1968 julio 20.
La tragedia del Fausto llenó de dolor y de
angustia no sólo a los hogares de los familiares y amigos de los infortunados,
sino también a la Isla
toda, ante el curso de unos acontecimientos que, a medida que fue
transcurriendo el tiempo, provocó una sensación de gran desconcierto entre
quienes participaron en su búsqueda y la sucesión de noticias, confusas y
contradictorias en algunos momentos, que jalonaron el caso.
El 20 de julio de 1968, sobre las cinco de la
tarde, el motopesquero Fausto arribó al embarcadero de Las Puntas, en la costa
de Frontera, para descargar unos plantones de plataneras destinados a su
siembra en unas fincas que estaban roturando unos palmeros en el valle de El
Golfo. En la madrugada del día 21, serían las dos y media de la madrugada, la
pequeña embarcación se hizo de nuevo a la mar rumbo a su base en el puerto de
Tazacorte, a donde debería haber llegado, en circunstancias normales, siete
horas después.
A bordo viajaban cuatro personas: El patrón,
Ramón Concepción Hernández, de 48 años de edad; un hermano suyo, Eliberto, de
41 años; Miguel Acosta Hernández, de 44, primo hermano de éstos y todos ellos
vecinos de Tazacorte, así como un mecánico, Julio García Pino, de 27 años,
natural y vecino de El Paso, que se había unido a ellos como pasajero.
El retraso en la llegada estimada del barco
alertó a sus familiares y amigos, así como a su propietario, Rafael Acosta
Arroyo, que puso el hecho en conocimiento de la Ayudantía Militar
de Marina de Santa Cruz de La
Palma. A través de la Estación Radiocostera
de Canarias, se dio el primer aviso de alerta a todos los barcos que pudieran
encontrarse en la zona, para que colaborasen en la búsqueda del motopesquero.
Aunque al principio no cundió la alarma, el SAR
comenzó sus labores de búsqueda y rastreo en la zona donde se le suponía
perdido, por lo que ordenó el despegue de un avión Heinkel He-111 “Pedro” del
Ala 46 para que hiciera un vuelo de reconocimiento. Se pensó en una posible
avería del motor, lo que haría que se encontrara a la deriva, por lo que el
viento del Nordeste reinante lo habría apartado de su ruta, llevándolo a mar
abierta.
En la tarde del día 23, otro avión de
reconocimiento sobrevoló El Hierro en dirección a La Palma siguiendo la
previsible ruta del Fausto, describiendo después una ruta en círculos en el
área en que podía encontrarse la embarcación, sin que consiguiera localizarlo
ni comunicarse por radio con sus tripulantes, pues se sospechaba que no llevaba
a bordo aparato de telefonía. Al día siguiente se incorporaron otras cuatro
aeronaves, ampliando el radio de acción a unas doscientas millas al SW de El
Hierro.
En la madrugada del día 25 se recibió la noticia
de que el Fausto había sido localizado esa medianoche por el mercante británico
Duquesa, a unas 95 millas de La
Palma, cuando se encontraba en la posición 28º 15’ N y 19º
45’ W. El capitán dijo que los tripulantes se encontraban sin novedad y después
de suministrarles víveres, agua y gasoil para varios días, les indicó el rumbo
a seguir y, al mismo tiempo, comunicó a la estación radiocostera que el Fausto
llegaría en la tarde de ese día a su destino.
La noticia del encuentro se difundió rápidamente
por la isla. A primera hora de la tarde, cuando salieron a recibirle los
motopesqueros Discordia y Jacinta, existía en el puerto de Tazacorte un
ambiente de gran expectación, concentrándose en las inmediaciones del viejo
muelle una gran cantidad de personas, deseosas de presenciar la llegada de los
cuatro hombres, a los que ya muchos daban por desaparecidos. Asimismo, desde
las cercanías de El Hierro, donde se encontraba navegando, se unió el
hidrográfico Cástor, que puso rumbo al Oeste palmero.
En el trozo de muelle de Tazacorte se encontraba
también el armador del barco, Rafael Acosta Arroyo, nervioso aunque optimista,
hablando con los periodistas y los conocidos que se habían acercado hasta el
lugar y pendiente de las llamadas que recibía a través de un radioteléfono de
banda ciudadana de las embarcaciones que habían salido al encuentro del Fausto.
