1480 y falleció en 1532, hombre de dilatada
experiencia en las conquistas y saqueos de las Indias, ya que con anterioridad
a la obtención de su adelantamiento había participado en las expediciones de
Alonso de Ojeda en su viaje a Cartagena de Indias (1509), a quien ayudó a
degollar varios cientos de nativos en venganza por la muerte del piloto y
cartógrafo Juan de la Cosa.
Con Diego Velásquez de Cuellar en Cuba (1519), al que
abandonó para unirse a Hernán Cortés en la conquista de México (15), al
ofrecerle éste una mayor participación en despojos que se pudieran obtener en
la masacre proyectada contra el pueblo azteca.
Precisamente, los despojos que le correspondieron al
capitán Ordás en el genocidio de México, le sirvieron para financiar la
expedición que estas fechas emprendía al Marañón.
Cuando la flotilla de Ordás recaló en la rada de Santa
Cruz, vivían en la plaza tres hermanos Silva, jóvenes colonos de origen
portugués y de razonable posición y mediano pasar económico. Alonso de Herrera
no tardó en contactar con Silva
Con verbo fácil, Herrera les pintó la fortuna que les
esperaba en territorios por descubrir y conquistar y saquear, les garantizó que si su aportación a la
empresa era importante tendrían en ella poco menos mando que el mismo
adelantado. Los hermanos no debieron necesitar mucha argumentación para tomar
una decisión por que, inducidos por sus espíritus inquietos y aventureros, y
ante la oferta de ganancias fáciles y posibilidades de poder que les planteó
Herrera, decidieron incorporarse a la
expedición de conquistas y expolio.
Ordás partió del puerto de Santa Cruz el 13 de
diciembre de 1530, habiendo acordado previamente con los hermanos Silva que éstos
les alcanzaría en la costa de Paria-por la cual pensaban iniciar la entrada-una
vez que tuviesen en disposición de hacerlo. Los Silva entusiasmados con el
proyecto vendieron sus propiedades, comprometiendo además a parientes y amigos
para que hiciesen lo mismo y les acompañasen en la aventura. En total
levantaron doscientos hombres entre marineros y gentes de armas más algunas
mujeres de vida poco honesta. El mando lo asumió el hermano mayor Gaspar de
Silva, a quien secundaban los otros dos hermanos Juan y Bartolomé González. Con
el producto de la venta de sus vienes compraron una vieja nao y una carabela y
las pertrecharon, como pudieron con armas, municiones y provisiones ya que el
presupuesto era bastante exiguo.
Los Silvas estaban atareados con estos preparativos,
cuando arribó a la bahía de Santa Cruz un galeón de gran porte. Propiedad de un
comerciante portugués que venía cargado con diferentes mercancías para vender
en la isla.
Con el mercader viajaba una doncella de poca edad,
posiblemente su hija o sobrina, llamada Isabel. El mayor de Silvas, Gaspar, se
enamoró a primera vista de la excelente estampa y recia apariencia del galeón.
Gaspar comenzó a frecuentar las tabernas del puerto hasta que como por
casualidad, trabó amistad con el piloto del galeón quien no estaba en buenas
relaciones con el propietario y armador, mantuvieron largas conversaciones
sobre el inminente viaje a Indias, quejándose Silva del mal estado de la nao
que había comprado y ponderando las buenas condiciones marineras del galeón,
poco a poco fue fijando en la mente del patrón-piloto sus ocultas intenciones,
hasta que éste terminó por proponer a Gaspar de Silva que se apropiase del
galeón pues ¿acaso no era en servicio del rey la conquista que se disponía a
emprender? No necesitó más argumentos el
joven Gaspar, además no había en Santa Cruz una fuerza capaz de oponerse a sus
doscientos hombres en armas.
Fue a ver al dueño del galeón y le expresó sus deseos
de quedarse con el mismo, el atónito portugués protestó enérgicamente ante la
osadía de Silva pero poco más pudo hacer ante doscientos hombres armados
que acompañaban al pirata. Ya metido en
faena, el pirata decidió que las mercancías que transportaba la nave también
las necesitaba, y para redondear el negocio, decidió llevarse la doncella, así
que sólo permitió desembarcar al anterior dueño del navío y a los marineros que
decidieron seguirle.
Varios de los marineros con el maestre a la cabeza
optaron por unirse al ladrón y seguirle en su aventura. Silva para no dejar
varados en seco al armador y marineros despojados, a cambio de la presa les dio
la desvencijada nao que ya no necesitaba; sí bien previamente hizo trasbordar
al galeón y a la carabela todos los pertrechos que habían adquirido para el
viaje.
Gaspar de Silva, cuyo verdadero nombre era Gaspar
González de Silva, había nacido en Portugal sobre 1498, era el primogénito de
Gonzalo Yánez (Gonzalianez), uno de más ricos colonos hacendados de Chinet
(Tenerife) a raíz de la invasión y conquista de la isla, fue generosamente
datado por el Adelantado de Canarias Alonso Fernández de Lugo, llegando a ser
el hombre de confianza de éste en la zona de Daute.
