EFEMÉRIDES DE LA NACIÓN CANARIA UNA HISTORIA RESUMIDA DE
CANARIAS
CAPITULO III: DE LA ANTIGÜEDAD AL SIGLO XV. 1471-1480
Eduardo
Pedro García Rodríguez
1488 Julio 23.
Murcia.
Carta de comisión a fray Antón
Cruzado, custadio de Sevilla, de la orden de frailes menores observantes, para
que pudiese firmar “paces” con los indígenas de Tenerife y La Palma.
Poder al custodia de Sevilla o a
su comisario para entender en la conversión de la Grand Canaria.
Don Fernando e doña Ysabel etc.
Por quanto a nos es fecha relaçón que los vecinos e avitantes en las yslas de
Tenerife e La Palma, conosiendo el yerro, gentelidad e ynfidelidad en que
están, se quieren convertir a nuestra santa fe católica e estar a nuestra
obediençia, como súditos e naturales, pues que las dichas yslas son de nuestra
conquista; e anos pertenesçe proveer de personas que les maestren e enseñen e
endereçen las cosas de nuestra santa fe católica; e confiando de la vida e
conçiençia de vos el devoto religioso frey Antón cruzado, maestro en santa
teología, de la horden de san Françisco de oservançia, custodio de la custodia
de Sevilla, y de qualquier otro custodio de la dicha custodia, y del comisario
e que vos el dicho custodio para el dicho cargo fuere nombrado, que soys tal
que guardaréys el serviçio de Dios y nuestro e con toda deligençia entenderéys
en la dicha conversión de los vecinos de las dichas yslas: mandamos dar esta
nuestra carta para vos. Por la qual vos damos poder cumplido para que vos, o el
comisario que por vos fuere nombrado, vades a las dichas yslas de Tenerife y La
Palma e a qualquier dellas, libre e seguramente, e a entender en la dicha
conversión de los vecinos de las dichas yslas, y los convertir a nuestra santa
fe católica; e trabajéys con ellos de los traer a nuestra obediençia, como lo
deven estar nuestros súditos e naturales; e para que podáys con ellos capitular
e concertar e asentar las cosas que a vos e a vuestro comisario paresciere que
más cumple a servicio de Dios e nuestro, e lo más prestamente que pudierdes los
traer e convertir a nuestra santa fe católica; e porque asy, ellos convertydos
e tomados a nuestra santa fe católica, los podáys asegu- rar e aseguréys: que
por nuestros capitanes ni gentes de armas ni por nuestro capitán ni capitanes de la Grand Canaria ni
por Femand Peraça ni por doña Ynés, su madre, ni por sus gentes ni por otros
ningunos ni algunos de nuestros súditos y naturales no les serán fechos mal ni
daño alguno. E para que cerca de lo susodicho podades asentar e asentades todo
lo que çerca de ello pareciere a vos e a vuestro comisario, lo qual vala e sea
firme, como si por nos fuese asentado y mandado. Y mandamos a los nuestros
capitanes e gentes darmas, e a Pedro de Vera, nuestro capitán de la Grand
Canaria, e al dicho Femando Peraça e a doña Ynés, su madre, e a sus gentes e a
nuestros capitanes de nuestra armada que guarden los seguros que vos el dicho
comisario dierdes por el tiempo e con
las condiçiones que les otorgades, tomándose como dicho es los vecinos de las
dichas yslas de La Palma e Tenerife christianos, so aquellas penas en que caen
los que quebrantan seguro puesto e dado por su rey e reyna e señores naturales.
Para lo qual todo que dicho es, con sus ynçidençias e dependençias, mergençias,
anexidades e conexidades vos damos poder cumplido por esta nuestra carta. E los unos ni los otros
etc. Dada en la çibdad de Murcia, a XXIII días de jullio, año mill e
quatroçientos e ochenta e ocho años. = Yo el Rey e Yo la Reyna.=Yo Alonso de
Avila, secretario etc.=En forma acordada, Rodericus, doctor. (A. S.: Registro del Sello. Fol. 220.) (En: Antonio Rumeu de
Armas, 1975).
