1995.
AUTO ORGANIZACIÓN
La autoorganización es la
respuesta natural que los sectores oprimidos por el Capital y el Estado han
practicado para solventar sus asuntos. En distintos momentos históricos y en
diferentes lugares, bajo formas y matices particulares, se han desarrollado
procesos organizativos y de gestión al margen del Estado y de los cauces que
este establece. Y es que cuando se quiere resolver cuestiones comunes, las
personas afectadas se organizan por sí mismas con autonomía, sin que otras
personas ajenas, grupos o instituciones intervengan en su camino: la
autoorganización. El Estado y sus mantenedores (partidos, sindicatos...) sólo
garantizan y gestionan su propia perpetuación y todo cuanto realizan —si acaso
consiguiendo parchear algo lo más impresentable— genera hacia ellos servidumbre
garantizándose así su propia sobrevivencia.
No existe autoorganización cuando
el proceso de lucha por la transformación está controlado y dirigido por un
ente externo al colectivo implicado. Cuando determinadas organizaciones del
ámbito canario hablan de autoorganización, tergiversan el sentido y contenido
real de la propuesta, ya que los cauces de participación que marcan a quienes
quieran sumarse a "sus" proyectos son nimios. Quien piensa y decide
es una minoría que no confía en el debate y niega las asambleas salvo para
legitimar lo previamente ya trazado, reproduciendo así el mismo modelo social
cuestionado. Y lo hacen porque su fin último no es impulsar que las clases
trabajadoras de las Islas se emancipen por sí mismas de sus opresoras, sino que
aspiran a auparse en dirigentes del Estado que defienden como proyecto. En esta
sentido, no confían en la capacidad de 1os oprimidos de este país para tomar por
si mi8««8 las riendas de su destino —ejerciendo su propia determinación— sino
que acuden a la mediación del Estado, traicionando así cualquier proyecto de
emancipación tal como la historia demuestra. Plantearse una liberación nacional
y social mientras se mantiene intacto un modelo de persona y comunidad que la
dominación colonial-capitalista ha planteado (sumisión, pasividad, resignación,
dejadez, servilismo, apatía...) es sólo querer un cambio de amos. La
autoorganización devuelve el poder y la iniciativa a los colectivos,
restituyendo a las personas su dignidad y autoestima para acometer mayores
cotas de progreso social y personal, avanzando hacia una liberación integral.
Cualquier proyecto político-social que tenga al Estado (actual o en proyecto)
como referencia entra en contradicción con la autoorganización, que necesita de
la total autonomía para su desarrollo. La autoorganización no puede ser
dirigida, es consustancial a la autonomía.
Por su parte, quienes defienden un proyecto antiestatal y
autogestionario y, sin embargo, no impulsan la autoorganización, apuestan por
una estrategia equivocada que contradice su finalidad. A la desaparición del
Estado y el Capital por la generalización social de la autogestión sólo se
llega por la práctica autónoma, es decir/ por el impulso de la autoorganización
bajo el modelo asambleario.
La autoorganización tiene como
forma de gestión la asamblea. La implicación colectiva en la toma de decisiones
es condición imprescindible. La asamblea es la ruptura de las jerarquías, niega
la potestad de mandar, dirigir; iguala en un mismo rasero a todos sus
participantes. Desde el momento en que se erige una casta que en nombre del
colectivo decide, el proceso autorganizativo muere. La ruptura de la división
dirigentes dirigidos y su sustitución por la plena igualdad en el acceso a 2a
información y en la toma de decisiones es una de sus características. La
ejecución de los acuerdos (coordinación con otros colectivos, negociación con
los poderes...) requerirá, en algún momento, que sea un reducido grupo da
personas quienes se encarguen de ello. Pero de ninguna forma implica que se
decida en nombra de nadie, pues no tienen capacidad de decisión. En el caso de
las comisiones representativas, son meros portavoces de los acuerdos as sablearlos
y sus actuaciones están fiscalizadas por la asamblea, quien puede revocar en
cualquier momento a personas que participen en la referida comisión. Las
comisiones —tanto las representativas como las de estudio o desarrollo de una
actividad concreta— se evitarán que sean inmutables. Es deseable que las
personas que formen parte de ellas se vayan renovando. La rotatividad en las
tareas garantiza que ninguna persona se erija en "especialista", en
"enterada", en "imprescindible", en suma, en una dirigente,
esto es-, un ser que ejerza poder, robando la soberanía que corresponde a las
demás personas y poniendo en peligro el mismo proceso participativo. Los
acuerdos serán más interesantes cuando en su ejecución se impliquen el mayor
número posible de personas. Que no se esté delegando, sino que directamente se
esté actuando, que cada cual sea partícipe con su actuación individual da una
decisión colectiva, sintiéndose responsable en sus actos de alcanzar el fin
trazado. La asamblea es algo que se aprenda, que necesita ser practicado 7
aprehendido por el colectivo. La práctica asamblearia va agilizando su misma
dinámica.
Cada vez que nos organizamos da
forma autónoma (sin partidos, sindicatos, dirigentes, jefes...) y tomamos la
asamblea como forma de funcionamiento, comprobamos y demostramos por nosotras
mismos que es posible vivir de otra manera a como en el presente el Sistema
democrático burgués nos señala. Practicar la autoorganización es conducir
nuestra rebelión ante lo establecido de forma constructiva, edificando
alternativas viables que se oponen resueltamente al actual estado da cosas, al
tiempo que proyectamos un modelo social revolucionario.
Revista El Baifo, nº 8/9 1995
(Archivo personal de Eduardo
Pedro García Rodríguez)
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