EFEMERIDES CANARIAS
UNA HISTORIA RESUMIDA DE CANARIAS
PERÍODO COLONIAL,
DÉCADA 1781-1880
CAPÍTULO
XLVIII-V-II
Viene de
la entrega anterior.
Eduardo Pedro García
Rodríguez
Villalba Hervás comenta la labor de Florida en estas Cortes
en los siguientes términos: “En aquel Congreso, uno de los de más digna
alabanza que registra nuestra historia parlamentaria… se distinguió por su
ardiente liberalismo, por su espíritu reformista, por sus vastos conocimientos
y su palabra fluida y elegante, siempre urbana y cortés, con frecuencia
áticamente incisiva, no pocas veces enérgicamente elocuente. Como no debía su
elección al favor del Gobierno sino a la libre voluntad del pueblo, y como a
nada aspiraba para sí, votó en algunas ocasiones contra la mayoría radical de
que formaba parte…” (4).
Luís F. Benítez de Lugo, intervino en numerosos debates
parlamentarios. He aquí algunos de los más importantes en los que participó:
1. llamamiento al servicio a las armas a 40.000 hombres.
2. Abolición de la pena de muerte por delitos políticos.
3. Relaciones económicas entre el Clero y el estado.
4. Presupuesto de ingresos para 1872 a 1873.
5. Abandono del Peñón de la Gomera.
6. Establecimiento de una factoría en la costa occidental
de Marruecos.
Formó parte, asimismo, de numerosas comisiones
parlamentarias. Vamos a nombrar sólo algunas: Comisión del Proyecto de Ley
creando el Banco Español Hipotecario, de la que fue secretario; Comisión de la
provincia de Madrid, dentro de la
Comisión española encargada de realizar los trabajos preliminares
para la
Exposición Universal de Viena de 1873; Comisión para la
terminación de los ferrocarriles de Córdoba a Bélmez y de Granada a Bobadilla;
Comisión para la ampliación de la red telegráfica de la Península…
Destacamos también una intervención de Florida en la sesión
parlamentaria del 6 de Febrero de 1873, donde presentó al Congreso una
exposición de 300 vecinos “de la ilustre y antiquísima liberal ciudad de
Cuenca”, en la que se solicitaba la aprobación del proyecto de ley para la
abolición de la esclavitud y de esta manera España entrase “en el concierto
general de todas las naciones que han emprendido la filantrópica tarea de
considerar al hombre como uno y con sólo un derecho, sin hacer caso de
preocupaciones de color, ni tampoco de interesadas diferencias de razas”.
Nace la I República
El 8 de Febrero de 1873, don Amadeo de Saboya presenta a Ruiz
Zorrilla su abdicación, desencadenada por la llamada “cuestión artillera”. Dos
días después, reunidos en el Congreso los senadores y diputados, proclaman la República, procediéndose
a la votación del poder ejecutivo, que quedó encabezado por Estanislao
Figueres. A partir de entonces Florida se incorpora a las filas del partido
Republicano Federal.
El 4 de Marzo entra como nuevo Gobernador Civil de Canarias
Miguel Villalba Hervás, amigo íntimo de Florida, como ya hemos visto, por
recomendación de éste, a quien había sido ofrecido previamente el cargo,
permaneciendo en el mismo hasta comienzos de Octubre.
Entre los días 10 al 13 de Mayo, se celebran elecciones a
Cortes Constituyentes. En ellas, Luís F. Benítez de Lugo sale elegido
nuevamente diputado. Las nuevas Cortes comenzaron sus sesiones el 1 de Junio,
tomando Florida posesión de su escaño el día 5. Recibió el encargo de formar
Gobierno Pi y Margall.
Benítez de Lugo entró a formar parte de la Comisión Permanente
de Presupuestos, con otros siete diputados, de la que al poco tiempo fue
presidente, hasta la caída de la
República, tras el golpe de estado del General Pavía. También
fue elegido para formar parte de la Comisión Inspectora
de las operaciones de la
Deuda Pública y en votación realizada en la sesión del 24 de
Junio, es nombrado tercer secretario de las Cortes Constituyentes.