1488 Noviembre 25.
Dentro de la organización social de los gomeros, existía una institución que
guarda total paralelismo con otra existente en el mundo berber continental
(Marruecos), relativa a los llamados "pactos o alianzas por
colactación". De esta forma, Hernán Peraza estaba unido a través de un
pacto con los bandos de Amulagua e Hipalán, y precisamente a este último
pertenecía la joven Ibaila. Dicho pacto o alianza se realizaba mediante un
ritual consistente en beber leche en un gánigo. Al mantener relaciones Hernán
Peraza con una mujer de su propio bando, considerada según dicha alianza como
su hermana, faltó no sólo al compromiso consuetudinario de la exogamia
deshonrando a los bandos que lo habían acogido como hermano de sangre sino que
además rompió el pacto establecido. Este hecho, además del despótico gobierno
que realizaba el señor sobre la isla, determinaría la conjura, en la que
participó Hupalupa, anciano encargado de vigilar el cumplimiento del pacto. Se
decidió que Hautacuperche matara al traidor Hernán Peraza, aprovechando su
visita a la cueva donde se encontraba Iballa, en Guahedum. Con su muerte, los
gomeros alzados decían en su lengua "ya el gánigo de Guahedum se
quebró", en señal de que el pacto se había roto. Sublevada la isla, con
los gomeros sitiando a la señora Beatriz de Bobadilla en la Torre de los Peraza o del
Conde, fue llamado a la isla Pedro de Vera, cruel y nefasto personaje que daría
lugar a sangrientos episodios de la
Historia de la colonia de Canarias.
1488 Julio 23. Murcia (f.220). Poder a fray
Antón Cruzado, de la Orden de San Francisco, maestro en Teología y custodio de
la custodia de Sevilla, y a su comisario, para que entiendan en la conversión
de los habitantes de Tenerife y La Palma, cuya conquista pertenece al rey.
Ordenándose a Pedro de Vera, capitán de la Gran Canaria, y a Fernando Peraza y
su madre doña Inés que guarden los seguros que el dicho comisario otorgase. El
Rey y la Reina. A vila. Acordada: Rodericus. (E.Aznar; 1981)
1488 Septiembre 22. Valladolid (f.
135). Incitativa al asistente de Sevilla, a petición de Gonzalo Yáñez Mealla,
Juan de Valladolid, Alonso Fernández y Diego Rarnírez, vecinos de Lepe, para
que deternline acerca de un valliner, llamado Santa María de Gracia, que les
embargó Pedro de Vera, gobernador de las islas de Canaria, bajo la acusación de
que el patrón Martín de Ariste, vizcaino, había sacado de las islas al maestro
Antón Ollero y su criado. Don Alvaro. Andreas. Antonius. Sancius. Franciscus.
Sánchez de Cehinos. (E.Aznar; 1981)
1488
Noviembre 20. Valladolid (f. 8). Confirmación a Bautista de Riberol, a
pesar de su condición de genovés, de la venta de unas casas y heredades que
para hacer un ingenio de azúcar le hicieron, ante Hernando de Ecija, escribano
público de Gáldar, y Diego de San Clemente, escribano público de Gran Canaria,
Juan Sánchez de Roldán y Francisco de Adeje, vecinos de Gáldar, que las
recibieron de Pedro de Vera, gobernador de dicha isla, por su participación en
la conquista, y merced para que pueda ser vecino de dicha isla. El Rey y la Reina. Santander.
Don Alvaro. Antonius. Andrés. Franciscus. (E.Aznar; 1981)
1489. Fray
Miguel López de la Serna, de la secta católica de franciscanos (O.F.M)., obispo
de Canarias-Rubicón, va a la corte de Castilla a denunciar los crímenes y
esclavizaciones efectuadas por Isabel de Bobadilla y Pedro de Vera.
1489. Aunque fue el tratado de Medina del Campo, firmado por los
Reyes Católicos en esta fecha, el que abrió a los ingleses el tráfico con las
Canarias -al concederles la Corona libertad completa de comercio con todos sus
dominios-, las relaciones no se desarrol1aron activamente hasta 1519, cuando
los comerciantes de Bristol organizaron expediciones comerciales a las islas
Azores, Canarias y costas de Marruecos y Berbería.
En dichas relaciones mercantiles
destacará la figura de William Hawkins, famoso mercader de Plymouth, quien, con
sus hijos William y John, estableció un servicio regular marítimo con nuestro
Archipiélago para la compra de azúcares y vino. Abierto el mercado inglés a los
vinos canarios, en 1533 Anthony Hickman y Edward Castlyn deciden establecer
factores fijos en las islas, siendo designados para representarles Edward
Kingsmill en Gran Canaria y William Edge (sic) y Thomas Nícholas en Tenerife.
Otra figura destacada de este comercio fue la de Andrew Barker, mercader de
Bristol, que tuvo a John Druc como factor en Tenerife para la venta de telas y
otras mercaderias. Con carácter más o menos independiente, actuaban otros tres
comerciantes: Richard Grafton, Charles Chester y Jofre López (sic), todos ellos residentes en Tenerife.
