EFEMÉRIDES DE LA NACIÓN CANARIA UNA HISTORIA
RESUMIDA DE CANARIAS
CAPITULO III: DE LA ANTIGÜEDAD AL SIGLO XV.
1471-1480
Eduardo
Pedro García Rodríguez
Viene de la entrega anterior
Envió Pedro de Vera á su hijo
Rodrigo de Vera con tres compañías y con Guadartheme á un risco peinado
altísimo llamado Titana que tenía la subida por una montaña agria y de malos
pasos, por donde de improviso ganaron los cristianos la entrada quedando de
guarda veinte arcabuceros, no juzgando los canarios el modo de serles tomados
los pasos, donde mataron á 25 canarios y los demás pidieron la obediencia con
muchas familias que hicieron bajar ante Pedro de Vera y amigablemente fueron
perdonados y tratados; trajeron grandes cantidades de bastimentos, gofio,
cebada, cecina, cabras, manteca, higos pasados, dátiles y otras cosas de su
uso; mandáronle que se fuesen á habitar á Gáldar ó á su territorio como antes.
Luego que estos canarios salieron
de Titana, al mismo punto otros desmandados la ocuparon llenándola como
hormigas, con más fiereza que los primeros; mandaron fuesen á sitiar á otra
llamada Fataga, donde estaba el Rey Tazarte con la gente más feroz y atrevida;
en aquella tierra áspera y muy agria envióse delante á Guadartheme para que les
avisase del peligro en que todos los canarios estaban de morir á cuchillo no
reduciéndose por bien; fue por dos partes á un tiempo, cogidas las entradas y
salidas con increíble presteza y valor, que los canarios se hallaron suspensos
y aturdidos; halló Guadartheme á un tío suyo que era Faisaje ó Consejero, á
quien sentó bien la propuesta de perdonar á los canarios; mandó Pedro de Vera
que bajasen todos abajo sin armas, y el feroz de Tazarte no queriendo reducirse
ni poder pelear por estar ya sitiados, se llegó á la punta más empinada del risco
y cruzando los brazos al pecho dijo dos veces muy alto: "Atistirma,
atistirma", y dio una vuelta en el aire y se desriscó de aquella
eminencia. Bajó el Faisaje viejo, hermano de la Reina de Gáldar, mujer de
Guanache ya difunto, y después fue cristiano y tuvo el nombre del padrino, Juan
Delgado; fueron todos perdonados y mandados á sus sitios á coger sus
sementeras, de que iban muy gustosos.
Llegamos á otra fortaleza muy
larga y áspera llamada Gitagana y por no detenemos pasó el ejército á dar
visita á Ansite, lunes 28 de Abril; ésta era la última donde estaba la fuerzas
de la isla con el Tazartico, reyezuelo de Telde y la Reina Arminda ;
tenían propuesto todos primero morir que entregarse, y bien de mañana se hizo
escuadronar en tres partes del ejército de á trescientos hombres y las espías
hallaron dos fáciles subideros; se pregonó la guerra fuese á sangre, sin
perdonar á vidas por estar aquí los culpables en la muerte de Mujica y sus
vizcaínos; aquí se reconoció había de costar triunfo la victoria por la
rebeldía de los canarios, que habían respondido á todo. Más, Guadartheme se fue
á Pedro de Vera, con el semblante tristísimo, casi llorando por el desastroso
fin que se les esperaba con su sobrina, y alcanzó de ir primero á hablarla y á
ver si podía reducir á algunos. Cogidas ya las entradas con buena guarda de
gente, se fue á ellos Guadartheme y al reconocerle alzaron todos á un tiempo,
niños, hombres y mujeres los gritos y voceríos que resonó por aquellos
barrancos casi media legua fue grande la alegría que de su vista tuvieron;
habló á su sobrina y prima que fue reducida con todos los canarios y las
canarias y todas las familias que se les llegaron de aquel territorio, menos
Tazartico y un Faisaje viejo de Telde, que ambos se desriscaron, llevándose el
muchacho al viejo le cogió de un brazo ): diciendo: "Atistirma,
atistirma", y de un salto bajaron hechos pedazos.
Bajaron del peñón de Ansite todos
los nobles canarios de cabello largo y rubio, sin armas, acompañados de Guadartheme, rendidos ante Pedro de Vera,
dando la obediencia al Rey de Castilla en su nombre y de la
Señora , única
heredera de toda la tierra, hija única de matrimonio, del legítimo y
verdadero señor Guanache Semidán tío de Guadartheme y de otros Gaires y
Faisajes, que ellos daban su palabra de llevarla á entregar al Real de Las
Palmas en cogiendo sus panes, que sería después de San Juan. Mucho instó Pedro
de Vera que viniese luego, mas llevóse en rehenes consigo ciento sesenta
canarios de los más esforzados y que asistiesen con Guadartheme y se fuesen á
vivir á Gáldar.
