viernes, 31 de julio de 2015

ARCHIVO PERSONAL DE EDUARDO PEDRO GARCÍA RODRÍGUEZ-CX


ATRIMONIO ARQUEOLÓGICO (II)

POBLADO PREHISPANICO DE TUFIA (GRAN CANARIA)



El Este de la isla de Gran Canaria, entre el barranco de Silva y el barranquillo de Puerto fíem edio se introduce en el mar la península de Tutia, dejando al Norte la playa de Aguadulce (donde existia una fuente de agua potable hasta tiempos recientes) y al Sur la playa de Tutia. La península asciende suavemente desde las playas para caer luego a pico, como fortaleza de riscos, sobre el mar. Tiene un eje mayor y menor de aproximadamente 500 y 300 m. respectivamente, y su punto más alto está a 47 m. aproximadámente sobre el nivel del mar. Sobre ella, azotado por el constante alisio del Noreste, se levanta el poblado aborigen de Tufia.

ANTECEDENTES HISTÓRICOS

Las primeras referencias escritas sobre la existencia de un yacimiento arqueológico en la península de Tufia (Gran Canaria) se deben a Sebastián Jiménez Sánchez, quien en 1944 publicó la noticia de su descubrimiento: "Este yacimiento importante, conocido por Tufia, Tufía y Taufia, está situado en la misma costa del término municipal de Telde, a poco más de 3 kilómetros de Taliarte. El yacimiento está sobre el promontorio del mismo nombre, de costa acantilada y brava.

Todo el promontorio forma una minúscula península que origina una ensenada y playa llamada con la misma denominación... la parte alta de este promontorio nos presenta una sorpresa agradable. En él descubrimos un importante poblado aborigen, hasta el presente por nadie citado"1.

Efectivamente en la bibliografía consultada no se encuentra ninguna referencia sobre este importante enclave aborigen. Historiadores como Marín y Cubas, Chil y Naranjo, Millares Torres, Sabino Berthelot y otros recogen en sus escritos el nombre de Tufia, Tufía y Taufia, dándoles en unos casos el tratamiento de topónimo o el de antropónimo. Cuando se refieren al topónimo dan cuenta de cuevas viviendas existentes en la playa del mismo nombre. Sin embargo, en ningún caso se menciona la existencia del poblado con sus túmulos y murallas que se alzan en la parte superior de la mencionada península. Otro autor, contemporáneo de Jiménez Sánchez y que por tanto conocía la noticia del descubrimiento, fue Pedro Hernández Benítez quien en una de sus obras hace una breve referencia sobre Tufia: "Nombre aborigen de un Guayre llamado Taufia que a su vez dio nombre a un poblado en parte troglodita y en parte de piedra seca o sin argamasa. Hasta el año 1713 se le designa en los libros de defunción a tal poblado de Tufia"2.

Lo que resulta sumamente extraño es que en las Crónicas de la Conquista de Canarias no se haga ninguna referencia a la existencia de este estratégico enclave aborigen, aunque bien es verdad que, a juzgar por el reducido número de estructuras habitacionales, no pudo ser muy numerosa la población allí asentada.

No obstante, hay que tener en cuenta un hecho significativo, y éste es que a tan sólo un kilómetro de distancia se encuentra la bahía de Gando.

Tanto la ensenada de Gando así como también las playas cercanas constituyeron los fondeaderos preferidos de aquellos que intentaron en repetidas ocasiones entradas en la isla.
Hay que tener también presente que toda la línea de costa de la que venimos hablando establ bajo el dominio político del reino de Telde que por otra parte controlaba prácticamente la mitad de la isla, estando la otra mitad bajo el dominio del reino de Gáldar.

Fue precisamente en Telde donde se construyó el primer almogaren o casa de oración cristiana, siendo el primer obispo de la diócesis el carmelita Fray Bernardo. Según el profesor Ladero Quesada: "Este obispado misional duró hasta finales del siglo XIV y encauzó hacia las islas limosnas, víveres y sacerdotes a partir de los centros de apostolado de la corona de Aragón. Mallorca fue sustituida desde 1362 en el cometido por Tortosa y Barcelona, debido al interés de sus respectivos prelados. Siendo el obispo de Telde franciscano Fray Bonanat Tarín se organizaron las expediciones misionales de 1370 y 1386. En esta última viajaron unos "pauperes heremite" que se establecieron como tales ermitaños en Gran Canaria. El fin de la presencia catalana mallorquina en Canarias coincidió con las primeras empresas de saqueo y conquista protagonizadas por los andaluces desde 1393, que haría entrar a las islas en un periodo más duro de su antehistoria"3.