No cabe duda de que uno de los
capítulos más relevantes de la presencia inglesa en Canarias durante el siglo
XVI, lo configura la vinculación de John Hawkins y los Ponte, de la que apenas
se podia encontrar una vaga alusión en la Descrípttíone... de Leonardo Torriani
hasta que, el profesor Rumeu de Armas, desveló con todo lujo de detalles las
expediciones del inglés a las islas, tan frecuentes y de tanta trascendencia
que produce asombro considerar cómo pasaron hasta entonces desapercibidas.
Veamos seguidamente algunos detalles biográficos de los principales personajes
de este episodio.
Nacido en 1532, John Hawkins había
adquirido extraordinaria pericia en las cosas de mar a la sombra de su padre,
Hawkins «el Viejo». A la muerte de éste, en 1554, tomó, en unión de su hermano
William y cuando sólo tenía 22 años, la dirección de la flota familiar,
centrando particularmente su atención en el comercio con el Archipiélago. En
Plymouth llega a ocupar un importante cargo en la organización municipal
–Common Counci-, orientando de paso sus actividades hacia Londres, a donde se
traslada en 1560.
Al poblarse de corsarios el Canal
de la Mancha. Con
motivo de la guerra con Francia en 1557. 1os hermanos Hawkins rivalizaron en
robos y depredaciones contra los navíos galos, según su tónica de alternar las
actividades comerciales con las de corsario, campo de experiencias para sus
futuras actividades de pirata, Así. por ejemplo hacia finales de 1558, un
corsario a sueldo de John había capturado allí un navío propiedad de la Hansa , el Peter, que
navegaba por cuenta de un italiano naturalizado francés y apellidado Negrollo;
circunstancia que aprovecha para incorporar la embarcación a su flota de
Plymouth utilizándola luego en sus relaciones con Canarias.
Precisamente a bordo del Peter
realiza, en 1560 su primer viaje documentado al Archipiélago, comerciando en
Tenerife -trayendo paños y embarcando azúcares- y recorriendo probablemente con
el mismo fin Gran Canaria y tal vez otras islas; pudo visitar de esta forma,
Santa Cruz de Tenerife, Abona, Adeje, el Puerto de La Luz y San Sebastián de La Gomera. Entre sus
factores y amigos en Canarias, destaquemos a Enrique Núñez -acaso judio
portugués-, representante suyo en Berberia y particular- mente en el puerto de
Angla de Santa Ana, quien solía frecuentar las islas para los negocios de su patrón o los suyos
propios; John Lovell más tarde afamado pirata, cautivo en las cárceles de la
Inqui$ición de Las Palmas, que figura entre uno de sus representantes
temporales en Tenerife; el conde de La Gomera, con quien tuvo frecuentes
tratos, hasta el punto de despertar los recelos del Santo Oficio, y, sobre todo
sus fraternas relaciones con dos
familias importantes de Tenerife los Soler y los Ponte,
propietarias ambas de importantes
ingenios en el sur de la isla.
La familia Soler, con magnífícos
ingenios en Abona oriunda de Cataluña, tuvo que mantener tratos con Hawkins con
anterioridad al viaje de 1560. Sólo estos vínculos previos explicarían el
auxilio del clérigo Pedro Soler a los piratas ingleses en el turbio asunto de
la conspiración de los beneficiados, que luego veremos, suponiendo Rumeu a
tales piratas socios o subordinados del propio Hawkins. Pedro Soler,
beneficíado de la iglesia parroquial de Los Remedios de La Laguna. y vicario
eclesiástico en Tenerife, era el mayor de cuatro hermanos varones. Su padre,
del mismo nombre y apellido, llegó a Tenerife con la conquista, casando con
Juana de Padilla y Linares dueña de grandes heredamientos en el término de
Vilaflor.
En cuanto a Pedro de Ponte y
Vergara, digamos que era hijo segundo del célebre negociante genovés Cristóbal
de Ponte, financiador de la conquista de Tenerife, por cuyo motivo recibió de
Alonso Fernández de Lugo extensos repartimientos de tierras y aguas,
avecindándose en el partido de Daute. Los genealogistas Antonio Ramos y
Fernández Béthencourt, que le sigue, afirman que había sido su bisabuelo Mateo
de Ponte, noble patricio de Génova, y su abuelo Juan Esteban de Ponte, inscrito
como tal en el Libro de Oro de la dicha República mediterránea.
