Eduardo Pedro García Rodríguez
1676 Septiembre 23. Al amanecer apareció sobre la rada de Winiwuada
(Las Palmas) una escuadra francesa de dieciocho naves de guerra, mandada por el
conde de Estrées, que, como luego se supo, se dirigía a las Antillas. Los
canarios, que al principio creyeron fuese una flota inglesa que venía a comprar
vinos para llevar a las Barbadas, dispusieron un reconocimiento, que se
verificó en un pequeño buque de pesca tripulado por algunos marineros y llevando
por patrones a Diego de Róo y Juan Ramón. Los franceses, sin revelar su
verdadera nacionalidad, les permitieron acercarse y cuando estuvieron a su
alcance se apoderaron de ellos, proponiendo luego un canje en cambio de víveres
y agua de que tenían necesidad; pero el criollismo, al saber que eran enemigos
de la metropoli, se negó a escucharlos, rechazando sus proposiciones y
corriendo a las armas dirigidos por su intrépido corregidor don Juan Coello.
Resultó de esto que los marinos no fueron devueltos y que la
escuadra, después de estar tres días amenazando a la población, se retiró sin
obtener socorro alguno.
O no tenían tanta necesidad o no tenían dinero (lo cual me extrañaría mucho en una flota tan numerosa). En cualquier caso resulta muy extraño este comportamiento. Me da que a esta historia le falta otra versión que la complete, ratificando o desmintiendo alguna parte si cabe.
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