EFEMERIDES CANARIAS
UNA HISTORIA RESUMIDA DE CANARIAS
PERÍODO COLONIAL,
DÉCADA 1861-1870
CAPÍTULO
XLVII-VII
Eduardo Pedro García
Rodríguez
1867 Junio 29. Viene a este
mundo en Mazo, Benahuare Pedro Pérez Díaz. Abogado. Hijo del matrimonio formado
por Alonso Pérez Sánchez y Luisa Díaz Guerra (ver: año 1962 Norberto Pérez
Díaz). A temprana edad abandona Benahuare (La Palma) para establecerse en la Metropoli, donde
llevaría a cabo sus estudios de Filosofía y Letras y Derecho y contraería
matrimonio, en febrero de 1895, con la española Catalina Salmerón y García,
hija del que fuera tercer presidente, en 1873, de la Primera República
española. Fruto de esta unión fue su única descendiente: María Luisa Pérez
Salmerón. Fue discípulo del malagueño Francisco Giner de los Ríos, cuya obra
inspiraría muchos de los planteamientos reformistas, liberales y
antimonárquicos que traerían consigo la Segunda República.
Estamos ante el autor material del informe sobre la estructuración
político-administrativa del Archipiélago Canario, en la coyuntura histórica del
denominado "problema canario" de las primeras décadas el siglo XX,
elevado luego a la categoría de ley el 11 de julio de 1912 (Ley de Cabildos),
cuando ocupaba la presidencia del Consejo de Estado, la Academia de Jurisprudencia,
su propio despacho y el Ateneo de Madrid, acogerán una callada pero importante
labor. En la biblioteca de la última institución citada transcurrirían muchas
horas de arduo trabajo, siendo uno de los socios ateneístas más activos
llegando, en febrero de 1913
a formar parte de la junta directiva. Dentro de su
producción bibliografía se encuentran los siguientes títulos: Suspensión de
Ayuntamientos. Interpretación del artículo 189 de la Ley Municipal
(1905), el socialismo. Fundamento del sistema marxista. Trabajo y valor y El
problema canario (1910); El problema social y el socialismo. Una solución
(1915) y El contrato de trabajo y la cuestión social (1917). Para el dirigente
comunista palmero José Miguel Pérez, la obra de Pedro Pérez Díaz tenía como
aspecto interesante el haber profundizado en el estudio del marxismo, de donde
había salido la materia "para sus mejores obras". Su militancia
política se materializa primero en la Unión Republicana,
fuerza surgida tras la fusión de todas las fracciones del republicanismo
español cuyos representantes en Madrid, reunidos en asamblea el 25 de marzo de
1903, eligen como jefe a su suegro, Nicolás Salmerón. Más tarde entraría a
formar parte del partido reformista su amigo Melquíades Álvarez, surgido hacia
1912. Su figura y su obra destacan, sobre todo, en el Consejo de Estado, al que
llega tras reñidas oposiciones. Su labor en este cuerpo obtuvo una amplia
consideración, calificándolo el mismo Ortega y Gasset de "aristócrata de
la burocracia" y gozando de la absoluta confianza, a pesar de su firme
vocación republicana y reformista, de políticos conservadores como Antonio
Maura.
Los éxitos, sin
embargo, como profesional del Derecho, con un bien ganado prestigio y una
reconocida trayectoria laboral y humana, no fueron paralelos a sus éxitos en el
campo de la política local hawarita (palmera). Los resortes de la vida pública
de entonces, herederos del caciquismo del siglo XIX, seguían complicando
cualquier consulta electoral. Desde esta realidad, como candidato de los
republicanos de Benahuare (La
Palma), sería derrotado en las elecciones a Cortes de 1903 y
1914, de las que saldría vencedor el conservador Pedro Poggio. Finalmente
conseguiría el acta de diputado en 1916, Pedro Pérez Díaz falleció en Madrid el
26 de marzo de 1930, y fue enterrado en el panteón que la familia Salmerón
poseía en el cementerio de la capital española. El Ayuntamiento de Tedote n
Benahuare (Santa Cruz de La
Palma), en sesión plenaria de 24 de abril de 1931, acuerda
dar su nombre a la entonces calle de San Sebastián. Un año más tarde, el 3 de
abril de 1932, era el Consistorio de su localidad natal el que hacía lo propio
con la denominación de la plaza principal de la villa, que luego el franquismo
se encargaría de borrar más tarde, por acuerdo plenario de 27 de junio de 1989,
ser recuperada democrática y definitivamente. Su nombre rotula igualmente una
vía de la capital tinerfeña.
