martes, 14 de julio de 2015

JUEGOS BEÑESMARES FESTIVAL: MÚSICA. BAILES. CANTOS (1):

JUAN BETHENCOURT ALFONSO
Socio correspondiente de la Academia de Historia (1912)

Historia del
PUEBLO GUANCHE

Tomo II-X
Etnografía
.y
Organización socio-política
Edición anotada por MANUEL A. FARIÑA GONZÁLEZ
FRANCISCO LEMUS, EDITOR La Laguna, 1994



CAPITULO XVI



Instrumentos músicos: el tambor o tamboril; el tajaraste o pandero; chácaras o castañuelas; el carrascal; la flauta dulce. Danzas cívico-religiosas de las cintas, de los arcos y de las varas. Danzas pírricas y baile de los palos. El tajaraste. El tango. La guaracha. Canto de los segadores. Los divinos.

Instrumentos

Eran sus instrumentos músicos de percusión, de frotación y de aire; (2) todos de sonidos más o menos rudos, sin expresión y monótonos. Figuraban entre ellos:

El tambor o tamboril, que los tenían de diferentes tamaños.

Sus cajas las fabricaban de troncos o ramas gruesas de drago, fáciles de trabajar por el fuego y el raspado; los parches de piel de cabra raída, haciendo de templadores dos aros de madera sostenidos por fuertes trenzas de fibra de malva y de bordones, unas cuantas piedrecillas colocadas en su interior. Los tocaban con un solo palillo.

Otro de sus instrumentos era el tajaraste o pandero, cuyo aro de penca seca de cardón hacían flexible poniéndolas de remojo en agua caliente. Para darles mayor altura que el ancho ordinario que ofrecen las pencas, los armaban con dos o tres de estos aros imbricándolos. Cubrían uno de los lados del vano con el parche, de piel de oveja o cabra, tendiendo por el otro una o más correas bien tensas, en las que engarzaban rodajas de conchas de mar o lapas a guisa de sonajas.

Formaba parte de su instrumental la chácara o crusmata de los antiguos españoles de la Bélica, es decir la castañuela de conchas marinas o lapas. Tañíanla de dos maneras, como aún suele verse entre los muchachos por las festividades de algunos pueblos del Sur: colocando el índice de la mano derecha entre dos valvas opuestas por el vértice de las espiras, sostenidas por el pulgar y medio, para repiquetearlas entre el índice y pulgar de la mano izquierda; o bien, articulándolas con una correa como las castañuelas comunes, haciendo de orejas dos agujeritos practicados en cada valva. También las usaban de madera de acebnche y de sabina.

Era asaz primitivo el carrascal. Consistía en un palo de brezo, haya, etc. de media a una vara de largo, con surcos transversales practicados en toda su extensión, para frotar con otro palo o borde de una tablita.

A la flauta dulce debían sus notas más suaves. Aunque tenían algunas de caña, las más de ellas hacíanlas «de varas nuevas de laurel o no tan nuevas de higuera bicariña», fáciles de horadar con un bujón o espiche, con lengüetas de balo. Aproximadamente como de medio metro de largas, llevaban hacia el extremo inferior un agujero por detrás y tres por delante. No empleaban de ordinario más de cuatro tonos y dos semitonos en dos octavas.

Según Viana también usaban pitos o gaitas de tallo de cebada o de cañutos de caña, así como calabazas con piedrecitas dentro; siendo tradicional que coreaban algunos bailes de efecto agradable.

Bailes

Figuramos entre ellos las danzas cívico-religiosas que si bien bailaban delante del rey, en las grandes solemnidades como constitución del Beñesmer y otros actos civiles, estaban principalmente destinadas a las ceremonias religiosas. Esta circunstancia de formar parte de la liturgia guanche, nos explica porqué perduran en nuestro culto como en las procesiones de la Virgen de Candelaria, del Socorro, de Abona, etc.; así como el origen del extraño respeto que el público guarda a los danzantes se halla en el que tuvo al clero canco, sus antecesores coreográficos.

Según tradición la indumentaria de los cancos bailadores variaba en las diferentes danzas, siendo en una de ellas la siguiente: píleo bajo de piel lanuda y blanca de cordero lazado por debajo de la barba, bandeado con cabos policromos y rematado en borlón de crinejas de distintos colores flotante a la espalda; ahico con flocaduras de colores vivos y güirmas con alamares. Probablemente la actual vestimenta de los danzantes, aunque alterada, es una derivación de la primitiva.