Confiaba en la experiencia de sus hombres y decía que nunca había perdido las
esperanzas de que el barco apareciese y que en su opinión, todo podría haberse
debido a una falta de combustible. Para despejar las dudas que se habían
generado en los últimos días, dijo que el barco estaba equipado con un
emisor-receptor a transistores que permitía su comunicación.
El ambiente en el puerto de Tazacorte era de
auténtica fiesta, entre voladores, risas, vasos de vino y expectación, mucha
expectación. Los familiares, cuatro esposas y veinte hijos, reflejaban en sus
rostros las horas de cansancio y angustia que todavía vivían y entre la
esperanza y la duda, había quienes prometían vestir hábito durante años si
volvían a abrazar a sus seres queridos.
Sin embargo, pasaron las horas y el Fausto no
aparecía. Los motopesqueros que habían salido a su encuentro regresaron de
nuevo a Tazacorte y el último de ellos llegó a las siete de la tarde. Se
esperaba que el barco recalase en la próxima madrugada o al amanecer del día
siguiente, por lo que muchos se mantuvieron en vigilia a la espera del gran
acontecimiento.
Al no aparecer en las horas previstas, el
entusiasmo se ensombreció de nuevo y en la mañana del día 26, el Mando Aéreo de
Canarias ordenó que continuara la búsqueda, despegando aviones de
reconocimiento Heinkel He-111 y Grumman Albatross del SAR desde la Base Aérea de Gando,
que volaron durante 17 horas. La
Marina de Guerra, asimismo, ordenó la salida del cañonero
Magallanes, el hidrográfico Cástor y los remolcadores de altura RA-2, RA-4 y
RA-5, todos los cuales recorrieron minuciosamente la supuesta derrota seguida
por el pesquero español tras su encuentro con el mercante británico Duquesa.
A medida que pasaron las horas y los días,
comenzó a tomar forma el presentimiento de una tragedia. Todo el mundo se hacía
preguntas y nadie era capaz de dar una respuesta. Entre los familiares y los
amigos de los cuatro infortunados tripulantes del Fausto cundió un profundo
sentimiento de pena y desesperación. El pueblo palmero, muy pendiente de las escasas
noticias que se producían, contenía su sentimiento de angustia y tristeza ante
lo que se temía irremediable.
El dispositivo montado por el Ejército del Aire y
la Armada
española alcanzó unos niveles realmente excepcionales. Los efectivos asignados
rastreaban una zona de 12.000 millas cuadradas cerca de El Hierro y La Palma, con sus radares en
continuo rastreo. Los aviones volaban a una altura de 400 metros y se relevaban
cada 12 horas, por lo que era imposible que el Fausto escapase a su
localización, ayudado por una buena visibilidad. El área de rastreo se amplió
en una zona de 6.400 millas a partir de unas 200 millas al SW de La Restinga. Ante este
despliegue de medios, y aun considerando que el Fausto hubiera seguido un rumbo
distinto al marcado por el capitán del Duquesa, el pequeño motopesquero no
tenía tiempo para escapar a la zona sometida a exploración.
Transcurridos 17 días desde que saltó la alarma
de la desaparición del moto-pesquero Fausto y del intenso trabajo por unidades
de la Marina
de Guerra y del Ejército del Aire, se dio oficialmente por finalizada la
búsqueda del infortunado barco y de sus tripulantes. Los aviones del SAR
suspendieron sus vuelos y las unidades de la Armada regresaron a Las Palmas, aunque se
mantenía el estado de alerta. El teniente de navío Manuel Carrillo Robles,
ayudante militar de la Marina
en La Palma,
fue designado juez especial para la instrucción del sumario.
Igualmente meritoria resultó la labor desempeñada
durante todo este tiempo por los radioaficionados canarios. La estación EA8-BK,
de Rodrigo Rodríguez, vecino de Tazacorte, logró localizar al capitán del
Duquesa, que se encontraba en Rotterdam y confirmó su encuentro con los
tripulantes del Fausto, así como su posición, el suministro de agua y víveres
realizado, así como gasoil para 18 horas de navegación.
A principios de agosto se inició un período en el
que surgieron noticias confusas, comunicados y posteriores desmentidos,
procedentes de emisoras de radioaficionados, estaciones de radio y prensa
diaria del extranjero, siempre relacionadas con la aparición del Fausto. La
estación venezolana YV5-CTZ, de Juan Roberto Martín, un palmero afincado en
Caracas, comunicó a EA8-BK que había recibido una llamada de un radioyente que
había escuchado en la emisora Radio Rumbo una noticia relacionada con el
supuesto hallazgo, comprobándose después que se refería al encuentro habido con
el mercante británico Duquesa.