1867 julio 28.
El
lugar de Ycod comenzó a disfrutar de los honores, preeminencias y prerrogativas
anejas al villazgo desde el día 28 de julio del año 1867, en que se dio lectura
en el Ayuntamiento al real despacho de S.M la Reina Doña Isabel II de
Borbón y Borbón-Dos Sicílias dado en palacio el día veinticinco del mes
precedente por el que se dignó a honrar a esta población con el título de villa
que habíase otorgado su augusto padre el Fernando VII de Borbón y Parma el día
27 de mayo del año 1829.
El
año decimonoveno del siglo actual obtuvo el título de ciudad. La novedad fue
comunicada al Muy Ilustre Ayuntamiento de la villa el mismo día que se publico
en la Gaceta
de Madrid el real decreto que S.M Don Alfonso XIII de Borbón y Habsburgo tuvo
la dignación de expedir por el Ministerio de la Gobernación viniendo
en concedérselo por el periodista y lagunero y diputado de Cortes por la
circunscripción electoral de Tenerife Don Manuel Delgado Barreto, en un
telegrama que envió al alcalde recibiendo alegría por haber ayudado y
concurrido con el pueblo al logro del título, correspondiendo así al favor que
le hicieron los votantes en las elecciones para diputados celebradas el primer
dia de junio.
El
día 18 de octubre se leyó en el Ayuntamiento la comunicación del Excmo. Sr.
Ministro de la Gobernación
haciéndole saber el contenido de la disposición firmada por el Rey y refrendada
por el sobre la concesión del título, otorgado en atención al creciente
desarrollo de la agricultura, industria y comercio y a su constante adhesión a la Monarquía. El
alcalde de la ciudad le envío un escrito mostrándole el sentimiento por el que
la corporación municipal que presidia que consideraba obligada a estimar el
beneficio que su SM. había hecho a Ycod y rogándole que hiciera llegar a las
gradas del trono el testimonio de su ferviente amor a la persona del Rey.
La
concesión del título tuvo eco en las publicaciones periódicas “La Prensa”, de Santa Cruz de
Tenerife, en su número 3053, considero la distinción como una de las mas
justificadas y oportunas que habían concedido los gobernantes y le manifestó
efusivamente la satisfacción que había experimentado con motivo del fausto
suceso. En la misma columna decía que hubiera preferido algo más que un título
honorífico para recompensar los esfuerzos e iniciativas de uno de los pueblos
mas activos y laboriosos de Canarias, al que siempre había tributado su
administración por su afán de progreso y bienestar, pero que aquel debía
servirle cuando menos de incitamiento para proseguir las diligencias
conducentes a la obtención de bienes materiales que habían de seguir a los de
orden moral que había recibido con la concesión del privilegio, como asi creía
que sucediera por la esperanza firme que tenía en el anhelo de cultura y
engrandecimiento que caracterizaba los nuevos ciudadanos.
Por
su parte, “La Comarca”,
publicó un artículo de Don Emeterio Gutiérrez López titulado “Lo que costaba un
título”, en el cual exteriorizaba la grata impresión y la alegría que había
causado la concesión de la gracia y otro de “Tinguaro”, en cuyo concepto el
mayor mérito que tenía Ycod para que le diese la honrosa distinción era su
ansia del progreso, resumiendo en este término su deseo vehemente de
engrandecerse, de ser culto, de incorporarse por medio del trabajo y de su
educación a los pueblos mas adelantados. Para el articulista que ocultaba con
el vianesco nombre el suyo verdadero, Ycod no quería elevarse a grado superior
por cualquier medio como otros pueblos que hacen gala de progresistas y
grandes, sino de una manera digna, con libertad de conciencia y acción, con los
ojos puestos en el desarrollo integral de las facultades fisio-psicológicas de
sus naturales, que era la manera de subir sin peligro de caer, e iban por el
mismo camino que se movían los imperios japonés y británico y los Estados
Unidos de América del Norte a pesar de ser una pinta al lado de estas
superpotencias, que habían colocado los fusiles en los armeros y se habían
colocado los fusiles en los armeros y se habían dedicado a trabajar en cosas
útiles y para ilustrar la realidad de su progreso puso de ejemplos la
construcción y embellecimiento de sus plazas, el adoquinado de sus calles, la
sustitución de la luz de petróleo por la eléctrica, la cultura de sus fiestas y
el creciente número de estudiantes que concurrían a las aulas del instituto de La Laguna a cursar el
bachillerato.
