UNA HISTORIA RESUMIDA DE
CANARIAS
PERIODO COLONIAL
1481-1490
CAPITULO I
Eduardo
Pedro Garcia Rodriguez
1481. Por si lo
había olvidado, el Católico recordó a Pedro de Vera el deber de continuar la
guerra, conquistando Chinech (Tenerife) y Benahuare (La Palma ). En albalá dirigida
al provisor de Villafranca, la reina expuso los planes para 1481: “los concejos
de las behetrías de mis regnos”, darían “todos
los galeotes e marineros que son obligados a me servir, cada e quando fisiere o
mandase faser armada”. Remitido un tercio para transportar la primera cosecha
de “omicianos”, los restantes quedarían en reserva, con destino a la armada
“gruesa”, que se proyectaba para abril. Recién terminados los movimientos de
Galicia, contra el Obispo de Santiago, abundaban caballeros inculpados, a causa
de la guerra. El 17 de enero de 1481, Isabel les invitó a servir “por su
persona” y a su costa, “con la gente” y durante el tiempo que acordasen con el
Justicia Mayor, nunca inferior a seis meses: “sepades que después que yo mandé
conquistar la Isla
de la Gran Canaria ,
e por la gracia de nuestro señor se ganó e los infieles della se convirtieron a
nuestra santa fe católica”, Pedro de Vera y “mis gentes e capitanes, que están
en la dicha costa”, emprendieron la conquista de Chinech (Tenerife y Benahuare (La Palma )”, igualmente "en
poder de ynfieles". Imposible “reducir... las dichas islas, sin que aya de
yr e vaya más gente”, para que los naturales fuesen “convertidos” o “lançados”
de la tierra, apelaba a los “omicianos”, por ser sus vasallos reacios al
servicio en las armas y caro el soldado profesional. Cumplido el tiempo
asentado, certificado de Pedro de Vera y Michel de Monxica, les haría libres de
culpa y de acudir a la guerra, por los días de su vida. (L. Al. Toledo)
1481. Reconociendo Pedro de Vera que la fuerza toda de los
canarios estaba en la parte del poniente de Canaria, á la de Gáldar, y que allá
no se podía ir sin grave peligro por un risco atajado en el camino de montes y
asperezas de más de cinco leguas, fue de acuerdo que de aquella parte estuviese
un fuerte para que de él se les corriese la tierra, y por todas partes se les
combatiese. Asistían los más en las cuevas enriscadas de Tirajana, tierra
agrísima, en Tirma, Tazarte, Ancite que es un inexpugnable peñón, y Arjoda, con
innumerables asperezas. Mandó Pedro de Vera embarcar lo necesario, y rodeando la Isla halló por puerto capaz
al de qaete; cerca de la playa halló una buena y grande casa capaz que era fama
ser fábrica y habitación de los mallorquines que estas Islas frecuentaban antes
de la venida de Juan de Bethencourt por el año de 1360 en adelante, como
dijimos en el Libro Primero. Esta llamaban los canarios Roma, es cuadrada, de á
25 pasos la cuadra, por de fuera tiene muchos paredones y casillas llenas de
huesos de gentiles; es toda de piedra sola, regularmente puertas de piedras que
parecen de una sola, tal es su igualdad y ajuste sin mezcla de barro ni tierra,
de grueso de dos varas ó siete palmos muy largos; de ella al mar se sigue un
paredón con saeteras á modo de muralla, la puerta angosta á la parte del sur;
en ella se fabricó el fuerte subiéndola de tapias y maderos y tablas de palmas,
y en dos meses se acabó; puso en ella Pedro de Vera veinte hombres y por
Alcaide al capitán Alonso de Lugo; y
dejándole la orden más conveniente dio la vuelta al Real de Las Palmas. (Tomás
Marín de Cubas [1694] 1993)
1481. Queriendo Pedro de Vera ir por tierra al lugar de Gáldar, en
busca del quanarteme á quien Pedro de Vera deseó en gran manera ver y conocer,
que no fue posible, antes siempre nos procuró notables daños, dio orden al
Alcaide Lugo enviase gente que defendiese el risco pendiente al mar, paso
