EFEMÉRIDES DE LA NACIÓN CANARIA UNA HISTORIA
RESUMIDA DE CANARIAS
CAPITULO III: DE LA ANTIGÜEDAD AL SIGLO XV.
1471-1480
Eduardo
Pedro García Rodríguez
1483 Febrero 10. Pedro de Vera había planeado el ataque a los
centros vitales de los canarios a partir de dos bases: el Real de Las Palmas,
inmediato al puerto de Las Isletas y con agua sacada de los pozos cavados en el
lecho del barranco de Guiniguada, era evidentemente la base principal; además,
un puesto avanzado al otro lado de la zona más poblada de la Isla, en Agaete,
donde el conquistador improvisó en agosto septiembre de 1481 una torre
fortificada, para mejor ofender a los canarios. El cargo de capitán de esta
torre era sin duda difícil y penoso. Alonso de Lugo, en quien recayó el
nombramiento, lo desempeñó con indudable éxito, pues, ya por fuerza, ya por
trato, redujo al más prestigioso jefe canario, el Guanarteme de Gáldar, y lo
llevó al Real de Las Palmas. Sí, como consta, consiguió este resultado en 10 de
febrero de 1483, (*) poco antes de «ganarse» toda la Isla, esto significa que
había precedido más de un año de dura lucha: «Hizo una fortaleza donde cada día
peleaban, e fue muchas veces herido e sufrió muchos trabajos e hambres e muerte
de criados y parientes e otras personas e muchas afrentas e peligros, hasta
llegalle a poner fuego a la torre e pegárselo e desanparar la torre por temor
del fuego e salir a pelear al canpo» .
Así es como él mismo cuenta sus trabajos por boca de su
procurador, en su alegato de méritos; y, aun descontando las posibles
ponderaciones, sin duda fue dura la vida de los hombres destacados en aquel
lugar aislado. Durante algún tiempo acompañó a Lugo en el puesto Hernán Peraza,
el señor de La Gomera, con un contingente de sus vasallos, en condición de
castigados uno y otros por la muerte que habían dado a Juan Rejón, con ocasión
de su recalada en la isla de su señorío.
Los méritos de Lugo le valieron la posesión de las tierras
yaguas de Agaete, donde tanto había penado; y allí se dedicó al cultivo de la caña dulce,
con ingenio propio. Allí trajo luego a su mujer e hijos y debió vivir años
felices, mientras conservaba la alcaidía de la torre y el favor del gobernador
Pedro de Vera. Pero no habían pasado diez años de esta-vida de próspero
hacendado colonial -Alonso de Lugo tendría sus esclavos, no sabemos de qué
nación o procedencia-, cuando ya resolvía cambiar aquella vida por nuevas y más
ambiciosas aventuras. Varias razones debieron de intervenir en su decisión.
Se ha pensado en su viudez
prematura, que sobrevino en fecha incierta; su insaciable sed de poder así como
su desmedida ambición, pero no hay que olvidar tampoco el cambio de la
situación política en Gran Canaria, después de haber sido llamado Pedro de Vera
a Castilla y de haberse presentado el juez pesquisidor Maldonado, nombrado en
30 de marzo de 1491. Los amigos del gobernador depuesto se quedaron en una
posición falsa. Lugo pasó a la Corte, según parece, mientras ésta se hallaba en
Santa Fe donde coincidiría con Cristóbal Colón y con Beatriz de Bobadilla, la señora
viuda de La Gomera, y aun con el ex -Guanarteme de Gáldar, cada uno con su
pleito o pretensión, y no sólo para obtener nuevas mercedes, sino aun para
asegurar las que tenía ganadas.
Sería ésta su primera
presentación ante los Reales Consejos y ante Sus Altezas, y por cier to que no
salió desairado: en 2 de febrero de 1492 se le confirmó la real merced de sus
bienes en Agaete, y meses después se le comisionó para la conquista de La Palma
-ya llamada entonces San Miguel de La Palma-, con varias promesas para ayuda de
costas, merced del quinto real de los cautivos y la mitad de los que entretanto
se hiciesen en Tenerife y Berbería, amén de un premio de 700.000 maravedís,
caso de, terminarse la conquista antes de un año.