Diose fin aquí á la conquista,
martes á las diez horas del día 29 de Abril del señor San Pedro Mártir año de
1476 en Ansite, junto á Tirajana donde hoy se llama El Sitio, por memoria.”
(Marín de Cubas, [1694] 1993)
Eran muchos aspirantes a la corona y entre ellos se
contaban la hija de Thenesor, llamada Guayarmina, su prima Arminda, única
heredera de Guayasen el Bueno, un hermano del Guanarteme denominado Aythamy,
guerrero de carácter indócil e intratable y los jóvenes Bentejuí y Thagoroste,
de la familia real de Semidán. Rechazaban la mayoría a Aythamy y Thagoroste
como personas antipáticas al pueblo. Inclinándose a dar sus votos a Bentejuí,
patrocinado por el influyente faicán de Telde, funcionario, como ya sabemos,
activo, inteligente y poderoso, el cual, al fin, después de algunos esfuerzos
obtuvo el triunfo para su protegido. Con el objeto de tranquilizar a algunos
que aun esperaban el regreso de Tenesor ofreció Bentejuí tomar por esposa a la
princesa Guayarmina con cuyo enlace no se excluía a la familia de Tenesor (Millares (1881) 1977, II: 183).
Frente
a la imagen pretendidamente dinástica que siempre intentaron ofrecer los
descendientes del linaje guanartémico, una vez más el viejo principio electivo
regía en la definición de la jefatura. Y, en efecto, sobre este Bentejuí recayó
la dura tarea de dar continuidad a las légítimas instituciones sociales de la
población canaria.
Pronto, este «gaire, alto, seco, y prieto de grande esfuerzo» que, según afirma Marín de Cubas [(1694: 57v) 1986: 207], ostentaba hasta entonces el significativo nombre de Tazarte (Tadsart, ‘rebeldía’, ‘dignidad’), sería puesto a prueba en el sitio del Bentayga ante las huestes castellanas. Pero no estaba solo, el faycán de Telde aparece junto a él en una célebre cita en la que increpan al antiguo guanarteme que intentaba convencer a las gentes reunidas allí: «Todavía Canaria no ha desaparecido del mundo y aquí la tienes toda sobre estos cerros» (Viera y Clavijo (1772) 1982, I: 529).
Bentejuí
se trasladó, encabezando un importante contingente humano, hacia la protección
que brindaban las agrestes montañas de Tirajana. Pero, de nuevo, fueron
cercados en Ansite, paraje cuya localización exacta aún se discute. Esta vez la
espera acabó en éxito para los castellanos, previa mediación de Fernando
Guanarteme ante los cansados sitiados, que finalmente aceptaron las condiciones
de rendición. Todos, menos Bentejuí y el faycán teldense, que prefirieron
mantener su libertad hasta el último momento de sus vidas: «[…] menos Tazartico y un
faisage biejo de Telde, que ambos se derriscaron llegandose el muchacho a el
viejo le cojio de un brazo, y diciendo a tiz Tirma, a tiz Tirma, de un salto
vajaron hechos pedasos» (Marín (1694: 60r) 1986: 214).
Es
muy probable que, antes, Bentejuí (Wenteghuyyit, ‘éste vocifera, alerta o
invoca’) interviniera también en la famosa Batalla de Ajódar, donde los
castellanos sufrirían la mayor derrota en la Isla , contribuyendo con su arrojo a que los
canarios salieran indemnes en los inciertos episodios de asedio a los que
fueron sometidos. Con su desaparición, se sellaba la finalización “oficial” de
la conquista de Gran Canaria, un 29 de abril de 1483.
Hoy en día muchas personas participan en la Ruta de Bentejuí, que se celebra cada mes de
abril para conmemorar el acontecimiento en el que nuestro protagonista dirigió
a los suyos desde el Bentayga hasta Ansite, con un trazado aproximado al que
siguiera el último gran héroe de Canaria. (Victor Perera; 2007)
1483. El último
rey consorte de Gáldar el converso Thenesor Semidan, más conocido después de
bautizado por el rito católico como D. Fernando Guanarteme, fue un converso que
se entregó a sí mismo y a parte de sus compatriotas a los invasores castellanos
convirtiéndose en un traidor a su pueblo, olvidando sus raíces regias llegó a
ser un simple peón en manos de los invasores quienes le obligaron a realizar
tareas serviles ante las que cualquier Guanarteme hubiese preferido la muerte
antes de caer ante tales humillaciones.
