ACHU N MAGEK, 15
ACHANO N TALLIT TAYNAY TAGWANCET
En el Solsticio de Verano la Sol entra en Cáncer, al igual que todos los cambios de estación
han sido celebrados por las culturas más antigua y avanzadas espiritualmente de
todo el mundo, más tarde el advenimiento de cierta confesión religiosa de las
denominadas mayoritarias adoptó estas celebraciones para ejercer una conversión
más eficiente al nuevo orden religioso que dominaría la historia por siglos,
rebautizándola como San Juan Bautista, o lo que conocemos como la Noche de San Juan, la noche del Fuego, que está plagada de tradiciones
usurpadas a otras confesiones mucho mas antiguas.
La celebración del solsticio
de verano como tal data de 5000 años antes de la era occidental actual a raíz
de la permanente observación de la bóveda celeste por parte de sabios
astrónomos. Nuestros ancestros guanches definían este acontecimiento referente
la Sol como una puerta de entrada a otra dimensión, la Sol mermaba día a día
porque penetraba en la dimensión del espíritu de los hombres, primero lucía en
el exterior para después lucir en el interior. El espíritu se recoge
sobre sí mismo para asimilar las experiencias vividas que la Sol interior
ilumina.
En la noche más cósmica del
año, la del solsticio de verano, la atmósfera
está cargada de un aliento Divino.
El rito
principal consiste en encender una Hoguera Sagrada para “dar más fuerza la
Sol”, nuestra Diosa Magek.
Pero
simbólicamente, el fuego es el elemento purificador por excelencia y el que nos
puede ayudar a quemar y desprendernos de todo lo que queremos dejar atrás en
nuestra vida.
Tradicionalmente era y es
un momento de purificación, donde se suele saltar sobre la Hoguera Sagrada el
caldero para conseguir un objetivo, protección, fertilidad, salud, etc., o se
quemaban símbolos de aquello de lo cual uno desea purificarse.
El Fuego Sagrado representa el apogeo de la energía; el fin de
la oscuridad, de la esterilidad, y el comienzo de la época más fértil, donde
todo se renueva. Es la abundancia, la belleza de la tierra y el poder de la
Luz.
Es un tiempo especial para
mirar internamente a las semillas que hemos plantado tanto en el plano
espiritual como en le material durante los meses previos y para retomar los
proyectos que se han dejado pendientes.
Aquí sugieren diferentes
ritos y purificaciones personales y del hogar, pero hagamos lo que hagamos,
merece la pena compartir en comunidad hermanos en la fe-la familia, amigos- el
meridiano anual que representa Magek.
Un tiempo de celebrar el
final del año creciente y el comienzo del año menguante, en preparación de la
cosecha por venir.
Tal como recoge el criollo
canario y médico tíldense Marín de Cubas: “Contaban
su año llamado Acano por lunaciones de veintinueve soles desde el día que
aparecía nueva; empezaban por el estío cuando el sol entra en cáncer, a
veintiuno de junio en adelante la primera conjunción, y por nueve días
continuos hacían grandes bailes y convites, y casamientos, habiendo cogido sus
sementeras”
Al respecto los arqueo
astrónomos César Esteban y Montserrat Delgado Cabrera, aunque vistos desde una
óptica euro centrista recogen:
“En la última década se han llevado a cabo distintos estudios arqueo
astronómicos en yacimientos aborígenes canarios que demuestran la importancia
de ciertos elementos astronómicos en la simbología religiosa y en el ritual de
la antigua cultura prehispánica (Aveni y Cuenca, 1992-1993-1994; Belmonte et
al. 1994, 2001; Belmonte, 1999, Belmonte y Hoskin, 2002; Esteban, 1997, 2000;
Esteban et al., 2002). Las posiciones singulares del movimiento anual solar
sobre la bóveda celeste: solsticios y equinoccios, parecen ser los elementos
más constatados. Así, encontramos marcadores de estos eventos solares basados
en diferentes estrategias:
a) la disposición relativa de elementos artificiales de los propios
yacimientos permite una orientación hacia ortos u ocasos del Sol en solsticios
y equinoccios, así como la producción de juegos de luz y sombra;
b) los ortos u ocasos solares en dichos momentos del año se producen
sobre ele- mentos llamativos del horizonte que rodea al yacimiento o incluso
sobre otros yacimientos conectados visualmente;
c) los elementos del yacimiento (como grabados rupestres o tumbas de
necrópolis)
se encuentran orientados sistemáticamente a dichos eventos astronómicos.
Se han encontrado relaciones astronómicas en todas las islas del
Archipiélago que se han estudiado con cierta profundidad, principalmente en
Gran Canaria, Tenerife, Fuerteventura y Lanzarote, lo que sugiere que la
importancia del culto solar era algo común en todas o en la mayor parte de las
sociedades insulares. Estos marcadores astronómicos podrían ser utilizados como
elementos en el propio ritual (hierofanías), como herramientas para establecer
un calendario y/o para predecir el momento en que se producían las distintas festividades con vistas a la
preparación y anuncio de su celebración.
Por otra parte, las crónicas históricas escritas coinciden en la gran
importancia de los cultos astrales en la religión de los aborígenes canarios.
