1900 marzo 22.
Falleció en su domicilio de
Vilaflor, calle de Santo Domingo nº 1, a las tres de la madrugada, a
“consecuencia de vejez”; José Lorenzo Grillo y Oliva (1811-1900), Prebistero
agustino exclaustrado y beneficiado de Vilaflor durante 61 años1
En este artículo vamos a recordar
al sacerdote que ostenta el récord de permanencia al frente de una parroquia en
todo el Sur de Tenerife, que para más mérito era la misma en la que había sido
bautizado. De origen humilde, profesó en el Convento agustino de su Vilaflor
natal y siendo fraile se ordenó de sacerdote. Pasó luego al Convento de San
Agustín de La Laguna,
pero con motivo de la
Desamortización dicho convento fue suprimido, al igual que el
de su pueblo natal, por lo que fue exclaustrado y quedó adscrito a la parroquia
de San Pedro Apóstol de Vilaflor. Luego fue nombrado beneficiado servidor de
ésta y, años más tarde, obtuvo su propiedad por oposición, permaneciendo al
frente de ella hasta su muerte, durante nada menos que 61 años. Fue un párroco
modesto y humanitario, totalmente entregado a sus feligreses, que aún es
recordado con cariño en la localidad en la que transcurrió su larga vida.
Este recordado sacerdote nació en
el pueblo de Vilaflor el 6 de enero de 1811, Día de Reyes, siendo hijo de don
José Lorenzo Grillo González y doña Teodora Oliva Bethencourt. El 11 de ese
mismo mes fue bautizado en la iglesia de San Pedro Apóstol por Fray José
Correa, prior del Convento agustino de San Juan Bautista de dicha localidad,
con licencia del beneficiado don Antonio Esteban Peraza y Ayala; se le puso por
nombre “José Antonio Jesús” y actuó como padrino don Juan Antonio Miranda,
vecino de Granadilla.
Fraile agustino
profeso, ordenado de sacerdote y exclaustrado
Nuestro personaje creció en el
seno de una familia muy humilde, por lo que desde niño
pudo comprobar las graves
injusticias sociales de la época y la necesidad que de cariño, comprensión y
ayuda material tenían muchos de sus paisanos; por esta razón decidió dedicar su
vida a los demás y, muy joven, ingresó en el mencionado Convento agustino de Vilaflor,
donde había aprendido las primeras letras y en el que profesó. Pero los tiempos
eran difíciles para esta casa, pues la comunidad, que llegó a contar con diez
religiosos, se reducía por entonces a tres, el prior Fray Juan González Adán,
el lego Fray José Matías Ortega y Fray José Lorenzo Grillo, quienes a pesar de
las penurias económicas mantenían el culto con mucho decoro.
Como tal fraile agustino, Fray
José Lorenzo recibió a comienzos de los años treinta la primera tonsura
clerical y, luego, las Órdenes Menores, el Subdiaconado y el Diaconado;
finalmente, sería ordenado de Presbítero a título de pobreza, como regular que
era. Al final de su etapa como religioso pasó al Convento de San Agustín de La Laguna, donde en 1835 le
alcanzó la fatídica orden de Desamortización eclesiástica, por la que fue
exclaustrado.
Simultáneamente, el 25 de julio
de dicho año llegó también a Vilaflor la Desamortización y,
dos días después, don Gregorio Francisco de Frías, capitán de Cazadores del
Regimiento Provincial de Abona y comisionado para tal fin, procedió a cerrar el
Convento de San Juan Bautista en presencia de don Fernando Tacoronte,
procurador síndico del lugar, después de haber requerido al prior del mismo
para que ese mismo día procediese a consumir las sagradas hostias, dando por
concluidas todas las funciones. De este modo, a las siete de la mañana se
verificó la ceremonia de cierre, celebrándose con dicho motivo una misa
cantada. La casa del Convento de la
Orden de San Agustín pasó a ser patrimonio del pueblo,
mientras que la iglesia del mismo comenzó a ser utilizada como cementerio de la
localidad desde el 20 de mayo de 1837, permaneciendo en dicho uso hasta la
inauguración del nuevo camposanto, que tuvo lugar el 7 de noviembre de 1901.