Rumeu, por su parte, habla de su
parentesco con otro Ponte, Giacomo, también natural de Génova pero establecido
en Inglaterra a principios del siglo XVI, e importante por haber sido el padre
de Elizabeth de Ponte, segunda esposa de sir Walter Raleigh progenitor del
aventurero y pirata del mismo nombre; señalando que esta posible relación de
parentesco entre ambos mercaderes -Cristóbal, naturalizado español, y Giacomo,
naturalizado inglés-, pudiera explicar las relaciones de los Ponte canarios con
Inglaterra.
A la muerte de su padre, en 1552,
le correspondieron, por testamento los ingenios de Adeje, mientras su hermano
Bartolomé, el primogénito, se quedaba con los hereda- mientos de Garachico.
Ambos habían contraído matrimonio, respectivamente, con doña María y doña
Catalina de las Cuevas, hijas del bachiller Alonso de Belmonte, judiocon-
verso natural de la villa de
Moguer, teniente general del Adelantado y regídor de Tenerife, y de su mujer
Inés Benítez de las Cuevas, emparentada con el primer Ade-
lantado de Canarias.
Aunque ya desde su juventud
colaboró con su padre en el cultivo de las tierras de Daute y Garachico, así
como en la explotación de los ingenios de Adeje, Pedro de Ponte alternó muy
pronto sus tareas de labrador con el ejercicio del comercio. Sabemos, en esta
línea, que era el encargado de abastecer de carnes a Tenerife en momentos de escasez,
habiendo arrendado previamente el tráfico de la Isla del Hierro, rica en
carneros, al conde de La Gomera, Guíllén Peraza de Ayala, desde donde llegó a
importar en determinadas ocasiones más de quinientas cabezas de ganado. Además,
navíos suyos o por él fletados conducían a América los productos agrícolas
canarios -frutos, vino y trigo-, que eran distribuidos por sus corresponsales
en las Antillas, mientras mantenía un activísimo comercio de azúcares y vino
con Inglaterra.
Su constante relación con los
comerciantes y factores ingleses avecindados en Canarias, le hizo salir como
fiador de los mismos en sus pleitos y contiendas judiciales
En cuanto al comercio
clandestino, se valió de los navíos de permiso de las islas para introducir en
el mercado indiano productos manufacturados ingleses, de altísima cotización.
Regidor perpetuo del Cabildo de
Tenerífe -uno de los primeros en ostentar en la isla semejante dignidad-,
consiguió que la Corona aprobase su proyecto de erigir en Adeje una poderosa
casa-fuerte para la protección de sus ingenios, síendo desde entonces alcaide
perpetuo de la misma. Aunque intentó romper la unidad realenga de la isla, para
establecer un verdadero señorío jurisdiccional en Adeje, en donde se había
establecido a la muerte de su padre, no consiguió su propósíto por la oposición
que le hizo la Justicia y Regimiento de la Isla y, en particular, Pedro Soler,
vecino de Ponte y, como vimos, rival suyo en el comercio con Inglaterra, que
veía directamente amenazados sus dominios. Habrá que esperar a 1655 para que,
dada la política de Felipe IV al respecto, alcanzaran sus sucesores este
objetivo.
Semejantes datos bastan para dar
una idea del ascendiente político y social de Pedro de Ponte, de su destacado
papel entre los prepotentes isleños de la época, situación que de algún modo
contribuyó a darle una relativa impunidad en sus ilegales negocios.
¿Cuándo decidió en secreto
fusionar sus empresas con Hawkins y, más concretamente, cuándo resolvieron
ambos de común acuerdo la expedición a las Indias Occidentales de 1562? Rumeu indica que, independientemente de su
posible traslado a Adeje, desde la mansión de los Soler en Abona, durante su
estancia en 1560, debió ser a raíz de otro viaje entre ambas fechas cuando se
planeó la primera incursión
americana.
Las continuas violaciones del
monopolio metropolitano habían dado lugar a las reales cédulas de 18 de junio
de 1540 y 17 de marzo de 1559, que ponían limitaciones al comercio extranjero
con Canarias. La colaboración de Ponte y Hawkins sirvió, en este caso, no sólo
para romper las trabas legales al arribo de mercaderías y productos
manufacturados ingleses en América, sino que permitió un negocio de más alto
valor: el tráfico de esclavos, mano de obra demandada por mineros y colonos
para la explo-tación de las riquezas del Nuevo Mundo.