El
día 6 de octubre del año 1921, el Ayuntamiento expuso al gobierno de S.M. la
antigüedad de la fundación del pueblo, los hechos históricos por los cuales se
hizo digno de privilegios y prerrogativas que otros no gozaban y el aumento que
había tomado la población para fundar en estos meritos su pretensión de usar el
escudo de armas blasonado según las reglas del arte, que habían aprobado en su
sesión del primer día del dicho mes, en todos los actos oficiales y documentos
que autorizase y unió con la instancia el dibujo del escudo hecho por el primer
gaditano López Ruiz, residente en Tenerife desde el año 1895, del cual se
conserva otro, de pequeño tamaño, que esta puesto en el expediente
correspondiente al asunto guardado en el archivo municipal.
“La Comarca” publico, con
bastante retraso la real orden de 9 de noviembre de 1921 consintiendo S.M. en
lo que al Ayuntamiento pidió y la relación por escrito que contenía el acuerdo
que por todos los votos se tomo en el Ayuntamiento el día primero de octubre de
aprobar el escudo de armas propuesto por varios vecinos y solicitar la
autorización del rey para usarlo como divisa honorifica y representación
simbólica de la ciudad en todos los actos públicos y solemnes y en los
documentos que expidiese. En la misma página inserto una fotografía de la superficie
en que se pintaron los blasones de la ciudad y otra de Don Tomas Salazar y
Cologan, diputado a Cortes por esta isla, a quien agradecía la actividad que
había puesto en práctica para conseguir por medio del Ministerio de la Gobernación la autorización
real para usarlo, gestión que el ayuntamiento había puesto a su cuidado y
diligencia.
El augusto abuelo de S.M. el rey Don Juan Carlos I de Borbón y Borbón había de
conceder todavía un honor mas a la ciudad de Ycod; el tratamiento de Excelencia
a su Ayuntamiento. El acto de la firma del real decreto haciéndole merced y
gracia de este tratamiento de respeto y cortesía fue comunicado
telegráficamente por el Subsecretario de la Presidencia del
Consejo de Ministros a las 22:15 horas del día 30 de diciembre del año 1930. El
real decreto que S.M. se sirvió expedir por el Ministerio de la Gobernación dice lo
siguiente: “Queriendo dar una prueba de mi real aprecio a la ciudad de Ycod,
provincia de Santa Cruz de Tenerife, vengo en conceder a su Ayuntamiento el
tratamiento de Excelencia. Dado en palacio a 30 de diciembre de 1930 Alfonso.
El ministro de la
Gobernación Leopoldo Matos y Massieu. (Eduardo de Espinosa de
Los Monteros y Moas)
1867 Diciembre 12. La Congregación de Ritos
de la secta y religión católica declara
Patrona Principal del Archipiélago Canario a la Santísima Diosa
Chaxiraxi sincretizda como el Misterio de la Purificación de su
virgen María (Candelaria) del ritual
católico, señalando el 2 de febrero como día de su fiesta. Como el pueblo izo caso
omiso a esta imposición católica y continuó celebrando la festividad de la Diosa Chaxiraxi el
15 de agosto, tal como lo venían haciendo nuestros ancestros, la secta católica
optó por asumir la celebración, la cual se viene manteniendo hasta la actualidad,
dejando el 2 de febrero como celebración litúrgica católica.
1868. Antes de la
introducción de telégrafo, a mediados del siglo XIX, como sistema de
información de las llegadas de barcos al puerto de Añazu (Santa Cruz) se
utilizaban el mirador particular y las vigías. De éstas había una en Anaga,
pagada por la capitanía general española. A partir de 1868 estuvo a cargo del
ayuntamiento. Conocer de antemano la llegada de los barcos interesaba a los
comerciantes más a menudo que a los militares.