La única relación que poseemos de
esta empresa es la que proporciona Abréu aalindo, cronista bien informado, pero
que debe utilizarse, como siempre, con precaución. Ahora sabemos que ignoró
algunas circunstancias esenciales. La ocupación de la Isla fue precedida por
tratos llevados a cabo por los cabildos secular y eclesiástico de aran Canaria,
por mediación de una cautiva palmera, Francisca de Gazmira, que se trasladó a
su isla y regresó con un grupo de jefes indígenas, que recibieron vestidos y el
bautismo en el Real de Las Palmas. En
septiembre de 1492, cuando se presentó en Tazacorte, Alonso de Lugo contó desde
el primer momento con dos de los principales bandos, de los doce que se
repartían la Isla. Uno de ellos, el de Aridane al parecer, aceptó la conversión
religiosa, y el otro, cuando menos, la sumisión al enviado de los Reyes. El
resto de la Isla siguió el mismo camino, con escasa resistencia, gracias a las
gestiones de los jefes ya sumisos. Sólo el cantón o bando de Eceró, centrado en
lo que luego ha sido llamado La Caldera,
con su caudillo Tanausú, tuvo que ser reducido por traición, ya que el
tiempo urgía y el intento de forzar la entrada de aquellos pasos resultó
impracticable. El indomable caudillo se dejó morir de hambre, al ser conducido
a Castilla. En un documento se acusa a Lugo de haber dado muerte a «una
Tamanca, cabeza de tres bandos», hecho que no podemos interpretar a base del
relato de
Abréu Galindo.
La traición de que, según Abreu,
fueron víctimas Tanausú y su gente, está perfectamente dentro de los métodos
políticos de Alonso de Lugo, según se probó repetidamente en ocasiones
posteriores. (Agustín Millares Torres;1977, t.II:262-3). (*) La fecha precisa
consta en las Cuentas de la conquista de
Gran Canaria que, extraídas del Archivo de Simancas, ha publicado el Dr.
Landero.
Al amanecer, parte del campamento
Thenesor Semidan (Fernando Guanarteme) subiendo por el peligroso sendero, sin
temor, ya que los canarios lo habían reconocido. Cuando se encuentra rodeado
por ellos, los hambrientos canarios comienzan a vitorearlo dando muestras de
fidelidad, hablándoles él con mucha amabilidad, siendo atento con ellos,
diciéndoles que depusieran las armas y se entregaran para salvarse de una
muerte segura. Les dijo, como lo había hecho en el Bentaiga, de todos los
beneficios de someterse a los invasores, y esas palabras, unidas al sentimiento
explotado, al hambre, a la sed y al cansancio, hicieron mella en los isleños,
decidiendo, aún con la fuerza de Bentejuí y el faicán, que mantuvieron su
posición intentando despedirlo de aquel sitio y volver a la lucha, decidieron
como decía, rendirse y someterse.
Tanto fue el griterío de los canarios pidiendo la paz, que solo pudo conseguir Bentejuí, que se rendirían, no si antes firmar una capitulación por escrito, garantizándoles ciertas condiciones de posición social para Arminda, guayres y el pueblo canario.
Mientras la capitulación se hacía
realidad escrita, se preparaba Vera, hinchado de triunfo y regocijo por los
acontecimientos que iban surgiendo, en el otro extremo, Bentejuí y el faicán de
Telde, se abrazaron fuertemente el uno con el otro y desde el borde del
precipicio se despeñaron, gritando patrióticamente el ya conocido: “ATIS
TIRMA”.
Murieron ese día, pero murieron como hombres libres, héroes auténticos que supieron estar unidos bajo la consigna de luchar por su tierra, de luchar por su patria. La misma patria que los vio y amó como hombres fuertes, honrados y libres. Era mejor morir que vivir sometidos al imperio carnicero, expoliador y esclavista, que se definían a si mismos, como hombres buenos y cristianos seguidores de Dios. Calaña mal nacida que desunió y conquistó a un pueblo humilde y luchador, del que quedó amplia presencia y que nunca se extinguió.
Todos, mantenemos el
derecho y el deber de recordar a estos patriotas, que murieron por defender lo
que hoy día es nuestro, nuestra tierra, historia, cultura e idiosincrasia.
Debemos seguir siendo el testigo de la lucha de nuestros ancestros o seguir en
la lucha por los intereses de nuestra tierra, en la cual, nacimos y por derecho
propio nos pertenece. Hay que recordar que una invasión, no tiene fecha de
caducidad, y Canarias nos pertenece como Estado y Nación, para amarla,
defenderla del expolio y los ríos de cemento que se le vierten diariamente.
Conquistemos de nuevo lo que ya es nuestro, y pasemos a tener una gran nación,
en vez, de una triste figura colonial africana.
Los invasores castellanos dan
por hecho, la ocupación de la isla de
Tamaránt aunque esta no fue efectiva hasta que la Princesa Arminda (conocida
por los invasores como Almendrabella)
fue entregada de manera previamente pactada con los invasores en un
pre-acuerdo, tal como recoge el historiador don Tomás Marín de Cubas:“[...]
