1926 diciembre 14.
Nació en El Escobonal,
Güimar, Fortunato Gómez Cubas
(1926.2002), Minero, cantero, labrador. Emigrante, músico de orquesta,
folklorista, director musical y compositor
El presente artículo está
dedicado a un entrañable escobonalero, don Fortunato Gómez Cubas, un hombre
sencillo, a quien tuve la fortuna de conocer y tratar personalmente. En su
juventud trabajó en una galería de agua, en una cantera y en la agricultura,
aunque fue esta última la que marcó casi toda su vida. Además, como otros
muchos canarios de su época, buscó mejorar su fortuna en el extranjero,
habiendo emigrado en una ocasión a Brasil, en dos a Venezuela
y en otra
a Holanda. Pero, sobre todo,
destacó como músico
autodidacta, llegando a dominar la guitarra, el laúd, el violín y el
acordeón, aunque también cantaba. Perteneció a las orquestas “La Alegría” y “Ritmo del Sur”
de El Escobonal, así como a varias agrupaciones folclóricas: la Rondalla “El Escobonal”,
“Los Cinco de Agache”, la
Rondalla del Club de la Tercera Edad de
Güímar, la Rondalla
de África Alonso y la
Agrupación Musical “Antón Guanche” de Candelaria, de la que
fue director. Asimismo, destacó como compositor de numerosas canciones canarias
populares.
Su conocida familia
Nuestro biografiado nació en El
Escobonal el 14 de diciembre de 1926, siendo hijo de
don Carlos Gómez Rodríguez y doña
Peregrina Cubas Castro. Fue bautizado en la parroquia de San Joaquín de Fasnia
por el cura párroco don Celso González Tejera, encargado por entonces de la iglesia
de San José. Siempre fue conocido en su pueblo natal como “Nato”.
Creció en el seno de una familia
sencilla de agricultores, pero de cierto prestigio local, pues su
abuelo gomero, don
Abelardo Cubas Padilla
(1850-1914), fue escribiente, agrimensor, sochantre, alcalde
pedáneo de Agache y fielatero de El Escobonal. También sobresalieron dos de sus
tíos: don Pedro Indalecio Cubas Castro (1885-1948), quien era apreciador de
tierras, hacía particiones y ejerció como tercer teniente de alcalde del
Ayuntamiento de Güímar; mientras que don Evaristo Cubas Castro (1888-?) fue
agrimensor y escribiente, así como presidente de la Sociedad Cultural
“El Porvenir” de El Escobonal y de la Quinta Canaria de La Habana. Además,
destacaron algunos de sus primos hermanos: don Patricio Rigoberto Cubas Huertas
(1911-1960), caballero mutilado de Guerra; Sor Erudina Cubas Hernández “Madre
Nazaret” (1915-1983), religiosa de la Santa Casa de Nazaret y maestra; don Urbano Cubas
Hernández (1917-1947), sargento de Artillería; doña Alfonsina Hernández Cubas
(1923), Licenciada en Filosofía y Letras; doña Agustina Censa Hernández Cubas
(1931), maestra; y don Ernesto Cubas Delgado (1940), contable. En cuanto a sus
hermanos, don Agustín Otero, don Luciano David y don Dionisio Gómez Cubas,
también fueron músicos y pertenecieron a la orquesta “La Alegría” de El Escobonal.
Minero, cantero y labrador
Volviendo a don Fortunato, cursó
los estudios primarios en la escuela de niños nº 2 de
El Escobonal, situada en La Montaña, con el maestro
gallego don Manuel Tejelo Guerrero, casado en dicho pueblo. Simultáneamente,
desde niño se fue iniciando en el
trabajo, al colaborar con sus padres en las tareas agrícolas. Luego,
tras ser alistado por su quinta en el Ayuntamiento de Güímar, prestó el
servicio militar como soldado de Infantería en Santa Cruz de Tenerife.
Después de licenciado, el 23 de
junio de 1951, a los 24 años de edad, contrajo matrimonio en la parroquia de
San José de El Escobonal con doña María del Carmen García Díaz, conocida por
Carmela, hija de don Tomás Fortunato García Marrero y doña Benigna Díaz
Perdomo, naturales de dicho pueblo; los casó el cura ecónomo Dr. don Felipe
García Peñalvo y actuaron como padrinos don Nicolás García García y doña
Mercedes García Díaz. Se establecieron en Lomo de Montijo, donde han vivido
siempre.