En 1403 Gadifer de La Salle llevó a cabo una incursión con las islas de Fuerteventura, Gran Canaria y Gomera. En Gran Canaria fondearon en uno de los puertos situados entre Telde y Agüirres, seguramente Gando, donde perrranecieron algunos días, intercambiando productos de la tierra por "baratijas": "Y allí en el puerto vinieron cerca de quinientos canarios y hablaron con ellos y venían a la barcaza por grupos de 100 12 todos juntos, sin atreverse, después de haberles dado Gadifer seguridad, y les traían abundantes higos y sangre de drago que cambiaban por anzuelos de pesca y por viejas herramientas de hierro y por agujas para coser; y obtuvieron sangre de drago que valía doscientas doblas y todo cuanto les entregaron no valía dos francos. Y después mientras volvía y el bote se acercaba a tierra, ellos lo embistieron y duró la escaramuza un buen rato; después de acabado aquello, otra vez entraban en la mar y venían a la barcaza como antes y traían sus cosas. Y esto duró dos días que estuvieron allí... Y el propósito de Gadifer es, si puede encontrar cien arqueros y otros tantos peones, entrar en el país y alojarse en Telde, que es buena población abierta y tiene buen río que corre por en medio y está a media legua de un puerto de mar; y allí se fortificará y permanecerá hasta que, con la ayuda de Dios, haya puesto todo el país en su poder y en la fe cristiana"4.

No conseguiría Gadifer de La Salle su propósito de asentarse en Telde. Así Planta del yacimiento como tampoco lo lograría posteriormente Diego García de Herrera ni su yerno Diego de Silva a pesar de la torre que precipitadamente lograría construir en Gando. Entre los años de 1457 y 1459, Diego de Herrera, después de tomar posesión de la Bahía de Gando, construye una torre desde donde hostigará a las comunidades aborígenes que poblaban la zona. También se construiría un segundo baluarte" ofensivo-defensivo en 1462 en un lugar no muy bien definido pero ya en el interior de lo que hoy es la ciudad de Telde. Fueron artífices de esta construcción Diego de Herrera, Diego de Silva y el obispo Diego López de Illesca.

A este nuevo baluarte se le quiso imprimir un carácter distinto: Casa de oración. Rumeu de Armas en su obra El Obispado de Telde, describe el fatal desenlace que tuvo la empresa de los "tres Diegos": "La pequeña guarnición de Telde encargada de consolidar la influencia política de los señores de Canarias en el interior de la isla y garantizar la integridad física de los misioneros se comportó correctamente, por razones obvias de prudente seguridad, en cambio los soldados del presidio de Gando se desmandaron más de una vez con asechanzas y correrías que enturbiaron la atmósfera de paz... Sobre el alcaide de la torre de Gando, Pedro Chemida, llovieron las reclamaciones de los indígenas, hasta que llegó un día en que los naturales decidieron tomarse no la justicia sino la venganza por su mano. La causa que iba a dar pie a la ruptura de las hostilidades fue el rapto de algunas mujeres nobles, considerado con razón como una grave ofensa indigna de los aliados y amigos"5.

Tras una hábil maniobra militar los aborígenes consiguieron vencer la resistencia de la torre, la cual sería arrasada (opinión ésta de la que no participan algunos autores).

Hasta aquí algunas noticias de interés etnohistórico que de alguna forma nos vienen a demostrar que la zona objeto de nuestro estudio fue quizá de las más frecuentadas en los primeros intentos de conquista de la Isla.

Centrando nuevamente la atención sobre el yacimiento que nos ocupa, el profesor Serra Ráfols, después de haber consultado las crónicas, llega a la siguiente conclusión: "Un poblado junto a desembarcaderos tan fáciles supone una gran seguridad por ese lado. Confirma nuestra creencia de que los mares de Canarias permanecieron desiertos durante larguísimos siglos, probablemente desde un momento en que se pierde en la noche de los tiempos hasta el siglo XIV. Desde algún momento dentro de este siglo, el poblado tuvo que ser abandonado, pues era una presa fácil para los merodeadores que visitaron anualmente estas aguas.