Numerosas fueron las intervenciones de Luís F. Benítez de
Lugo en estas Constituyentes de la primera República, hasta el último momento
de su efímera existencia, siendo los temas económicos, en los que era un
verdadero especialista, una de sus principales áreas de actuación. Notables
fueron sus duelos dialécticos en torno a diferentes aspectos económicos con el
Ministro de Hacienda en el segundo gobierno de Francisco Pi y Margall, José
Carvajal y Hué, que continuaría posteriormente en el mismo cargo en el gobierno
formado por Nicolás Salmerón, tras la renuncia de Pi y Margall el 18 de Julio.
Precisamente, en el momento de la caída de la República, el nombre de
Luís F. Benítez de Lugo se barajaba como futuro ministro de Hacienda o de
Ultramar.
El 6 de Septiembre, el gobierno Salmerón entra en crisis,
siendo elegido en su lugar Emilio Castelar, al que se da amplios poderes. El
sábado 20 se suspenden las sesiones de la Asamblea hasta el día 2 de Enero de 1874.
El 23 de Noviembre de 1873, obtiene Luís F. Benítez de Lugo
el grado de Licenciado en Derecho por la Universidad Central,
título que se había ido retrasando por su intensísima participación en los
asuntos públicos.
Caída de la República
El día 2 de Enero de 1874, compareció el Gobierno ante las
Cortes en la que iba a ser la última sesión de la joven República. Aquella, en
la que el Gobierno se sometía a una proposición de confianza, fue una jornada
intensa en el Congreso. Numerosos son los diputados que expresan sus críticas a
Castelar, entre éstos Benítez de Lugo; y también quienes prestan su voz y
argumentos en apoyo del presidente y su gobierno. Eran ya las 5 de la mañana
del día 3, cuando se somete a votación la proposición de confianza, que resultó
derrotada. Entre estos votos en contra está el de Luís F. Benítez de Lugo.
Inmediatamente, Castelar presenta su dimisión, así como la de su gobierno, que
le es admitida, al tiempo que propone que no se interrumpa la sesión para
buscar un sustituto que pueda formar gobierno y superar la crisis, proposición
que es tomada en consideración. Entretanto, el entonces Capitán General de Madrid,
General Pavía -Manuel Pavía y Rodríguez de Alburquerque- había venido siendo
puntualmente informado de las deliberaciones del Congreso.
A las siete menos cinco de la mañana se inicia la votación de
la proposición de Castelar. Apenas había comenzado el escrutinio, cuando llegan
al Congreso las primeras noticias del golpe de estado de Pavía, el cual rodea a
las Cortes con sus tropas y conmina al desalojo de las mismas. Inmediatamente,
en el Congreso se suceden todo tipo de intervenciones y manifestaciones de los
diputados en apoyo de la
República, siendo notables las ofrecidas por Benítez de Lugo.
Por fin las tropas entran en el Congreso, que es desalojado.
Tras este acto de fuerza, días después, los diputados de
aquellas Cortes elevan sus protestas a los Tribunales Supremos de Justicia y de
Guerra, sin resultado, desgraciadamente, como era de esperar. Benítez de Lugo
tomó parte activa en estas gestiones y encargado por la Cámara, llevó los
documentos probatorios del golpe de Estado a las sedes respectivas de estos
Supremos Tribunales.
Regreso a Canarias
Una vez cumplidos estos deberes para con el Parlamento
disuelto, siendo extraño y contrario a las orientaciones políticas del nuevo
gobierno, poco tenía que hacer ya en Madrid el Marqués de la Florida. Decide,
pues, abandonar la Capital,
camino de ser nuevamente Corte, ya que el 29 de Diciembre de ese año sería
restaurada la monarquía, y regresa a Tenerife para retomar sus asuntos e
intereses particulares. Llega a su isla natal el 21 de Marzo de 1874.
Luís F. Benítez de Lugo venía pretendiendo desde hacía
algunos años a Francisca Delgado Trinidad y O’Shee, joven natural de La Laguna, de la misma edad
que el Marqués de la
Florida. Su familia, por parte de madre, era de ascendencia
irlandesa, y había llegado a Canarias en el siglo XVII, como muchas otras
familias de esa misma procedencia, integradas plenamente en la sociedad
canaria. El 11 de Octubre de 1875, contraen matrimonio, y la joven pareja fijó
su residencia en la población de Güimar.