Diario de Avisos se ocupó también de los
insistentes rumores que circularon en aquellos angustiosos días de quienes
situaban la aventura del Fausto en una escapada hacia Venezuela, emulando la
aventura de la etapa de los veleros de la emigración clandestina.
El 2 de agosto, un informe de un radioaficionado,
en manos de la Ayudantía
de Marina de La Palma,
decía que el Fausto había llegado a Puerto La Cruz “con cuatro tripulantes en buen estado de
salud, con provisiones sobrantes y de que habían sido atendidos por las
autoridades”. Luego se comprobó que no había sido así.
Dos días después, el periódico El Día publica el
texto de un telegrama dirigido a Adelto Acosta Herrera, en Santa Cruz de
Tenerife, que dice textualmente: “Venezuela recibió mensaje del barco Fausto.
Salieron a rescatarlos. Juan”. El firmante es Juan García Pino, hermano del
pasajero que embarcó en El Hierro. Al leer la noticia, un radioaficionado
palmero logró localizar en Valencia, a través de otro colega venezolano, al
citado Juan García Pino, quien aclaró que su telegrama se refería a que en
Venezuela se sabía la noticia de la desaparición y que lógicamente se saldría
en su busca.
Otro radioaficionado venezolano estableció
comunicación con un colega de Tenerife para informar que el periódico El
Nacional publicaba la noticia de que una embarcación de las características del
Fausto había sido avistada por aviones del Air Force Rescue en la posición 28º
15’ N y 29º 45’ W, lo que provocó que todos los radioaficionados disponibles se
lanzaran a la búsqueda de un contacto con el citado organismo norteamericano de
salvamento o de averiguar cuáles eran las fuentes de información que habían
suministrado la noticia al periódico caraqueño.
Tres estaciones de radioaficionados de la
provincia tinerfeña, EA8-BQ, EA8-FD y EA8-DX, así como otras nacionales y
extranjeras, trataron por todos los medios disponibles a su alcance y durante
muchas horas, de contrastar la veracidad de la noticia, hasta que se logró
contactar, en la madrugada siguiente, con las autoridades marítimas de La Guaira y Puerto La Cruz, las cuales desmintieron
el supuesto hallazgo del pequeño barco palmero. Al mismo tiempo, el mando del
SAR estableció contacto con el mando de la base conjunta aeronaval de Rota y
con el mando de la base americana de las Azores, quienes también desmintieron
la noticia.
El 11 de octubre, la prensa tinerfeña sorprendió
a sus lectores con una nueva noticia referida al hallazgo del Fausto. Al
amanecer del día 9, el carguero italiano Anna di Maio lo había encontrado a la
deriva y con un cadáver a bordo, en avanzado estado de descomposición. Su
posición en aquel momento era 23º 03′ N y 38º 30′ W, distante unas 1.200 millas
de La Palma.
El capitán del Anna di Maio, Bruno di Magio,
decidió remolcar el barco hasta Puerto Cabello, su primera escala en el viaje
que hacía desde el Mediterráneo hacia el Pacífico. Pero el 14 de octubre se
recibió un nuevo telegrama enviado por el capitán del Anna di Maio, a través de
Radio Roma, en el que decía que, encontrándose en la posición 19º 15’ N y 46º
26’ W, había “perdido batel de pesca Fausto por haberse ido a pique durante
remolque stop entregaremos papeles descubiertos a bordo a cónsul español de
Venezuela. capitán”.
A su llegada a Puerto Cabello, el capitán declaró
a la Agencia Efe
que el Fausto “parecía un barco fantasma, estaba totalmente abandonado”. En el
cuarto del motor estaba el cadáver de un hombre joven en avanzado estado de
descomposición. El capitán precisó que a bordo no fue hallado libro de
bitácora, diario o documento que permitiese conocer la suerte de los demás
tripulantes.
