jueves, 30 de julio de 2015

APELLIDOS CANARIO-PORTUGUESES



Francisco García-Talavera Casañas

    La industria azucarera se constituyó en el principal motor económico de Canarias después de la injusta y cruenta conquista del Archipiélago. Con tal motivo, los ingenios productores del “oro blanco” proliferaron en las islas, fundamentalmente en las de realengo (Gran Canaria, Tenerife y La Palma) y trajeron consigo un numeroso contingente de especialistas (maestros y oficiales azucareros, cañavereros, almocrebes, desburgadores, etc.). De ellos, una buena parte procedían de Madeira, donde se cultivaba la caña de azúcar y se exportaba a Europa desde hacía décadas. Curiosamente, entre esos inmigrantes vinieron algunos guanches retornados, con nombres y apellidos portugueses, que habían sido llevados allí como esclavos– y que volvieron a integrarse en su país de origen, mezclándose de nuevo con su pueblo, en una sociedad que ya había cambiado. También del continente vinieron judíos portugueses, huyendo de la persecución a que fueron sometidos.
    En realidad, gran parte –quizás la mayoría– de los colonos (agricultores, artesanos, especialistas azucareros…) que emigraron a Canarias en las primeras décadas post-conquista, fueron portugueses. De ahí el centenar y medio de apellidos lusos enraizados en nuestro archipiélago, los numerosos topónimos localizados a lo largo y ancho de la geografía insular y el sinfín de palabras portuguesas que aún perviven en el habla común de los canarios.
    Para elaborar el listado de apellidos que relacionamos a continuación, acudimos a dos fuentes principales: El programa del Instituto Nacional de Estadística español (INE), Distribución territorial de apellidos (Padrón del 1-1-’08); y el libro de Manuel de Sousa (2002): “As origens dos Apelidos das Familias Portuguesas”, editado en Portugal. De igual manera fueron consultados los trabajos publicados sobre esta temática (genealogía, onomástica, antroponimia, etc.) de autores como Nicolás Díaz Dorta, Carlos Platero y Melchor Zárate, entre otros. Asimismo, investigamos las referencias de publicaciones y documentos históricos de Gabriel Betancor, Eduardo Aznar, Manuela Marrero, Roberto González Zalacaín, Leopoldo de la Rosa, José Pérez Vidal, Manuel Betancort, Alejandro Cioranescu y un largo etcétera.
    La relación (por orden alfabético) de los 100 apellidos de origen portugués, o galaicoportugueses más comunes, enraizados en la población canaria, y castellanizados muchos de ellos, es la siguiente: Abrante, Abreu, Acevedo, Acosta, Acuña, Afonso, Aguiar, Amaral, Arbelo (también Albelo y Arvelo), Araña, Arrocha y Arocha, Avero, Bacallado, Báez, Barreto, Bello, Borges, Brito, Camacho, Carballo, Castañeda, Castro, Cejas, Chávez (Chaves), Coello, Concepción, Correa, Corujo, Curbelo, Dávila, Delgado, Déniz, Dévora (Évora), Dorta, Estévez, Fagundo, Fajardo, Falcón, Falero, Fariña, Farías, Farrais, Felipe, Feo, Ferrera, Figueroa, Fleitas, Fontes, Fraga, Fragoso, Fumero, Galván, Govea, Goya (de Goia), Guedes, Henrriquez, Jorge, Leal, Lemes, Lemus, Lima, Luis, Machado, Marante, Marrero, Mascareño, Matos, Mederos, Melo, Méndez, Mendoza, Meneses, Mesa, Mora, Morera, Núñez, Oliva, Olivera, Pacheco, Padrón, Pais, Perdigón, Perera, Perestelo, Pestano y Pestana, Pinto, Portugués, Ramallo, Ramos, Rancel, Ravelo, Rivero, Silva, Silvera, Sosa, Tabares, Tavío, Tejera, Viera y Yanes. A todos esos habría que añadir los Alvares, Cabreira, Dias, Domingues, Fernandes, Gomes, Gonçalves, Hernandes, Lopes, Martins, Peres o Pires, Rodrigues, Soares… que fueron sencillamente castellanizados al cambiarles la s final por la zeta castellana. Además, apellidos como Dorta (De Horta) y Yanes (Eanes), aunque de claro origen portugués, son genuinamente canarios.
    Conviene aclarar que varios de esos apellidos tienen su origen remoto en la España medieval (Galicia y Asturias fundamentalmente), e incluso en Italia, pero luego alguna de sus ramas pasó a Portugal y de esta manera, cuando llegaron a Canarias sus portadores ya eran portugueses, pues como tales figuran en los documentos consultados (Datas, Protocolos notariales, Registros sacramentales, etc). También debemos decir que, sin duda, una gran parte de los numerosos guanches que sobrevivieron a la conquista fueron bautizados con esos mismos apellidos portugueses y castellanos que, a su vez, transmitieron a la población actual. Todos ellos son más abundantes en Canarias que en el resto del Estado español.
    Como datos estadísticos destacables, cabe señalar que 550.000 canarios autóctonos –o sea, uno de cada tres– son portadores de alguno de estos 100 apellidos portugueses. Los más abundantes son: Ramos (35.700), Marrero (28.500), Delgado (28.000), Acosta (20.000), Rivero (18.500), Méndez (18.000), Sosa (17.750), Afonso (17.000), Luis (16.500) y Padrón (15.250), que suman un total de 215.000.
    Otro dato sorprendente es que tan sólo los portadores de los tres apellidos más frecuentes en la población canaria autóctona actual (un millón y medio de personas): Rodríguez (183.000), González (177.000) y Hernández (160.000), suman 520.000, que también representan a más de la tercera parte de la población canaria nacida en las islas. Por lo tanto, la estadística nos está indicando que al menos la mitad de los apellidos de los canarios proceden de Portugal. Igualmente nos sorprendemos al observar que hoy en día hay más personas apellidadas Hernández en la provincia de Santa Cruz de Tenerife (98.500) que en Madrid (98.000) y, por supuesto, que en el resto de provincias del Estado español, y si a esto le añadimos que es precisamente este apellido el que aparece con más frecuencia –junto con González y Rodríguez– en los documentos donde figuran guanches bautizados, nos da mucho que pensar. Y es que estamos en lo de siempre. A poco que escarbes en la nebulosa de nuestra Historia, te encuentras con la manipulación, la tergiversación interesada y el ocultamiento de la verdad. En fin, para nuestra fortuna los tiempos están cambiando –y no sólo los metereológicos– pues estamos viviendo en una época en la que la libertad de expresión y los avances de la ciencia, la tecnología y, sobre todo, de la comunicación y la información, van a permitir que veamos la luz al final del túnel.

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