En 1561, ya establecido en
Londres, Hawkins casó con una hija de Benjamín Gonson, tesorero de la Marina, y
con su apoyo entra en relación con un grupo de negociantes ingleses interesados
en el tráfico comercial con las Canarias y Guinea. A continuación, y tras un
esbozo de las primeras piraterías inglesas en las islas, relacionamos las tres
expediciones que llevaría acabo entre 1562 y 1569. Sus lazos con Canarias
proseguirían, ligados entonces a la figura más trascendente de la piratería
inglesa de todos los tiempos, Francis Drake, formado precisamente a sus
órdenes. (En: Millares Torres; 1977, t. III:106-9)
1489.
El tratado de Medina del Campo,
firmado por los Reyes Católicos en 1489, al conceder a los ingleses libertad
completa de comercio en todos sus dominios, les abrió las puertas de las
Canarias, pues nunca las consideraron los reyes españoles como colonias
cerradas al comercio con otros países.
Las relaciones comerciales entre
las Islas Canarias e Inglaterra pueden datarse como de los primeros años del
siglo XVI. Hasta entonces el área comercial de la expansión inglesa había
quedado reducida a sus límites medievales con el canal de la Mancha, como gran
centro de empresas mercantiles, y las costas del Occidente europeo, como teatro
de más arriesgadas hazañas.
Sin embargo, el tráfico activo
con las islas Canarias no se inició hasta el año 1519, en que los comerciantes
de Bristol organizaron expediciones comerciales a las islas Azores y Canarias,
así como a las vecinas costas de Marruecos y Berbería (136) .
La figura más representativa en
el círculo de este tráfico mercantil fué la de Willíam Hawkins, famoso mercader
y pirata de Plymouth y hombre de negocios preeminente (que llegó a empuñar la
vara de alcalde de su ciudad natal) quien, en unión de sus hijos William y
John, estableció un servicio regular marítimo con las Canarias, dedicándose a
la compra de azúcares y vinos en las distintas islas del Archipiélago, en las
que contaban con poderosos auxiliares y amigos.
Los Libros de registro del puerto
de Plymouth atestiguan la extraordinaria actividad desplegada por esta familia
afortunada, que consiguió, al par que riquezas para su casa, propagar la
excelencia de los vinos canarios, dándoles popularidad y fama y abriéndoles los
hogares de las clases acomodadas de su nación. Este tráfico lo llevaban a cabo
en pequeños buques de veinte a cincuenta toneladas, ligerísimos y muy
marineros, que tardaban en hacer el recorrido de ida y retorno unos tres meses
aproximados. (En: A. Rumeu de Armas, 1991)
Doña Ynés Peraca para que la
pongan en la posesyón de las islas de la Grand Canaria.
Don Fernando e Doña Ysabel etc. A vos Pedro de Vera,
nuestro gouernador de la ysla de la Grand Canaria, salud e gracia. Bien sabedes
cómo Doña Ynés Peraça, muger que fué de Diego de Herrera, tyene e posee por
suias e como suias ciertas islas que son de las yslas de Canaria, e agora nos
es fecha rrelación que algunos vezinos de una ysla dellas mataron a Ferrand
Peraça, su fijo, e se han levantado e quieren levantar algunos de los vecinos
de la dicha ysla e se quieren o querrán substraer de su obedienc;ia en 1o qual
s y asy ouiese de pasar diz que ella rrecebiría agrauio e dapno. E por su parte
nos fué suplicado e pedido por merced que sobre ello le proueyésemos de
rremedio con justicia o como la nuestra merced fuese. E nos touimos lo por
bien, por que vos mandamos que s y asy es que la dicha Inés Peraça em estado en
posesyón de las dichas yslas que amparéis e defendáys en la posesión de las
dichas sus yslas a la dicha Doña Ynés e non consyntades nin dedes logar que los
vecinos de las dichas ys,las se le subtrayan de su obecliencia, e para las
tener e poseer e para los fazer acudir con los fructos e rentas dellas e para
fazer justiçia de los malfechores la deys e fagades dar todo el fauor e ayuda
que vos pidiere e menester ouiere, e en ello nin en parte dello non consyntades
que le sea puesto enbargo nin contrario alguno. E los vnos nin los otros etc.