Bajaron del peñón de Ansite todos los nobles canarios de cabello largo y rubio,
sin armas, acompañados de Guadartheme, rendidos ante Pedro de Vera, dando la
obediencia al Rey de Castilla en su nombre y de la Señora, única heredera de
toda la tierra, hija única de matrimonio, del legítimo y verdadero señor
Guanache Semidán, tío del Guadartheme y otros Gaires y Faisajes, que ellos
daban su palabra de llevarla á entregar al Real de Las Palmas en cogiendo sus
panes, que sería después de San Juan. Mucho insistió Pedro de Vera que viniese
luego, más llevóse en rehenes consigo ciento sesenta canarios de los más esforzados
y que asistiese con Guadartheme y se fuesen a vivir a Gáldar.” (Marín de Cubas,
[1.694] 1.993:165)
Más adelante prosigue el autor
describiéndonos la entrega de la Princesa Arminda y con ella, la independencia de la isla de Tamarant, la cita
es extensa pero estimamos que es necesaria para una mejor comprensión del acto
de entrega de la isla a los usurpadores, además, de la narración del mismo se
desprende que para nada influyo el tan cacareado Pacto de Calatayud, y el
protagonismo del converso Fernando
Guanarteme que en este caso como en el de otros muchos fue el de un simple
recadero de Pedro de Vera, veamos el texto: “Después del mes de junio envió
Pedro de Vera á D. Fernando Guadartheme, que hiciese venir á su sobrina, con
los demás nobles sus parientes, al Real, á entregarse como estaba pactado; y
luego dieron orden de traerla desde Tirajana por Telde, sin que viniese con
ella ningún cristiano español; traínla en hombros de cuatro capitanes nobles de
cabellos largos y rubio, en unas andas de palo á modo de parihuelas, sentada,
vestida de gamuza á modo de badanas ó pieles adobadas, de color acanelado;
venían delante de las andas cuatro capitanes con capotillos de badana llamados
tamarcos, braguillas de junco, majos en los pies y guapilete en la cabeza, y lo
demás desnudo; al lado de las andas algo hacía atrás, dos tíos suyos Faisajes,
y después se seguía un grande acompañamiento de hombres todos que servían de
traer las andas a remuda. Salió Pedro de Vera con mucha gente al recibimiento,
y ellos hicieron su entrega por medio de la lengua ó interprete, diciendo que
allí venía la Señora de toda la tierra, herdera única y legítima hija de su
señor Guanartemy Guanachy Semidán, dueño y señor de la verdadera línea y
sucesión de dominio y señorío de la tierra; y que ella hacía entrega
voluntaria, y todos sus tíos y parientes que allí venían, gobernadores de la
tierra, en nombre y debajo de la palabra de su señor muy poderoso y católico
Rey D. Fernando entregaba su persona y personas al Capitán Mayor de los cristianos
que allí presente se halla que es Pedro de Vera, del Rey de Castilla y León.
Pedro de Vera y demás caballeros la recibieron a pie, y fue abrazando a todos
con mucho cariño; traían todos los canarios el cabello suelto por las espaldas,
y la Señora Arminda, que los españoles llamaron Almendrabella, traía un ropón
de gamuza con medias mangas hasta la sangradera y largo hasta los pies, y
zapatos de los mismo pespuntados, y vestía una tunicela debajo de la ropa con
cuerpo de jubón á modo de justillo, de más delgada badana era el cabello largo
y rubio aderezado con arte, y en él puestas algunas cosas de tocado que le a
uso de España, y el faldellín pintado á colores; tendría veinte años, era
gruesa y más de mediano cuerpo, robusta, el color algo moreno, ojos grandes y
vivos y el rostro algo alegre y celebrada hermosura, la boca algo larga, la
nariz pequeña, algo anchas las ventanas, el cuello redondo y crecida de pechos.
Marín de Cubas [1694] 1993:168).
La mayoría de las crónicas –escritas naturalmente desde el punto de vista de los vencedores-recogen un supuesto trato humanitario dado por los conquistadores a los canarios vencidos, e incluso algunos se esfuerzan en resaltar una hipotética política proteccionista por parte de las coronas de Castilla y León hacía los indígenas, la realidad fue bien distinta, las primeras medidas tomadas por los invasores fue la esclavización y venta en los mercados de esclavos de Sevilla, Valencia o Mallorca, de gran parte del pueblo vencido, y la deportación masiva de los naturales que por el hecho de haber asumido el cristianismo estaban teóricamente fuera del alcance de los esclavistas tanto seglares como del clero católico, aunque algún autor inducido de su buena fe o quizás pecando de ingenuo asume que, “Si hay un hecho, algo que condicione y determine por sus consecuencias históricas, en lo más profundo de su ser al actual pueblo canario; algo que sea realmente su "Ethos" político actual, es el llamado "Pacto de Calatayud" (30 de mayo de 1481). Firmado por Tenesor Semidán (Fernando Guanarteme) y Fernando de Aragón, por medio del cual Canarias terminaría integrándose como Reino, con una serie de condiciones y derechos que permitían la pervivencia del pueblo y la Nación Canaria con sus características propias, al conjunto de Reinos que formarían el Estado español. (Felipe Ross, Amaga)”
A continuación reproducimos unos documentos conservados en el Archivo de Simancas, pertenecientes al Registro General del Sello, de los cuales se deduce fácilmente que de haber existido algún tipo de tratado en igualdad de condiciones como se empeñan en hacernos creer algunos autores, este tipo de actuaciones por parte del país colonizador no hubiera sido tolerados ni siquiera por el poder arbitral de la época que era el papado, por el contrario, una buena parte del clero participó de los beneficios económico que producían la venta de canarios como esclavos.
