viernes, 2 de agosto de 2013

CAPITULO XIV-V



EFEMÉRIDES DE  LA NACIÓN CANARIA


UNA HISTORIA RESUMIDA DE CANARIAS

ÉPOCA COLONIAL: SIGLO XVII


DECADA 1581-1590


CAPITULO XIV-V




Guayre Adarguma Anez’ Ram n Yghasen


1594. Nace el criollo Bartolomé Báez, vecino de Icod, en Chinech. Por el año de 1620 hizo cuatro viajes a Indias y uno a Flandes, con mercancías pagadas por su padre. Todo lo perdió, hasta 5000 ducados, por culpa de los piratas y de las tormentas. Acusado criminalmente por una vecina de Icod, Magdalena de la Cruz, fue procesado y encarcelado, por orden de la Audiencia de Winiwuada (Las Palmas) pero su padre pagó la multa y los gastos del proceso. Tuvo que salir de Canarias; pero antes de abandonar la isla dejó una escritura de reconocimiento de sus deudas, en 1621. (ante J. Sa de Gordejuela). Más tarde volvió a Icod; en 1650 estaba en su casa; era capitán y aspira a ser familiar del “Santo Oficio”, con cuyo fin hizo información en aquel mismo año.

Sólo tiene esta isla Benahuare (La Palma), en la costa, tres pequeños castillos que guardan la marina. El uno está en la parte que mira hacia El Hierro. Tiene forma de torre hexagonal, con una planta alta descubierta, capaz para tres piezas de artillería que defienden el puerto. El segundo, entre éste y el puerto, llamado de Santa Catalina, con quince piezas, entre cañones y culebrinas, alcanza por un lado hasta el muelle y por el otro lado poco más allá del tercer castillo. Este último es el más pequeño, situado algo fuera de la ciudad, más allá del barranco, posee dos sacres, con cuyo tiro domina apenas el último desembarcadero, que se haya por aquella parte.

1594.  El colono de la secta católica de los dominicos Fray Alonso de Espinosa, por 1.591 ya tenía compuesta su obra "Del origen y milagros de N. S. de Candelaria", la cual fue publicada en Sevilla, en 1.594.
1594. Nace en Tazacorte, Benahuare (La Palma), el criollo Francisco Díaz Pimienta. Fue hijo de un marino del mismo nombre. Ingresa en la Marina de las españas en la ciudad de Sevilla,  siendo su primer destino Flandes, donde alcanza la graduación de alférez, pero su mayor gloria la consigue en América, donde en 1625 se le encarga la construcción de dos galeones en La Habana; en 1628 se le nombra superintendente de las fábricas de bajeles de las islas de Barlovento, pues en el arte de la construcción naval fue un innovador, especialmente en la traza de las naos. Se le confía perseguir a los filibusteros que asolaban  las colonias de América, lo que le vale junto con otros actos el nombramiento de Almirante y Capitán General de la Real Armada de la Mar Océano. En 1641 conquista la isla de Santa Catalina o de La Providencia, con lo cual ganó la fama, al echar de ella a los ingleses. En premio por esta hazaña se le hizo merced del hábito de Santiago. En 1651 fue nombrado alcalde de Portugalete, y posteriormente participó en distintos hechos de armas en Italia y Cataluña (España), donde un tiro de arcabuz puso fin a su vida en 1652.
1594. Los ingleses no visitaron las islas aquel año, ni se hicieron notar en exceso por Indias. Aprovechando el respiro, en 1594, Felipe II intentó la segunda conquista de Inglaterra. Escaso de gente capaz de navegar, llamó a los canarios, quedando en las islas 250 varones adultos, por toda defensa.
1594. Doña Mariana le dio un niño a don Agustín de Herrera llenándolo de gozo, que años mas tarde se convertiría en dolor al morir Constanza en la Casa Palacio de Titoreygatra (Lanzarote) dejando 3 hijos: don Alonso de Saavedra y Doña Isabel de Mendoza. Esto causo el fin de Gonzalo Argote que murió pobremente después de haber perdido las opciones de herencia en la colonia e incluso el juicio. Poco después fue enterrado en el Hospital de San Martín de la Ciudad de Winiwuada n Tamaránt (Las Palmas de Gran Canaria). La isla de Santa Clara o Montaña Clara pasa a ser de Juan de León Monguia, hermano de doña Bernardina de Cabrera, y su Mayordomo. Después la mujer de Juan de Después, Ana Viciosa, vendió la isla a Marcial Martin. La isla de Alegranza a Diego de Cabrera Leme, Gobernador Agustín de Herrera, este la vendió a Luís de Hemerando y su sucesora doña Geronyma de Hemerando la vendió en 1613 a Don Andrés Lorenzo Arias de Saavedra, impuesto señor de Erbania (Fuerteventura) por
1594. El golpe que contribuiría a demoler el ya  escaso prestigio del virrey y capitán general  en la colonia de Canarias Luís de la Cueva y Benavides sería la invasión de Xaban Arraez a Erbania (Fuerteventura) en 1593, pues los 240 soldados españoles que  Luís envió en socorro de la isla fueron puestos en fuga por apenas 40 mazigios. El que ni siquiera fuera capaz de cumplir con su cometido de defender las islas fue definitivo y en 1594 embarcó para la metrópoli por orden real. Tras su nefasta estancia, las islas volvieron a su anterior sistema de gobierno, aunque por poco tiempo.

