Eduardo Pedro García
Rodríguez
1600. Los colonos y criollos establecidos en Canarias cuando no
pueden robarlos comercian con pueblos del continente en territorio situado
entre el sur del río Senegal y Angola, incluyendo en el mismo el archipiélago
de Cabo Verde, que era colonia portuguesa.
El comercio con Cabo Verde
convirtió a Canarias en un puerto importante en el tráfico a gran escala. Así,
navíos procedentes de la
Península Ibérica tomaban las islas como base de sus operaciones.
El elemento sustancial de este
tráfico, eminentemente esclavista aun cuando se conseguían otros artículos como
cueros, ámbar, sebo y sal, era el vino isleño, y debió de ser bastante
importante para llamar la atención del juez castellano de Indias, y por
supuesto de los historiadores de la colonia. El procedimiento más usual en este
trato consistía en la participación individual del cargador, que si la ocasión
era propicia se asociaba a otros compañeros.
La asiduidad de este comercio se
refleja en los datos que poseemos. Entre 1600 y 1625, sólo desde Tamaránt (Gran
Canaria), se registra la salida de 24 navíos, casi uno por año; esto indica la
regularidad del tráfico y la rentabilidad de este comercio que daba salida a
buena parte de los frutos isleños. El beneficio sería aún mayor si tomamos en
cuenta el fraude y el contrabando a que tan aficionados eran los colonos y
criollos y que de forma continuada estuvieron presentes y que tanto preocuparon
a la Casa de la Contratación en la
metrópoli al objeto de evitar que en el tornaviaje desde Cabo Verde los navíos
con origen en los puertos de Chinech (Tenerife) y Tanmaránt (Gran Canaria)
derrotasen a las colonias españolas en América, razón por la cual se obligaba a
los maestres a efectuar una fianza en el momento de efectuar el registro.
El mercado de Cabo Verde ofrecía
un centro exportador de esclavos pero conllevaba un sistema impositivo muy
pesado del cual los colonos y criollos canarios escaparon mientras pudieron.
Por ello el colono en canaria prefirió la vía del rescate directo sin
intermediarios en la costa de Guinea. Así, desde muy pronto, los colonos
establecidos en las islas intervendrán en el comercio de esclavos con Guinea
para llevarlos directamente a las colonias españolas en la Antillas, tal como luego
harían los ingleses, especialmente John Hawkins, recurriendo para ello, en
ocasiones, a los pilotos portugueses.
La intensidad de las expediciones
de asalto de los colonos canarios a Guinea se centra en la segunda mitad del
siglo XVI; en este período de tiempo al menos hasta 1587, partieron de las
islas con destino a Guinea 47 expediciones. No obstante, en fechas anteriores
existió un comercio clandestino entre Guinea y Canarias y la propia Península
Ibérica, no excesivamente conocido, pero que nos sitúa en precedentes claros
con respecto al tráfico esclavista de los españoles en el atlántico. Andalucía
dio la pauta en este sentido en Canarias se siguió como norma, aunque la
intervención real castellana intentó limitar y cortar este tráfico que ere
monopolio de Portugal, pero fue difícil. (Manuel Lobo Cabrera-Elisa Torres
Santana; 1991)
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