miércoles, 29 de julio de 2015

"BIENVENIDOS, HERMANOS"


Francisco García-Talavera
Estamos nerviosos, nos llega nuestro tío Pedro con su mujer y sus hijos, a los que no conocemos, con ánimo de quedarse definitivamente. El avión de Venezuela está a punto de aterrizar.
Transcurren los minutos y con el corazón en un puño esperamos verlos aparecer. Mientras, los recuerdos... la mayoría tristes, desfilan apresuradamente. Eran tiempos difíciles. Aún me parece verlo, con lágrimas en los ojos, despedirse de nosotros, de su tierra. Las circunstancias le obligaron. No había otra salida, o nos moríamos de hambre.
La escena se repite y lo viene haciendo cada vez con mayor frecuencia en los últimos meses. Es época de vacas flacas. Se acabó el maná venezolano. Pedro, como tantos otros canarios, retorna a su Patria, la nuestra, después de haberse dejado la piel en un país que lo acogió con los brazos abiertos.
En las últimas fechas se viene comentando, sobre todo desde instancias oficiales, el gran "problema" que se avecina con la llegada masiva de miles de canarios que regresan de Venezuela. Se han llegado a facilitar cifras concretas: veintitrés mil para unos, treinta mil para otros. Por supuesto que quienes comentan esas cifras lo hacen con la sensación, al menos, de preocupación por cómo y dónde se va a colocar esa gente, con la escasez de trabajo y viviendas que hay en estos momentos... Desagradecidos es lo menos que se les puede llamar a los que así piensan y se manifiestan. ¿O es que no se dan cuenta que son nuestros hermanos, tíos, primos, abuelos, que emigraron porque se vieron obligados a ello, ya que en esta desgraciada colonia no había infraestructura económica y social que lo impidiera y porque en estas desafortunadas Islas la "madre patria", lo que ha venido haciendo desde la conquista es explotarlas y sacar la mejor tajada posible? De manera que no podemos acoger a nuestros hermanos que, dicho sea de paso, nos ayudaron a mantenernos en los años difíciles con los bolívares que nos enviaban y, sin embargo, nos bajamos los pantalones ante los cientos de miles de intrusos que nos invaden. ¿Pero es que no somos capaces de darnos cuenta?. Nuestro pueblo agoniza y aquí no pasa nada. Nos quieren fagocitar, engullir, disolver, eliminar y nosotros aún nos lo pensamos para decir ¡Bienvenidos hermanos!.
Ya en su tierra, Pedro, al poco tiempo y de casualidad escuchó:
¿Sabéis lo que os digo? Los nativos cuanto más incultos y analfabetos se mantengan, mejor. Menos lata darán si no se enteran de que son una nación con cultura e identidad propias. Hay que evitar a toda costa que "las Canarias" se nos vayan de las manos como ya lo hicieron todas las demás. Contra independencia, dependencia. La mejor manera es anular todos los sectores comerciales e industriales en los que ellos destacan y con los que pueden ser autónomos. ¡Golpe de muerte a la pesca, a la agricultura, a los puertos francos, a la industria tabaquera, al medio ambiente...! ¡Oye, que tampoco se desarrollen las energías alternativas, pues perjudican a Endesa!. Señores, estamos de enhorabuena, porque todos estos objetivos se han conseguido o están a punto de liquidarse. Los canarios nos importan un bledo, pero vamos ahora a hacerles creer a esos africanos que son europeos para ver si así nos dan menos lata. En cualquier caso, papá Sam y mamá OTAN nos han recomendado, mejor, nos han advertido, que de ninguna manera dejemos libre a un territorio tan estratégico que, además, está destinado a ser el solarium de Europa y, por lo tanto, no interesa que allí se desarrolle algo más que no sea el turismo. Pero oiga, eso sí, todo controlado. Nada de empresas autóctonas. El capital no debe quedarse en las Islas. Significaría desarrollo e independencia y eso es malo. Va contra nuestros intereses, pues tienen que ser ellos los que nos limpien y sirvan. Además, fíjate si son ignorantes estos canarios, que les hemos creado dos o tres focos de tensión y se están vapuleando entre ellos, pleito va pleito viene. Los muy zoquetes, pero, ¿qué se puede esperar de esos moros...? Aunque no conviene decirlo muy alto, no sea que se den cuenta de que están vendidos y de que fuimos nosotros los encargados de ello. Pobrecitos canarios, peleándose entre hermanos por chorradas, sin darse cuenta de lo que se les viene encima... ¡Ya son nuestros!.

Publicado en 1989.

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