En efecto, los mismos motivos que en la ocasión anterior movieron a la Corona a enviar en 1625 a un visitador y reformador militar, con total autoridad en este campo. El personaje, O. Francisco González de Andía e Irarrazábal, llegó a Las Palmas al año siguiente y tras una corta estancia, donde estudió la situación e introdujo algunas re formas, partió para la península. En su propia carne constataría los riesgos en que vivían las islas, pues a poco de salir fue capturado por un pirata .turco y llevado a Argel. A su vuelta presentó a Felipe III un informe abogando por la centralización en una sola persona de los poderes militares, judiciales, políticos y económicos. A pesar de las protestas locales, el monarca aceptó sus conclusiones, yen 1629 nombró a  Juan de Ribera Zambrana capitán general dotado de todas estas facultades. (Luís Alberto Anaya Hernádez y Francisco Fajardo Spinola; 1991)

1594 Enero.
Se abre proceso por parte de la Inquisición española a Jacobo Marcen, natural de Flesinga, que a bordo del navío El pájaro que sube se presentó en Tenerife en enero de 1594, después de haber visitado la isla en otras ocasiones con los pasaportes falsificados. Estos se conservan en su proceso, en pergamino, con todos sus sellos y demás requisitos anejos, siendo una obra maestra de falsificación. El buque venía consignado al mercader flamenco Pascual Leardin, avecindado en Tenerife, y cuando Marcen fué trasladado a Las Palmas e interrogado por el inquisidor don Claudio de la Cueva,  acabó por confesar su condición de luterano y la falsedad de todos sus documentos.

Estas detenciones, que tardarían muy poco en ser frenadas por el Tribunal de la Suprema de Madrid, provocaron enojosos litigios con los factores flamencos establecidos en el Archipiélago, que reclamaban las mercancías que los navíos conducían, a ellos consignadas, para evitar su ruina económica. (A.Rumeu de Armas, t.II. 2ª pte. 1991)

1594 Mayo 21.
La Audiencia Real en Canarias volvió a lo que solía, mas el Rey quiso evitar cualquier confusionismo derivado del cambio de régimen y se propuso delimitar bien las funciones del regente, no fuese a ocurrir, como en efecto ocurrió, que éste, creyéndose un capitán general con toga inaugurase su gobierno marcándolo con el mismo signo de despotismo militar.

La Real cédula de 21 de mayo de 1594 fue seguida, el mismo día de una carta no menos importante, por la que Felipe II, volviende a reiterar lo dispuesto en cédulas de. 23 de agosto de 1578 y 27 de enero de 1579, recordaba al regente y oidores la obligación en que estaban de respetar en lo militar la autoridad única e indiscutible de los gobernadores. Dicha carta, de 21 de mayo de 1594, decía así:

“El Rey:
Mi regente y oidores de la Audiencia que residen en las islas de Canaria.

Por otros despachos entendereis como yo me he resuelto, por algunas causas que han parecido convinientes a mi servicio, bien y sosiego de esa isla y las demás, que salga la gente de guerra que hasta agora a estado de presidio en ellas y que las cosas de la guerra vuelvan a su primer estado; e porque siempre que yo mando proveer gobernadores para esas islas hice elección de personas prácticas en la guerra, y esta misma consideración se avia de tener en los que se ovieren de proveer, a parecido acusaros dello a fin de encargaros y mandaros como lo hago que, pues los dichos gobernadores os an de reconocer superioridad En todo, les deys a cada uno dellos para cualquier ocasión de guerra que en su distrito se ofrezca horden general para que durante la tal ocasión pueda el dicho gobernador disponer y hordenar lo que convenga para la defensa y seguridad de las tierras de su distrito y ofensa a los enemigos, dando vosotros asimismo orden a los naturales de las dichas yslas para que obedezcan a los dichos mis gobernadores, sin que sea necesario que ellos ni los dichos naturales os lo pidan ni vosotros la deys de nuevo cada vez que se ofrezca la ocasión, y no embaraceys en las dichas cosas de la guerra, que por ser tan fuera de vuestra profesión no podeis estar tan al cabo de lo que conviene como los que la han ejercitado, con lo cual se excusaran los daños que de lo contrario podrían resultar a mi servicio y seguridad de las dichas yslas, que es a lo que aveys de atender con particular cuydado”.

