1595.
Los meses iniciales de este año
estuvieron señalados por el número creciente de navíos corsarios que en todas
direcciones surcaban por entre las aguas del Océano, siguiendo los, contornos
de las mal llamadas, en este siglo, Islas Afortunadas.
De estos robos y depredaciones
aislados destacan dos por su notoria significación: la captura de un navío
pirata inglés por el capitán de una de las compañías de milicias de Las Palmas,
Antonio Lorenzo, hijo, y émulo ahora, del almirante lusitano Simón Lorenzo, y
los robos y trepe, lías cometidos por Walter Raleigh, el famoso caballero,
capitán y pirata, a su paso por Canarias, camino de la Guayana, en febrero de
1595.
El primero tuvo por escenario el
Puerto de la Luz,
en Gran Canaria, y es conocido, con muy escasos pormenores, a través de la
descripción del historiador Viera y Clavijo. “Un bajel de guerra enemigo-dice
el ilustre polígrafo-sorprende el Puerto de la Luz en el mismo año de 1595, y saca otro navío
que estaba allí cargado para la América. Sábelo Antonio Lorenzo; toma otra
embarcación que había lista; sigue al enemigo; acométele; ríndele
valerosamente, y quitándole la presa, la vuelve al puerto con merecido
aplauso.” (A.Rumeu de Armas, t.II. 2ª pte. 1991)
No hay comentarios:
Publicar un comentario