Juan Bethencourt Afonso
“Aunque los achicaxnas
de ambos sexos estaban dedicados a las faenas agrícolas y pastoriles, así como los achicaxnáis a
los oficios y servicio doméstico, cuando en cualquiera de las zonas las
necesidades del cultivo exigía gran golpe de brazos para no
perder la sazón como la siembra, siega,
cava del helécho, recolección de fruta, etc., las escuadrillas eran organizadas con los hombres
útiles de las dos razas, reservando
para guiar los ganados al yerbaje a los viejos, muchachos y mujeres achicaxnas
llevando a las espaldas, metidos en un zurrón con la cabecita al aire, a
los hijos que amamantaban.
En el auchon permanecían las achicaxnáis entregadas
a los trabajos caseros bajo la dirección y cooperación del mujerío noble.
Distribuidos los
quehaceres, desde la amanecida conducían la leña, el agua en tallas y cántaros a la cabeza sobre ruedos de
helechera, barrían, fregaban, levantaban
camas, adornaban poyos, cosían, preparaban los utensilios del ordeño,
tostaban, molían y se multiplicaban afanosas en las operaciones del ayanto.
Porque en rigor los guanches sólo hacían en serio
una comida cada veinticuatro horas en
filos del medio día, salvo el mentado desayuno y una cena entre el fusco y no
fusco que en poco le excedía. Al sonido
del bucio de los tagoreros recogíanse a los auchones a celebrar el ayanto, y aunque eran comunistas primero
comían los nobles y después los
siervos, para acudir de nuevo al toque del fatuto a la labor interrumpida, o a
los campos de ejercicios o de recreos, pues todos se movían a compás dentro de
la más severa disciplina.”
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