El Rey de España, sea Juan o sea
Felipe, es algo mucho más serio que ser el rey de un estado en franca
descomposición política y moral. Es un REY UNIVERSAL o, al menos, un caballero
(¿?) cuyo sainetesco reinado se extiende por gran parte de Europa, África, Asia
y América. En efecto, por herencia de su “ilustre linaje” y de su
reconocida “sangre real” -azul, por supuesto- además de Rey España, su Majestad
Católica es Rey de Castilla, de las Dos Sicilias, de Aragón, de Navarra, de
León, de Granada, de Valencia, de Mallorca, de Menorca, de Sevilla, de Córdoba,
de Jaén, de Murcia, de Algeciras, de Los Algarbes –no tengo claro si se trata
de Los Algarves cordobeses o los portugueses- de Gibraltar –que se lo digan a
los llanitos- de Jerusalén, de Cerdeña, de Córcega, de las Indias Orientales y
Occidentales, de las Islas y Tierra Firme del Mar Océano y, cómo no, Rey de las
Islas Canarias, con el mismo derecho por el que es también Rey de Hungría, de
Dalmacia y de Croacia, esto es, ninguno.
No se queda solo con los reinados
de opereta. Descendiendo en la categoría aristocrática es también Príncipe de
Suabia y de Gerona, Archiduque de Austria, Duque de Borgoña, de Brabante, de
Milán, de Atenas, de Limburgo, de Lotaringia, de Luxemburgo, de Güeldres, de
Estiria, de Camiola, de Carintia, de Wurtemberg y de Neopatria, Marqués de
Oristán, Conde de Habsburgo, de Flandes, del Tirol, del Rosellón, de Barcelona,
de Cerdaña, de Artois, de Hainaut, de Namur, de Gorizia, de Ferrete y de Kyburgo,
Conde Palatino de Borgoña, Landgrave de Alsacia, Margrave del Sacro Imperio
Romano-Germánico y de Burgau, Señor de Vizcaya, de Molina, de Salins, de
Malinas, de la Marca
Eslovena, de Pordenone y de Trípoli. Jefe y Soberano de la
insigne Orden del Toisón de Oro, Jefe y Soberano y Gran Maestre de la Real Orden de Carlos
III, de la de Isabel la
Católica, de la
Orden Real de las Damas Nobles de la Reina María Luisa, de
la de Alfonso X El Sabio, de Calatrava, de Alcántara y de Santiago y, como
garantía para la salvación de su alma y sin obligación de cantar maitines ni
decir misa por ello, es Canónigo honorífico y hereditario de la Iglesia Catedral
de León y de la Basílica
de San Juan de Letrán en Roma
Por los méritos contraídos por
Juan Carlos, incluidas francachelas, belingos, cacerías de osos borrachos y
elefantes noqueados y otros menesteres, acumula unos buenos cuantos kilos de
chatarra en forma de medallas cruces y demás encomiendas, casi todas “ganadas”
durante el gobierno de su tutor y antecesor, el “Generalísimo” Franco,
como son las de Caballero –es un decir- de la Orden de la Jarretera del Imperio Británico, de la de San
Javier, de la Anunciada,
Bailio Gran Cruz de Justicia con Collar de la Orden de Constantino y Jorge de Grecia, Bailío
Gran Cruz de Honor y Devoción de la Soberana Orden Militar de Malta y León de
Oro de la Casa
de Nassau y adorna su real chaqueta de Capitán General de los Ejércitos de
España con el Gran Collar de la
Reina de Saba del Imperio Etíope, el Gran Cordón de la Orden Suprema del
Crisantemo del Imperio Japonés, el Gran Collar de la Dinastía de Reza de Irán,
la Legión de
Honor francesa y otras fruslerías de ese tenor.