Otros poblados costeros tuvieron los aborígenes de Gran Canaria, pues lo son también el de La Guancha y el de Arguineguín, pero acaso ninguno tan visible o tan indefenso como éste, que jamás pudo ser de mucho vecindario. Partiendo de nuestro supuesto de que los aborígenes no navegaban ¿qué fin pudieron tener estos poblados costeros? Creo que el mariscar (no el pescar) debió constituir un medio de vida de una importancia que hoy no podemos concebir fácilmente..."6.

Las conclusiones a que llega el profesor Serra Ráfols no son en absoluto descabelladas y en gran medida coinciden con las nuestras. No obstante habría que plantearse otras cuestiones referentes sobre todo a la cronología del yacimiento, pues cabría la posibilidad de que este poblado fuese levantado por grupos aborígenes después de la isla conquistada. En este sentido hay que tener en cuenta un hecho significativo y éste es lo inhóspito del lugar, la pobreza del medio que por otra parte no pudo ser muy distinto quinientos años atrás y un viento constante que azota el lugar en casi todas las épocas del año.

Partimos de un hecho y éste es que la hipótesis del genocidio queda descartada, entonces ¿qué ocurrió con las comunidades aborígenes que quedaron en la isla una vez ésta conquistada? Seguramente fueron desposeídas de sus tierras, expulsadas de los asentamientos enclavados como es lógico en lugares más idóneos. Todo parece indicar que fueron desplazadas hacia territorios pobres uno de los cuales pudo muy bien ser el de la península de Tufia. No obstante, lo aquí expuesto apenas si tiene fundamento; sería necesario excavar éste y otros yacimientos similares de los que pudieran obtenerse datos más precisos, sobre todo de tipo cronológico, que puedan confirmar o desechar estas hipótesis.

DESCRIPCIÓN DEL YACIMIENTO

Observando el yacimiento de Tufia desde el mar, (Este-Oeste), podemos apreciarlo en toda su magnitud. En él encontramos diversos tipos de construcciones: murallas semidestruidas que lo rodean, estructuras de enterramientos—túmulos—, estructuras habitacionales —casas de piedra seca concentradas en dos núcleos separados entre sí, un amplio recinto amurallado al que no podemos dar función segura, y un grupo de cuevas que se abre en el acantilado. Todo este poblado se alza en lo alto de la terraza que se forrra sobre la península de Tufia.

La parte mejor conservada se enclava en la cresta de la colina. Se trata de un núcleo compuesto por cuatro recintos habitacionales con forma circular en el exterior y ovoidea o elíptica en el interior de tres de ellas, y cuadrangular en la cuarta, que además posee un compartimiento suplementario también cuadrado, así como una especie de antesala de gran tamaño. Las entradas se realizan por el oeste (de espaldas al mar) en las tres mayores y por el sur en la menor.

Como ya hemos señalado, esta zona es la que se encuentra menos deteriorada, alcanzando sus muros en ocasiones alturas superiores al metro y medio, y manteniéndose casi intactas en las esquinas y ángulos construidos con gran perfección.
El otro núcleo más al norte y más bajo contiene tres estructuras habitacionales, también circulares en sus partes exteriores pero más angulosas por dentro, presentando una de ellas una planta casi cruciforme. Las tres se encuentran unidas en sus fachadas, conformando un muro continuo que sólo se interrumpe en los huecos de las entradas, que como antes se orientan al poniente. Las paredes apenas si sobresalen de la tierra, bien por enterramiento o por destrucción no consiguen superar el medio metro en las partes más favorables.

Muy cerca de estas estructuras está el recinto mayor del yacimiento: se trata de una gran construcción cuadrangular, con esquinas redondeadas y de una gran perfección en los muros interiores, que encierran una superficie de aproximadamente 213 metros cuadrados, y a la que se accede por una puerta orientada al N. O. y en lasque hay tres escalones de unos 15 cm. cada uno.

Junto a la pared izquierda de esta especie de Tagoror se insinúa un trozo de suelo empedrado que da realce a esta parte del yacimiento.