Los reyes fundadores de la monarquía reunificadora de la
isla de Tamaránt (Gran Canaria), en los tiempos previos a la invasión
castellana cuyos nombres nos ha transmitido la historia precolonial, fueron
Andamana y Gumidafe. Ella, mujer de extraordinaria inteligencia y él, conocido
también como el "Caballero de Facaracas", el más valeroso caudillo de
armas de la isla. Deciden instalar su corte en Gáldar, donde anualmente se
celebraba el gran "Sabor" o Audiencia General, y a la cual asistían
todos los representantes de distintos
cantones. Desde este momento queda constituida Gáldar como la primera capital
de Tamaránt.
La sucesión de estos monarcas vuelve a conocerse a
principios de siglo XV de la era occidental con el príncipe Artemi Semidan,
valeroso guerrero que obtuvo una gran victoria sobre las tropas del pirata
normando Jean de Bethencourt en las costas de Arguineguín. A Artemi le sucedió Taghoter Semidan quien a
su vez tuvo dos hijos llamados Guayasen y Bentagache. El primero fue nombrado
rey de Agáldar y el segundo Faykan de Telde. De Guayasen quedó, con tan sólo
ocho años, una hija Arminda heredera universal de la isla. Por esta razón el
gobierno de Tamaránt (Gran Canaria) pasó como tutor a su sobrino Tenesor
Semidan quien más tarde, ya bautizado, el, rito católico pasó a llamarse
Fernando Guanarteme y fue rey de
Tamaránt como tutor de su sobrina.
Testimonio de ese pasado esplendor precolonial son los
yacimientos arqueológicos patentes en el suelo de Gáldar. Por ejemplo en la
costa se descubrió en los años treinta
un gran túmulo circular conocido como el Panteón de los Guanartemes que
contenía restos de más de cuarenta individuos. En el agujero se descubrió otro
túmulo con 5 esqueletos y 3 ánforas, y un poblado con estructuras
habitacionales.
Otros yacimientos también muy importantes se encuentran en
"Cuevas de Facaracas", "Silos de Taya", "Huerta del
Rey", "Barrio del Hospital", "Anzofé" y "Montaña
de Gáldar". Siendo, sin lugar a dudas, el más importante complejo de la Cueva pintada.
1483. Fernando
Vello se disponía a recorrer la "Yslas" de Gran Canaria, Madera
"e otras yslas", cuando fue robado por armador vizcaíno, "junto
al Cabo de Sant Vicente de Lagos", navegando "por la mar
adelante". Habiendo partido de Sevilla, era evidente que navegaba hacia el
"ueste".
1483. Pedro de Vera, capitán y gobernador colonial por los Reyes
Católicos, sustituye a Juan Rejon
el 18 de agosto de 1480 y termina
la conquista de la isla Tamarant en
abril de 1483; en cuya operación efectuó
asesinatos y depredaciones e hizo esclavos a más de doscientos guanches
bautizados y mandó venderlos como tales en Castilla. Y a gran número de los
vencidos, al final de la guerra (29 de abril de 1.483) los desterró a Sevilla,
donde recibieron malos tratamientos y agravios.
1483. Después del mes de Junio envió Pedro de Vera recado á D.
Fernando Guadartheme, que hiciese venir á su sobrina, con los demás nobles sus
parientes, al Real, á entregarse como estaba pactado; y luego dieron orden de
traerla desde Tirajana por Telde, sin que viniese con ella ningún cristiano
español; traíanla en hombros de cuatro capitanes nobles, de cabello largo y rubio,
en una andas de palo á modo de parihuelas, sentada, vestida de gamuza á modo de
badanas ó pieles adobadas, de color acanelado; venían delante de las andas
cuatro capitanes con capotillos de badana llamados tamarcos, braguillas de
junco, majos en los pies y guapiletes en la cabeza, y lo demás desnudo; al lado de las
andas, algo hacia atrás, dos tíos suyos Faisajes, y después se seguía un grande
acompañamiento de hombres todos que servían de traer las andas á remuda. Salió
Pedro de Vera con mucha gente al recibimiento, y ellos hicieron su entrega por
medio de la lengua ó intérprete, diciendo que allí venía la Señora de toda la
tierra, heredera única y legítima hija de su señor Guanartemy Guanachy Semidan,
legítimo dueño y señor de la verdadera línea y sucesión de dominio y señorío de
la tierra; y que ella hacía entrega voluntaria, y todos sus tíos y parientes
que allí venían, gobernadores de la tierra, en nombre y debajo de la palabra de
su señor muy poderoso y católico Rey D. Fernando entregaba su persona y
personas al Capitán Mayor de los cristianos que allí presente se halla que es
Pedro de Vera, del Rey de Castilla y León. Pedro de Vera y demás caballeros la
recibieron á pie, y fue abrazando á todos con mucho cariño; traían todos los
canarios el cabello suelto por las espaldas, y la Señora Arminda, que los
españoles llamaron Almendrabella, traía vestido un ropón de gamuza con medias
mangas hasta la sangraqera y largo hasta los pies, y zapatos de lo mismo
pespuntados, y vestía una tunicela debajo de la ropa con cuerpo de jubón á modo
de justillo, de más delgada badana; era el cabello largo y rubio, aderezado con
arte, y en él puestas algunas cosas de tocado que le habían dado á uso de
España; y el faldellín pintado á colores; tendría veinte años, era gruesa y más
de mediano cuerpo, robusta, el color algo moreno, ojos grandes y vivos y el
rostro algo alegre y celebrada de hermosura, la boca algo larga, la nariz
pequeña, algo anchas las ventanas, el cuello redondo y crecida de pechos.