Por entonces, nuestro biografiado
trabajó durante varios años en la galería “Morro Negro”, picando y sacando
escombros. Posteriormente estuvo trabajando unos dos años en una cantera de
piedra en la costa de Arico. No obstante, dedicó la mayor parte de su vida, a
la agricultura, oficio en el que permaneció hasta su muerte, cultivando sobre
todo papas, batatas, pimientos, zanahorias y hortalizas, además de viña, en su
finca de El Cercado, en el Lomo de Pablo de Lomo de Mena, así como en los
trozos de terreno que tenía dispersos por El Cubacho, El Mocán y el Risco de la Viña.
Músico de orquesta y emigrante en Brasil, Venezuela y Holanda.
Pero a Nato lo recordamos, sobre
todo, como músico, pues al igual que el resto de su familia, siempre poseyó un
gran oído. Así, desde su niñez él solo aprendió a tocar la guitarra, tomando
prestada a escondidas la que poseía su hermano Otero, y asistiendo a los
ensayos de las dos orquestas de cuerda que por entonces existían en el pueblo;
luego se dedicó al laúd, que fue el instrumento al que estuvo más unido, aunque
también aprendió a tocar el violín, así como a cantar los aires de la tierra o
un sentido bolero, con una voz personal y melodiosa, que deleitaba al público1.
Una vez adquiridos los
conocimientos básicos, hacia 1940, con tan solo 13 años, se unió a otros chicos
del Lomo de Montijo que habían formado una orquesta de cuerda, la cual, al ser
cuatro de sus miembros hijos de doña Peregrina Cubas (Otero, Nato, David y
Niso), pasó a ser conocida como “Los Peregrinos”. Ensayaban en La Hoya, en la casa paterna de
don Octavio Rodríguez, que asumía la dirección, y con un repertorio centrado en
el folclore canario, al que
fueron añadiendo pasodobles
y melodías bailables
sudamericanas. Comenzaron actuando, sobre todo, en los bailes de asalto
del antiguo casino de La Fonda,
así como en las verbenas de la plaza. Cuando don Octavio fue al servicio
militar, en 1944, la orquesta siguió actuando bajo la dirección de don
Fortunato, quien pasó a tocar el violín. Apartir de 1946, tras la
reincorporación de aquel, la orquesta pasó a denominarse “La Alegría”, como figuraba
escrito en el bombo. Poco tiempo después la orquesta se enriqueció con una
batería y una trompeta, llegando a actuar en casi todos los pueblos del Sureste
de Tenerife: El Escobonal, Lomo de Mena, La Medida, Fasnia, La Zarza, Arico, Porís de
Abona, El Bueno, Chajaña, etc., hasta los que se desplazaban en guagua o, en
muchas ocasiones, a pie.
Nato abandonó la orquesta hacia
1953, dos años antes de su disolución, para emigrar a Brasil, donde trabajó en
el campo durante un par de años, hasta 1955, en que regresó a Tenerife. Durante
su estancia en ese gran país sudamericano compró una guitarra, que tocaba como
entretenimiento después del trabajo. Ese instrumento le acompañó también en sus
dos viajes a Venezuela, a donde emigró por primera vez hacia 1956,
permaneciendo en dicho país durante tan solo nueve meses, y al que regresó en
1959, para trabajar durante dos años con sus paisanos los hermanos Pérez
Castro, cargando mercancía para los puestos del mercado.
Antes del segundo
viaje a Venezuela,
nuestro biografiado había
comprado un acordeón a don Argelio
por 1.500 pesetas. Pero no contento con las prestaciones del instrumento lo
vendió y compró otro de más calidad en Santa Cruz de Tenerife, que le costó 9.000
pesetas. Tras su regreso a El Escobonal, hacia 1962 se integró con su acordeón
en la nueva orquesta “Ritmos del Sur”, formada dos años antes y dirigida por
don Ambrosio Domínguez “El Panadero”. Pero en 1966 la abandonó para emigrar a
Holanda, donde solo permaneció un año,
trabajando en una
fábrica. En ese
país europeo adquirió
su tercer acordeón, del que ya no
se separaría y con el que pasaba tocando los ratos de ocio, para alegría de sus
compañeros de trabajo.
