Con Angèle Diabang, en la 60º Berlinale
“Me entristece que la película
deba pasar primero por Francia para llegar a la primera cadena de mi país, justo
ahora que se habla de los 50 años de las Independencias africanas.”
[Marion Berger, 23 marzo 2010. Traducción:
M. Grange - S. Bonet; entrevista realizada en Berlín el 19 de febrero 2010]
En una fría mañana berlinesa, Angèle Diabang nos
recibe afectuosamente durante la sexagésima edición de la Berlinale. Angèle ,
una joven realizadora de documentales, explora a través de sus películas la
identidad y la cultura de su país, Senegal. Habla de sus impresiones en el
Festival Internacional de Berlín, de la escasa presencia de películas africanas
en los festivales en general, y en éste en particular, además de revelarnos
algunos detalles de su carrera cinematográfica.
Participó por primera vez en la Berlinale en el marco
del Talent Campus, una plataforma que cada año invita a más de 350 jóvenes
cineastas de todo el mundo para que amplíen sus conocimientos mediante diversos
talleres, conferencias y debates.
Estuviste en la Berlinale hace dos años
en el marco del Talent Campus. ¿Y este año?
Efectivamente, vine por primera vez en 2008,
al Talent Campus, y fue una experiencia muy agradable. Este año he venido con
mis compañeros de clase. Hago un curso de un año, el Master Class de producción,
organizado por la Fémis
en Francia y la
Filmakademie en Alemania.
¿Qué te parece un festival de la talla de
la Berlinale
para la difusión del cine africano?
Sin embargo, hay algunas iniciativas de
programación, dentro del marco del Talent Campus o de los talleres, enfocadas a
apoyar las cinematografías africanas….
Sí, pero son para futuros cineastas. Está muy
bien, pero las grandes películas africanas no están presentes en la Sección a Concurso, ni en
las secciones paralelas, como el Panorama o el Forum. Se han producido
películas en los últimos dos años que tienen cabida en estas secciones. Me
parece muy bien que se aliente a la joven generación mediante el Talent Campus,
pero para ampliar la difusión del cine africano, habría estado muy bien incluir
algunas películas en el programa general de la Berlinale.
¿Te parece que los festivales
especializados en cine africano representan una buena alternativa para que se
vea más en el mundo?
La verdad es que solo ese tipo de festival puede
asumir este cometido. No quedan cines en nuestros países, y no hay una política
de exhibición para el cine africano. Solo nos quedan los festivales. El
problema es que dichos festivales se multiplican, pero actúan de forma aislada.
He notado que existe una falta de comunicación entre festivales con relación al
artista, a la película. En la mayoría de los festivales, se proyecta la
película, pero dicha proyección no va apoyada por un trabajo para su difusión.
Volvamos ahora a tu carrera. ¿Cómo has
llegado a la realización?
Estudié en el Media Center de Dakar y empecé
trabajando como montadora. No pensaba en convertirme en realizadora o
productora. Quería ser montadora, me gustaba esa parte de la realización de una
película. ¡La clave está en el montaje! En 2005 rodé mi primer cortometraje,
MON BEAU SOURIRE. En 2007 realicé SENEGALAISES ET L’ISLAM, y LA GRIOT DE SENGHOR en 2008.
Fundé mi productora en 2006. Por eso he decidido seguir este curso de
producción en la Fémis.
Participarás en la próxima edición del
FCAT, en el marco del homenaje a Samba Felix Ndiaye. Siempre dices que Samba es
un maestro de tu trayectoria cinematográfica. ¿Podemos hablar de influencias?
Es mucho más que una influencia
cinematográfica. Mis películas son como son porque me enseñó una filosofía de
la vida, una forma de ver la vida, de mirar lo que transcurre a nuestro
alrededor. Despertaba mis sentidos, mi forma de mirar a los demás, de sentir,
de oír los ruidos. Todo eso me ha inspirado para hacer cine. También me dio la
audacia, el valor suficiente para hacer cine tal como a mí me apetecía. Mi
primer encuentro con Samba fue muy breve, durante una proyección del corto LES
MALLES (Los contenedores) en 2003. Unos meses después me puse en contacto con
él porque ya estaba pensando en hacer LA GRIOT DE SENGHOR y él había rodado CARTA A
SENGHOR. Me puse en contacto con él porque quería ver la película. Nuestra
amistad sigue hasta hoy.
Por cierto, ¿cómo fue tu relación con
Yandé Codou durante el rodaje de LA
GRIOT DE
SENGHOR? A pesar del difícil carácter de la griot, se nota la
complicidad entre vosotras dos.