Para la danza de las cintas, ahora como en tiempos guanches, forman la cuadrilla 14 individuos: 12 danzantes; 1 tamborilero, el cual toca a la vez la flauta y con un solo palillo el tamboril, que lleva colgado del dedo meñique (¿o pulgar?) izquierdo, y 1 conductor del palo, que viste al igual de los danzantes eligiendo el de mayor estatura.

palo es una pértiga de 5 metros de larga, que coronaban los indígenas con hermoso ramo de hojas y flores silvestres, de cuya base partían doce cintas de distintos colores de a seis varas, una para cada danzante como en la actualidad. El principal cuidado del conductor es «que el palo no dé vueltas para que no se le trabe la danza».

Divídense los danzantes en dos tandas de a seis, llevando cada tanda una guía delantera y otra postrera, a las que siguen en las entradas y salidas los respectivos grupos al vestir y desnudar al palo. Al compás del tamboril y la flauta marchan bailando dando dos pasos atrás y otros dos adelante, trazando círculos alrededor de la pértiga en sentido inverso cada tanda, una sobre la derecha y la otra sobre la izquierda, pasando alternativamente por dentro y por fuera cada vez que se cruzan. Cuando han vestido el palo, o lo que es igual, cuando la pértiga aparece artísticamente cubierta por el entrelazado de las cintas, danzan en dirección opuesta para desnudar el palo, haciendo en cada tanda de guía delantera la que antes fue postrera.

Estriba el mérito, en dar remate al baile o séase a vestir y desnudar el palo «sin trabar la danza», como lo dan a conocer los mismos bailadores prorrumpiendo en regocijados ajijides, que secunda el público. ¡Pero pobres de ellos si la traban, porque a pesar del respeto que tributan al honorífico cargo de danzante, les propinan silbas monumentales! (3)

A juzgar por las tradiciones la danza de las cintas ofrecía algunas variedades. Según algunas, en ocasiones los bailadores repiqueteaban a la par las chácaras; otras cada danzante vestía del color de su cinta presentando el entrelazado cambiantes y combinaciones de agradable perspectiva; y habrá una cuarentena de años nos referían ancianos de los altos de Adeje que, si bien en decadencia, alcanzaron a ver ejecutar esta danza siguiendo una niña a cada bailador cogida de una banda, muy adornadas y danzando con gran donaire.

La danza de los arcos se diferenciaba de la precedente, en que las cintas estaban sustituidas por arcos de convexidad superior, adornados de flores y lazos de variados matices, articulados a un espigón empotrado al extremo de la pértiga, que podían girar adelante y atrás. Los bailadores, cogiendo con la mano izquierda el extremo libre del arco, danzaban con igual compás dando los mismos pasos, aunque siempre entrando en una obligada dirección y repiqueteando las chácaras con la mano derecha.

En la danza de las varas no existía palo central. Los danzantes provistos de su respectiva vara en forma de arco, como de un metro de  larga y vistosamente adornadas, se disponían en círculo cogiendo en alto con cada mano el extremo de una vara, para hacer como en la isa diferentes mudanzas y figuras. Al compás del tambor, de las chácaras y flauta, los bailarines ejecutaban movimientos cadenciosos dando dos pasos cortados sobre la derecha y otros dos medios sobre la izquierda, mientras el conjunto giraba en derredor dilatándose o replegándose ya pasando por debajo de bóvedas improvisadas, ora haciendo artísticas cadenas, ora deshaciendo nudos y cruzados, así como otras figuras bajo la dirección de las guías.

La hemos visto bailar en nuestra niñez.

Respecto a la danza pírrica de los guanches, los bailadores al compás de la música tomaban actitudes ofensivas y defensivas, chocaban las armas, mostrando gran agilidad en los golpes y quites en elegantes posturas. De todos los autores sólo Viana hace mención de ella en la pág. 38:

« ...salió una danza de nivarios mozos, que Dócil ordenó por darle gusto al cautivo, señor del alma suya; fue la danza admirable, gustosísima, de doce bailadores extremados que con unas espadas españolas despojos ordinarios de sus guerras, desnudas en las manos por las puntas y por la guarnición, en buen concierto, tramaban una danza muy curiosa dando mil saltos y ligeras vueltas...»

O los guanches tuvieron más de una danza pírrica o se transformó la que usaban, pues a dicho género referimos el conocido entre los pueblos chasneros hasta el primer tercio del siglo pasado por el baile de los palos', que ofrece un extraño parecido con otro antiquísimo de los vascos del N. de España, de donde sin embargo no fue importado, por lo menos en época histórica1.

