Un caso singular de encendido debates el de las
morras de Chacona (Güimar, Tenerife), unas construcciones de piedra volcánica,
en forma de pirámides escalonadas, de las que hubo otras muchas en la isla. Su
monumentalidad ha despertado el interés social, ciertas expectativas económicas
en su entorno y un debate periodístico de proporciones sólo parangonables al
del caso anterior.
Sobre ellas han especulado aficionados a la
historia, a las ciencias alternativas, y un sector del nacionalismo, todos los
cuales quieren demostrar que sus autores fueron los guanches.Tanto Emiliano
Bethencourt como Thor Heyerdhal se interesaron por el asunto, ya que sus tesis
incluían a Canarias en el circuito trasatlántico que, según él, habrían
recorrido hasta Mesoamérica los adoradores del sol que construían observatorios
astronómicos piramidales.
La hipótesis de antropólogos, arqueólogos e
historiadores canarios, basada en estudios previos, era que estas y otras
manifestaciones análogas de Lanzarote y La Palma sirvieron para acumular ordenadamente las piedras,
al poner en cultivo en época histórica esos terrenos volcánicos muy pedregosos
pero fértiles. La demanda social empujó exigió que fueran estudiada en contra
de lo que pensaba la
Universidad.
Sobre el origen y la antigüedad de las pirámides
existen varias teorías. Antes de la llegada de Heyerdahl a Tenerife se
barajaban dos opciones. Algunos proponían que eran montículos de piedras
colocados por los agricultores para limpiar el terreno con el fin de cultivarlo,
mientras que otros se decantaban por conectar las estructuras con creencias
esotéricas. Tras la investigación de Thor Heyerdahl, algunos arqueólogos profesionales
empezaron a relacionar la existencia de las pirámides con el paso de
civilizaciones prehispánicaspor Tenerife. investigadores del Departamento de
Arqueología de la
Universidad de la
Laguna realizaron las primeras excavaciones arqueológicas,
asociando las estructuras con el despedregamiento de los terrenos para su
explotación agrícola. Por otro lado, el Instituto de Astrofísica de Canarias
llevó a cabo un estudio de las características arqueoastronómicas de esas
construcciones. Estas investigaciones demostraron que las pirámides están
orientadas al sol durante los solsticios de invierno y de verano.Los piezas
arqueológicos descubiertas en una cueva ubicada debajo la pirámide número 1 del
citado complejo etnográfico, son, principalmente, huesos de cabra y ovejas,
espinas de pescado, un portapunzón, cerámica y cuentas de collar, materiales
que fueron remitidos a un laboratorio de Miami para ser datados con la prueba
del Radiocarbono 14».
«Lo del siglo IX A.C. fue un error de
interpretación de la información que facilitamos. Este proyecto lo iniciamos en
el año 1997 debajo de la pirámide número 1, aunque es una formación natural, un
tubo volcánico de 8,5 metros de profundidad, independiente de la estructura de
la pirámide».
«Las excavaciones realizadas en el lugar - agregó
- dieron como resultado que en el nivel 3, a una profundidad de unos 75 u 80
centímetros de la superficie, se descubrieran restos de lo que podría ser un
hogar aborigen, donde hallamos fauna marina y terrestre, algo de industria lítica,
cerámica y cuentas de collar, elementos que pueden definir ese espacio como un
lugar de habitación».
Al principio, según Valencia, «no sabíamos la
funcionalidad que tenía esta cueva, si era una habitación temporal o no.
Entonces enviamos muestras de carbón a Miami para su análisis y se calibró que
eran de entre 680 (+ -) 1020 D.C., que redondeando daba la fecha del siglo IX
D.C. En los niveles superiores e inferiores al 3 no se ha encontrado nada de
interés, sólo sedimentos y rellenos geológicos».
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