Emplazamiento en forma. etc. Dada en la villa de Medina
del Campo, a quatro días del mes de marzço año etc. De mill e quatrozientos e
ochenta e nueue años. Yo el Rey, yo la Reyna. Yo Alfon de Auila, secretario del Rey e de
la Reyna nuestros
señores, la fiz escreuir por su mandado. (D.J.Wölfel)
1489. Pasivo
Pedro de Vera, Beatriz de Bobadilla permaneció sitiada "mucho
tiempo", hasta que Inés, que estaba en Sevilla, hizo llegar la noticia a
la corte. Mal ejemplo toda revolución popular triunfante, a 4 de marzo de 1489,
los reyes ordenaron a Vera rescatar a "nuestra criada", señora de
Gomera y Fierro, como tutriz de sus hijos. Aunque no lo necesitase, ampararía
de paso a la Peraza ,
que "posee por suyas ciertas yslas, que son de las yslas de Canaria",
para que sus vasallos "no se sustraigan a su obediencia". El
gobernador se comportó, a la manera oficial de la época: "en vengança de
la dicha muerte", hizo matar "a muchos vecinos de la Isla.. , y las mujeres,
muchachos y niños y niñas cautivaron". Tras haber "tomado e prendido
a todos los vecinos... e a sus mujeres e fijos", se repartió el lote con
Beatriz: "metiolos en una nao e en sus navíos... De ellos perecieron y
otros fueron vendidos.., dados e enajenados en nuestros reinos e señoríos e
otros fuera dellos.
Cobrados 1.000 castellanos en oro y 500 quintales de
orchilla, a dos castellanos quintal, por el gasto, Vera se reservó ambas
partidas, dando "cautivos en pago de su sueldo, a "los escuderos e
maestres de navíos e otras gentes, que fueron en lo suso dicho". Valorado
el gomero o gomera, entre 7.500 y 10.500 maravedís, el obispo de Canarias y
Málaga, que residía en la ciudad andaluza, quedó a cargo de la distribución, no
olvidando el gobernador obsequiar a Isabel, con un camello y 9 esclavas y al
Príncipe D. Juan, con tres cajas de conservas y una grande de azúcar. (L. Al.
Toledo)
1489. Que unas
islas volcánicas, pobladas por guanches,
padeciesen dos conquistas en toda regla, en poco más de una década,
escapa a la lógica. Pero el hecho es que Alonso Fernández de Lugo, emprendería
una segunda conquista de las Canarias, recién terminada la primera. Partícipe
de la guerra de Vera, residente en Tamaránt (Gran Canaria), en 1489 era
propietario de plantaciones de caña e ingenio y Alcaide en Algueres?. Mal
pagador, le perseguían los acreedores, cuando fue llamado a Granada por los
Católicos para participar en la toma de aquel reino. A 19 de febrero de 1492,
le compensaron por los servicios prestados y el 1.400.000 de maravedís, que
adelantó para la invasión y conquista de Benahurae (La Palma), con donadío en
el Valle de Graxere, entre la villa de Galel y la costa[1],
adjuntando licencia para tomar agua donde quisiera, destinada a regar 90
fanegadas de tierra de sembradura, aptas a plantación de caña dulce y frutales.
El Alonso de Lugo azucarero, es para Bernáldez caballero sevillano "de
noble generación, hombre pacífico y de muy buena condición y de sana
conciencia, agudo y de buen corazón e ingenio, cuidadoso de ganar honra e de
servir a Dios y a sus Altezas... en conquistar las gentes bárbaras e idólatras,
ignorantes y enemigas de la fe cathólica". Mediador entre Pedro de Vera y
los guanches, "porque con mucho amor los trataba e conquistaba"?, se
le atribuye la iniciativa de la guerra: "quando vido tiempo conveniente,
demandó a el rey e a la reyna, la conquista de Palma". (L.Al.Toledo)
1489 Enero 9.
Una esclava canaria
de nombre Isabel de 11 años, es vendida al mercader de Játiva, Miguel de Urrea.
1489 Enero 10. Valladolid (f. 331). Orden a Pedro de Ezequiel,
veinticuatro de Sevilla, para que sentencie el pleito que está pendiente entre
doña Ines de Peraza y la citada ciudad por el lugar de Villamartín, en el que
es juez comisario, y para que obligue a los letrados solicitados por doña Ines
de Peraza a que ayuden. Don Alvaro. Johannes. Andreas. Antonius. Mármol. (E.
Aznar; 1981)
1489 Enero 17. Valladolid (f. 227). Incitativa a Pedro de Vera,
gobernador de Gran Canaria, para que entienda en la petición del jurado Pedro
Fernández Señorino, quien dió en Alonso de Lugo los 20.000 maravedís que debía
al carpintero Gonzalo Fernández, vecino de dicha isla, a pesar de lo cual le
han sido embargados por el alcalde Pedro García de Santo Domingo, dos negros,
cuatro bueyes y cuatro asnos, con un valor superior a los 30.000 maravedís. El
Rey y la Reina. Avila.