El segundo oficial del mercante italiano, Luciano
Aseione, que fue quien descubrió el cadáver, dijo que a pesar de estar éste
complemente desnudo y carecía de documentos personales que lo identificase, por
unas cartas halladas a bordo se suponía que era Julio García Pino, tres de
cuyos hermanos entonces residentes en Venezuela ?Antonio, Juan y Pedro-
acudieron a Puerto Cabello con la esperanza de sepultar sus restos. El capitán
del buque entregó al delegado del consulado de España en dicha ciudad un sobre
lacrado que contenía las cartas que había dejado el infortunado mecánico.
La historia del Fausto sigue envuelta en la
leyenda y en el misterio. Y en La
Palma, sobre todo en Tazacorte, pervive el trágico episodio
de un barco a la deriva en el Atlántico infinito, convertido en una historia
triste y con unos humildes protagonistas cuya memoria evocamos con todo
respeto.
Fuente de información.: http://www.diariodeavisos.com/diariodea
… nt/221283/
Fausto, el barco que
apareció dos veces
El mar, la mar, salvaje,
indómita, arcana… A lo largo de la Historia Náutica muchos han sido los episodios de
barcos desaparecidos de los que no se supo nunca ningún pormenor. A priori, la
tradición siempre nos hace evocar uno de los puntos más temidos del mar, el Triángulo
de las Bermudas, repleto de leyendas de barcos fantasmas, que en la mayoría de
los casos ni siquiera existieron. El suceso que hoy nos ocupa bien podría
encuadrarse en este famoso triángulo. Sin embargo sucedió en Canarias. La
desaparición real, hace cuarenta y dos años, de un pequeño barco pesquero, aún
suscita preguntas y especulaciones sin respuestas ni conclusiones.
No fueron buenos augurios los que
rodearon el nacimiento del motopesquero Fausto.
Fue construido en los muelles de
ribera de Santa Cruz de La Palma
y botado a principios de la década de los sesenta del siglo XX. En 1961 lucía
sus 13’80 metros de eslora, 3,65 metros de manga y 1,68 metros de puntal,
desplazaba 12 toneladas y tenía capacidad de carga para unas 18 toneladas. Se
le solía ver fondeando mientras realizaba faenas de pesca, para lo cual había
sido construido. Pero muy poco tiempo después, una chispa provocó una explosión
a bordo seguida de un pavoroso incendio que acabó con el pequeño FAUSTO yéndose
a pique. Una vez reflotado fue remolcado al varadero donde quedó olvidado
durante dos años, hasta que un vecino de la localidad de Fuencaliente, al sur
de la isla canaria de La Palma,
lo adquirió y comenzó su reconstrucción. Sin embargo, antes de finalizar los
trabajos, y por razones desconocidas, decidió ponerlo a la venta. Su tercer
propietario, D. Rafael Acosta Arroyo, con el fin de terminar las reparaciones
pendientes, lo puso en las expertas manos de uno de los más reconocidos
carpinteros de ribera de la isla de La Palma.
Los trabajos de reconstrucción se
dilataron a lo largo de tres años pues el prestigio del carpintero hacía que
tuviese muchas reparaciones que hacer, por lo que trabajaba en el Fausto cuando
las emergencias no se lo impedían. Finalmente, el 27 de abril de 1966 el Fausto
volvió a la mar haciendo resonar su acompasado motor diesel Lister Blackstone
de 43 hp que le otorgaba una capacidad de arrastre de hasta 18 toneladas y una
velocidad de 8 nudos.
Comenzó así una apacible vida
marinera en la que unas veces transportaba mercancías entre el puerto de
Tazacorte, en La Palma
y el de El Golfo en El Hierro, y otras se dedicaba a la pesca con traiña; a
veces desempeñaba las dos funciones al mismo tiempo.
Pero estas rutinas se vieron
interrumpidas en las últimas horas del sábado 20 de julio de 1968. Esa misma
tarde había arribado a la localidad de Las Puntas, al norte de la isla de El
Hierro, procedente de Tazacorte, en La Palma. Descargó
unas tres toneladas de plantas de platanera para su siembra. Ya en la madrugada
del fatídico domingo día 21, hacia las 02:30 horas, tras haber embarcado unos
diez kilos de frutas y unos pocos litros de agua, zarpó poniendo rumbo a
Tazacorte con sus tres tripulantes a bordo: el patrón D. Ramón Concepción
Hernández (de cuarenta y ocho años, casado y padre de seis hijas), su hermano
D. Filiberto (de cuarenta y un años, casado y con cinco hijos) y un primo de
ambos, D. Miguel Ángel Acosta Hernández (de cuarenta y cuatro años cuyo hijo
más pequeño tenía siete meses). Todos ellos eran hijos de marineros y habían
vivido la mar desde la más tierna infancia. Les acompañaba en esa travesía D.
