Capitulo VI
Eduardo
Pedro García Rodríguez
Las continuas relaciones de los
fenicios con las culturas más desarrolladas de su tiempo, motivó que éstos
movidos por el interés de los cuantiosos beneficios económicos que les
proporcionaban las operaciones comerciales
asumiesen como propias algunas de las deidades más representativas de
los pueblos con los que mantenían contactos mercantiles de manera prolongada.
Al mismo tiempo, influían en
éstos para imponer el culto a algunas de sus deidades, como una manera más de
afianzar las relaciones políticas y comerciales con los pueblos de su área de
influencia. Quizás la cultura religiosa que más influyó en los fenicios, fue la
egipcia debido a que estos los asentaron en la franja de terreno que
posteriormente se denominó Fenicia. En este aspecto, compartimos el
planteamiento que sobre el tema expone el profesor D. Ramón Corzo, en su libro Los
Fenicios Señores del Mar, de quien tomamos los siguientes párrafos:
<<Como en otros muchos aspectos de su cultura y su historia, en la
religión fenicia se da la circunstancia lamentable de no poseer ninguna versión
directa de los muchos textos originales sobre la mitología y liturgia a los que
hacen referencia los autores griegos y romanos. Los viejos tratados fenicios
son citados como fuente de muchos comentaristas, pero ni siquiera los extractos
de Eusebio de Cesaréa
de la historia fenicia de Filón de Biblos, que éste había redactado a la vista
de documentos fenicios muy antiguos, se pueden manejar con seguridad, dadas las
interpolaciones e interpretaciones introducidas por los transmisores; existen
excesivas asimilaciones a la religión
helenística que impiden comprender la
relación con las creencias primitivas, trasmitidas por los textos de Ugarit,
del segundo milenio antes de
Cristo.>> Bella imagen de Tanit
Museo Nacional. Túnez.
Las fuentes
contemporáneas de los fenicios históricos se reducen a breves textos
epigráficos con muchos nombres de
divinidades y algunos títulos y calificativos; con estos datos resulta
imposible componer un tratado coherente sobre religión fenicia, aunque se pueda
sistematizar la evolución cronológica y geográfica de los cultos.
El concepto
general de las creencias religiosas fenicias es de un politeísmo absoluto de
integración plena de lo sobre natural en lo cotidiano; la variedad de los
dioses fenicios permite afirmar que cualquier fenómeno natural, cualquier
actividad humana o cualquier actividad vital se relacionaba con un principio
sobrenatural, en forma de divinidad de mayor o menor rango, o simplemente era
digno de culto. El mantenimiento de estas tradiciones de extrema religiosidad
tiene su mejor documento en las citas de los altares existentes en el templo de
Hércules de Cádiz (Gadir) en época romana imperial, donde continuaban vigentes
los cultos a principios inmateriales insólitos en otros lugares.
Al narrar la
visita de Apolonio de Tiana a este santuario, Philóstrato menciona junto a los altares
del Heracles Tirio (Melkar) y del Hércules griego (Herakles) otro excepcional
en que se rendía culto a la muerte, algo que los gaditanos eran los únicos
hombres que lo celebraban. Habla también Philóstrato de un altar a la vejez en el que, según Aeliano,
se honraba a la edad llena de experiencia, y por testimonio de ambos autores
conocemos otro altar dedicado a la pobreza, con el que los gaditanos pretendían
que ésta le fuera soportable, y otro dedicado al Arte, como consuelo a la
pobreza; añade Aeliano un altar dedicado
al Año y otro al Mes, como medida larga y corta del tiempo. Aunque también la
religión griega llegó a rendir culto a conceptos abstractos, los altares del
templo gaditano permiten reconocer algunos de los principios filosóficos que
abrían sido objeto de los tratados fenicios sobre la materia
En el panteón
fenicio se destaca un dios supremo, una especie de padre de los restantes
dioses al que denomina él, y que
puede aparecer en múltiples acepciones como dios Princ. PAL de una región o de una ciudad. Además,
cada ciudad tiene su propio conjunto de divinidades que integran una especial
corporación a la que se denomina, por ejemplo, asamblea de los santos dioses o familia
de los hijos divinos; en general, o cada uno en su consideración
especifica, son seres benéficos que
protegen y favorecen a los creyentes.