El matrimonio no tuvo descendencia. Sin embargo, el Marqués
de la Florida
tenía un hijo nacido el 30 de Agosto de 1868, producto de su relación con María
de la
Encarnación Rodríguez Suárez, que estuvo en sus primeros años
al cuidado de su madre, siempre atendido en sus gastos y educación por Florida
a través de su encargado, don Antonio Miranda.
Este hijo se llamó Félix Eleuterio Benítez de Lugo y
Rodríguez. Se licenció en Derecho en Madrid en 1893 y llegó a ser diputado a
Cortes por primera vez, por Santa Cruz de Tenerife, en las elecciones de 1907,
y posteriormente lo continuaría siendo durante un total de ocho elecciones más,
hasta 1936. Asimismo, fue Comisario General de Seguridad, con categoría de
Director General, en 1917 y 1922, y Subsecretario de Hacienda en 1923. Fue, también,
Académico Profesor de la
Real Academia de Jurisprudencia y Catedrático de la Escuela Superior
de Comercio desde 1915. Murió en Madrid el 29 de Diciembre de 1946, a la edad
de 78 años.
Su muerte
A fines de Febrero de 1876, Luís F. Benítez de Lugo se resiente
de su salud, siempre condicionada por su vieja enfermedad del corazón, de la
cual ya en Madrid habían aparecido síntomas, y se traslada a Santa Cruz de
Tenerife, a casa de su amigo y médico, Darío Cullen.
Terminaba el mes de Abril, cuando su situación se complica.
Dándose cuenta de lo grave de su estado de salud, llama a su amigo y Notario,
el palmero Rafael Calzadilla, a quien da cuenta de sus últimas voluntades y
disposiciones testamentarias. Finalmente, la tarde del 2 de Mayo de 1876,
desencarna a la edad de 39 años.
Quizás aquí serían también aplicables las palabras de Néstor
A. Rodríguez Escudero, cuando en su obra Historia del Espiritismo en Puerto
Rico, se refiere a la vida y muerte de Manuel Corchado y Juarbe en 1884,
contando sólo cuarenta y cuatro años, coetáneo de Florida, amigo, diputado
natural de Puerto Rico, y espiritista como él. Dice Rodríguez Escudero: “Lástima
fue que un pensador de tan claras convicciones y tanta valentía para
expresarlas viviera tan poco… Cometió un error: un hombre de su altitud
espiritual no podía ser político. Y al insistir en serlo le costó la prematura
muerte”.
Según nos relata su íntimo amigo el Dr. Miguel Villalba
Hervás, en la “Necrología” que le dedicó, leída por su autor en sesión
extraordinaria celebrada por el Gabinete Instructivo de Santa Cruz de Tenerife
el 24 de Julio de 1876 (5): “No decoraron sus funerales los símbolos de
ninguna religión positiva. Luís era filósofo, y las teocracias son siempre más
o menos enemigas de la filosofía. Era racionalista, y las teocracias tienden
fatalmente a deprimir la razón. Era liberal, y las teocracias no se adunan con
la libertad. Era, en fin, entusiasta por la causa del progreso humano, y el
ideal de las teocracias es ligar los progresivos movimientos del espíritu a la
inmutabilidad del dogma. Pero siguió sus restos hasta la postrer morada un
numerosísimo acompañamiento; hombres de diversas localidades, de todos los
partidos y creencias, incluso dos respetables sacerdotes católicos, superiores
a la coacción y el miedo. Nunca habíamos visto aquí una manifestación que tan a
lo vivo significase el triunfo moral de una gran idea y la apoteosis de grandes
virtudes públicas y privadas. En casi todos los semblantes se dibujaba
profundísimo pesar; ninguno dejaba traslucir un sentimiento innoble ni menos
acusaba indiferencia, mil veces más amarga que el odio. La losa sepulcral
cubrió los inanimados despojos de Luís Francisco Benítez de Lugo, alumbrada la
fúnebre escena por los últimos rayos crepusculares de la tarde del 4 de Mayo.”
Termina Miguel Villaba Hervás su Necrología con estas
significativas palabras, llenas de amistad, respeto y admiración: “Como
hombres, recordaremos tu testamento, y aprenderemos a ser fieles a la augusta
voz de la naturaleza… Como ciudadanos, tendremos muy presentes tu entereza, tu
desinterés, tu consecuencia inquebrantable, tu fe en el progreso, tu pureza
digna de Arístides.”
