Ico
Fue una princesa Maja de la isla de Titoregatra
(Lanzarote)) conocida por ser supuesta hija del capitán vizcaíno Martín Ruiz
del Avendaño y de la reina Faina.
Ico nació en 1378, probablemente, la hija del
capitán vizcaíno Martín Ruiz del Avendaño y de la reina Faina. Su supuesto
padre llegó a Titorteygatra (Lanzarote) arrastrado por una tormenta en un barco
que encalló en 1377 en las costas de la isla. Zonzamas, que gobernaba la isla
en estos momentos, decidió llevar al capitán en su corte de Acatife
(actualmente Villa de Teguise) durante el tiempo en el que ese estuviera en la
isla. El capitán vive allí durante 6 meses. En su estancia en la corte, el
capitán se acuesta con la esposa del rey. Nueve meses después (cuatro meses
después de la marcha del capitán), con la ayuda de una niñera llamada Uga, nace
Ico. A pesar de su pelo rubio y su tez clara (que podría poner en entredicho la
paternidad de Zonzama, pues su pelo y su piel contrastan con la piel morena de
los majos), Zonzamas la cría como hija suya, dejándola a cuidados de Uga.
A la muerte de Zonzamas, la corona fue ocupada
por su hijo Tinguafaya. Sin embargo, en 1399, tras regresar a la isla los
europeos, él y su esposa fueron secuestrados junto a 170 de sus súbditos por el
capitán Gonzalo Peraza Martel con el fin de comerciar con ellos, en la
consideración de esclavos, en los puertos europeos.
Así, Tinguafaya fue sustituido por su hermano
Guanareme en el gobierno de la isla1
Según Juan de Abreu Galindo, Guanareme se casó con Ico y tuvieron un niño:
Guadarfia. Su niñera Uga ayudó a Ico a tenerlo Sin embargo, Guanarame muere
rápidamente, dejando el reinado de la isla libre. Tal vez su muerte fuera
causada por alguna enfermedad.
Debido a esto, el consejo de nobles decide que
Guadarfía sustituya a su padre en la coronación, pero ante la negativa de
muchos Guayres, nobles maxos, que sospechaban que su madre Ico no descendía
directamente de Zonzamas, estos deciden que Ico debe mostrar que es una maja
noble, para que su hijo, Gadarfía, pueda gobernar la isla.
La princesa tiene que pasar la prueba del humo,
mediante la cual, ella debe permanecer encerrada en una choza junto a cuatro de
sus sirvientas. La choza es rodeada por varias hogueras encendidas, que
expanden el humo por toda la choza. Solo si la persona vive, podrá ser
considerada noble, ya que eso querrá decir que el dios la protege. En caso
contrario, "el dios desconocido" la habrá castigado por no ser noble.
Atidamana,
Joven bella y talentosa para los negocios
políticos, habitaba en Gáldar, el más opulento de los señoríos de
Tamarant (Gran Canaria.) Su prudencia y
sabiduría habían hecho de ella el oráculo de la isla, de modo que ni guerras,
ni paz, ni premios, ni castigos se resolvían sin su dictamen.
Era tal la envidia de algunos hombres que comenzaron
a contradecir los consejos de la joven porque eran buenos y eran de ella,
cuando no se burlaban y la menospreciaban abiertamente.
Atidamana, de talante dulce y apacible, juró
vengarse cuando la insolencia fué en aumento.
Gumidafe, caudillo de Gáldar, admiraba y amaba a
Atidamana y no se negó a casarse con ella cuando se lo pidió. A partir de ese
momento la joven empezó a ejecutar su plan. Se arrepentirían de las burlas y
desprecios. Mudaría en sumisión la libertad de la isla.
Gumidafe accedió a los planes de su esposa y reclutó
un ejército de guerreros que el resto de caudillos de Gran Canaria apenas
opusieron resistencia. Marchaban a la cabeza de dicho ejército dando muestras
de su singular fiereza en los combates.