Don Alvaro. Johannes. Antonius. Franciscus. (E. Aznar; 1981)
1489 Enero 19: Valladolid (f. 143). Orden a Pedro de Vera,
gobernador de la isla de Gran Canaria, para que ejecute una obligación del
jurado Pedro Fernández de Señorino contra Alonso de Lugo, vecino de dicha isla
y alcaide de Agaete, que le debe 2.400 arrobas de azucar y le tiene hipotecado
un ingenio. Don Alvaro. Johannes. Antonius. Andreas. Franciscus. Castillo. (E.
Aznar; 1981)
1489 Enero 19. Valladolid (f. 358). Incitativa a Pedro de Vera,
gobernador de la Isla
de Gran Canaria, para que haga cumplir la sentencia dada por Fernando de
Trujillo, teniente de gobernador, en el pleito entre el jurado Pedro Fernández
Señorino y Adán Acedo, vecinos de dicha isla, sobre un contrato hecho entre
ellos. Don Alvaro. Johannes. Antonius. Franciscus. (E. Aznar; 1981)
1489 Marzo 4. Medina del Campo (f. 76). Orden a Pedro de Vera,
gobernador de Gran Canaria, para que ponga a doña Inés Peraza, viuda de Diego
de Herrera, en posesión de las islas de Canaria que le pertenecen y para que le
prestodo favor y ayuda para castigar a los vecinos de una de dichas islas que
se ha matando a su hijo Fernando Peraza. El Rey y la Reina. A vila.
1489 Marzo 4. Medina del Campo (f. 300). Orden a Pedro de Vera,
gobernador de Gran Canaria, para que ampare a doña Beatriz de Bobadilla, viuda
de Fernando Peraza, como tutora de sus hijos, en la posesión de las islas de la Gomera y el Hierro, que
pertenecían al dicho Fernando Peraza por donación de su madre doña Inés Peraza.
El Rey y la Reina. A
vila. (E. Aznar; 1981)
1489 Marzo 4. Medina del Campo.
AS, RS ACV, pc. VII-I 4/5-6.
Doña Ynés Peraca para que la
pongan en la posesyón de las islas de la Grand Canaria.
Don Fernando e Doña Ysabel etc. A vos Pedro de Vera,
nuestro gouernador de la ysla de la Grand Canaria, salud e gracia. Bien sabedes
cómo Doña Ynés Peraça, muger que fué de Diego de Herrera, tyene e posee por suias e como suias ciertas islas
que son de las yslas de Canaria, e agora nos es fecha rrelación que algunos
vezinos de una ysla dellas mataron a Ferrand Peraça, su fijo, e se han
levantado e quieren levantar algunos de los vecinos de la dicha ysla e se
quieren o querrán substraer de su obedienc;ia en 1o qual s y asy ouiese de pasar
diz que ella rrecebiría agrauio e dapno. E por su parte nos fué suplicado e
pedido por merced que sobre ello le proueyésemos de rremedio con justicia o
como la nuestra merced fuese. E nos touimos lo por bien, por que vos mandamos
que s y asy es que la dicha Inés Peraça em estado en posesyón de las dichas
yslas que amparéis e defendáys en la posesión de las dichas sus yslas a la
dicha Doña Ynés e non consyntades nin dedes logar que los vecinos de las dichas
ys,las se le subtrayan de su obecliencia, e para las tener e poseer e para los
fazer acudir con los fructos e rentas dellas e para fazer justicia de los
malfechores la deys e fagades dar todo el fauor e ayuda q11e vos pidiere e
menester ouiere, e en ello nin en parte dello non consyntades que le sea puesto
enbargo nin contrario alguno. E los vnos nin los otros etc.
Emplazamiento en forma. etc. Dada en la villa de Medina
del Campo, a quatro días del mes de marzço año etc. De mill e quatrozientos e
ochenta e nueue años. Yo el Rey, yo la Reyna. Yo Alfon de Auila, secretario del
Rey e de la Reyna nuestros señores, la fiz escreuir por su mandado.
(D.J.Wölfel)
1489 Junio 10. .Seguían en Tamaránt (Gran Canaria) por parte de los
invasores los repartimientos del botín de guerra, tierras y aguas arrebatadas a
los canarios, constando de los libros de Datas que hasta fines de ese año
dirigía y autorizaba el jefe de los invasores y gobernador colonial el
sanguinario Pedro de Vera.
También resulta de esos libros,
entre otras curiosas concesiones, la que se le señalaba en 10 de junio de aquel
año a Hernando de Prado sobre terrenos situados en Tenoya, que habían de
regarse pasando el agua por canales de madera
colocados en el cauce de aquel barranco, revelando este hecho el aprovechamiento de las antiguas infraestructuras
de regadíos de los antiguos canarios, lo que facilitó a los colonos europeos un
rápido desarrollo que la agricultura en tan pocos años.