Después que se hubieron
adelantado del lado de las andas los dos Faisajes é hicieron entrega de su
Señora y los demás pidieron que se encomendase á persona noble, y ellos
pidieron que fuese en casa de Francisco de Mayorga con su mujer Juana de
Bolaños, que allí estuvo con otras españolas y Pedro de Vera la prometió y juró
hacerlo así como todos lo pedían, aunque estuvo siempre á su cuidado y al del
Obispo ella fue muy bien recibida y siempre correspondió agradecida al cariño
de todos tenía ingenio y discreción, fue cristiana, que luego la prometió de
ser llamóse Doña Catalina de quadarthemy, fue su padrino Rodrigo de Vera, hijo
de Pedro de Vera, y Francisco Mayorga y su mujer la madrina echóle el agua el
Obispo D. Juan de Frías decíale esta Señora á las canarias que aquella era vida
de hombres y la que tenían primero era de brutos y fieras salvajes fue casada
con un capitán de infantería, D. Ramiro Guzmán, andaluz pasaron á la conquista
de Thenerife, no tuvo sucesión él murió de repente, que se presumió ser
violentamente. Casaron con españoles otras primas ó parientes de esta Señora.
Una hija de Vtindana, hermano de quanache, que se llamó Juana quadartheme casó
con Francisco de Cabrejas y tuvo sucesión en Gáldar, otra prima, hija del
Faisaje tuerto de Tara en Telde, hermano de su madre, se llamó María
Guadartheme y casó con Juan Delgado que pasó á Tenerife y tuvo sucesión y otras
á este modo, que hubo por línea femenina, donde feneció la generación de los
canarios: El Obispo cuidaba con grande celo del regalo de los canarios así viejos,
niños, como hombres y mujeres, dándoles de comer y reparos de vestir con
liberal mano, que todos la aclamaban como Padre y Santo Prelado, por ser
ejemplar su vida siempre.
Diose luego cuenta de todo á
España, de que Sus Altezas tuvieron mucho gusto del reducimiento de los
canarios y de su buen estado. Envió Pedro de Vera á la isla de la Madera á
buscar plantas de todos frutales, hierbas de olor, flores de recreo y animales
mayores y menores, que de todo se ha dado bien al mismo modo que en España, sin
diferencial de la Gomera se trajeron perdices y conejos que había criado y
traído de África Sancho Herrera el Viejo, de un coto de venados y montería que
allí tenía repartiéronse entre los vecinos algunos granos para sembrar, que
acudían largamente en su multiplicación viniéronse algunas, y después muchas
familias á vivir, repartiéronse en los campos y lugares, plantando caña de
azúcar, parras, árboles, sacando acequias, haciendo albercas, molinos de agua,
ingenios de azúcar, hasta que enviase S.M. la Cédula de Repartimiento, que
todos esperaban por el debido premio y pago de sus servicios.
Demás de los hidalgos aventureros
que sirvieron sin sueldo, hubo muchos que con sus personas, armas, caballos y
maravedíes sirvieron á S.M. fueron el factor Miguel de Mujica, que nombró por
heredero á su pariente Juan Siverio que cobró toda su parte. El capitán
Palencia, con cinco hijos, sirvió con peones pagados, sus personas, armas y
préstamos; murió en la conquista él y tres hijos; cobraron los dos, Tomás de
Palencia y Alonso Rodríguez de Palencia; y otros que faltan á la memoria. De
Lanzarote vino Santa Gadea, francés, que trajo caudal, que casó una hija con
Francisco Martel, francés, vecino de Lanzarote, que sucedió en el mayorazgo de
Arucas, que fue de uno de los Palencias.