1483 Abril 29. El traidor y converso Tenesor Semidán
conversa con Guayarmina Semidán y con Bentejuí en la fortaleza de Ansite, tras
lo cual la descendiente de los Semidán baja, y Bentejuí y el Faican de Telde se
desriscan, sin que esté constatado por ningún cronista la aparición de los
cadáveres. Grupos de Alzados se
difuminan por las cumbres de Tmaránt, asentándose en caseríos de difícil acceso
para los invasores españoles.
1483 Abril 29. El Pendón Real de Gran Canaria fue, según parece, el
que trajo el Obispo Juan de Frías. Era —y debe ser lo que queda— de tafetán
blanco, con dos puntas en forma de «rabo de gallo» en la parte opuesta al asta
y debió ser por delegación del Obispo Frías por lo que el Alférez Mayor de la
Conquista, Alonso Jaimez de Sotomayor, dio los gritos de ritual, tanto en las
altas cumbres de la isla en los instantes de la rendición efectiva, como el 29
de abril de 1483, al efectuarse la simbólica entrega, en la Villa del Real, de
Guayarmina, la heredera de los Reyes y Señores de la Isla, a quien acompañaban
sus leales, ceremonia en la cual, forzosamente, habrían de alzarse pendones por
los nefastos Reyes de Castilla.
1483 Noviembre 19. Vitoria (f.219). lncitativa a las justicias de
Córdoba Sevilla a petición de Miguel de Segura, vecino de Segura, que intervino
en la conquista de Gran Canaria, para
que devuelvan a éste un esclavo canario de unos veinticinco años que le fue
tomado por Diego de Proaño, alcalde de casa corte, por orden del rey, a quien
se hizo relación de que el esclavo era cristiano y, reuniéndose éste con el
resto de los canarios de Córdoba. La razón de esta medida es la relación de
Pedro de Vera, gobernador de Gran Canaria, de que el esclavo es de buena guerra
y que fue entregado por él a Miguel de Segura. Didacus. Johanes. Gundisavus.
Mármol. (E. Aznar; 1981)
1484.
Introducción y cultivo de la caña de azúcar en la colonia de Canarias: Linneo le dio el nombre de Saccharum
officinarum a la caña de azúcar. El azúcar y la caña de azúcar se mencionan
en antiguos textos mitológicos y poéticos indios entre los años 100 y 800 a . C. y en textos
legislativos entre 200 a .
C. y 200 d. C. Probablemente se introdujo en China alrededor del año 100 a . C.
Los
egipcios de los tiempos faraónicos ya sabían extraerla de la caña, pero de baja
calidad. Con la expedición del rey Darío de Persia al valle del Indo (500 a . J.C.), los persas
descubrieron la caña de azúcar y se mantuvieron como expertos durante siglos.
Tras el prensado de la caña se filtran los jugos para eliminar las impurezas
que contienen, se someten a un proceso de evaporación para lograr la
concentración adecuada, se cuece la meladura resultante y se separan los
cristales de azúcar de las mieles sobrantes. El primitivo proceso de
transformación requería grandes cantidades de leña y produjo importantes
desforestaciones. El término trapiche deriva del latín trapettum,
denominación que se daba a los antiguos molinos de aceitunas.
En el
siglo X la caña se encuentra distribuida por toda la cuenca mediterránea,
especialmente en Siria-Palestina, Egipto, Sicilia, Chipre, Marruecos y
Al-Andalus. Los árabes habían logrado aclimatar la caña en Motril (Granada). En
la Edad Media
Venecia debió parte de su prosperidad al azúcar que importaban de Asia en
caravanas. Marco Polo trajo esquejes de caña. Plantadas más tarde en las islas
de Madeira y Canarias abastecieron a Europa. Lisboa suplantó a Venecia como
plataforma del negocio azucarero. La urgente necesidad de mano de obra para el
cultivo en los nuevos territorios aumentó significativamente la captura y
tráfico de esclavos africanos. Colón en su segundo viaje (1493) introdujo
esquejes en la isla de Santo Domingo, que se dedicó exclusivamente a la
producción de caña. Las tierras fértiles, húmedas y cálidas de las Antillas
fueron ideales para su cultivo. Cuba se convirtió en el principal productor de
caña durante el siglo XIX. Durante los años cuarenta del siglo XIX se
estableció un proceso de evaporación al vacío para eliminar el agua contenida
en los jugos y evitar los largos procesos de cocción.