Aparte de los
dioses de cada ciudad, los hay también de montañas y de bosques o de principios
celestes, y protectores de actividades concretas como la guerra, en la que
invoca preferentemente a Reshef, o la artesanía, puesta bajo la protección de
Chusor. Muchas acepciones coinciden con los viejos nombres cananeos que
aparecen en los textos de Ugarit, pero no es posible determinar si conservaron
su mismo carácter y personalidad, puesto que las diferenciaciones esenciales se
establecen entre los dioses que considera propios e independientes.”Es bien
sabido que para los fenicios, el culto a sus dioses protectores, estaba
estrechamente relacionado con el aspecto económico”. En sus templos, todos
los actos del culto estaban reglamentados y regidos por unas tarifas (como en
algunas religiones actuales), en un texto de Baal Saphon, de Cartago, encontrado en Marsella,
establecía que por cada buey sacrificado, fuese como oferta de paz o de pecado,
el sacerdote recibiría diez piezas de plata, y si se trataba de oferta de
pecado, percibiría además trescientas libras de carne, esta tarifa se aplicaba
además a corderos y cabras, excepto a
las aves y animales menores, estos eran devueltos a los oferentes, así se
conseguía que los menos pudientes participasen en los sacrificios del culto.
Otro capitulo de los ingresos del templo lo constituía la practica de la
prostitución sagrada, la cual se efectuaba en beneficio de los sacerdotes del
templo. Está documentado que existían
dos tipos de prostitutas al servicio de la deidad, unas eran una especie de
sacerdotisas que recibían la protección de los sacerdotes, y que estaban
especialmente dedicadas a la diosa Tanit, las cuales ejercían el llamado oficio
más antiguo del mundo, a cambio de la protección mencionada, recuérdese que el
sacerdote encargado del culto en la fundación de Cartago, se hizo acompañar
nada menos que de ochenta prostitutas sagradas. El otro tipo, estaba compuesto
por damas de las clases dominantes, las cuales debían practicar la prostitución
sagrada una vez en su vida en beneficio del culto, éstas esperaban en la
explanada del templo, dentro de sus lujosos carruajes, la llegada de algún
extranjero que requiriese sus servicios, como es de suponer, las más agraciadas
tenían que esperar un tiempo menor para cumplir con su obligación, las menos dotadas físicamente la espera para
ser seleccionadas se podía prolongar
durante meses e incluso años hasta que algún viajero se apiadaba y las libraba
de tan prolongada espera. Cabe suponer que el hecho de que estas mujeres de las
clases pudientes, sólo se prostituían con viajeros extranjeros, fuese impuesto
para evitar el que esta infidelidad coyuntural, fuese llevada a cabo entre
conciudadanos, los cuales tendrían que convivir en un espacio relativamente
limitado, evitando así situaciones ciertamente embarazosas.
La adopción
por parte de los fenicios, de una buena parte de los dioses egipcios, queda
ampliamente demostrada por la similitud
entre los panteones de ambas culturas, existiendo además un sincretismo con algunos dioses griegos y romanos como veremos
más adelante.
El sincretismo
de símbolos fenicios y egipcios esta ampliamente documentada en la ciudad de
Biblos desde el milenio segundo antes de Cristo. Todas las manifestaciones
artísticas de este periodo dependen de los
repertorios egipcios, en las monedas helenísticas de la ciudad, la
pareja Baalat y el, se caracteriza por la representación de él, como el dios egipcio Ra. Otra divinidad local de Biblos era el
dios Baal Addir, el dios juvenil, el señor
potente, que realiza todos los años el ciclo de la muerte y renacimiento,
también vinculado con ritos de fertilidad de la tierra y con las cosechas
agrícolas, es un dios que divide su tiempo entre el infierno y las cosechas, esta
estrechamente relacionado con el Plutón africano, adorado en Cartago, y con el
Adonis griego, ya que Adonis es la transcripción griega del vocablo fenicio adon (señor),
empleado tanto para las divinidades como para personajes masculinos. El equivalente egipcio de Baal Addir, es el
dios Min. Antigua deidad de la fertilidad. Se le representa itifálico y con una
ceñida envoltura que le da una
apariencia momíforme. Las fiestas en las que su imagen era transportada en
procesión, anunciaban la época de las
cosechas. Se cultivaban para él
lechugas, cuya savia blancuzca se suponía que tenía propiedades afrodisiacas.
Adorado en Coptos y en ajmin, era también protector de los caminos que
conducían del Valle del Nilo a las
costas del Mar Rojo.