“¡Descansa en paz, amigo inolvidable! Y si es verdad que tu
espíritu imperecedero comunica con este planeta por corrientes misteriosas – estas últimas
palabras hacían referencia a las convicciones espiritistas de Florida -, recibe esta pobre ofrenda de
fraternal cariño. ¡Ojalá me fuera dado tejer una esplendente corona, digna de
orlar tu preclaro nombre en el templo de la inmortalidad!”.
Obra literaria
Su obra literaria se halla dispersa en las numerosas
editoriales y artículos periodísticos que publicó. En El Progreso de
Canarias, periódico que dirigió a su regreso de Madrid, dio a la luz gran
número de editoriales entre los que destacan los titulados “Lo Convexo y lo
Cóncavo”, “La Herencia
de Narváez”, “González Bravo”, “La Lista Civil”, “Cuestión de Números”, “Vanidad de
Vanidades”, “Recuerdos”…, trabajos que eran, según Villalba Hervás, “notabilísimos
por la galanura de su estilo y profunda intención”, y que fueron con
frecuencia mutilados por la censura; muchos otros se conservan que no vieron la
luz. Dejó sin terminar una serie de artículos sobre “la Libertad en Canarias”,
donde se revelaba como maestro en Filosofía de la Historia. Existen,
entre sus papeles, versos inéditos que podrían componer un volumen, y una
recopilación de cuentos publicados en periódicos, los cuales estaba corrigiendo
para editar un libro. Su estilo estaba dominado por lo desbordante de su
fantasía, “que en muchas ocasiones se imponía a la forma”, en opinión de
su sobrino Ricardo Ruiz y Benítez de Lugo, gran admirador de su persona y obra.
Varios de sus trabajos fueron recogidos por éste, su sobrino, en un volumen que
bajo el título Estela de un Muerto publicó en Madrid en 1907.
Luís F. Benítez de Lugo espiritista
El Marqués de la
Florida está unánimemente considerado como uno de los grandes
pioneros del Espiritismo en España, y especialmente en las Islas Canarias.
Según nos informa su sobrino Ricardo Ruiz y Benítez de Lugo, “su
creencia en los fenómenos de éste - el Espiritismo – procedía de su
fuerza magnética con la cual levantaba pesadas mesas sin contacto material con
ellas. Eso le llevó al Espiritismo… quizá también a su consoladora y bien
meditada filosofía…” (6).
Tal como señalamos anteriormente, el Marqués de la Florida se trasladó a
Madrid para estudiar a finales de verano del año 1859. Suponemos que sus
primeros contactos con las experiencias psíquicas y mediúmnicas se produciría
poco después en la capital española, no porque poseamos datos fidedignos que
nos lo confirmen, sino atendiendo a lo temprano de la fecha para Canarias – el
momento de la introducción del Espiritismo en nuestras Islas se sitúa en el año
1860 – y a la presencia en Madrid de su paisano y amigo José Plácido Sansón y
Grandy, ya introducido en estos estudios. En todo caso, es indudable que ya a
comienzos de abril de 1863 estaba profundamente iniciado en el Espiritismo, de
cuya filosofía y principios se había impregnado, como puede colegirse de la
lectura de su primera colaboración en la revista Las Canarias, un
escrito que con el título “El Último Aliento de un Pueblo” salió a la luz en la
citada publicación el 4 de abril de ese año.
En dicho artículo, Florida deja traslucir el ideario
espiritista en frases como “…existe un vínculo interno y espiritual entre
todos los hombres; con cada uno de nuestros semejantes nos hallamos ligados por
lazos invisibles. Existen manos, fuerzas y voluntades superiores que dirigen
nuestros afectos… genios que llevan nuestro ser a otros seres, que ponen en
relación nuestra alma con otras almas, cambiando nuestros sentimientos por los
que emanan de otras voluntades tan libres como la nuestra…”. Y más claro
aún cuando, en medio de elucubraciones filosóficas y metafísicas sobre los
orígenes de la creación y del ser humano, habla de la pluralidad de mundos
habitados y la reencarnación como ley que explicaría el enigma de las simpatías
y antipatías espontáneas entre los hombres: “Yo tengo la creencia, o por lo
menos el presentimiento, de que allá en los solemnes, augustos y sublimes
instantes de la creación, cuando Dios, casi antes de expresar su voluntad, veía
cumplido su mandato, me figuro que al formarse los innumerables espíritus que
existen y han existido en el casi invisible planeta terráqueo, y el número, aún
más inmenso de aquellos, que el estudio del cielo nos permite suponer viven o
han vivido en otras atmósferas más perfectas que la nuestra; en ese momento de
la sublime creación, los seres conscientes debieron haber emanado a manera de
torbellinos, que marcharon unidos a encarnarse, que se han encontrado ya otras
veces en diferentes vidas, que desde entonces vienen tejiendo y anudando los
lazos de la simpatía”.
