viernes, 12 de diciembre de 2014

EL MENCEYATO DE TEGUESTE:




EL MENCEYATO DE TEGUESTE

APUNTES PARA SU HISTORIA


CAPITULO I



Eduardo Pedro García Rodríguez


Tinerfe el Grande:
Héroe legendario de la nación canaria que fue mencey universal de la isla Chinech (Tenerife). Era el hijo del mencey Sunta, quien gobernó toda la isla en tiempos anteriores a la invasión y conquista española de Canarias. Tinerfe el Grande, igual que todos sus predecesores, tenía su corte en Adeje.
A la muerte de su padre, Tinerfe heredó el reino único de Chinech (Tenerife). Sin embargo, al igual que ocurrió con sus predecesores, sus tíos intentaron usurparle la corona. Para evitarlo, Tinerfe reformó la táctica de su padre y se convirtió en el fundador de la estrategia, alcanzando Chinech (Tenerife) una gran prosperidad Bajo su reinado. Él llegó a ser el mencey más poderoso de la dinastía, aunque también el último: a su muerte, sus hijos se dividieron la isla en nueve menceyatos y un achimenceyato. Abreu y Galindo escribió: "En esta isla de Tenerife, hubo un señor que la mandaba y a quien obedecían que se llamaba Betzenuriya, pocos años antes que se redujera a nuestra santa fe; el cual tenia nueve hijos, y muerto el padre, cada uno se alzó con la parte que pudo y entre sí se conformaron y la repartieron; y de un reino que era se dividió en nueve."(A. Galindo, 1977:292)
Uno de los hijos del Gran Tinerfe fue Tegueste I, nombre dado por el criollo poeta y médico Antonio de Viana, se hizo con el menceyato de Tegueste, en los años de la invasión y conquista española estaba al frente del menceyato su hijo Tegueste II. No obstante los verdaderos nombres de los menceyes es desconocido pues como queda dicho estos antropónimos son una licencia poética de dicho autor.
El Menceyato de Tegueste
Gentilicio: teguestero/s


Origen del topónimo Tegueste. Tf. Ant. Top. Nombre de una comarca y antiguo bando amaziq. Hoy municipio, situada a 28º 31’ de lat. N y 16º 19’ de long. O. Exp. t.: Tegeste, -[G-S-T] “te-gâsat, adj.vb. f. sign. ‘humedad’ (Dr. Ignacio Reyes Garcia).
Es  uno de los nueve menceyato en que estaba dividida políticamente la isla de Chinech (Tenerife) a la llegada de los invasores conquistadores castellanos que junto con la corona de Aragón conforman la base del actual conglomerado de reinos de la península ibérica denominado España.

Extensión del menceyato

El actual término de Tegueste no lo  era en la época guanche: entonces tenía una mayor extensión que la actual. Por el Norte abarcaba todo el tramo costero comprendido aproximadamente entre Bajamar y la Punta del Viento; por el S. y W., toda 1a superficie que hoy ocupa Valle Guerra, y por el E. hasta los límites naturales que separan el valle de Tegueste, propiamente dicho, el Valle de Aguere (La Laguna). Creemos que, con bastante aproximación, esos serían los límites del antiguo menceyato de Tegueste, hecho que, por otro lado viene a apoyar determinados detalles or
orográficos.

El Menceyato de Tegueste, se extendía desde las estribaciones del macizo de Anaga (Jardina, Bronco –Brunco-, Lomo Largo, Sejeita (San Roque). a los altos del Portezuelo y Guamasa, límite por esta zona con el Menceyato de Tacoronte, ocupaba los actuales pueblos de Valle de Guerra, Tejina, Bajamar, Aguahuco (Punta del Hidalgo), así como el propio municipio de Tegueste y La Laguna, cuya frontera con el Mencayto de Anaga era la dorsal de la sierra de Sejeita, y con el Menceyato de Güímar por el Barranco de Ganigues a la altura de la cabeza de la actual pista de rodadura del Aeropuerto de Los Rodeos concretamente donde se inicia el camino de Los Baldios.
Además están ubicados en territorios del menceyato los actuales caseríos de Las Carboneras, Roque Negro, Chinamada, Afur (Afure o Afore), Benijos, Los Batanes, Las Canteras, Las Mercedes, Jardina y otros hoy pertenecientes al municipio de La Laguna.