Unos trás otros fueron sometidos los señoríos de
Telde, Agüimes, Agaete, Arucas, Tamaraceite, etc,etc…
Sólo cuando la isla entera al fin quedó sujeta a su
dominio, Atidamana dió por cumplida su venganza.
Tnesoya Vidina
En el
año 1460 antes de que Castilla ocupase Gran Canaria, solían venir a
las Islas algunos barquichuelos dispuestos a pillar en nuestras costas lo que
pudieran.
En una ocasión Diego de Herrera, colono señor de Titoreygatra (Lanzarote,) regresando de la Isla del Hierro, sintió que la brisa empujaba sus naves en dirección al Bañaderos, y no quiso desperdiciar la oportunidad. Saltaron a tierra varios de los suyos, prepararon una emboscada, y eso del amanecer vieron llegar por aquellas inmediaciones un grupo de isleñas canarii en actitud de bañarse. Los de Herrera salieron entonces de su escondite, las hicieron prisioneras y las llevaron a Lanzarote; siendo una de ellas la princesa Tenesoya, sobrina del Guanarteme de Gáldar.
Ocurrió en el paraje que llamaban los Bañaderos.
Hasta allí habían llegado ejecutando sus entradas y correrías las huestes de Diego de Herrera, y allí pudieron escuchar las voces y las risas de tres jóvenes y hermosas isleñas que, desnudas, se bañaban en las orillas del mar. Ocultos en el boscaje los soldados miraban a las muchachas hasta que se decidieron a salir de entre las ramas. huyeron sus dos compañeras, mas Tenesoya, hija del Guaire Aimedeyacoan, sobrina del Guanarteme de Gáldar Tenesor Semidán, cayó en manos de sus captores por más que se debatió y gritó solicitando auxilio. En su socorro sólo pudo acudir su vieja aya Tazirga. También a ella la apresaron.
A Lanzarote llevaron a Tenesoya sus raptores y la entregaron al servicio de doña Inés Peraza, mujer del colono Diego de Herrera. Allí vivió largo tiempo, allí fue instruida en el cristianismo y, luego que se bautizó y tomo el nombre de Luisa, se desposó con Maciot Perdomo, de la casa de Béthencourt.
Mientras
tanto, Tenesor Semidán, su tío, hacía las más vivas instancias para
recuperarla, llegando a ofrecer por su rescate ciento trece cristianos cautivos
que había en su poder. Ante aquella propuesta accedieron los europeos y
cambiaron a Tenesoya por los prisioneros. Apenas se concluyó el canje y regresó
a Gáldar la muchacha acompañada de su aya Tazirga, pronto se reconoció que
aquélla no era la misma Tenesoya que fue robada un día de los Bañaderos de Gran
Canaria.
Masequera
La entrega previamente pactada a los
invasores castellanos de Mesequera hecho que tuvo lugar el 12 de febrero de
1482 según Millares Torres.