Beneficiado servidor
y en propiedad de Vilaflor
El 17 de agosto de 1836, la Junta Diocesana de
Regulares del Obispado de Tenerife,acordó hacer una distribución por los
pueblos de la Diócesis,
de “los Regulares ordenados in sacris, que disfrutan de pensión”, asignándose a
Vilaflor a don José Lorenzo Grillo. Y por acuerdo de dicha junta del día
anterior, “se inserta esta nota en el Boletín oficial de la Provincia para
conocimiento de los
Ayuntamientos, de los
Vbles. Párrocos y
de los precitados Regulares, y á
fin de que estos en el preciso termino de ocho días contados desde el en que se
publique esta Distribución, se presenten en los pueblos á que se les destina en
inteligencia de que si asi no lo hicieren y el certificado que deben remitir á
fin de este mes para cobrar la pension no viniere firmado por el Alcalde y
Parroco del pueblo en que deben fijarse no se les abonará aquella ni las que
devenguen en los meses sucesivos”.2
De este modo, tras la
exclaustración don José Lorenzo quedó adscrito a la parroquia de San Pedro
Apóstol de la localidad, colaborando con el párroco don Hipólito Casiano Bello,
natural de Güímar. Tras el cese de éste a finales de enero de 1837, se nombró
beneficiado servidor a don José Lorenzo Grillo, quien solo estuvo al frente de
ella hasta comienzos del mes de marzo del mismo año, en que se nombró para el
cargo a otro presbítero güimarero, don José Elías y Hernández. No obstante, el
Sr. Grillo continuó sirviendo a la parroquia en cuantas funciones se le
encomendaron.
A partir de su exclaustración,
los últimos frailes agustinos recibirían una pensión del Estado. Así, el 2 de
abril de 1838 figuraba en la relación publicada en El Atlante por la Junta Diocesana de
Regulares del Obispado de Tenerife, de “los Regulares ordenados in sacris,
coristas y legos, existentes en esta Diócesis conforme á sus edades; con
espresion de la pensión diaria que en su virtud deben disfrutar; con arreglo al
artículo 28 de la ley de 19 de Julio de 1837”: D. José Lorenzo Grillo, con
residencia en Vilaflor, de 27 años y una pensión asignada de 4 reales de
vellón. Al final del listado se aclaraba: “Los regulares antedichos deberán
percibir sus pensiones al respecto que les está señalado en esta clasificación
desde la fecha de
la ley citada
al principio”. El 22
de marzo anterior
se había acordado su publicación en dicho periódico,
“á fin de que si algunos de aquellos se sintiere perjudicado por que se le
hubiese puesto menos edad de la que tiene, y en su razón se lé satisfaga menor
pensión que la que le corresponde, lo
manifieste á esta corporación para rectificar cualquier equivoco que se hubiere
padecido”.
El 1 de junio de 1839 se le nombró de nuevo beneficiado
servidor de su parroquia natal, por renuncia de don Domingo Brito, y tomó
posesión de ella dos días después. Esta vez sería por un período muy largo,
como veremos más adelante. Su labor fue muy intensa en los primeros años,
motivo por el cual se le concedió, el 7 de mayo de 1840, licencia para decir
una segunda misa en la iglesia a su cargo.
Por un estado de los
eclesiásticos adscritos a la parroquia, fechado a 8 de julio de este último año
1840, sabemos que don José Lorenzo solo recibía la renta del Beneficio que desempeñaba,
mientras que su único ayudante, el lego exclaustrado don José Matías Ortega,
recibía una pensión asignada por el Gobierno de la Nación según las leyes
desamortizadoras. Este excelente colaborador, que era natural de Garachico,
falleció el 25 de junio de 1851, cuando contaba 75 años de edad. Desde este
momento y hasta finales de siglo solo hubo un eclesiástico en Vilaflor al
servicio de la parroquia: don José Lorenzo. Sin embargo, sabemos que la
parroquia contaba con otras personas para atender al culto y al cuidado del
templo, pues según el “Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España y
sus posesiones de Ultramar” de Pascual Madoz, publicado entre 1845 y 1850, al
referirse a Vilaflor o Chasna se especifica:
“La iglesia parroquial de
primer ascenso (San
Pedro), está servida
por un párroco, un sacristán, un
sochantre, un organista y 3 monaguillos”.
En la
sesión celebrada el 14 de
junio de 1841
por la Diputación
Provincial de
Canarias, se tomó el siguiente acuerdo: “Asimismo se accedió á la solicitud de
D. José Lorenzo Grillo Vble. Beneficiado de Vilaflor para que se le conceda una
suerte de tierra en los baldíos que
existen en aquella
jurisdicción, reconociendo un
canon á favor
de los Propios”, tal como fue
publicado el 28 de dicho mes en el Boletín Oficial de Canarias.