Los Menceyes
Como queda dicho Tegueste I fue el octavo hijo del mencey Tinerfe el Grande según algunos genealogistas. El dominio ejercido por el menceyato, según el historiador Rumeu de Armas, ocupaba toda la extensión del actual municipio homónimo junto con otros enclaves que hoy en día forman parte del municipio de Aguere (San Cristóbal de La Laguna) teniendo ciertas prerrogativas en la vigilancia y cuidado del Valle Sagrado de Aguere (La Vega Lagunera). El Valle Sagrado de Aguere (La Laguna) tenía la consideración entre los diferentes menceyatos de sitio  “internacional” a la que tenían libre acceso todos los hombres y ganados de todos los menceyatos aunque existieran disputas entre algunos de ellos,  pues el valle de Aguere era sagrado, el lugar donde moran los espíritus vitales de aquellos de nuestros antepasados que en vida fueron justos y valientes.
Tegueste I se casó probablemente con Tejina, hija del rey Acaymo de Tacoronte, y tuvieron algunos hijos, entre ellos a Tegueste II, el más joven de todos ellos.
En momentos de la invasión y conquista española dirigía los destinos del menceyato Tegueste II y su hijo menor Teguaco, quienes formaron parte de la liga defensiva frente a los invasores españoles, conjuntamente con los meceyatos de Tacoronte, Taoro, Icod   y Daute, dirigida por el jefe de la liga defensiva el gran caudillo guanche el mencey Kebehi Benchomo.
Tegueste II nació en Chinech (Tenerife), probablemente a inicios de la primera mitad del siglo XV. Casó con la guanche llamada después del bautismo por el rito católico Catalina Ramírez y Alfonso. Ellos tuvieron dos hijos: Tegues y Teguaco (o Teguazo).
Tras la conquista, sus hijos se bautizaron como Álvarez y Juan Teguazo respectivamente. Su padre dejó a este último con un tutor: el conquistador supuestamente maxorero Guillén Castellano.
El 11 de agosto de 1510 se compromete con su persona y vienes para conseguir la libertad de un guanche alzado posiblemente pariente suyo o quizás su hijo, ante el escribano Haernán Guerra al fol. 343 r.: Juan de Tegueste, natural, dice que Juan de Tegueste, esclavo de Fernán León, está preso en la cárcel pública, porque se había escapado y Fernán León está temeroso de que, si lo saca de la cárcel, se vuelva a escapar y haga algún daño por la Isla, con mucha pérdida para él. Juan de Tegueste se compromete a que, si el esclavo se volviere a escapar, le servirá durante ese tiempo, o le pagará el servicio, además del daño que le ocasionare, y, si no volviere, le pagará a Fernán León todo su valor.
Hace todo esto con la condición de que Fernán León no le dé mala vida. Ts.: Alonso de Niebla y Fernán Esteban Cárdeno, vs. y ests.—Juan de Niebla.
Retazos de Historia Pre-colonial:
Los Tabores del menceyato de Tegueste, se unen a los de Taoro y Tacoronte, que como queda dicho inicialmente formarán en los menceyatos resistentes, uniéndose posteriormente Icodem y Daute, enfrentándose a los conquistadores para preservar sus vidas y su libertad. En unión a estos combatirá en la batalla de Acentejo, en la cual el ejercito invasor sufrió la mayor derrota que jamás le fue infligida durante sus aventuras coloniales, dejando los invasores en el campo de batalla más de dos mil quinientos muertos, según modernas investigaciones, en lugar de los novecientos o mil doscientos que habían venido admitiendo los historiadores, también se distinguieron sobre manera los katuten del menceyato de Tegueste en la batalla de Aguere (La Laguana).
Al frente de estos Tabores estuvieron Tegueste II y su hijo menor Teguaco, en el momento de la invasión, formaron parte de la lucha activa frente a los castellanos, encabezada por el mencey Benchomo.
La Batalla de Aguere o de La Laguna
Esta batalla tuvo lugar en dentro del Menceyato de Tegueste, en el lugar de La Jardina.
