UNA HISTORIA RESUMIDA DE
CANARIAS
PERIODO COLONIAL
1481-1490
CAPITULO-X
Eduardo
Pedro García Rodríguez
1484. Los canarios después de la invasión y conquista. Común error
fue para propios extraños la creencia inducida por la metrópoli y especialmente
por el clero católico de que la raza indígena había desaparecido de Tamaránt
“Gran Canaria” a los pocos años de su conquista; afirmación que hemos combatido
en otro lugar de esta historia refiriéndonos a todo el archipiélago, y que los
modernos métodos de investigación en los campos histórico y genéticos
demuestran que tal supuesta desaparición de la raza ha sido una de tantas
falacias sostenidas por el colonialismo.
La familia y deudos del
guanarteme, los guerreros de más fama y los isleños que se habían distinguido
por sus servicios y adhesión a la causa de los invasores, fueron desde luego
favorecidos por Pedro de Vera con repartimientos en la isla según su clase y
merecimientos.
Los jefes, en cuyo número se
contaban el guanarteme, Maninidra, Adargoma, Aytamy,
Bentaguaya Rutindana y otros, se
habían incorporado al ejército activo mandando pequeños destacamentos de
isleños, destinados a perseguir y traer a la obediencia a los que aún vagaban
por los montes viviendo de la rapiña y del merodeo.
Ocupábalos también el gobernador
colonial en hacer entradas por las costas del sur de Chinech (Tenerife,) con
embarcaciones ligeras que salían de las playas de Agaete y llegaban de noche a
aquella isla
Por una expresa concesión real se
dio al guanarteme el término de Guayedra. A la infanta doña Catalina se la puso
en posesión de las casas que su padre había habitado en Gáldar, viviendo
después en aquella población pobre y olvidada con sólo los recursos de su
esposo, que, como conquistador, había obtenido algunos repartimientos en dicha
localidad. El famoso Maninidra, que tan poderosamente había contribuido a la
sumisión de Tenerife, recibió en aquella isla, donde ya no era temible su
influencia, varias suertes de terreno, casándose allí con la isleña María de
León, de la que tuvo dos hijos, Pedro e Inés.
Muchos conquistadores se enlazaron con hijas de los jefes
isleños, que eran en general hermosas, rubias y de robustas formas, por haber
sido muy pocas las mujeres españolas que se avecindaron en Gran Canaria. Ya
hemos visto también con quienes casaron las tres infantas doña Catalina, doña
Margarita y doña Luisa, pudiendo multiplicar estas citas si no fuera ya un
hecho indubitado la fusión de las dos razas entre sus más elevados personajes.
Entretanto, el odio al invasor no extinguido aún con el agua
del bautismo, la repulsión que algunos isleños sentían hacia los usos y
costumbres de los españoles y el penoso trabajo que se les imponía talando
montes y matorrales, cegando pantanos y roturando predios que no les habían de
pertenecer, dio lugar a que en el año siguiente (1484) aparecieran algunas
partidas de isleños alzados que, saliendo de lo más agrio de la selva,
recorrían la parte ya colonizada incendiando bosques, casas y sembrados y dando
muerte a los invasores que intentaban oponerse a sus acciones.
Alarmado el general invasor con esta inesperada insurrección
que podía tomar grandes vuelos si no se la ahogaba en su nacimiento, reunió una
parte de sus tropas para dar una batida a los alzados llevando consigo algunos
de los principales isleños convertidos, de modo que le sirvieran en todo caso
de rehenes.
A este tiempo, dos frailes de la
orden de San Francisco que se encontraban en el Real, deseando sumar méritos
con el pretexto de evitar toda efusión de sangre y creyendo que por razón de su
ministerio estaban obligados a predicar la paz y solicitar el perdón de los
engañados isleños, se ofrecieron a salirles al encuentro y convencerles de la
inutilidad de su empresa. Accedió a sus ruegos el general y los dos frailes,
llamados Diego de las Cañas y Juan de Lebrija, emprendieron solos su peligrosa
misión dirigiéndose al vecino bosque del Lentiscal, que se extendía desde
Tafira a Satautejo y donde, al parecer, se hallaba reunido el grueso de los
isleños alzados.