En el castillo de San Cristóbal
había otra vigía militar pagada por los
comerciantes de Añazu (Santa Cruz). Se mantuvo hasta después de la
instalación del cable y le correspondía entrar en contacto con los barcos que
se aproximaban por medio de señales.
1868. La revolución de este año en la metrópoli significa un nuevo
intento progresista del liberalismo pero que tampoco logra implantar unas
instituciones estables. El bloque de poder se amplía y mantiene su dominio a
pesar de los cambios rápidos que se producen en el Estado: a una monarquía
parlamentaria le sucederá la primera república y una dictadura militar. Estos
cambios provocan en la colonia cambios de personas en los puestos políticos
pero no se produce ninguna modificación sustancial en los grupos sociales que
detentan el poder a pesar del establecimiento del sufragio universal masculino.
La participación política se amplía pero no se produce una democratización real
del sistema político porque:
-Se amplía el sufragio y se
falsean los resultados electorales.
-Se proclama la soberanía
nacional como poder constitutivo y se juega con la opinión pública. Se decreta
la disolución de las juntas populares y se plantean de forma confusa las
diferencias de intereses personales bajo el aspecto formal de diferencias ideológicas.
-Se enumeran los derechos
individuales en la
Constitución y se mantienen como forma de actuación las
estructuras caciquiles.
-Algunos políticos que defienden
algunos principios básicos de la Constitución de 1869 mantienen comportamientos y
actitudes antagónicas y forjan algunos de los presupuestos básicos del
pensamiento reaccionario español al oponerse al proyecto constitucional de
1873.
Como señala López Cordón, «fueron
los contemporáneos los primeros defraudados por los resultados de la revolución:
los unos porque no tenían intención alguna de subvertir el orden social y
temieron por un momento ver comprometidos sus intereses, los otros porque
pretendían medidas reformistas que promovieran la "regeneración" del
país y no lo consiguieron; los más porque se sintieron apoyados, frenados y,
finalmente, abandonados en sus reivindicaciones, sin conseguir ningún cambio
sustancial».
La Restauración en el
trono español de Alfonso XII con perspectivas de una nueva etapa moderada fue
celebrada en la colonia porque ponía fin aun periodo contradictorio hasta
extremos insostenibles por los sectores dominantes. Como afirma un político
grancanario «estará aliado de todo gobierno que resista las exigencias de abajo
ya los deseos de arriba, imponiendo en todas partes en nombre de la legalidad
que es su prestigio, en nombre del orden que es su mejor derecho y su mayor
deber. Estaré aliado de todo gobierno que restablezca el concierto roto de esta
sociedad desquiciada». José Miguel Pérez García et al. 1991)
1868. En La Aldea
de San Nicolás (Tamaránt), la
aclimatación de la cochinilla había mejorado en parte las condiciones
económicas y de nuevo reavivó el conflicto terratenencia-colonato. Los últimos
marqueses de Villanueva del Prado, en plena quiebra económica, plantearon un
proceso de reconversión agraria en su hacienda, ya desvinculanda del mayorazgo
por las leyes liberales, para amortizar las fuertes hipotecas que pesaban sobre
la misma. E intentaron desahuciar al colonato insumiso para implantar el nuevo
cultivo de la cochinilla y recuperar la propiedad absoluta y total sobre una
tierra, nuevamente discutida por los aldeanos gracias al período democrático
nacido con la Revolución
de 1868.
1868. En la colonia Canaria la actuación de las Juntas revolucionarias
estará también determinada por el pleito insular avivado desde la metrópoli.
Así, la Junta grancanaria acuerda la secesión con
respecto a la de Añazu (Santa Cruz) y ésta tratará de mantener a toda costa la
unidad administrativa. A lo largo del mes que tarda en disiparse la
incertidumbre general vuelve a cuestionarse en la práctica la unidad de la
colonia y se solicita del Gobierno Provisional metropolitano una solución
definitiva. Esta última terminará por devolver las atribuciones a la capital
colonial (Añazu) tras decretar la disolución de las Juntas.
