1950 noviembre 18.
Fallece en Madrid (España) el
criollo canario José Batancort Cabrera
Ángel Guerra (Lanzarote, 1874 -
Madrid, 1950), es el pseudónimo de José Betancort Cabrera, escritor, periodista
y político español que contribuyó de forma notoria al desarrollo de la
novelística de tema canario a principios del siglo XX.
Ángel Guerra nació en la localidad lanzaroteña de Teguise el 19 de marzo de 1874. Era el hijo mayor de una humilde familia de Lanzarote, por lo que tuvo muchas dificultades para realizar sus estudios. Gracias a la ayuda económica de un tío suyo, se traslada a la isla de Gran Canaria para matricularse en el seminario conciliar de Las Palmas, donde realizará estudios secundarios.
Juventud
En 1892, con apenas dieciocho años de edad, publica su primer artículo de prensa en un periódico local. En esos años se afianza su afición literaria, que dará un giro radical al conocer personalmente a Benito Pérez Galdós. Desde entonces adoptará, como escritor, el nombre de uno de los personajes galdosianos: Ángel Guerra. Pronto se trasladará a Madrid, gracias a la ayuda de unos amigos canarios, para realizar estudios universitarios. Poco a poco va dando a conocer su pluma como periodista, hasta que consigue colaborar en importantes diarios españoles del momento, como el El Liberal, El Globo, Heraldo de Madrid y España. Su labor periodística, a veces muy crítica con la realidad social del Madrid de aquel tiempo, lo convierte en un escritor temido por unos y censurado por otros.
Madurez
A principios del siglo XX Ángel Guerra realiza continuos viajes por toda España y por Italia, Portugal y Francia. En la capital de este último país, entre 1908 y 1910, ejercerá como corresponsal del periódico La Correspondencia de España. Mantiene, además, contacto permanente con las islas Canarias, para cuyos diarios principales no deja de enviar crónicas. Al tiempo se va afianzando su relación con ciertos círculos intelectuales, especialmente con el entorno de Benito Pérez Galdós, con quien siempre tuvo una magnífica relación.
En 1910 Ángel Guerra obtiene un acta de diputado por la circunscripción de Canarias, lo que marcará el punto de partida de su carrera política. Esta nueva faceta del autor le brindará no pocas satisfacciones, pues durante varios años renovará su condición de diputado, e incluso desempeñará altos cargos en la administración estatal.
Durante la estancia de Ángel Guerra en París como corresponsal de prensa, traba amistad con otro insigne político canario, Fernando León y Castillo, que era embajador de España en la capital francesa, con quien comparte ideología liberal y posiciones próximas a la monarquía parlamentaria. Por eso, cuando se restaura la monarquía española en 1930, tras la caída de Primo de Rivera, el rey Alfonso XIII, de la mano del general Berenguer, nuevo jefe de Gobierno, lo incorpora a las tareas de Estado, sin duda gracias a la experiencia que Ángel Guerra había adquirido como parlamentario años atrás.
Pronto el escritor canario es nombrado director general de Prisiones, con el firme propósito de modernizar el anticuado sistema penitenciario español. Ángel Guerra era partidario de un sistema de prisiones en el que primara la reeducación y la reinserción. Por ello, entre sus objetivos más inmediatos estaba la creación de un nuevo Reglamento del Funcionariado de Prisiones. Así, en noviembre de 1930, tras intensos meses de trabajo, logra aprobar por real decreto el nuevo Reglamento. Entre otras labores de urgencia, acometió también la aprobación de un estatuto de la Mutualidad Benéfica de los Funcionarios de Prisiones, para que éstos pudieran obtener protección ante posibles fallecimientos, educación de huérfanos, regulación de pensiones, etc. También reformó las asociaciones de Patronatos de Presos y Liberados, con el fin de que fueran verdaderos órganos de reinserción social.
Con respecto a las islas Canarias, además de sus labores como diputado por Lanzarote, realiza importantes gestiones. La más importante fue la creación de la nueva prisión provincial de Las Palmas de Gran Canaria.
Cuando el 14 de abril de 1931, Niceto Alcalá Zamora proclama la Segunda República, Ángel Guerra se aparta de la política activa.
Vejez
La figura de Ángel Guerra alcanzó con el tiempo más notoriedad como narrador que como político. Durante su dilatada vida publicó numerosas novelas y relatos, entre los que destacan aquellos que se desarrollan en las islas Canarias. Sus temas predilectos son el mar, la vida campesina, la lucha por la supervivencia y la relación del ser humano con el medio. Ello lo lleva, en ocasiones, a utilizar una prosa ágil, muy cercana al naturalismo, a veces expresionista por las situaciones dramáticas que refelja.
Su obra más celebrada por la crítica es La Lapa, relato corto en el que describe los sufrimientos y las penurias de Martín desde que es joven hasta que lo pierde todo tras un horrible naufragio. La Lapa es la epopeya de un hombre de las Islas Canarias, de extracción humilde, que comparte protagonismo con otro personaje de enorme cargas simbólica: el mar.
Tras la Segunda República y especialmente durante el periodo franquista, Ángel Guerra se dedicará solamente a escribir, hasta que fallece en Madrid 18 de noviembre de 1950.
(Tomado de:
http://www.biografiasdelanzarote.com/)
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