En efecto, estaban estos
acampados sobre una altura que domina el cauce del Guiniguada al abrirse paso
por un estrecho desfiladero del distrito del Dragonal, y allí principiaron a
exhortar a los canarios, rogándoles en nombre del verdadero dios dejaran las
armas y se sometieran a la dominación castellana. Pero, exasperados los
canarios con el recuerdo de sus pasadas ofensas infligidas por el clero
católico se apoderaron de los religiosos y llevándolos al borde del precipicio
los lanzaron desde lo alto al fondo del barranco.
Desde entonces aquel sitio es conocido con el nombre de
Cuevas de los frailes.
Indignado el sanguinarioVera juró pasar a cuchillo a todos los alzados
sin perdonar sexo ni edad (tal como había hecho en la Gomera ) y, con tal
propósito, dio orden de salir inmediatamente en su persecución y exterminarlos.
Sin embargo, todavía obtuvo el converso guanarteme la concesión de una tregua,
ofreciendo en breve plazo traerlos a la obediencia y obligarlos a deponer las
armas, lo que al fin consiguió llevándolos a todos por pequeñas partidas al
Real.
Inútil es decir que huéspedes tan incómodos y sospechosos
fueron cuidadosamente vigilados y, cuando se ofrecía ocasión, enviados como
esclavos a España.
A estos deportados, mártires de
su amor a la patria, se les señaló por los Reyes Católicos el barrio de Mijohar
en Sevilla para que allí residiesen con sus familias, debiendo referirse a
ellos la Real Cédula
que con fecha 30 de agosto de 1485 se expidió en Córdoba y cuyo texto dice así:
«A queja de Fernando Guanarteme, hecha en nuestro propio y de los canarios y
canarias residentes en Sevilla, sobre agravios que les hacían tomándoles
mujeres e hijos para servirse dellos so color de no ser cristianos, y aún
siéndolo, de haber sido reducidos, después de presos y cautivos de buena
guerra, y sobre otros malos tratamientos, etc. Para remedio de eso y también
para que ellos no sigan juntándose en las casas que les señalaron, haciendo los
actos e comunidades e gentilidad que solían, se da comisión a Juan Guillén,
alcalde mayor de Sevilla, para que privativamente entienda en el régimen de
dichos canarios, les defienda de todo daño, obliiguen a buscar señores a quien
servir, cada uno , con su amo y juntos marido y mujer; a los casados separe de
las mujeres si no lo estuviesen por el
rito católico; a los que mal hicieren castigue prudentemente mientras no
tuvieren doctrina y conocimiento de leyes y pena, cuidese se les de doctrinas y
costumbres cristianas. ..» (23).
Curioso es el contenido de esta cédula, revelándosenos en
ella hechos que se suponían
pero que no estaban aún comprobados. Vemos, en efecto, que
la condición de esclavos era lo que se así se daba a esos infelices, no
extendiéndose la protección de los reyes sino a impedir que se abusara de su
debilidad y disponer que la iglesia santificara sus matrimonios. ¡Triste
compensación de su injusta servidumbre! (Agustín Millares Torres; 1977, t. II:
201-4)
1484. El año siguiente, después de la conquista vino navío de
España trayendo algunas familias y mujeres de soldados y capitanes que
pretendían avecindarse en Canaria, como fue doña Luisa de Fonseca, hermana de
Andrés Suárez, que vino en su compañía, mujer del capitán Alonso Fernández de
Lugo, que después de dos años murió esta señora en Gáldar y se enterró en la Parroquia de Santiago, y
siempre se llamaron hermanos él y Andrés Suárez.