La colonización Tiria impuso el culto de Melkart (rey de la
ciudad), en sus asentamientos tanto del
mediterráneo como en el atlántico, entre ellos destacan los templos de Chipre,
Malta, Utica, Cartago, Lixus y Gadir. Melkart fue la deidad que encontró mejor
similitud entre los dioses griego, ya que desde antiguo se le identificó con
Herakles, y ambas personalidades aparecieron siempre fundidas. A su carácter de
dios principal de Cartago, se le une la de hijo de un dios superior (Zeus o
Urano según las versiones griegas), y de una diosa Astral coincidente con
Astarté; (Tanit) es, además, protector en la guerra y en la navegación y señor
de la tempestad. Es también un dios de la fertilidad, que muere y renace cada
año, una réplica del Osiris egipcio. Osiris, es un dios muerto y dios de
los muertos, hermano y esposo de Isis. Sólo comienza a existir realmente
después de su asesinato, llevado a cabo por Set. No se sabe casi nada de él
antes de su muerte. Cuando se dice que Osiris está vivo, siempre es por
referencia a su resurrección. Esta tiene lugar en el Más allá y no en este
mundo, que le está definitivamente vetado. Los ritos que permiten su
resurrección aseguran al rey y después a todos los difuntos, un destino
idéntico al suyo después de la muerte.
Astarté, (Tanit) diosa Astral
es en realidad un préstamo “asiático” al panteón egipcio. A.H. Gardiner, en su
trabajo The Royal Canon of Turín, 1959, col. I. Nos ofrece la traducción
de un papiro que narra los entresijos de la llegada de la diosa Astarté a
Egipto, lamentablemente, dicho papiro está incompleto pero a pesar de ello nos
da una visión bastante acertada de cómo veían los sacerdotes la incorporación
de la diosa al panteón egipcio:
<< Los dioses de
Egipto, por razones que ignoramos, se encuentran expuestos a Yam, dios del mar.
Este, de carácter irascible, tiene intenciones hegemónicas y, para gran
perjuicio de ellos, decide imponerles un tributo. Si no obedecen, Yam les
amenaza con hacerles prisioneros a todos. Parece ser que dispone de los medios
para llevar a cabo la amenaza, y los dioses, pocos deseosos de medirse con este intruso tan poderoso, que por otra parte
no saben como afrontar, deciden transigir y acceden a su petición. Renenutet,
diosa de las cosechas, es la encargada de llevarle lo que reclama. Pero estos
dones no le bastan. No sabiendo que hacer, los dioses envían un mensajero a
Astarté, Este va, si lo hemos entendido bien a ver a los “asiáticos”. Cuando el
mensajero llega ante la casa de diosa, la interpela por la ventana del cuarto
en el que ella duerme. En ese instante el relato la denomina <<hija de
Ptah>>, que en este texto, hace las veces de demiurgo. Astarté acepta
ayudar a los dioses y, sin transición alguna, la vemos paseándose por una playa
cantando y riendo. Sin embargo, el viaje hasta ese lugar ha debido de ser largo
y penoso, pues se especifica que lleva las sandalias agujereadas y el vestido
desgarrado. A pesar de esta ropa, de la que se apiada, Yam, fascinado, se
enamora de inmediato de ella y promete poner fin a sus exigencias si se le
permite casarse con la diosa. Mientras tanto, los agradecidos dioses
acogen Astarté en el seno de la Enneada y con una pompa
digna de las figuras más importantes del panteón. Pero es necesario hacer el
aguar de la novia; y Yam, que decididamente no sabe mantener su palabra, vuelve
a manifestar su desmedida afición por los regalos, obligando a Nut, diosa del
cielo, a sacrificar su collar de perlas y a Geb, dios de la tierra, su anillo;
objetos que después se pesan con sumo cuidado en una balanza. El final del
relato está muy mutilado, pero pueden sacarse dos hechos significativos. Yam,
continua practicado su demagogia y ahora amenaza con sumergir la tierra y las
montañas. Tal ves, lo único que quiera es convertirse en soberano de todos los
dioses. Por último se nos dice que aparece Set, para combatir contra él. A Set
se le conoce muy bien por haber dominado ya en una ocasión las aguas
desencadenadas, por lo cual es probable que acabe venciendo al presuntuoso y restablezca
la paz dentro de la sociedad divina>>.