Las medidas adoptadas por
aquéllas ponen de manifiesto su escaso interés por aplicar reformas
apreciables. La alarma que causa la expropiación efectuada por la Junta de Realejo Bajo y que afectó a algunos
almudes de terreno para destinarlos al cementerio local, provocó una
desproporcionada reacción y el envío de órdenes gubernamentales tajantes que
dejaban clara la decisión de impedir cualquier veleidad en tal sentido y ma-
nifestaban «que el principio sobre
el que descansa la gloriosa situación por la que atravesamos es el orden que
emana del respeto a las familias y la propiedad porque debe velar
incesantemente la autoridad constituida». Ni la supresión de los impuestos de
consumo ni los acuerdos por impulsar las libertades de expresión y reunión, la
en-señanza o la participación política tendrán efectos reales en la colonia.
(José Miguel Pérez García; 1991)
1868 Enero 3. En Añazu Chinech, el temporal acaecido, arruinó la
torre de la casa de Francisco García: después de examinada por el arquitecto
municipal, éste dictaminó que, <<resulta probado científicamente la
necesidad de derribarla>>.
1868 Mayo 2. Se publica en Chinech (Tenerife) el primer número del
periódico «El Porvenir de Canarias», de marcado carácter liberal. Era su
director el criollo marqués de la
Florida.
1868 Septiembre. El estallido revolucionario en la metrópoli, que envió al exilio a Isabel II, tendría su particular reflejo en la vida política de la localidad de Mazo. Al crearse juntas revolucionarias en todo el país, en Mazo se establece también una Junta Soberana que, a diferencia de las establecidas en el resto de los pueblos palmeros, no reconocerá la autoridad de la de Santa Cruz de La Palma. Por ello en Mazo los acontecimientos discurrirán de distinta manera. La Junta Soberana local suspenderá el Ayuntamiento existente que, en el momento de producirse los hechos, presidía accidentalmente Francisco Alonso Martín, no reconociendo tampoco la autoridad del entonces del alcalde titular Bernardo Bravo Hernández. En su lugar se repone a la corporación de 1856, responsabilizándose de la Alcaldía José Hernández González por haber fallecido José Leal Méndez, que era quien la ostentaba en aquel año. Entre el 1 y el 4 de noviembre de 1869, se celebran las primeras elecciones municipales por sufragio universal aunque teniendo derecho al voto sólo los varones mayores de 25 años. Es elegido alcalde el conservador Alonso Pérez Sánchez, cabeza de una de las más importantes familias de la localidad y que se mantendría en el cargo hasta 1872, ocupándolo de nuevo entre 1883 y 1886 y de 1897 a 1898. Durante la Regencia de María Cristina de Habsburgo (1885-1902), el caciquismo, con sus usos y abusos, protagonizaría toda la vida del municipio. La política local fue durante esos años un auténtico rosario de conflictos con un continuo cambio de personas en los cargos públicos. La lucha por el control del Ayuntamiento fue tenaz, a pesar de la política del turno pacífico que desarrollaban en la metrópoli, conservadores y liberales. Por esta razón la titularidad de la Alcaldía en 1896 se convertiría en asunto harto complicado, alternándose en la misma, por disposición gubernativa, Pedro Ríos Pérez, Antonio Leal Sánchez, Antonio Juan González Díaz y Blas Vergara Cordobés.
1868 Septiembre 18.
En la metrópoli el régimen es
suprimido, finalmente, como consecuencia de un alzamiento militar iniciado en
Cádiz. Independientemente de cuales fueran las causas últimas de su caída,
causas que, si bien no de una manera determinante, estaban relacionadas con la
situación de crisis financiera y económica, iniciada a partir de 1866;
independientemente de esas causas, decimos, lo que nos interesa, ahora, es
decir escuetamente que el nuevo régimen establecido un régimen democrático,
primero monárquico, republicano, después-, -tuvo una duración de seis años,
-septiembre 1868, diciembre 1874-, siendo definitivamente liquidado como
consecuencia de un nuevo pronunciamiento militar, protagonizado, ahora, por el
general Martínez Campos.
Pues bien, el periodo de la
historia canaria que estudiaremos en este breve ensayo vendrá acotado temporal
y espacialmente: Tenerife, septiembre I868-enero 1874.