Con anterioridad al alistamiento en la expedición de
Ordás, Gaspar ya había practicado la piratería en unión de sus hermanos. En
1527 hizo una expedición de rescate (captura de esclavos) a Berbería; sus
hermanos ya habían hecho otra en 15, y en 1525 robaron la carga de un navío
portugués en Cabo Verde.
La suerte sonreía a los piratas con lo que, Gaspar de
Silva veía la conquista del mundo mucho más fácil de cómo se la habían pintado.
Colocó a Juan y Bartolomé al frente del galeón reservándose para sí la carabela
en la que embarcó con la doncella Isabel. Únicamente les faltaba completar la
provisión de alimentos, y para hacerlo de la manera más económica posible
pusieron rumbo a las islas de Cavo Verde, escala habitual por aquella época de
las travesías atlánticas. Durante el viaje, Gaspar para no permanecer ocioso
aprovechó el tiempo violando a la portuguesa Isabel.
Llegaron al archipiélago y desembarcaron en algunas de
sus islas, con la experiencia obtenida en la adquisición del galeón y sus
mercancías, ahora se les hacía pesado el tener que desembolsar dinero por la
carne y demás provisiones que querían embarcar. Así que decidieron armar a los
hombres y saquear las haciendas de sus compatriotas portugueses, lo que
llevaron a efecto faenando reses, cabras y cerdos para hacer tasajos y
llevándose de paso todo lo que encontraron de algún valor. Así debidamente
pertrechados, arrumbaron a las Indias Occidentales. El galeón resulto ser un
excelente velero y pronto dejó atras a la carabela, Gaspar, que en el viaje iba
disfrutando de la joven portuguesa, tampoco ponía mucho interés en alcanzar a
sus hermanos. Juan y Bartolomé, quienes avistaron la Trinidad, entraron por la
boca del Drago al golfo de Paria y buscaron la fortaleza donde estaba ubicada
la base de los conquistadores en la recién fundada San Miguel de Paria (1531).
Allí estaba Ordás y sus hombres construyendo los bergantines con que remontar
el río Orinoco. El Adelantado, que ya pasaba de cincuenta años de edad, quedó
gratamente sorprendido por la maña que se habían dado aquellos jóvenes de
Canarias para habilitarse, no sólo traían un extraordinario galeón sino que
además portaban armas, comida y ropas de sobra, por consiguiente les recibió
con júbilo y les dio permiso para vender a sus hombres, mucho peor provistos,
todo lo que les sobrase. Durante dos o tres días el campamento estuvo de fiesta.
Sin embargo no todos los integrantes de la compañía de Gaspar Silva aprobaban
los métodos empleados por el pirata, entre ellos habían dos que se mostraron
especialmente críticos, Juan de Briones, vecino de la Orotava , quien era
encargado por el Cabildo de la isla para el peso de la harina en Tenerife. Se
alistó en la leva de Silva y fue integrado en la compañía de Hernán Sánchez
Morillo (posteriormente se estableció como mercader en la ciudad de Santo
Domingo), y el mencionado Hernán Sánchez Morillo, que era natural de Borguil.
Había sido regidor alcaide de hijosdalgo
de Burguil, estaba casado con Catalina Luis, pasó a Tenerife, donde hizo vida
maridable con María Rodríguez de quien tuvo varios hijos. Se alistó en la
compañía de Silva y después de su aventura en Indias regresó a España. Su hijo
Juan le puso pleito matrimonial, a instancias de su madre ante Gaspar
Justiniano el 14 de abril de 1559. Aparece como morador en Cádiz en 1565 y de
nuevo en Tenerife en 1568. Ambos informaron a Ordás de las tropelías cometidas
por los hermanos Silva. El Adelantado, que por esa fecha ya era caballero de
Santiago por merced del Emperador, creyó oportuno montar en cólera, quizás más
porque veía en Silva a unos posibles competidores en la empresa que por un afán
de justicia, y argumentando que le parecía especialmente atroz la violación de
la doncella portuguesa. Convocó a Gil González de Ávila, Alcalde mayor del
ejército, le ordenó proceder en justicia contra delincuentes. El alcalde
interrogó a marineros y soldados del galeón, y éstos corroboraron la denuncia
de Briones y Morillo.