El 6 de abril de 1844, el Sr.
Grillo respondió desde Vilaflor a una circular que le había enviado el vicario
eclesiástico del Sur de Tenerife, Dr. don Agustín Díaz Núñez, con los siguientes
datos de su parroquia: “El Parroco que subscribe informa al 1º. particular que
en esta feligresia hay una Hermita publica del Sôr. San Roque; no hay ningun
oratorio = 2º. que no es de Patronato, ni propiedad particular. = 3º. que en el
año de 1833 solo habia en el servicio de esta parroquia el Párroco, un
Sochantre y organista, un Sacristán y tres Monacillos; = 4º. En el dia se halla
esta Parroquia con los mismos sirvientes, que tenia en aquel año de 1833”.
El 15 diciembre de ese mismo año
1844, don José Lorenzo solicitó licencia para pasar a La Laguna, con el fin de
atender una diligencia y acompañar a su hermana, que estaba bastante delicada
de salud. Y en septiembre de 1845 volvió a pedir licencia para trasladarse a la
misma ciudad, con el fin de atender a asuntos familiares. En ambos casos su
solicitud fue atendida, quedando encargado de su parroquia el cura de Arona.
Como curiosidad, el 25 de febrero
de 1845 falleció en Vilaflor su hermano don Juan Lorenzo Oliva, a los 31 años
de edad; permanecía soltero y al día siguiente recibió sepultura en el
cementerio provisional del antiguo convento.
En enero de 1847, don José
Lorenzo Grillo figuraba en la “Relación de los Sacerdotes, coristas y legos
esclaustrados” de la provincia de Canarias, como sacerdote exclaustrado del
Convento de San Agustín de La
Laguna, “colocado” como párroco de Vilaflor3.
De 1847 a 1849, don José Lorenzo
envió información variada sobre el municipio de Vilaflor a don Pedro Mariano
Ramírez Atienza, para el “Diccionario” de Canarias que estaba confeccionando.
Entre los días 4 y 14 de mayo de
1857 se verificaron ante el sínodo Diocesano oposiciones a parroquias vacantes,
a las que se presentó don José Lorenzo Grillo para intentar obtener en
propiedad la que había servido interinamente durante 18 años. Según las
crónicas publicadas por el corresponsal en La Laguna del periódico La Fe, el 14, el 22 y el 29 de dicho
mes, “todos han desempeñado, en nuestro concepto, su cometido con dignidad y
saber”, pues los curas párrocos presentados, incluidos “don José Lorenzo
Grillo, que lo es de la parroquia de Vilaflor”, “hicieron brillantes actos
literarios, dando pruebas de estar muy versados en materias teológicas y que
son acreedores al desempeño del ministerio parroquial que tanto tiempo ha
ejercen en este obispado de Tenerife”, por lo que dejaron “en honrosa altura el
saber e
ilustración eclesiástica de
nuestro país”. Por
lo expuesto, concluía
dicho corresponsal: “Asi pues, es de esperar de la recta imparcialidad
del Sr. Gobernador eclesiástico, que,
atendiendo al mérito y
saber de los examinados dará a cada uno
la colocación a que se han hecho acreedores, siquiera en bien de la grey
de Jesucristo”. Y así fue, pues el gobernador eclesiástico de la Diócesis le dio a nuestro
párroco la colocación a la que se había hecho merecedor. De este modo, el 10 de
abril de 1858 tomó posesión en propiedad del Beneficio de primer ascenso de
Vilaflor, que ya desempeñaría hasta su muerte.