Desde Enero de 1868 hasta Julio de 1871, Florida permanece en
Tenerife. Conocemos que en este período su actividad espiritista fue notable,
siendo el alma de la
Sociedad Espiritista de Santa Cruz de Tenerife, a la que
alude Marcelino Menéndez y Pelayo en su Historia de los Heterodoxos
Españoles (7).
De la mano del historiador tinerfeño Marcos Guimerá Peraza,
traemos nuevos datos de la labor espiritista de Luis Fco. Benitez de Lugo y de
paso de la
Sociedad Espiritista de Santa Cruz de Tenerife, con
referencia a otros espiritistas cuyos nombres desconocíamos. La fuente es un
trabajo biográfico sobre D. Tomás Fidel Cólogan de Bobadilla, Marqués de la Candía (1813-1888),
publicado en el tomo 33 del Anuario de Estudios Atlánticos (1987, págs.
161-220). En el apartado del mismo que lleva por título “Magnetismo”, se
alude a una faceta “curiosa” – según expresión del historiador – del
biografiado, cual era su creencia y posiblemente práctica del sonambulismo,
magnetismo e hipnotismo. Y como prueba recoge cierta correspondencia inédita
muy interesante para nosotros de su amigo D. Nicolás Power y Arroyo
(1820-1884).
La primera carta lleva fecha del 31 de enero de 1879 y, entre
otras cosas, dice:
“Existe aquí – Santa Cruz de Tenerife - una sociedad de espiritistas que posee un gran sonámbulo. Se
llama Miranda y es muy joven. Mujer no hay ninguna. El Presidente de esa
sociedad es un tal Félix López, natural del Puerto – Puerto de La Cruz – y tenedor de libros de
Cumella”.
Y en otra, fechada el 4 de febrero siguiente, parece que en
respuesta a una de D. Tomás Fidel del día 1º, le informa así:
“Ayer salí expresamente para evacuar por mí, la diligencia
que V. se sirve encargarme por su apreciable del 1º.
Vi al sonámbulo. Le dije mi objeto y me contestó que tanto él
como su hermano menor habían trabajado poco después de la muerte del Marqués de
La Florida,
que era su magnetizador; que hace poco que han empezado nuevos ejercicios bajo
la voluntad de otro; que ni antes ni ahora podían responder a ciertas
preguntas, para lo cual le dijese yo de lo que se trataba. Como lo ignoraba le
repliqué me dijese él, cuáles o a qué género pertenecen las preguntas que no
pueden satisfacer y me dijo que no respondían a nada que tratase del porvenir
ni a lo relativo a intereses pecuniarios. Comprendí por lo tanto que no es como
lo pintan, el tal sonámbulo, pues contándole yo varios casos muy sorprendentes,
se quedó con la boca abierta asegurando que él no llegaba a tanto.
En vista de esto, creo que V. debe prescindir de todo
experimento con el tal”.
Durante su permanencia en el Congreso como diputado, fueron
frecuentes, en los debates parlamentarios, las alusiones mutuas entre Florida y
otros diputados, relacionadas con sus comunes convicciones espiritistas,
especialmente con José Navarrete y Vela Hidalgo, militar y republicano federal,
representante de la provincia de Cádiz. Éste, en la sesión del 10 de Julio de
1873, comenzaba su discurso así: “Siento no ver en esos bancos las personas
a quienes voy a contestar, por más que dado mi criterio filosófico, esta, para
mí, no es gran dificultad, pues tengo el recurso de evocar sus espíritus
(risas)”.
El 16 de Octubre de 1872, se debatió en el Congreso un
dictamen de la Comisión
sobre el llamamiento al servicio de armas de un contingente de 40.000 hombres.