Importante
producto de exportación desde la colonia de
Canarias (s.XVI):
La
exportación de azúcar fue uno de los pilares de la economía canaria desde los
primeros años de la conquista. Está documentado que ya en 1508 había azúcar
canario en Amberes. Sirvió para atraer riqueza y equilibrar la balanza
comercial.
Ingenios:
Eran numerosos en el norte de Tenerife (Comarca de Daute), en Güimar y Taganana. Según el factor inglés Thomas Nichols en la primera mitad del siglo XVI había 12 ingenios en Gran Canaria, cuatro en La Palma, uno en La Gomera y varios en Tenerife. En 1575, el Xarife poseía en los aledaños de Santa Cruz, en el barrio de los Molinos, catorce ingenios. Para la penosa tarea de los ingenios se trajeron esclavos negros. A partir de 1554 comienza a disminuir la producción, debido en parte a la emigración de los maestros del azúcar.
Genoveses
y flamencos controlaban el negocio, distribuían la producción a los puertos de
Barcelona, Marsella, Génova y Amberes, desde donde se enviaba a Holanda.
"El
rendimiento económico de los ingenios era muy grande. Un ejemplo bastará: En
Gran Canaria, un ingenio cuyo costo había sido de dos millones de maravedís,
producía, un año con otro, azúcar por valor de otros tantos, de los que
setecientos mil servían para amortizar gastos y un millón trescientos mil
revertían en beneficios del dueño, que así podía recuperar con rapidez el
capital invertido. En otros casos observamos cómo las rentas permiten amortizar
el capital invertido en dos, o a lo sumo en tres años... Hacia 1550 el ciclo
del azúcar canario llegó a su apogeo y pasaron todavía varios decenios más
antes de su crisis definitiva. Sobre él se cimentaron las primeras grandes fortunas
isleñas, y hay que pensar, como señala José D. De Silva, que había un verdadero
abismo económico entre aquellos poderosos y el resto de la población".
(Miguel A.Ledero Quesada).
"...ni
el clima ni los suelos de la isla son los apropiados para el cultivo de caña en
condiciones competitivas con las zonas tropicales. Para defenderlo se
arbitraron una serie de impuestos sobre el azúcar importado, gabela que alcanzó
hasta tres veces el valor del coste... La caña se cultivó de una forma
primitiva, con bajos rendimientos, los abonos químicos aún no se empleaban...
al cabo de cierto tiempo agotaba los terrenos; la única solución era rotar cada
ocho o diez años con otros cultivos... las variedades de caña eran pocas y nada
selectas..." (Wladimiro Rodríguez Brito).
El
cultivo de la caña de azúcar después de la conquista.
La
accidentada y agreste geografía canaria -especialmente en las dos islas
mayores, Tenerife y Gran Canaria- con sus estrechos valles, donde el cultivo
sólo podía extenderse en bancales, no es comparable con las amplias terrazas de
los valles dominicanos o puertorriqueños. Y no es comparable en rendimiento del
suelo por muy intensivo que fuera el cultivo, pues la escasez de tierras era
tan evidente, que forzosamente debían agotarse antes. Del mismo modo, no es
comparable tampoco desde un punto de vista climatológico, pues en Canarias era
forzosa la irrigación y, por otra parte, al ser escasas las lluvias, se
limitaba temporalmente la molturación cañera en los molinos, que eran movidos
por energía hidráulica.
Estas
particularidades de la geografía canaria con respecto, por ejemplo, a las
Grandes Antillas, incidían directamente en el desarrollo de la aparcería para
el cultivo de la tierra cañera, generalizándose una variada gama de acuerdos
entre los señores de ingenio y los modestos agricultores que cultivaban sus
pequeñas parcelas con caña. La producción, que depende directamente del
desarrollo del cultivo, estaba así condicionada por esta primera
particularidad.
Así
pues, la producción de azúcar en Canarias era bastante más reducida por sus
menores disponibilidades de tierras, por la escasez de precipitaciones
pluviométricas, por el menor número de trabajadores que empleaban y, sobre
todo, por las limitaciones que tenían de combustible para las distintas faenas
de cocción del guarapo. Por tanto, la producción tuvo que adaptarse a estas
particularidades acogiendo a un elevado número de asalariados y de aparceros
que, una vez finalizada la zafra, recibían sus salarios o porcentajes de azúcar
y quedaban como mano de obra libre.
Tierra,
agua y aparceros.
