La entrega previamente pactada a los
invasores castellanos de Mesequera hecho que tuvo lugar el 12 de febrero de
1482 según Millares Torres.
Por su parte, el
historiador criollo Marín de Cubas cuando nos narra la entrega a los invasores
de la Princesa
Arminda y con ella la soberanía de Canaria a los mercenarios
castellanos, nos describe la vestimenta de la princesa y de algunos de sus
parientes y Guayres: “Después del mes de junio envió Pedro de Vera recado a D. Fernando
Guanartheme, que hiciese venir á su sobrina (Arminda) con los demás nobles sus
parientes, al Real, a entregarse como estaba pactado; y luego dieron orden de
traerla desde Tirajana por Telde, sin que viniese con ella ningún cristiano
español, traíanla en hombros cuatro capitanes nobles, de cabello largo
rubio, en unas andas de palo a modo de parihuelas, sentada, vestida de
gamuza a modo de badana o pieles adobadas,
de color acanelado; venían delante de las andas cuatro capitanes
con capotillo de badana llamados tamarcos, braguillas de junco,
majos en los píes y guapiletes en la cabeza, y lo
demás desnudo; al lado de las andas, algo hacía atrás, dos tíos suyos Faisajes,
y después se seguía un grande acompañamiento de hombres, todos que servían de
traer las andas a remuda. Salió Pedro de Vera con mucha gente al recibimiento,
y ellos hicieron su entrega por medio de la lengua o intérprete, diciendo que
allí venía la Señora
de toda la tierra, heredera única y legítima hija de su señor Guanarthemy Guanachy
Semidan, legítimo dueño y señor de la verdadera línea y sucesión de
dominio y señorío de la tierra; y que ella entrega voluntaria, y todos sus tíos
y parientes que allí venían, gobernadores de la tierra, en nombre y debajo de
la palabra de su señor el muy poderoso y católico Rey D. Fernando entregaba su
persona y personas al Capitán Mayor de los cristianos que allí presente se
halla, que es Pedro de Vera, del Rey de Castilla y León. Pedro de Vera y demás
caballeros la recibieron a píe, fue abrazando a todos con mucho cariño; traían
todos los canarios el cabello suelto por las espaldas, y la Señora Arminda, que
los españoles llamaron Almendrabella, traía vestido un ropón de
gamuza con medias mangas hasta la sangradera y largo hasta los píes, y zapatos
de lo mismo pespuntados, y vestía una tunicela debajo de la ropa con cuerpo de
jubón a modo de justillo, de más delgada badana; era el cabello largo y rubio,
aderezado con arte, y en él puestas algunas cosas de tocado que le habían dado
a uso de España; y el faldellín pintado á colores; tendría veinte años, era
gruesa y más de mediano cuerpo, robusta, el color algo moreno, ojos grandes y
vivos y el rostro algo alegre y celebrada hermosura, la boca algo larga, la
nariz pequeña, algo anchas las ventanas, el cuello redondo y crecida de
pechos.” (Marín y Cubas) [1694]
Tal como se desprende de lo expuesto por este
y otros autores la soberanía de la isla Tamarant la ostentaba la Princesa Masequera
(Arminda) quien había liderado con Bentejui la defensa de la isla ante los
ataques de Pedro de Vera y había rehusado las ofertas de sometimiento
propuestas por Fernando Guanarteme, en todo caso, la isla no se consideró
sometida hasta tanto no se entregó la princesa, entrega que además se había
pactado meses atrás, cesando durante el tiempo transcurrido entre la
aceptación del pacto y la entrega de Masequera las actividades bélicas por
parte de ambos bandos. Eduardo Pedro García Rodríguez)
Los avatares de la “reina niña”
hasta su multitudinaria entrega un 26 de julio de 1483 en el Real de Las
Palmas son suficientemente conocidos. Como símbolo de la soberanía canaria,
Arminda fue escondida en las tierras más fragosas del interior, a espaldas de
la isla, bajo la custodia de los mejores guerreros insulares al mando de
Tasarte quienes, en defensa de la niña, en el Roque de Ajódar, causaron el
mayor estrago de la guerra a las tropas castellanas.
Su deambular por las cumbres
perseguida por los espías indígenas al servicio de don Fernando de Guadarteme
acaba con la capitulación en un lugar (Ansite) y en un día (29 de abril de
1483) en el que creemos que no se encontraba Arminda, probablemente
oculta en las cuevas más inaccesibles de las paredes de la Caldera de Tirajana,
pues de otro modo hubiera sido aprehendida entonces como lo fue su
prima, la guayarmina regente, conocida más tarde como Margarita Hernández.
Su bautizo se produjo en 1483,
pocos días después de su entrega pactada, siendo oficiado por el Obispo Juan de
Frías en la ermita de Santa Ana. No hay dudas, siguiendo a Marín de
Cubas, acerca del nombre castellano que se le impone, Catalina
Guadarteme, y de quiénes fueron sus padrinos, Rodrigo de Vera, Juan de Mayorga,
el alcalde de la Villa Real
de las Palmas, y su esposa, Juana Bolaños. (Genealogías canarias)
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