Julio García Pino (de veintisiete años, mecánico de profesión, casado y con dos
hijos, y natural de El Paso, donde poseía un taller, también en la isla de La Palma), que estaba
trabajando en la isla de El Hierro de mecánico para una empresa palmera que se
hallaba temporalmente en dicha isla ejecutando una obra, y que aprovechó la
salida del barquito para regresar a casa lo antes posible por razones
personales. Estaba previsto que el Fausto llegara a su destino, Tazacorte, casi
siete horas después, es decir, hacia las 9 horas de la mañana de ese mismo
domingo. Nunca arribó.
Tras el tiempo prudencial de
espera, saltaron todas las alarmas. Puesto el suceso en conocimiento de las
autoridades por parte de la
Ayudantía de la
Marina de La
Palma, desde el Estado Mayor del Aire se cursó a la base
aérea de Las Palmas de Gran Canaria orden inmediata de despegue de diversos
helicópteros pertenecientes a dicha base, y varios aviones, considerando, en
primera instancia, una posible avería que les hubiese desviado de su rumbo
inicial. Considerando la derrota, el viento y las corrientes reinantes se
dispusieron a rastrear la zona, no sin extrañeza pues el Fausto estaba equipado
con un pequeño radiotransmisor. También participaron en la búsqueda algunas
unidades de superficie de la
Armada Española, entre las que se encontraba el buque
hidrográfico Castor (1), equipado con un moderno radar tan preciso y potente
que era capaz de detectar hasta los ecos de las gaviotas. El Discpordia, un
pequeño barco, salió de Tazacorte para ayudar en la búsqueda. Los círculos se
iban ampliando de cada vez, no obstante, la ausencia de indicios era la
protagonista del momento. A última hora del día 24 de julio los aviones y
navíos habían conseguido rastrear unas 12.000 millas cuadradas de superficie
entre las islas de El Hierro y La
Palma.
Según voces autorizadas el Fausto
no tenía sistema de telefonía ni tampoco autorización para el viaje.
Todos los buques que navegaban en
la zona fueron advertidos por radio para que se mantuviesen atentos por si se
encontraban con el pequeño pesquero perdido, aunque en esos días se había
posado una molesta neblina en toda la zona. A tempranas horas del día 25 de julio
se encendió una pequeña luz de esperanza cuando llegó un comunicado a la Estación Costera
de Tenerife procedente del buque frigorífico británico Duquesa, de la firma
londinense Houlder Brothers, el cual declaraba haberse encontrado con el Fausto.
Dicho mensaje rezaba así:
“el vapor inglés Duquesa,
alertado por la Radio
Costera de Tenerife, avistó al Fausto en la posición 28º 15’
Norte, 29º 45’ Oeste. Le aprovisionó de agua, comida y 25 galones de gasoil y
10 de parafina. Le indicó el curso correcto para La Palma. Los cuatro
tripulantes bien de salud. Deberán llegar a las 17 horas aproximadamente del
día 25”.
No se hacía mención a algún tipo
de avería. Los ciudadanos de la isla de La Palma, que ya habían empezado a estar seriamente
preocupados, recibieron la noticia con tanta alegría como alivio.
A estas alturas del relato
comienzan a plantearse las primeras dudas razonables: ¿Cómo es posible que los
cuatro tripulantes estuvieran en perfectas condiciones de salud el día 25, si
cuando zarparon cuatro días antes apenas llevaban alimentos y agua? Si
realmente estaban perdidos, ¿no es lógico que estuvieran fuera de sí ante el
desolador panorama (sin agua ni alimentos ni combustible suficiente) cuando el
Duquesa los abordó? La situación no era como para encontrarse completamente
“bien de salud”.
En el puerto de Tazacorte
(enclave costero con una población aproximada a los 1.000 habitantes en aquel
tiempo) donde, entre la alegría y la expectación por las noticias recibidas, se
iba reuniendo gran número de paisanos, incluso se acercaron vecinos de otros
puntos de la isla, entre los que se encontraba D. Viterbo Acosta, primo del
patrón y tripulante habitual del Fausto, y que se había quedado en tierra en
aquella ocasión por tener que arreglar una red de pesca y porque su presencia
en el barco no era necesaria ya que no llevaba tanta carga; podría haber sido
uno de los desaparecidos. El armador, D. Rafael Acosta, también se hallaba
presente, había recibido la noticia de la aparición de su barco a las cuatro de
la mañana cuando le llamó la
Radio Costera de Tenerife.