En
Canarias, dado que las plantaciones de cañas eran mucho menores -en Tenerife
los pobladores que se comprometieron a construir ingenios sólo recibieron 30
fanegas de tierra, aunque de riego, y semejantes cantidades se repartieron en
Gran Canaria-, el cultivo era más intensivo. Según se comprueba en las fuentes
documentales e impresas, el ciclo de renovación y corte se repetía cuatro veces
-ocho años de cultivo-, cinco y hasta nueve temporadas, lo que suponía un
cultivo continuado de la tierra durante dieciocho años, esto último, suponemos,
en terrenos muy abonados y de excelente calidad, por supuesto bajo riego. Se
explica así el que encontremos en las explotaciones canarias numerosas
operaciones de cavado, riego, escarda, envarado y lucha contra las plagas, casi
de forma reiterada, lo cual evidencia un cultivo intensivo y, como es lógico,
de alto rendimiento, pues no se entendería de otra forma una explotación tan
prolongada del suelo.
Las
operaciones agrarias requeridas por el sistema de cultivo en Canarias eran
bastante más exhaustivas y prolongadas que las usadas en las Antillas,
comenzando con la preparación de la tierra para la plantación de la caña y
canalización del suelo para los abundantes riegos, proceso que alargaba
temporalmente las faenas posteriores de escarda, cavado y colocación de varas
de soporte, cuidándose igualmente la desparasitación de gusanos, la
desrratización mediante trampas y el desburgado que seguía al corte de la
planta.
El
área de cultivo en Canarias correspondía a las zonas de costa, en altitudes
inferiores a los 500
metros , en las que se unían condiciones óptimas de
temperatura y pluviosidad o posibilidades de riego artificial. Sin embargo, las
disponibilidades de tierras en este espacio no eran idénticas a uno y otro lado
del Atlántico, ni tampoco su valor, siendo mucho más escasas en el primer
archipiélago y, por ende, también más elevado su precio.
En
Gran Canaria el cultivo de la caña se extendió desde Las Palmas a las vegas
próximas, en el norte se implantó a lo largo del barranco de Agaete y en el
triángulo formado por Galdar, Firgas y Tenoya; por el este a lo largo del
barranco de Guirriguada en su mitad nororiental, entre Las Palmas y Santa
Brígida, entre Telde y Melenara y por el sureste en la zona media del barranco
de Aguatone.
En
Tenerife la caña se cultivó en la cornisa septentrional, Tegueste, Tacoronte,
Taoro, Icod y Daute, así como en la banda oriental, en la región de Güimar; en La Palma , el cultivo se
generalizó por los barrancos de Los Sauces, en el noreste, y de Las Angustias,
cerca de Taracoste, en la región occidental; mientras que en La Gomera , con menor
intensidad, lo hizo por las áreas intermedias del norte y sur.
La
canalización del agua para producir energía hidráulica por precipitación sobre
una rueda que hacía los efectos de turbina gastaba gran cantidad de energía
usando madera para ello. Por lo que respecta al uso de madera para los fuegos
que alimen-taban a las distintas calderas, . Según los cálculos que efectuamos
sobre el gasto de leña por zafra en los ingenios del siglo XVI, cada fábrica
quemaba un promedio de 2.760 toneladas (2.760.000 kilogramos )
de madera, lo que equivalía a talas anuales de árboles y arbustos que,
dependiendo del tipo de vegetación existente en cada espacio y de la densidad
de su distribución en el mismo, no sería inferior a 3.000 m2 de bosque en
Canarias
La
distribución de la renta entre el propietario de la tierra y el agricultor que
la cultivaba, así como el porcentaje de las maquilas que se cobraban a los
propietarios de pequeñas parcelas, eran relativamente bajas, aunque variaban
sustancialmente de unos ingenios a otros entre Gran Canaria, Tenerife y La Palma , dependiendo del
predominio o escasez de este tipo de acuerdos económicos. En Gran Canaria y
Tenerife la producción azucarera se distribuía al 50% entre los señores de
ingenios y los campesinos, siendo, pues, la maquila relativamente baja, dada la
alta calidad del azúcar conseguido, es decir, dados los importantes costes que
el señor de ingenio tenía que asumir para purificar tanto el azúcar.
Trapiches
e ingenios: exigencias de la industria.
Una
vez madurada la caña, cortada y transportada a los lugares de elaboración, daba
comienzo un largo y complejo proceso que comprendía la molienda, prensado,
manipulación del güarapo, cocción, decantación, cristalización, refinado y
aprovechamiento de los residuos de la caña -bagazo- y del azúcar. De aquí se
pasaba a la preparación para el transporte del azúcar que, en diversas formas,
llegaba a los mercados.
Será
el molino, movido por tracción animal -trapiche- o por energía hidráulica
-ingenio- el que dé nombre al complejo fabril donde se elabora el producto, al
ser la pieza sustancial del proceso. Molino de dos rodillos verticales y
prensas, cuyo componente base era la madera, en Canarias la de til, con
refuerzos, anillas, dientes y clavos de hierro que debían importarse.
Para
Canarias se registran unos quince ingenios a principios de siglo, que en el
primer tercio -con veintiocho constatados- pudieron ser entre treinta y
cuarenta. El primer edificio de ingenio datado corresponde a 1484 y en la
primera década del XVI pudo haber treinta ingenios, veintinueve en 1550 y trece
a finales de la centuria.
La
producción de azúcar en Canarias era muy dificil por la razon de que un molino
obtuviera más de 3.000 arrobas por zafra, pues el proceso de purificación de
los azúcares era tan contínuo que la producción se limitaba casi enteramente a
azúcares blancos, con lo que a medida que se perfeccionaba la producción se
reducía su peso por la eliminación de impurezas sólidas y líquidas,
especialmente estas últimas -mieles y coguchos-, que quedaban reducidas a puro
azúcar, aunque fuese incrementando los costes de producción con un mayor gasto
de leña.
El
azúcar en el comercio atlántico.
Desde
su conquista, las islas Canarias complementaron la oferta de la región
andaluza, que incluso desplazaron, y reemplazaron a la levantina, fuertemente
deprimida, pero ante todo establecieron lazos directos con los mercados
europeos, ingleses, holandeses, italianos, alemanes y en menor medida
franceses, con participación en la industria local de nacionales de estos
países y comerciantes castellanos, catalanes y portugueses, quienes financian,
producen, compran, comercializan el azúcar -en ocasiones con barcos propios- y
controlan, a través del régimen especial de Canarias, parte del tráfico
interatlántico, férreamente monopolizado por Sevilla.
Canarias
suministró azúcar de alta calidad y en apreciable cantidad a los mercados
referidos, hasta el declive de dicha elaboración, que se produjo a mediados del
siglo XVI y que fue sustituida, fundamentalmente, por el creciente comercio y
producción de vino, que se reveló como más productivo y largo, proyectado
también hacia América y la propia Península.
La
produccion en actualidad.El ron.
Faceta
singular de la cultura de todos los pueblos los brebajes espirituosos como
coadyuvantes de misteriosos ritos ancestrales, de medicaciones estimulantes, y
de otros preparados tonificantes. El aborigen canario no fue una excepción, y
documentados estudios nos ilustran sobre ello.
El
tabú imperó en el formulario de lo aplicado a su mundo mágico-religioso, y el
conocimiento de sus componentes perdidos en aras de la nueva cultura. Lo perteneciente
a su devenir cotidiano no corrió tal suerte. Servíanse, dicen los textos, de
productos aportados por la naturaleza, entre los que el mocán y la palmera eran
objeto de sus preferencias. Los frutos del primero, maduros, se exponían varios
días al sol que concentraba su jugo. Luego, desmenuzados, añadíanle agua,
dejándolos en maceración hasta su fermentación. De la segunda, haciéndole una
incisión en su cogollo extraían un licor blanquecino, que fermentado
convertíase en un suave tónico aguardentoso.
Envasaban
estos néctares en especie de odres de cuero de macho cabrío, que apilados en
los recovecos de cuevas naturales cual incipientes bodegas, conservaban y
añejaban. Esta práctica artesanal no se perdió, ya que conquistada la isla, tal
actividad continuó, y ante la escasez de envases tan originales, los botes,
botijas y pipotes, que de la
Península traían los pobladores con diferentes líquidos,
sirvieron para tal fin.
En
las postrimerías del XVII se incrementó en Canarias la destilación de
aguardientes diversas que abastecían las necesidades del mercado. Varios de
estos centros eran los propios conventos de distintas órdenes, que alteraban
sus actividades conventuales con las al parecer más lucrativas afines al mítico
Baco.
Se
consagraría ante la historia, al menos como experto catador, fray Sebastián,
seráfico músico de la catedral, al que las exaltaciones de su cometido llevaba
a propinar algún que otro contundente cachete a las monjas, cuyas almas estaban
a su cuidado. En el discurrir del siglo XVIII, el trasiego comercial americano
se incrementó, y el aguardiente canario encontró su destino, adulterado en
ruta, en las lejanas tierras donde ondeaba el pabellón español.
Por
nuestra geografía surgieron de nuevo trapiches y alquitaras, precursores de ingenios
ya más sofisticados. Pero la competencia exterior coartó ansias de expansión, y
esta incipiente industria feneció. Sería el insecto prendido en el nopal,
popular "cochinilla", del que se extraía un preciado tinte altamente
cotizado en las centrales fabriles europeas, lo que sustentaría la economía
insular a lo largo de la segunda mitad del siguiente siglo. Pero el
descubrimiento de las anilinas alemanas darían al traste con toda una era de
prosperidad, conocida como la del "áurea grana".