Varias parejas de ambos sexos, provisto cada individuo de un par de palos de leñablanca, colocábanse formando dos filas paralelas una  de hombres y otra de mujeres, quedando de frente las respectivas parejas. Al compás de la música, comienza el baile rompiendo el hombre con el pie derecho y la mujer con el izquierdo, dando dos alzas de pie alternando sin cambiar de sitio, seguido de un balanceo del hombre sobre su derecha y de la mujer sobre su izquierda con tres medios pasos coincidiendo al quinto de este total de pasos un choque de los palos de la diestra de la pareja, parando en cuarta alta de la esgrima del sable. Terminado este movimiento completo le sucede otro igual pero en sentido contrario, chocando los palos de las manos izquierdas en cuarta alta al quinto paso; luego se repite el primer movimiento para chocar los palos en prima baja, seguido de otro para chocar en segunda. Viene seguidamente otro movimiento que termina con el choque del palo de la mujer sobre el del hombre, que le da la espalda con el palo tendido atrás y abajo, sucediendo otra figura igual quedando de espaldas la mujer; para luego dar comienzo a un séptimo movimiento en que las parejas dan una vuelta completa sobre sí mismas, chocando cada cual sus dos palos al compás de la música mientras se dirigen a ocupar la fila opuesta a la que tenían al romper el baile para cambiar de pareja; finalizando con el séptimo movimiento el ciclo chocando las nuevas parejas los cuatro palos.

Por manera que las parejas van cambiando a la terminación de cada ciclo, terminando el baile cuando vuelven a encontrarse las primitivas, que se despiden saludándose con los palos como los oficiales del ejército con las espadas.

Mi antiguo profesor en el Instituto de La Laguna D. Cirilo Olivera, quien a mi solicitud pasó al pentagrama la música popular del baile de los palos, me acompañó la siguiente nota:

«La música adaptable a este baile se representa por dos movimientos iguales o sea un dos por cuatro: dando al primero, tercero y quinto compás, y así sucesivamente en los compases impares, un valor igual a la figura que simboliza cada movimiento. Los compases intermedios a los ya indicados, son representados por dos corcheas y una negra, ejecutando los bailadores dos pasos cortos en el primer movimiento del compás, y uno más largo en el segundo movimiento o sea el de la negra, que viene a ser una especie de descanso con que se modifica la monotonía del bailable»

*  *  *

Uno de los bailes populares era el tajaraste, ejecutado al compás de la pandereta o tajaraste, ejecutado al compás de la pandereta o tajaraste y el tambor, a los que a veces acompañaban la flauta y las chácaras.

Aunque de ordinario lo bailaban dos parejas colocándose invertidos hombres y mujeres, o lo que es lo mismo, quedando los del igual sexo en la diagonal del cuadrado que forman, pueden sin embargo bailar a la vez varias parejas guardando el orden indicado. Consiste el baile en tres medios pasos vivos alternando dos de un pie y uno del otro, haciendo a cada movimiento de estos medios pasos una ligera suspensión el pie contrario al que da comienzo, una vez sobre el derecho y otra sobre el izquierdo; girando a la par de cada suspensión una vez con vuelta sencilla para bailar con la pareja más inmediata y otra con doble vuelta para hacerlo con la más alejada en el orden que se mueven; pues todos siguen una curva cerrada, siempre la mujer por dentro sobre la derecha y el hombre por fuera sobre la izquierda; de modo que cada pareja que rompe el baile se vuelve a encontrar al dar la vuelta entera al círculo.

Todo hombre tenía derecho a relevar después de dos cantares y todos los circunstantes a cantar cuando querían.

Otro de los bailes populares era el tango tinerfeño, nombre con que fue bautizado después de la conquista; como denominaron también unos bailes indígenas del Hierro y la Gomera tango herreño y tango gomero.
El tango tinerfeño casi ha desaparecido, (4) pues ya únicamente se le encuentra por algunos caseríos de Icod y de los pueblos inmediatos. Al final damos un aire escrito a nuestro ruego por D. Alonso Castro Chirino.

Lo bailan dos parejas colocadas en situación de seguidillas, pero sus cambios no son tan rápidos. A cada compás adelantan un pie dando dos medios pasos alternados con otros dos medios del otro pie, imprimiendo a la par a la cintura un cimbreo lateral de elegantísimo efecto.