forzoso para subir los cristianos, y por donde bajó Diego de Silva con su
gente. Caminando Pedro de Vera en dos tropas, llegando la primera defendían el
pie del risco cien canarios armados, que luego huyendo la cuesta arriba se
hicieron fuertes casi al medio en una solapa ó cueva de risco, de donde á los
que les seguían arrojaron cantidad de piedras rodadas y otras tiradas con que
mataron 25 cristianos; llegó la gente de Lugo por arriba ahuyentando á éstos y
apartando á otros canarios y pudo subir Pedro de Vera acometiéndolos con
esfuerzo donde hubieron bien menester las manos los españoles; á las emboscadas
que salían acuadrillados mató á algunos é hirió á muchos, cautivó cinco hombres
y cogió unas pocas cabras; halló el lugar de qáldar sin gente. Viéronse allí
grandes fábricas de cuevas grandes y admirables de tosca cavada con aposentos,
recámaras, lumbreras y otros grandes repartimientos, y dentro de una cueva, de
más de otras salas, había una á modo de sobrado y de cada lado tenía nueve
aposentos ó recámaras: otras casas largas que por madre ó viga tenían toda una
palma á lo largo. Dio presto la vuelta al Real y corriendo las cosas á este
modo, poniendo espías, haciendo entradas por todas partes, á Telde, á Aguimes y
faldas de la sierra, por los caballos se les hacía el daño que se podía, no
queriendo reducirse á cosa de venir á tener paz, y primero se dejaban matar."
(Tomás Marín de Cubas [1694] 1993)
1481.
Aportaron al
Puerto del Arrecife de Lanzarote, los 200, canarios que el sucesor
de Rejón en aquella conquista (Gran Canaria), Pedro de Vera,
traidoramente remitía cautivos a España, so pretexto de
llevarlos a Tenerife a conquistar. Mas como los canarios viesen que el pico de
Teide se les alejaba en lugar de aproximárseles,
se amotinaron contra el patrón de la nave, obligándole a acercarse
a Lanzarote saltando a tierra arrebatadamente, a los cuales Diego
de Herrera recibió bien en sus estados. Más no se halla
noticia alguna de que hubiesen poblado en el citado puerto. (J. Álvarez Rixo,
1982:44)
1481.
Viniendo a
la expresada reducción de Canaria cinco bajeles con
tropas españolas, el uno de ellos se halló en precisión de hacer
escala en Lanzarote y faltándole piloto práctico se fue
a pique en la boca del Puerto del Arrecife aunque
la gente se salvó. Y he aquí la primera nave que
hay memoria hubiese naufragado en estas barras, por falta de
cuyo conocimiento otras después acá han tenido igual desgracia.- La mandaba Estevan de Junqueras, y conducía
150 Ballesteros-. (J. Álvarez Rixo,
1982:44)
1481. Es muerto en Hermigua
(Gomera) el invasor Juan Rejón a manos de soldados del colono Hernán Peraza, lo
que le causará a este último un proceso penal del que es indultado por los
nefastos Reyes Católicos a condición de que participe junto a sus hombres en la
invasión y conquista de la isla Tamaránt (Gran Canaria), y contraer matrimonio
con la cortesana, nifónoma y envenenadora Batríz de Bobadilla.
“Los Reyes Católicos, habiendo
visto los descargos que de parte del capitán Juan Rejón se dieron en la muerte
del ex gobernador de la invasión Pedro de la Algaba y destierro del deán don Juan Bermúdez y
los demás, lo perdonaron y le hicieron merced de la conquista de las islas de La Palma y Tenerife. Y, tomando
su provisión, se vino a Sevilla a los comisarios Diego Merlo y Alonso de
Palencia; los cuales con toda presteza le dieron lo necesario para la jornada,
y se embarcó en Cádiz, en cuatro navíos con trescientos hombres y veinte
caballos.
Trajo consigo a doña Elvira de
Sotomayor, su mujer, y dos hijos pequeños que tenía. Era hermana esta señora de
Alonso Jáimez de Sotomayor, alférez mayor de la gente de la conquista de Canaria.