Las horas iban pasando y el
anhelado regreso no se producía. Los barcos que, confiando en las informaciones
llegadas desde el Duquesa, habían zarpado a su encuentro, entre los que se
encontraban el Discordia y el Jacinta, fueron llegando uno tras otro al puerto
de Tazacorte sin ninguna novedad, salvo que el tiempo había empeorado y la
visibilidad se hacía cada vez más difícil; el ánimo de esposas e hijos se iba
ensombreciendo por momentos, y la noche, inclemente, vino finalmente a cubrir
con su siniestro manto de oscuridad, los ya lóbregos presentimientos.
El Priorato, un buque frutero de
2.500 toneladas, recibió de sus armadores orden de su rumbo con el propósito de
localizar al Fausto. Esa misma noche salió desde el puerto de Santa Cruz de La Palma con destino Alicante;
tendría que ir hacia el sur y virar al oeste pasando por Fuencaliente, para
rodear la isla por su lado occidental y rastrear la zona con su radar. No pudo
aportar ninguna información.
Las autoridades ordenaron a
buques y aviones militares continuar la búsqueda, al tiempo que la Estación Costera
de Tenerife seguía lanzando llamadas de emergencia cada dos horas a todos los
barcos que pasaban por la zona. El Castor mantuvo su misión durante quince
días. Mientras tanto, las especulaciones se iban adueñando de las tertulias
vecinales: así, para algunos la causa de la desaparición del Fausto no podía
ser otra que la falta de combustible, aunque esta afirmación era discutida por
quienes estaban convencidos de una avería en el motor; otros, en cambio,
señalaban un fallo en la brújula, al tiempo que había quienes opinaban que el
tiempo nordeste lo podría haber empujado mar adentro. Cada uno porfiaba su
razonamiento, pero en lo que sí existía pleno acuerdo era en lo sólido de la
construcción de la motonave y la existencia de un tiempo reinante nada
preocupante con mareas suaves.
Nuevas dudas: ¿Cómo es posible
que el Fausto volviera a perderse por segunda vez, con un mar tranquilo,
completamente repostado y con un recorrido relativamente corto?
Los medios asignados a la misión
de búsqueda por el Ejército del Aire y la Armada Española
fueron excepcionales (hasta siete aviones y tres barcos). El rastreo entre las
islas de El Hierro y La Palma
fue exhaustivo. Era materialmente imposible que el Fausto pudiera escapar a tan
aparatoso operativo de vigilancia, al que se había incorporado la fragata Magallanes
(2) de la Armada
y el ya mencionado buque Priorato con su potente radar; por tierra se buscaban
indicios por parte de la
Guardia Civil que rastreaba los vericuetos de la costa.
También un buen número de radioaficionados apoyaron la búsqueda, tratando de
comunicar con el Fausto por su canal habitual. Pero el tiempo pasaba, y la
sensación imperante era indiscutible: el pesquero se había esfumado. En la
ermita de Tazacorte, bajo la advocación de San Miguel, se encendían velas en
rogativa, los vecinos ayudaban en lo que podían a las familias afectadas, los
pescadores les entregaban la parte proporcional de pesca como si los
desaparecidos volvieran a casa cada día, todos querían ser útiles y ponían su
granito de arena.
Se emplearon cientos de horas
oteando atentamente la inmensa superficie del mar, en ocasiones sobrevolada a
pocos metros de altura por los aviones, a la espera de encontrar al menos
restos de naufragio. Los vigías de los buques no se separaban de sus
prismáticos, atentos a cualquier señal que destacara, por pequeña que fuese,
sobre las aguas. Las costas fueron escrutadas al milímetro… Ningún resultado.
La prensa no dejó de interesarse
ni un instante durante las primeras semanas haciéndose eco de toda noticia que
pudiera surgir. Y lo irremediable tuvo lugar cuando empezaron a aparecer bulos,
por la sempiterna manía de convertir en noticia los rumores sin que nadie se
tome la molestia de contrastar la información. Incluso se llegó a comentar que
quizá los tripulantes habían huido a Sudamérica, como había ocurrido con tantos
canarios dos décadas atrás, en los años más difíciles de la dictadura franquista.