Los reyes
fenicios solían adoptar los atributos de autoridad sagrada comunes a las
monarquías orientales; el sistema de
gobierno de las ciudades fenicias tenían siempre a su frente un rey, al estilo
y con las atribuciones habituales en los países del Próximo Oriente, aún en los
momentos de dependencia de otras naciones. En Tiro, en el periodo de sumisión a
los Babilonios y tras la muerte de Baal II (564 cha.), se estableció un
gobierno electivo compuesto por sufetes,
(jueces) este tipo de gobierno se mantuvo un corto periodo de tiempo hasta que
los persas permitieron la reposición de la monarquía hereditaria. El rey
fenicio es también sumo sacerdote del dios tutelar de la ciudad, siendo
frecuente que anteponga este título al de la realeza aceptando así un origen
teocrático de la autoridad justificando de esta manera su poder. Ithobaal de
Tiro, Tabnit de Sidón y Eshmunazar de Sidón se denominan sacerdotes de Astarté,
al igual que Osbaal de Biblos aparece como sacerdote de la señora.
El sarcófago de
Tanit, contiene una amplia relación sucesoria del sacerdocio y la monarquía, y
en la que ambas funciones están representadas en una misma persona.
Como ya hemos
indicado, el dios principal en las ciudades fenicias era Baal, si bien la
ciudad de Tiro, tenía un dios protector de la misma llamado Melcarte, Mele Qart, éste dios es el equivalente fenicio de Hércules, cuyo culto fue
introducido en la ciudad, por Hiran.
Los cambios
políticos originados en mediterráneo, con la derrota en la batalla de Himera
por parte de los fenicios, en el año 480 a .C., el desastre sufrido por los persas a
mano de los griegos en el mismo año, y el declive del poderío de los etruscos,
originaron importantes cambios en la ciudad de Cartago, hasta entonces había
estado gobernada por la monarquía de los Magonides,
con los cambios políticos se efectuaron los religiosos, a partir de entonces la
diosa Tanit, tuvo la supremacía en la ciudad de Cartago, y por consiguiente en
el resto del mundo fenicio, pasando a un segundo plano las deidades que
hasta el momento habían sido el centro de la adoración de los fieles,
entre ellas, Baal Hammon.
|
A partir de ese momento la Diosa Tanit , TNT en
púnico, comenzó a presidir los tofet denominándosele Tanit Pené Ba`al (TNT PN
B`L), que ha sido traducido como “Tanit rostro de Baal”. Como hemos visto más
arriba la diosa Tanit fue asumida por el panteón egipcio, y es trasmitida a los cartagineses por los
libios, quienes indudablemente la adoptaron durante el periodo en que éstos
gobernaron Egipto. De todos modos esta diosa pudo haber tenido su origen en
otras deidades que recibían culto en la
franja sirio Palestina y fueron relacionadas con Baal en la mitología
ugarítica. Siendo expandido su culto por todo el Mediterráneo Occidental,
consiguiendo una especial implantación en Cartago a partir del siglo V a.C.
En todo caso, la Diosa Tanit reúne
todas las características de una diosa madre, común a todos los pueblos
ribereños de la cuenta mediterránea. Quizás la representación más hermosa que
de esta diosa existe, es la que aparece sobre la tapa de sarcófago descubierto
por Delattie, en la necrópolis de Santa Mónica, (datada en el siglo IV a.C.
actualmente depositada en el Museo Nacional de Arqueología de Túnez.)
Para los
libios era diosa lunar, del cielo la tierra y los muertos, virgen pero esposa
de Saturno y por tanto Madre.
Los mazighios
veneraron a la diosa Tanit bajo la denominación de Tinnit, que quiere decir ‘lo
que es dicho’ y por extensión ‘oráculo’ (del género femenino en mazighio).
Nombre púnico éste de la diosa semítica –la Astarté de los griegos-. Diosa de la aurora y del
crepúsculo, lo era también de la guerra. Pero la más importante advocación de
Tinnit fue la de diosa del amor. En
Tugga (Tunicia) se ha encontrado un santuario consagrado a esta divinidad. Esta
función religiosa, de contacto con la divinidad, se manifiesta también, entre las mujeres, en su calidad de
profetisas. Procopio, señalaba que a los hombres no les estaba permitido
formular oráculos, los contraventores eran condenados a la horca. Sólo las mujeres las que, como
resultado de determinados ritos, eran poseídas, (prostitución sagrada) y tras
el fornicar, colocándose hojas verdes en el sexo vaticinaban el futuro. En
Canarias, el paralelismo de estas prácticas, quizás lo encontremos en el baile
del pámpano roto, (Tamarant) que se bailaba de la siguiente manera: poniéndose
la mujer en cuclillas, se levantaba la falda por encima de la cintura, y se
cubría el sexo con tres hojas de yamera, el hombre, durante el baile debía
intentar penetrarla perforando las hojas de yamera con el pene, en el del “gorgojito” (Chinech) el
procedimiento era similar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario