Referirme a Europa desde este rincón insular
del noroeste africano no puedo hacerlo sin un recuerdo a los versos de mi
querido amigo Paco Tarajano: “La Europa que tú me ofreces/
te puedes quedar con ella/ que no es que yo la desprecie/ es que no nace
quererla” Ahora estamos en
puertas de una nueva convocatoria electoral. Esta vez al Parlamento Europeo y,
tal vez porque aún resuene el final del poema de Tarajano “…porque un
vendaval de Europa/ tumbó la flor de mi tierra”, el ambiente político en el
entorno independentista canario está mostrando síntomas de revoltura, aunque,
en verdad, esto siempre sucede en todos los procesos electorales que se
convocan en esta heptainsulana nación. El no tener, la mayoría de nosotros, aún
clara la posición del independentismo es un síntoma de nuestra inmadurez
política y de la inexistencia de una organización capaz de coordinar nuestras
acciones y de encauzar el permanente debate entre abstención o participación en
estos procesos. Ya he abordado este dilema en diversas ocasiones (I y II) pero
creo que hay que plantearlo de nuevo cara a este próximo proceso que, además,
por su característica de elección europea en un territorio africano, presenta
connotaciones diferenciadas. Como no creo que sea cuestión de estar
argumentando nuevamente cuando ya he sentado los criterios que considero
suficientes, me limito a reproducir, modificando, parte de un texto que
publiqué de cara a las elecciones generales españolas del 2004 centrado en la cuestión ¿Para el nacionalismo patriótico
canario, son las elecciones una cuestión táctica o estratégica?, pregunta a la
que hemos de añadir la de ¿qué pretendemos alcanzar participando en unas
elecciones europeas?
Tenemos que partir de la consideración
inicial de que, objetivamente, todos los procesos electorales que se celebren
en Canarias, sea una elección a un Club de Fútbol, a una Asociación de Padres o
de Alumnos, una Sociedad Recreativa, un Sindicato....hasta los Ayuntamientos,
Cabildos, Parlamento Autonómico, Parlamento Español y, con su matiz
diferenciador, las convocadas al Parlamento Europeo, es siempre una elección española,
como españolas son las personas jurídicas -incluyendo las"Instituciones
Canarias"- que
se rigen por la legalidad metropolitana. Ahora bien, este hecho de la "españolidad
intrínseca" tanto
de las elecciones como de los organismos o instituciones que de ellas dimanan
no puede, a mi juicio, ser un obstáculo para que el nacionalismo patriótico las
utilice políticamente so pena de privarnos, por un malentendido purismo, de una
herramienta política de singular importancia, claro está que valorando, en este
caso, la contradicción de reconocernos como nación africana y votar para el
Parlamento Europeo.
Nos planteamos ahora, desde la óptica del
nacionalismo patriótico de liberación, el carácter táctico o estratégico que
debemos conferirle a las elecciones y, consecuentemente, a las instituciones
sometidas a la legalidad colonial española o, lo que es lo mismo, queremos
responder a las preguntas ¿qué
pretende el nacionalismo? (estrategia) y ¿cómo conseguir eso que
pretende? (táctica).
Recalco, antes de empezar, el carácter patriótico
y de liberación del
nacionalismo desde el que efectúo el análisis, dada la interesada confusión
semántica que ha introducido alrededor del término "nacionalismo" el
arribismo de determinados sectores regionalistas que intentan cubrirse con un
manto que no les corresponde que, día tras día, va quedando más al desnudo.
Desde este punto de vista, el objetivo
estratégico es la construcción de un Estado Soberano en el territorio de la Nación Canaria,
arrebatándole, mediante la independencia política, al poder colonial exógeno la
administración de nuestros recursos y acabar así con la desaforada expoliación,
la destrucción del territorio y el drenaje al exterior de las plusvalías
producidas con nuestro trabajo, de forma que los beneficios de nuestro
esfuerzo reviertan en el pueblo que los genera.