Del aprecio y admiración que
despertó don José Lorenzo Grillo en sus feligreses y en todas aquellas personas
que lo conocieron y trataron, tanto por su brillante labor pastoral como por su
conducta personal, puede servir de ejemplo la carta publicada en el periódico
El Guanche, el viernes 6 de julio de 1860, remitida desde La Orotava por “un hijo del
pueblo”. Según este cronista anónimo:
[...] Vilaflor se distingue de
los demás pueblos de aquellas inmediaciones por tener un Beneficio en su
Parroquia de más elevada categoría, a cuyo frente se halla el Venerable párroco
don José Grillo. Desde el momento en que le contempláramos en la noche del
Jueves día octavo de Corpus, cediendo lleno de humildad cristiana la
presidencia que ocupaba en el coro de su iglesia al joven presbítero D. José
Díaz, venerable párroco del Realejo bajo, que allí se hallaba de tránsito para
su destino, y notáramos el singular gozo que con ello recibía, nos vimos
impulsados varios concurrentes a indagar el carácter y cualidades del sugeto
que daba tal muestra de bondad y de modestia evangélica:
«Es un hombre, se nos dijo, que,
sin ser visto agraviar a los habitantes de Vilaflor, merece ocupar un lugar
preferente en una de las principales poblaciones de la isla. Ese
párroco adornado de las más
bellas cualidades con que le dotara la divina Gracia, no conoce, ni como
ministro de Dios ni como hombre privado, la envidia, el orgullo, el egoismo ni
la avaricia: la caridad, la humildad y el desprendimiento de los mentidos
bienes de esta vida, hé aquí los tipos que le adornan. El no distingue para el
acto del enterramiento al rico ni al pobre: para él todos son iguales; y a
todos dá honrosa sepultura como hijos de un mismo padre que está en el cielo: y
si recibe alguna remuneración, sin contratar, de la casa que puede darla, no lo
hace tanto por su utilidad y provecho, como por el de los ministros pobres que
están dedicados al servicio de la iglesia. Administra el bautismo sin exigir
estipendio forzoso: porque el bautismo es la Gracia del mismo Dios que por los inefables
méritos de N.S. Jesucristo transmite el Sacerdote a la criatura, y sabe que esa
Gracia no tiene precio en lo humano porque el que no sea regenerado por el agua
y el Espíritu Santo no puede entrar en el Reino de Dios. Nos dice la misa del
alba todos los días festivos, no obstante que no ha estado impuesta, porque
conoce las diversas posiciones en que se hallan sus feligreses a quienes ama
con el mismo amor que le impone
Aquel de quien es ministro. Y
porque les ama, no pierde momento alguno en aprovechar las horas
menos molestas a
sus necesidades, especialmente
en la cuaresma,
para exhortarles con suavidad y sin aspereza ni acritud, conduciéndoles
por la senda del amor a Dios y a nuestros semejantes, que es la ley fundamental
de todo cristiano. Esta noche misma está costeando de su propio peculio esta
función, como las de toda la octava; y
siempre cubre los vacíos que no
puede llenar las cortas asignaciones del presupuesto parroquial.
El distrito parroquial de
Vilaflor, que había quedado muy reducido tras las sucesivas desmembraciones de
Arico, Granadilla, Chiñama, San Miguel y Arona, extendía todavía su
jurisdicción a los pagos de La
Escalona, Ifonche y Jama, a donde acudía con frecuencia el
beneficiado para atender a sus feligreses. De la parroquia de San Pedro Apóstol
dependían también la capilla del extinguido convento agustino, que hacía de cementerio,
y la ermita de San Roque, situada a un extremo del pueblo, que tenía función
anual. En ambas, así como en el templo matriz, se llevaron a cabo diversas
obras de mejora en el largo apostolado del Sr. Grillo.
Actividad parroquial,
electoral y social
El 25
de diciembre de
1843, la
Junta Auxiliar de
Gobierno de la Provincia de
Canarias, en vista de las
reclamaciones presentadas sobre el censo electoral de esta provincia, acordó
incluir en Vilaflor a “D. José Lorenzo Grillo Vble Beneficiado”, como elector
comprendido en el 2º caso, “por poseer una renta líquida anual de 1.500 rs.”.
El 22 de noviembre de 1864 acudió a votar como elector, para el nombramiento de
un diputado a Cortes por la 2ª Sección del Distrito electoral de la ciudad de La Laguna, que tenía su sede
en Granadilla de Abona. El 14 de noviembre de 1865, el 1 de enero de 1866 y el
1 de enero de 1867 figuraba entre los electores de Vilaflor, “por pagar 20 ó mas escudos” de contribución.
El 1 de enero de 1889 aún estaba entre los mayores contribuyentes de Vilaflor,
que con arreglo a la Ley de 8 de
febrero de 1877 tenían derecho a elegir
compromisarios para Senadores del Reino; en igual situación continuaba el 15 de
febrero de 1899.
El 29 de enero de 1861 falleció
en Vilaflor su madre, doña Teodora Oliva y Bethencourt, tras recibir los Santos
Sacramentos; contaba 90 años de edad, había testado y ya era viuda de don José
Lorenzo Grillo; al día siguiente recibió sepultura en el cementerio provisional
de dicha localidad. Y en ese mismo año, don José Lorenzo Grillo se inscribió en
la “Piadosa Unión de Sufragios Mutuos” establecida por el obispo de Canarias
entre el clero de su Diócesis y de la de Tenerife; figuraba como “Párroco
propio de Villaflor”.