La Batalla de Aguere o batalla de La Laguna es el nombre que recibe la batalla inicial que encarrila definitivamente el sometimiento de la isla de Tenerife por los castellano al mando de Alonso Fernández de Lugo, el 14 de noviembre de 1495.
Reforzado con las tropas mercenarias invasoras aportadas por el Duque de Medina Sidonia Juan de Guzmán a cambio de una importante participación en el botín de esclavos y tierras, según contrato o capitulaciones gestionadas por Gonzalo Xuárez Maqueda,  Alonso Fernández de Lugo se dispone a efectuar la segunda invasión reglada a la Isla Tenerife.
En  noviembre de 1494; La tropa reunida en Winiwuada (Las Palmas de Gran Canaria) embarca en seis carabelas y en una docena de barcazas y carabelas menores, dirigiéndose al desembarcadero de Añazu. El total de hombres ascendía a unos 1.200, con una  compañía de caballería y dotados  de artillería, es decir una tropa ligeramente inferior en número a la que sufrió el año anterior la derrota en el barranco de Acentejo, aunque mejor preparada y adiestrada. Sobre el 10 de noviembre desembarcó de nuevo en Tenerife, por Añazu.
Después de fortificar el real de Santa Cruz con dos torreones, las tropas españolas se dispusieron, en la madrugada del día 13 al 14, en orden de marcha al pie del camino de La Cuesta de Arguijón, que era un punto estratégico por donde se realizaba -y realiza- la ascensión desde la costa al Valle Sagrado de Aguere (La Laguna).
Manteniendo el real de Santa Cruz como base de operaciones, posibilitaba una retirada ordenada en caso de derrota, ya que contaba con la flota fondeada en la bahía.
Al amanecer el día 14, el ejército castellano había ascendido La Cuesta y dominaba la zona de La Jardina (Gracia, en el menceyato de Anaga), Benchomo reorganiza a sus Tabores con ánimo de cortar el paso a los españoles. Apenas se puso en marcha con sus hombres, se presentó a la vista el ejército de Lugo.
El campo que cubría los katunten (guerreros) guanches abarcaba desde donde hoy está edificada la ermita de San Cristóbal hasta la Cruz de Piedra. El centro estaba mandado por Benchomo, el ala derecha por Acaymo Mencey,  de Tacoronte y el ala izquierda por el Príncipe Chimenchia-Tinguaro, hermano de Bencomo y Achimencey de Acentejo. El ejército castellano se extendía desde la actual ermita de Gracia, (en el Menceyato de Anaga) punto elegido por Lugo dada su altura, dominando el llano, hasta las posiciones ocupadas por las fuerzas de Benchomo. Así que la batalla debió celebrarse en el llano que hoy ocupa el llamado Barrio del Timple, Barrio Nuevo, o Viña Nava y la falda de la Montaña de Sejeita (San Roque). Como vemos la batalla de Aguere tuvo lugar en territorio perteneciente al Menceyato de Anaga.
Respecto al armamento con que los guerreros de Benchomo acudieron a la batalla, se trataba del que tradicionalmente se usaba, con pequeñas diferenciaciones, en todas las islas. Los guanches llevaban sus armas tradicionales, el tamarco arrollado al brazo y el banot o banote, lanza de madera endurecida al fuego, y no portaban corazas o escudos, aunque eran expertos y temibles lanzadores de afiladas piedras,
Comenzada la batalla con el asalto de las huestes guanches, la vanguardia española constituida por arcabuceros y ballesteros desordenó sus filas, sembrando el terror y la muerte entre los grupos de atacantes guanches. Después entraron en acción los piqueros y caballeros, hiriendo y matando a los fugitivos. Este enfrentamiento duró casi todo el día. 
En el transcurso de la batalla murió el gran caudillo Benchomo resultando gravemente herido Tinguaro a causa de cuyas heridas murió días después en Taoro.