De regreso a El Escobonal, Nato
intentó rifar el anterior acordeón que había comprado en Santa Cruz, pero al
haber quedado en su poder el número premiado, terminó vendiéndolo. Hacia 1967
se integró de nuevo en la orquesta de su pueblo, ahora bajo el nombre de “Los
Cinco del Sur” y dirigida por don Octavio Rodríguez, pero que tras su
incorporación volvió a la denominación original, aunque con una pequeña
variante, “Ritmo del Sur”. En su última etapa, esta orquesta, la última que ha
tenido nuestra comarca, contaría con batería, acordeón, saxofón, trompeta, bajo
y vocalista, y ensayaba en la casa del director, en la plaza. Se disolvió en
1970, tras actuar el domingo de Piñata en el Parque Recreativo de Santa Cruz de
Tenerife, dejando atrás una década de existencia, en la que había recorrido
gran parte de la geografía insular, dentro de la franja comprendida entre
Adeje, por el Sur, y Camino de Chasna, por el Norte.
Componente destacdo
de las rondallas de El Escobonal y de la tercera edad de Güimkar, y fundador de
“Los Cinco de Agache”
En cuanto a la vertiente
folclórica, don Fortunato perteneció a la Rondalla de “Coros yDanzas de El Escobonal”, que
existió entre 1967 y 1974 bajo la dirección musical de don Joaquín Rodríguez, y
que llegó a actuar en el Teatro Guimerá y a salir en dos programas de
televisión; en dicha agrupación, nuestro biografiado tocaba el laúd y
participaba en el canto. Años más tarde, al crearse en 1980 la Rondalla “Axantemir” del
mismo pueblo, también se integró en ella, que por entonces era dirigida por don
Juan Campos de la Rosa.
Pero en 1981 abandonó dicha
agrupación, junto a cuatro de los miembros más veteranos: don Juan Rodríguez Díaz
(Juanillo), don Bernardo
Rodríguez Díaz (El Cojo Facundo), don Vicente Díaz Marrero y
doña María de la Luz Díaz
Palenzuela (Adita). Con ellos fundó el grupo “Los Cinco de Agache”, al que
luego se unió don José Díaz Palenzuela (Josefillo) y en el que nuestro
biografiado, además de tocar el laúd y el acordeón, también cantaba. Durante
cinco años recorrieron, con su extenso y variado repertorio, los escenarios
festivos de la isla, así como numerosos hoteles y restaurantes del Sur. Y
cuando este grupo se disolvió, en 1986, Nato siguió cumpliendo los compromisos
adquiridos con algunos restaurantes, acompañado solamente por su compañero
Juanillo.
Al término de dicha etapa, pasó a
formar parte de la Rondalla
del Club de la Tercera
Edad de Güímar, en la que permaneció durante cuatro años
tocando el laúd, bajo la dirección de su paisano don Julio Díaz Gómez (Yuyo).
Luego se integró en la
Rondalla de África Alonso, de la misma ciudad y dirigida
también por Yuyo, en la que estuvo unos tres años y medio tocando el mismo
instrumento. Con esa agrupación, que ensayaba en la finca “Las Palmeritas” del
director, llegó a grabar un cassette en los estudios Acentejo, en 1992, que
contenía tres de las canciones compuestas por Nato.
Director de la agrupación musical “Antón Guanche” de Candelaria y
composittor
Finalmente, hacia 1995 don
Fortunato se incorporó como director a la Agrupación
Musical “Antón Guanche” del Club
de la Tercera Edad
de Candelaria, al frente de la cual permaneció durante siete años, hasta su
muerte, y para la que compuso una canción que es considerada el himno de la
rondalla, titulada “Candelaria bonita”. Con dicha agrupación, no solo recorrió
numerosas localidades tinerfeñas sino que también actuó en Teror, con motivo de
la festividad de la Virgen
del Pino; en El Hierro, por la bajada de la Virgen de los Reyes; y en Cuba, a donde fueron en
1997, durante 15 días, en los que actuaron en Santiago de Cuba, Camagüey,
Morón, Cienfuegos, Santa Clara, La
Haban, Pinar del Río y, como no, ante la Virgen del Cobre, patrona
de dicha isla. Pero, sin duda, una de las actuaciones más emotivas para su
director tuvo lugar en la plaza de El Escobonal, donde actuó en un festival
organizado por el Club de la
Tercera Edad de dicha localidad y celebrado en el mismo año
de su muerte, pues hacía muchos años que Nato no actuaba ante el público de su
pueblo natal.