El 8 de marzo de 1880 respondió a
una circular enviada desde la
Secretaría castrense del Obispado, a través del arcipreste
del Sur de Tenerife: “En esta parroquia de mi cargo no he conocido Eclesiástico
ascrito a la
Jurisdicción Castrense, en la actualidad, no hay mas
eclesiásticos que el parroco que subscribe, y tampoco ha obtenido nombramiento
castrense”. Y el 28 de enero de 1881 respondió a otra circular del Obispado,
enviada por la misma vía: “En este pueblo no existe Casa, ni huerto que
corresponda a la parroquia, ni á ninguna corporación Religiosa, solo hay media
casa que pertenece al cuadrante de la Iglesia de la que tengo dada relación”.
El 18 de junio de 1881 estaba
incluido en la “Relación de los Sres. Párrocos que no han remitido al cobro los
recibos de las cantidades que han devengado por el trabajo de extender los
extractos relativos al movimiento de la población correspondiente al año de
1876”, que fue confeccionada por
los “Trabajos estadísticos” del Instituto Geográfico y Estadístico en la Provincia de Canarias.
Don José Lorenzo Grillo figuraba en dicho listado con 71 extractos admitidos y
2,84 pesetas devengadas por dicho concepto.
Como cura de Vilaflor, en marzo
de 1889 contribuyó con 5 pesetas a la suscripción para el socorro de las
necesidades del Hospital provincial de Santa Cruz de Tenerife, con motivo del
incendio ocurrido el 17 de marzo del año anterior. También como párroco de
dicho pueblo, a comienzos de 1892 se inscribió como socio titular de esta
Diócesis en el Congreso Católico Nacional que se iba a celebrar en Sevilla en
el mes de octubre de dicho año y por la Junta Central de
Sevilla se expidió a su favor el correspondiente título. Asimismo, en función
de su cargo, en abril de 1893 encabezó un escrito de apoyo al Dr. Dolkowsky,
por la gran labor sanitaria que estaba realizando en Vilaflor durante su
estancia en este pueblo, que también fue firmado por las personas más
destacadas del mismo.
Fallecimiento y notas
necrologicas
En el aspecto personal, cuando
consideró que no podía quedarle mucho tiempo de vida, se trasladó al pueblo de
Granadilla para otorgar testamento, lo que hizo el 14 de junio de
1880 ante el notario don Vicente
María Vivas y Perdomo, instituyendo por heredera universal de todas sus propiedades
a su sobrina doña Teodora Fumero Pérez de Morales, quien se había hecho cargo
de su cuidado desde 1861, al fallecer su madre doña Teodora; para el
cumplimiento del mismo nombró albaceas testamentarios a don Miguel Alfonso
González, vecino de San Miguel, y a don Antonio Martín Fumero, que lo era de
Vilaflor. Pero curiosamente, nuestro biografiado aún habría de vivir durante
casi 20 años más.
El presbítero don José Lorenzo Grillo y Oliva, beneficiado
propio de la iglesia de San Pedro Apóstol, falleció en su domicilio de
Vilaflor, calle de Santo Domingo nº 1, el 22 de marzo de 1900 a las tres de la
madrugada, a “consecuencia de vejez”; había recibido los Santos Sacramentos y
contaba 89 años de edad, de los que había permanecido 61 al frente de su
parroquia natal, de forma ininterrumpida. Al día siguiente se oficiaron las
honras fúnebres por don Julio Mendoza y Morera, cura ecónomo de San Antonio
Abad de Arona, “como párroco más cercano”, quien ordenó dar sepultura a su
cadáver en el cementerio de la localidad, por entonces situado en la capilla
del Convento en el que había profesado.
El periódico La Opinión se hizo eco de su
muerte el 26 de ese mismo mes:
Ha fallecido en Vilaflor, á la
avanzada edad de 90 años, el cura párroco don José
Lorenzo Grillo.
Era fraile agustino del
extinguido convento de aquel pueblo. A su entierro, que fué solemne, asistieron
los párrocos de Arona, San Miguel, Granadilla y Arico, y numerosa concurrencia
de varios pueblos limítrofes, sobre todo de Vilaflor, donde fray José había
nacido y era muy querido y respetado.
Descanse en paz el venerable anciano y virtuoso sacerdote.
