Historiador e investigador sobresaliente, nacido en Santa Cruz de Tenerife en 1912. Licenciado en Filosofía y Letras por la Universidad Coplutense de Madrid (España), donde se doctoró en Derecho, fue catedrático de Historia de España en la Edad Moderna en la citada universidad, cátedra que desempeñó con anterioridad en las universidades de Barcelona y Granada. También fue profesor extraordinario de la Universidad Georgetown de Washington, centro especializado en estudios internacionales. Ha sido presidente de la Real Academia de la Historia, convirtiéndose en el primer canario (hasta la fecha único) que alcanzó tan destacado honor. También lo fue durante cuatro lustros del Instituto Jerónimo Zurita del Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Es académico de número de la Real Academia de la Historia y profesor emérito de la Escuela de Guerra Naval y de la Escuela Diplomática, y pertenece también a las academias de México, Argentina, Perú, Colombia y Chile, entre otras. Entre los galardones recibidos figura el premio Marvá en 1942 y el premio Antonio Nebrija del Consejo Superior de Investigaciones Científicas en 1945. Diez años más tarde consiguió el Premio Nacional de Literatura. Su producción científica se ha orientado hacia el estudio de la historia de América (ocho obras publicadas), la historia social (cinco títulos), la historia de la ciencia (cuatro estudios) y el Atlántico (cuatro pulicaciones). Antonio Rumeu fue otro de los conferenciantes con los que tuve el honor de contar en las III Jornadas de Artillería en Indias, a las que ya he hecho referencia. Este excepcional tinerfeño, historiador solvente y profundo, es un escrupuloso investigador a la hora de utilizar las obras que utiliza en sus obras. Ha escrito mucho y bueno. Además es un excelente conferenciante, al que he tenido ocasión de escuchar varias veces. Une a su probada sapiencia histórica, la no fácil cualidad de la amenidad. De la historia de nuestro archipiélago lo sabe todo. Y aunque por fin las autoridades canarias han reconocido sus extraordinarios méritos, llamaba la atención lo cicateras que venían siendo con este sobresaliente erudito que, en 1950 había publicado su gran obra: Piratería y ataques navales contra las islas Canarias Un título poco afortunado, como él ha reconocido, porque la obra es mucho más. La segunda edición, fechada en 1991, se titula Canarias y el Atlántico. Son cinco excelentes volúmenes que no pueden faltar en la biblioteca de quien pretenda saber algo de la historia del archipiélago. Premio Canarias en 1988, en 1998 fue investido doctor honoris causa por la Universidad de La Laguna.
Ha escrito docenas de libros: Colón en
Barcelona, La política indigenista de Isabel la Católica, Colón, Marchena
y Fray Pérez, Biografía de Agustín de Bethencourt, Real Academia de la Historia, Origen y
fundación del Museo del Prado, La conquista de Tenerife, El testamento político
del conde de Floridablanca, etc. En 1988 le oí disertar sobre Hispanoamerica.
La descripción que hizo de las fortalezas de Cartagena de Indias y San Juan de
Puerto Rico me impresionó y tres años después me fui a verlas. El retrato que
Antonio Rumeu había hecho de las defensas de las dos ciudades había sido
perfecto. Las visité como si de viejas conocidas se tratase. (Juan Arencibia).
(*) Rumeu de Armas, A. (1947-1950): Piraterías y ataques navales a las Islas Canarias. Madrid.
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