Todavía un día más tarde el Rey expidió otra Real cédula, de 26 de mayo de 1594, por la que recordaba “a vos el regente y jueces de la nuestra Audiencia” la obligación en que estaban de no impedir que las islas pudiesen enviar sus mensajeros a la corte siguiendo la inmemorial costumbre.

Como se ve, era imposible atar más los cabos sueltos para asegurar el equilibrio entre las distintas autoridades y corporaciones regionales en aquellos momentos de máximo peligro.

Sin embargo, ese equilibrio no existió, pues desde el mismo instante en que don Antonio Arias tomó posesión de su cargo de regente se dispuso a reducir al mínimo las facultades de los gobernadores de Gran Canaria y Tenerife, tanto en materia civil como militar, amenazando con retornar a los tiempos de don Luís de la Cueva, con riesgo evidente para las islas, pues mientras éste era un experto soldado aquél no pasaba de un
inepto hombre de toga.

Los gobernadores Melchor de Morales y Tomás de Cangas hicieron oír sus voces en la corte señalando la gravedad de la situación y el peligro que coman las islas, provoeando así una nueva Real cédula, de 11 de diciembre de 1594, aclaratoria de la carta de 21 de mayo, si es que cabía aclaración dados los términos precisos de la misma: “y porque después se ha entendido-decía la Real cédula de 11 de diciembre-que vosotros pretendeys que, conforme a lo contenido en el dicho capítulo, aveys de dar la horden de lo [que] allí se os dize a los gobernadores de las dichas islas, de lo que han de hazer para la defensa y seguridad de ellas en cualquier invasión o rebato que se ofrezca, y mi intención no fue ésta sino por lo que tocaba al decoro y autoridad de esa Audiencia como dieses de una vez para todo el tiempo que durasen en sus oficios a los dichos mis gobernadores el manejo y gobierno de las cosas de la guerra, para que ellos como prácticos y experimentados en ella dispusiesen y ordenasen y executasen lo que viesen convenir, sin que vosotros os embarasades en cosa. ninguna que a esto tocase ni los dichos gobernadores tuviesen necesidad de acudir a vos para lo que les pareció ser conveniente a la defensa y seguridad de 1o que cada uno tuviese a su cargo, porque teniéndose como se a tenido y siempre se tendrá cuidado de proveer soldados de mucha práctica y experiencia en aquéllos oficios sabrán mejor disponer y ordenar las cosas de la guerra, y vosotros quedareis mas libres y desembarzados para lo que toca a vuestro ministerio, de que ha parecido avisaras y encargaros y mandaras como lo hago que, en conformidad de lo susodicho y no en otra manera, deys la comisión a los dichos gobernadores para que ellos tengan y tomen a su cargo lo que tocase a la, guerra, guarda y defensa de las dichas yslas, sin darles regla ni orden particular de lo que an de hazer, pues esto a de quedar reservado a 1o que les pareciere según lo cual vien convenir y lo que pidieren los casos y ocasiones que se ofrecieren, y de 1o que en cumplimiento de esto hizieredes me avisareis. De Madrid, a once de diziembre de mil quinientos noventa y quatro años. Por mandato del Rey No. Señor. -Andrés de Prada.”

El tiempo dirá si esta orden tuvo un cumplimiento estricto o si fue repetidas veces vulnerada por la Audiencia de Canarias. (A.Rumeu de Armas, t.II. 2ª pte. 1991)

1594 Diciembre 3.
Se nombró por parte de la metrópoli Gobernador colonial de Tamaránt (Gran Canaria) a Alonso de Alvarado natural de Valverde de Medellín (Badajoz), y llegó a Las Palmas el 5 de Abril de 1595 pasando la noche alojado en la fortaleza de La Isleta por gentil invitación de su Alcaide D. Serafín Cayrasco de Figueroa. Como entre sus atribuciones estaba la de designar teniente letrado, escogió para ello al Licenciado Antonio Pamochamoso, natural asimismo de Valverde, que ya había desempeñado los de Alcalde Mayor de Alhama, Teniente de Corregidor de Alcalá Real y Alcalde Mayor de Medellín; el título de Alcalde Mayor y Teniente de Gobernador le fue despachado en Mérida por D. Alonso de Alvarado el 31 de Diciembre de 1594 y remitido al Consejo de la Cámara para su aprobación que fue otorgada en Madrid el 9 de Enero de 1595.