Llegó a esta isla de Gran
Canaria. Tomó puerto, por ver sus amigos; no quiso desembarcar, siguió su
viaje. Dicen que Pedro de Vera lo procuró con Alonso Jáimez de Sotomayor, su
alférez, hermano de doña Elvira; que, como tenía entendido que era Juan Rejón
el que había venido en los navíos, y que traía gente de guerra, acordándose de
lo que con él había pasado en prenderlo y enviarlo a Castilla y lo que sucedió
a Pedro de la Algaba
con él, hizo instancia como no tomase tierra y tenía entendido que los más que
estaban en la conquista y principales, eran aficionados y amigos de Juan Rejón,
por el buen tratamiento que a los soldados hacía; y con esto andaba Pedro de
Vera con mucho cuidado, que no tomase tierra, porque vía andar la gente
alborotada.
Lo cual visto por Alonso de
Sotomayor, por atajar males y daños que suelen recrecer en semejantes casos, y
que estarían en las manos, se fué al navío, donde su cuñado Juan Rejón estaba y
su hermana doña Elvira, con los cuales recibió gran contento; y con muchos ruegos
y caricias que supo decirle Alonso Jáimez, le persuadió no saltase en tierra,
porque Pedro de Vera estaba con determinación de estorbarle la entrada,
acordándose de la muerte del gobernador Pedro de la Algaba y su prisión; que
mirase ponía a muchos amigos en riesgo; y que, si esto le parecía fácil,
tuviese atención que la conquista se perdería y Sus Altezas recibirían
deservicio; que se reportase. Esto, y juntamente las lágrimas de su mujer, doña
Elvira, le movieron a que concedió lo que le pidieron; y, despidiéndose de él,
mandando dar velas, se fué la vía de La Palma ; y Alonso Jáimez se fué al real y fué
recibido de todos con mucho contento, mayormente del gobernador Pedro de Vera,
por haber sido tan buen tercero, excusando el escándalo que había de suceder. y
de ahí adelante le tuvo más respeto, y con su parecer y acuerdo hacía las
entradas; porque, aunque antes se le tenía, por merecerlo, vivía muy recatado
con él.
Juan Rejón, yendo su viaje a La Palma , con temporal, el
navío en que iba arribó a la isla de La Gomera y tomó tierra en el valle de Armiguar, y
desembarcó con su mujer y sus dos hijos y ocho hombres, para que se
desalmadiasen y tomasen algún refresco y descanso del trabajo del mar, que los
que navegan suelen recibir. Como los gomeros entendieron quién era, trajéronle
el refresco que pudieron. Tendióse por la isla su llegada; vínolo a saber
Hernán Peraza; envió algunos gomeros, para que lo trajesen ante él. Llegados
donde Juan Rejón estaba y diciéndole que se viniese con ellos adonde Hernán Peraza
estaba, él lo rehusó; y sobre esto vinieron a las armas, y púsose en defensa, y
luego fué allí muerto.
Hernán Peraza mostró mucha
tristeza de este suceso, y public6 que no había sido su intento que lo matasen,
sino que lo llevasen ante él, como persona que había desembarcado en su tierra
sin su licencia. Procuró aplacar a doña Elvira, su mujer, y hizo sepultar a su
marido en el más honrado lugar de la capilla mayor, y a ella regalán~
dola cuanto pudo.