El diputado José Navarrete, capitán de artillería, intervino consumiendo el
primer turno en contra de la totalidad. Comentando el artículo 2º del proyecto,
que exceptuaba a las provincias vascas y a Canarias de contribuir a llenar ese
contingente, alude a su amigo Florida y pide que si los diputados de las
provincias beneficiadas no votan en contra, al menos se abstengan de votar en
pro de este proyecto; si no por otra razón, porque “los exceptuados no deben
votar un tributo de sangre contra sus hermanos”.
Sintiéndose aludido, Florida corresponde a su buen amigo “compañero
mío en algo, ya que no correligionario político”, comentario que, evidentemente,
hacía referencia a sus comunes convicciones espiritistas. Seguidamente Florida
expresa que aunque “como representantes de toda la Nación”, tienen derecho
a opinar sobre todo proyecto, “una
práctica parlamentaria… una cortesía… no permite a los representantes de una
provincia que se halle exceptuada en una ley, que es onerosa para las demás, el
dar su voto en la cuestión”. Por tanto “no tomamos parte en la discusión y
votación”. Y termina diciendo: “… Nosotros, representantes de una
provincia siempre olvidada por todos los gobiernos; nosotros, que venimos aquí
a hacer patente sus necesidades y aspiraciones, no debemos comenzar por una
injusticia para con nuestros hermanos de la Península”.
En el debate sobre el Presupuesto de ingresos para el período
de 1872 a 1873, celebrado el 7 de Diciembre de 1872, interviene Florida
defendiendo varias enmiendas. También habló Navarrete, dando pruebas de su convicciones
espiritistas, secundadas por Florida: “Yo, que en esta ocasión desearía ser
inspirado por espíritus de gran superioridad - el Marqués de la Florida: Bien, bien…
- que llenasen de claridad mi entendimiento, y de arrebatadora magia mis
frases…”.
Durante el segundo gobierno de Pi y Margall, el 2 de Julio de
1873, en el debate sobre el estado de la Hacienda, el diputado José Navarrete hace alusión
de manera favorable a Florida, a la sazón presidente de la Comisión de Presupuestos,
y dice: “Mi respetable amigo el Sr. Benítez de Lugo… que coincide conmigo en
la manera de apreciar sus relaciones con las inteligencias invisibles que vagan
por el ancho azul, está conforme con mi opinión… sin más diferencia que la de
reconocer él la deuda por su valor nominal, amortizando todos los años en
pública licitación por valor, v. g. de 500, 600 o 700 millones: el
procedimiento es realmente más conservador, pero el resultado es el mismo: Yo
votaría el proyecto del Sr. Benítez de Lugo”. Posteriormente, en la sesión
del 3 de Julio, se continuaría esta discusión. En ella Florida agradece a
Navarrete “el recuerdo de ese algo superior que a ambos nos es común”.
Otra de las grandes preocupaciones del Marqués de la Florida fue la abolición
de la pena de muerte, tema sobre el que realizó diversas intervenciones
parlamentarias. Esta preocupación fue compartida, como no podía ser menos, por
sus coetáneos espiritistas.
Tras la sublevación que se había producido el 10 de Octubre
de 1872 en el Arsenal del Ferrol, al grito de “¡Viva la República Federal!”,
fue presentada una proposición de ley para la abolición de la pena de muerte
por delitos políticos, por parte del diputado y espiritista Navarrete. En la
sesión del 26 de Octubre se nombró la comisión que debía dar dictamen sobre esa
proposición de ley, integrada por siete diputados, entre los que estaba el
Marqués de la Florida. La
Comisión ofreció su dictamen al Congreso el 8 de Noviembre siguiente,
acordándose someterla a su fallo en los mismos términos en que su autor la presentó.
Esta decía:
Artículo 1º. Queda abolida la pena de muerte por delitos
políticos.
Artículo 2º. Quedan derogadas las disposiciones del Código
penal y demás leyes en cuanto se opongan a lo que en la presente se dispone.
En la sesión del 25 de Noviembre, Florida presentó una
exposición de vecinos de Argamasilla de Alba, provincia de Ciudad Real, en la
que se ruega al Congreso se apruebe la proposición sobre la que se acaba de dar
dictamen, por la que “se hace ley el humanitario pensamiento de abolir la
pena de muerte para los delitos políticos”.