Por su parte, el
historiador criollo Marín de Cubas cuando nos narra la entrega a los invasores
de la Princesa
Arminda y con ella la soberanía de Canaria a los mercenarios
castellanos, nos describe la vestimenta de la princesa y de algunos de sus
parientes y Guayres: “Después del mes de junio envió Pedro de Vera recado a D. Fernando
Guanartheme, que hiciese venir á su sobrina (Arminda) con los demás nobles sus
parientes, al Real, a entregarse como estaba pactado; y luego dieron orden de
traerla desde Tirajana por Telde, sin que viniese con ella ningún cristiano
español, traíanla en hombros cuatro capitanes nobles, de cabello largo
rubio, en unas andas de palo a modo de parihuelas, sentada, vestida de
gamuza a modo de badana o pieles adobadas,
de color acanelado; venían delante de las andas cuatro capitanes
con capotillo de badana llamados tamarcos, braguillas de junco,
majos en los píes y guapiletes en la cabeza, y lo
demás desnudo; al lado de las andas, algo hacía atrás, dos tíos suyos Faisajes,
y después se seguía un grande acompañamiento de hombres, todos que servían de
traer las andas a remuda. Salió Pedro de Vera con mucha gente al recibimiento,
y ellos hicieron su entrega por medio de la lengua o intérprete, diciendo que
allí venía la Señora
de toda la tierra, heredera única y legítima hija de su señor Guanarthemy Guanachy
Semidan, legítimo dueño y señor de la verdadera línea y sucesión de
dominio y señorío de la tierra; y que ella entrega voluntaria, y todos sus tíos
y parientes que allí venían, gobernadores de la tierra, en nombre y debajo de
la palabra de su señor el muy poderoso y católico Rey D. Fernando entregaba su
persona y personas al Capitán Mayor de los cristianos que allí presente se
halla, que es Pedro de Vera, del Rey de Castilla y León. Pedro de Vera y demás
caballeros la recibieron a píe, fue abrazando a todos con mucho cariño; traían
todos los canarios el cabello suelto por las espaldas, y la Señora Arminda, que
los españoles llamaron Almendrabella, traía vestido un ropón de
gamuza con medias mangas hasta la sangradera y largo hasta los píes, y zapatos
de lo mismo pespuntados, y vestía una tunicela debajo de la ropa con cuerpo de
jubón a modo de justillo, de más delgada badana; era el cabello largo y rubio,
aderezado con arte, y en él puestas algunas cosas de tocado que le habían dado
a uso de España; y el faldellín pintado á colores; tendría veinte años, era
gruesa y más de mediano cuerpo, robusta, el color algo moreno, ojos grandes y
vivos y el rostro algo alegre y celebrada hermosura, la boca algo larga, la
nariz pequeña, algo anchas las ventanas, el cuello redondo y crecida de
pechos.” (Marín y Cubas) [1694]
Tal como se desprende de lo expuesto por este
y otros autores la soberanía de la isla Tamarant la ostentaba la Princesa Masequera
(Arminda) quien había liderado con Bentejui la defensa de la isla ante los
ataques de Pedro de Vera y había rehusado las ofertas de sometimiento
propuestas por Fernando Guanarteme, en todo caso, la isla no se consideró
sometida hasta tanto no se entregó la princesa, entrega que además se había
pactado meses atrás, cesando durante el tiempo transcurrido entre la
aceptación del pacto y la entrega de Masequera las actividades bélicas por
parte de ambos bandos. Eduardo Pedro García Rodríguez)
Guayarmina
“En honor a su padre, don
Hernando de Guadarteme, la última reina de Canaria, conocida por tal motivo con
el título, que no nombre, de guayarmina, fue bautizada, después de la
capitulación de Ansite y de la inmolación de su esposo Bentejuí, con el nombre
de Margarita Hernández o Fernández, como indistintamente se escribía en la
época. Se dice que la ceremonia fue oficiada por el canónigo Fernando Álvarez,
quien muchos años después sería uno de los declarantes a su favor en la llamada
información guadartémica, en la que también tomó parte, curiosamente, su
probable padrino el conquistador Gonzalo de Aguilar.
Algún tiempo después de recibir
las aguas bautismales, Margarita sería desposada en segundas nupcias, esta vez
cristianas, con el hidalgo extremeño Miguel de Trejo y Carvajal del que algunos
estudios dicen que fue conquistador y otros que poblador.
Nosotros, en ese dilema,
disentimos de la opinión de Miguel Santiago que plantea que dicho personaje
vino a Gran Canaria como soldado de fortuna en la expedición de Miguel de
Mújica. Recordemos sin embargo que en dicha armada, que llega a las Isletas en
24 de octubre de 1482, tan solo seis meses antes de la capitulación final,
venían tanto hombres de pelea, ballesteros y espingarderos, como los primeros
pobladores castellanos de la isla.