Continuaba el plantío de cañas de
azúcar, vides y árboles frutales en los sitios más favorecidos de la isla, especialmente
en Telde, Firgas, Arucas y Gáldar, cobrándose los mercenarios conquistadores en
terrenos los sueldos que por sus servicios se les adeudaban y estableciéndose
una justa proporción entre caballeros y peones, como antes
hemos indicado.
La medida agraria usada en la
colonia era la aranzada, o sea una fanega de tierra com puesta de 1.600 brazas
cuadradas, constituyendo cinco aranzadas una suerte y cuatro suertes una
caballería, equivalente ésta a veinte fanegas.
Estos repartimientos hechos al
capricho del gobernador, eran a veces justos, aunque con
frecuencia se inspiraban en la
amistad, parentesco o simpatías del mismo jefe o de las personas que lo
rodeaban. Imposible era complacer a todos y por eso principiaron desde luego
las quejas, reclamaciones y protestas de los que se creían agraviados, elevando
sus solicitudes al general o llevándolas hasta el mismo trono con gran copia de
documentos e informaciones redactadas a gusto de las partes solicitantes.
Envanecido Vera con la confianza
de los reyes y seguro de que sus decisiones serían aprobadas, continuaba
obrando a su antojo sin temor de acumular sobre su cabeza el odio de sus
compañeros de armas y el disgusto de los principales colonos. Despreciando
también el poder cada día más avasallador del Santo Oficio, recientemente
instalado en Sevilla, patrocinaba con orgullosa arrogancia el grupo de judíos
conversos que huyendo de las iras inquisitoriales se había fijado en Las
Palmas, sin cuidarse de cumplir los despachos y edictos que se le dirigían para
la vigilancia de aquellos y prisión de algu- nos de sus principales individuos.
Entre estos cristianos nuevos se
encontraban, con vehementes sospechas de herejía, el portugués Bartolomé Páez,
el comerciante Luís Álvarez y el escribano del consejo Gonzalo de Burgos, jefe
reconocido de estos ocultos disidentes cuyos conciliábulos eran censurados de
toda la población europea. El gobernador había recibido Órdenes apremiantes de
remitir a Sevilla al infiel y atrevido escribano; pero ésta, escudado en la
amistad y protección de Vera y
con la facilidad de apoderarse de los despachos y extraviarlos, se había
burlado hasta entonces de las censuras de aquel tribunal, esperando a favor de
la distancia obtener el olvido de su persona. Sin embargo, cuando en el mes de
diciembre de 1489 llegó el capitán Maldonado a relevar a Vera en el cargo de
gobernador, no se pudo evitar por más tiempo su prisión y fue remitido a España
en la misma nave que había de conducir a su protector.
En efecto, Pedro de Vera dejó
Gran Canaria, cuya conquista había tenido la suerte de concluir, después de
imponer asentamientos de europeo en sus
tres principales poblaciones de Las Palmas, Gáldar y Telde y de favorecer a sus
parientes y amigos con buenos lotes de terrenos y aguas elegidos en los más
feraces valles de la isla. Su ausencia no fue sentida de los nuevos colonos y
todos respiraron viéndose libres de su despótica autoridad.
Era su sucesor, como ya hemos
dicho, el capitán Francisco de Maldonado, nombrado aquel mismo año de 1489,
pues consta que con fecha 27 de septiembre se le prevenía procediese
inmediatamente a satisfacer los sueldos que aún se adeudaban a los mercenarios
conquistadores, o su abono en tierras con arreglo al importe liquidado.
Después de presentar su título
fue recibido el gobernador con mucho agasajo, esperando
todos en su rectitud la revisión
de los repartimientos anteriores y la reparación de los agravios causados por
Vera. Al mismo tiempo se vio muy obsequiado por doña Inés Peraza y su yerno don
Pedro Fernández de Saavedra, que reunía bajo su mando la jurisdicción civil y
criminal de Fuerteventura y la dirección y superintendencia de las armas,
enviándole un mensajero que lo saludase en su nombre y remitiéndole algunos
escogidos productos de su señorío.
De tan cariñosas relaciones nació
el proyecto de unir sus fuerzas y provocar un reconocimiento en la isla de
Tenerife, cuya conquista ambicionaba Maldonado soñando con los triunfos
alcanzados por Vera en Canaria. (Agustín Millares Torres; 1977, t. II:213).
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