Asimismo vino por Alcalde Mayor
Perpetuo Esteban Pérez Cavello, á quien Pedro de Vera rechazó, ahora como
primero, por la muerte del Gobernador Pedro de Algaba, siendo Alcalde Mayor por
Juan Rejón; mostró la Data
de su Cédula en 15 de Marzo de 1478, volviéndose á dar cuenta á S.M., que la
envió confirmada en la ciudad de Trujillo en 17 días de Mayo de 1479. Mandó
S.M. el nombramiento de la ciudad de Telde y Gobernador de la Isla y Torre de Gando,
volvióse á nombrar; nombramiento de la ciudad en el Real de Las Palmas con
oficios de Regimientos, Justicias, Alcaldes, Alguaciles; eligiéronse caballeros
conquistadores y el pregonero era un francés, vecino de Lanzarote. Pidió la
ciudad á S.M. la Cédula
de Repartimientos y vino remitida á Pedro de Vera, y que fuesen según las
calidades de las personas, dándoles sitios para vivir, tierras yaguas, en qué plantar, á los nobles
aventureros conquistadores; menos á
los peones pagados y á los que
llevaron sueldos, y fuesen premiados todos los que sirvieron á S.M.; hubo
después otra Cédula Real remitida al mismo Gobernador, con honores y
repartimientos, con muchas distinciones para quitar confusiones á las primeras
Datas, firmada en Toledo á 4 de Febrero de 1484. Plantó caña de azúcar en el
valle de Guiniguada é hizo el primer ingenio Pedro de Vera; en frente de mano
derecha plantó Alonso Jáimez de Sotomayor, alférez de á caballo, y molió con
caballos su ingenio, y los demás con agua; estos sitios después fueron convento
de San Francisco y casa de algunas familias que vinieron después y compraron
ésto y otros sitios, al mismo tiempo de la conquista, que son: Quintana,
Venegas, Caldera, Zerpa, Padilla, Penazola,
Peloz y otros.
En los sitios de Pedro de Vera
estaba la ermita de San Pedro Mártir, donde hoy es convento de Santo Domingo,
en la ciudad del Real de Las Palmas; la casa de Martín Vera es hoy el Hospital
de San Martín, que aún tiene sobre la puerta antigua el escudo de los Vera. A
Juan siverio se le dieron tierras yaguas en Tenoya porque dejase la casa y
huerta en la Ciudad
del Real donde hoy está la
Catedral y lo que es la plaza era la huerta. A Tomás Palencia
le dieron en Arucas y barranco de Guadalupe grandes pedazos de tierras con
mucha agua, donde hizo ingenios, que tuvo cuatro, el de Tirajana y el de Los
Llanos de Sardina. Alonso Rodríguez de Palencia, su hermano, tuvo en
Telde tres ingenios: dos en el
barranco que llaman del Perro y otro fuera de lugar junto al barrio de Los
Llanos, donde hizo casa y ermita de San Gregorio; en uno de los dos primeros y
la casa sucedió un vecino de Lanzarote llamado Jara Quemada, y en el segundo
Cristóbal García de Moguer, del lugar del Condado, y en el de fuera de Telde
Francisco de Matos, de Portugal. Repartiéronle en la Gaete al capitán Alonso
Femández de Lugo la Casa
Fuerte ó castillo con muchas tierras yaguas; hizo ingenio y
plantó viñas é hizo grandes cortijos que después vendió para la conquista de La Palma y Thenerife;
sucedió en ellas Francisco de
Palomares, genovés, y á este uno llamado Zayas de Arellano, que las vendió y se
fue á España. Avecindáronse en C¡áldar, comprando de otros al mismo tiempo,
unos italianos de apellidos sopranis y Cairasco. De Lanzarote vinieron otros
llamados Aguilar, Verde, Betancourt, Cabrera, y después de la conquista de
Thenerife, otros, como Benítez. Avecindáronse en Canaria españoles de diversas
naciones, portugueses, gallegos, vizcaínos, extremeños, andaluces, aragoneses,
y de otros reinos, flamencos, franceses, genoveses, italianos, y de Lanzarote
vinieron algunos
canarios que allí detuvo Diego de
Herrera, ya cristianos, como el caudillo de Telde, Mananidra, que murió en
Thenerife después de su conquista.