En cuanto a los túmulos hoy se pueden ver claramente dos de los tres que existen, ligeramente apartados hacia el norte del complejo cerrado. Estos son distintos entre sí, uno más grande tiene un centro a flor de tierra, rodeado circularmente por dos filas de piedra de mayor a menor altura según se separan del centro. El otro, más pequeño, se forma por una sola hilera de piedras que circunda un espacio relleno de tierra. Un último túmulo se esconde bajo la superficie de la colina, y solamente es delatado por alguna que otra piedra que contornean una débil figura. Este se compone por tres gradas concéntricas de diferentes alturas.

Además de los distintos tipos de construcciones ya citados existen una serie de murallas que lo delimitan y dividen interiormente. Dos de ellas de gran longitud (hoy prácticamente destruidas) lo protegen por los lados este y oeste, y otra, ya más abajo, lo aisla de la playa de Aguadulce; así mismo, hay pequeños muros que separan los distintos núcleos del yacimiento (posibles lindes de propiedad).

En la parte rocosa del promontorio, al sur de la península, hay una serie de cuevas naturales, algunas de ellas retocadas que sirvieron de viviendas, probablemente formando parte del conjunto arqueológico.

MATERIAL ARQUEOLÓGICO

El yacimiento de Tufia nunca se ha excavado sistemáticamente, probablemente por esto el material arqueológico encontrado sea escaso.

Cuando en 1944 S. Jiménez Sánchez explora el lugar, realiza labores de limpieza de superficie "consistente en quitar del interior de las viviendas las piedras caídas y la tierra acumulada por efectos de la lluvia y del viento". En estos trabajos se recogen en el núcleo sur "la mitad de un recipiente de piedra de forma ovóidal, dos cuchillos hachas de regulares dimensiones, seis tabonas corrientes, una piedra plana y redonda como de 20 cms. de diámetro y fragmentos varios de cerámica color bermellón, así como caparazones de moluscos. En el núcleo del norte encontramos tiestos varios de cerámica; destacando dos trozos de color canelo claro con decoración en franjas delgadas de color ocre".

También da cuenta de la existencia en la pared norte del recinto mayor de "antiguos surcos o canalones paralelos, labrados intencionadamente, en forma de líneas rectas inclinadas con tendencia a arcos de circunferencia, semejándose a la forma de una hoja acicular". En las repetidas visitas que hicimos al yacimiento no hemos visto el grabado señalado por Jiménez Sánchez, solamente encontramos pequeños fragmentos de cerámica sin ningún tipo de decoración, algunos cantos trabajados, así como diversas conchas de moluscos, todo ello en superficie.

SERVICIO DE PROTECCIÓN DEL PATRIMONIO ARQUEOLÓGICO* MUSEO CANARIO

Este servicio está integrado por Antonio Bonny Miranda, Julio Cuenca Sanabria, Ángel Juan Casañas, José Luís Marcos Caballos, Guillermo Rivera López, Luís Sosa Martínez y Jorge Miranda Valerón. En: Revista Aguayro. Año XII nº 143, octubre  de 1982.
(Archivo Personal de Eduardo Pedro García Rodríguez)

BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA:

- ARAÑA y CARRACEDO: de las Islas Cananas". III Editorial Rueda. 1980.
"Los Volcanes Gran Canaria.
SERRA RAFOLS: "La arqueología en Cananas en 1944." Revista de Historia Canaria N.° 70, 1945. pp. 94-196.
MORALES PADRÓN F. "Canarias: Crónicas de su conquista". Ayuntamiento de Las Palmas. El Museo Canario. 1978.
Le Cananen. Crónicas francesas de la Conquista de Cananas: Texto de Gadifer de La Salle. Instituto de Estudios Canarios. El Museo Canario.
JIMÉNEZ SÁNCHEZ S. "Excavaciones Arqueológicas en Gran Canana, del Plan Nacional de 1942, 1943 y 1944". pp 108 -113.
CHIL y NARANJO, G. "Estudios Históricos, Climatológicos y Patológicos de las Islas Canarias" Imp. La Atlántida. 3 volúmenes. Las Palmas.
HERNÁNDEZ BENITEZ, P. "Te/de Isus valores arqueológicos, históricos, artísticos y religiosos). Telde.
VERNEAU, R. "Rapport sur une rr.ission scientifique dans L'Archipel Cañarien. Imp. Nationale. Paris. 1887.
VERNEAU, R. "Habitations, sepultures et lieux sacres des anciens cananens. fíev. d'Ethnographie. Paris. 1889.

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