Sirvieron sin sueldo tres hijos
del Gobernador Pedro de Vera, Fernando, Rodrigo y Martín de Vera, que dejó su
casa para Hospital de Pobres, que es San Martín, Hospital de Canaria. (Marín de
Cubas [1694] 1993:168-72).
1483. Tras dar
por finalizada la invasión y conquista castellana la isla de Tamaránt (Gran
Canaria) en 1483 con el asentamiento europeo en la denominada villa de
Winiwuada (Las Palmas), Gáldar no pierde su rango anterior. El modelo antiguo
de doble jurisdicción -que tenía en Galdar la capitalidad insular de la
población canaria- pervive en gran medida añadiéndose por los invasores
castellanos a la jurisdicción de winiwuada (Las Palmas). Desde el mismo momento
de que la isla se estructura tripartidamente
según la costumbre castellana, quedando Wiwuada en Tamamránt (Las Palmas de
Gran Canaria) como cabecera administrativa, sede del Obispado de la secta
católica y del Cabildo castellano. Galdar y Telde figuraron como cabeceras de
las primeras demarcaciones eclesiásticas, con los beneficios más antiguos,
primera vara de alcaldía y justicia, escribanías, heredamientos, distritos de
repartimientos, etc.
1483. Mientras se disponían los nefastos reyes católicos a enviar
sus instrucciones para la constitución definitiva de la futura colonia en la
isla Tamaránt (Gran Canaria), distribución de su suelo, abono de salarios,
indemnización de anticipos y recompensas a los mercenarios por servicios en tan
ruda campaña, el general invasor, de acuerdo con el obispo de la secta
católica, había dispuesto como una de las primeras necesidades de su gobierno
llevar inmediatamente a efecto la traslación de la Catedral de Rubicón a
Winiwuada (Las Palmas,) en virtud de la bula expedida en 25 de agosto de 1435,
pues de este modo adquiría la nueva población europea una gran importancia.
Para realizar un deseo tan
unánimemente servido, el prelado envió sus poderes a Sevilla con objeto de
acordar con aquel cabildo metropolitano el plan capitular de la diócesis, sus
dignidades y canónigos y los estatutos que habían de regirla.
Mientras se elegía un sitio para
levantar un templo más decente y capaz que aquella que estaba en la plaza de San Antón,
se dio principio al trazado de algunas calles inmediatas al lugar que había
servido de punto central al campamento de los invasores, extendiéndolas por la
llanura, limpia ya de palmeras, árboles y maleza, en líneas curvas, angulosas e
irregulares, como era costumbre en las poblaciones moriscas de Andalucía.
Derribáronse las tapias que
limitaban y defendían el Real de los invasores, dejando en pie el torreón que
servía de almacén a los pertrechos militares y como prevención de posibles
ataques de los canarios que continuaban alzados, y se trató de constituir una
asamblea municipal que cuidase de los intereses de la población colona europea,
procurase su adelanto y administrase los arbitrios que le fueran asignados.
Recordaremos que, cuando en
febrero de 1480 se había firmado en Toledo la contrata o convenio bajo cuyas bases se
enviaba a Canaria a Pedro de Vera, (ver efemérides de 1480 Febrero 24) se había
al mismo tiempo expedido otra Real Cédula en la que Sus Altezas, dirigiéndose
al nuevo gobernador, le decían: «A vos Pedro de Vera, nuestro Gobernador e
capitán e Alcaide de la isla de Gran Canaria, salud e gracia. Sépades que Nos
habernos sido informados que algunos caballeros, escuderos e marineros e otras
personas, ansí de las que están en la dicha isla, como otras que agora van o
fueren de aquí adelante, quieren vivir e morar en la dicha isla e fazer su
asiento en ella con sus mugeres e hijos e sin ellos; e porque la dicha isla
mejor se pueda poblar e pueble, e hayan más gana las tales personas de vivir en
ella, según dicho es, y tengan de qué se puedan substentar e mantener. Por
ende, Nos vos mandamos que repartades todos los exidos y dehesas y heedamientos
de la dicha isla entre los caballeros e escuderos e marineros e otras personas
que en la dicha isla están e estovieren y en ella quisieren vivir e morar,
dando a cada uno aquello que veredes que, según su merecimiento e estado,
ovieren de menester, e asimesmo para que podades entre las tales personas de
nuevo nombrar e elegir oficios de Regimiento e Jurados e otros oficios, que
viéredes son necesarios en la dicha isla, para que sean cadañeros o por vida o perpetuos e de la manera que a
vos bien visto fuere, no embargante, que cualesquier personas tengan los dichos
oficios por autoridad de cualesquier personas e dellos hayan sido proveídos,
