1684.
El año de 1683 no fue un buen año para la
isla de Fuerteventura. Sus habitantes subsistían gracias al ganado y a los
cultivos de cereales. Y ese año no llovió. Los animales ante la escasez de agua
fallecían y los cereales yertos yacían en las gavias sin llegar a granar.
El hambre
apareció en la isla y ni el marisco ni el cosco debieron de abastecer a
la población que tremendamente necesitada optó por emigrar hacia las hermanas
mayores. Los datos de la época nos documentan
que de 600 familias que habían en la isla, quedaron sólo unas 150 y ello
a pesar del peligro que se corría de ser capturados por los moros en la
travesía a Gran Canaria.
El Alcalde
Mayor Sebastián Trujillo organizó la evacuación , puesto que hay
"andando por la Villa
mucha gente pobre que de ser así perecerá" por lo que un velero
denominado El Griego sería el encargado de trasladar hacia Gran
Canaria a un buen número de
necesitados. Allí, los majoreros deambulaban por las calles de las Palmas y
Puerto de las Isletas “flacos y desvalidos” llegando a fallecer muchos de
ellos y aunque en las actas eclesiásticas no constan más que 40 los
fallecidos en 1684, en los Acuerdos del Cabildo de Fuerteventura se habla
de que fallecieron más de 500, sobreviviendo muchos gracias al reparto de
pan. Finalmente las autoridades optaron por reenviar a Fuerteventura a todos los que no tuvieron
forma de sustentarse, dándoles 2 kilos de gofio a cada uno para que no murieran
en el viaje
En el
velero “El Griego” en 1684
pudieron embarcar a 160 y de nuevo hacia
Fuerteventura, con tan mala fortuna que
al bordear las costas de Jandía el barco encalló en las bajas
cercanas a la costa y se hundió, falleciendo la mayor parte de su pasaje. En el desastre sólo hubo 20
supervivientes.
Desde esa época el lugar es conocido en
Jandía como las bajas del Griego y la
zona se considera como peligrosa para la
navegación. Las lluvias restablecieron durante algún tiempo la normalidad, pero los años
1683-84 dejaron una profunda y
calamitosa huella que es bueno que las generaciones posteriores la
conozcan. (Roberto Hernandez Bautista y
Fabiola Herrera Melian)
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