De hecho, llegaron noticias de la presencia del Fausto en Venezuela, hasta el
punto de que algún diario venezolano publicó la posición en la que
supuestamente había sido avistado por aviones de rescate, lo que fue
inmediatamente desmentido por las autoridades.
Estos rumores infundados
complicaban sobremanera la situación, puesto que para el Régimen del general
Franco no representaba lo mismo un barco desparecido que un barco fugado.
Saliendo al paso de esta hipótesis, las esposas de los desaparecidos negaron
rotundamente que sus maridos se hubieran escapado, además no estaban
capacitados para tan largo viaje. No parece lógico que abandonaran sin más a
sus esposas e hijos. También corrió el rumor de su aparición en Puntagorda, al
oeste de la isla de La Palma,
que hubo de ser desmentido.
A finales de julio se emplearon
aviones de tipo Grumman, aviones anfibios de gran radio de acción y DC-4. Pero
el día 3 de agosto se dio por finalizado el operativo de búsqueda de los
aparatos del Servicio Aéreo de Rescate aunque continuaron buques de la Armada. El día 6 de
agosto se suspendió definitivamente la búsqueda y el FAUSTO fue dado
oficialmente por desaparecido.
El 9 de octubre, casi tres meses
después de su desaparición, se hizo pública una noticia digna de crédito: un
carguero italiano, el Anna di Maio de 3.924 toneladas y perteneciente a la
naviera italiana Giovanni di Maio a cuyo mando iba el capitán Bruno di Maio,
que había salido del Mediterráneo algunos días atrás, envió un mensaje a la
estación de radio correspondiente en Venezuela. Decía así
“Radio Costera de Trieste. Hoy
9-10. 10,54 horas. Latitud 23º0.3’. Latitud Norte. Longitud 38º30’. Longitud
Oeste. Batel pesca “Fausto”, matrícula TF 2-1268. Un marinero muerto. Ningún
documento de batel ni de marinero descubierto a bordo. Este llevaba mucho
tiempo muerto. 16,12 horas, remolcamos batel a Puerto Cabello. Venezuela.
Esperamos llegar 15,10 horas. Capitán “Anna di Maio”.
Según declaraciones posteriores
de la tripulación del Anna di Maio, habían encontrado al Fausto a la deriva el
día 7 de ese mismo mes a las 8 de la mañana a 1.200 millas de la isla de La Palma y a unas 1.700 millas
de Venezuela (justo sobre la línea del trópico de Cáncer, es decir, en medio
del Océano Atlántico). No había duda, la matrícula era TE-2-1268. Había
aparecido por segunda vez, ¡increible! Al subir a bordo un escalofrío les
recorrió de pies a cabeza ante el inquietante silencio en que se encontraba el
pesquero. Tras escudriñar sus rincones, el segundo oficial del Anna di Maio, Luciano
Aseione, encontró en la sala de máquinas, tumbado sobre el motor, el cadáver
desnudo de un hombre joven que llevaba muerto mucho tiempo, al que
identificaron como D. Julio García Pino, el mecánico, cerca del cual había unas
cartas por las cuales se le identificó, y también apareció un pequeño aparato
de radio. Según la primera comunicación del capitán del Anna di Maio, no había
ni rastro de la documentación del barco, ni el diario de a bordo, ni efecto
personal de los tripulantes, pero, al parecer, sí que pudieron ser recuperadas
unas cartas personales de alguno de los desaparecidos miembros de la
tripulación, más concretamente unos manuscritos (se cree que un cuadernillo de
hojas cuadriculadas) que encontraron aferrados entre las manos del mecánico; se
hicieron todos los preparativos para proceder a su remolque hasta Puerto
Cabello en Venezuela, primera escala en su viaje a Sudamérica del carguero
italiano donde esperaba llegar el martes 15 de octubre.
Sin embargo, pocos días antes de
la llegada, en la
Comandancia de Marina de Tenerife se recibió un inquietante
telegrama:
“Hoy 11-10 de las 06-30 GMT,
latitud 19 grados 15 minutos norte, longitud 46 grados 14 minutos oeste, a las
07-30 GMT, latitud 19 grados 46 minutos norte, longitud 46 grados 26 minutos
Oeste, perdido batel de pesca FAUSTO. Causa supuesta echamiento a peque stop
entregaremos papeles descubiertos a bordo al consulado español de Venezuela
stop capitán PD.”