Después de haber sepultado doña
Elvira de Sotomayor a su marido Juan Rejón, envió a llamar a su hermano Alonso
Jáimez de Sotomayor, dándole aviso de su desgraciadosuceso, rogándole
encarecidamente la sacase de entre sus enemigos. Alonso Jáimez, su hermano, con
diligencia se embarc6; llevando algunos amigos que le quisieron acompañar, fué
y la halló con mucha tristeza y dolor, y sus muchas lágrimas enternecían a
quien la oía, y afeando el caso a Hernán Peraza, diciendo no lo haber hecho
como caballero, que Sus Altezas, en cuyo servicio iba, serían informados del
caso. l1ernán Peraza procuró satisfacerles con graves juramentos, que no lo
había mandado matar; y, embarcándose con la hermana y sobrinos, se vino a
Canaria. No quiso doña Elvira tomar tierra ni salir del navío; y allí fué
visitada por el gobernador Pedro de Vera, con todos los principales del real,
mostrando pena de sus trabajos y angustias. Y, proveída de refresco de la isla
y de lo necesario, la encamin6 Alonso Jáimez, su hermano, a Castilla,
quedándose toda la más gente que llevaba Juan Rejón en Canaria. (Abreu Galindo;
1997)
1481. Doña Elvira de Sotomayor llegó a Castilla, se presentó con
sus hijos ante los Católicos Reyes don Fernando y doña Isabel, pidiendo
justicia, firmando sus quejas de Hernán Peraza, señor de La Gomera , y de sus vasallos,
que, yendo su marido Juan Rejón en su real servicio a la conquista de La Palma y Tenerife, lo habían
muerto a traición; trayéndole a la memoria cómo su padre, Diego de Herrera, y
su hijo Hernán Peraza, lo habían querido matar en Lanzarote, yendo a buscar
mantenimientos para la gente que estaba en la conquista de Gran Canaria por su
mandato. Entendida la causa por Sus Altezas, no les plugo la muerte de Juan
Rejón, su capitán, y del atrevimiento que Hernán Peraza había tenido.
Proveyeron luego un juez pesquisidor a La Gomera , que hiciese información y con mucho
recaudo lo trujese preso a Castilla; y doña Elvira de sotomayor ya sus dos
hijos mandaron dar en Sevilla veinte mil maravedís de juro perpetuo (que gozan
hoy sus herederos), para ayuda de sus alimentos; y más le dieron dos pares de
casas, que estaban confiscadas de unos conversos.
Venida a Sevilla doña Elvira,
supo cómo el juez que venía por Hernán Peraza se estaba en el Puerto de Santa
María, fingiendo estar enfermo, por orden e intercesión del duque de Medina
sidonia, su deudo. Doña Elvira dió aviso a Sus Altezas, y enviaron otro juez a
prender a Hernán Peraza; el cual fué llevado preso a buen recaudo a Castilla.
Era Hernán Peraza muy emparentado
con muchos grandes de Castilla, y en el Andalucía, que rogaron y suplicaron a
los Católicos Reyes por su vida, apaciguando a la viuda doña Elvira de
Sotomayor, debajo de buen medio que no tratase del negocio, mitigando la justa
querella que de Hernán Peraza tenía. y tanto pudieron los ruegos, que hicieron mudar
a los Reyes Católicos la voluntad que de hacer justicia de Hernán Peraza
tenían, concediéndole la vida, y a los gomeros, con que fuesen a servir en la
conquista de la Gran
Canaria , hasta ser ganada y concluída, so pena de muerte y
ser habidos por traidores.
La católica reina doña Isabel,
por asegurarse de sospechas que tenía y celos, mandó a Hernán Peraza casarse
con doña Beatriz de Bobadilla, sobrina de la marquesa de Moya, dama suya,
hermosa en todo extremo, a quien el rey mostraba alguna afición. Efectuóse el
casamiento (ocasión honesta para sacarla de la corte), y Hernán Peraza fue dado
por libre; y muy contento se vino con su hermosa y avisada esposa a la isla de
Lanzarote, donde fué recibido de sus padres con mucho regocijo, y de allí
partió para La Gomera. Y ,
haciendo llamar los gomeros por cumplir el mandato de Sus Altezas, escogió
ochenta gomeros; y su padre Diego de Herrera le mandó de Lanzarote y
Fuerteventura algunos hidalgos de a caballo, y entre ellos Juan Mayor, hombre
prático y cursado en esta conquista, y que sabía bien la lengua: serían todos
como ciento y cincuenta hombres, con doce caballos. Eran estos gomeros del
bando de Orone y Agana; y embarcándose con lo necesario y con harto dolor, por
dejar la nueva prenda que había traído de Castilla, pasó a esta isla de Gran
Canaria y surgió de noche en la parte de Lagaete, donde estaba el alcaide
Alonso Fernández de Lugo; y, dándole aviso, desembarcó, víspera de Nuestra
Señora de Candelaria, primero día de febrero, año de 1482.