Me interesaba aceptar el desafío, y no me
refiero solo al desafío fílmico. Pensé que durante mi carrera, debería
enfrentarme a muchas experiencias difíciles, y si claudicaba ante los cambios
de humor de Yandé Codou, más me valía dejar el cine. Debido a problemas de
producción, tardé cuatro años en poder rodar la película, por lo que la vi en
numerosas ocasiones. Soy muy testaruda y fui a verla una y otra vez hasta que
aceptó escucharme y participar en la película. Nuestra relación creció poco a
poco. Luego, mientras rodábamos, incluso exigía que yo fuese a descansar
cuando, sinceramente, era lo último que me preocupaba. Entre nuestro primer
encuentro en 2004 hasta el principio del rodaje a finales de 2007, nuestra
relación progresó mucho. Sin embargo, no había creído posible hacer esta
película.
Tus tres películas están ancladas en un
universo femenino. ¿Es una reivindicación consciente o una casualidad?
No, es una casualidad. En Senegal se ha dicho
que hago películas feministas, pero no estoy de acuerdo. Mis películas giran
alrededor de la mujer, pero el tema central gira alrededor de
una búsqueda de la identidad y de la cultura senegalesa. Una alternativa a la
forma en que los demás suelen enseñar África. No hay
reivindicaciones feministas en mis películas.
Formas parte de una generación dinámica
de cineastas que participan en el renacimiento del documental en Senegal, algo
que no ocurre tanto en los países vecinos. ¿Puedes explicarnos a qué se debe
este renacimiento?
La producción es más importante en Senegal
simplemente porque no hay escuelas de formación en los otros países. En
Senegal, además del Média Centre, existen otras iniciativas, como Africadoc, lo
que ha favorecido un cierto dinamismo. Actualmente, aunque no seamos muy
numerosos, hay una especie de emulación entre los jóvenes cineastas
senegaleses, así como un apoyo mutuo para sacar adelante nuestros proyectos. Es
algo muy positivo. A veces hemos tenido ciertas dificultades para despertar el
interés de cineastas experimentados, pero algunos directores, como Samba Félix
Ndiaye, han apoyado numerosos proyectos y nos han ayudado a terminar nuestras
películas, a pesar de rodarse y producirse con muy pocos medios. Gracias a
esto, las películas se han hecho, con sus cualidades y sus defectos, están ahí.
Es un buen comienzo.
¿Se ven estas películas en Senegal?
Sabemos que las salas cerraron, pero ¿toma la televisión el relevo? Y por
otra parte, ¿manifiesta el público un creciente interés por el género
documental?
Mis dos primeras películas no se emitieron en
la televisión senegalesa. La tercera sí porque el CFI realizó una precompra y
la cedió a la cadena nacional. Me entristece que la película
deba pasar primero por Francia para llegar a la primera cadena de mi país,
justo ahora que se habla de los 50 años de las Independencias africanas.
Habría preferido que la cadena nacional se interesara directamente por la
película de una joven senegalesa que habla de nuestra cultura. Aunque me hubiesen
ofrecido un precio irrisorio, habría sido un gesto simbólico si la televisión
de mi país hubiese hecho un esfuerzo para comprar la película. No critico lo
que nos da el CFI, lo necesitamos, es la única forma que tenemos de poder hacer
cine, pero habría que revisar el sistema. El número de cadenas se ha
multiplicado y empiezan a invertir en la emisión de películas senegalesas, pero
es un cambio muy lento.
Entre los numerosos documentales que
vemos durante la preselección, sobre todo los de producción española, un gran
número se centra en el tema de la emigración clandestina. También es el tema
favorito de los medios de comunicación españoles cuando se habla de África.
Como senegalesa, ¿sientes que la emigración es un problema cotidiano?
Las cosas han cambiado en los últimos dos o
tres años. Antes se oía hablar cada día de las pateras. Ahora ya no es así,
parece haberse calmado. Sin embargo, muchos de los jóvenes que conozco sueñan
con irse de Senegal como sea para buscar un futuro mejor. Es el aspecto olvidado
de la emigración. Es una lástima que las películas se centren en el tema de las
pateras y no enfoquen el tema de un modo más global. El verdadero problema está
en la cabeza de las personas, porque el país va tan mal que lo que quieren es
irse, da igual dónde, salir para encontrar un futuro mejor. Ese es el problema.
Y para terminar esta entrevista, me
gustaría saber si tu dedicación a la producción significa que renuncias a la
dirección.
Es una pregunta que me hacen a menudo desde
que he empezado este curso. No, no renuncio a la dirección. Pero quiero hacerlo
con calma, dejar que mis películas maduren más, se construyan más, que las
puedan ver más personas mejorando la calidad, y estudiar una política de
distribución. Lo interesante de este curso, para mí, es que me enseña mucho
sobre la industria del cine, al mismo tiempo que me da la oportunidad de
ampliar mi cultura cinematográfica. Ya sabes que en Senegal no tenemos
filmotecas ni cines ni una gran escuela. Me pareció importante regresar a la
escuela de cine. Abre puertas a otros horizontes.
¿Te han entrado ganas de rodar en otros
países además de Senegal?
Siempre he tenido ganas de rodar en otros
países además de Senegal. Nunca me he planteado hacer películas únicamente en
Senegal. Soy cineasta, tengo ganas de contar historias, da igual que sean de
aquí o de otra parte.
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