Después de muerto Benchomo su cadáver confundido con  Tinguaro fue trasladado al real de los españoles para comprobar si era el famoso capitán que tanto estrago hizo en las tropas mercenarias españolas. Allí la soldadesca se ensañó en su cuerpo dándole puntapiés y otros le herían con los regatones de las picas, diciendo: “Este es el capitán que en Acentejo nos causó tanto daño”. Tantos fueron los golpes, que el rostro y el cuerpo quedaron muy desfigurados, no pudiendo afirmar los guanches prisioneros si era el de Tinguaro o Benchomo. El adelantado, en la duda de si era uno u otro, ordenó que le cortaran la cabeza y puesta en una pica la llevaran al campo guanche. Marcharon los invasores precedidos por el converso Thenesor Semidan (Fernando Guanarteme) a cumplir el encargo. Pasaron por La Laguna y después a los Rodeos, hasta el cabo del Peñón, cuando desde lo alto de un monte divisaron el campamento guanche.
Vio Bentor la desfigurada cabeza de su padre y dando pruebas de una gran presencia de ánimo exclamó: Decid a vuestro capitán que la presencia de estaca cabeza no me intimida “Ponedla donde está el cuerpo, más mire cada cual por la suya”.
No cumpliendo los españoles el deseo de Bentor, dejaron la cabeza de Benchomo en el sitio en que hicieron alto en Tacoronte y se volvieron al real español. Entonces los amigos y deudos del gran benchomo la recogieron para honrarla con fúnebres exequias; la triste comitiva, en la que figuraban los más notables capitanes y esforzados guerreros, se dirigió al reino de Taoro.
En la invasión de Canarias existieron dos métodos de guerra bien diferenciados, la de la crueldad infinita y gratuita, basada en el robo y en el comercio de seres humanos unidos a la sastifacción de matar por matar practicada por los cristianos y, la más humana y bondadosa desarrollada por el pueblo guanche en defensa de su matria y su libertad. (Eduardo P. García Rodríguez, 2002).
Tal como recoge el citado Antonio Rumeu:Desvanecidas las esperanzas de una paz inmediata, por la actitud reta­dora y altiva del rey Bentor, a Alonso de Lugo no le quedó otro recurso e levantar el campamento de Gracia, buscando cobijo en la villa de Santa Cruz de Añazo. Los heridos habían sido transportados con anterioridad, para recibir los cuidados más precisos. Ahora se imponía ofrecer a los sol­dados unas mayores comodidades, libres de zozobras y angustias.
Después hubo que proceder al envío a la metrópoli de los guanches capturados en la batalla de la laguna, para su posterior venta en los mercados esclavistas. Era la partida fundamental del botín, que interesaba por lo cual al capitán-conquistador y a los socios armadores.
Estos cautivos se repartieron por los puertos de la Baja Andalucía y el área del Mediterráneo, de lo que no ha quedado constancia de su venta más que en el mercado de Valencia, por haber desaparecido la documentación paralela en otras lonjas similares.
Pese a lo esporádico del caso, interesa destacar las partidas más impor­tantes. El 24 de noviembre de 1495, Juan Abelló, mercader de Valencia, puso en venta nueve cautivos de Tenerife. Tres días más tarde, el 27, Mi­guel Utrera, vecino de Sevilla, se desprendía de un esclavo, «apresado en la toma de la isla», y Vicente Pérez, comerciante valenciano, registraba seis guanches hembras de Tenerife. Entre el 5 y el 17 de diciembre, dos trafi­cantes en esclavos, afincados en la capital levantina, Luís García y Gabriel Tensa, subastaban catorce esclavas de Tenerife. Hemos dejado para el final una partida que llama poderosamente la atención. El 17 de diciembre, Juan Vino, mercader, procurador de Alfonso Sanchis, lugarteniente del tesorero, hizo presentación de cincuenta y seis cautivos canarios [guanches], estimados en precio de quince libras por cabeza. No hay que ser perspicaz descubrir en estas capturas y ventas el eco de la batalla de la laguna y  las razzias que la precedieron y acompañaron.
