No fue hasta el año 1995 cuando se comienza a gestar una nueva hipótesis de trabajo en torno al comienzo de la presencia humana en Canarias y su vinculación a la cultura fenicio-púnica y romana asentada en el norte de África. El punto de partida lo marca la publicación en ese año de una serie de hallazgos arqueológicos registrados en Tenerife y Lanzarote y la posterior reinterpretación de diferentes elementos ya conocidos que permitieron afirmar la presencia de representaciones de la diosa fenicio-púnica Tanit y de la deidad de origen egipcio Tueris o de representaciones grabadas de naves de tipología greco-romana en El Cercado (Garafía).
Todos estos objetos posibilitan ampliar la vinculación cultural y económica de las islas con las culturas mediterráneas de la Antigüedad desde el inicio de su colonización hasta el siglo III de nuestra era.
La tesis acerca de la presencia de colonizadores fenicio-púnicos y romanos en Canarias llega a la conclusión de que nuestro archipiélago se encontraba en una posición favorable de cara a la explotación de una rica zona económica, y donde las primeras islas en colonizarse debieron ser Gran Canaria y Tenerife, basándose para ello tanto en los datos arqueológicos disponibles como en la posición central que ocupan con respecto a las restantes islas y sobre todo por la mayor amplitud y variedad de recursos naturales de que disponían. Para los mercaderes fenicio-púnicos Canarias debió constituir un enclave estratégico no sólo por sus riquezas naturales sino también por su posición de cara al aprovechamiento económico de los recursos de la costa noroccidental de África.
El área de Prehistoria trabaja la hipótesis de que a partir del siglo III de nuestra Era la crisis económica que afectó al Imperio romano repercutió en el proceso de colonización de Canarias, hasta el punto de que los fluidos contactos que hasta entonces existían con las culturas mediterráneas se interrumpieron, a semejanza de lo que sucedió con toda una serie de enclaves comerciales establecidos a lo largo de la costa del actual Marruecos. El abandono de las islas inicia una etapa de aislamiento que se prolonga hasta el siglo XIV responsable de la constitución de las denominadas culturas canarias que soportarán la conquista normando-castellana del siglo XV.
El desarrollo de la citada línea de trabajo ha permitido registrar las primeras evidencias de las transformaciones que produjo sobre los ecosistemas insulares canarios y sobre los propios protagonistas de la colonización su establecimiento en las islas. Sobre los paisajes insulares canarios, inicialmente desprovistos de grandes herbívoros, los efectos de la actividad humana, centrada en la implantación de rebaños domésticos y actividades agrícolas, constituyó un auténtico trauma para la cubierta vegetal y los paleosuelos.
Los territorios insulares constituyen adecuados terrenos de experimentación de cara al estudio de procesos culturales, al permitir testar los modelos observados en situaciones continentales. En la actualidad, el área de Prehistoria basa sus estudios en un acercamiento a la realidad de las sociedades humanas, insulares o no insulares, pero caracterizadas por su aislamiento y fragmentación, por constituir islotes culturales en los que los procesos de difusión fueron muy limitados.
Maria Gómez Díaz
Junio de 2014.
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