Se procedió a la instrucción de la causa por vía
sumarísima, y a pesar de que Ordás no
tenía jurisdicción en los lugares donde fueron cometidos los delitos, Juan y
Bartolomé González de Silva y el maestre portugués fueron condenados a muerte y
ejecutados de inmediato sobre la misma cubierta del galeón robado, y para que
sirviera de mayor ejemplo: Juan y Bartolomé mediante degüello por suponérseles
hidalgos; el maestre fue colgado de una entena como villano. Otros cuantos de
sus hombres, aquellos que se habían mostrado más activos en la comisión de las
fechorías, fueron condenados a sendas tandas de “cola de gato”. Hecha la
justicia Ordás vio sus efectivos
aumentados en casi doscientos hombres más un espléndido navío, y todo ello sin
haber desembolsado un maravedis por su parte. Finalizada la construcción de los
bergantines, el Adelantado partió a su conquista con el grueso de las fuerzas
dejando al capitán Yánez Tafur, a quien había nombrado Gobernador el 22 de
junio, con una pequeña tropa al cargo del fuerte de San Miguel de Paria. Martín
Yánez Tafur, es plausible que fuese hijo del conquistador canario Juan de
Cartaya, quien obtuvo datas de repartimientos, entre ellas unas tierras en
Tarfoya o Tafur, en Tahoro, el 15 de enero de 1501. Embarcó en la armada de
Ordás ya que por alguna razón no quiso hacerlo con los Silva, fue fundador de
Tocaima, donde falleció después de 1566 dejando numerosa descendencia.
A pocos días arribó
la carabela, Gaspar de Silva no se molestó en saltar a tierra, donde
probablemente alguien le hubiera informado de la suerte corrida por sus
hermanos. Tafur se limito a informarle de que Ordás ya andaba por las bocas del
Orinoco y Silva partió en su seguimiento. Alcanzó la flotilla unas leguas
adentro de la boca de Barina o de navíos y saludó disparando salvas con todas
las piezas de la carabela para mostrar su alegría. Hizo arriar el esquife y fue
inmediatamente a ponerse a las órdenes del Adelantado.
Apenas puesto los píes en la cubierta de la nao
capitana, Ordás mandó prenderle. La causa estaba sentenciada. Además de delitos
comunes a sus hermanos Gaspar tenía el de la violación de la joven portuguesa.
Sin embargo las ejecuciones anteriores no habían sentado bien entre la tropa,
la que estaba agradecida a Silva por la provisiones baratas que les habían
vendido, razón por la cual Ordás no encontró a nadie dispuesto a degollar al
mayor de hermanos. Entonces se ofreció a oficiar como verdugo -quizás motivado
por alguna dádiva o por justo
resentimiento- un esclavo natural de la Gomera propiedad del propio Gaspar; quien llevaba
quince años a su servicio. El día de San Juan de junio el gomero degolló a su
amo sobre la cubierta del galeón. La muerte de Silva fue sentida especialmente
por algunas mujeres que le acompañaban desde Tenerife; una de ellas conocida
como Costanza de León, extremó sus muestras de dolor hasta el punto de
arrancarse cabel, lo cual hizo sospechar a la tropa que era su amante. despojos
del capitán pirata fueron bajados a enterrar a una isleta en el río Huyapari
que los indios llamaban Perataure y que a partir de este hecho los españoles
llamaron Silva la Grande,
también conocida como la isla de Gaspar de Silva.
Con la ejecución de Gaspar, Ordás aumentó sus fuerzas
con una carabela más, además ordenó secuestrar el dinero de la venta de las
mercancías y de la venta del galeón -comprado a cuenta de la jornada- y
depositarlo a cargo del contador del ejército para devolverlo cuando hubiera
lugar a su legitimo dueño, lo que no pasaba de ser una mera formalidad para
darle viso de legitimidad a la apropiación de la nave.
Ordás fue el primer europeo en remontar el río Orinoco
llegando hasta la confluencia con el río Meta. En la expedición se perdió casi
toda la tropa, bien en manos de indios o extraviada con todo el bagaje tras
internarse en el río enfebrecida con la ilusión de hallar oro. Uno de primeros
en caer fue el esclavo gomero que ejecutó a Gaspar, amaneció ahogado en el río
probablemente a manos de algunos de seguidores del capitán pirata, haciendo
circular entre la tropa la leyenda de que el esclavo se había arrojado al agua
presa de remordimientos por haber matado a su amo.
Entre los escasos sobrevivientes de la desgraciada
expedición estuvo la portuguesa Isabel. Vuelta a la costa, se casó con un
castellano en Río del Hacha y falleció de muerte natural muchos años después,
dejando larga descendencia de hijos y nietos en la tierra ya poblada.
Diego de Ordás durante la travesía de regreso a España
en 1532, murió posiblemente envenenado, su cadáver fue arrojado al mar.
La carrera, como piratas, de los hermanos Silva fue
corta, tuvieron la desgracia de topar con otro pirata más viejo y con mucha más
experiencia que el. Y además tuvieron la desgracia añadida de que tal pirata,
era español.
*Asociación
Sociocultural Kebehi Benchomo
eduardobenchomo@gmail.com
Fuentes consultadas:
Alejandro Ciuranescu
“Diccionario
Biográfico de Canarios-Americanos”
Gerardo González de Vega
“Mar Brava”
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