Año 1831.
Los
canarios son comedores de gachas, como decía Plinio de los antiguos
romanos. El alimento fundamental del hombre
corriente, y que ocupa el lugar del pan, es el gofio, hecho de granos de
cebada, trigo o maíz, que se
tuestan al fuego y, luego, se muelen.
Este gofio puede comerse
bien tomando un puñado, sin más ingredientes, de esta harina tostada, bien con pescado salado y cocido, carne, queso, frutas,
papas y otras verduras, o bien amasado sólo con agua. Con un zurrón lleno de gofio,
una calabaza hueca con agua, una manta de tejido basto y algo de tabaco en sus alforjas, camina el
canario por toda la isla con su cayado en la mano, sin preocuparse de
buscar un alojamiento para la noche, ya que, en el peor de los casos, le puede
servir para ello la primera cueva adecuada
que encuentre. Sin embargo, a muchos isleños, sobre todo a los de La Palma, La Gomera y El Hierro, les
falta, a menudo, incluso ese sencillo alimento, de manera que se ven obligados,
durante gran parte de año, a ayudarse
con un pan confeccionado a partir de raíces de helechos las cuales, una vez secas, molidas y mezcladas
con un poco de harina di centeno, se hornean para hacer pan. En
Lanzarote y Fuerteventura la gente pobre
llega a comer incluso, en años de escasez, las semillas de una especie de barrilla (Aizoon canariense), molidas
como gofiov. Durante la
época de fructificación, una gran parte de la población se alimenta de higos, principalmente de los higos de Indias o
higos tunos, que se dan muy bien
incluso en las regiones más áridas y que, secos, proporcional un
alimento sano y sustancioso. El pescado salado y las papas, junto con una salsa de vinagre, aceite y pimienta española,
llamada mojo, constituyen un exquisito manjar para la mayoría de
los canarios. La bebida usual es el agua,
para la gente del campo, y el vino, para los de la ciudad; sin embargo, en algunas Islas, sobre todo en las dos
más orientales, se acostumbra,
desgraciadamente, a beber aguardiente. Entre las clases altas domina la
cocina española y el plato más importante es el puchero, compuesto
esencialmente de carne hervida, papas, garbanzos y otras verduras, todo ello cocido con un trocito de tocino;
los restantes platos dependen del antojo del que cocina y constan
normalmente de un asado o de compuestos,
muy especiados con tomate.
Durante la
hora del almuerzo las dos de la tarde, está cerrada la puerta de la casa. En la mesa no
puede faltar un espantamoscas. Antes de beber agua, se suele comer golosinan Se suele ser moderado en el consumo del vino. La siesta
tras el almuerzo es lo habitual. (Francis Coleman Mac-Gregor,
[1831] 2005:134-135)
No hay comentarios:
Publicar un comentario