Debemos decir, rápidamente, que
lo que nos interesa no es una valoración basada en una periodización política
exclusivamente formal, periodización que supondría una clasificación a partir
de los resultados de las distintas elecciones a diputados o al municipio.
Lo que nos interesa, por el
contrario, es, de una parte, la situación social y económica, de otra, el
comportamiento político y moral así como los planteamientos ideológicos de los
distintos partidos y de las distintas clases sociales tinerfeñas.
Si el estudio de la realidad
social y económica presupone un conocimiento de la profunda relación de
dependencia de las islas respecto a Europa, el estudio de la realidad política
debe incluir como causas determinantes de la misma no sólo lo que hace
referencia a la fuerza, planteamientos y relaciones entre las diversas clases
sociales sino también cuanto hace referencia a la coyuntura política en la
metrópoli y a la propia coyuntura económica europea.
Siendo Canarias una colonia del
Estado español, todo acontecimiento decisivo que sucedía allí repercutía sobre
las islas, si bien no inmediatamente debido a la lejanía y deficiencia de las
comunicaciones. Pero, con toda evidencia, lo que sucedía en Canarias no era un
puro reflejo de acontecimientos previamente sucedidos en la metrópoli. Habrá
que tener en cuenta, además, y como ya hemos dicho, la coyuntura económica
europea y la propia formación social canaria.
Los datos que tenemos sobre la
formación social canaria aunque pertenecientes al año 1860 son esencialmente
válidos para todo el período estudiado. De tales datos se deduce, de una parte,
la inexistencia casi total de "jornaleros de fábrica" y de
profesionales liberales; de otra, el predominio casi absoluto de los sectores
sociales campesinos sobre los sectores sociales urbanos. 250 "jornaleros
de fábríca", 386 profesionales, parecen probar la primera afirmación.
22.000 propietarios, 8.500 arrendataríos, 40.000 jornaleros del campo frente a
2.490 industriales, 5.800 artesanos y 1.500 individuos dedicados al comercio
sirven para verificar la afirmación segunda. (A. Millares, t. 5, 1997).
1868 Octubre 13.
La Junta Revolucionaria acuerda la
demolición de la Batería
de Santo Domingo, situada en la plaza de Santa Cruz de Tenerife.
Situada al 85 varas de la de
Santa Rosa y adyacente al Castillo de San Cristóbal por su lado izquierdo, en
una especie de rediente que se apoya en la cara del baluarte saliente del
citado Castillo y tiene el frente de gola paralelo al de tierra. Está formada
por un sólido muro de sillería de diez pies de alto con foso cortado en el
muelle; su interior se hallaba al nivel del pie de la escarpa del Castillo y
tenía por objeto batir con sus fuegos bajos la ensenada del muelle y el primer
trozo de éste en el sentido de la longitud.
Por la disposición de esta
Batería, resultaba un espacio cerrado y reducido en que la caída de algún
proyectil sería bastante para inutilizarla. En 1850 no tenía construidas sus
explanadas, y contaba con un pequeño tinglado para el servicio de su
Artillería.
Podía contener hasta cuatro
piezas para defender la parte de playa hasta la Batería de la Rosa y el muelle.
Como se ha dicho al tratar del
Cuerpo de Guardia del Principal, fue ordenada su demolición por la Junta revolucionaria de Santa Cruz de Tenerife el
13 de Octubre de 1868.
1869. Es suprimido definitivamente el convento de los Santos
Reyes en Hipalám (San Sebastián), La
Gomera en virtud de la real Orden de la metrópoli de 25 de
Julio de 1868.
1869 Febrero 6. Nace en
Benahuare, el escritor mácence Blas Pérez de la Cruz, autor de la obra en verso Representación en
honor a Santa Rosalía cuyo estreno tuvo lugar el 3 de septiembre de 1896. Su
afición por escribir, queda reflejada en la prensa de su época, y a su pluma se
debe el comunicado que firma en Mazo el 15 de enero de 1899 y que publica el
periódico "La Justicia"
de Tedote n Benahuare (Santa Cruz de La Palma) el día 26 siguiente. Se trata de una
crítica al cura párroco de San Blas, Agustín Espelt, en la que, con fina
ironía, mezcla prosa y verso, quedando de manifiesto sus inquietudes
literarias.
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