Ruiz Zorrilla se opuso a la misma, y a pesar de ello sólo
noventa y ocho diputados de la asamblea votaron en contra, mientras que lo
hicieron en pro cincuenta y ocho. Este fue el motivo del primer y serio
distanciamiento entre Florida y su jefe político y causa principal de su
alejamiento del partido radical; hecho, por otra parte, que evidenciaba una vez
más su independencia de carácter. Esta circunstancia se repitió en varias
ocasiones más, votando Florida en contra de la mayoría radical a la que
pertenecía, cuando la postura oficial del entonces su partido iba en contra de
sus más íntimas convicciones.
Bajo el reinado de don Amadeo de Saboya, el 18 de Enero de
1873, el Vizconde Torres Solanot, una de las grandes figuras del Espiritismo
español, escribía a Florida en referencia a la petición de un indulto o
conmutación de pena intercedida por el Círculo Espiritista de Ciudad Real, en
favor de un soldado desertor condenado a muerte; en virtud de la cual la Sociedad que el preside –
Sociedad Espiritista Española, de Madrid – ha acordado que una Comisión, en la
que se espera se integre Florida, lo soliciten del Presidente del Gobierno, y
si fuera preciso del Jefe del Estado; para lo cual le invitaba a verse en el
Congreso con Joaquín de Huelbes y Temprado. El telegrama de Ciudad Real
invocaba de “los buenos espíritus su inspiración”. Solanot lo contestó
con otro: “Diputados espiritistas van a reunirse con los de esa provincia
para implorar clemencia real. Sociedad gestionará activamente. Confianza en
Dios”.
Proposición de Ley para la
enseñanza oficial del Espiritismo
Y llegamos al que puede considerarse momento culminante del
quehacer espírita de Luís F. Benítez de Lugo y una de las más extraordinarias
páginas de la historia del Espiritismo en nuestro país y en el mundo: la
presentación de una proposición de Ley para la enseñanza oficial del
Espiritismo. En torno a este insólito acontecimiento su sobrino, Ricardo Ruiz y
Benítez de Lugo, hace el siguiente comentario en un artículo que le dedicó años
después de su muerte glosando su memoria: “Lo más original de ésta época y
en esta raza que hace de lo poco vulgar objeto de burlas, y con mucha
ignorancia acuña en el troquel del ridículo lo que no se sabe y no se medita,
fue la proposición de ley que presentó con otros cuatro diputados pidiendo la
enseñanza oficial del Espiritismo” (8).
En la sesión del 26 del Agosto de 1873, se dio lectura por
primera vez y pasó al Gobierno, acordando se imprimiera y repartiera a los
diputados, una enmienda de José Navarrete al Título II, art. 30, párrafo
tercero, del proyecto de ley de reforma de la Segunda Enseñanza
y las facultades de Filosofía Letras y de Ciencias. La enmienda venía
firmada, además, por Luís F. Benítez de Lugo, Anastasio García López, Manuel
Corchado y Juarbe, y Mamés Redondo Franco. He aquí su contenido:
“Los Diputados que suscriben, conociendo que la causa primera
del desconcierto que por desventura reina en la nación española, en la esfera
de la inteligencia, en la región del sentimiento y en el campo de las obras, es
la falta de fe racional, es la carencia en el ser humano de un criterio
científico a que ajustar sus relaciones con el mundo invisible, relaciones
hondamente perturbadas por la fatal influencia de las religiones positivas,
tienen el honor de someter a la aprobación de las Cortes Constituyentes la
siguiente enmienda al proyecto de ley sobre reforma de la segunda enseñanza y a
las Facultades de Filosofía, Letras y Ciencias”.
“El párrafo tercero del art. 30, tit. II, se redactará del
siguiente modo:
“Tercero, Espiritismo.
“Palacio de las Cortes, 26 de Agosto de 1873.- José
Navarrete.- Anastasio García López.- Luís F. Benítez de Lugo.- Manuel
Corchado.- Manuel Redondo Franco”.
El destacado orador Sr. José Navarrete fue el encargado de
defender en la siguiente legislatura esta enmienda que, de ser aprobada, había
de llevar el estudio del Espiritismo a la Segunda Enseñanza
y a la Universidad
oficial.
La disolución de aquellas Cortes, a raíz del golpe de estado
del General Pavía, impidió su discusión. Sin embargo, siempre permanecerá como
imperecedero monumento que demuestra la influencia que en España alcanzó el
Espiritismo y la notable y amplia representación que obtuvo en las memorables
Cortes Constituyentes de la Primera República española.
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