En Tedote n Benahuare (Santa Cruz de La Palma) Nació Francisco
Cabrera Saavedra. Hijo de Nicolás Cabrera González, y de Bibiana Saavedra
González. Tenía 2 años de edad cuando sus padres emigraron a Cuba y se establecieron
en Caibarién, donde, a base de sacrificios debido a la falta de recursos, pudo
estudiar. Se hizo profesor de primera enseñanza y en 1868 se graduó en la Escuela Normal de
Guanabacoa. Más tarde pasó a Estados Unidos y de allí a su tierra natal con
objeto de terminar el bachillerato y poder entrar en la Facultad de Medicina de
Madrid (España), en la que obtuvo la licenciatura en 1875. Para regresar a
Cuba, opositó a Médico Militar y, ya en La Habana, renunció al cargo para ingresar en la Universidad y lograr
su doctorado. Profesional eminente, de un prestigio extraordinario y de un
renombre sobresaliente en el terreno científico del país, fue el primer médico
que practicó una laparotomía en Cuba y, en razón de sus méritos, el Presidente
de la República Mario
García Menocal le ofreció el nombramiento de Rector de la Universidad de La Habana, si renunciaba a su
ciudadanía, pero no lo aceptó y murió siendo canario. Diputado a Cortes antes
de la independencia cubana; Presidente del Colegio de Médicos; de la Compañía de
Ferrocarriles; de Honor de la
Academia de Ciencias y de la Asociación Cubana,
en cuya clínica se colocó un retrato al óleo en el pabellón que llevaba su
nombre, gozó de gran influencia en los círculos científicos, sociales y
financieros de aquel país, del que había tenido que salir en 1898, junto con
otros ciudadanos prominentes, ante el temor de los sufrimientos que podrían
sobrevenirle a su familia al iniciarse el bloqueo de la isla cuando el Congreso
de los Estados Unidos votó la resolución de considerar al pueblo de Cuba libre
e independiente. Casado con Laura Benítez Jáuregui, con la que alcanzó
descendencia, falleció repentinamente en 1925 en el Hotel Majestic de París, al
encontrarse de viaje con una de sus hijas. Sus restos llegaron a La Habana a bordo del “Alfonso
XIII” el 17 de agosto de aquel año y se le tributaron toda clase de honores,
con asistencia del entonces Presidente Gerardo Machado. Dos años después de su
fallecimiento, con motivo de la inauguración del Congreso Cubano de Medicina,
el 14 de diciembre de 1927, el profesor español Gregorio Marañón Moya glosó
públicamente su figura.
Labor como cirujano
En el ejercicio de su carrera fue el precursor de
la cirugía abdominal en Cuba, al practicar las primeras ovarioctomías exitosas
en el país. Cuando los adelantos médicos determinaron la necesidad de la
especialización, no titubeó en dejar las intervenciones quirúrgicas y dedicarse
a la clínica o medicina interna.
Cabrera Saavedra fue el tránsito entre los
médicos con métodos y práctica patriarcal del siglo xix y el nuevo clínico que
ejerce la medicina de grupo. Heredó de los primeros la compenetración del
médico con la familia, que permite a éste comprender cuándo un paciente no
padecía de su físico, sino de las veleidades del alma o de neurastenia; y, de
los segundos, el trabajo colectivo que representaba una mayor garantía para la
curación del enfermo. Con la generación de Cabrera se perdió el llamado médico
de cabecera o de la familia.
Etapa de 1880 a 1920
Entre 1880 y 1920 transcurrieron los años más
brillantes de su provechosa vida. Materializó el amplio concepto de que no se
puede ser un buen internista si se desconoce el quehacer quirúrgico, así como
cirujano o especialista si se ignora la medicina interna. Fue el precursor
principal del uso del laboratorio clínico en el ejercicio profesional. Por
indicaciones suyas se hicieron estudios, no realizados hasta entonces, y creó
modelos originales en cuanto a los análisis de orina y otros.
La reconstrucción de su vida permite demostrar la
ideas de que canarios a Cuba no sólo llegaron hombres y mujeres robustos, poco
cultivados culturalmente, dedicados especialmente a la agricultura, sino que
arribaron personas de mucho valor, junto a las virtudes de laboriosidad,
tozudez en el empeño, constancia y honradez, había que sumar la capacidad de
alzarse ante la miseria y alcanzar altos peldaños en la vida intelectual.
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