La declaración de su quinto
nieto, el regidor perpetuo de Gran Canaria Blas de Carvajal, en su probanza de
hidalguía, de que su ascendiente don Miguel de Trejo había sido “conquistador
de armas y a caballo” en la conquista de esta isla no nos parece creíble , por
no estar contrastada dicha circunstancia en ninguna de las crónicas u otras
fuentes primarias relacionadas con la conquista y por tratarse de una opinión
interesada que se expresa más de un siglo después de concluida la guerra que
supuso la incorporación de Gran Canaria a la Corona de Castilla.
Del retrato que, de Margarita
Hernández, nos hace Manuel Lobo en su obra, Las Princesas de Canarias (Ed.
Anroart, 2012), disentimos con respeto en algunos puntos.
Consideramos en primer lugar que,
en 1483, este personaje había pasado a ser la reina de la isla. Tras el rapto
de su madre, la joven princesa Semidán fue nombrada guayarmina regente de
Canaria, una vez casada con el príncipe Bentejuí, en espera de la edad núbil de
su prima Masequera, la legítima heredera de un trono insular al que se accede
por sucesión matrilineal. Es por ello que la muchacha va a ser conocida como
Guayarmina, que significa reina (literalmente: almendra bella) en la
antigua lengua, porque fue efectivamente la última reina de la isla.
En segundo lugar, disentimos en
cuanto a su edad. Pensamos que su nacimiento tuvo lugar a fines de la década de
los 60 y no de los 70, pues ya estaba en edad núbil en 1483 cuando debió
desposarse con el príncipe teldense. A pesar de que sus rasgos eran bien
distintos, cronistas e historiadores la confunden, sin embargo, con demasiada
frecuencia con su prima Masequera, una princesa nativa que sin duda debía ser
más pequeña que ella pues, siendo como era la legítima heredera del trono, aún
no había podido acceder al mismo. Recordemos, no obstante, que, en Ajódar, Faya
Tasarte se la promete en matrimonio a Tenesor para conseguir que abandone el
bando castellano y se convierta con ello en “Señor de toda la tierra”
(recogido así, literalmente, en la Información guadartémica).” (Faneque
Hernadez Bautista)
Guayanfanta y la hermana de Garehagua
Antes de la invasión y
conquista de Benahuare (La Palma,)
la población awuarita sufrió diversas incursiones piráticas protagonizadas por
los colonos europeos instalados en El Hierro, quienes se dirigían a la isla
vecina con el objetivo de robar y cautivar isleños. También durante aquellas
escaramuzas la mujer palmera hizo gala de una bravura y una fortaleza física
que quedarían reflejadas en la obra de Abreu Galindo [(ca. 1590) 1977: 279],
cuando habla de la hermana del capitán palmero Garehagua (Gar_ehawa,
‘Perro vil’):
y los cristianos que fueron en su alcance prendieron un palmero y una
palmera, [...]. La cual, como se vió presa, volvióse contra el cristiano
herreño, que se decía Jacomar, y púsolo en tanto aprieto, que le convino
favorecerse de las armas; y así le dió de puñaladas y la mató.
El mismo autor
inmortalizará en las páginas de su Historia la pelea entre una cuadrilla
de colonos herreños y la palmera Guayanfanta, mujer «de grande ánimo y gran cuerpo, que parecía gigante, y [...] extremada
blancura»:
[...] como los cristianos la cercaron, peleó con ellos lo que pudo y,
viéndose acosada, embistió con un cristiano y, tomándolo debajo del brazo, se
iba para un risco, para se arrojar de allí abajo con él; pero acudió otro
cristiano y cortóle las piernas, que de otra suerte no dejara de derriscarse
con el cristiano que llevaba [Abreu (ca. 1590)
1977: 279].