Se habían dado cuenta de la falta
del Fausto el día 9 de octubre a las cinco de la mañana.
Cuando arribó al mencionado
puerto, los presentes que esperaban expectantes la llegada del Fausto,
incluidos dos hermanos de D. Julio García Pino, residentes en aquel país, y que
ignoraban el último comunicado, vieron con notable desilusión que el Anna di
Maio atracaba solo.
¿Desaparecido otra vez? ¿Qué
había pasado? Pues simplemente que se percataron de que el Fausto no navegaba a
rebufo del Anna di Maio y que el cable de remolque estaba roto. Ante esto la
única explicación que encontraron era que se hubiese ido a pique durante la
noche.
De nuevo las dudas: en primer
lugar ¿Cómo había muerto D. Julio García Pino? ¿Qué había pasado a bordo, había
signos de violencia? ¿Dónde estaban los demás tripulantes? ¿Por qué se habían
apartado tanto de su trayecto original? Y después ¿Cómo es posible que no se
percataran de inmediato de la rotura del cable de remolque, no se vigilaba la
maniobra? ¿Hipotéticamente, una excesiva velocidad del Anna di Maio fue lo que
podría haber provocado la rotura del cable? Cuando se da remolque a un buque
que lo necesita, se debe mantener una velocidad moderada y largar el suficiente
cable como para obtener una buena catenaria y evitar los estrechonazos. Además
se debe vigilar el cable de remolque en los dos buques y estar preparados para
cortarlo en caso necesario. Es preceptivo que, en caso de rotura del cable, el
buque remolcador detenga inmediatamente la maniobra para evitar que su hélice
succione dicho cable, acabándose por producir una avería mayor. Aun así esta
rotura no justifica por sí misma el hundimiento del pesquero. ¿O quizá el cable
se rompió debido al hundimiento del Fausto tras producírsele una vía de agua?
Un sobre lacrado conteniendo el
cuadernillo de D. Julio García Pino descubierto en el interior del pesquero fue
entregado por el capitán al Delegado del Consulado de España en Puerto Cabello,
D. Santiago Marichal. En la última página del cuadernillo, la número 28, la
única que llegó a manos de su viuda y que aun conserva, el mecánico se despedía
de ella con indicaciones precisas sobre unas deudas y seguros suscritos así
como sobre la venta de unos terrenos, no pasó desapercibida la falta de algunas
páginas claramente arrancadas.
Estos documentos constituían la
prueba irrefutable del encuentro del Anna di Maio con el Fausto, pero ¿qué pasó
con el resto del cuadernillo? ¿Quién arrancó o separó las hojas que faltaban?
¿Por qué? ¿Contendría el cuadernillo los detalles que explicarían el suceso?
Lo único cierto y verdad es que
la procedente investigación no llegó a ninguna conclusión, y el suceso todo
acabó envuelto en el misterio primero y en el silencio después. Los años
transcurridos han acabado por revestir al Fausto de ese halo evanescente con
que la mar envuelve sus más preciados secretos.
Involuntariamente, el Fausto se
convirtió en otra leyenda del mar. Que se sepa, es el único buque de la Historia de la Navegación mundial que
ha desaparecido tres veces y quién sabe, tal vez sea de esos buques que, cuando
menos te lo esperas, se avista en lontananza invitando a acercarse y
desapareciendo ante tus ojos, dejando bien a las claras su deseo de navegar
eternamente por las inmensidades del Gran Azul, bajo la única luz de las
estrellas. (Coral González, en: Escobem. 2010)
________________________________
(1).- Castor: Numeral A-21. Buque
hidrográfico (clase “Castor”) construido en La Carraca, Cádiz.
Desplazamiento de 355 toneladas a plena carga. Botado en mayo de 1964. Dado de
alta en la lista oficial de buques de la Armada en enero de 1966, y dado de baja en diciembre
de 2004.
(2).- Magallanes: Numeral F-35.
Fragata de la clase “Pizarro” construida en El Ferrol. Desplazamiento de 2.246
toneladas a.p.c. Botada en 1948. Dada de baja para desguace en 1971.
No hay comentarios:
Publicar un comentario