Para este objetivo estratégico -que responde
a la pregunta de ¿qué pretende el nacionalismo?- tanto las elecciones como los
posibles resultados que con ellas se obtengan son solo uno de los medios tácticos a utilizar para alcanzarlo. La
presencia del nacionalismo patriótico de liberación en las instituciones
regidas por la "legalidad" española, sean cuales sean y caso
de llegar a ellas, no puede nunca servir para legitimar el sistema colonial
sino, bien al contrario, debe significar la permanente denuncia del mismo y el
aprovechamiento de esas instituciones para refortalecernos organizativamente y
avanzar hacia la liberación nacional. Plantear que desde las instituciones
coloniales -sean Ayuntamientos, Cabildos o Parlamentos- podemos lograr esa
liberación no deja de ser un engaño similar al de los oportunistas de CC, pero
también es idéntico engaño plantear que el nacionalismo puede, desde esas
instituciones, resolver los problemas que el pueblo canario tiene planteados,
problemas que no tienen solución dentro del marco colonial. No se trata de que
un concejal, un consejero de cabildo o un parlamentario no intenten que se
arreglen las calles, que se lleve una disciplina urbanística o que los canarios
tengamos unas ayudas determinadas al transporte, a la dependencia o a la
enseñanza. Eso forma parte del trabajo de un cargo electo, pero más allá de
eso, hay que explicarles a nuestros compatriotas donde radica el auténtico
problema que es la falta de control sobre nuestros recursos y la supeditación
forzosa a intereses foráneos, cosa que en estos días, y con el problema
de las prospecciones petrolíferas en nuestras aguas por la multinacional
REPSOL, está quedando totalmente demostrado, con las “autoridades” canarias
mendigando al gobierno colonial que autorice la convocatoria de una
simple consulta que, para mayor recochineo, no tienen más valor que el
meramente informativo.
Llevado al caso que nos ocupa en este
momento, es evidente que en unas elecciones al Parlamento Europeo, por la
específica naturaleza y composición del mismo, difícilmente podemos lograr
algún avance político con la participación, y mucho menos si esa participación
queda desdibujada en un contexto de alianzas con realidades políticas
diferentes a nuestra especial situación colonial. ¿Qué vamos a decirle a
nuestra gente? ¿Qué desde Europa vamos a cambiar esa realidad de la explotación
colonial? Recuerdo que en las elecciones al Parlamento Europeo de 1989, siendo
yo Secretario general del FREPIC-AWAÑAK nos plantearon desde Herri Batasuna
acudir en coalición, incluyendo en la lista que encabezaba Txema
Montero un candidato nuestro. Para aceptar exigimos que en el programa se
incluyera una mención específica a la descolonización de Canarias. No se pudo
llegar a acuerdos porque en el encuentro mantenido con Montero solo aceptaban
que se mencionara el derecho a la autodeterminación, mientras que nosotros
entendíamos que un proceso de descolonización era diferente y tenía que partir
del previo reconocimiento de esa realidad colonial. ¿Está esa cuestión de
mención explícita de nuestra realidad colonial recogida en los actuales
planteamientos en pro de la participación por parte de organizaciones
independentistas? Lo ignoro, pero es algo que tienen que aclarar forzosamente,
aclarando además que se pretende conseguir políticamente con esa participación
y como supone un avance hacia la descolonización.
También hay que poner sobre el tapete otra
cuestión. La única forma de que el objetivo estratégico sea el que decida en
todo momento las tácticas a emplear y no suceda, como nos ha pasado repetidas
veces, que un cargo electo se "autolibera" de disciplinas, olvida la
razón por y para la que fue elegido y se nos pase, con armas y bagajes, al
enemigo, es la
existencia de una organización lo suficientemente fuerte y cohesionada, con
claridad de objetivos, capaz de seleccionar previamente y de depurar
posteriormente los comportamientos -que, desgraciadamente, ya conocemos-
vergonzosamente sumisos y mendicantes, de los traidores que han llegado a esos
lugares en nombre de la patria y los han utilizado luego para su exclusivo
lucro personal y vuelve la pregunta ¿Tenemos ya esa organización? Porque
entonces habrá también que explicar en que avanza esa construcción con la
participación en unas elecciones en las que, por su carácter continental
europeo, lo que realmente podemos generar es mayor confusión en el pueblo al
que nuestro mensaje va destinado.
Ya con la experiencia UPC tuvimos claros
ejemplos de lo que sucede cuando la táctica (elecciones, instituciones...) se
aplica separada y no subordinada a la estrategia (independencia y liberación
nacional y social) y no existe la organización que vele por la primacía del fin
estratégico. Mi criterio en este caso es que si perdemos de vista el objetivo
estratégico de la independencia, y si no poseemos la organización capaz de
imponerlos como norte y guía, los medios tácticos -elecciones e instituciones-
carecerán de referente claro, con lo que su aplicación será errónea cuando no
contraproducente, error tanto mayor cuando se trata de solicitar a los
habitantes de un territorio colonial africano su participación en unas
elecciones continentales europeas.
Si no tenemos todo esto claro y resuelto
podemos terminar trabajando para el enemigo.
NOTAS: (Publicadas también en Magec,
Canarias Insurgente, El independiente de Canarias –hoy Canarias noticias- Blog
Nación Canaria, Indymedia….)
Francisco Javier González.
Gomera a 25 de abril de 2014
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