El trágico final de Guayanfanta
(wayya_n_fant´az, ‘orgullosa’, lit. ‘espíritu de vanidad o jactancia’)
no parece ser una excepción. En varias ocasiones, las fuentes
etnohistóricas nos hablan de nativos que habrían preferido la lucha cuerpo a
cuerpo –y, en última instancia, el suicidio– antes que la sumisión al yugo
invasor. Y, en ese último aspecto, las mujeres del resto del archipiélago
canario no parecen haber sido menos decididas que las de La Palma. Un claro ejemplo
lo constituyen los topónimos grancanarios del
La valentía de la mujer awuarita
Sin embargo, esas
mismas fuentes documentales se encargan de transmitirnos la excepción más clara
a la norma: el caso de la isla de La
Palma, donde «Las
mujeres eran más valientes que ellos, y en las emergencias iban ellas en
adelante y peleaban virilmente, con piedras y con varas largas» [Torriani
(1590) 1978: 225].
Abreu Galindo [(ca.
1590) 1977: 272] anota que, en su tiempo, era común «la fama de que los palmeros fuesen pusilánimes, y para poco en hechos de
guerra, y menos que las mujeres». Comenta que, al no compartir esa
opinión, se decidió a investigar «porqué
ponían más ánimo en las mujeres que en los hombres, y porqué hacían a ellas
cabeza de gobierno de la guerra, y a ellos de la paz». Tras sus pesquisas,
concluirá que la fama de cobardes atribuida a los palmeros tuvo su origen en la
comparación: mientras las mujeres auaritas eran más valientes de lo que la
sociedad de la época esperaba, los hombres, cuya corpulencia era notable, no
resultaban ser proporcionalmente más bravos. En palabras de Abreu Galindo [(ca.
1590) 1977: 275]:
El porqué del carácter
belicoso de las auaritas es algo que aún se nos escapa, aunque, como desliza
Pérez Saavedra [(1982) 1997: 243], bien podría estar relacionado con el elevado
prestigio social y religioso del que gozaban las féminas de la Isla. En ocasiones, se ha
pretendido establecer paralelismos entre la mujer palmera y las míticas
amazonas de Heródoto, mencionadas por el historiador griego cuando habla de la Libia –la zona norteafricana
habitada por amazighes desde tiempos inmemoriales–, por lo que la
búsqueda de un hipotético origen común no parece demasiado complicada. Sin
embargo, el halo de ficción que envuelve a las legendarias guerreras
continentales hace que lo más prudente sea dejar en suspenso esas
teorías.
Despeñadero
de las Mujeres, el Risco de las Mujeres
o el Salto de las Mujeres, todos ellos documentados en nuestras
fuentes etnohistóricas [Pérez Saavedra (1982) 1997: 169-170].
Francisca de Gazmira
1500 Septiembre 28. Granada.
Orden a Alonso de Polvorana y Alfonso de Pastrana, escribanos públicos de Gran
Canaria, para que entreguen a Lope Sánchez de Valenzuela, gobernador de dicha
isla, en un plazo de seis días, ciertos documentos firmados por los canarios de
La Palma y
Alonso de Lugo, gobernador de la misma, reclamados por Francisca de Gazmira y
otros naturales para // defender sus derechos, ordenándoles que no cobren
derecho alguno a dichos canarios, por su condición de pobres. Episcopus ovetensis. Filipus. Johannes licenciatus. Martinus. Tello.
Muxica. Mármol. Pérez» [Aznar 1981: 102 < AS-RGS,
28-IX-1500].
1500 Octubre 5. Granada.
Iniciativa a las justicias de Jerez de la Frontera, para que determinen en la petición de
libertad presentada por el bachiller Alonso de Sepúlveda, procurador de pobres,
a favor de ciertos canarios, tanto gomeros como de los bandos de Gazmira,
Abona, Güímar, Adeje y Anaga, injustamente esclavizados en dicha ciudad. Episcopus ovetensis. Filipus. Johannes
licenciatus. Martinus. Zapata. Tello. Fernández de Madrid. Pérez» [Aznar 1981: 103 < AS-RGS,
5-X-1500].