salvo si las tales personas han sido proveídas de los dichos oficios por Nos o
por cualquier de Nos, e ansí para fazer el dicho repartimiento de los dichos
heredamientos, como para proveer de los dichos oficios, por esta nuestra Carta
vos damos poder cumplido con todas sus incidencias e dependencias emergencias,
anexidades y conexidades, no embargante cualesquier cartas e poderes, que cerca
del repartimiento de las dichas tierras e términos e de nombramientos de los
dichos oficios Nos o cualquier de Nos habernos dado e mandado
dar a otras personas, las cuales por esta nuestra carta revocamos e inhibimos y
damos por ningunos y de ningún valor ni efecto. e los unos ni los otros no
fagades ni fagan ende al por ninguna manera, so pena de la nuestra merced e de
10.000 maravedises para la nuestra Cámara; e demás mandamos al ome que vos esta
nuestra carta mostrare, que vos emplaze que parescades ante Nos en la nuestra
Corte doquier que Nos seamos del día que vos emplazare en 15 días primeros
siguientes so la dicha pena, so la cual mandamos al ome que vos o cualquier
escribano público, que para esto fuere llamado, que
de ende, al que vos la mostrare testimoniada con su signo, porque Nos sepamos
como se cumple nuestro mandado. Dado en la muy noble Cibdad de Toledo a 4 días
de Hebrero, año del nacimiento de Nuestro Señor Jesuschristo de mill e
cuatrocientos e ochenta años.- Yo el Rey .~ Yola Reyna.- Yo Pedro Camañas,
secretario del Rey e de la Reyna nuestros Señores, la fize escrebir por su
mandado acordado. Registrada. Alonso González, Diego Vázquez, Canciller.
En virtud de estas amplias
facultades y sintiendo Vera la urgencia de proveer inmediatamente de asamblea municipal ala
naciente villa, determinó elegir entre los invasores conquistadores y vecinos
de más mérito doce regidores y dos jurados que desempeñaran estos cargos con
inteligencia, aplicación y probidad.
Después de bien meditado, recayó
su elección en las personas siguientes: Pedro García de Santo Domingo, Fernando de
Prado, Diego de Zorita, Francisco de Torquemada, Francisco de Espinosa, Martín
de Escalante, Alonso Jáimez de Sotomayor, Pedro de Burgos, Juan de Siverio
Mujica, Juan Malfante, Juan de Mayorga y Diego Miguel.
Nombróse de escribano de Cabildo
al converso Gonzalo de Burgos y de causas a Gonzalo Díaz de Valderas, de fiel
ejecutor a Juan de Peñalosa, de jurados a Rodrigo de la Fuente y al mismo
Valderas, de alguacil a Juan Mayor y de pregonero al trompeta Juan Francés.
Organizado de este modo el
ayuntamiento de corte europeo, se procedió por el gobernador al repartimiento
de tierras y aguas como botín de guerra,
dividiendo en pequeñas suertes los terrenos de riego constante y en mayores
lotes las dehesas y ejidos y los prados sin agua, reservando para el
aprovechamiento común y pastos de los ganados los extensos predios del centro y
agrestes distritos del sur y oeste de la isla. Al hacer la distribución tuvo en
cuenta Vera la preferencia que todos concedían a los conquistadores sobre los
que venían a poblar, y la de los soldados de caballería sobre los peones o
infantes.
Tampoco se olvidó de los
principales indígenas, si bien con el secreto propósito de alejarlos del país y
enviarlos en tiempo oportuno a la conquista de La Palma y Tenerife, cuya
empresa solicitaba con empeño. Respecto a la clase plebeya y trabajadora quedó
bajo la vigilancia de los capitanes y propietarios, con el fin aparente de
adoctrinarlos en la religión y de enseñarles las prácticas agrícolas, pero en
realidad para mejor avasallarlos y reducirlos con el tiempo a la condición de
siervos.
Algunos de los hidalgos que
habían contribuido a la sumisión de la isla, al saber que los reyes tenían ya
decidida la conquista de Granada, impulsados por su odio a los infieles y
por el afán caballeresco de
correr siempre aventuras y contribuir a la independencia de la patria,
volvieron a España, regresando con ellos las compañías mercenarios de la Santa
Hermandad que a sueldo del estado había conducido Mujica en su última
expedición.
Al dar principio los nuevos
pobladores a romper los terrenos, talar algunos bosques y
encauzar y recoger las aguas para
destinarlas al riego periódico de los nuevos predios, se pidió a Andalucía ya
las islas de Madera, Gomera y Lanzarote, cañas de azúcar, vides y árboles
frutales de todas clases, buenas semillas de cereales, con el ganado y ave del
corral que no hubiese aún en el país, donde encontraron desde luego un suelo
admirablemente dispuesto para su reproducción.
