Casualmente continuamos cargados de esos falsos patriotas. Los actos cívicos continuan siendo una fanfarria de mitos sobre una tierra que jamás hemos tenido, un país colonizado , hoy convertido en la tierra de la represión, del miedo, del olvido, de la opresión, del consumismo, de la aberración y del lucro del yo por encima del nosotros.
¿Quienes estarían dispuestos a defender la Patria?
¿Quienes y cuantos están defendiendo ahora, en este momento? quienes están
dispuestos a borrarle una estúpida sonrisa a un payaso infeliz, o a patearle el
culo a un gobierno corrupto que se engorda a nuestra costa. Algunos ni se
atreverían a cuestionarse como nos explotan y sangran a nuestra Patria como
sanguijuelas. Otros se jactan a vista y paciencia en seguir embotellando la
vida, mientras pronto esperan hacer lo mismo con el aire. Resulta que vender a
nuestra patria es tan fácil . Como tan fácil es decir que hay vagos y
revoltosos gritando y exigiendo un mejor futuro o ir al centro comercial a
llenarse las barrigas, las arterias y el ego, pero cuántos de ellos se toman el
tiempo para acampar bajo el sol y la lluvia, bajo la represión policial, con
las ampollas en los pies o con el dolor del sufrimiento humano.
Cantar un himno no es patria, no es patria levantarse a saludar la bandera como en los mejores tiempos del fascismo genocida. El ser patriota se lleva dentro del corazón marcado a fuego, en la defensa de nuestros recursos, de la tierra, de nuestros campesinos y obreros humillados, en la ira de los explotados y aplastados por los imperios, en mantener nuestra cultura pero también en la sonrisa esperanzadora de nuestros hijos, hombres, mujeres y ancianos. Somos patriotas cuando somos capaces de entregar nuestras vidas, sin explotar a nadie, sin pedirle nada a nadie, sin exigir nada a nadie.
Publicado
por Maria Gómez Díaz. Julio de 2015.
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