El nuevo Gobernador recibió la vara del saliente y ex-Corregidor Melchor de Morales, lo mismo que su Teniente Gabriel Gómez de Palacios, hizo entrega a Pamochamoso de las insignias de su dignidad.

Procedió este soldado a inspeccionar las fortalezas y castillos, al mismo tiempo que señalaba el domingo de Pentecostés 14 de Mayo, para la concentración en Las Palmas de todas las milicias de la isla a objeto de revistarlas; la visita a las fortalezas le hizo ver que se hallaban deterioradas y faltas de diversas reparaciones, por lo que encargó al Ingeniero Próspero Casola el estudio de ellas.

En la fortaleza de Las Isletas, en cuya plaza de armas había construido el Gobernador Melchor de Morales un alto parapeto contra el parecer de Casola, que se negó a dirigir la obra, se reconstruyó reparándose su plataforma y otros desperfectos. Por orden de Alvarado, se encavalgaron -se montaron en cureñas-los cañones que estaban apeados, y se reparó toda la artillería; asimismo mandó construir un parapeto que resguardase por tierra a la fortaleza, para que no le pudiesen ofender de un padrastro que el dicho castillo tiene por donde se descubre la plaza de armas.

En el Castillo de Santa Ana también se llevaron a cabo obras de reparación, cuya plataforma consta que estaba arruinada sin poderse disparar la artillería, ya que tenía una grieta por donde entraba el agua de mar. En la Torre de San Pedro -hoy San Cristóbal- dispuso el Gobernador la construcción de un parapeto u plataforma y  en San Pedro metió una tinaja grande para agua.

El 14 de Mayo revistó a caballo en compañía de Pamochamoso  y seguido por el Sargento Mayor Jerónimo de Aguilera Valdivia, las tropas siguientes: Cuatro compañías de Infantería de la ciudad al mando de sus Capitanes Antonio Lorenzo, Baltasar de Armas, Juan Martel Peraza de Ayala y Francisco de Cabrejas Toscano; la compañía de la Vega al mando de Francisco de Torres, la de Teror al de Baltasar de Arencibia; la de Arucas al de Clemente Jordán; la de Guía al de Melchor de Aguilar y la de Gáldar que mandaba Francisco de Carvajal; así mismo se hallaban las cuatro compañías de Telde y
Agüímes al mando de su cabo Capitán José Hernández Muñoz y los tres restantes capitanes Andrés de Betancor, Juan Jaraquemada y Juan Tubilleja; la Compañía de Caballería con su Capitán el tercer Alférez Mayor de Gran Canaria Miguel de Múxica Lezcano Ramírez, y la compañía de artillería que mandaba el Capitán Pedro de Serpa auxiliado por los artilleros veteranos cabo Juan Negrete y los artilleros Pedro Bayón y Bartolomé Martín Pavón. Así mismo asistieron a la revista los 40 soldados del presidio con su cabo y ayudante de sargento mayor Alonso de Aguilera Valdivia.

A causa de una información enviada por D. Alonso Pérez de Guzmán el Bueno y Sotomayor, VII duque de Medina Sidonia, Capitán general del Mar Oceano y de la costa del Andaluzía en relación con un posible ataque de Xabán Arráez, no sólo se redo-
blaron las atalayas y vigías, sino que en las distintas caletas se montó guardia permanente por las compañías de milicias; también se tomaron medidas en las fortalezas y se reconstruyeron las trincheras de la caleta de Santa Catalina; en Julio ordenó la Audiencia que el Ingeniero Próspero Casola se trasladase a Fuerteventura para reconocer sus cuevas y refugios, trayendo relación de la grandeza de ellas y de sus calidades y de la forma que se debía tener para ponerlas en defensa; Casola salió de Las Palmas el 4 de Julio de 1595 con rumbo a esta isla lleno de temor a caer en poder de los moros, y después de una breve estancia en la Villa de Santa María de Betancuria, redactó su Parecer sobre la fortificación de Fuerteventura, de la que hemos hablado al tratar de esta isla. (En: José María Pinto y de la Rosa. 1996)





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