1500 Noviembre 16. Granada.
Iniciativa al conde de Cifuentes, asistente de Sevilla, alférez mayor y del
Consejo, para que provea en la demanda de Beatriz, (en otro pasaje, María)
canaria, del bando de Gazmión, que fue vendida, a pesar de ser cristiana y
libre, al bachiller de Herrera, vecino de dicha ciudad, contra el que promovió un pleito en el que demostró su condición
de libre, no obstante lo cual fue entregada de nuevo a dicho bachiller, que la
azotó, por lo que pide ser puesta en poder de una tercera persona, hasta que se
determine en su demanda, y que sea castigado el bachiller Herrera, por
imcumplir la carta de seguro otorgada a los canarios de dicha isla. Episcopus
ovetensis. Filipus. Johannes licenciatus. Martinus. Zapata. Tello. Mármol.
Pérez» [Aznar 1981: 103 < AS-RGS, 16-XI-1500].
Guacímara
Princesa de Anaga, Hija de Beneharo II, Casada con el
príncipe Ruymán
La historia de Guacimara,
princesa real de Anaga, en Chinech (Tenerife), cuenta la tradición que
participó en las luchas contra los invasores españoles que intentaban
desembarcar en las playas de Añazu. Ocupó un papel importante en la historia
matria entremezcladas de ficción y realismo que hablan de su heroísmo de
princesa y aristócrata que prefirió morir, arrojándose desde los acantilados
antes que ser hecha una prisionera de los europeos colonizadores. Este
suicidio-ritual, símbolo de su amor por la libertad.
El poeta canario Ramón Gil Roldan
en su extenso poema La
Tierra y La
Raza, la define así:
2Amazona singular, al frente de su gente, arrogante se batía, la princesa
Guacimara. Y cuentan que era tan bella y cuentan que era tan brava, y cuentan
que tal hechizo escondía en su mirada, que más de un aventurero quedó en las
playas de Añaza cuando no herido de cuerpo...herido de amor su alma.)
"No puede morir jamás, quien de esclavo se libera, rompiendo para ser libre con su vida, las cadenas".
“Arrogante y libre, Guacimara pertenece a nuestra
historia más entrañable. Antes de caer en manos enemigas se lanzó al océano
desde un acantilado y su sacrificio aumentó su leyenda. Su cuerpo acaso fue
convertido en sirena y quizá aún nade, todavía más libre, por entre las olas
del mar de las islas. Podemos fabricar nuestra mitología a partir de historias
y leyendas tan bellas como la de la princesa indomable y el noble guerrero.
El español invasor quiso acabar con el pueblo
guanche, pero la raza queda. Quedan los sentimientos, queda la razón y queda el
orgullo, indiscutible, de un pueblo como el nuestro, que tiene el deber de
reivindicarse ante la historia y ante nosotros mismos. Por eso queremos ser
libres. Por eso queremos ser nosotros mismos.
Guacimara, princesa guanche, heroína de la
defensa de Tenerife, realizada por los primitivos canarios, nuestros
antepasados. Los que fueron traicionados en su nobleza por los asesinos a
sueldo enviados por reyes lejanos. Pero queda la raza. Y su sacrificio. Y quizá
su alma.” (Andrés Chaves)
Princesa Dácil
La princesa Dácil era hija de
Benchomo, mencey de Taoro y enemigo acérrimo de los castellanos, caudillo de
los menceyatos confederados contra los invasores españoles.
Según una leyenda no contrastada
históricamente, la princesa se enamoró de uno de los invasores, el capitán Fernán
García del Castillo, con quien contrajo matrimonio. Esta novelesca historia de
amor supuso la condena de la princesa, por parte de su propio padre, a ser
emparedada debido a la denuncia del guanche Durimán El Montañéz, quien, despechado
en su amor, la acusó de verse a solas con el castellano.
Sin embargo, el propio Bencomo ordenó liberar a
su hija cuando supo que la entrevista tuvo lugar delante de testigos. Con su
matrimonio, Dácil se cristianizó y pasó a llamarse Mencías del Castillo.
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