Desde su juventud, don Fortunato
había mostrado una cierta facilidad para componer. Por ello, aunque no tuviese
estudios académicos musicales ni llegase a conocer el Solfeo, compuso a lo largo
de su dilatada vida musical numerosas canciones, pero, probablemente, las
primeras pasarán a la historia de la música canaria como de autor desconocido,
ya que ni él mismo recordaba algunas de sus letras, al no haber tenido la
precaución de anotarlas en algún papel para que de ellas quedase constancia
documental2. Afortunadamente, sí dejó escritas las últimas once canciones que
compuso en las dos últimas décadas, en letra y música, a veces rescatando obras
que dormían desde
hacía tiempo en
un rincón de
su memoria. Esas canciones, en las que cantó a diversos
lugares de la isla y a nuestra gente, fueron interpretadas por los últimos
cuatro grupos en los que estuvo; sus títulos son: “El campesino”, “Mujer
canaria”, “Mi bella Laguna”, “Bonito Valle de Güímar”, “Mi terruño”,
“Taganana”, “Roque Negro”, “El labrador”, “Que viva el Mesías”, “Añorando mi
tierra” y “Candelaria bonita”. La letra de esta última fue publicada en el
periódico Tagoror en marzo de 2003, tras su muerte, mientras que la de “El
campesino” se reprodujo en el mismo periódico en abril y diciembre de dicho
año.
A su faceta de compositor se
refirió en un bello artículo una componente de la Agrupación “Antón
Guanche” de Candelaria, doña Imagelia Orihuela Cruz, aunque confunde el nombre
de nuestro biografiado:
Si yo supiera escribir, le
pediría al Sr. Gómez Cubas: Escríbeme una canción; se lo diría a ese hombre
sencillo y humilde, pero con una capacidad inmensa para la creación de las
canciones (letra y música) a su tierra, a su pueblo. Me estoy refiriendo al Sr.
Donato [sic] Gómez Cubas, nacido y vecino del pueblo del Escobonal, Güímar,
director del grupo musical Antón Guanche de Candelaria, que dirige a un grupo
de amigos (jóvenes y mayores), que se
reúnen todas las semanas para ensayar los cantos de nuestra tierra; casi todas las
canciones son creadas por él, pero nunca hace alarde de ello, todo lo
contrario, a veces le preguntamos por qué no las publica, y así la gente las
conoce, y nos contesta con esa característica suya, de ese honrado canario
bajando la cabeza, y una humildad en su voz diciendo: bueno, ahí están, yo
disfruto mucho en hacerlas y me recreo en oírlas, el día de mañana éste será mi
recuerdo, mi paso por la vida para que las nuevas generaciones no las olviden y
se animen a seguir.3
Fallecimiento y homenaje postumo
En la tarde del sábado 9 de
noviembre de 2002, mientras se encontraba en Candelaria
ensayando con la Rondalla, don Fortunato
Gómez Cubas comenzó a sentir un dolor agudo en el pecho y, a pesar de que su
esposa trató de convencerlo de que fuese al médico, no quiso ir y conduciendo
su “land rover” llegó hasta su casa del Lomo de Montijo, en El Escobonal,
donde, nada más entrar y tras colocar el laúd en su sitio habitual, falleció a
consecuencia de un infarto; eran las siete de esa misma tarde y se puede decir
que prácticamente murió al pie del cañón, con un instrumento musical en las
manos. A las cuatro de la tarde del día siguiente se efectuó el sepelio, desde
la cripta de San José de El Escobonal a la parroquia del mismo nombre, donde se
oficiaron las honras fúnebres por el cura párroco don José Agustín León
Rodríguez, y a continuación recibió sepultura en el cementerio de dicha localidad.
Le faltaba un mes para cumplir los 76 años de edad.