Tanta tramoya arrastra también
otras “distinciones” menos prestigiosas, desprestigio secular de los borbones que
se acentúa con Isabel de Borbón y Borbón cuya ninfomanía puede entenderse por
la personalidad de su esposo Fco. de Asís Borbón (entre los borbones la
consanguinidad es un rasgo que puede explicar algunas cosas) al que el pueblo
llamaba “Paquita” o “Paco Natillas” que padecía de una poco
frecuente anomalía congénita, el “hipospadias” en que el “meato urinario”
–agujero para orinar- se sitúa en la base del pene y no en el glande, lo que
dio origen a la coplilla popular "Paco Natillas / es de pasta flora. / Y mea en cuclillas
/ como una señora" y del que la propia Isabel, cuando le
dijeron de su boda con él (asunto de estado tramado en las Cortes europeas)
exclamo horrorizada “¡NO, con Paquita no!” y, al comentar su experiencia
nupcial, decía: "¿Qué
podía esperar yo de un hombre que en la noche de bodas llevaba más encajes en
la camisa que yo misma?". El historiador José L. Comellas
atribuye, como rasgos del carácter de la reina “la chabacanería y la
ordinariez, apasionada por la
España cuya corona ceñía y también por sus amantes”. Valle-Inclán
en “La Corte de los
Milagros” la describe como “la Católica Majestad,
vestida con una bata de ringorrangos, flamencota, herpética, rubiales,
encendidos los ojos del sueño, pintados los labios como las boqueras del chocolate,
tenía esa expresión, un poco manflota, de las peponas de ocho cuartos.” De
los 10 partos y dos abortos habidos de diferentes amantes se aguarecieron
cinco: Isabel “La Chata”
hija del comandante José Ruiz de Arana, Alfonso, llamado luego Alfonso el XII,
apodado “El Puigmoltejo” por ser hijo del teniente de ingenieros Enrique
Puigmoltejo, Pilar, Paz y Eulalia, hijas las tres de Miguel Tenorio, escritor y
político, secretario privado de la reina. Más moderado en sus amores fue su
marido, ”Paquita”, al que solo le conoció un amante oficial, Antonio
Ramos de Meneses, que incluso se exilió a París con él hasta su muerte por lo
que se le apodaba “el fiel Meneses”. La reina, en palabras de la
historiadora Rosa A. Gutierrez Lloret “pasó a ser condenada y repudiada como
la representación misma de la frivolidad, la lujuria y la crueldad, la deshonra
de España” y, como tal, fue barrida por la Revolución de 1868
llamada por ello “La
Gloriosa”. Su hijo Alfonso el XII, bajito, moreno y
tuberculoso, tuvo también una bien ganada fama de putero y mujeriego y su nieto
Alfonso el XIII, aparte de llevarse al huerto a todo lo que se movía a su
alrededor y ser un gran frecuentador de lupanares y prostíbulos, fue el
iniciador del cine pornográfico en España. Le encargó al Conde de Romanones que
contratara a gente para realizar alguna de esas películas que había visto en
USA en casa de Douglas Fairbanks, y Romanones se las encargo a los hermanos
Ricardo y Ramón Baños dueños de la catalana Royal Films, como dio a conocer el
catedrático de comunicación audiovisual de la Autónoma de Barcelona
Román Gubern. Al menos tres películas, “El Ministro”, “Consultorio de
señoras” y “El Confesor” se conservan, restauradas, en la Filmoteca de la Generalitat Valenciana.
No creo que haga falta preguntarse de quién heredó Juan Carlos su manifiesta
tendencia a este tipo de “relaciones humanas”.
Cuando Alfonso el XIII tuvo que salir al exilio dos días
después de las elecciones municipales del 12 de abril de 1931 (¡Ojo al dato
para las próximas municipales!) se rompe la continuidad borbónica, continuidad
que restaura el “Generalísimo” Franco con su Testamento Político: “Quiero agradecer a cuantos han colaborado con entusiasmo,
entrega y abnegación en la gran empresa de hacer una España unida, grande y
libre. Por el amor que siento por nuestra Patria, os pido que perseveréis en la
unidad y en la paz, y que rodeéis al
futuro Rey de España, Don Juan Carlos de Borbón, del mismo afecto y
lealtad que a mí me habéis brindado, y le prestéis, en todo momento, el mismo
apoyo de colaboración que de vosotros he tenido. No
olvidéis que los enemigos de España y de la civilización cristiana están
alerta. Velad también vosotros, y para ello deponed, frente a los supremos
intereses de la Patria
y del pueblo español, toda mira personal” Como consecuencia del testamento
del ilustre criminal de guerra –y de paz- el Consejo de Regencia “como
medida encaminada a asegurar la continuidad en la más alta jerarquía del
Estado” convoca para el 22 de noviembre de 1975 sesión conjunta de las
Cortes Españolas y el Consejo de Regencia para juramentar a Juan Carlos como
Rey de España., que presta, con su mano sobre los Evangelios al pie de un
crucifijo, el siguiente juramento: “Juro por Dios, y sobre los santos
Evangelios, cumplir y hacer cumplir las Leyes Fundamentales del Reino y
guardar lealtad a los Principios que informan el Movimiento Nacional”
De esta
forma y apoyado en los sables de los generalotes franquistas y las bayonetas
del ejército del que era Capitán General tiene su inicio el reinado de Juan
Carlos el 1º y, con él, de la llamada transición -estos días tan glorificada-
que desemboca en una Constitución finalmente refrendada ante las Cortes por la
bicefalia partidista PPPSOE y algunos de sus satélites, representantes todos de
la misma burguesía neoliberal y los mismos intereses económicos, para poco
menos que elevar a los altares al hasta ahora Jefe de la Casa Real y meter
de rondón al nuevo Rey de España, Felipe el VI, prefiriéndolo a sus hermanas
mayores –machistas estos borbones- y al varón mayor de todos, Albert Solá,
nacido en 1956 en Barcelona hijo del entonces Príncipe de Asturias y la
catalana María Bach.
Como
canario, parte pues de un pueblo colonizado y expoliado por sucesivas
monarquías españolas, poco puedo esperar de un Jefe del Estado colonizador, da
lo mismo que sea Monarquía o República pero, como hombre que pretende ser libre
y digno, y que recuerda al Mencey Benkomo y su altiva respuesta a la oferta de
los conquistadores de aceptar a los Reyes Católicos como sus soberanos “Jamás
me someteré a otro hombre como yo”, me pregunto: ¿Serán los españoles
capaces de aceptar con mansedumbre la continuidad de esta farsa innoble y este
linaje espurio que es esta monarquía borbónica? ¿Y nosotros, los colonizados
canarios, la aguantaremos?
Con mi
apoyo o mi aquiescencia desde luego que no.
Francisco
Javier González
Gomera a
18 de junio de 2014. Un día para la infamia.
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