Asimismo, La Región Canaria también informó escuetamente de su
muerte el 29 de dicho mes: “Ha fallecido en Vilaflor el virtuoso sacerdote,
párroco de aquel pueblo, Fr. José Lorenzo Grillo.- D. E. P.”. Pero este mismo
periódico amplió la noticia dos días después, incluyendo una reseña de su
entierro:
Ampliando la noticia
que dimos en
nuestro último número,
respecto al fallecimiento del
venerable párroco de Vilaflor, D. José Lorenzo Grillo y Oliva acaecido el día
22 del mes actual, debemos añadir que, el finado vivió hasta la avanzada edad
de noventa años.
Virtuosísimo sacerdote y modelo
de ciudadanos, fué grandemente querido y respetado por todos, teniendo la
gloria de que, al abandonar la tierra, ni una sola persona de las que le
conocieron y trataron dejara de llorarle.
Su entierro fué una gran
manifestación de duelo; habiendo asistido á él –dando al muerto su última
prueba de cariño– los párrocos de los pueblos limítrofes: Arona, San Miguel,
Granadilla y Arico; y muchos vecinos de los referidos pueblos, entre otros, los
Sres. D. Miguel Alfonso González, D. José Frias Pomar, Juez municipal de
Granadilla, D. Antonio García Frias, D. Agustín Villalva y muchísimos otros
cuyos nombres no recordamos: todos los de Vilaflor, sin distinción alguna de
clases, pues el llorado párroco repartía por igual entre todos, sus saludables
consejos, siendo además para los pobres unpadre sumamente caritativo.
¡Descanse en paz el virtuoso sacerdote y honrado
ciudadano!...
El semanario católico “La Verdad” también recogió la
triste noticia, en su edición de ese mismo día 31 de marzo, en una nota
necrológica titulada “D. José Lorenzo Grillo”:
Después de medio siglo de cura
propio de Vilaflor, a la edad de noventa años, ha entregado su alma a Dios en
estos días el respetable sacerdote cuyo nombre encabeza estas líneas.
Fraile claustral del extinguido
convento de agustinos de esta población, él fue el que sumió la sagrada hostia
en el templo del Espíritu Santo cuando la exclaustración de
1836.
Vivió santamente; querido y
respetado de sus feligreses que con el mayor afecto le llamaban casi todos padrino.
El pueblo entero de Vilaflor llora su muerte.
En igual fecha (31 de marzo), el
Diario de Las Palmas incluía una breve nota sobre su muerte en las noticias de
la provincia: “Ha fallecido en Villaflor, á la avanzada edad de 90 años, el
cura párroco D. José Lorenzo Grillo. / Era fraile agustino del extinguido
convento de aquel pueblo”.
Como curiosidad, en un artículo
publicado en la revista La
Atlántida, del 15 de abril de 1901 se recogía que la joven
pintora Lía Tavío, natural y vecina del Puerto de la Cruz, había confeccionado un
retrato de este conocido sacerdote, que causaba la admiración de cuantos lo
habían visto: “Pinta bien la
Srta. Lía. El retrato al óleo del octogenario párroco D. José
Lorenzo Grillo, muerto recientemente, trasladado al lienzo por ella, ha
producido una verdadera conmoción en
Vilaflor, donde por
espacio de cuarenta
años ejerció aquel sacerdote el ministerio parroquial.
Aquellas buenas gentes que tanto amaban á su virtuoso pastor han enaltecido con
su agradecimiento el pincel de la
Srta. de Tavío”.
Con su muerte desaparecía el
decano de los sacerdotes diocesanos, que, además, estableció el récord de
permanencia en una misma iglesia, no solo en la mencionada localidad sino en
todo el Sur de la isla de Tenerife, el cual no ha sido superado hasta el
presente.
(Octavio Rodríguez Delgado,2012) [blog.octaviordelgado.es]
Notas:
1
Sobre este personaje puede verse también otro artículo de este mismo
autor: “Personajes del Sur (Vilaflor): El beneficiado don José Lorenzo Grillo”.
El Día (La Prensa
del domingo), 3 de julio de 1988. Con posterioridad, la reseña biográfica se ha
visto enriquecida con nuevos datos.
2 “Obispado de Tenerife. Junta Diocesana de Regulares”.
Boletín Oficial de la
Provincia de Canarias, miércoles 24 de agosto de 1836, pág. 2
(939).
3 Boletín Oficial de Canarias, 16 de enero de 1847, pág. 4.
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