Son varios los autores que han llevado a cabo el análisis de dicha
documentación (Tejera Gaspar, 1992: 11-18; Jiménez González, 1994; Belmonte et
al., 1994; Barrios, 1997). De estos estudios parece clara la existencia de un
calendario aborigen lunisolar, basado en la observación de la posición del Sol
y las fases de la Luna, aunque existen diferencias en las crónicas sobre el
momento preciso del inicio del año, algunos cronistas indican la luna nueva
posterior al solsticio de verano, mientras que otros lo sitúan en la luna nueva
posterior al equinoccio de primavera.”
Por su parte el doctor en Prehistoria por la
Universidad de La Laguna José Juan Jiménez,” …afirma que las
sociedades nativas del archipiélago contaban con una especie de “puerta estelar
abierta” en el firmamento que les permitía la observación de elementos astrales
para implicarlos con hitos orográficos.
En esos lugares edificaban santuarios y puntos de
observación, adoratorios, templos e incluso necrópolis, y los relacionaban con los astros, los
elementos estelares, el territorio, la topografía y el paisaje, destacando
montañas, degolladas, acantilados, volcanes, sierras, roques, pitones e,
incluso, algunas de las islas vecinas.
Detalla Jiménez como ejemplo que “la salida y la
puesta del sol y de la luna se establecían en enclaves arqueotopográficos
observados reiteradamente, para luego transmitir este conocimiento por medio de
su tradición oral a lo largo del tiempo”.
De esta manera se extraen propuestas innovadoras
sobre los astros, los calendarios, los dioses y el tiempo, y en Canarias
existen fuentes arqueológicas y documentales que aportan informaciones sobre la
capacidad indígena para la adaptación, la reproducción y supervivencia.”
Y continúa:
“Los elementos astronómicos servían para
organizar el calendario, ya que ortos y el ocaso se repiten de forma cíclica y,
por lo tanto, ayudan a contar el tiempo, para organizar el proceso productivo y
reproductivo de personas, animales y plantas”.
Del desarrollo del modelo de calendario se puede
inferir el tipo de actividad productiva de las sociedades antiguas, pues cuando
las construcciones u otros elementos estructurales están orientados al
solsticio de invierno suelen predominar las prácticas ganaderas, mientras que
si se combinan el equinoccio de primavera y el solsticio de verano,
posiblemente exista un modelo organizativo agropecuario, que hay que confirmar
a través de los registros arqueológicos disponibles.
Puede afirmarse, según el experto, que las
propias sociedades se organizaban incluso a nivel religioso a tenor de los
resultados recabados de la observación astral, pues en cada caso las deidades
eran vinculadas a elementos astronómicos concretos.
Por eso, “los primeros dioses fueron enunciados
en el firmamento y su existencia les anunciaba a través de su luminosidad”.
Como sabemos en nuestro entorno
archipielagico y dada la cultura etnocentrista europea impuesta, Solsticio
deriva del latín “solstitium”: “Sol” (el astro) y “stitum” (detención) y marca
el día en el que el poder de la Sol comienza a decrecer y los días se hacen más
cortos hasta alcanzar el punto más bajo de su carrera anual el 22 de diciembre,
el solsticio de invierno.
En nuestro continente entre
los imazighen (beréberes) norte de Marruecos y de Argelia, se celebra la fiesta
del Ansara el 24 de
junio. Encienden hogueras en las plazas de los pueblos, en lugares que
consideran que necesitan una purificación. Arrojan al fuego hierbas
medicinales. Ahúman después sus principales utensilios, herramientas y objetos
personales. Consideran que el humo de las hogueras protege los campos
cultivados y mata los virus y las malas energías. Seguidamente saltan siete
veces por encima de las brasas, purifican también el interior de las casas y
los enfermos con ramas encendidas para ahuyentar los malos espíritus e
inmunizarse el cuerpo. Esta tradición procede de la cultura preslámica porque
se basa en el calendario solar.
De todo ellos se desprende
el sentido Divino de la fuerzas de la naturaleza. Suelen recolectarse en estos
días del solsticio diversas plantas medicinales porque se ha comprobado que su
poder curativo se multiplica considerablemente. Se recogen diversas variedades,
como: Salvia morisca, Ortigón, Vinagrera, Tomillo salvaje, Hinojo, Loro-Laurel,
Incienso moro, leña buena o leña santa,
cornical, Algaritofe, Gibalbera, Drago, etc. etc. Esas propiedades medicinales
aumentan gracias a la especial radiación de la Sol en el solsticio y también a
la exhalación del vapor de agua llamado Flos-coeli (flor Celeste), también
llamando Flor de Agua, que se forma al amanecer, es el rocío solsticial.
En conclusión, el solsticio de
verano es una combinación de alegres celebraciones y la toma de conciencia de
que la rueda ha alcanzado su punto álgido y ahora se encamina de nuevo hacia la
oscuridad. Es hora de reunir a los seres queridos y celebrar en comunidad en
honor de Magek, bajo el Manto Protector de Luz de Nuestra Diosa Madre
Chaxiraxi”
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