Pero el baile más generalizado entre los guanches fue la guaracha, cuyo nombre tiene indudablemente su etimología en el genérico de guaras o guarache o guaira, con que los designa las tradiciones a los bailaderos públicos de los guanches, según dijimos. Tuvo el privilegio de recorrer el mundo perdiendo en esa larga emigración su primitivo título ¡hasta en su país nativo!, pues apenas si lo conserva por Andalucía y algunas regiones de América; y no sólo perdió su apelativo, porque fue más conocido por baile canario, saltarero, saltarello en Italia, etc., sino que fue dejando por el camino su aire, tono y cadencia para dar lugar a numerosos hijos bastardos que en nada recuerdan a la madre que los parió. Entre nosotros sigue viviendo con su antigua fisonomía, especialmente por Adeje, Arona y otros pueblos del Sur, bajo los nombres de tanganillo y saltonas.

Cantos

Lo poquísimo que quedaba va desapareciendo a toda prisa, como los cantos de los segadores y del molino, que aún se oyen tal cual vez por Guía, Adeje, Arona, San Miguel, Chasna y otros pueblos del Sur. Procuraremos dar a conocer su música.

Aunque creemos imposible sea trasladado al pentagrama el canto de los segadores con todo su sabor primitivo porque su desentonada melodía no cabe ser reproducida. Acompasado por el tambor, el tajaraste o en seco, monótono y rudo, tiene sin embargo un aire de profunda melancolía de que sólo se emancipa el alma con los alegres aji-jides, que lanzan de vez en cuando a manera de sobrealientos para darle colorido y vida. El segador que quiere llevar la voz, prorrumpe de pronto en un ajijide que es contestado por el rancho, entonando de seguida el dístico que sirve de estribillo a la multitud para corearlo al final de cada cuarteta. Aunque esta regla tiene sus excepciones. Cuando interesa el recitado o para hacer resaltar un concepto o simplemente para reanimarse, suelen corear el estribillo cada dos versos o intercalan al capricho los ajijides: estribillo que repite el que romancea para anunciar que ha terminado y va seguido de 2, 3 ó más ajijides colectivos.

También entonan el canto de los segadores cuando un rancho va de camino, en cuyo caso es frecuente que en lugar del estribillo repitan las dos últimas estrofas de cada cuarteta, etc.

Como ejemplo de estos antiguos romances populares damos a conocer los fragmentos de un par de ellos recogidos en los pueblos chasneros; ofreciendo la particularidad que la acción del segundo no pasa en el reino de Adeje como el primero sino en la isla de Lanzarote; de donde fue quizás importado por algún chasnero, y más probablemente por alguno de los tantos maxoreros que en años calamitosos de los siglos anteriores, acudían a las Bandas de Chasna en los años de gran recolección:

Estribillo (Pie):
«Que linda mañana Guara,
Guara que linda mañana»

Voz:Estribillo: Voz:

Estribillo: Voz: «En el tagoro de Ifaya
donde Roesmo moraba,
se dice que una doncella
de amores fue requebrada».


Estribillo: ………….

Voz:  «Con malos ojos los padres
vieron que toda una dama,
le daba lado a un villano
con desprecio de la casta».

Estribillo: ………

Voz: «Ni consejos ni castigos
su firmeza quebrantaban,
que no vale la nobleza
cuando de amores se trata».


Estribillo:………

Voz: «Ven Roesmo de mi vida
ven Roesmo de mi alma,
que por encima del sol
te quiere esta desgraciada».

Estribillo: …………….

Voz: «Parte dan al rey de Adeje los del tagoro de Guasa, para que aplique la ley a los que a ella faltaban».

Voz: «Ya se reúne el Consejo en esa mesma mañana, ya van y vienen correos tomando lengua a la usanza».

Estribillo:………..
Voz:……
Estribillo:  «Que linda mañana Guara, Guara que linda mañana».

* *  *

Voz:                     «Don Juan Betancur
                             y el rey Guadarfía,  van para Zonzamas
                             con mucha alegría;
                                   y sus ayudantes
                                   fieles les seguían.

                                   Llegan a palacio,
                                   y estaba tendida
                                   en aquellos llanos
                                   la ganadería.

                                   Ninguna mujer allí se veía,
                                   sólo los zagales
                                   eran quien servían
                                   leche con cebada,
                                   carne y papa-cría;
                                   gofio y queso fresco
                                   abundante había.