Envióles á todos los
conquistadores á sus casas Pedro de Vera el título de sus Datas y
Repartimientos según habían servido, y vistos por ellos fueron contentos y
mayormente los aventureros, aunque no les daban aguas sino tierras montuosas
para sembrar, mandólas medir y amojonar, poniéndoles los nombres de sus
apellidos, porque otros venían de España que habían dado á Sus Altezas cierto
número de maravedíes para que el Regimiento y Ciudad les diese heredades y hubo
grandes cercenamientos que de enfadados vendían todo y se volvían á España y pasaban
otros á La Palma
y Thenerife á su conquista y allá les daban otro tanto y lo vendían; muchos se
pasaron á Indias á sus primeros descubrimientos cuando acudían las familias de
fuera del Reino con títulos
genoveses, flamencos, etc., y en
Thenerife fue donde estas familias cargaron más, y en La Palma ; á la fama de las
guerras civiles de Granada se fueron muchos con las Compañías de la Hermandad , mandadas
llamar el año 1480, y el que tenía con qué irse no quería quedarse en Canaria é
Islas.
El Cabildo y Regimiento de
Canaria á su costa fabricó é hizo armazón de dos fragatas, y el factor ó
comisario fue Juan Severio Mujica y otro primo suyo, Lezcano, regidores para
limpiar estas costas de piratas, así moros como otros, y correr la costa de
África y Guinea á traer negros para el servicio de los ingenios y viñas, que
después sus dueños dejándolos libres por voluntad de Sus Altezas tienen un
pueblo donde habitan todos los negros, en Tirajana; son vivos, entendidos y
valientes que defienden aquellas costas remotas de enemigos que por allí entran
á hacer aguada y á robar ganado y á lo que pueden. Trájose de Guinea las
patatas, el maíz, raíces de plátanos, ñames y otras semillas. (Marín de Cubas
[1694] 1993:168-72)
1484. Hernán Peraza “el Joven”
deja de ser el apoderado de sus padres y obtiene el señorío de la isla de La Gomera. Los gomeros se
sublevan contra él y los castellanos se recluyen en la Torre de los Peraza hasta la
llegada del sanguinario Pedro de Vera con refuerzos. Se producen grandes
represalias contra la población isleña y se llevan a unos 200 gomeros como
esclavos.
1484. Los Reyes
Católicos, el 20 de enero de 1484, dan instrucción a su procurador en la curia
pontificia, Gonzalo de Beteta, y al cardenal Juan Margarit, para suplicar al
Papa Sixto IV el derecho de patronato sobre el obispado de Canarias (Rubicón)
.De momento, quedó sin efecto (hasta 1486).
1484. El Papa Sixto IV declara abolida la bula Regimini gregis
de 1476 , acaso disgustado por haber desviado sus fondos los Reyes Católicos en
favor de la conquista; por lo cual cesó la recaudación consiguiente; o quizá la
abolición se debió a que los reyes habían pedido el derecho del patronato y
cargaba con los costos. 1484, Agosto 31.
Córdoba. AS, RS, ACW, pc. V-1484/9-11.
Al consejo de la
Gomera que obedescan por señor a Fernando Peraça.
Don Fernando e Doña y sabel etc. A vos los vezinos e
moradores de la ysla de la
Gomera , salud e gracia. Bien sabedes cómo por otra nuestra
carta firmada de nuestros nombres e librada de ciertos de nuestro consejo vos
enbiamos mandar que obedesiésedes a Fernand Peraza, fijo de Diego de Herrera e
de Doña ynés Peraza, su muger, cúyo es el señorío e gouernación e posesyón de
la dicha ysla por traspasamiento que della le fizyeron los dichos Diego de
Herrera y Doña ynés Peraza, su padre e madre, e que le rrecudiésedes
enteramente todos con los pechos e derechos a él pertenescientes, segund que
esto e otras cosas más larga.mente en la dicha nuestra carta se contenya con la
qual dicha carta avedes seydo rrequeridos e que la cunplades en todo e por
todo, segund que en ella se contiene, e contra el thenor e forma della no
fuésedes nin pasásedes, so ciertas protestaciones e penas en la dicha carta
contenidas..Lo qual diz que fasta agora non avedes querido nin queredes fazer poniendo
vos contra él e non faziendo lo que por la dicha nuestra carta vos enbianmos
mandar, en lo qual el dicho Fernand Peraza ha rrecebido agrauio, e daño e nos
suplicó e pidió por merced que cerca dello le proueyésemos como la nuestra
merced fuese. E nos touímoslo por bien e mandamos dar la dicha nuestra carta
para vos en la dicha rrazón, por la qual vos mandamos que veades la dicha
nuestra carta e la cunplades en todo e por todo, segund e por la forma e manera
que en ella se contiene. E contra el thenor nin forma della non vayades nin
pasedes en ningund tienpo nin por alguna manera, so las {penas) en que cahen
aquéllos que van contra mandamiento de sus Reyes e señores naturales. E s y
contra la dicha carta fuéredes e pasáredes, mandamos a los capitanes e gentes e
otras personas en la dicha nuestra primera carta contenidas, que esecuten en
vosotros o en cada v no de vos todas las penas e premias en la dicha primera
carta contenidas. E non hagades ende al. En la cibdad de Córdoua, treynta e vn
días de agosto año etc. de mill e quatrozientos é ochenta e quatro años.