Y se
implantó otra vez la caña de azúcar en su segundo ciclo. Las tierras canarias
alentadas por la ejemplarizante gestión aruquense se cubrieron de plantíos.
Para procesarla surgieron modernos ingenios, y Arucas presumió de inaugurar, el
9 de agosto de 1.884, el más completo en su género, ya que además de obtener el
cristalino edulcorante, sus alambiques o columnas rectificadoras, destilaban
aguardiente suficiente y de calidad, para el consumo de la comarca.
Arucas,
cuna del ron canario.
El
paladar isleño, que había degustado toda una serie de aguardientes de
procedencia dispar y de muy poco ortodoxa elaboración, aceptó de buen grado el
que se lo ofrecía. Lo que llegaba de fuera no lo contentaba. La América española pagaba
con la misma moneda, por la bazofia que durante años desde Europa allí se había
exportado.
Para
Arucas, el primer reconocimiento a su calidad le fue otorgado en la Exposición Regional
celebrada en Las Palmas en 1.892, donde recibió diplomas y medallas, además del
gran Vaso de bronce y plata concedido por la Reina , por o esmerado de sus azúcares y
aguardientes. Luego, la creciente demanda del ron de Arucas obligaría a la
señera entidad a plantearse su elaboración a gran escala, sin perder con esto
su tradición artesanal.
Por
ello, el primer paso para la consecución de un buen ron fue, el de la selección
de la caña de azúcar más idónea por su contenido en sacarosa, y totalmente afín
con la climatología local, como clave del éxito para su posterior proceso.
Seleccionada ésta, y adecuada la tierra con sus correspondientes surcos para el
plantío, se colocan trozos o rizomas de ella, horizontales en el fondo de los
mismos con sus brotes hacia arriba, y cubriéndolos luego con la tierra. Como
época más apropiada para ello se ha conceptuado el mes de febrero.
Cuando
la planta, con los cuidados propios inherentes a su cultivo, ha alcanzado
aproximadamente un metro de altura, es despojada de las hojas que cubre su
tallo, para que llegue a su máximo desarrollo. En poco más de un año está ya en
sazón, por lo que se descogolla, corta y en haces se transporta a la fábrica.
En
ésta, es inmediatamente molturada, extrayéndose su jugo, nominado
"guarapo", que por una canalización pasa a las cubas para su
fermentación. La parte exprimida, llamada "bagazo", es aprovechada
entre otras aplicaciones, en tareas de preparación de tierras para
subsiguientes cultivos.
Otro
paso importantísimo para un éxito final es el de la fermentación, secreto
artesanal que se obtiene en base al empleo de una levadura especial que permite
el lograr un estado y grados idóneos, para una adecuada destilación.
Efectuada
ésta, el aguardiente obtenido pasa a ser envasado en barricas de roble, que
siguen en cuanto a constitución tratamiento, lo preconizado por el monje
Basilio Valentín en 1.480, sin que hasta el presente se conozca otro sistema
para la consecución de un excelente y verdadero ron.
Ya en
las bodegas, el maestro del blénded, controla las diferentes partidas
envasadas, hasta que éstas alcanzar la suavidad y el bouquet propio que
caracterizan a los rones de Arucas, en su paulatino envejecimiento de un año
para los más jóvenes y de doce a catorce para los añejos.
Desde
dichas bodegas, el ron se trasvasa automáticamente a la modernísima planta de
envasado, desde donde efectuado éste y embalado convenientemente, pasa al
mercado. Hoy Destilerías Arehucas continuadora desde 1.965, de la mas que
centenaria fábrica creadora del exquisito ron, está alcanzando altas cotas,
tanto en su producción como en el reconocimiento de su calidad. Además,
independientemente de esta su selecta gama de rones, ha ido elaborando toda una
serie de cremas y licores, muchos de ellos, al igual que los rones,
consubstanciales a nuestra tierra.
Sus
perspectivas son amplias, y su política exportadora impulsada hacia la
comercialización de sus renombrados productos en el mercado internacional.
Después
de lo reseñado, el lector se habrá impuesto de lo que caracteriza a un
verdadero ron. De que sus origen fue fruto de una ancestral cultura, aunque en
su trayectoria esto fuera tergiversado. Por ello se puede aseverar que existe
una gran raíz cultural en la consecución del mismo, y que fue creado, no para
degeneración del ser humano, y si como tonificante y coadyuvante en las
relaciones sociales de éste. Pero no se podrá hablar de su cultura, si no se es
consciente de que la moderación en su uso, es la clave para beneficiarse de los
efectos positivos que el buen ron nos ofrece. (www.mgar.net/azucar.htm -).
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