                                   Los maxos cantaban
                                   mientras se comía;
                                   relinchos y silbos
                                   es lo que se oía»

Nos afirmaron bastantes ancianos del Sur (Tfe.), del primer tercio del siglo pasado, de que aún por dicho tiempo abundaban los romances de asuntos guanches; así como las loas dedicadas a las Vírgenes de Candelaria, del Socorro y Abona, y los villancicos que cantaban por Pascuas, por lo que eran llamados pascuas o divinos, en que la letra y música tenían un marcado sabor guanchinesco, hasta en sus manifestaciones de profunda fe cristiana. Pero precisamente por la referida época, una ola de ramplonería barrió con lo que pudiera llama se literatura popular indígena los vírgenes campos de Chasna para sustituirle una insulsez insoportable. Del voluminoso fárrago de poesía popular que hemos recolectado, que en parte conoce el ilustre Sr. Menéndez Pidal, ninguna composición utilizable trata sobre la materia excepto un fragmento de los cantos divinos; que ofrece la doble originalidad de ocuparse de asunto profano y de haber sido encontrado en un rincón de Tenerife, pasando la acción en Lanzarote. De todas suertes, en todo el Archipiélago puede servir de modelo de esta clase de cantos:


Estribillo (Pie): «Yo veí a Teguise un día que criadillas comía.»


Voz:
«Yo veía Teguise un día
estando Massiot con ella
que criadillas comía;
y de gofio hacían pellas
que a Betancur le ofrecía.

Yo veí a Teguise un día
comiendo pescado asado;
que criadillas comía,
también gofio con burgados
de lo cual Massiot comía.

El que coja papas-crías,
lo mismo que del ganado,
da la mitad a Guadarfía;
pues está determinado,
del que en sus campos pacía?

NOTAS
Entre los bailes nacionales ingleses existía el llamado «sword dances» o «danza de las espadas», que también concluyó por bailarse con varas o bastones, como asimismo debió acontecer entre los vascos.

ANOTACIONES

(1)  En este apartado nuestro autor plantea una cuestión, largamente debatida a partir de la década de los años 30 de este siglo. La discusión se centra en la proporción de sangre guanche que podemos encontrar en determinados géneros, bailes y cantos del folklore musical canario. Además de reconocer la filiación guanche del canario, D. Juan Bethencourt propone igual reconocimiento para los géneros más antiguos: el tango herreño, tango tinerfeño y el tajaraste. Nos ha extrañado que no haya incorporado en este repertorio de toques y bailes antiguos al sirinoque, uno de los toques y bailes más antiguos de la isla de La Palma y del Archipiélago. Sin embargo le concede esa consideración en su obra Materiales para el Folk-Lore Canario.

(2)  Al final del capítulo hemos incorporado, a partir de la información ofrecida sobre los intrumentos musicales utilizados por los guanches, la clasificación organológica de los mismos; para ello hemos seguido la propuesta por Hornbostel-Sachs en 1913.

En este sentido notamos la ausencia de dos instrumentos que si bien no está demostrada su utilización para hacer música, sí que se emplearon para emitir sonidos. Nos referimos a los litófonos que existen en alguna de las islas (un ejemplo que corresponde al Sur de Tenerife aparece en las ilustraciones de este capítulo); y por otra parte, a un pito o silbato que se encuentra en el Museo Arqueológico de Tenerife y parece corresponder a un modelo primitivo de flauta, a la que le falta la embocadura. (Esta información se la debemos al profesor Tejera Gaspar).

(3)  Se hace una descripción minuciosa y detallada de la Danza de Güímar, afortunadamente para la cultura popular tradicional de Canarias esta danza se ha mantenido invariable. No nos extrañaría que Bethencourt Alfonso, hubiera entrado en contacto con el famoso Cho Cirilo, uno de los más afamados tamburuleros de la danza de Güímar, convirtiéndose en informante cualificado para el toque de tajaraste cuyo pentagrama ilustra este apartado.
(4)  Hemos tenido la feliz oportunidad de observar, con todo su esplendor y espontaneidad, el tango tinerfeño en el caserío de Teño Alto, en una inolvidable noche de Sábado Gordo o de Carnaval.

(5)  Gracias al interés de nuestro autor por rastrear cualquier resto de poesía popular tradicional en el que se hiciera alusión al pasado guanche, se ha logrado conservar una importantísima colección documental de la literatura popular tradicional de las Canarias.


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