Pocos días
después, la mencionada
doña Imagelia Orihuela,
componente de la Rondalla de Candelaria, se hizo eco de su muerte
en un emotivo artículo, que sería publicado en El Valle: “El pasado sábado día
nueve de noviembre, nos dejó para siempre nuestro querido director de la
rondalla Agrupación Musical “Antón Guanche” de Candelaria, don Fortunato Gómez
Cubas. / Después de haber pasado toda la tarde en nuestra compañía ensayando,
como de costumbre todos los sábados, nos hemos quedado afligidos de la triste
noticia de su muerte, una hora después, pues todos nos sentíamos muy orgullosos
de su amistad, de sentirnos sus amigos y compañeros”. Y, tras enumerar las
canciones que había compuesto, concluía el artículo con las siguientes frases:
“Aquí cerramos este capítulo, esta fue su vida, nos ha dejado un grato recuerdo
por su sencillez, su humildad y su honradez que todos supimos apreciar. / No te
olvidaremos querido Nato, descansa en paz”.4
Pasados unos días de su muerte se
ofició una misa por su alma en la misma iglesia de El Escobonal, que en
reconocimiento a su trayectoria tuvo un acompañamiento musical, asumido por
tres componentes del Grupo “Herques” (su nieto Josué Rodríguez, Juan Carlos
Díaz y Jorge Hosp), quienes
tocaron un “Arrorró” y unas “Folías”. Y el jueves 28 de ese mismo mes de
noviembre, a las seis de la tarde, se ofició otra misa por su alma en la Basílica de Ntra. Sra. de
Candelaria, por encargo del Centro de la Tercera Edad “Antón
Guanche” y los componentes de su agrupación musical, que actuaron en la misma,
como despedida a su querido director.
Le sobrevive su esposa, doña
Carmela García Díaz, reconocida caladora, que, además de un sinnúmero de
trabajos retribuidos para el Cabildo y varias empresarias particulares, ha
confeccionado 23 manteles y 38 pañitos pequeños para diversas iglesias y
ermitas de la isla, así como para las capillas del cementerio de El Escobonal y
de algunos centros sanitarios, habiendo participado, además, en numerosas
ferias de artesanía.
Don Fortunato y doña Carmela
procrearon dos hijas: doña Peregrina, casada con don Argimiro Rodríguez de la Rosa; y doña Benigna Gómez
García, esposa de don José Enrique Rodríguez Pérez; ambas con sucesión. Y dos
de sus nietos han heredado la vocación musical de Nato: Josué Rodríguez Gómez,
que actualmente es componente del Grupo “Herques”, además de presidente del
Tagoror Cultural de Agache; y Moisés Rodríguez Gómez, que se inició en la Banda de Música de Güímar,
aunque luego no continuó la carrera musical.
Casi once años después de su
muerte, el 21 de septiembre de 2013, se le tributó un homenaje póstumo al
recordado músico y folclorista don Fortunato Gómez Cubas en la plaza de San
Carlos de El Tablado, dentro del XII Festival folclórico “Cirilo El
Tamborilero”, organizado por la Asociación Cultural “Atenguajos” de dicho barrio,
en el marco de las Fiestas en honor de San Carlos Borromeo.
Quisiera acabar esta reseña con
una copla de la recordada canción que Nato dedicó “El
Campesino”, emotiva descripción
de sus raíces en la comarca que lo vio nacer:
Que viva El Escobonal y su patrón
San José, esa es mi tierra natal, tierra que no olvidaré,
tierra alegre y campesina que no
se puede igualar, donde nació la
Berlina, tan alegre y popular.
Deseo que este artículo sirva
como tributo a un hombre de la tierra, a un modesto agricultor y emigrante, que
dedicó gran parte de su vida a la música, especialmente al folclore de la
tierra, como intérprete, director y
compositor, contribuyendo con entusiasmo y entrega a mantener la rica tradición
folclórica de la comarca de Agache.
(Octavio Rodríguez Delgado, 2013) (Cronista
Oficial de Güímar) [blog.octaviordelgado.es]
Notas:
1 Luisa CHICO PÉREZ (1997).
Agacheros. 60 años de folclore. Pág. 99.
2 CHICO P3 Lamentablemente, en el
recorte que conserva la familia no figura el nombre del periódico ni la fecha
de publicación.
ÉREZ, op. cit.
4 AILEGAMI (Imagelia Orihuela
Cruz). “Esta fue su vida”. El Valle, nº 6, enero de 2003, pág. 2.
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