El cultivo de la caña fue el
primero que ocupó la atención de los agricultores. Levantáronse al efecto
toscos ingenios, entre los cuales podemos citar el de Pedro de Vera, en el mismo
valle de Las Palmas a orillas del riachuelo; el de Alonso Jáimez en las faldas
de la montaña opuesta, donde después se construyó el convento de San Francisco;
habiendo al poco tiempo otros en la costa de Lairaga, Arucas, Firgas y Gáldar y
por la parte del sur en Telde, Agüimes y Tirajana.
Reservóse el general para solar
de su casa la llanura que hoy ocupan la plaza y la parro-quia de Santo Domingo,
y levantó a sus alrededores una ermita dedicada a San Pedro Mártir, como
recuerdo del 29 de abril.
Su hijo Jorge de Vera, que luego
fue canónigo de la Iglesia Catedral, tuvo casa asimismo en la calle hoy llamada
de San Marcial, que después fue destinada a Hospital con el nombre de San
Martín, dotándolo de buenas rentas sus
fundadores Tomás de Palenzuela hubo repartimientos en Arucas, Tirajana y Sardina, y su hermano
Alonso Rodríguez los tuvo en Telde, en cuya extensa vega construyó tres
ingenios, de los. cuales estaba uno en el barrio de Los Llanos y lugar que hoy
ocupa la parroquia de San Gregorio. De estas tres fincas vendió la primera a
Gonzalo de Jaraquemada, hidalgo que había llegado de Lanzarote con el propósito
de establecerse en Canaria; otra enajenó a Cristóbal García del Castillo,
vecino de Moguer, capitán conquistador y fundador además de la iglesia de San
Juan Bautista en aquella localidad, y la tercera al poblador portugués
Francisco de Matos. Estos ingenios fueron con el tiempo progresando,
mejorándose el cultivo de la caña y la calidad del azúcar, cuyo codiciado
producto venían a comprar a buenos precios algunos traficantes europeos en
buques que fondeaban en la rada de Melenara.
El fértil valle de Agaete fue
cedido a Alonso de Lugo, por sus valiosos servicios en la
última campaña y especialmente por la prisión del guanarteme. Allí también levantó
ingenio y plantó viña, utilizando como su residencia el castillo o casa fuerte
de las Nieves. Vendido después el valle para contribuir con su importe a los
gastos de las expediciones de La Palma y Tenerife al comerciante genovés
Francisco de Palomares, éste lo enajenó a su vez al español Zayas de Arellano,
que aumentó considerablemente su producción y riqueza.
A vecindáronse en Gáldar muchos
hidalgos colonos y conquistadores y algunos canarios principales, especialmente
de la familia de Thenesor Semidan (Fernando Guanarteme).
Descollaban entre éstos la
infanta doña Catalina, hija del rey Guayasen, casada como ya sabemos con Hernán
Pérez de Guzmán, colono toledano de la noble casa de Batres y Alcubillete; su
prima Margarita, hija de don Fernando Guanarteme, unida en matrimonio con
Miguel de Trejo Carvajal, y la princesa Tenesoya Vidina, llamada Luisa en el
bautismo por el rito católico y enlazada desde antes de la conquista con
Arriete Perdomo, de la casa y linaje del barón normando como extensamente hemos
consignado.
Creían todos que la villa de
Gáldar, corte de los guanartemes, seguiría siendo la capital
de la isla; y ya fuese por esa
circunstancia o por la fertilidad del suelo y pureza del aire, resultó que se
agruparon en aquella localidad muchas familias, obteniendo que el reparto de
sus terrenos tuviese lugar en aquellos alrededores.
1483. En el
verano hubo un levantamiento parcial de los guanches, quienes ajusticiaron a
algunos frailes, los que arrojaron por
el risco del Lentiscal; probablemente a
los dos dominicos que acompañaban a Pedro de Vera: Fray Pedro de las Cañas y
Fray Juan de Lebrija, encubridores de los desmanes del capitán invasor.
1483 enero.
En
Tamarant (Gran Canaria) Partió el sanguinario conquistador, general Pedro de
Vera con lo más lucido de sus tropas, desde winiwua (La Palmas ) dapasando por
Arucas y la costa de Lairaga, asentándose en Gáldar mientras esperaba a su
cuerpo auxiliar de gomeros que partían desde Agaete.