Estos últimos episodios cierran una etapa e imponen en la marcha de la conquista un compás de espera. El período intermedio que vamos a no alcanza, según nuestro cómputo, el mes y medio. En cambio, los isleños, al datar erróneamente la batalla de la laguna el 14 de noviembre de 1494 (en lugar de igual día del año siguiente), se ven obligados a movilizar al ejército conquistador por espacio de un año largo, ya que contestes en señalar como fecha de reanudación de la ofensiva la decena postrera de diciembre de 1495.
El compás de espera, objeto ahora de nuestra atención, se singulariza  por una serie de acaecimientos internos, como la pestilencia y el hambre, y otros de carácter bélico, a base de incursiones y entradas para desmora­lizar a los indígenas y arrebatarles sus medios de subsistencia. Empecemos por estudiar aquéllos, reservando las operaciones militares secundarias para el epígrafe inmediato.” (A. Rumeu de Armas, 1975:257).
Después de la batalla de Aguere, dentro del menceyato se sucederán escaramuzas al intentar los invasores castellanos surtirse de víveres y ganados y sobre todo  la captura de guanches para esclavizar.
Operaciones de castigo contra los guanches de Tegueste y Tacoronte
Entre el 14 de noviembre —fecha tradicional de la batalla de La Lagu­na— y el 20 de diciembre —en que se va a reanudar la ofensiva contra los guanches insumisos— se intercala un breve período de tiempo en el que se acometieron diversas operaciones militares de castigo, recogidas por los cro­nistas con mayor o menor detalle. Se trata de incursiones o razzias para disminuir la moral de los indígenas, al mismo tiempo que se pretendía obtener cuantiosa ganancia capturando esclavos y ganado.
Con carácter previo precisa destacar el arribo desde las islas menores, Lanzarote y Fuerteventura, de compañías auxiliares formadas por nativos al mando del capitán Diego de Cabrera. La noticia nos es facilitada por el. Criollo y  cronista-poeta Antonio de Viana, y no hay serias razones para dudar de su autenticidad. Lo único que exagera es el número, “cerca de dos mil hombres de pelea”, cuando en ningún caso sería superior al medio centenar.
Las operaciones militares acometidas por las huestes españolas durante el compás de espera aparecen reflejadas por la mesurada pluma de fray Alonso de Espinosa en los términos siguientes: «Visto esto —se refiere a la de peste que estaba diezmando a los indígenas—, envían destacamentos ­que corran el campo...  y marchar el real la vía de La Laguna, teniendo su real, comienzan desde allí a correr la tierra; hicieron entradas en Tegueste y Tacoronte, trayendo siempre alguna presa, con la enfermedad y peste que en los naturales había, no hallaban tanta resistencia; y aunque los naturales no la hacían por las dichas, la hambre y necesidad que los nuestros padecieron la hacían y era ocasión que la conquista no se prosiguiese...”.
Como ha podido verse, el escenario de la acción es reducido, los reinos próximos  de Tegueste y Tacoronte, y el fruto bien exiguo:   “alguna  Antonio de Viana señala como camino para llegar “al fértil valle de Tegueste;... el repecho de la sierra de las Peñuelas”; el cronista-poeta, precisado de llenar varias páginas de versos, se inventa una serie de episodios (emboscadas, combates, prisiones, etc.), producto de su fértil imaginación. Lo grave de la superchería radica en que para Núñez de la Peña, de Viana es artículo de fe; y los sucesos, en prosa vil, se transforman-para él en acontecimientos históricos. Más sorprendente resulta aún un hipercrítico como Viera y Clavijo, con paladar tan fino, picase en anzuelo dando por válidas las patrañas vianescas.
Las entradas de los españoles por los reinos de Tegueste y Taganana tradujeron en la consiguiente captura de esclavos. Tan sólo en un mercado el de Valencia, se puede hoy seguir el rastro documental del tráfico de seres humanos. En los primeros días de enero de 1496 se procede a vender once esclavos guanches, apresados sin duda en las razzias que venimos levemente reseñando. (A. Rumeu de Armas, 1975: 268-270).


No hay comentarios:

Publicar un comentario