Otro día siguiente, Alonso
Fernández de Lugo dio aviso al gobernador Pedro de Vera como venía Hernán
Peraza con 150 hombres de La
Gomera , y de Lanzarote y de Fuerteventura, por mandato de Sus
Altezas (de que tenía ya aviso Pedro de Vera), para servir en la conquista de
esta isla hasta ser ganada; y envio1e a decir Hernán Peraza que no haber ido a tomar puerto al de Las
Isletas y presentarse ante él, había
sido la causa no querer dar disgusto a Alonso Jáimez de Sotomayor,
representándole la muerte de su cuñado Juan Rejón; que le suplicaba
encarecidamente lo aplacase, que su venida era forzado, por cumplir lo mandato
por Sus Altezas, y que no era tan culpado como se lo habían significado. El
gobernador Pedro de Vera, visto el comedimiento y buen término de Hernán Peraza,
túvolo a gran bondad y llaneza y comunicolo con Alonso Jáimez de Sotomayor; y
rogo1e desechase el enojo; y así lo hizo, teniendo cuenta con el servicio que a
Dios hacía y a Sus Altezas, y con el miramiento que Hernán Peraza había tenido.
Todo lo tuvo en mucho. Pedro de Vera di6 aviso a Hernán Peraza se estuviese en
el Lagaete, en compañía de Alonso de Lugo, y que juntos hiciesen las entradas
en los canarios por aquel término; y encargó a Alonso de Lugo tratase en todo
bien a Hernán Peraza y a su gente. (Abreu Galindo, 1977)
1481. Dos años después de la victoria guanche
en Tirajana en otoño, el capitán-gobernador, Pedro de Vera,
envalentonado por los primeros éxitos militares, organizó una segunda operación
de castigo esclavización y despojo
contra el Valle de Tirajana.
Pero, con idéntico indomable tesón, los
naturales le embistieron por vanguardia,
retaguardia y flancos, obligándole a emprender la retirada, no sin dejar el escenario sembrado
de cadáveres. Ansite, una gran fortaleza
natural ubicada en Tirajana. Allí los canarios se habían hecho inexpugnables.
Pedro de Vera trajo a la isla a todos
los hombres disponibles y reos convictos desde las islas ya dominadas,
Titoreygatra (Lanzarote), Erbania
(Fuerteventura) y la Gomera ,
para lanzar una gran ofensiva. Avanzó con
todo este ejército hasta el pie de esta fortaleza. Seiscientos
hombres guanches y más de mil mujeres y
niños intentaron resistir. El converso y traidor Fernando Guanarteme (Thenesor Semidán) intentó
convencerles de que se rindieran y sólo recibió frases de desprecio e insultos
y llamándole Guayedra por traidor, pero persistiendo en el empeño logró
convencerles prometiéndoles buen trato por parte de los mercenarios de Pedro de
Vera. La mayoría se entregó, excepto
Bentehuy, el hijo del Guanarteme de Telde le dijo al traidor de su a su
tío y anterior rey Fernando Guanarteme,
enviado por los conquistadores españoles
para pactar la rendición de los canarios asediados en Ansite: Déjanos morir con honra… Canarias
existe: mírala en píe sobre estos
roques”.Y este glorioso Guanarteme y el Faycan de Telde, se dirigieron hacia un gran precipicio “y, gritando al cielo
¡¡Atis-tirma!!, abrazados se dejaron caer y desriscaron, sin poderlos estorbar
que no muriesen.” Lo mismo hicieron
otras dos mujeres, en otro risco, que hasta hoy se dice el Risco de las Mujeres”.
1481. El Papa
Sixto IV incluye los capítulos del Tratado de paz de Alcáçovas sobre Canarias,
Fez y la costa del continente africano en su bula Aeterní regís, de
Roma, a 21 de junio de 1481, con lo cual corrobora el Tratado entre Castilla y
Portugal.
No hay comentarios:
Publicar un comentario