Es
aquí donde averigua Vera el punto exacto donde se encuentra el último baluarte
de resistencia, donde los resistentes siguen fuertes al mando de Bentejuí,
acompañados del faicán de Telde y de la princesa Arminda, que además era muy
respetada por los canarios, por ser la heredera de Guayasen. El sitio, en
concreto, es el Bentaiga, un roque que destaca por una altura de sesenta metros
sobre el sitio más alto de la montaña de Tejeda, de magníficos acantilados de
basalto, que la hacían inexpugnable. En la base, donde descansa el roque, se
encontraban cuevas grandes que demostraban lo importante de este asentamiento
indígena. Unos estrechos peldaños, hechos por la mano del hombre, permitían
peligrosamente acceder hasta la plataforma, donde se celebraban ceremonias de
culto, y en aquel momento, donde también hacía las veces de lugar de encuentro
para debatir la defensa de la patria. En la cima se encontraban los guerreros y
valientes, que luchaban con su vida, para no someterse a los bárbaros
invasores. Luchar por la libertad, por la patria, contra las vejaciones, el expolio
y la esclavitud.
Los
españoles se mantuvieron fuera del alcance de tiro de piedra de los canarios y
como tardaron bastante en actuar, los guerreros isleños los increpaban desde
las alturas, haciéndoles ver que solo eran capaces de hacer la guerra montados
a caballo. Esto hizo, que algunos soldados se acercaran con tan poca prudencia
como inteligencia, ya que los enormes bloques que los canarios lanzaron por la
escarpada pendiente, los aplastaron en el acto.
Durante
la noche los valientes guerreros guanches, dejaron en lo alto del cerro una
fuerte hoguera que engañaría al enemigo, mientras ellos, se refugiaban en una
zona entre Veneguera y Tazartico, acampando a lo alto de un fuerte parecido al
Bentaiga, pero con sólo dos senderos, uno abierto desde el mar y el otro por
tierra.
Pedro de Vera llamó a sus oficiales a consejo
de guerra, y teniendo muy en cuenta al traidor Guanarteme que conocía muy bien
el terreno, Vera decide que el ataque se resolverá desde dos frentes distintos,
uno desde la zona de mar, que sería comandado por Miguel de Mujica con
trescientos soldados vizcaínos y el de tierra, bajo el mando del propio
Guanarteme con sus deudos, quedándose Vera con el cuerpo de reserva y la
caballería, favoreciendo al grupo que se encontrara en peor situación.
Una
de las cosas que habían decidido, era que el ataque por mar debería esperar
hasta que el de tierra estuviera bastante adelantado. Pero Miguel de Mujica,
estaba impaciente por acabar cuanto antes, muy seguro de que soldados de verdad
podrían resolver la batalla. La situación de precaución, era a su entender, un
sentimiento de debilidad o de pusilanimidad y comenzó a trepar por el cerro sin
esperar la señal convenida.
Los
canarios que los observaban se mantuvieron quietos y movidos por su astucia habitual,
dejaron que la columna de soldados avanzara, hasta que entraron por un sendero,
donde comenzaron a ir en fila india. Una fila de a un solo hombre, que cuando
estuvo a mitad del cerro, se encontraron con los gritos y silbidos
acostumbrados antes de que la lluvia de piedras, dardos y peñascos comenzara a
golpearlos sin tener posibilidad de huir. Acabaron muchos de ellos muertos en
el mar, mientras los otros se tropezaban entre ellos, cayendo y rodando por el
precipicio. Cráneos destrozados, miembros mutilados y sangre, mucha sangre que
corría por las laderas, y mientras, Vera, contemplaba desolado que no los podía
socorrer sin caer en una muerte segura.
En este momento, imploró y suplicó al traidor Guanarteme que hiciera algo, que intermediara entre los isleños rebeldes.
En este momento, imploró y suplicó al traidor Guanarteme que hiciera algo, que intermediara entre los isleños rebeldes.
Si
ese día no hubiera intercedido el Guanarteme sumiso, no se hubiera quedado
nadie con vida y la conquista hubiese dado un vuelco diferente. Ese día el
faicán de Telde, le dijo al traidor: “Guanarteme conoce este día y quítate de
en medio, y mataremos todos esos cristianos y quedaremos libres ustedes y
nosotros, ven y volverás a ser el rey de esta isla, vengando nuestras
injurias”. Respondiéndole Thenesor: “No quiero; que por cierto no haré nunca
traición a lo que tengo prometido”.
Aún así,
los rebeldes valerosos y bravos canarios, permitieron que los invasores
recogieran a sus muertos y heridos, dándoles tiempo a los bárbaros sanguinarios
a volver a rearmarse y seguir adelante con la conquista.
Doscientos
fueron los vizcaínos muertos ese memorable día de lucha por la libertad de la
patria, muriendo por las heridas contraídas en Gáldar, el propio Miguel de
Mujica, siendo la derrota más grande que se había infringido a los invasores en
Gran Canaria.
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