Directivo de la Federación de Salto del Pastor y uno de los fundadores de la Escuela de Garrote La Revoliá y de la Pila de Garrote de Vecindario.
El
“abejorro” es un insecto himenóptero, de dos a tres centímetros de largo,
velludo y con la trompa casi de la misma longitud que el cuerpo. Suele vivir en
enjambres poco numerosos y zumba mucho al volar.
Quien hacía
esta vez de abejorro era Manolito Guedes, cuyas manos, no tan largas como la
misma longitud de su cuerpo, pero hábiles y prestas al vuelo, trompeaban sobre
nuestras caras si no estábamos listos para esquivarlas. El zumbido de dicho
animal era imitado con la boca por este pastor que nos enseñaba algunos de los
juegos de su época.Y consistía el juego del “abejorro” en una variante de “juego de manos”. Se
practicaba entre tres personas. Una de ellas, el que hacía de abejorro, se
colocaba en el centro, y las otras dos a cada lado. El del centro, imitando el
abejorreo del animal que da nombre a este juego e intentando despistar a
cualquiera de los otros dos participantes, elegía el momento en que entraba a
“picar” con su trompa o aguijón. Este acto de “picar” consistía en lanzar la
mano rápidamente para asestar un bofetón o “sonío” en la cara o en el tronco de
la oreja de cualquiera de ellos. Éstos, a su vez, debían estar preparados para
el embate del abejorro, cubriéndose con una de sus manos parte de la cara y con
la otra dispuesta a devolver el bofetón al susodicho insecto. Por supuesto que
el guantazo se podía devolver solo en el momento en que el abejorro decidiera
entrar a picar.
Algunas veces el abejorro decidía
picar al mismo tiempo a las dos flores, (en este caso representadas por los dos
capullos de brotes de tuneras que flanquean a Manolito), y no tenía mas remedio
que agacharse o intentar de otra manera el esquivo de las zarpas que defendían
y contraatacaban.
Bien es cierto que por respeto al
maestro, cuando este hacía de abejorro, no le asestábamos un sonío a modo de
defensa. Simplemente nos limitábamos a quitarle el sombrero de la cabeza, cosa
que alguna que otra vez conseguíamos. En este caso, al que esto conseguía se le
daba por ganador y pasaba a ocupar el puesto de “abejorro”.
El que fuéramos condescendientes con Manolito no era norma que estuviese fijada en este juego. Por ello, si uno no se cubre bien o está presto a defenderse de las continuas picadas a las que puede ser sometido, tendrá que aguantarse la tollina de guantazos que pueda recibir. Como bien se puede apreciar en la siguiente imagen, nuestra condescendencia no tenía por que ser recíproca por parte de Manuel. Esa norma no estaba escrita.
El que fuéramos condescendientes con Manolito no era norma que estuviese fijada en este juego. Por ello, si uno no se cubre bien o está presto a defenderse de las continuas picadas a las que puede ser sometido, tendrá que aguantarse la tollina de guantazos que pueda recibir. Como bien se puede apreciar en la siguiente imagen, nuestra condescendencia no tenía por que ser recíproca por parte de Manuel. Esa norma no estaba escrita.
Con este juego de manos intentaba
el maestro que adquiriéramos velocidad, destreza y habilidad, cualidades todas
ellas que el que pretenda ser garrotista debe cultivar. Era parte de su manera
de “ensayarnos”. Pero quizás sin quererlo, o queriéndolo pero sin saberlo
nosotros, consiguió mucho más que dotarnos de esas habilidades. Las tardes que
pasamos en el corral, de ésta en particular hace unos 20 años, son recordadas
por nosotros con las mismas alegrías y fiestas que nos proporcionaron en aquel
entonces. Es que nos partíamos el pecho de la risa.
Afortunados fuimos al conocerlo y
más afortunados aún al podernos contar entre sus amigos. Por eso hacemos todo
lo posible por cuidar de su amistad. Reciba un abrazo de nuestra parte y hasta
siempre, compañero.
En el juego del “abejorro” que
vemos en la foto, participan Manuel Guedes, en el centro, Suso Álvarez, a la
derecha de Manuel, y Eduardo González, a su izquierda. Las risas de Lourdes y
Antoñito Guedes, fallecido en noviembre del 2003, las provocaba la forma
peculiar con la que Manolito imitaba el zumbido del abejorro, insecto
himenóptero de dos a tres centímetros de largo que tal y tal…
No hay comentarios:
Publicar un comentario