Episquipus (sic) Palentinus, Rodericus dotor, Andrés dotor, Antonius dotor. Yo
Alonso del Mármol, escribano de cámara del Rey e dela Reyna etc. la fiz
escreuir por su mandado con acuerdo de los del su consejo.(D.J.Wölfel)
1484 Juan
Frías, obispo de Canarias y Rubicón, quiso cobrar el diezmo de las islas. Inés
de Peraza, en nombre propio y de y Diego de Herrera, "cuyas son las Yslas
de Lanzarote, Fuerteventura, Gomera y Fierro", no las "islas Canarias",
en conjunto, como poco antes, recordaron al prelado, documentos en mano, que
pertenecía a los señores, como en toda tierra, que perteneció al Temple. De
paso se quejaron de las 40.000 cabras del prelado, que pastaban en Erbania
(Fuerteventura), desde hacía 20 años, no habiendo pagado jamás un maravedí, de
diezmo ni herbaje, Los reyes dieron la razón a los señores, respondiendo la
iglesia católica que las tales cabras, estaban en la isla desde que las
ocuparon cristianos. Compró 5.600 quintales de orchilla, "buena, limpia e
enxuta", en 10 doblas cahíz, a razón de 800 por año, quedando los Peraza a
autorizados vender el excedente, en los dos primeros, de no absorberlo Rivera,
a condición de mantener el precio. (L. Al. Toledo)
Tan
perjudicada la Iglesia católica como Fernán, por la suspensión de la trata,
pues el diezmo era de importancia, señor y clérigos se aliaron, buscando
solución al problema.
Siendo la clave la religiosidad de los isleños, el Deán de
San Juan concluyó que los interesados, habrían de probar que "no eran ni
fueron cristianos", pues aunque "nombre tuviesen, ninguna obra de
platica fasían", usando "nombres gentilisos, binieno desnudos e
teniendo ocho o diez mugeres, no consintiendo entre sí cristianos, antes
tomándolos e fasiéndolos otras muchas superticiones". Al tiempo que
palmeños y guanches reclamaban conversión, la Iglesia católica local
declaró de urgencia, enmendar las desviaciones de los gomeros. Para ello les
hicieron jurar y firmar, que de no apartarse "de sus ritos y errores"
en fecha fija, aceptaban "ser conquistados" por enésima vez, "e
dados en cautiverio e perpetua servidumbre". Ratificado el documento por
el prelado y la corona castellana, Fernán aguardó el término del plazo, para
reanudar las cabalgadas, alegando que persistían "en sus malas costumbres
y errores". Enteradas las víctimas, tomaron "tal omecillo"
contra el señor de la isla, que en reunión celebrada en la "villa" de
la Gomera ,
"todos juntamente... acordaron de lo matar". Yendo Peraza en busca de
cautivos, le despenaron "con alboroto y escándalo", en emboscada
tendida "debaxo de Mercadis...", junto a Gran Canaria. Enterada
Beatriz de Bobadilla de su viudedad, pidió socorro a Pedro de Vera,
atrincherándose en una torre, con sus criados e hijos: Guillén, al que pasado
el incidente, los canarios darían vasallaje, e Inés. No era esta Beatriz de
Bobadilla la Marquesa
de Moya, esposa de Andrés de Cabrera, quizá la que obtuvo licencia para fletar
carabela en 1478, con destino a los rescates de Guinea. La que nos ocupa estaba
casada desde 1484, con Fernán de Peraza. (L. Al. Toledo)
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